13.- POCAS OPCIONES, MUCHAS CONSECUENCIAS


1-

Un poco antes, en otro lugar...

.- No hay nada que ver.- Masculló Miguel Ángel, echado en el sofá frente a la tele; el control remoto en una mano y un puñado de papas fritas en la otra.

.- Tal vez si pararas en un canal por al menos dos segundos, podríamos alcanzar a ver que están dando… – Respondió Raphael con fastidio, echado a su lado, con la cabeza apoyada en una mano y los ojos semicerrados.

.- No hay nada que ver. – Volvió a quejarse Miguel, como si no lo hubiese oído.

Repentinamente, Raphael se volvió hacia Miguel y le arrancó el control remoto de la mano.

.- Suficiente, me estás volviendo loco.

Miguel alcanzó a reaccionar y agarró el aparato por el extremo que sobresalía de la mano de Raph.

.- ¡Ey! Es mi turno.

.- ¡Se acabó tu turno!

Miguel volvió a tirar, ésta vez haciendo palanca con el pie sobre la cara de Raph.

.- Dame eso...

.- Quita tu pie de mi cara...

.- ¡Dame eso!

.- ¡Quita tu pie de mi cara!

Raphael tiró con más fuerza, tratando de alejar a Miguel poniendo su pie contra su estomago. En medio del forcejeo, el sofá cayó de espaldas y los dos rodaron por el suelo... Una vez que el mueble se vio libre de su peso, volvió a su posición anterior.

Mientras luchaban por la posesión del aparato, inadvertidamente presionaron todos sus botones, subiendo el volumen de la televisión a su máximo y cambiando de un canal a otro, mientras rodaban de un lado a otro del piso de la sala.

De pronto, Miguel se alzó triunfante, con el brazo en alto, sosteniendo el control remoto en la mano. Había logrado inmovilizar a Raphael sentándose sobre él, ganando la batalla, pero la cinta adhesiva que mantenía unidas las dos partes de plástico del control terminaron soltándose completamente, quedando el aparato todo desarmado en sus manos.

.- Ups...

.- Ahora me acuerdo como lo rompimos la primera vez.- Dijo Raphael, sacándose a Miguel de encima.

Un ruido estrepitoso los hizo volver la vista hacia la pantalla del televisor, prestando atención. La pantalla mostraba lo que parecían ser los restos de una explosión en un edificio, el primer piso se veía completamente colapsado bajo el segundo y todo lo demás ardiendo en llamas.

Miguel se apartó del pecho de Raphael y se sentó de rodillas sobre la alfombra frente al televisor; Raph lo imitó, sin apartar los ojos de la pantalla, mientras escuchaban la voz en off del periodista.

"... No sabemos lo que está ocurriendo al interior de este edifico abandonado, la policía y los bomberos llegaron hasta el lugar atraídos por la serie de explosiones y... ¡Oh Dios!... ¡Cúbranse!..."

Miguel y Raphael se aproximaron aún más al televisor, inconscientemente, mientras las imágenes mostraban una nueva explosión.

"Están disparando desde el interior... Cientos de disparos... Podemos ver unas figuras saliendo de entre los escombros..."

.- ¿Qué está pasando allá?- Preguntó en un murmullo Miguel, boquiabierto.

Ahora la pantalla mostraba los restos del incendio, de a poco consumiéndose gracias a la lluvia que aún caía copiosa. De entre las llamas y los escombros surgían unas figuras, levantando armas unas contra otras.

La imagen era apenas clara, tanto por la lluvia, como por la cámara que se movía en todas direcciones, probablemente por los esfuerzos del camarógrafo por filmar lo que veía y a la vez cubrirse de las detonaciones. De fondo, podía oírse la voz casi histérica del periodista, que daba pequeños grititos cada vez que se disparaba un arma. Arriba, en el cielo, los helicópteros sobrevolaban el lugar, iluminando el edificio.

Ambos tenían los ojos pegados en la pantalla, cuando irrumpió Donatello junto a ellos, con cara de preocupación y el teléfono en la mano. Los dos volvieron sus cabezas hacia él con cara de pregunta.

.- Leo llamó...-Dijo.- No alcanzó a decir nada, pero había mucho ruido, disparos… Creo que está en problemas, pero perdí la señal por completo, como si su teléfono se hubiese destruido o hubiese explotado, o... No lo sé, pero sin su aparato no puedo rastrearlo y no sé dónde...

Raphael y Miguel se miraron el uno al otro y luego se pusieron de pie rápidamente.

.- ¿Explotar?- Preguntó Miguel en voz baja, volviendo la cabeza hacia la TV. Raph se levantó y pasó corriendo junto a Don.

.- Vamos.- Dijo.- Tengo una idea de qué está pasando. Si alguna vez necesitas encontrar a alguno de nosotros, sólo sigue las explosiones.

Raphael siguió corriendo, llevándose a Donatello todavía aturdido, por la muñeca, en dirección al ascensor. Miguel los siguió de cerca, mirando por última vez por sobre su hombro hacia la TV. Ahora la pantalla mostraba una nueva explosión que hizo que la imagen se estremeciera, sin poder enfocarse.

.- De alguna forma, siempre estamos donde están las explosiones.- Se dijo y luego volteó hacia delante y siguió a los otros.

2-

Horas más tarde…

Leo abrió los ojos lentamente. Por varios segundos, sólo fue capaz de ver una mancha borrosa ante sus ojos, acompañada de un agudo dolor de cabeza.

Se preguntó dónde estaría o qué era lo que estaba haciendo o qué era lo que debía hacer, qué día de la semana era, trataba de recordar sin mucho éxito, mientras su vista lentamente volvía a enfocar los objetos que alrededor.

.- Bienvenido otra vez al mundo de los vivos.- Sintió que le decía una voz grave, muy cerca de él. Movió la cabeza en su dirección, pero de inmediato cerró los ojos de golpe con una mueca: El movimiento había sido demasiado brusco para su vapuleada cabeza.

Esperó un poco más y luego se sentó de una vez. Tuvo que tomarse unos segundos para calmar los latidos que golpearon sus sienes y el mareo que lo sacudió. Cuando por fin logró ver claramente, tenía a Raphael frente a sí, sentado a horcajadas en una silla con el respaldo hacia delante. Tenía el mentón apoyado sobre las manos y lo miraba con los ojos entrecerrados y una expresión de fastidio.

.- Raphael.- Dijo Leo lentamente, frotándose la cabeza.

.- El mismo...- Respondió Raph con voz monótona.

Así que estaba en casa. Curioso. Eso sí que no lo recordaba. Se dio cuenta de que estaba en el piso, sobre una de las colchonetas del dojo. Se dio una rápida mirada a sí mismo.

.- Tranquilo.- Dijo Raphael al ver su gesto.- No hay nada roto… De milagro.

.- Supongo que el caparazón aguantó...

.- ¿Qué?

.- Nada.

Leo alzó la vista y por un segundo se quedó mirando al vacío, tratando de recuperar de su memoria las últimas horas vividas. De pronto abrió muy grandes los ojos y se volvió violentamente hacia Raphael, con una expresión de alarma.

Raph lo miró sin entender por algunos segundos, pero luego asintió, comprendiendo.

.- Ella está bien.- Dijo.- Don la está viendo ahora, pero está entera. En parte fue gracias a que la cubriste con tu cuerpo, de lo contrario habría terminado como tortilla bajo los restos cuando todo ese quilombo se les vino encima.

.- Pero... –Leo continuaba mirándolo con extrañeza.- Las... balas... le dispararon...- Luchaba por hablar con coherencia, pero sus pensamientos eran confusos aún.

.- Chaleco.- Respondió simplemente Raphael, sin cambiar el tono de voz.

.- ¿Qué?

.- Chaleco antibalas. Traía uno puesto. Le salvó la vida, aunque los proyectiles estuvieron a punto de atravesarlo. No sé con qué diablos estaban tratando allá, pero no era chiste. La sacó barata, sólo le quedaron unos moretones en la espalda.

Leo lo escuchaba, tratando de asimilar la información. Parpadeó un par de veces y se volvió a mirarlo otra vez.

.- Las cosas... Se salieron un poco de control...

.- No me digas.- Respondió éste alzando las cejas.- Cuando llegamos, estaba la mitad del edificio en el suelo, tuvimos que evadir a los policías, paramédicos, bomberos... No sé cómo no los encontraron primero ¿Qué demonios era todo eso? Hasta ninjas del Pie encontramos, es decir, yo me he metido en problemas, pero eso...

.- ¿Y trajeron a la mujer acá?- Preguntó repentinamente, ignorando los comentarios de Raph.

Raphael se encogió de hombros.

.- Tú lo pediste. Dijiste que no estaba segura ahí. Fue lo único que alcanzaste a decir antes de que te fueras a negro otra vez. En serio, no sé como logramos salir de ahí sin que nos vieran.- Terminó, algo molesto.

Leo no recordaba haber dicho eso, pero tal vez fuera lo mejor. No había seguridad de que la mujer fuera a estar bien en un hospital, no con tanta gente tratando de matarla. Hizo el intento de ponerse de pie, pero de inmediato volvió a caer, la cabeza parecía pasarle una tonelada.

.- Será mejor que no te muevas por un rato, fue un golpe feo. Y creo que tendrás que olvidarte de dormir por las próximas 12 horas… Pero puedes aprovechar el tiempo y explicarme qué diablos pasó allá afuera.

El tono de Raph era agresivo, parecía molesto e irritado. Más de lo usual.

.- Estoy a punto de pensar que me estás culpando por todo eso...- Dijo Leo, tratando de sonreír, aunque en realidad no le parecía gracioso.

.- Don dijo que andabas persiguiendo a un asesino…

Leo dio un suspiro. Todo lo que le había pedido a Don era que mantuviera la boca cerrada, cómo podía ser eso tan difícil.

.- Ayudaba a esa mujer... Alíne... a atraparlo. Es policía. Todo iba bien, pero luego aparecieron esos tipos armados y los ninjas del Pie, y...

.- Si. Don ya nos contó todo sobre este triángulo amoroso entre Cable, el narcotraficante y los del Pie.- Lo interrumpió Raph con un tono ligeramente acusador.

.- No andaba haciendo de superhéroe, si es en eso en lo que estás pensando...- Se defendió Leo, adivinando lo que debía estar pasando por la cabeza de Raph.

.- No, claro que no.

Leo guardó silencio por un instante.

.- Raph…- Empezó al fin, con cansancio, sin tener muy claro en realidad qué quería decir. No tenía ganas de explicarse y no sentía realmente que debiera hacerlo, pero…

.- No, viejo. Ahórratelo.- Le interrumpió otra vez Raph.- Si hubiera sido yo allá afuera, me descueras vivo, pero cuando eres tú quien decide salir a hacer de ángel guardián…

.- No es eso, Raph…

.- Bueno… Cómo sea. Realmente no me importa, sólo intenta recordar esta aventurita la próxima vez que quieras recriminarme por algo. Recuerda quién es el que está constantemente haciendo de vigilante sin importarle las consecuencias.

Leo respiró profundamente, sintiéndose exhausto.

.- No ando de vigilante.- Dijo, cansado.- Pero no tuve opciones, no podía…

.- Cómo te dije, ahórrate las…

.- El asesino del que habla Don.- Le interrumpió, pero sin alzar la voz, sin alterarse.- Está buscándome, Raph. Quiere pelear contra el que derrotó a Saki… Quiere pelear conmigo. Ya mató a un montón de gente sólo para provocar un combate, sólo para atraer mi atención.- Se volvió a verlo con una mueca de disgusto y perplejidad, como si recién ahora que lo decía, se diese cuenta de la parte que él mismo jugaba en todo eso, de cómo sin querer lo había provocado todo.- Tengo que pelear con él, terminar con esto o seguirá matando... Y eso es algo con lo que simplemente no puedo vivir.

Raph aún no entendía lo que había significado derrotar a Shredder, el caos que se había desatado por culpa de eso. No entendía cómo era ser perseguido cada tanto por algún demente ansioso de probar su valía contra "el que había acabado con Shredder". No lo entendió cuado las bandas rivales estallaron en guerra hacía unos meses atrás y no lo entendía ahora. Y aún cuando estaba más que dispuesto a tomar toda la responsabilidad por las consecuencias, los efectos colaterales seguían lloviéndoles a todos por igual, la guerra en las calles había sido prueba de ello y entendía un poco por qué Raph podía sentirse molesto con todo eso, aún así… No parecía demasiado pedir un poco de comprensión de su parte.

Se puso de pie y se encaminó hacia la sala.

.- No pedí nada de esto, Raph pero matar a Shredder tiene sus consecuencias y tengo que hacerme cargo…- Comenzó a caminar, dándole la espalda.- Considérate afortunado de haber esquivado esa bala.

Raphael no contestó.

No sabía hasta dónde le había entendido todo eso, pero como en muchas otras ocasiones, discutir con él era una batalla perdida.

3.-

Meza abrió los ojos. Lo primero que vio fue algo de color marrón que se sentía felpudo al tacto. Pasó un tiempo antes de que su cerebro comenzase a funcionar nuevamente y se diese cuenta de que estaba recostada sobre un sofá.

Se sentó de golpe, casi cayéndose al suelo, sintiendo el corazón a punto de salírsele del pecho. De inmediato sintió una mano sosteniendo su hombro, impidiéndole levantarse.

.- No se mueva todavía, sufrió un golpe bastante fuerte.- Dijo suavemente una voz.

Meza hizo una mueca de dolor, cerrando los ojos, tratando de controlar las nauseas y el mareo que sentía. Lentamente se sentó en el sofá y volvió la cara hacía la voz, abrió los ojos y se encontró cara a cara con una criatura verde con una cinta púrpura cruzándole el rostro, que le miraba sonriente.

.- ¿Cómo siente?- Le preguntó acercándose a su rostro.

Meza se echó para atrás violentamente, ahogando un grito en la garganta y por poco estuvo a punto de irse de espaldas con sofá y todo. La criatura la miró sorprendida mientras ella trataba sutilmente de escabullirse trepando por el respaldo del mueble.

.- ¿Qué...? ¿Qué es esto? - Balbuceó alterada. Don la miró aún más confundido.

De pronto la mujer dejó de tratar de escapar de Don y lo miró detenidamente, mientras su cara se iba relajando más y más.

.- Oh... Tú. Ahora recuerdo.- Dijo al fin en un murmullo, volviendo a sentarse con tranquilidad.- Leonardo... Lo siento...

Don la miró sin comprender unos segundos y luego sonrió.

.- No. Donatello es el nombre, Don si prefiere.- La corrigió.

Ésta vez fue la mujer quien lo miró sin entender, pero entonces se fijó más en su rostro y se dio cuenta que en realidad no era exactamente la misma criatura que había conocido esa noche. Ésta parecía un poco más alta y delgada y su color de piel era distinto.

.- Entonces...- Comenzó confundida, pero justo en ese momento sus ojos se desviaron hacia la figura que se aproximaba a ellos.

.- Despertaste.- Dijo simplemente el recién llegado. La criatura que se había presentado como Donatello se volvió también hacia él. Meza reconoció al instante su voz. Miró alternativamente a Leo y a Don.

.- ¿Cuántos hay de ustedes?- Preguntó casi sin pensar. Leo se encogió de hombros.

.- Sólo mis hermanos y yo.- Dijo.

De inmediato, Meza fue conciente que desde las esquinas de la habitación habían aparecido dos criaturas más, una aún más corpulenta que Leonardo y ceñuda, que se plantó frente a ella con los brazos cruzados y mirada desafiante; la otra salió de un rincón, con lo que parecían ser un Mp3 y unos audífonos alrededor de la cabeza. Meza los miró a los cuatro de hito en hito y luego enterró la cara entre las manos.

.- Oooooohhhh.- Exclamó.- Esto no puede estar pasando...

Leo puso una mano sobre el hombro de la mujer, sentándose a su lado.

.- No te preocupes, estarás a salvo aquí.

De inmediato la mujer levantó la cara, mirando con los ojos muy abiertos.

.- Cable...- Dijo en un murmullo, luego se volvió hacia Leo.- ¿Dónde está?

.- No lo sé. Lo perdí en la confusión.

Apenas escuchó eso, la mujer se puso de pie e hizo ademán de pasar por el lado de Leo.

.- ¿Por dónde salgo de acá?- Le preguntó, tambaleándose. Leo la tomó por un brazo.

.- Espera un momento...

.- No puedo, no puedo esperar, tengo que encontrarlo.- Meza intentó soltarse, pero fue inútil: firmemente, pero sin hacerle daño, Leo la empujó de vuelta al sofá.

.- Sólo espera un momento ¿Quieres?- Le dijo, Meza lo miró ceñuda.

Acto siguiente, Leo se volvió hacia sus hermanos y les dirigió una significativa mirada. Raphael se encogió de hombros y simplemente dio media vuelta.

.- Haz lo que te dé la gana.- Murmuró con los dientes apretados. Antes de irse le dirigió una mirada hostil, que Leo trató de evitar. Don también se retiró, llevándose a Miguel con él.

.- Tú sabes cómo es, tiene esa forma tan especial de demostrar preocupación.- Dijo Don antes de perderse por completo de vista.

.- ¡Yo no estoy preocupado por ese surullo! - Se escuchó la voz de Raph desde alguna de las habitaciones.

Leo respiró profundo. Una vez solos, se volvió a la mujer nuevamente.

.- Deberías descansar un momento.- Le dijo.

Sólo entonces la mujer notó que sus ropas estaban casi secas y que ya no llevaba el chaleco y que su blusa estaba medio abierta. Leo vio su gesto y parpadeó, ligeramente avergonzado.

.- Lo siento, pero tuvimos que hacerlo, creíamos que las balas te habían impactado.

Sin embargo, la mujer apenas si prestó atención a sus ropas.

.- Tengo que irme.- Repitió.

Leo la miró más detenidamente, tenía la cara con diversos moretones y magullones, por sus ojos podía ver que estaba tan cansada como sonaba su voz, el pelo todavía mojado. Recordó ese extraño episodio en el que la mente de la mujer pareció desaparecer por completo de la realidad…

.- No puedes salir ahora tras Cable. No tendrías oportunidad.- Le dijo suavemente.

La mujer se puso nuevamente de pie.

.- Eso no es asunto tuyo.

.- No vayas.- Pidió él nuevamente, poniéndose de pie también. Intentó poner una mano sobre su hombro, pero la mujer se la apartó con rabia.

.- Te dije que me dejaras en paz. A ti no te importa lo que me pase, lo único que quieres es tener a Cable para ti solo.

.- ¿Qué?

.- Quieres ser tú quien lo derrote ¿Verdad? Pero es mío, Cable es mío...

.- No... No es...

.- Lo vi en tu cara, tú expresión era como la de él, sólo les interesa el combate. Pertenecen a la misma calaña.- Terminó, mirándolo con desprecio.

Leonardo arrugó la frente, alejándose un poco de ella.

.- No soy un asesino.- Le respondió, tratando de conservar la calma.

.- Por lo que vi esta noche, eso es sólo cuestión de perspectiva.

Esta vez Leo no respondió, se quedó callado frente de la mujer, profundamente ofendido, sin embargo no dijo nada más para defenderse.

De pronto sus ojos bajaron inconscientemente hasta el pecho de la mujer. La enorme cicatriz que le cruzaba el pecho había llamado su atención. Era primera vez que la veía, era de un rojo intenso que resaltaba aún más contra su piel blanca, e iba diagonalmente desde el hombro izquierdo y hasta un lugar que se perdía dentro de su blusa.

La mujer notó su mirada y de inmediato cerró la ropa con sus manos, mirándolo con enojo. Leo no comprendió al principio, pero luego abrió los ojos muy grandes.

.- Oh, no... – Dijo, sacudiendo con fuerza la cabeza.- No es lo que piensas... Es… Esa cicatriz...

La mujer le dio la espalda y comenzó a caminar mientras Leo aún hablaba. Leo suspiró, bajando la mirada y dejando caer los hombros.

.- ¿Dónde está la salida?- Preguntó Meza secamente.

.- Solo sigue adelante...- Le dijo Leo, dándole la espalda también.

Esperó hasta el último momento para volver a hablar.

.- Un momento.- Dijo. La mujer esperó.- Esa cicatriz ¿Cómo te la hiciste?

.- Cable...- Respondió simplemente.

.- Te atacó...- Dijo Leo pensativo.- Pero no estás muerta...

La mujer guardó silencio y bajó la cabeza.

.- No.

.- ¿Lograste escapar y sólo pudo dejarte esa marca? ¿Eso fue?

.- Sí.

.- No es verdad. A él no se le escapa nadie.

Leo sabía lo que había visto en el edificio, esa extraña escena en la que el asesino acariciaba la mejilla de la mujer. Meza guardó silencio por varios minutos, sin volverse a mirarlo. Finalmente habló, muy despacio.

.- Una vez que acabó con Daniel corrió hacía mí. Yo no podía moverme, no podía hacer nada. Sólo estaba ahí, esperando a que acabase conmigo también. Cable dio el primer golpe, sentí su espada contra mi piel, como hierro caliente, recuerdo haber cerrado los ojos... Caí. Lo vi antes de perder el conocimiento, estaba de pie frente a mí... Horas después desperté en el hospital, estaba viva y no demasiado dañada y no sabía porqué.- En cuanto terminó de hablar, continuó su camino hacia la salida. Antes de abrir la puerta se volvió una última vez.- Aún no sé porqué.- Repitió en un susurro, luego desapareció de la vista.

Leo se quedó inmóvil por varios minutos después de su partida, hasta que vio a Don aparecer en la habitación. Caminó hasta detenerse frente a él, miró en todas direcciones y al no encontrar a la mujer se volvió hacia Leo.

.- ¿Se fue? ¿En verdad se fue?

Leo asintió.

.- ¿Qué podía hacer? No es mi prisionera, no podía retenerla aquí a la fuerza.- Dijo, con los ojos en la nada.

.- ¿Qué vas a hacer? – Preguntó Don. Leo alzó la vista.

.- ¿Escuchaste todo?

.- Gran parte. No fue mi intención, sólo estaba en la cocina, y ya sabes que aquí hay mucho eco...

.- Sí...

.- Tiene un pésimo concepto de ti ¿Ah? - Dijo Don pensativo. Leo ahogó una risa y lo miró de soslayo.

.- En parte tiene razón, en parte se equivoca.

.- ¿Y cuál sería cual?- Preguntó Don.

.- Tengo negocios pendientes con ese asesino.- Dijo, pero casi de inmediato suspiró.- Es verdad, quiero enfrentarme a él. Quiero saber de que se trata todo esto, ver el final de la historia… Además, no confío en que ella pueda detenerlo.

Don se le quedó mirando un rato y finalmente asintió.

.- Debo encontrarla.- Dijo Leo al fin.- ¿Le pusiste un...?

.- Yep...- Contestó al instante Don.

.- Buen chico.

.- Aunque no creo que alcance a llegar muy lejos así como está.

.- Yo tampoco, pero lo que le falta en condición le sobra en inestabilidad, puede ponerse aún más complicado...

.- ¿Ah, sí?

.- Recordé lo último que hizo antes de que el edificio se nos viniera encima, me llamó Dani... Creo que esto ya no tiene nada que ver con venganza para ella. Ya no por lo menos.

.- ¿Y qué entonces? - Preguntó Don, curioso. Leo se volvió a verlo y encogió los hombros.

.- No lo sé bien aún...- Dijo al fin, pero eso no era exactamente cierto. Don continuó mirándolo sin comprender, pero Leo no explicó más.- Ya me voy.- Anunció finalmente.

Se encaminó hacia la puerta, recogiendo sus espadas en el camino y envainándolas. Don vio que junto a las fundas de las espadas, Leo había sujetado un bo de metal. Lo usaban generalmente para las prácticas, estaba hecho de un metal liviano y era la mitad de largo que el suyo.

.- ¿Tienes que ir solo?- Se le ocurrió preguntar de repente.

Leo pensó un segundo... Pensó en lo de los daños colaterales, pensaba mucho en eso siempre. Siguió caminando hacia la puerta mientras pensaba.

.- Si.- Dijo al fin.

TBC