DISCLAIMER: Nada de lo que les resulte conocido es mío, sino de J. K. Rowling (y otros, pero en ese caso agregaré notas al pie para identificarlos) y mis intenciones al respecto no son buenas, pero tampoco delito.

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No es justo

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Pero decir que Percy había encontrado una solución era un exabrupto. Un error de concepto. Más apropiado sería decir que se había aferrado a la idea de no necesitar solución alguna. Y a la confortante sensación de tener nuevamente todo bajo control.

Tener todo bajo control no se compadece con fluir; por eso el aplicado y estudioso Percy no había sido nunca un mago demasiado brillante.

Nunca tan poderoso como hubiera deseado (si es que Percy hubiera sido capaz de conjugar el verbo desear). Ni tan preciso.

Hasta el emocional, caótico e ignorante Ronnie era más poderoso que él, aún con su varita heredada, y sus errores de pronunciación.

Y lo más irritante, nadie en su familia con mejor control y medida y dirección que los irrespetuosos y desaforados gemelos.

No, la vida no había sido justa con Percy.

La vida había sido malditamente injusta con él. La retorcida ironía de que el único desliz en toda su calculada existencia terminara así, no era más que la envenenada guinda que coronaba una copa ya previamente llena de mala voluntad. La vida lo odiaba.

Por eso la imprevista decisión de tomarse la justicia por su mano no chocó con sus principios.

Las familias deben ser equitativas: El poder para quien más trabaja, los puntos para quien cumple, la aprobación para quien obedece, el afecto para quien no da quebraderos de cabeza, y nunca huecas las amenazas.

Molly tenía guardado, aparte, un album repleto de fotos en las que un Percy piojo reclamaba enfurruñado: "no es justo". No importa cuan alegre hubiera estado el Percy real en el momento de sacársele la foto, tarde o temprano el Percy retratado se enfurruñaría y exclamaría: "no es justo".

Lo desconcertante era que el Percy real jamás lo había dicho. En voz alta.

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