He eliminado dos capítulos de la lista, solo pensando en el terrible relleno que es. Si no elimino este, es porque pues… me gusto la escena de Mick y Mina. Y porque quería mencionar algo respecto a sus vacaciones, así que tendrán que dispensar, de que me quede algo más corto que lo habitual. Disfruten, porque los siguientes capítulos serán más oscuros.

El gran premio de China, era tan antiguo como reciente. Se corrió durante los inicios del nuevo milenio, para salir del calendario paulatinamente en 2020. Tras la remodelación del circuito, su renovación, y la autorización de un calendario de 30 carreras, China había regresado, cuatro o cinco años atrás.

Al estar tan cerca de casa, Michiru no podía evitar sentirse emocionada. Desde el inicio de temporada, había anhelado visitar el país completo. Ahora que llegaba a la última carrera del campeonato antes del parón veraniego; Haruka había prometido pasar las vacaciones enteras, ahí. Decisión que no había sido nada fácil al final, porque habían pasado por tantos lugares hermosos, que perfectamente quería visitarlos todos.

—¿Segura que quieres conocer China? Recuerdo lo emocionada que estabas en Turquía. ¡O en la República Checa! Cuando íbamos camino a Hungría, pasamos tan rápido que ni siquiera pudimos probar su chocolate. Podríamos hacer todo un tour por toda Europa del Este.

Michiru rio— No me interesa, no quisiera tener tanta tentación enfrente. ¿Sabes cuántas calorías existen en una sola barra de chocolate? Tu metabolismo puede ser espectacular, pero el mío…

—Poco me importaría, al final de cuentas. Eres hermosa, tal y como eres. Te amo como eres, por lo que está aquí adentro— Haruka señaló a su corazón— Y no solo por el exterior.

A veces, a Michiru le gustaba hacer esos comentarios, solo para que Haruka le halagara de esa manera. Siempre le hacía sentir especial, como si todo fuera cierto.

—Me preguntó si dirás lo mismo en quince años— Murmuró, mientras sentía que Haruka la tomaba de las caderas, para acercarla aún más.

—Incluso cuando seas una linda ancianita, yo te seguiré amando. La fuerza del destino es lo que nos une. Incluso cuando el tiempo se rinda, la noche nos verá crecer.

Ambas se dieron un apasionado beso. Sin notar que sus amigas ya habían llegado de su vuelto también, y las miraban en una extraña especie de admiración y empalagamiento.

—¿Saben que están en China, verdad? Creo que la homosexualidad es ilegal en este país. Si las viera algún policía…

Rei fue la que se animó a hablar para terminar ese beso. Cosa que, francamente, no extraño a nadie. Era ya bien sabido, que a Rei no le gustaba nada la relación entre Haruka y Michiru.

Michiru se sonrojó ligeramente mientras Haruka y ella se separaban.

—Tendrán que meternos en prisión entonces. Tenemos dos semanas en este país, y no vamos a desaprovecharlas.

Rei solo rodó los ojos, dejando que los abrazos se empezaran a hacer presentes. Habían pasado meses desde que se habían visto por última vez. Y, aunque no había pasado ni un día desde que Haruka y Michiru no estuvieran en contacto con ellas, no era nada parecido a estar en persona.

Siendo sincera con ella misma, Michiru las había extrañado.

—¿Ah, sí? ¿Es por eso que nos ordenaste vacaciones?— Preguntó Mina, un tanto emocionada.

—A menos que no quieran que les dé un tour por China, claro está. Yo ya he estado por aquí, y hay tantos lugares…

—¡Haruka! ¡No intentes arrebatarnos esto!

—¿Es una broma, verdad?— Haruka se lo había dicho más de cinco veces, pero Mina estaba incrédula— Si es así, es de muy mal gusto.

—No es una broma. ¿Quieres venir al paddock y que te presente a todos? Si o no.

Mina quería gritar, sin embargo, se contuvo— Haruka, no voy a ese lugar desde que tenía quince años y estabas entrando en la Fórmula 3. ¿Qué estás tramando? Sabes que me muero por ir.

—¿Tengo que recordarte porque no te volví a invitar? Te peleaste a casi golpes con la familia de mi compañero, solo porque estaban diciendo que me superaría. Estuvieron a una distancia tan corta de prohibirme volver a llevar familia al paddock jamás. Mi padre solo podía estar en dos carreras al año. Y así fue, hasta que subí a F1.

Mina le desvió la mirada, era una situación hilarante y vergonzosa en cierto sentido. Una historia que era mejor olvidar— ¿Qué te hace pensar que no pasará lo mismo?

Haruka le dio una mirada, incrédula— ¿Lo harías? ¿Perderías la oportunidad de esa manera?

Mina cedió, realmente, estaba emocionada de ir. Quería abrazar a Haruka por permitirle regresar.

—¡Más te vale presentarme a Mick Schumacher! Sabes que llevo enamorada de él desde hace años.

Haruka, rio, rodando los ojos— Claro. Andando Mina. Michiru ya está por allá.

Cuando Michiru había acompañado a Haruka por primera vez en el paddock, era como una chica pequeña que estaba descubriendo el mundo. Tenía miedo de tocar algo, suponiendo que podría romperlo.

Con el paso de los meses, todo se fue relajando. Michiru ya no tenía miedo de pasear por todo el lugar, o saludar a la gente. Incluso, cuando quería, iba al garaje a ver la carrera. No era muy seguido, eso sí, por simple respeto al trabajo de los demás.

Mina era todo lo contrario a Michiru. Apenas pisar el sitio, para Mina, era como entrar en el mero paraíso.

—¡No podemos ir al garaje de Ferrari! ¿Qué vamos a ir a hacer allá? ¡Dirán que los estoy espiando!

—¿Y no quieres? Seguro que quieres oír si vas a ser su siguiente piloto o no. Busquemos a Charles, yo lo convenzo de que te diga algo.

Haruka se sonrojó. Claro que quería saber si Ferrari la tenía en cuenta. Una cosa era decir frente a todos, y con esa enorme seguridad, que iba a conducir el próximo año para Ferrari. Y otra muy diferente era lo que pasaba por su cabeza.

Charles había anunciado su salida desde hacía meses. Y ella había esperado por días y días, pero Ferrari no marcaba. Se estaba empezando a poner ansiosa.

Sí, era cierto, tampoco habían anunciado a nadie más. Pero seguía pasando el tiempo, las noticias seguían apareciendo. Y, en cada una de ellas, parecía que sus posibilidades de subirse en un auto rojo disminuían.

Tal vez, no era el perfil de piloto que estaban buscando. Ella era una mujer al final de cuentas, ¿Qué les podía asegurar que estaría a la altura de poder manejar un auto de ese calibre?

Su sueño de subirse a un Ferrari, no era nada más que un sueño, de eso estaba convencida. Estaba empezando a hacer un hueco en su autoestima. No iba a ser contratada por Ferrari, cada vez estaba más segura de eso.

—En primer lugar, Charles está felizmente casado, por si lo olvidas— Mina hizo una mueca, como si le estuviera restando importancia— Y en segundo lugar, no me interesa saber información. Vamos, seguro que Mick debe estar en Mercedes. Aunque, no seas tan directa, su hermana es una fiera cuando se trata de proteger a su hermano menor.

Mina noto que había algo raro en Haruka. Se habían quedado un par de segundos en ese punto, Mirando el camión de Ferrari. Parecía que su sonrisa y buen humor había desaparecido. Estaba nerviosa.

Tendría que hablar con ella al respecto. Haruka solo actuaba así cuando algo estaba mal. Cuando tenía miedo.

Tener miedo, era algo muy humano.

—Claro, lo tomaré en cuenta. — Contestó, bajando un poco su emoción.

Michiru recibió un mensaje de Haruka a su celular. Quería que fuera al garaje de Mercedes.

"Le advertí que era una pésima idea traer a Mina antes de la clasificación, y no después."

Después de todo, ella misma podía darse cuenta, de que se estaba haciendo tarde para que Haruka llegará a la sesión de clasificación. Si quería que fuera rumbo a Mercedes, era porque Mina no quería salir de ahí.

Cuando llegó, Michiru podría jurar que Mercedes había vuelto a ganar un campeonato, porque parecía haber una fiesta ahí adentro. Para disgusto de Toto Wolff, jefe de carreras de Mercedes.

—¿Sabes que Wolff debe estarte odiando en este momento? Te dije que traer a Mina era una mala idea.

—Hasta hace un instante, estaba bastante emocionado de contarle a Mina toda la historia de Mercedes. Me perdonará.

Michiru rodó los ojos— Si es así, creo que podrías irte. Ya me encargo yo de Mina

—Suerte con ello. Lo llevó intentando desde hace quince minutos. No hay caso. Solo me despido de Mick.

Para fortuna de Haruka, no tuvo que hacer muchos esfuerzos para llamar la atención de su amigo. Mick había logrado alejarse de Mina en una pequeña distracción de la rubia con el monoplaza, y decidió acercarse a las chicas.

—¿Quién rayos es?— Fue lo primero que preguntó el alemán.

Haruka y Michiru rieron al unísono.

—Mina Aino, mi mejor amiga. Nos conocemos desde pequeñas— Explicó Haruka— Tenía muchas ganas de venir.

—Y, posiblemente, tu mayor admiradora— Completó Michiru.

Haruka tenía toda la intención de pedirle una disculpa al Mick por lo intensa que se podía volver Mina cuando quería. Después de todo, seguramente se hubiera sentido incómodo. Sin embargo, la respuesta del chico las sorprendió.

—¿Por qué no la habías traído antes? ¿Cuándo éramos compañeros?

Haruka parpadeó, quedándose en silencio por unos segundos. Mientras, la boca de Michiru se desencajó.

—Bueno…

—Ella es muy hermosa— Y así, ignorando completamente la mirada de dos chicas que pensaban que se había vuelto marciano, se fue. Con una sonrisa de oreja a oreja, embobado. Directo a seguir con su trabajo que era, más bien, ir con Mina.

—Puedo estar viendo mal o estarlo imaginando… pero, ¿Le está coqueteando?

—Definitivamente, le está dando esa mirada— Afirmó Haruka— No puedo creer que lo haya conseguido. Solo tomó tres horas.

—¿Cuánto tardaste tú? ¿Seis meses?

—Use todos mis encantos, y estoy casi segura de que llegamos al año con ese juego. Estamos viviendo en una simulación.

Como una medida para mejorar la imagen de la F1 frente a la ecología, la FIA había hecho un par de cambios, mucho tiempo atrás. Los motores eran cada vez más tecnológicos. Motores más eléctricos, y menos componentes tradicionales que gastaran gasolina.

Y, otra cosa que aprobaron, fueron las penalizaciones por motores y cambios. Solo se podían utilizar tres motores por temporada, cuatro cajas de cambio, y dos sistemas de baterías llamados 'ERS'.

Por lo tanto, los motores iban perdiendo su potencia, y no podías cambiarlo sin atenerte a una penalización con puestos en la parrilla. En cierta parte, también ayudaba al espectáculo.

Sin embargo, esta era una regla imposible de cumplir. Tres motores en una temporada era muy poco. Y las cajas de cambio se podían destruir con el mínimo choque.

Haruka no había podido terminar la carrera anterior. Su motor había reventado, ya no daba más de sí. La fiabilidad le había jugado una mala pasada y, estando líder, había tenido que abandonar.

Ahí, habían fallecido su colchón de puntos extra contra Max y Leclerc. Seguía en el primer lugar de la clasificación dentro del mundial de pilotos, pero la rivalidad estaba más fuerte que nunca.

Ahora, había tenido que penalizar. Había preferido cambiar los tres compuestos de una sola vez. Durarían más carreras sin volver a tener que penalizar. Tendría un buen rato con potencia al máximo.

La clasificación del sábado ocurrió sin mayores inconvenientes. Había pesado a la Q3 sin tener que forzar el límite del motor. Para ayudar a Drugovich a conseguir la Pole Position con rebufo.

Cosa que, con el paso de las carreras, se estaba volviendo un verdadero reto. Lo que en un inicio había empezado como el coche más rápido, lentamente empezaba a quedarse atrás en mejoras, frente a Red Bull y Ferrari. Y peor aún, con Mercedes tocando la oreja de vez en cuando.

Entre eso, y los errores de estrategia que ocurrían en la carrera, era la razón principal por la que no podían liderar cómodamente el campeonato. Y porque Haruka no había ganado más carreras.

Era todo a una competencia de tres.

Lo tenía que admitir. Siempre que penalizaba, sentía extraño de volver a regresar hasta el fondo de la parrilla. Lo que hasta hacía unos años era habitual, ahora era totalmente desconocido. Tendría que preguntarle a Hamilton si sentía algo parecido. O a Max. Eran costumbres de empezar hasta arriba, otros trabajos, otras estrategias.

Aun así, se lo tomaba con diversión y filosofía. Las oportunidades de ganar esa carrera eran nulas, a menos que ocurriera un milagro. Incluso, llegar al podio no era más que una fantasía.

Había una cantidad absurdamente corta de pilotos que, estando hasta el fondo de la parrilla, habían llegado a ganar una carrera, incluso, llegar al podio. No estaba en sus aspiraciones, formar parte de esa lista, en ese día.

Simplemente, tenía un auto para entrar cómodamente en puntos, y aspirar a un quinto o sexto lugar. Eso era lo que iba a hacer.

Cuando la luces se apagaron y la carrera empezó, Haruka no tuvo problema alguno en pasar a los primeros cuatro carros. Iba a una estrategia diferente al resto. Por lo que se podía dar el lujo de forzar un poco más sus neumáticos.

Mientras que la mayoría iba a una estrategia de una parada, Haruka haría dos, beneficiando su rendimiento con los compuestos. Esa era otra razón para creer que la victoria era imposible. No iba a recordar diecinueve segundos nunca.

"Felicidades, Haruka, fuiste quien más posiciones adelantó en la salida."

Cuando se activó el DRS, la cosa se puso un tanto más complicada. Era cuestión de un par de vueltas, antes de que los trenes de DRS aparecieran. Nunca te tenías que preocupar de eso cuando estabas en la punta. Y cuando tienes un coche mediocre, estos te pueden dar la vida para entrar en zona de puntos.

Simplemente, eran coches que lograban quedarse a un segundo de distancia entre sí. No eran lo suficientemente rápidos como para adelantar y despegarse de su rival, pero el DRS les permitía que su competidor atrás, tampoco lo hicieran.

Cuando un auto bueno tenía que salir de ahí, se volvía una verdadera travesía. Para cuestionarse, que era mejor, si el tráfico entre doblados, o los trenes de DRS.

—¿Cuántos hay adelante de mí?

"Norris, Hamilton, Pourchaire y Seargeant"

Soltó un suspiro. Hamilton le iba a dar problemas.

Lo mejor que podía hacer su cabeza es concentrarse en lo que iba a hacer en las vacaciones.

Habían echado una moneda al aire, al jugar la estrategia a dos paradas. Podía salirse absurdamente bien, como podía salirles absurdamente mal y terminar fuera de los puntos.

A veces, en la F1, tenías que jugar a eso. A rezar por un milagro, y confiar en tus habilidades lo máximo posible. Si no te arriesgabas, como tantas veces les estaba pasando, terminabas peor, y humillado ante los que si lo hicieron.

Y, para su fortuna, había funcionado. Las dos paradas, para sorpresa de todos, estaban siendo mucho mejor que una. Con los neumáticos nuevos, Haruka tenía un ritmo totalmente endiablado.

Cosa que, tras dos Safety Car, solo le había servido todavía más. Su ritmo era superior a cualquiera de toda la carrera.

Cuando había llegado al sexto lugar, todos pensaron que se estabilizaría. El ritmo con los de arriba era mucho más parecido, y no se dejarían vencer tan fácilmente. Además, el tren de DRS que cruzaba toda la media tabla, desde el décimo al quinto lugar, lo hacía imposible.

No había vueltas suficientes en la carrera como para que Haruka pudiera rebasarlos. Menos, al perder los lugares con la segunda parada. Pero Haruka lo hizo.

De alguna extraña y sorprendente manera, Haruka había pasado a todo el tren de DRS en tres vueltas. Eso seguro que empezaría a levantar sospechas sobre si el Haas era legal. Porque Haruka estaba volando en pista.

Y lo peor, sin siquiera forzar un poco, estando ya en el cuarto lugar, se acercaba peligrosamente al podio.

"Diez vueltas restantes, Haruka"

—¿Cuánto tiempo entre Sainz y yo?

"2 segundos. Tienes el mejor ritmo de carrera."

Cuando faltaban ocho vueltas para el final, Haruka ya había pasado a Sainz. Y de paso, dejado fuera de la zona de DRS.

Sin embargo, el tiempo es corto. Si hubiera llegado un poco antes, tal vez hubiera ocurrido un milagro. Porque, cuando acabo la carrera, había entrado a la zona de DRS de Max Verstappen.

Siempre le quedaría la duda de si hubiera podido conseguir esa P2, o ganar. Si tan solo hubiera forzado un poco sus neumáticos para ir más rápido en las últimas vueltas… Había sido un error pensar en el desgaste, quedando tan poco tiempo.

Sin embargo, no podía quejarse de su posición. Había hecho una carrera espectacular, de la que todo el mundo estaba hablando. De último puesto, a P3.

Incluso, sin intenciones de proponérselo, había logrado entrar en ese selecto grupo de pilotos.

La siguiente vez, iba a tomarse más en serio eso de ganar partiendo del último puesto. Tal vez, terminaba a 20 segundos del resto de la parrilla.

Por ahora, lo único que importaba, eran las vacaciones de verano. Era momento de despejar la mente, olvidarse de todo, y pasarla bien.

—¿Tus planes de vacaciones eran perdernos al intentar llegar a la muralla china?

—¡No es mi culpa! ¿Cómo iba a saber que el metro iba para el otro lado? ¿Acaso tú sabes chino?

—¡¿Quién fue la persona inteligente que no descargó el traductor!? ¡Esto es China! Tienen restricciones muy fuertes sobre el internet, ¿De verdad esperabas descargarlo aquí?

—Si tú sabías eso, ¿Por qué no lo descargaste tú?

—¡Pensé que tú ya lo tenías planeado!

En otro momento, Michiru se estaría riendo, al lado de Setsuna, sobre la infantil pelea que tenían Haruka y Mina desde hace horas.

Sin embargo, no tenía fuerzas para ello. Se habían levantado desde muy temprano para llegar a la Muralla China. Solo para que Haruka las perdiera en un viaje eterno por todo el metro del país.

Cuando por fin habían llegado al lugar, ya era tarde, y ya estaban cerrando. Gracias a que los astros se habían alineado, encontraron un lugar para comer. Pero la idea de ir a pasear a la Muralla, ya estaba descartada. Al menos por ese día.

¿Lo malo? Que también habían gastado un dineral en un taxi que las llevara hasta allá. Y, cuando quisieron regresar… El taxi ya no estaba, ni nadie que las pudiera dejar en la civilización.

Así que, ahí estaban ellas, las cinco chicas, caminando por el sendero de una carretera rodeada de bosque. Todas sentían el miedo, al ver que llegaba la noche, y todavía no llegaban a ningún pueblo cercano.

Es que ni siquiera pasaba un conductor que les pudiera ayudar.

Llevaban horas caminando, y, francamente, estaban agotadas. Aunque la única que lo expresaba, era Mina.

—¿Siquiera estaremos yendo en la dirección correcta?— Preguntó Rei, interrumpiendo la pelea.

Aquella pregunta hizo que todas se detuvieran en seco y voltearan a ver a Haruka, que estaba más pálida que nunca.

—Según Google Maps, este era el camino…

—¡Haruka! ¡Google Maps no sirve aquí! Y si no fuiste capaz de descargar el traductor, ¡Dudo seriamente que hayas descargado una copia del mapa!