15.- LA HISTORIA DE CABLE.
La lluvia era una muralla de agua a través de la cual, apenas se distinguían las formas de los objetos.
Leo los encontró a ambos entre las lápidas. Se ocultó tras unos arbustos, a sólo unos metros de ellos, tan cerca, que podía oír la voz del asesino con toda claridad y sin embargo, aún no había sido visto.
La mujer estaba de rodillas, con la cabeza baja. Jadeaba, tenía problemas para respirar; el asesino estaba erguido en toda su estatura frente a ella, la miraba desde arriba, sosteniendo la espada en su mano derecha. Leonardo aguardó, sin hacer el menor movimiento: La mujer estaba demasiado comprometida, un movimiento en falso, y no llegaría a tiempo para salvarla.
Cable había comenzado a hablar, en su tono profundo. Se quedó quieto y escuchó...
.- Hace exactamente cinco años atrás...- Comenzó Cable.- Había un grupo de sujetos que se ganaba la vida robando y asesinando. Eran tres de ellos. Por un tiempo las cosas fueron bien, hacían trabajos pequeños y luego se repartían las ganancias entre sí. Sin embargo... el último trabajo juntos fue más grande de lo usual.- Cable se detuvo para exhalar una carcajada.- Supongo que eso los cegó, se volvieron locos.
Cable hizo una pausa, su cabeza inclinada hacia arriba, hacia la lluvia, perdido en los recuerdos.
.- Esa misma noche, cuando ya estaban suficientemente borrachos, dos de ellos decidieron que era mucho mejor repartir el dinero en sólo dos partes, así que acordaron deshacerse del tercero.
Cable se inclinó, doblando sus rodillas, quedando su rostro a la altura del de Meza. Ésta, haciendo un esfuerzo, logró mirarlo a la cara. El asesino sonreía, con su forzada y estática sonrisa de siempre, con los mismos lentes oscuros, incluso en esa oscuridad.
.- El tercero era un tipo muy tonto, nunca había tenido nada en la vida, excepto a ella… ella….- Hizo una pausa. La sonrisa se relajó un poco.- Los otros dos lo traicionaron como a un perro...- Cable lanzó otra carcajada profunda.- Esa misma noche, lo golpearon hasta casi matarlo y luego lo arrastraron por la carretera, hasta un poste de alta tensión, hallaron un grueso cable desprendido y se las arreglaron para atarlo con él ¿Alguna vez haz recibido una descarga de energía, digamos, unos cuantos cientos de voltios?- La sonrisa de Cable se hizo más amplia.- Duele... Los ojos se te fríen como huevos...
Cable se retiró las gafas negras para revelar el par de cuencas vacías. Alíne ahogó un grito en la garganta y retrocedió, arrastrándose sobre el barro. Lamentablemente, no pudo llegar muy lejos, el dolor en el costado era demasiado intenso como para moverse demasiado.
Cable avanzó, más cerca de ella, poniéndose nuevamente los lentes.
.- Yo debí haber muerto esa noche, pero…- Se encogió de hombros, con la misma sonrisa.- No lo hice.- Lanzó una carcajada larga y profunda antes de continuar.- Fue un chasco, uno de los buenos, pero uno macabro… Viví, sí. Sí que viví. No podía ver, y el dolor era tan malo que quería arrancarme la piel a tirones, pero siempre estuve ahí, nunca me fui, nunca perdí la conciencia.- Cable se aproximó aún más a ella, sentía como la miraba con cuidado, apenas podía creer que fuera ciego, sentía su aliento contra su piel.- Y escuché todo.- Siguió.- Todo.
Cable se movió más rápido que la luz, no lo vio venir, ni siquiera pudo reaccionar: estiró su brazo y cerró su mano alrededor de su cuello con fuerza, cortándole el aire enseguida.
Como si estuviera hecha de aire, la levantó y la atrajo aún más hacía él sin ningún esfuerzo, ella volvió la cara, tratando de evitarlo hasta donde le fuera posible. Meza sintió una oleada de pánico, bordeando el terror; comenzaba a tener una idea de lo que quería hacer con ella antes de matarla, de por qué se había tomado su tiempo y sabía perfectamente que no tendría cómo resistirse, que no tendría cómo pelear. No podría moverse, no podría huir, sólo esperar a que pasara y que lo que fuera, acabara rápido…
.- No había pensado en la mujer en mucho tiempo. No recuerdo el nombre siquiera, pero recuerdo que gritó. Gritó mucho. Ellos le hicieron cosas a ella también, lo sé, yo estaba ahí, no muerto, vivo. Escuchando…- Cable pegó su rostro a la mejilla de ella y respiró profundamente por la nariz, como si quisiera absorberla. Aline no se movió, pero casi dejó escapar un grito.- No había pensado en la mujer en mucho tiempo.- Repitió y su voz resonó contra su oído. Meza trató de librarse, pero era inútil, la garra de Cable era de acero. Él continuó cómo si nada.- Se fueron y yo me quedé, logré sobrevivir esa noche y luego regresé por ellos. Nadie jamás encontrará sus cuerpos, los trozos que quedaron son demasiado pequeños. Tomé el cable con el que me habían atado, era la señal de mi sobrevivencia y la de muerte para todos los demás. Supongo que el nombre que me pusiste resultó muy apropiado.
.- ¿Por qué no me matas de una vez? - Gritó Meza, pero su voz sé quebró a medio camino. Su labio inferior temblaba, su rostro estaba mortalmente pálido. Cable sonrió.
.- Primero no sabía. Tuve que pensarlo. Después de matar a tu compañero, fui hacia ti, pero no pude seguir después de la primera estocada, no había placer al cortar tu carne, no supe por qué. Era algo en lo que debía pensar. Me quedé mucho rato observándote, mucho rato tratando de descubrir por qué no podía matarte, qué me impedía acabar contigo... Y entonces me di cuenta. Fue cuando maté a ese hombre, lo sentí en tu voz, en tú olor, el mismo miedo de la mujer que conocí, la misma desesperanza, la misma agonía de ver como su vida se iba despacio. – Cable se aproximó a Meza y acarició su mejilla con la mano.- Era tan hermoso, sentiste lo mismo que ella sintió cuando trataron de matarme, tus gritos eran como los de ella. Me recordaste a ella, a la mujer que conocí…
La rabia de Meza fue superior a su miedo. No podía ser, no podía ser que el monstruo le hubiera perdonado la vida porque la había confundido con su noviecilla.
.- Cerdo asqueroso, no me toques.- Murmuró entre dientes, haciendo a un lado su mano de un manotazo. Cable la soltó, la dejó caer al suelo de alto abajo. Sujetándose el costado, Meza se de pie puso dificultosamente.
.- Tú lo mataste ¡Tú lo mataste!- Gritó y su voz le lastimó la garganta.
El asesino la imitó y se puso de pie también. La mujer apenas podía estarse parada, se tambaleaba, luchando por mantenerse conciente.
.- ¿Quieres vengarte de mí?- Preguntó Cable, sonriendo como siempre.- ¿Todavía quieres la venganza por lo que le hice a tú amigo? Lo entiendo...
Pero Alíne negó con la cabeza. Cable la miró extrañado.
¿Quería realmente venganza? Pensó la mujer. Tanto tiempo y ahora venía a preguntarse ¿Era eso lo que realmente quería? Ahora, al borde del final, todo parecía distinto, todas las cosas habían comenzado a doler distinto... Había que poner fin al dolor, era lo único que quería.
Un maldito sinsentido había hecho que Cable sobreviviera a una muerte segura y ahora estaba pasando lo mismo con ella. Por más que lo odiara, no dejaba de sobrevivir. Realmente no sabía si reír o llorar. No era justo. No parecía justo. Daniel había muerto, él no había tenido ninguna oportunidad, era él quien merecía estar con vida, no ella. El destino había hecho una mala elección, el destino insistía en mantenerla con vida a pesar de lo inútil de su existencia. Era, sin duda, una muy mala elección y ahora tendría que vivir con ella, sufrirla... O tal vez no.
Respirando profundamente, Alíne dejó caer ambos brazos, sosteniéndose apenas en sus piernas. Tras unos segundos más en los que intentó recuperar el aliento, logró mirar al asesino.
.- No, no quiero venganza. Lo que quiero…- Dijo con la voz apagada. Meza extendió sus brazos, revelando gran parte de su pecho y la cicatriz que lucía brillante bajo la lluvia.- Lo que quiero es que termines tu trabajo. Termina lo que empezaste con ésta cicatriz.
Cable pareció dudar, dividido entre el asombro y la duda.
.- ¿Eso es lo que quieres?- Preguntó al fin, Alíne asintió.- Entonces que así sea.- Dijo, blandiendo la espada a un costado. Meza cerró los ojos.
.- Adelante.- Susurró.- No quiero estar con vida. No más.
Cable asintió con la cabeza.
.- Ella habría querido morir también. En aquellas últimas horas, sé que lo deseó también.
La cara de meza se contrajo, los ojos se le llenaron de lágrimas, pero no se volvió a mirarlo.
.- ¿Por qué lo mataste?- Lloró, apenas audible.- ¿Por qué a él y no a mí?
Cable retrocedió un par de pasos.
.- No te preocupes.- Dijo.- El dolor acabará pronto.
Sostuvo la espada con ambas manos y la levantó sobre su cabeza.
Leonardo salió de entre los arbustos, sin agitar una hoja. Había escuchado suficiente. Cable avanzó, dirigiendo la espada hacia el cuello de Alíne. Ella no hizo ningún movimiento, su mirada estaba perdida en el barro bajo sus pies, sus ojos llenos lágrimas.
Leo interpuso una de sus espadas en el preciso momento en que la hoja de Cable caía sobre ella. Sin esperar a que el asesino se recuperase de la impresión, se abalanzó sobre él.
.- ¿Qué estás haciendo?- Gritó con rabia. Tenía la cabeza vuelta hacia la mujer, pero atacaba sin detenerse al asesino con una sola de sus espadas, obligándolo a retroceder.
Ella alzó la vista sorprendida ¿De dónde había salido? Leo la seguía mirando, mientras golpeaba a su oponente sin siquiera verlo.
.- ¡¿Qué demonios pensabas hacer!.- Le gritó nuevamente, furioso. No sabía bien por qué, pero de pronto estaba tan enojado que la habría matado él mismo. Aprovechó esa furia para descargarlo todo sobre Cable.
Su tono de voz logró que Alíne reaccionara, como si volviera de un sueño profundo.
.- ¿Qué?- Atinó a decir tras unos segundos.
Leo no pudo contestar de inmediato, Cable pretendía tomar la ofensiva después de todos esas estocadas sin respiro que le había dado, finalmente tuvo que volver toda su atención hacía él. Cable estaba acortando la distancia entre ambos, su espada, más larga y poderosa, rechazaba fácilmente la de Leo, pero éste aún se negaba a desenfundar la otra. Cuando la tensión entre ambos se volvió insoportable, Leo optó por separarse de él, saltando hacia atrás, logrando alejarse varios metros.
Cable no lo siguió, permaneció en su lugar, inmóvil como una estatua.
Leonardo se tomó unos segundos para recobrar el aliento antes de volver a hablar, sin apartar sus ojos del asesino.
.- ¿Así es cómo honrarás su muerte?- Dijo y la voz le temblaba de rabia.- ¿Ofreciendo tu vida a su asesino, rindiéndote como una cobarde…?
.- ¿Cobarde?- Repitió la mujer, atontada.
.- ¡Reacciona!- Le gritó lo más fuerte que pudo para que su voz sonara por sobre el ruido de la lluvia.
Pero la mujer no respondió, sus ojos quedaron abiertos de par en par, completamente ausentes de lo que ocurría a su alrededor, mientras la pelea se reiniciaba. La espada de Cable brilló en la oscuridad, Leo alzó la suya, aún una sola de ellas. Sin perderse de vista, comenzaron a circundarse, lentamente, describiendo una amplia órbita, un espacio amplio, pero a sólo un salto de distancia para cualquiera de los dos.
.- Finalmente, guerrero verde.- Siseó el asesino.- Finalmente podemos terminar nuestra pelea.- Leo no le respondió.- Trabajar para Aliaga sólo fue un pasatiempo, en cuanto te vi, supe que eras un enemigo digno. Le darás un nuevo valor a la misión para la que he sobrevivido todo este tiempo.
.- ¿Misión?- Leo arrugó la frente.
Cable blandió la espada delante de él en rápidos movimientos, para finalmente dejarla apuntando hacia la tierra, apartada de su cuerpo, lista para atacar.
.- Matar. Pura y simplemente.
Leo no se inmutó, sólo se quedó ahí, escuchando, mirando con cuidado al asesino, intentando comprender su naturaleza.
.- Lamento el dolor de tú pasado.- Dijo al fin, sereno, sin alzar la voz.- Pero no permitiré que sigas matando y si para detenerte debo combatirte y vencerte, entonces lo haré.
Cable soltó una nueva carcajada, larga y estruendosa.
.- Nunca podrás detenerme, guerrero. Es mi deseo de venganza lo que me impulsa, crece y se hace fuerte con cada muerte que ejecuto, tan poderoso, que Dios mismo tiembla ante él. - Cable adelantó una pierna hacia él, poniéndose en posición de ataque.- Ahora, guerrero, prepárate a morir.
Se lanzó contra él, casi arrastrando la punta de la hoja contra el suelo, alzándola horizontalmente en el último segundo, esperando hacer contacto con el cuello de Leo. Leo opuso su propia espada y bloqueó el ataque, golpeando a su vez la hoja contraria, obligando a su oponente a regresar a su posición anterior, quedándose a la espera del próximo asalto.
.- Soy un instrumento de la muerte.- Gritó el asesino cuando sus pies volvieron a tocar tierra.- Mi odio es imparable, mi dolor infinito y todos pagarán con sus vidas por ello.
Arriba, en el cielo, un relámpago estalló, seguido del estruendo del trueno, interrumpiendo sus palabras, creando automáticamente un momento de paz. Ambos oponentes guardaron sus distancias, esperando el momento para el próximo asalto.
Leo se relajó a lo que el aire dejaba de retumbar, veía a su oponente frente a sí y en su mente los motivos para derrotarlo estaban claros, no habría más cuestionamientos, sabía lo que debía hacer y sólo con esa claridad sería capaz de visualizar el triunfo… No es que le hubiera costado tanto decidir que debía eliminar al maldito hijo de puta, de todas formas.
.- Sólo eres un asesino.- Dijo con voz serena.- Sólo eso.
Cable se inclinó hacia delante y corrió hacia Leo, hacia su derecha. Leo alzó su espada en espera del golpe, pero tras una rápida finta, Cable cambió su dirección y antes de que Leo pudiese verlo claramente, la hoja de su espada cortaba el aire a su izquierda.
Saltó dando un medio giro, apenas escapando del filo, pudo oírlo silbar en el aire frente a su cara. Cable atacó nuevamente, sin esperar un segundo, lanzando golpe tras golpe de su espada, Leo los bloqueó todo, sacando chispas cada vez que ambas hojas se encontraban.
.- ¡Matar es mi único propósito! - Gritó Cable.- Matarte demostrará la verdad de mis razones, mientras más poderoso es mi enemigo, más ciertas se vuelven.
A pesar de que a cada minuto la lucha se volvía más y más intensa, Leo seguía evadiendo los ataques sin desenvainar su segunda espada. A pesar de que Cable era rápido e increíblemente diestro, aún creía poder ganarle en agilidad.
Flectando ambas piernas dio un salto, pasando por encima de su cabeza, aterrizando a sus espaldas. Sin volverse aún, se agachó, deslizando una de sus piernas. Pudo sentirla haciendo contacto con el cuerpo de Cable, el golpe envió al asesino por los aires... pero no cayó. Antes de que su cuerpo tocara tierra, se acomodó y aterrizó sobre sus propias piernas. Lo atacó de vuelta, lanzando estocadas directas, tratando de empalarlo, a las que Leo evadía simplemente retrocediendo a saltitos.
.- Pero matar no cambia nada.- Dijo. Cable saltó nuevamente hacia él, descargando una lluvia de golpes desde distintos ángulos a la velocidad de la luz. Leo los bloqueaba todos, y continuaba hablando.- Sé que debes darte cuenta. No cambia nada porque el dolor sigue ahí… Sé que es así.
.- Cállate.
.- No hay alivio, no hay catarsis. No hay liberación. No la hay, nunca la habrá, sólo dolor...
.- ¡Cállate!- Cable dirigió el filo contra su garganta, pero falló.
.- Sé lo que sientes y siento compasión por ti…
.- No… ¡Cómo te atreves!
.- Estás atrapado en esa noche una y otra vez…
Cable lanzó un rugido con toda la fuerza de que fue capaz y su voz se impuso en medio de la lluvia. Se lanzó sobre Leo una vez más, pero esta vez cargado de ira, cargado de rabia, por primera vez, no sonreía, la sonrisa se había esfumado completamente de su cara, por primera vez.
.- ¡Eso no importa!- Gritó, desquiciado.- ¡Nada importa! ¡Nadie merece vivir mientras ella esté muerta!
Descargó la espada contra el lado derecho de Leo, un golpe fácil de anticipar, pero increíblemente fuerte. Puso su espada para bloquearlo, pero el impacto lo hizo resbalar por el barro, mientras aguantaba la presión contra su espada.
.- ¿Ella? – Preguntó Leo, mirándolo extrañado.- ¿Quién es ella?
Cable se detuvo en seco, con la boca abierta.
Leonardo aprovechó para apartar la espada con un golpe, mandando al mismo tiempo una patada al pecho del hombre. Éste retrocedió, pero su expresión permaneció congelada en la estupefacción; ni siquiera había sentido el golpe, su mente estaba lejos de ahí. Leo volvió a adoptar posición de ataque frente a él y esperó.
.- Su nombre….- Repitió Cable, como hipnotizado.
La había olvidado, era verdad, no podía recordarla. "Las cosas que hacemos cuando la pena es demasiada" pensó Leo… Observó al hombre con cuidado, estaban ahí en su rostro, el dolor y la pérdida. Sintió genuina compasión por él… Pero también la sentía por sus víctimas. No. No estaba tratando de convencerlo de nada: Sólo buscaba desestabilizarlo lo suficiente como para poder destruirlo. Y en algo estaba resultando. Pudo notarlo enseguida: Sus golpes ya no tenían la precisión de antes, estaban fallando, Ya no eran los controlados golpes de antes, sino sólo estocadas impulsivas tiradas casi sin pensar.
El rostro de Cable cambió otra vez, se ensombreció. Estaba lleno de furia, lleno de odio y como nunca antes, no sabía cómo ocultarlo.
.- ¿Tú quieres que me detenga?- Comenzó, con voz ronca.- Tendrás que ganarte ese derecho.
La sonrisa apareció de nuevo en el rostro de Cable, tan blanca, reluciente y demente como siempre. Con la espada describió un círculo frente a él y la estela de su hoja quedó suspendida en el aire.
.- Prepárate guerrero.
Leo adoptó una posición defensiva. Por supuesto, pensó. Las palabras estaban demás, siempre lo estuvieron…
Siendo ambos espadachines, sólo había una forma de resolver las cosas.
TBC
