Juegos Tontos
Por: Isa y Maggy
Sumario: El amor es aquel sentimiento indescriptible que te ciega y te obliga a hacer lo que nunca pensaste. Los más tontos caen al fondo y sin importar el ganar o perder... lo arriesgan todo.
Nota: Aquí está el segundo capítulo. De verdad Isa y yo estamos sorprendidas por la cantidad de reviews que hemos recibido por el primer capítulo. A pesar de que Kaleido Star no es una serie muy conocida, la receptividad ha sido excelente. Gracias por eso.
En cuanto a las parejas, como habrán notado una de ellas es Layla y Yuri. Por supuesto que Sora, Leon, Ken y el resto del elenco harán su participación más adelante, peeeeero no les quiero adelantar mucho (pa que sigan leyendo :P), así que con un poco de paciencia lo irán descubriendo a medida que la historia avanza.
Bueno, ahora me despido. Disfruten este segundo capítulo y por favor no olviden seguir dejándonos sus comentarios; solo así sabremos si lo estamos haciendo bien o mal P
Maggy.
Capítulo 2
Layla recobró el conocimiento poco a poco, y abriendo sus ojos, éstos se enfocaron en los números rojos del reloj despertador que estaba en la mesa de noche. Eran las 4:20 de la mañana.
La habitación se encontraba casi en completa oscuridad, a excepción de las tenues luces de la calle que se colaban por la ventana.
No le tomó mucho tiempo registrar que se encontraba en una habitación extraña, en una cama que no era la suya y que a su lado se encontraba alguien más durmiendo plácidamente.
Yuri…
Rápidamente los recuerdos de los sucesos acaecidos el día anterior volvieron a su mente: la conversación que había sostenido con su padre la tarde anterior en la oficina de Kalos y su subsiguiente escape; la caminata en el parque bajo la lluvia; y luego Yuri apareciendo de la nada, rescatándola y llevándola a su apartamento.
También recordaba la conversación que tuvo con Yuri en esa misma habitación… o mejor dicho, las palabras que él le había dicho, y lo mucho que éstas la habían tocado… lo suficiente como para hacerla bajar la guardia y llorar en frente de él.
Volvió a mirar el reloj y ya eran las 4:35am; todo el lugar estaba en completa calma. Pudo escuchar la respiración de Yuri y por el ritmo estable de la misma, Layla pudo deducir que continuaba durmiendo profundamente. Entonces se dio la vuelta con cuidado para poder observarlo, y ahí estaba él, tendido boca abajo, un brazo debajo de la almohada y el otro sobre su cabeza; su cabello dorado estaba alborotado y algunos mechones caían sobre su frente. Sus largas pestañas reposaban sobre sus mejillas, las cuales portaban un saludable rubor, y un leve ronquido escapaba de sus labios entreabiertos. Yuri se movió un poco, frotando la cara contra la almohada para después volver a acomodarse en la posición inicial.
Layla no pudo evitar sonreír al verlo así, durmiendo tan plácidamente como un niño, transmitiendo tanta paz y tranquilidad. ¿Qué estaría soñando en ese momento?
Tratando de hacer el menor ruido posible, se levantó de la cama con extremo cuidado, fue hasta donde estaba su bolso en el buró y extrajo su teléfono celular de la misma. Luego regresó y se arrodilló en el suelo junto a la cama. A pesar de todo el tiempo que llevaba conociendo a Yuri, nunca había tenido la oportunidad de ver esta faceta en él; era algo que necesitaba atesorar como un recuerdo. Y entonces enfocó la cámara y apretó el botón para finalmente poder capturar esa imagen.
Entonces Layla se levantó del suelo, y tomando su cartera salió de la habitación. No podía permanecer más tiempo allí. No podía arriesgarse a esperar que Yuri despertara y la encontrara en su habitación… no estaba lista aún para verlo a la cara, mucho menos después de su pequeña exhibición de debilidad horas antes.
Afortunadamente su ropa ya estaba seca, así que aprovechó de una vez para cambiarse, recogiendo sus cosas lista para marcharse. Una vez que saliera del apartamento llamaría un taxi desde su celular para que la recogiera frente al edificio. Pero antes había algo más que hacer.
Buscó un lápiz y papel en su cartera, y escribió la palabra "Gracias". Regresó a la habitación de Yuri, y asegurándose que éste aún permanecía dormido, dejó la nota en la mesa de noche junto al reloj despertador y salió en silencio.
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"Señorita, entienda por favor. No puede entrar. Esta área es de acceso restringido para personal autorizado." Dijo el vigilante algo exasperado ante la impertinencia de la chica.
"Sí, señor, pero necesito ver con urgencia a una persona que labora aquí. Su nombre es-" Insistió la joven de cabellos oscuros, abriéndose paso delante del portero, pero éste, habiendo ya perdido la paciencia, la detuvo tomándola del brazo.
"¡Oiga, suélteme!" Exclamó ella, sus ojos color esmeralda flamígeros debido al enojo, forcejeando para liberarse del asimiento del hombre. "¡Usted es un grosero maleducado!"
"Mire, señorita. A mi no me interesa a quien conozca usted aquí o a quien haya venido a visitar, pero no la puedo dejar pasar. Si desea puede regresar más tarde, luego de que termine la función-"
"Larry¿qué sucede aquí¿Por qué el escándalo?"
Ambos voltearon al escuchar la voz de un tercero. Y allí detrás de ellos se encontraba un hombre alto, pelirrojo, de unos treinta y tantos años que los miraba ceñudo.
"¡Jan!" Dijo el vigilante. "La joven aquí presente estaba intentando ingresar a las instalaciones sin la debida autorización y sólo la estaba acompañando hasta la salida." Explicó ufano el hombre.
"¡No es cierto!" Interrumpió ella, logrando finalmente zafarse del agarro del hombrecillo. "Le dije que estaba aquí porque necesito hablar con alguien que trabaja aquí. Pero el señor fue muy grosero y descortés conmigo y ni siquiera me dejó explicarle la situación." Dijo ella cruzando los brazos y dirigiéndole una mirada matadora al sujeto en cuestión.
Jan sacudió la cabeza y se frotó los ojos.
"A ver¿quién es esa persona a la que deseas ver¿Cuál es su nombre?" Preguntó un poco escéptico.
"Ken. Ken Robbins, señor."
-xxx-
"¡Vamos, Sora! Tienes que llegar más arriba. Necesitas impulsarte con más fuerza." Le indicó Ken a Sora, quien se encontraba balanceándose en el trapecio.
"Está bien." Gritó esta desde arriba asintiendo con la cabeza. Entonces comenzó a mecer su cuerpo de un lado a otro para darse impulso. Mientras tanto Anna continuaba haciendo ejercicios de equilibrios en la barra y Mia practicaba sus saltos en el trampolín. Marion- y Jonathan cómodamente sobre su cabeza, como siempre les hacían compañía a los chicos en su práctica diaria.
Habiendo tomado suficiente impulso, Sora soltó el trapecio dando un giro en el aire, pero lamentablemente la coordinación le falló una vez más y no pudo llegar a tiempo para alcanzar el otro trapecio.
"¡Sora!" Gritó Ken al verla caer sobre la red de seguridad, e inmediatamente fue hasta donde estaba ella. "Sora¿te encuentras bien?" Preguntó el chico rubio con evidente preocupación reflejada en sus hermosos ojos azules.
"Sí, estoy bien." Respondió Sora, un poco ruborizada y sonriendo tímidamente ante las atenciones de Ken, mientras éste le ayudaba a bajar. Mia y Anna se miraron y compartieron una sonrisa de complicidad al notar la manera obvia como se comportaban los otros dos. Fue entonces cuando Jan irrumpió en el salón, sus ojos escaneando todo el lugar en busca de alguien.
"¡Ah, Ken! Ahí estás. Te he estado buscando por todo el lugar." Dijo el hombre pelirrojo, abrazando a Marion, quien se había abalanzado sobre el para recibirlo.
"¿Sucede algo, Jan?" Preguntó Ken un poco confundido.
"Es que afuera te solicita una persona… una chica."
"¿Una chica?" Dijeron los demás al unísono, mirándose las caras extrañados. Marion volteó a ver a su padre pero éste solo se encogió de hombros.
"¿Quién podrá ser?" Se dijo Ken así mismo en voz alta mientras salía del lugar, seguido por Jan. Entonces las chicas se reunieron en secreto, hablando en voz baja.
"A Ken lo busca una chica." Dijo Mia.
"Me pregunto quién será." Añadió Anna. "Jan no mencionó su nombre."
"¿Por qué no vamos a ver?" Sugirió Marion. "Estoy segura que Sora querrá saber quien es esa chica misteriosa que está buscando a Ken." Añadió con una sonrisa pícara. Sora abrió los ojos como platos y se sonrojó diez tonos de rojo.
"¿Eh¿Y yo por qué querrí-" Comenzó pero las chicas no la dejaron continuar; Anna la tomó del brazo y la arrastró hasta la puerta.
"Vamos, Sora. ¿Qué estás esperando?"
-xxx-
"¡Espérenme, chicas!" Dijo Mia acelerando un poco el paso. Caminaba un poco cansada y agitada por la reciente práctica, tratando de alcanzar a las demás chicas. Sentía mucha curiosidad por saber quien era la misteriosa chica que buscaba a Ken.
Entonces, de repente una mano extraña la tomó del brazo y la hizo entrar a uno de los cuartos de limpieza antes de que ella pudiera registrar lo que había sucedido. Al principio su reacción fue la de querer zafarse de aquella mano que la había obligado a entrar de manera precipitada en aquel lugar. Sin embargo, una vez que se encontró cara a cara con el responsable, su conmoción inicial fue reemplazada por diversión.
"Así que ahora te encargas de encerrar a la gente en los cuartos de limpieza…" Dijo ella arqueando una ceja, tratando de disimular su sonrisa con sus palabras, mientras él la acorralaba de espaldas contra la puerta.
"Solo a los que me interesa." Contestó él con una sonrisa ufana agraciando sus facciones, apenas iluminadas por el foco a medio fundir del cuarto. Aún así Mia podía darse cuenta claramente su mirada ardiente fija en sus ojos, mojándose los labios con la punta de la lengua… aquellos labios carnosos que en reiteradas oportunidades ella… Mia tragó saliva ante los recuerdos que invadían su mente, y sacudió la cabeza en un vano intento por bloquear esos pensamientos.
"¿Qué¿Acaso te comieron la lengua los ratones?" Susurró él, tan cerca de que ella que podía sentir lo tibio de su aliento rozando sus labios y sus mejillas. Ella frunció el ceño un poco indignada, a punto de replicar a lo que él acababa de decir, pero no pudo formar palabra alguna en su garganta, sólo lo asió del cuello y lo jaló hacia ella para besarlo con desenfreno. Las manos de él inmediatamente abandonaron su posición en la puerta para comenzar a recorrer el cuerpo de Mia.
"Leon…" Dejó ella escapar en un gemido rasposo, aferrándose a sus hombros para no perder el equilibrio.
Mia batallaba internamente mientras Leon continuaba haciendo maravillas en ella, con su boca y sus hábiles manos. Parte de ella deseaba empujarlo, hacerlo un lado y escapar de ese lugar. Sabía que lo que hacía estaba mal, esos encuentros furtivos que había estado sosteniendo con aquel hombre arrogante y engreído al que ni siquiera soportaba…
Al menos eso le hacía creer a los demás y a sí misma, que lo detestaba… Pero en privado las cosas cambiaban totalmente. Y solamente bastaba con un roce para que ella quedara a completa merced de Leon Oswald.
Gastando la poca fuerza de voluntad que le quedaba, se separó de él con renuencia.
"Esto…" Comenzó jadeante, pero al mirar esos penetrantes ojos grises, quedó indefensa y sin saber qué más decir.
"Creo que es hora de irnos." Dijo él tomando la iniciativa. Le dio un rápido beso en los labios, al momento que la hacía a un lado y salía con prisa del cuarto. Ella permaneció dentro por unos instantes más, recobrando la compostura y reprochándose una y otra vez el caer en los brazos de aquel hombre presumido y desagradable… una vez más.
-xxx-
Las chicas encontraron el escondite perfecto detrás de una de las tiendas: lo suficientemente cerca para poder captar todos los detalles de lo que estaba sucediendo, y lo suficientemente apartado como para pasar desapercibidas.
"Aún no entiendo por qué estamos aquí escondidas…" Se quejó Sora.
"¡Shh! Cállate, Sora." Reprendió Anna en voz baja.
"¡No nos dejas escuchar!" Añadió Marion.
Afuera la conmoción continuaba mientras que una joven de mediana estatura y cabello largo y oscuro seguía discutiendo con Larry el portero. Las chicas no podían ver su cara porque se encontraba de espaldas a ellas.
"Yo le dije, pero usted no me quiso creer. Pero ya verá…" Lo amenazó un tanto altiva, pero Larry se hizo el tonto y la ignoró. Fue entonces cuando Ken se les acercó.
"¿Disculpen…?"
Al escuchar la voz de Ken, ella se dio la vuelta con una gran sonrisa en su rostro.
"¿Elizabeth… Blake?" Ken tartamudeó, evidentemente sorprendido de verla. "¿Eres tú, Liz?"
"¡Ken, te extrañé tanto!" Exclamó ella alegremente y sin más se lanzó a los brazos de Ken, y para sorpresa de todos le plantó un beso en la boca.
Anna, Marion y Sora no podían creer lo que acababan de ver. Con los ojos muy abiertos, sus mandíbulas literalmente cayeron al suelo.
"Esa chica…" Comenzó Anna.
"Es…" Dijo Sora.
"¡La novia de Ken!"
