Encontré una forma para sentirme a gusto. Les voy a publicar los dos capítulos que me faltaban. Mónaco y China.
Ahora si, la próxima semana, tienen Suzuka. Por cierto, reedite el capítulo 5 del fic, por si se quieren ir a dar una releída.
Ah, Mónaco. Lugar en de maravillas y placeres, lujos y bastantes riquezas, para ser un país tan pequeño. Aunque claro, eso estaba fuertemente influenciado, porque casi la mitad de su población, eran millonarios.
El principado de Mónaco había estado en la Fórmula 1, incluso antes de su creación. Ahí había nacido el automovilismo, y era una parte de la historia del deporte. No podías hablar de Mónaco sin mencionar a la F1, y la F1 no se sabía explicar sin Mónaco.
Claro, el circuito había perdido una parte de ese encanto que tanto lo había caracterizado. La mayor parte no era su culpa. La vista al mar mediterráneo, lleno de yates, seguía siendo espectacular. El imponente casino de Monte Carlo seguía siendo maravilloso. Simplemente, que, a menos que ocurriera un milagro, no podías esperar que Mónaco diera una carrera divertida para la televisión. Era imposible adelantar en Mónaco, porque no había espacio para ello. Los monoplazas actuales eran enormes, y eso hacía imposible adelantar.
Y, a pesar de las continuas quejas ante ese hecho, Mónaco jamás había salido del calendario, ni estaba en sus planes hacerlo. Por lo tanto, el principado se había vuelto una carrera de sábados.
Tenías que hacer la mejor clasificación de tu vida el sábado. Porque esa, seguramente, sería tu posición final en la carrera. Y esa era una excelente razón por la que Haruka jamás había ganado en Mónaco. La Pole Position era primordial. Después de todo, ganar en Mónaco, también significaba tener una de las tres carreras para la triple corona.
Un privilegio que solo Graham Hill había logrado conseguir. Ganar las tres carreras más importantes del automovilismo. La carrera de F1 de Mónaco; las 500 millas de Indianápolis, en la IndyCar. Y las 24 horas de Le Mans, en el campeonato mundial de resistencia.
—¿Piensas ganar la triple corona también?— Preguntó Michiru, arreglándose para salir de la habitación del hotel. Evidentemente, era mucho más cómodo quedarse en ella, que ir a estorbar al apretado Paddock, o a estar con miles de personas en las gradas. Pero Charlotte le había invitado a verla desde el Yate de Leclerc, y esa era una invitación imposible de rechazar.
Además, Kimi Raikkonen, expiloto de carreras, también estaría por el principado. Jamás se perdía la carrera. Y había insistido en que lo acompañaran.
—¡Por supuesto!— Respondió Haruka, poniéndose una gorra para salir— Pero tengo mis propios planes para ganarla. Este año, por supuesto. Pero quiero ganarla el próximo cuando esté en Ferrari también.
Michiru rodó los ojos. Esa mañana, Charles Leclerc había anunciado que firmaba por Mercedes, y los rumores se habían disparado. No ayudaba mucho, que las casas de apuestas dieran por hecho que Haruka sería el nuevo piloto de Ferrari.
Las ilusiones de la rubia ya estaban en los cielos. Aunque sabía que, si quería materializarlos, entonces tendría que seguir ganando carreras.
—Claro, quieres ganar esta carrera por los próximos diez años que tienes por delante.
Haruka asintió— Para mis últimos años en el automovilismo, pediré a Ferrari un permiso para que me dejen correr en la Indy500, porque se corre el mismo fin de semana. Hablaré con Honda, evidentemente. No me negarán correr con alguno de sus equipos porque entonces seré la mejor piloto de todos los tiempos. Además, Honda es Japonés, el nacionalismo me ayudará.
No era mentira, pero era gracioso como lo decía.
—Aún guardo el contacto del presidente de Honda, si te ayuda con algo. Nos contactaron porque éramos su aseguradora con los accidentes de autos comerciales. —Michiru mencionó, siguiéndole la corriente. Había sido conocida de la esposa del presidente, cuando los invitaban a las fiestas junto con Darien. No estaría ansiosa de volver a verlos.
Haruka asintió, antes de proseguir— Más a mi favor. Y para Le Mans… tendré que ver las marcas que haya para ese entonces. Ferrari regresó a correr resistencia hace un par de años, seguro querrán que corra para ellos. Pero si se salen del campeonato… Entonces llamaré a Toyota. Usaré la misma estrategia que con Honda, son los mejores y el nacionalismo me ayudará.
A veces, Michiru se preguntaba como es que Haruka podía tener su vida entera planeada, sin realmente tener nada asegurado. Y que, a pesar de todo, le creía. Estaba segura de que, de alguna forma, Haruka lograría todo lo que le dijo.
El futuro era realmente esperanzador. Los planes de Haruka siempre eran fantásticos.
—
Había llovido en la tarde del viernes. La carrera de F2, se había disputado en plena lluvia. Sin embargo, para cuando llegó el momento de la verdad, y el público se había emocionado con ver una clasificación en mojado… El sol llegó a lo alto de su punto.
Eso arruinaba completamente las posibilidades de una sorpresa en Mónaco. No iba a existir una parrilla loca, sin duda alguna. Y no pasó. Como era de esperarse, Haas ganó la Pole Position. Los circuitos cerrados y de curvas lentas les estaban yendo muy bien.
Y, a la mañana siguiente, tampoco se vaticinaba lluvia durante la carrera.
Michiru estaba esperando por el arranque de la carrera desde una de las cabinas del Yate, cuando Charlotte y Raikkonen se le acercaron.
—¿Una copa? Por el triunfo de Haruka— Mencionó el hombre, ofreciendo un poco de vino tinto.
—¿No es muy apresurado para celebrar?— Cuestiono la de cabellos turquesa.
—Es Mónaco— Debatió Charlotte— Puedo amar esta carrera, pero no soy ciega. Todos sabemos que Haruka ya ganó. Charles estaba más que contento anoche con su segundo lugar.
—¿Ah sí? ¿Y como sabes que estaba tan contento? Seguro que la pasaron genial— Michiru aprendería rápidamente, que Raikkonen no se guardaba nada. Sus comentarios pasados de tono irían subiendo, conforme más alcohol fuera entrando en su cuerpo.
Y el sonrojo de Charlotte era más que evidente. Por lo que decidió regresar la conversación a Michiru— Es mejor que vayas entrando en ambiente. Haruka adora celebrar en grande cuando llega Mónaco.
En ese momento, Michiru recordó todas las veces que Haruka insinuaba, que las fiestas en Mónaco llegaban a otro nivel.
Tenía una extraña sensación de miedo y emoción.
—
La carrera no había sido nada interesante, como tantos lo habían vaticinado. Si, las gomas no duraron tanto como se esperaba, y eso molestó un poco a los jefes de estrategia en las paradas esperadas de los pits, pero nada más grave.
Leclerc jamás se separó de la zona de DRS de Haruka, pero ni así logró superarla. Ni con dos Virtual Safety Car. Que hizo que todos estuvieran obligados a reducir su velocidad, gracias a los choques de Norris y de Zhou. Estaba siendo una pésima temporada para Audi.
Y ni con todas desgracias, Mónaco había logrado ser más divertida. Aunque sea, para el público general. Porque había una buena razón por la que ningún piloto quería que Mónaco saliera jamás del calendario.
Antes de que Michiru se pudiera dar cuenta, Haruka ya estaba en el Yate, a su lado. Junto a ella, habían llegado Leclerc, Norris, Sargeant y Pourchaire.
Para ser honesta, y tratando de adivinar como se iba a poner todo, Michiru se sintió un tanto asustada. Por un instante, ella recordó aquel día donde Haruka la había llevado a un antro, lo incómoda que se había sentido, y lo mal que había terminado esa noche.
Claro, en esos momentos, todo era muy diferente. Para empezar, ella no estaba molesta, porque Haruka jamás se olvidaba de su aniversario. Por el contrario, estaba muy feliz.
Siguiendo, no había nadie que le estuviera viendo mal, y rodeada de jóvenes. Así como estaban los pilotos, también había mecánicos y jefes de carrera en las fiestas, además de pilotos ya retirados, como lo eran Kimi Raikkonen y Damon Hill. En general, las edades estaban bastante mezcladas.
Y, por sobre todas las cosas, Michiru no tenía que cuidar a Haruka de fieras que quisieran arrebatársela. Claro, en aquel entonces jamás hubiera aceptado los celos que Haruka le había provocado, al verla con otra mujer tan casualmente.
En esta ocasión, a lo mucho, tendría que controlar la manera de beber de Haruka. Aunque eso parecía una misión imposible, todos estaban en el mismo estado. Por lo visto, la fiesta ante la victoria de Haruka, debía ser enorme.
Era una fortuna que el Yate fuera bastante grande. Y que, además, se hubiera juntado con un par más. Porque entre la gente que estaba encerrada, la música, y las luces, poco a poco se estaba saliendo de control.
—¡Vamos, Michiru! ¡Brindemos! ¡Por Mónaco!— Haruka le entregó una bebida de colores a novia, mientras ella sostenía otra.
Si, la fiesta se iba a descontrolar. A pesar de eso, no rechazó el brindis. Algo le decía que iba a arruinar la diversión si hacía mención de sus preocupaciones. O que, directamente, iba a ser ignorada.
—¡Por Mónaco!— Contestó— A pesar, de que estoy conociendo más este yate que la ciudad.
Haruka soltó una carcajada— ¿Quieres irte tan pronto? No desesperes. La noche aún es joven. Estaba pensando, que podríamos ir al casino de Monte-Carlo un poco más tarde…
—¿Ir de un casino a otro? No es por nada, pero lo único que he visto hacerles en esta fiesta con respecto a los juegos, es apostar.
—Pero Monte Carlo tiene estilo.
Michiru rodó los ojos, aunque antes de que se diera cuenta, Haruka se acercó provocativamente para besarla. Michiru pudo notar su aliento a alcohol.
Aun así, acarició su mejilla, siguiendo su juego.— Estás totalmente mojada, por no decir que parece que tomaste un poco de más. ¿Crees que te dejarán pasar en ese estado?
—¿Acaso te molesta?— Preguntó la rubia, mientras ponía una de sus manos sobre la nuca de Michiru. Haciéndola estremecer.
—No mucho…
Después de todo, saltar a la alberca se estaba haciendo divertido. Y repetir carreras en lluvia por el televisor, mientras tomas, también. Lo único que le faltaba a esa fiesta, era un Karaoke. Pero nadie se atrevió a ponerlo, nadie quería presumir sus grandes dotes dentro del mundo del canto.
Antes de que ambas se pudieran fundir en un claro y apasionado beso, pensando que estaban en un lugar lo suficientemente oscuro para no ser molestadas. Charlotte y Leclerc se acercaron.
—¡Haruka! ¡Michiru!— Michiru no pudo calcular bien cuanto tiempo fue desde que Haruka se sentó a su lado, empapada por dejarse aventar a la alberca, como era la tradición, hasta que Leclerc se acercó junto con Charlotte a saltar.
Lo que si sabía, es que Leclerc ya estaba tomado. Y que Charlotte iba por el mismo camino, viendo que dejaba una copa vacía, para servirse al instante. Lo cual era un alivio, así no tendrían que recordar el incómodo momento donde las encontraron.
Ella no estaba conviviendo tanto como los demás, pero no podía evitar admitir que se estaba divirtiendo.
Aun así, Michiru se sonrojó hasta las orejas, mientras que Haruka hacía el esfuerzo por volver a sentarse en su silla como cualquier persona decente.
—Charles— Michiru no encontraba explicación, a que Haruka estuviera hablando como si no hubiera pasado nada— ¡Esta fiesta es genial! ¡No creo que la de Red Bull sea tan épica!
—Ten por seguro que no. Doohan me mando un par de fotos, y dijo que quiere venir con nosotros— Leclerc había intentado buscar su celular. Sin embargo, no lo había encontrado. Todo estaba tan oscuro… y el alcohol en su cuerpo no ayudaba.
—¡El punto es!— Charlotte gritó un poco más fuerte que los demás. Después de todo, con la música, todos estaban gritando para poderse escuchar— Le comenté a Charles que había prometido a Michiru que le mostraría nuestra casa. Pero con el calendario tan apretado y el poco tiempo para descansar… Creo que eso será imposible.
Michiru sonrió. Se sentía halagada, solo por el hecho de que Charlotte recordara esa plática de ya casi dos meses. Sabía que el tiempo para descansar, en especial en esa temporada, era muy corto. Se sentía contenta de haber visto el principado, y pisado sus tierras, así fuera por tan corto tiempo. Seguro que podría convencer a Haruka de ir de vacaciones en cualquier momento.
—No tienes que preocuparte. Será en otra ocasión— Respondió, denotando que ella era quien estaba más sobria de los cuatro.
—¡Nada de eso! Me sentía mal por ello y entonces pensamos, que debíamos darles un presente por las disculpas.
Michiru quiso hablar. Diciendo que no eran necesario los regalos. Sin embargo, Haruka fue mucho más rápida.
—¿Un regalo? Charles…
—¡Ni me digas nada! Que a ti te tendré algo mejor en unos meses. Solo creemos que… ustedes se van a casar pronto, ¿No?
Si Michiru había estado sonrojada unos instantes antes, ahora era un tomate. Claro, la conversación no podía ser tomada en serio, cuando ninguno estaba en sus cinco sentidos.
Menos, cuando Haruka volvió a verla con esa sonrisa tan pícara y traviesa que tanto le fascinaba.
—Esa es… una idea bastante interesante, ¿No lo crees?
Michiru quería mantener la compostura, pero le era tan… Difícil.
—¿Esa es una propuesta de matrimonio? Si es así, puedo sentirme ofendida, esperaría algo más… espectacular.
—¿Ah sí? ¿Y como sería tu propuesta ideal?
Haruka iba a volver a poner sus manos sobre la cintura de Michiru, cuando escuchó un ligero carraspeo, era de Charlotte. Ahora eran ambos los que estaban avergonzados.
—Lo siento— Murmuró, Michiru, viendo que Haruka no lo haría.
—No importa— Respondió Charlotte— El punto es. Pensamos que sería lindo que tuvieran un recuerdo de este lugar como pareja, así que les compramos esto.
Para fortuna de las dos chicas. Fue Charlotte quien se había encargado de cuidar la caja. Si hubiera quedado en manos de Leclerc, la caja hubiera terminado tan perdida como su celular.
—Pensamos en algo que no se desgastara fácilmente, y que no fuera sencillo de perder.— Comentó la de cabello café.
—Y claro, no podía ser un anillo, creo que eso te toca a ti, Haruka— Leclerc le guiño el ojo, pero Haruka desvió la mirada. —Además, todos conocemos la regla de la FIA con respecto a las joyas que pueden portar los pilotos. Si, pocos hacemos caso al respecto, pero un anillo siempre resalta. Por eso es que quisimos comprarles esto.
Haruka y Michiru abrieron la caja que Charlotte les había dado. Lo que había adentro las dejo sin palabras. Michiru apenas conocía a esa gente de dos meses atrás, ¿Por qué se molestaban en algo así?
Sorprendentemente, parecía que Charlotte había leído sus pensamientos.
—¿Has oído ese rumor que dice que todos en Mónaco somos millonarios? No es tan mentira como pudiera parecer. Esto no es nada para nosotros, que las queremos bastante. Además, tomalo como un regalo de varios pilotos. Tuvimos que ir a preguntarle a Mick, que estaba debatiéndose con Esteban Ocon por algo parecido.
Michiru sintió sus ojos humedecer. Lo que había adentro, no eran nada más y nada menos, que dos pulseras de oro. Ambas se adaptaban al tamaño exacto de sus muñecas, y el nombre de la otra estaba inscrito en cada uno.
—Es precioso— Mencionó, admirándolo lentamente en su muñeca.
—Gracias, Charles, Charlotte. Es en serio un gran detalle.— Haruka también habló, asombrada. Era precioso.
—Fue más idea de Charlotte que mía— Admitió Leclerc— Yo ya te lo dije, tengo una mejor para ti, pero tendrás que esperar unos meses para ella. Si todo sale bien, claro está. Por ahora, ¿Por qué no salen a bailar? Seguro que todos están esperando por ese momento.
Michiru no puso mucha resistencia para salir a la pista de baile. Incluso si no tenía idea de como se bailaba la música que tenían puesta. Solo se iba a dejar llevar por el ritmo del resto.
Después de todo, Haruka y ella habían encontrado una nueva forma de conectarse, ¿Qué podía salir mal?
—
Al final, la idea de mantenerse sobria, había sido una excelente idea. Para cuando la fiesta empezó a llegar a su fin, Haruka no se podía mantener mucho de pie. Claro, era de esperarse. Al ser la ganadora de la carrera, había sido la que más habían felicitado.
Y la que más carilla había tenido que aguantar. Y si estaban en un yate, que mal que bien, se movía lentamente de un lado a otro… lo hacía todo más complicado.
—Vamos Haruka, solo tienes que bajar las escaleras. Ya te estás recargando en mí, estarás bien.
—Eso lo dices porque a ti no te está dando vueltas todo— Su voz delataba el exceso de alcohol que había en todo su cuerpo.
—Eso es, porque yo tengo autocontrol.
—¡Era una fiesta! ¡Gané en Mónaco!
—Y por eso es que no te digo nada— Michiru rio ligeramente— Solo quiero imaginar la resaca que tendrás mañana… creo que eso será suficiente castigo para ti.
—
A la mañana siguiente, Michiru estaba más que satisfecha de ver que su predicción se había vuelto real. Desde el cuarto de su habitación, Haruka no era capaz de escuchar el mínimo ruido, sin sentir que la cabeza le iba a explotar.
—Ni que hubiera tomado tanto anoche— Se reclamó a sí misma, incapaz de ponerse de pie.
Michiru soltó una carcajada— ¿No tomaste tanto? Haruka, por dios. Llegaste a un punto donde empezaste a coquetear conmigo.
—¿Y eso que tiene de malo? Eres mi novia.
Michiru puso los ojos en blanco— Haruka, me preguntaste mi nombre y que con quien venía acompañada. Y veinte minutos antes, le estabas contando a Tsunoda sobre los enormes planes que tenías para una boda imaginaria conmigo.
Haruka le desvió la mirada— Tú ganas. Puede que ayer me hubiera excedido un poco. Aunque, lo de la boda no me molestaría.
—Ni pienses que ese intento de propuesta que hiciste junto a Leclerc, cuando nos regaló las pulseras, cuenta como una verdadera. Ni siquiera estabas en tus cinco sentidos, esfuérzate un poco más.
—¡Oye!— Haruka quiso levantarse hacia el tocado, donde estaba Michiru. Sin embargo, una fuerte punzada de su cabeza, la tiro nuevamente a la cama. —¡Ay!
Michiru solo volvió a reír. Era bastante divertido ver a Haruka así—Anda, descansa. No vas a soportar el viaje a España si estás en ese estado.
