-¿Pero por que diablos no me hace caso? No es normal que un hombre ignore algo así.-
Meiling no había notado que sus palabras escapaban de su mente para ser susurradas en un tono muy leve, y es que desde que bajó del metro no había dejado de pensar en eso. Es que no tenía razón de ser.
-¿Es que tiene miedo de que lo comprometa? Yo sería incapaz de eso. Además eso no suele importarle a los hombres cuando se trata de pasarla bien con una chica…-
Y es que su cabeza no lograba asimilar el hecho de que un hombre la rechazara y le dijera que "no", cuando ella era la que estaba acostumbrada a decir que "no". En sus 17 años de vida jamás había dicho "si".
-Tal vez no le gusto; o quizás esta muy enamorado de su mujer y por eso no le interese ninguna otra, aunque sea joven como yo… y virgen. Porque a los hombres les emociona mucho la idea de ser "el primero"… Supongo que si esta muy enamorado de su esposa.- Pero esa explicación no la convencía en lo mas mínimo, ya que ella sabía perfectamente que a un hombre poco le importa el amor conyugal cuando se trata de tener sexo con una mujer que les llega a apetecer y esta a su alcance.
-O a lo mejor teme que yo le comprometa… pero yo no soy de esas. ¡Yo jamás le comprometería!-
Meiling recordaba como había hecho todo lo posible para que el se entusiasmara con ella para poder seducirlo y asegurarse de que tendría el empleo que tanto necesitaba. Pero ella fue la primer sorprendida cuando el la rechazó. Le resultaba completamente inverosímil que alguien se atreviera a rechazar a una joven tan dulce e inocente como ella.
-El dice que no puede influir en que me contraten, pero yo se que el miente. Un ejecutivo de su nivel puede influir en lo que se le de la gana. ¡Y no crea que yo me doy por vencida tan fácilmente, señor Li!- murmuraba mientras entraba al edificio de departamentos en que vivía.
-Cuando usted pierda el control… y me lleve a un hotel… y me acaricie… y me haga el amor… Solo entonces estaré absolutamente segura de que tendré el puesto que deseo. Y lo conseguiré, señor Li; sin importar cuanto se resista.-
Meiling no se había dado cuenta en ningún momento de que cualquiera con buen oído le habría escuchado, pero eso no le importaba, sobre todo ahora que estaba abriendo la puerta de su casa.
Al entrar escucho un tremendo griterío que provenía de la tele. Había sintonizado un partido de béisbol, pero no había nadie viéndola. La única evidencia de que había alguien más en casa aparte de ella, era una chaqueta puesta en una silla y un bolso de mujer tirado en el suelo. No se necesitaba ser un genio para saber de quien eran esas cosas. El bolso le pertenecía a su hermana Tzinling, mientras la chaqueta era propiedad de su novio, Fuguno. No fue difícil para ella armar el rompecabezas de lo que sucedía.
"Si Fuguno esta aquí y no esta viendo su adorado béisbol, entonces debe estar haciendo algo que le gusta mucho mas que eso, y solo hay una cosa que le guste mas." Caminando por el pasillo llegó a la habitación de su hermana. Solo pensaba en que tan urgidos andaban esos dos que ni siquiera cerraron bien la puerta y solo estaba entreabierta.
Lo primero que Meiling vio mientras comenzaba a asomarse fueron las pantaletas de su hermana, y cuando tomo una mejor posición, pudo observar a su hermana haciendo el amor de una forma frenética con su novio. El se encontraba sobre de ella, moviéndose agitadamente al ritmo de los gemidos que ambos amantes daban. Meiling se olvidó por completo del mundo. En ese momento solo existía lo que ella se encontraba observando; escuchaba cada uno de sus suspiros, sentía cada una de sus palpitaciones. Lo único que podía hacer era morder sus labios mientras observaba a los dos amantes cumplir con los ritos del amor, al tiempo que sentía como si cada vez hiciera más y más calor. Al tiempo que observaba esa ardiente escena, pensaba una vez mas en el señor Li y en como la había rechazado. Ningún hombre que en verdad se dijera hombre podría rechazarla.
-Ah… ah… ¡Tzinling! - -¡Fu… Fuguno!- Ambos habían alcanzado el orgasmo; el máximo placer que puede existir; algo que ambos habían disfrutado con cada fibra de su ser, y podrían haber disfrutado un poco mas de esa bella intimidad si Meiling no se hubiera decidido a entrar, con lo que ambos la vieron completamente aterrorizados.
-¡¿Pero como te atreves a entrar?!- le gritó inmediatamente su hermana.
-Por lo menos hubieran cerrado bien la puerta.- respondió Meiling con mucha frialdad. -Imagínense si en mi lugar hubieran sido mis padres.- y mientras decía esas palabras, Meiling observaba a Fuguno que se había quedado inmóvil, desnudo. Cuando el se dio cuenta de eso, se sintió ridículo y se apresuró a cubrirse con lo primero que halló. A Meiling no le importó y salió para la cocina.
-Al menos no te hubieras metido a mi habitación.- le reclamo Tzinling un poco después. -Se ve que no conoces lo que es la vergüenza.-
-Tu hermana tiene razón. Se ve que te gusta espiar.- agregó Fuguno tras ella.
-Pero si mi padre te hubiera visto así, seguro te arroja por la ventana.-
-Pero sabes que tus padres me permiten entrar en tu casa.-
-Pero no que uses la cama de mi hermana.-
-Pero acaso me dirás que no se imaginan que haremos esta clase de cosas. Incluso vamos a casarnos.-
-Una cosa es imaginárselo y fingir que no hay sospecha, y otra muy distinta es verlo directamente. No creo que a ningún padre le guste hallar a su hija teniendo relaciones sexuales con un hombre, así sea su novio o su prometido.-
-Meiling tiene razón, Fuguno. Mejor te acompaño hasta la puerta.- y ambos salieron del departamento. Cuando Tzinling regresó, Meiling ya había terminado de cenar.
-¿Y como te ha ido con "tu"ejecutivo?-
-No me pela en lo mas mínimo.-
-Pero al menos dime como es. ¿Acaso es muy mayor?-
-En realidad no. Solo tiene 24 años, pero ya es un ejecutivo muy importante de esa empresa.-
-¿Y es guapo?-
-Pues no exactamente. Es más bien atractivo, fuerte. Tiene una expresión muy agradable, muy masculina.-
-Vaya, hablas como si te hubieras enamorado de el.-
-No. Para nada. Es solo que me interesa mucho conseguir ese empleo, y aunque el dice que no puede influir en eso para nada, se que en realidad si el lo dijera yo estaría dentro en abrir y cerrar de ojos. Y no lo dejaré en paz hasta estar segura de que tendré ese empleo; pero me dijeron que el esta casado con una mujer muy joven, guapa y de una personalidad fantástica. Ah. Ya no se que hacer.-
Una hora después, ambas chicas se fueron a dormir. Ya en sus cama, Meiling evocaba el recuerdo de lo que había visto en la tarde. Recordaba como su hermana suspiraba junto a su novio; los fuertes gemidos que soltaban como resultado de todo el placer que experimentaban. Eso solo lograba excitarla y hacerla pensar en el señor Li. Se imaginaba entre sus brazos, siendo abrazada fuerte pero gentilmente a la vez. Pensaba en como sus masculinas manos acariciarían sus senos suavemente, mientras sus pezones se levantarían como respuesta. La noche era testigo del ardor de Meiling; de sus fantasías y sus murmullos. -Conseguiré lo que me he propuesto. Y nada me lo impedirá.-
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-Teléfono, señor Li.- dijo una secretaria por el interfono. -Se trata de una señorita. ¿Debo comunicarle?-
-Si. Comuníquela por favor.- respondió el muy confiado en que sabía de quien se trataba. Y es que una extrema confianza en si mismo emanaba fuertemente de Shaoran Li, y no era para menos. A pesar de su relativamente corta edad e inexperiencia, había logrado convertirse en uno de los ejecutivos de mayor poder dentro de la corporación Shimigawa. Y si acaso alguien llegaba a tener alguna duda sobre su posición, solo bastaba echarle un vistazo a su oficina para convencerse de lo contrario: Finamente decorada con copias de exquisitas pinturas como "La noche estrellada" de Van Gogh, o "El naufragio del Medusa". El escritorio era de madera muy fina y era sumamente amplio; lleno de papeles y documentos. Solo había algo que desencajaba un poco entre todo ese lujo: un pequeño portarretratos en el que se veía a Shaoran al lado de una chica que para el era muy especial; una chica de cabello castaño, delicada figura y con unos hermosos ojos verdes. Solo que esa mujer no era la que estaba al teléfono. "Debe ser Chiharu. Solo ella llamaría sin dar su nombre. A veces creo que es un poco cobarde. Ya le he dicho que nadie puede darse cuenta de lo nuestro."
Alzando el auricular, Shaoran contestó. -Hola, Chiharu. ¿Cómo has estado?-
-Lamento decepcionarlo, señor Li. No me llamo Chiharu.- Shaoran hizo una mueca de disgusto por la tremenda indiscreción que acababa de cometer, así que solo le quedó contener el tono molesto de su voz. La voz al otro lado del auricular vaciló un momentito para después continuar.
-Disculpe la molestia que le estoy ocasionando, pero es que en verdad tengo un deseo muy grande de obtener ese empleo, y pues como anoche no entendí algunas de sus explicaciones, me sentí en la necesidad de verlo… ya sabe, solo para que me explique algunas cosillas… y yo le esperaría en la cafetería de aquí abajo… Soy Meiling.-
A Shaoran le había llegado a molestar bastante la sutil, pero tenaz persecución de que esa chica le hacía objeto. Pero no era solo porque ella pudiera comprometerle, sino porque a cada momento se le hacía más difícil soportar la tentación. Aún recordaba la ocasión en que Meiling le había tomado la mano y la había colocado a la altura de su corazón; justo sobre uno de sus senos. Le había forzado a apretarlo suavemente, llevándolo a sentir una fuerte excitación. Recordaba como sintió algo similar a un estremecimiento cuando palpó su pezón. El solo pensar que esa muchachita de cuerpo delicioso y un rostro de falsa ingenuidad estaba dispuesta a irse a la cama con el en cuanto le hiciera una señal, le hacía enfebrecer de deseo. En verdad se necesitaba ser un santo para renunciar a todo lo que ella le ofrecía, y Shaoran no era precisamente un santo; pero tampoco era un estúpido. Sabía que si cedía al ligue fácil y alguien se llegaba a enterar de que seducía a jóvenes aspirantes, su posición en la compañía se vendría abajo, y eso en el mejor de los casos.
-¿Sigue ahí, señor Li?- se oyó la dulce vocecita al teléfono.
-Mira, Meiling, en este momento no puedo atenderte. Si tienes alguna duda te la responderé mañana en clase. Hasta luego.-
-Pero señor Li…- y Shaoran le colgó sin mayor tramite.
El deseo que Shaoran sentía en ese momento le golpeaba de forma despiadada. Recordaba que Meiling le había confesado en una ocasión que era virgen, y el estaba seguro de que no le mentía. Despreciar la oportunidad de ser el primer hombre en su vida; de ser el primero en enseñarle de las delicias del sexo. Eso era algo que le molestaba bastante.
-Soy un idiota.- murmuraba con enfado en la privacidad de su oficina. -Solo tendría que llevarla al departamento y nadie tendría que enterarse. Sería algo tan delicioso.- pero antes que el placer estaba la razón, y el no haría nada que pudiera afectar en lo mas mínimo su estabilidad.
Media hora antes de que terminara su jornada laboral, Shaoran recibió una nueva llamada. Esta era de una persona muy especial para el: su adorada esposa.
-¿Cómo estuvo tu día, Shaoran?-
-Muy bien, y es mejor ahora que escucho tu voz, mi querida Sakura.-
-Shaoran. Tu siempre tan lindo. Mira, te hablo de casa de Tomoyo. Eriol salió a una cena de negocios y la dejó solita. ¿Qué te parece si en cuanto salgas de la oficina vienes para acá y nos llevas a algún restaurante a cenar?-
-De acuerdo, mi amor.- le respondió. -Pero no me esperen antes de las diez. Aun tengo algo de trabajo pendiente.-
-Muy bien, te esperamos. Hasta pronto, mi amor.-
-Hasta pronto, mi flor de cerezo.- y colgó. Para el no hubiera habido ningún problema de recogerlas en mucho menos tiempo, pero el ya tenía una cita mas programada para antes de que el día terminara. Poco después recibió otra llamada.
-Chiharu, ¿eres tú?-
-Si, soy yo. Solo hablo para decirte que me voy a retrasar un poco.Takashi esta en casa y tengo que ver como le hago para salir de aquí, pero no te preocupes. Te veré en el departamento.-
-De acuerdo. Te veo allá.- En cuanto Shaoran colgó, se preparó para el comienzo de una agitada noche.
Continuara…
Hola a todos. Estoy de vuelta de unas pequeñas vacaciones, pero no más pequeñas que mis vacaciones escolares. En esta ocasión les traigo una historia que estará llena de esta clase de detalles. Infidelidad, lujuria y otras cosillas que no menciono ahora para no arruinar la diversión, pero que son lo que me llevaron a publicarlo dentro de esta categoría. Ya pudieron ver las parejas que veremos en esta historia, pero como podrán notar no todo será de color de rosa. Espero que no me odien demasiado por las veces que Shaoran le será infiel a Sakura, pero en esto gira esta historia. En eso y en saber si el recibirá su merecido. Me tardé un poco en subir esta historia porque necesitaba saber quien haría que papel, ya que una vez más me basé en una novela, y como necesitaba de una hermana para Meiling y no se me ocurrió nadie, pensé en un par de nombres que me servirían para esta ocasión. En verdad espero que esta historia sea de su agrado y estaré esperando sus reviews con sus comentarios, sugerencias, opiniones y criticas.
Antes de dejarlos diré algo mas a una persona que se que estoy seguro de que esta leyendo esto. Para mí es una persona muy especial que conocí en este sitio, y de la que puedo decir, sin la menor duda, que es una excelente persona y una gran amiga. Me refiero nada más y nada menos que a Aneth. Aprovecho este espacio para darte las gracias por tu hermoso dibujo. Es en verdad precioso, y además ambientado en el siglo XIX. Eso me encantó muchísimo. Sigue así, mi amiga y nunca, pero nunca cambies.
Bueno, los dejo por ahora. Los veré muy pronto. Sean muy felices y disfruten de la vida, que para eso es. Hasta pronto.
