La Divina Forma Humana
By L.S.T.P
DISCLAIMER: Ninguno de los personajes me pertenece. (a excepción de Mary Shelly)
ADVERTENCIAS: ESO ES SLASH. CONTIENE VIOLENCIA, MALAS PALABRAS Y TEMAS FUERTES. SI NO TE GUSTAN ESTE TIPO DE COSAS POR FAVOR REGRESA. GRACIAS
Cuando por fin despertó, el cuarto apestaba a sudor, colillas de cigarro y a brandy. Confundido, estiro su brazo derecho en un intento vano de abandonar la modorra, pero al hacerlo sus dedos no encontraron el consuelo de la suavidad de las sabanas sino tibia piel debajo. Estaba oscuro, pero la mujer durmiendo a lado suyo no necesitaba a la luz para anunciarse.
Permaneció un momento mas entre las sabanas, esperando pacientemente a que sus ojos se acostumbraran a la total oscuridad. Su mano derecha todavía estaba pegada a la piel bronceada, como si un hechizo le impidiese soltarse. Un hechizo tibio y reconfortante, un cobertor contra el frío del mundo. Tanteó la piel con detenimiento, dibujando círculos flojos en la espalda de la mujer. Imaginando, pues no podía ver con detalle, las pecas espolvoreadas y el pequeño lunar en el hombro que sabía que estaba allí.
Cuando por fin alejo su mano, la modorra había desaparecido casi por completo. Ya podía ver un poco y mejor. Pero la pereza de abandonar un lugar tan cómodo lo hizo vacilar mas de una vez antes de quitarse las colchas e ir al baño. Se dirigió sin contratiempos, a pesar del mobiliario que le dificultaba el camino.
Se desabrochó los pantalones, y se paro frente al retrete. Oyendo, sin escuchar, el leve sonido de agua cayendo. Cuando hubo terminado se aseó, y aun sin prender la luz se lavo las manos. El aroma del jabón era demasiado fuerte y por alguna razón supo que era verde. Si, verde, ese tipo de jabón que le incomodaba, no importaba nunca la marca siempre y cuando no fuese verde.
Caminó de regreso a la cama, pero mientras lo hacia alcanzo a divisar, sin querer, sus zapatos, olvidados, junto a su corbata, saco y camisa, y por alguna razón cambio de opinión sobre regresar a la cama. Dio media vuelta y penso que un poco de aire fresco no le podría caer mal.
El piso de madera debajo de sus pies se sentía acogedoramente tibio. Su casa, o mejor dicho la casa de su esposa, tenia calefacción. Ginny, o la Sra. Virginia Potter que era como ahora todos la conocían, era muy escrupulosa. Bueno, eso, y ademas de que Ginny sabía, más que nadie, sus gustos, costumbres y manías.
Y una de estas era caminar descalzo, lo que Ginny, ni nadie cercano a él sabía, era que esto era un gesto copiado. Un gesto de Sirius, Sirius que ya llevaba diez años muerto. Sirius, el legitimo dueño de la cabeza del elfo que tenia en uno de sus cuartos, pero por supuesto eso tampoco lo sabía nadie.
Mientras caminaba, sintió la textura de seda debajo de sus pies, anonado, se giro un poco para poder ver, con mas claridad el objeto extraño. Un vestido rojo, que alguna vez había sido elegantemente revelador, yacía en el piso arruinado. Una verdadera pieza de calidad, aun para sus ojos torpes carentes de buen gusto.
Sin pensarlo y de cuclillas tomó el vestido por una punta y con manos claramente fuertes rasgo un pedazo, sin razón aparente alguna. Sabía que Ginny no se enojaría, el vestido ya estaba de por sí arruinado, ademas, Ginny nunca se enojaba con él.
Siguió caminando, y mientras lo hacía sacó el encendedor y cigarrillos de su bolsa que siempre estaban allí. Aun a pesar de la callada molestia de Ginny y de la muy vocal molestia de Molly Weasley. "Harry, querido. Apaga ya ese cigarrillo, que aveces me pregunto quien sé esta fumando a quien"
Caminó por cuartos y pasillos innecesarios, contando ya de por sí los cuartos individuales de visita de cada uno de los Weasleys. Ginny siempre había querido una casa grande y elegante, y llegado el momento Harry no pudo resistirse a concederle este pequeño capricho, una banal remuneración por su hermano perdido en la guerra. Percy Weasley, ex mano derecha de Fudge, había muerto tratando de defender el ministerio de la inesperada redada de mortifagos.
Entró a su cuarto, o como a Ginny le gustaba llamarlo mientras reía y agitaba su larga cabellera roja, su santuario. Su cuarto, era mas como una zona de relajación, el piso consistía en pequeñas baldosas y lo demás de abajo era agua. No tenia ni techo ni paredes. Y estaba en la planta más alta de la casa. Caminó despacio hasta llegar a la ultima baldosa. Se sentó y lentamente dejo de ser, Harry Potter, el niño que vivió, el que derroto a Voldemort para siempre, el mas joven ministro de magia en la historia, el hombre casado, e incluso el mago. Se sentó y dejo volar sus pensamientos hacia una persona.
Una calada mas del cigarro, y sus ojos vidriosos dejaron escapar unas cuantas lagrimas antes de deshacerse en miles de gotas saladas. Un solo nombre escapo de sus labios, ahogado por la tos inminente que le causo el humo y su propia desesperación. No se detenía y entre mas se desesperaba mas tosía.
De repente empezó a sentir el frío de la noche, no lo había sentido antes aun cuando lo único que llevaba puesto era un pantalón negro. Ginny le había dicho una y mil veces que no saliera así. No en su estado.
Harry estaba enfermo, no físicamente enfermo, pero si enfermo. Su medimago le había dicho que no tenia nada mal físicamente, solo que se estresaba demasiado. Harry era una persona demasiado nerviosa, demasiado intensa.
En fin, la enfermedad que tenia Harry como Ron lo había puesto una vez que ambos estaban volando, era que Harry sentía demasiado. Y Harry lo sabía, no le prestaba atención aveces pero lo sabía.
Había hecho un esfuerzo sobrehumano durante la batalla final, su magia por un tiempo estuvo desnivelada. No tenia control sobre ella.
Siguió tosiendo hasta que sintió el metálico sabor en la garganta, intentó sacar un pañuelo de su bolsillo pero lo único que encontró fue el pedazo de seda rojo. Lo puso contra su boca y espero a lo inevitable.
El sabor le seguía desagradando con los años. Cerró los ojos y sintió como las gotas caían sobre la tela. Era por eso que había dejado de ser buscador, era por eso que había dejado su exitosa carrera en el Quidditch. Era por eso que Ron era ahora el único en el equipo.
Mas Ron siendo el buen amigo que era se había ofrecido a retirarse junto con él. Pero Harry lo rechazó, de facto le hecho de maleficios y cuanto hechizo se sabía hasta que un muy asustado Ron Weasley aceptó. Harry había sonreído en ese momento y le había invitado a Ron una cerveza, disfrutando de la sorpresa de su amigo.
Y ahora, mientras tosía, el recuerdo no le traía ningún consuelo, ni tampoco su sangre embarrada en la tela. Harry se le quedo viendo unos minutos al pedazo de seda antes de tomar el encendedor del piso y extender el pañuelo. Con infinito cuidado quemo las orillas y se seco las lagrimas. Harry no se dio cuenta pero en todo este tiempo él había seguido hablando.
Mas el viento de esa noche era testigo, y cargaba un nombre.
Draco Malfoy estaba ahora en su celda. Acurrucado en una de las esquinas. Su cabeza daba vueltas y tenia ganas de vomitar. Era por esa razón que Draco odiaba los sedantes, tanto como odiaba la camisa que le confinaba el movimiento.
El cuarto era todo blanco, como había sido su vida desde hace mucho tiempo. Blanca. Tan blanca que aveces Draco dudaba de la realidad. Después de todo¿Qué era real y que no lo era? Draco no sabia la respuesta a esta pregunta, ni la respuesta a muchas otras preguntas. Pero algo que Draco si sabia era que hace mucho tiempo él había sido real. Tan real, como la carne y los huesos son. Tan real como el liquido que los une.
Rojo.
Draco quería que su vida empezara a ser roja y dejara de ser blanca. Carmesí como las uñas de las putas, como el rubor que aparece en las mejillas de los niños cuando hace mucho frío, o como las quemaduras en la piel que deja la colilla del cigarro. Rojo.
Pero todo en él era blanco y aburrido. Su rostro siempre era blanco, no importa cuantas heridas se hiciera en la cara o cuanta sangre derramaba. Al final seguía siendo él. Su obsesión con el color le daba risa, no le divertía. Pero tampoco podía dejar de reírse. Le angustiaban los sonidos que salían de su garganta y no podía detenerse.
Y había tan poco color en su vida. Pero Draco era perseverante y sabia que un día saldría de aquí. Saldría de aquí, y tal vez a la única que extrañaría de este maldito lugar sería a la Dra. Shelly.
Draco Malfoy admiraba a la doctora. En toda su vida Draco no había conocido a una mujer más intrigante que la doctora Shelly. Mary sentía temor cuando le veía, pero no le temía. Una mujer dura sin duda alguna, pero tambien bastante humana. Si, Draco extrañaría a la doctora Shelly.
Draco no estaba seguro de cómo había llegado aquí, pero tenia una idea.
Recordaba estar hablando. De hecho, recordaba cada palabra pronunciada, Draco tenia una memoria magnifica. Recordaba cada insulso detalle, cada comentario en una conversación intrascendental. Lo que le favorecía mucho, en un hospital para enfermos mentales no se puede hacer mucho, es como si el hospital drenara la vida del paciente. Pero había algo que no podían arrebatarle y eso eran sus recuerdos, por eso le gustaba tanto pasar tiempo con la Dra. Shelly, ella le daba oportunidad de recordar en voz alta.
Ahora mientras yacía en el piso acolchando, sus ojos grises le proyectaban imágenes. Imágenes y sonidos que solo se veían interrumpidos por los gemidos y gritos de afuera de los enfermos. Sin realmente quererlo empezó a ver lo que había sucedido en la oficina de Mary, la razón por la que ahora estaba sedado y en confinamiento.
Con la taza humeante de café aun en sus manos, Mary, abrió el cajón inferior derecho de su escritorio. Innumerables sobres se encontraban allí, unos nuevos y unos ya un tanto maltratados, tomó el de hasta el fondo. El sobre estaba descolorido y mal tratado por el uso, Mary tomó nota de cambiarlo en cuanto estuviera desocupada.
Abrió el sobre con cuidado e inexplicable lentitud. Por dentro estaba lleno de cintas, tomó la de fecha mas reciente. La que solo unos minutos antes había grabado. El cassette tenia una etiqueta fijamente pegada en la que se leía Draco Black y la fecha y hora. Los trazos en con que las palabras habían sido escritas eran descuidados y burdos, Mary frunció el ceño antes de intentar arrancar la etiqueta.
En efecto la etiqueta abandonó el cassette, pero no por completo. Una parte de la etiqueta seguía aun pegada, como si se estuviera burlando de su incapacidad. Mary al final logró arrancarla, estropeando, de paso, el esmalte de sus uñas.
Maldijo en voz alta cuando una uña larga y cuidada produjo el bien conocido sonido de crack. Perfecto, se había roto una uña justo cuando acaba de arreglárselas. Bufo un rato molesta antes de sacar una nueva etiqueta de su cajón derecho y pegarla con letra aún más fea que la anterior y con los mismos datos.
Tres sorbos después de su café y ya mas calmada puso el cassette en el pequeño reproductor. La ya conocida voz de su paciente lleno su oficina.
"...Sus manos se sentían demasiado calientes y sus ojos verdes demasiado fríos. Algo estaba mal, lo sabía. Pero sus dedos eran ágiles y ya habían logrado desabrochar la manga de mi pijama. La sonrisa se congeló, y su rostro se volvió amargo. Rasguñó mi piel y sus uñas dejaron trazos rojos en mi piel y aun así yo no me movía. Y él se estaba desesperando y yo..."
" Draco, cálmate. Concéntrate ¿Qué fue lo que pasó?" Mary noto con repulsión que su voz sonaba débil e invalida.
" Duele y no lo detengo. Y algo en sus ojos esta mal, como roto. Sus uñas rasguñan mi piel y estoy sangrando. No se detiene..."
Mary detuvo la grabación, no podía soportarlo. Los abusos de este tipo siempre le incomodaban. Mary a los dieciséis años había sido acosado por un tío segundo y este tipo de problemas le traían memorias que ya creía olvidadas. Hundió las manos en su cabello, este caso estaba probando ser mas difícil que convertir el plomo en oro.
Gracias a:
Mariana: si mi pobre drakis esta un poco enfermo... pero bueno jaja es algo divertido tmb. Imaginación... eso yo no lo llamaria imagnación sino mucho tiempo libre muajajajajaja.
Romina: enferma se mandan reviews para opinar sobre la historia no para mandar mensajes jajajaja. A ver si lees el prox. Floja, a ver cuando me vistas.
Yumeko: me alegra q te haya gustado, perdon por la tardanza...
Torre Negra: Tu review me dio risa, buena ortografia yo? Jajaja Aun asi gracias por el voto de confianza,y si creo q no hay otro fc con el mismo tema, espero q sigas leyendo ms historia.
Inocent muggle sorprendente? WOW me encanto tu review fue el primero de esta historia y fue el q me dio mas animos de continuar... aunque adivinast casi toda la trama todavia quedan algunas cosas ocultas jajajajaja. No lo continue exactamente pronto pero con el regrso a clases los maetros me lo hicieron imposibles.
Gracias por los reviews!Pss: si a alguien le gusta la pareja d herm/Ron chequense el fic de "predestinados a estar juntos" de nub, yo ayude a escribirlo jjiji, aunq la idea es de mi amiga y esta muy bueno
L.S.T.P