Disclaimer: De Horikoshi todo, excepto los OCs que no se reconozcan.
Trigger Warning: Descripciones un poco gore. Violencia explícita.
Esta es la última parte de Ataque a la ciudad. A partir de la semana que viene, cambiamos de título, aunque seguirán siendo válidas las advertencias. ¡Muchísimas gracias por leer y comentar!
ATAQUE A LA CIUDAD (PARTE III)
El cuerpo de Katsuki está capacitado para pelear sin pensar en cada movimiento de forma individual. No hay tiempo para hacerlo. Ha entrenado duramente para que su cerebro sea autónomo a la hora de tomar las decisiones necesarias de manera instintiva y su cuerpo tiene totalmente automatizado lo que ha de hacer. Deja que sus brazos, piernas y manos repitan las posiciones largamente entrenadas, los movimientos practicados hasta caer exhausto y gracias a ello es capaz de pensar y analizar el entorno.
Su cuerpo coge el control y le permite despejar la mente para elaborar estrategias de ataque y fintas. Correr para llegar el primero, antes que nadie, para evitar mejor que subsanar, fue lo que aprendió en la agencia de Endeavour. Parecer un héroe además de serlo, la lección que le dio Best Jeanist. Salvar para ganar y ganar para salvar, la frase que más atesora de All Might. A estar alerta y vigilar activamente el entorno aprendió cuando comenzó a utilizar los protectores auditivos y perdió uno de los sentidos durante las intervenciones heroicas y ahora, en cambio, su cerebro está lleno de información procedente de todos los sonidos que capta más allá de lo apagado de sus explosiones gracias a los audífonos del nerd.
«Un cambio a mejor», piensa con satisfacción, tratando de no desconcentrarse y seguir peleando, sin descanso, contra el villano.
Ha perdido la noción del tiempo, consciente sólo de las decenas, quizá ya cientos, de réplicas de Twice que siguen clonándose, atestando la calle, asfixiándolo. Al principio ha intentado llevar la cuenta de cuantos ha eliminado, pero es imposible. Ahora se limita a intentar no dejarse avasallar, mantenerse por encima de ellos y reventarlos con una explosión tras otra, haciéndolos derretirse con un desagradable sonido viscoso. Cabreado, empapado en sudor y con la frustración de querer acabar de una vez por todas, ha empezado a utilizar explosiones ligeramente fuera de su control habitual, muy por debajo de su capacidad total, pero que pueden ser impredecibles. No le importa, sólo quiere encontrar al verdadero Twice y noquearlo, acabar con él y terminar con este asunto de una vez por todas.
Preocupado por la posibilidad de ser atacado por la espalda, busca constantemente con la mirada a Dabi y Toga, porque si un sólo villano es capaz de contenerlo, el resto de Musutafu está en peligro mortal. Y en la ciudad está también Hisashi, al que ha dejado evacuando a la población civil, que no tiene la capacidad de enfrentarse a algo como el fuego de Dabi por muchos progresos que haya hecho en los entrenamientos. Consigue verlos de manera puntual, nunca cerca de él ni de Twice, reticentes a intervenir.
Dabi lanza alguna llama puntual, alimentando los fuegos que ya están activos en los edificios, pero casi con desidia. Katsuki desearía que sea porque está cerca de encontrar el límite de su Don, pero al contrario que él y su piel, que está enrojecida y tirante por el abuso de las explosiones, las zonas más saludables de Dabi se ven bien desde la distancia y no parece agotado a pesar del intenso calor y las numerosas llamas.
«Se suponía que su principal punto débil era no poder utilizar sus llamas de manera continuada y no soportar su temperatura», piensa con rabia. Tendrá que avisar al resto de héroes cuando esto acabe. Está claro que, a juzgar por el comentario de Dabi un rato antes, ellos también han entrenado sus habilidades de lucha y no son simples prófugos cansados tras diez años de encierro. Enfocando el cabreo en sus explosiones, Katsuki aprieta la mandíbula. Ha considerado todo el tiempo que era un error proporcionar tiempo a la Liga de Villanos y constatar que tenía razón no le satisface en absoluto.
Unos metros más allá, Toga se limita a contemplar el combate con una expresión de educado interés, pero tras observarla unos segundos, al mismo tiempo que destroza una decena de copias de Twice, que rápidamente son repuestas por otras tantas, se percata de que parece más concentrada en vigilar a su alrededor que en prestar atención a su compañero. «Una vigía», comprende. «No están seguros de que no vayan a llegar más héroes como refuerzo. O los están esperando y no quieren que les pillen desprevenidos».
—¡Pues vais a ir listos! —ruge, completando en voz alta la frase de su mente. Ríe con una carcajada enloquecida y gira en círculos a la vez que dispara una metralleta de explosiones que revientan decenas de clones en pocos segundos que, por imitarle o porque están locos de verdad, ríen también histéricamente y cotorrean sin cesar.
—¿Tú eres el héroe más fuerte?
—¡Eh! ¡Esa explosión casi me da a mí! ¡Ten más cuidado, tío!
—¡Vamos a hacerte papilla! ¡No me quemes, por favor!
—¡Au, eso ha dolido!
—¡CALLAOS DE UNA VEZ! —brama Katsuki, enfurecido y totalmente fuera de sus casillas. El villano parlotea en todas sus formas, sin descanso, en una especie de descenso en picado hacia la locura que lo está desquiciando.
—¿No te gusta que hablemos?
—¡Por fin tenemos voz y queremos expresarnos!
—Mis disculpas, señor héroe.
—¡No nos callarán!
Ya no ve a Dabi por ningún lugar. Tampoco es capaz de detectar que haya ningún nuevo incendio. Está demasiado rodeado como para ver nada más que cuerpos y cuerpos enmascarados que se duplican constantemente. Las incesantes réplicas de Twice le impiden ganar tiempo suficiente para otear desde lo alto de la montaña de personas. Y quiere, no, necesita retener a Dabi allí, donde está él, o podrá crear un infierno similar al del complejo la noche anterior, al de su propia agencia. Tiene que evitar que calcine Musutafu hasta los cimientos, algo que cree posible tras ver lo que hizo en el complejo. Ya es suficiente malo no saber dónde está el resto de la Liga de Villanos y la cantidad de cosas que pueden estar sucediendo como para perder de vista a uno de los más poderosos.
—¡Eres más molesto que una mosca, joder! —ruge de nuevo, explotando más y más réplicas que, no obstante, siguen reproduciéndose a una velocidad asombrosa.
—¿Te gusta mi Don?
—Es fabuloso, ¿verdad?
—Antes no podíamos hacer esto, porque no éramos uno, pero ahora sabemos quién es el de original y si lo tenemos claro, podemos…
—¡Que te calles! —Katsuki, no obstante, toma en cuenta sus palabras y las analiza sin dejar de pelear. Hay un Twice verdadero, tiene que haberlo, ellos mismos lo han reconocido. El que da origen a las copias cada vez que resultan destruidas. Sabe poco del Don de este villano en concreto, quizá porque es el que menos entró en acción en el pasado. Sí sabe que en el pasado ha creado clones de Dabi y claramente uno de los Shigarakis de la noche anterior era obra suya, pero no lo había visto multiplicarse a sí mismo o a otros a tal escala jamás. Por no hablar de lo desequilibrado que parece.
«Llegar al verdadero y noquearlo debería funcionar», piensa Katsuki, pero es más fácil decirlo que hacerlo. Hasta ahora, no ha tenido suerte en siquiera contener a las copias y mucho menos adivinar cuál es la original. Hacen falta los refuerzos, que ya deberían haber visto las columnas de humo de Musutafu desde las camionetas y cambiado de rumbo. «¿Dónde coño estáis, joder?».
No deberían tardar mucho más. A él se le está haciendo el tiempo eterno, pero el fuego de la agencia se ha extendido a los edificios adyacentes y han tenido tiempo de sobra para reaccionar. Justo antes de entrar en la ciudad, cuando dejó a Hisashi en el suelo, envió un mensaje a Shouto para avisarle de lo que ocurría y la posición de su GPS en tiempo real, pero si tarda un poco más en aparecer, habrá sido un esfuerzo inútil.
—Yo soy Twice, mi nombre de villano, ¿y tú?
—¡Puedo dividirme una vez más!
—Yo no, he alcanzado mi límite.
El parloteo incesante le taladra los oídos y lo abruma, pero las copias, que no parecen estar plenamente bajo el control de Twice sino que tienen al menos cierto grado de autonomía y libre albedrío, no sólo charlan con él sino también entre ellos. «Pueden crear copias a partir de las copias, pero hay un límite. Si consigo cercenar nuevas copias, puedo limitar la capacidad de creación de copias», deduce. Determinado a hacerlo, cada vez que una nueva copia comienza a tomar forma, dispara una explosión con fuerza. No puede dar abasto porque hay demasiadas, pero en apenas diez o doce explosiones nota algo más de espacio en la calle atestada de villanos y de pronto ya no hay tantos cuerpos rodeándolo e intentando llegar hasta él. Ha conseguido parte de su objetivo.
—¡Dynamight! —La voz de Shouto y un crujido de hielo le avisan de la presencia del otro héroe. «Por fin». Katsuki se eleva varios metros y, como supone, un muro de hielo atrapa a un buen montón de Twice que están rodeándolo, igual que un castillo humano gigantesco. Muchos de ellos se deshacen al contacto con el hielo, pero otros trepan por él sin desmoronarse.
—¡Las copias de las copias resisten menos que las copias del original! —grita Katsuki, comprendiéndolo.
A pesar del hielo de Shouto, Twice sigue multiplicándose. Katsuki sospecha que, si no hay ningún cambio en la forma en la que el villano está utilizando su Don, un límite que no conozcan, un punto débil que no se haya manifestado aún, él sólo podría haber acabado con todo el complejo. Y con toda la Comisión y los héroes profesionales. Con toda la ciudad. «No pienso consentirlo», piensa con rabia, disparando a bocajarro, apenas manteniendo el control de la potencia de las explosiones. Una llamarada de Shouto arrasa con varias copias nuevas, pero otra llamarada azul se enfrenta a él, alejándolo. Katsuki grita triunfante, a pesar de que la situación se ha complicado. Dabi no se ha marchado, está cubriendo las espaldas a Twice. Y, con un poco de suerte, ahora que son dos, podrán con ellos. El Don de Shouto es más potente que el suyo si cabe, incluso aunque su control del lado izquierdo no esté tan perfeccionado como el derecho.
—¡Llegas tarde, mitad y mitad!
—Tú corres demasiado rápido —contesta Shouto, sin inmutarse por el apodo.
—¡No, tú eres muy lento! —A pesar de sus palabras, Katsuki está contento de verlo allí, serio y cáustico, plantándole cara a Dabi con un hielo tan potente que rivaliza con la altísima temperatura del fuego azul.
—Y tú te precipitas. Y de nada. —Shouto está serio, pero Katsuki lo conoce lo suficientemente bien para percibir la intención jocosa de sus palabras, así que se carcajea tan ruidosamente que uno de los Twice abre los ojos de par en par, aterrorizado.
—Eres un jodido grano en el culo, Shouto. ¿Dónde carajo están los demás? ¡Ya deberían estar aquí! —Katsuki jadea por el esfuerzo de seguir creando explosiones, pero puede aprovechar el espacio que Shouto le ha creado al obligar a los Twice a alejarse unos metros para elevarse en el aire y, desde allí, rociar con explosiones que caen como bombas en un terreno más amplio, destruyendo eficazmente más copias.
—El resto está de camino —grita Shouto, intentando acercarse a Katsuki, sin éxito. Dabi lo acosa con sus llamas continuamente—. Best Jeanist ya está en la ciudad, pero vimos a un nomu saltando por los tejados según llegábamos y ha ido a encargarse de él.
—¡Eh, no nos ignoréis! —protesta una de las copias de Twice, que está volviendo a multiplicarse. Impertérrito, Shouto las fulmina con una llamarada sin dejar de bloquear el fuego de Dabi con el lado derecho.
—¿Un nomu? —Shouto asiente. Katsuki maldice por lo bajo. Odia a esas criaturas. La primera vez que vio uno tuvo pesadillas varias noches con sus ojos saltones aparentemente vacíos y desprovistos de emociones, aunque nunca lo admitió, ni siquiera delante de Shouto o de Eijiro.
—¿Vais a estar de cháchara todo el día? —pregunta otro de los Twice, un poco molesto.
—¿Asustados, héroes? —Dabi vuelve a atacar a Shouto, que se defiende con hielo que esta vez se sublima rápidamente al contacto con el fuego azul. Apretando la mandíbula, Shouto concentra sus esfuerzos en Dabi, lo cual provoca que Katsuki vuelta a tener que enfrentarse a Twice él sólo—. Shouto… El héroe de hielo y fuego. Bienvenido. Te esperaba.
—Joder, están locos —masculla Katsuki, hablando entre dientes, pero Shouto lo oye, porque levanta una ceja como reacción a sus palabras.
—Deduzco que Endeavour no estará demasiado lejos, si tú estás aquí. —Las llamas azules crecen. Shouto pisa el suelo con fuerza, y una columna de hielo se eleva al mismo tiempo que una llamarada anaranjada se extiende, como un cortafuegos, rodeando rápidamente a las llamas azules, conteniéndolas y rivalizando con ellas en fuerza y altura.
—Al menos las llamas tienen colores diferentes —ironiza Katsuki, impulsándose para pasar al lado de Shouto y cubrirle la espalda. A pesar del apoyo de este, Twice sigue teniendo libertad para crear suficientes clones y volver a llenar la calle en apenas unos segundos—. Así no me equivocaré en la dirección de las explosiones.
—O quizá ha decidido encargarse de otra zona de la ciudad. —Dabi sigue hablando, lo suficientemente alto como para que se le oiga a través de las llamas, los crujidos del hielo de Shouto y las explosiones de Katsuki—. Eso sería tan decepcionante… ¿Dónde está Endeavour, Shouto?
—Hablas demasiado —dice Shouto en voz alta, que frunce el ceño, concentrándose. Katsuki ve cómo algunas llamas anaranjadas y un hilo de hielo serpentean por el suelo, tratando de buscar un camino para rodear a los Twice y las llamas azules y llegar a Dabi—. El único bocazas que me cae bien es Dynamight.
—¡Cállate, idiota! —brama Katsuki, un poco cabreado por el apelativo.
Está sudando tanto que, a pesar de que descarga las granadas constantemente, estas apenas tardan unos minutos en estar cargadas de nuevo a tope de potencia. Cubierto por los Dones de Shouto, primero deja que la de su mano derecha se cargue completamente, utilizando sólo la izquierda para eliminar a unas pocas réplicas y luego, una vez al tope de capacidad, descarga con la granada derecha un par de explosiones que fulminan varias decenas de copias de un solo golpe.
—¡Ja! ¡Chúpate esa! —grita con satisfacción, pero sólo le responde una carcajada desquiciada desde el otro lado de la pared de llamas azules de Dabi que trata de ganar terreno a las de Shouto y su hielo.
A través del muro de llamas, Dabi consigue abrir y, por unos segundos, sofocar parte de las llamas anaranjadas de Shouto para abrir un pasillo por dónde corren más y más réplicas de Twice, muchas más de las que Katsuki acaba de liquidar, tantas que parecen no tener fin.
—Joder… —susurra Shouto, impresionado, y, a pesar de lo bajo que lo dice, los audífonos de Hisashi lo captan a la perfección y le permiten oírlo.
—Ostia puta —gruñe Katsuki, cada vez más frustrado—. Bloquea ese paso, joder.
—Estoy intentándolo. —En la voz de Shouto hay preocupación. Tiene la frente perlada de sudor y las cejas fruncidas por el esfuerzo. Al final, con un grito, consigue imponer sus llamas a las de Dabi, que se ríe. Katsuki sólo espera que sea por desmoralizarlos y no porque ya hayan pasado todas las copias que tenían.
—El verdadero está ahí detrás —dice. Shouto asiente. El Don de Twice parece ser más potente de lo que ha calculado mientras peleaba contra él. A pesar de que las copias mueren fácilmente, sobre todo las que son creación de copias que han sido creación de copias, sigue sin ser capaz de localizar al verdadero Twice. Ha dado por hecho que era una de las que estaba peleando, pero ahora comprende por qué no había un patrón de copias defendiéndose alrededor de un punto. Todo lo que se dividen son las copias, una y otra vez. Y ahora que las han repuesto, tanto Shouto como él van a tener problemas.
—Si llegan a tener esto en Kamino, ni siquiera All Might habría podido derrotar a la Liga de Villanos —dice Shouto, impresionado.
—No digas gilipolleces. ¡Claro que hubiese podido! —responde Katsuki, con confianza—. Y si él pudo, yo también podré.
—¡Te veo preocupado, Dynamight! —dice Dabi en tono provocador desde el otro lado del muro de llamas—. ¿No recordabas a Twice? Su Don es magnífico y ahora funciona a pleno rendimiento.
—Por eso no lo utilizaron entonces. ¿Qué habrá sido…? —Shouto ha conseguido acercarse a Katsuki de nuevo para impedir que las copias los separen más, pero desde luego ninguno de los dos controla la situación. Twice sigue llenando más y más la calle, el fuego de Dabi es agobiante y a Katsuki no se le ha olvidado que había una tercera villana cerca que puede unirse a la pelea en cualquier momento—. Katsuki, esto no podía hacerlo antes, pero si ahora es así de incontrolable…
—¡No seas pesimista! ¡Si no vas a pelear para ganar no te necesito! —brama Katsuki. Shouto asiente, sin mirarlo. Katsuki comprende que está preocupado. Mucho, si no, no habría utilizado su nombre en lugar de su apodo de héroe—. En algún momento llegará Best Jeanist. O cualquier otro. Pero tú y yo somos los líderes del ranking, joder. Si no podemos nosotros, Japón entero se irá a la mierda, ¿me oyes? Vamos a poder, me cago en todos los Dones. Shouto, ¡plus ultra!
—Sí. —Shouto intercambia una mirada fugaz con él y asiente, más determinado—. Plus ultra.
Viendo la fragilidad de algunas de las copias de Twice, un buen montón de fibras independientes como las de Best Jeanist podrían ser la solución. Algunas para atrapar las copias e inmovilizarlas o estorbarlas y otras directamente para acabar con las más recientes. O Endeavour, sumando sus potentes llamas a las de Shouto harían que Dabi no pudiera rivalizar con ambos a la vez. Hasta ver a Suneater y Lemillion sería un alivio en este momento. Pero Katsuki sabe que no vale la pena lamentarse por cosas que no han ocurrido y es consciente de que hay más villanos de la Liga por la ciudad que contener y apresar.
Súbitamente, al lado de su oreja derecha, esquiva una enorme jeringuilla atada a una especie de tubo transparente. Ni siquiera lo ha visto venir, ha sido su cuerpo el que ha reaccionado automáticamente al detectar el movimiento. Shouto, a un par de metros de él, no ha sido tan rápido. La jeringuilla se ha clavado en su brazo y, aunque Shouto ha tirado de ella con fuerza para sacarla inmediatamente, el tubo transparente se ha teñido del rojo oscuro de su sangre.
—Muchas gracias. —Junto a Dabi, Toga sostiene una cápsula metálica, que está unida al tubo con la sangre de Shouto. Con deleite, da varios sorbos y suspira de placer—. Estás delicioso, pero no sé si es suficiente. ¿No te importaría darme un poco más?
Katsuki recuerda el ataque al complejo. Había dos Shigaraki idénticos y ambos podían utilizar su Don. Uno de ellos debía de ser Toga, está seguro de ello. Si podía replicar el Don de Shigaraki… «¿Depende de la sangre solamente? ¿De la cantidad que ha bebido? ¿De la relación con la persona cuya sangre bebe?». Katsuki intenta analizar todos los escenarios posibles lo más rápido que puede. Por la expresión de la cara de Shouto, normalmente mucho más neutra que la de ahora, más preocupada, este está pensando lo mismo.
—¡Hay que ir a por ella! —decide Katsuki. No pueden permitirse a Dabi y a Toga utilizando fuego a la vez. Y si es capaz de replicar también el hielo de Shouto puede atraparlos con relativa facilidad. Hasta ahora, realmente sólo han peleado contra Dabi y Twice, el Don de Toga no es útil en combate directo, pero si resulta que puede utilizar los Dones de aquellas personas en quienes se transforma y se convierte en Shouto, estarán en clara desventaja—. ¡Que no se transforme!
Es demasiado tarde. La forma de Shouto sustituye a la de Toga, que se mira las manos con una sonrisa, como si estuviera analizando su nuevo cuerpo. Una pequeña llama brota de su palma izquierda y la mano derecha se le recubre de escarcha.
—¡A por ella! —ordena Katsuki con un grito que suena más desesperado de lo que habría deseado. Está empezando a ponerse nervioso él también.
—¡Necesitamos una contraseña o algo que…!
—¡No, joder! —brama Katsuki, frustrado porque Shouto está dudando y eso les proporcione tiempo a los villanos que pueden aprovechar en su contra—. ¡Yo sé quién eres! ¡Soy quien mejor te conoce después de tu madre, joder! ¡Puedo distinguirte de esa idiota perfectamente con un solo vistazo! ¡Aprovecha la oportunidad!
Las granadas están a tope, todos sus retenedores están llenos de sudor hasta los topes. Al desactivar el sistema de seguridad que lo capa para evitar accidentes, el líquido fluye hacia los conductos que lo conducen al exterior. Si hay un momento para utilizar los ataques sin control, es este. Ahora o nunca. Sin dudar, Katsuki apoya las manos en el suelo, sin mirar a Shouto, confiando en que este sabrá reaccionar a tiempo gracias a los cientos de entrenamientos compartidos.
—¡Gran detonación asesina del dios explosivo!
Grita tan alto que el sonido de su voz anunciando su mayor ataque especial resuena en la calle. Hasta los Twice gritan, asustados por el tono de Katsuki, pero no hay mucho tiempo para que reaccionen, porque la nitroglicerina del sudor descargado en sus granadas ya ha entrado en contacto con sus manos, incendiándose al contacto con las yemas de los dedos del héroe, que desparrama las explosiones por toda la calle en una ráfaga rápida y estruendosa.
Shouto ha reaccionado con rapidez, tal y como había confiado, más centrado ahora que parecen haber recobrado la iniciativa, y se eleva en un pasillo de hielo en dirección hacia Toga, esquivando con agilidad el fuego que Dabi lanza para intentar desestabilizarlo. Las explosiones se extienden, cada vez con más fuerza, desencadenando una reacción en cadena que hace que los hombros, los codos y las muñecas le aúllen de dolor. Los edificios adyacentes tiemblan por las ondas expansivas. Varias explosiones más pequeñas, las de las gotas de sudor que salen sin control por el canto de la mano y resbalan por su antebrazo, sin tiempo para llegar a las granadas, restallan como si fuesen bombas de racimo.
Los Twice menos avispados se deshacen dolorosamente al mismo tiempo que el resto corre para alejarse, olvidándose de Shouto, que sigue su implacable camino hacia Toga, esquivando o sublimando hielo para extinguir el fuego que Dabi emplea contra él. La chica ha comenzado a correr también, tratando de huir del alcance del hielo y el fuego del héroe. Una última explosión, más fuerte que las anteriores, capaz de oírse desde centenares de metros de distancia, se extiende en un círculo alrededor de Katsuki, haciendo que su pelo restalle con fuerza contra el viento por la onda expansiva.
Por primera vez desde que Twice ha empezado a atacar, la calle está despejada.
—Joder, sí —suspira Katsuki, agotado y adolorido. Sin perder tiempo, se eleva en el aire utilizando nuevas explosiones, más débiles ahora, para alcanzar rápidamente a Shouto.
Dabi no es capaz de detenerlo. Ha conseguido hacer que Shouto se desvíe de la trayectoria hacia Toga, pero que se concentre en él ha significado que Katsuki tiene vía libre. Llega hasta Toga, que ha conseguido incendiar y congelar los lados respectivos del cuerpo de Shouto, pero es obvio que no está acostumbrada a tener el manejo de dos Dones simultáneamente, lo cual la ha impedido poder defenderse o atacar.
—Así que puedes usar los Dones, pero no tienes por qué saber hacerlo —deduce Katsuki, triunfal.
Sin disminuir su poder explosivo, consciente, tal y como ha insistido una y otra vez a Hisashi, de que contenerse en una situación así puede ser contraproducente y producir de nuevo el caos y perder la ventaja que han adquirido, estira la mano derecha a la cara de Toga y suelta la explosión más fuerte que puede con el sudor que han recogido sus granadas en esos escasos segundos, decidido a noquearla lo más definitivamente posible.
—¡Oh! —Con un leve suspiro de sorpresa, la chica se deshace de la misma manera que las réplicas de Twice. Katsuki se aparta un par de metros, asqueado y sorprendido. «¿Una réplica de Toga puede utilizar su Don y convertirse en otro héroe y a su vez usar sus Dones?»
—Mierda —masculla, furioso por haberse dejado engañar de una manera tan burda. Ha subestimado muchísimo a Twice y la escala de poder de su Don, así como la planificación del ataque de la Liga de Villanos. Tras él aterriza Shouto, que abre los ojos dispares de par en par.
—¿Asustados? —Dabi se ríe y les lanza un par de llamaradas con un movimiento grácil, casi danzando. Está satisfecho por cómo el engaño ha funcionado, algo para lo cual ha sido imprescindible su actitud. Si no hubiese saltado a salvar a la copia, los dos se habrían dado cuenta de que no era real. Shouto neutraliza su ataque fácilmente con un poco de hielo, pero Katsuki percibe que todo está mal. Ya no hay pared de llamas que oculten al Twice verdadero haciendo copias y aun así no hay nadie junto a Dabi, que está solo. Ya no tiene tan claro que hayan recuperado la iniciativa y está agotado y dolorido—. Os creía más listos y ni siquiera habéis sabido contrarrestar nuestro plan.
Un estruendo empieza a llenar la calle, como una muchedumbre inundándola tras la celebración de un partido de fútbol, en un ambiente festivo. Katsuki y Shouto se giran. Los Twice que llenan la calle tras ellos, encañonándolos frente a Dabi, no se cuentan por decenas. Shouto traga saliva audiblemente. Katsuki ni siquiera está seguro de que puedan contarse por centenas, parecen miles. Intercambia una mirada con Shouto, que frunce el ceño y asiente.
—Joder, hijos de puta —brama, tan alto que la garganta le escuece—. ¡Os vais a enterar de quién es el mejor héroe de Japón!
.
Izuku trata de contener un sollozo, sin mucho éxito, que acaba degenerando en un gemido angustiado a través de sus dientes, apretados con fuerza y rabia. El brazo le duele horrores y la sangre caliente se escurre entre los dedos de la mano derecha, con la que está presionando para taponar la hemorragia.
—Y así —susurra Spinner teatralmente, sonriendo con malévola satisfacción al tiempo que se aparta lentamente de Izuku, disfrutando de su victoria. Tratando de controlar las lágrimas que se derraman por sus mejillas, Izuku cierra los ojos con fuerza y traga saliva— es como muere la sociedad de los héroes. En solitario, envuelta en un silencio atronador que nadie escuchará. Incapaces de defender a un niño que podré buscar y matar si me place. U ofrecerle una vida mejor, una vida sin héroes. No hay nadie aquí para agradecerte el esfuerzo, chaval. Aunque mejor, porque ha sido patético.
Al oír la última palabra, Izuku abre los ojos, pero tarda en poder enfocar unos segundos. Esperaba ver sobre él al villano, pues le ha parecido escuchar su voz más cerca, pero no es así. Con dificultad, se incorpora. Spinner está de pie a su lado, contemplándole con la cabeza ladeada y los labios apretados. Niega con la cabeza.
—Joder, no eres más que un puto crío. Niños que ya estáis infectados por el mal que impregna la sociedad de los héroes. —Spinner pone una mueca de desagrado y resopla—. Esta es la peor parte, ¿sabes? Ojalá todo el mundo pudiese ver el sueño de Stain igual que lo veo yo. Todo sería mucho más sencillo. Un mundo mejor, más igualitario.
Izuku registra sus palabras sólo en un segundo plano, porque está más preocupado por sus heridas. Ahora que el villano ha decidido dejar de pelear para hablar, tiene una oportunidad. Casi le parece escuchar la voz de Katsuki susurrarle al oído: «¡Si tienes al enemigo noqueado, no seas inútil y captúralo, no permitas que se levante!».
Lo primero que constata es que la herida del brazo no es un aparatoso rasguño. La herida le sangra muchísimo, tanto que ha llenado el interior del guante y ahora rebosa, deslizándose hacia el suelo, donde se está estancando en un pequeño charco. Sin embargo, no siente nada más que dolor difuso. Ni el líquido que rodea su antebrazo y sus dedos, que tampoco le responden cuando intenta cerrarlos en un puño, aunque sí nota un latigazo de dolor mucho más intenso justo debajo del codo. Todavía apretando los dientes con fuerza, se pone en pie.
Craso error.
Al hacerlo, la vista se le desenfoca y su consciencia baila en el límite del desmayo durante unos momentos, cubriéndolo todo de una niebla espesa que le obliga a parpadear varias veces para despejarla. Cuando vuelve a abrir los ojos, descubre que está de nuevo en el suelo. Se ha mareado, seguramente por la pérdida de sangre y el esfuerzo de levantarse. No es consciente de haber caído, pero sí siente el dolor del golpe en la espalda, donde ha impactado contra el suelo. Porque tiene el estómago prácticamente vacío, si no, vomitaría. Se remueve, tratando de levantarse, pero el brazo izquierdo no le responde, restallándole de dolor con tanta fuerza que lo obliga a volver a la realidad.
Ahora sí, percibe la figura de Spinner delante de él, hablando sin cesar, pero su voz le llega igual que desde el fondo de una catedral, distorsionada, profunda e ininteligible, pero con un tono inconfundiblemente místico. Por un instante, parece un predicador exponiendo su mensaje más que un villano a punto de cometer su enésimo asesinato sin ningún tipo de remordimiento.
—Incluso aunque puedas tener razón —balbucea Izuku, no muy seguro de que las palabras que salen de su boca sean inteligibles—, tus actos son espurios y movidos por la maldad.
Inspirar aire para pronunciar sus últimas palabras le ha ayudado a escuchar mejor lo que está diciendo Spinner, pero lo ignora, negándose a prestarle atención a él si ha llegado el momento de morir. Sólo espera que Katsuma esté lo suficientemente bien escondido, haber ganado suficiente tiempo para él y que el resto de héroes llegue a tiempo de salvarlo antes de que Spinner o cualquier otro villano lo encuentre. Cuanto más tiempo consiga que el villano hable, más sólida será la oportunidad que haya ganado para Katsuma, así que, haciendo un esfuerzo, vuelve a llenar los pulmones de aire y se incorpora hasta quedar sentado. Eso hace que perciba más claramente el dolor del brazo, pero lo ignora activamente. «Sólo un poco más».
—Hablas de problemas reales, pero no te interesa solucionarlos. Sólo quieres utilizarlos en tu beneficio. No eres diferente de All for One. Seducís a la gente hablando de soluciones para sus problemas, pero no proponéis un cambio real, sólo dar la vuelta al tablero para quedar vosotros arriba. Esclavos que no aspiráis a la libertad, sino a controlar el látigo como amos. Eso no es igualdad. Ni siquiera Stain lo aprobaría. Para él, no serías diferente de los héroes que critic… —No puede terminar la frase, porque Spinner, airado, le patea el brazo izquierdo, al mismo tiempo que grita algo que Izuku no capta, porque está aullando por el dolor que, además, le ha cegado todos los sentidos durante varios segundos.
Cuando el dolor remite un mínimo, le parece distinguir una carcajada despectiva, pero no está seguro. Ve un destello difuso que brilla sobre su cabeza. La espada. Dedica un pensamiento a Katsuma, deseándole toda la suerte del mundo, rogando porque no tenga que morir o ser secuestrado a manos de la Liga de Villanos. Después, una imagen de Katsuki, del Katsuki de las últimas horas, con barba incipiente, superpuesta a una con su traje de héroe, imponente, cruza por su mente. Acto seguido, lo sustituye Hatsume, sonriendo, siempre sonriendo a su lado, confiable y optimista; y, por último, más importante, su madre. Su madre en sus recuerdos infantiles: abrazándolo, consolándolo, jugando con él. Su principal apoyo en todos estos años. La persona que más ha confiado en él, la que más lo ha querido en el mundo.
—Mamá… —musita Izuku, resignándose con una sonrisa.
—Patético —oye que dice Spinner. El brillo de la espada se mueve de un lado a otro de su visión, pero un grito diferente, de voz infantil, interrumpe la escena.
—¡Déjalo! ¡Déjalo, déjalo, déjalo! —Atónito, Izuku alza la cabeza, intentando aclarar la vista para ver. Katsuma se ha lanzado encima del villano, dándole patadas y golpeándolo con sus puños con fiereza mientras llora y grita con desesperación. Spinner ha retrocedido un par de pasos, apabullado por un momento, pero enseguida se recupera—. ¡Deku no es un héroe patético! ¡No lo es, no lo es!
—Niño… —Spinner gruñe, cabreado, pero no lo mata al instante, como Izuku ha temido por un momento. Tampoco lo hace segundos después, a sangre fría. Izuku se siente internamente agradecido, porque le ha parecido comprender cuáles son los principios que rigen la actitud del villano, aunque estén salpicados por cierto punto de locura que, supone, se debe al encierro durante tantos años en una cárcel aislada fomentado por sus macabros ideales.
Izuku se levanta muy lentamente, ignorando el dolor del brazo izquierdo por pura fuerza de voluntad y suprimiendo el instinto de supervivencia. Una mitad de su cerebro le grita que salga corriendo, la otra mitad que no se mueva del suelo para no perder más sangre y una tercera mitad se debate entre incitarle a pelear, preguntarle qué cree que hace y discutir consigo misma acerca de lo que está ocurriendo. Pero no le importa, está acostumbrado a discurrir por varios pensamientos diferentes mientras trabaja en sus inventos.
«Vamos a intentar hacerlo todos lo mejor posible, con una sonrisa, como All Might, para salvar Japón de esos cabrones». Las palabras de Katsuki tras el incendio, le vienen a la mente y le dan fuerzas para sobreponerse al dolor del brazo izquierdo. Izuku resopla con una carcajada forzada, demasiado débil para atraer la atención de Spinner, que abofetea al pequeño para alejarlo de él. Katsuma cae al suelo y rueda un par de metros, pero se levanta al instante y, con los ojos llenos de lágrimas y la mandíbula apretada con una tozudez similar a la del propio Izuku, vuelve a cargar contra el villano, tratando de darle un cabezazo y atacarle con sus puños.
Consigue ponerse en pie, con las rodillas temblándole apenas. Es consciente de que las comisuras tiran de sus labios hacia arriba con tanta intensidad que su sonrisa debe de ser de similar a la de un loco alterado, pero la imagen de All Might sonriendo, construyendo sonrisas con los dedos de las manos en los rostros de la gente que salvaba ocupa toda su mente, se ha superpuesto a todas las demás.
«Salvar con una sonrisa», piensa, determinado a hacerlo.
Katsuki, Dynamight, también sonríe cuando salva a la gente. Es serio, conciso y práctico, pero esboza una sonrisa que a mucha gente le parece desquiciada, y por eso gana tantos puntos en el ranking de héroes que parecen villanos como en el de popularidad. También sonríe cuando tiene un reto delante que quiere superar, y esa sonrisa es menos intimidante, pero también avasalladora. La sonrisa de Izuku se parece más a la del héroe explosivo, con un punto de locura y otro de ciega valentía, que a la afable de All Might, pero no le importa.
—Yo estoy aquí, así que deja en paz al niño —dice en voz alta, más firme, cuando Spinner abofetea de nuevo a Katsuma, que se queda congelado por la impresión del golpe, y lo sujeta del cuello. El niño forcejea, pataleando en el aire, e intentando infructuosamente deshacerse del agarre del villano.
—No estás en posición de…
—¡Que lo sueltes! —ordena Izuku, cada vez más cabreado, avanzando un paso menos tembloroso de lo que temía.
Sorprendentemente, el villano obedece, con una mueca de desprecio, y deja caer bruscamente al suelo a Katsuma, que se derrumba como una marioneta a la que han cortado los hilos. Durante unos segundos, sólo el sonido de sus sollozos se oye en la calle. Spinner observa fijamente a Izuku, que le sostiene con fuerza la mirada. La adrenalina corre por las venas de Izuku con fuerza, impulsándolo hacia adelante, hacia lo que tenga que ser. No puede mover ni siente el brazo izquierdo por debajo del codo y por encima hasta el hombro sólo hay un dolor terrible que quema, arde y lo aturde, pero el enfado por ver a Spinner abofetear a Katsuma es tan fuerte como para borrar todo lo demás. Además, el crío ha dicho que es un héroe, no puede defraudarlo ahora. No quiere defraudarlo.
—Katsuma —lo llama en voz baja y tranquila, haciendo un esfuerzo para que el enfado no tiña el tono de su voz. El niño, que se ha enroscado sobre sí mismo al caer al suelo, reacciona al sonido de su voz—. Ven aquí, por favor.
Spinner no dice nada mientras el niño se arrastra a gatas hacia Izuku, que se agacha y lo ayuda a levantarse con la mano sana. Las lágrimas le corren al niño por las mejillas, tiene un par de moratones e hipa un poco, pero al margen de eso parece estar bien. Para cerciorarse, Izuku se arrodilla delante de él y le palpa las piernas y los brazos con la mano derecha y asiente al comprobar que no hay ninguna lesión grave.
—Lo siento, héroe Deku —susurra Katsuma, compungido. Agacha la cabeza para desviar la mirada de los ojos de Izuku—. No podía irme y… Además, no sabía adónde… Pero he escondido la mochila con tus tesoros muy bien. Está a salvo para que nadie pueda encontrarla, te lo juro.
—No te preocupes —lo tranquiliza Izuku, obligándolo a levantar la barbilla y sonriéndole—. Lo has hecho muy bien. Eres un gran héroe, Katsuma. Ahora, vamos a terminar con esto de una vez por todas. —Spinner, que está contemplando la escena con la jactancia de quien sabe que ha vencido, resopla.
—Pero tu brazo…
—Estaré bien —le asegura Izuku, procurando que la mentira no traspase a su voz para convencer al niño. Sabe que no lo ha conseguido, porque Katsuma niega con la cabeza, incrédulo—. Estaremos bien. Ya lo verás. Siempre ganan los héroes, ¿no?
—¡Sí! —dice el niño, todavía poco convencido. En un gesto extraño, Katsuma extiende los brazos hacia la cara de Izuku y posa las manos sobre sus mejillas, gentil.
Mirando por encima de la cabeza de Katsuma, Izuku ve que Spinner está contemplándolos con los ojos entrecerrados con cierta sospecha. De alguna manera, Izuku comprende que el villano no es todo lo que parece. Para empezar, siente curiosidad. No lo ha matado aprovechando que lo tenía en el suelo o que estaba distraído con Katsuma. Quizá, piensa Izuku, podría acabar convenciéndolo de que lo que está haciendo no es correcto, aclarándole por ejemplo que no es un héroe profesional, o que no tiene Don; pero no está dispuesto a elegir salvarse por encima de la vida de Katsuma o de cualquier persona de Musutafu, incluida su madre. Tiene que acabar con este asunto y, además, tiene que ser de manera tajante.
El tacto de los dedos de Katsuma sobre sus mejillas es cálido, idéntico al de la fiebre. Quizá por la confianza del niño, por su propia determinación o por pura cabezonería, pero de repente Izuku se siente un poco mejor, la cabeza algo más despejada y el brazo ya no le duele tanto. Apoyándose muy levemente en el hombro de Katsuma con la mano buena, se pone en pie. El niño lo mira unos segundos, con preocupación y se aparta obedientemente a un lado cuando Izuku lo empuja con delicadeza.
—Enternecedor. —En las palabras de Spinner hay más melancolía y menos sarcasmo del que cabría esperar en alguien malvado, pero Izuku no se amedrenta. No puede pensar en salvar a Spinner si no es capaz de salvarse a sí mismo. Intentar descifrar la mente del villano tendrá que ser algo que ocurra más tarde, en otras circunstancias y seguramente deba ser tarea de otras personas. Ahora sólo tiene la palabra sobrevivir en la mente. Sobrevivir para salvar a Katsuma. A cualquier precio—. Segundo round, entonces. Debí haberte matado cuando te tenía en el suelo.
Sin embargo, Spinner no ataca inmediatamente, alerta. Izuku asiente a sus palabras, recordando de nuevo las palabras de Katsuki. Irónicamente, la primera vez que las escuchó, pensó que sonaban como algo que diría un villano.
—Lo que define si somos buenos o malos —dice muy despacio, más para sí mismo que para Spinner—, no es que haya verdad en nuestras palabras, sino lo que hacemos con nuestros actos.
Tras él, Izuku escucha los pasos leves de Katsuma, pero no se atreve a distraerse mirando qué está haciendo. Espera que esté alejándose, pero no aparta los ojos de Spinner. Sólo falta que ambos comiencen a caminar en círculos el uno frente al otro, como en una película de acción, pero eso no ocurre, ninguno se mueve. Izuku sigue encontrándose mejor, es capaz de pensar una estrategia, qué hacer contra un tipo con fuerza y agilidad similares a la suya pero que lleva una espada monstruosa y tiene dos brazos mientras que el suyo cuelga de su hombro inerte y muerto.
Es un entrenamiento más. Tiene que poner en juego todo su talento, como le dijo Katsuki, para conseguir echar a Spinner del círculo, noquearlo, antes de que sea él quien salga. Respira profundamente, llenando los pulmones, y se lame los labios.
Parece que es la señal que Spinner está esperando, porque ataca de frente en ese momento, con la espada en alto. Izuku está preparado y cuenta mentalmente las décimas de segundo necesarias para apartarse en el último segundo, extendiendo un pie. Spinner no se lo espera y abre la boca, desconcertado, cuando tropieza con él y pierde el equilibrio. Intenta mover los brazos para recuperarlo, pero Izuku termina de tumbarlo asestándole una patada entre los omóplatos. En el suelo, Spinner se da la vuelta rápidamente, pero Izuku ya se ha lanzado contra él. Con el brazo derecho le sujeta la muñeca de la mano con la que el villano sostiene la espada y, sin vacilar, le asesta un rodillazo en la entrepierna con todas sus fuerzas. El efecto es instantáneo, Spinner se enrosca sobre sí mismo instintivamente, protegiéndose y aflojando el agarre de su puño sobre la espada.
Utilizando el imán del guante derecho para atraerla hacia sí, Izuku se la arrebata y rueda por el suelo, alejándose del villano. Apoyando los múltiples filos en el asfalto y sujetando la empuñadura con la mano, la dobla hasta partirla en dos con un pisotón. La espada se rompe en tres grandes pedazos que saltan en todas direcciones, con un crujido que restalla en la calle con fuerza, haciendo un corte leve en el muslo a Izuku al liberarse de la tensión. En la mano derecha solo queda la empuñadura, que Izuku tira lo más lejos posible con rabia. Aunque tras él, no demasiado lejos, Katsuma celebra el éxito del movimiento, Izuku no se distrae. Spinner sigue en el suelo, pero ya está moviéndose, así que tiene que acabar con esto de una vez por todas.
«¡Si tienes al enemigo noqueado, no seas inútil y captúralo, no permitas que se levante!» La frase de Katsuki lo acompaña una vez más. No piensa cometer el mismo error que Spinner.
El villano se está levantando. Izuku comprende, al ver sus ojos airados, que no va a tener otra oportunidad como esa, que ahora sí va a matarlo al instante, pero aun así se obliga a sonreír. Se ha entrenado esquivando a uno de los héroes más rápidos del panorama profesional durante los últimos días, y lo ha hecho con bastante éxito. Comparado con Dynamight, los movimientos de Spinner resultan lentos y toscos, faltos de entrenamiento. Lo corrobora cuando Spinner vuelve a atacar, esta vez sin espada, y comprueba que le falta técnica. Sin espada, ha perdido gran parte de su peligrosidad.
Evidentemente, Izuku no ha aprendido a pelear al mismo nivel que Katsuki durante los entrenamientos con este, pero entre las nociones de artes marciales, los movimientos de ataque y defensa y los entrenamientos intensivos de la mañana, Izuku se da cuenta de que, una vez fuera de la ecuación la enorme espada, los papeles se habrían revertido a favor de Izuku de tener los dos brazos hábiles. Incluso ahora, no sólo esquiva los ataques cuerpo a cuerpo de Spinner sino que, además, consigue encajar varios codazos, puñetazos y patadas. El guante funciona a la perfección, protegiendo su puño derecho de los impactos, otorgándole más fuerza y causando daños extra en cada golpe.
Cuando Izuku da un paso atrás, jadeante y sujetándose de nuevo el brazo izquierdo con el derecho para calmar el dolor y tratar de contener la hemorragia, que ha vuelto con más intensidad, Spinner luce con peor aspecto que él: la cara magullada, la sangre corriendo con fuerza por sus mejillas y a través de sus orificios nasales, un ojo medio cerrado por la hinchazón de un moratón que empieza a formarse. Spinner hace un ruido raro con la boca antes de escupir un objeto blanco teñido de rojo. El diente roto rueda por el asfalto e Izuku, apretando la mandíbula, aprovecha su oportunidad.
Salta sobre Spinner lo más alto que puede. El villano casi no reacciona, sólo abre los ojos de par en par. Izuku, satisfecho y muy contento de que Katsuki le haya enseñado ese movimiento, asesta con todas sus fuerzas dos patadas seguidas en la cabeza de Spinner. Este consigue conservar el equilibrio, pero no por mucho tiempo. Izuku aprovecha su desorientación y lo golpea repetidas veces con la mano derecha, aplicando el máximo de fuerza que le permite el guante. Enlaza una pierna por detrás de uno de los tobillos de Spinner, haciéndolo caer de espaldas, en otro movimiento aprendido y practicado en el complejo hasta la saciedad.
Izuku cae al suelo con el villano, imposibilitado para amortiguar la caída por la herida del brazo izquierdo, golpeándolo en el rostro con el puño derecho sin parar: en los pómulos, la nariz, la sien… Con fuerza, repite una y otra vez el puñetazo hasta que se percata de que Spinner, inconsciente, no se mueve desde hace rato. Jadeando, se separa de él, gateando sobre su codo sano y las rodillas hacia atrás. Las rodillas le duelen por los impactos, pero el guante ha hecho su trabajo y ha amortiguado todos los golpes de la mano derecha.
Spinner, con la cara destrozada e inconsciente, no se mueve.
Izuku es incapaz de procesar lo suficiente esta información como para acercarse y tomarle el pulso. No quería matarlo, sólo tenía que conseguir noquearlo para poder capturarlo. Lo mira fijamente unos segundos mientras las lágrimas acuden de nuevo a sus ojos y la angustia le atenaza el pecho. No aparta la mirada hasta estar seguro de que el pecho de Spinner sube y baja de manera casi imperceptible, pero lo hace. Está vivo. Izuku aprieta el puño derecho y grita. Grita hasta que le duele la garganta, en dirección al cielo. Grita de rabia, por el subidón de adrenalina, por el miedo que ha pasado, y para celebrar triunfo de lo que ha conseguido. Cuando el pecho le duele porque no le queda más aire, se detiene lo justo para volver a gritar con todas sus fuerzas.
El brazo izquierdo vuelve a dolerle de manera horrorosa. El guante rebosa tanto de sangre que ha perdido su color claro y, junto con la carne del codo, se ha convertido en una masa sanguinolenta de metal y carne que gotea en un hilillo ininterrumpido hasta el suelo. Ante la visión de tal cantidad de sangre, la vista se le nubla una vez más y no puede distinguir nada más que formas vagas y difusas, pero sí puede reconocer a Katsuma cuando este se acerca a él, cogiéndole el rostro de nuevo entre las manos, igual que ha hecho antes.
—Te dije… —farfulla Izuku, con la voz pastosa, agotado por la falta de sangre—, te dije que… lo conseguiríamos.
El niño le habla, nervioso y angustiado, pero las palabras retumban tanto en los oídos de Izuku que es incapaz de entender lo que le está diciendo. Intenta acariciar la mejilla de Katsuma con la mano derecha, pero la forma del niño se ha dividido en dos antes de volver a fusionarse y desdoblarse, y no es capaz de acertar con el verdadero. Izuku tarda unos instantes en comprender que no es Katsuma quien se multiplica, sino su vista la que lo hace. Tantea en el aire, buscando al niño, pero el movimiento muere a medio camino. La mente le flota en una nube espesa y la racionalidad se le escapa como agua escurriéndose entre los dedos. Ni siquiera se percata del dolor del brazo izquierdo cuando los ojos se le tiñen de rojo y luego de negro, los oídos se le taponan y se derrumba, cayendo al suelo a plomo, incapaz de utilizar el brazo para amortiguar su caída.
Nota: La frase de «el esclavo no quiere tanto ser libre, como ser el amo», no es mía. Tampoco sé a quién se la escuché o leí, así que no puedo acreditarla debidamente. Va un poco en la línea del bandwagon (que dice que cuando esperamos en un andén para subirnos a un tren atestado, apretamos lo que haga falta para conseguir entrar, viendo el hueco en el que encajamos. Una vez estamos dentro, no vemos más espacio y empujamos para impedir que otros puedan hacer lo mismo que nosotres). Creí que encajaba muy bien con lo que AFO y, por ende, Spinner, aspiran a hacer.
