La leyenda del fantasma

A ver, a quién se lo dedico... a mi amiga Ai Moon.

Perdona, Chipita, por volver a poner de demonio a Zech.

Un amanecer diferente

Trowa bajó con sumo cuidado a Quatre al suelo mirando atentamente al demonio frente a él, no era ni remotamente a como se lo había imaginado antes, tal vez era porque había visto a los otros que su fantasía de que era horrible se afianzó, pero al parecer estaba muy equivocado.

- Nos vemos de nuevo, ángel de la luz – le dijo el demonio burlón mirándolo con ojos de fuego frío.

- Ni que fuera tan grato verte, Zech – replicó Heero molesto sin soltar a Dúo que ni de broma se despertaba.

- Ah, pero para mí si lo es, ángel de la luz – siguió sonriendo burlesco.

- Yo pensé que los demonios eran todos horribles – dijo Wufei asombrado.

- Los más bellos son los más peligrosos – le informó Heero – y este está en esa categoría, no te fíes de él – le recomendó.

- Veo que te has hecho más fuerte, Ángel de la luz, y que tienes a tres humanos a los que poder proteger, sin embargo, tus poderes no son lo bastante fuertes para enfrentarte a mí dado que aún es de noche y el ángel de las sombras está bien dormido por tu culpa.

- No necesito que Dúo esté despierto para vencerte – replicó molesto manteniendo al aludido a salvo en su espalda.

- ¡Ay, mi querido ángel! – se rió estremeciéndolo todo con su eco tenebroso – eres un iluso, los tengo justo donde los quería y pronto seré libre para destruir a todos los hombres.

- Como si fuera tan fácil hacerlo – le dijo Trowa agachado con Quatre pegado a su pecho que seguía dormido – vencimos con facilidad a tus enviados hace un rato allá atrás.

- Ah, esos tontos inútiles cumplieron muy bien su objetivo, bien sabía que jamás conseguirían vencerlos a ustedes con su escasa energía – se volvió a reír – pero consiguieron agotar a los más peligrosos, aunque creo que al ángel lo agotó su novio de otra manera.

- ¿Por qué Dúo y Quatre? – dijo Trowa molesto viendo a su pequeño.

- No esperaras que te lo explique ¿verdad? – el dijo sarcástico

- Es muy simple – dijo Heero entrecerrando los ojos furioso – a Dúo lo necesitabas fuera de combate porque él tiene todos sus poderes de ángel al ser de noche y a Quatre porque con sus poderes síquicos es capaz de formar una poderosa barrera que me daría suficiente energía a mí como si hubiera amanecido para ayudar a Dúo y proteger a los demás ¿verdad?

- Veo que no eres tan tonto, pero veamos si eres capaz de protegerte y proteger a los tuyos – le lanzó al ataque pero Heero lo repelió con fuerza protegiendo a Dúo – mientras no lo bajes no podrás pelear, sólo defenderte.

- ¿Me crees idiota? – le replicó mirando junto a Wufei, a la sombra a su lado – él intentará quitármelo tan pronto lo suelte – señaló al fantasma del artista japonés que permanecía alerta pero sin acercarse mucho.

- Eres muy observador – asintió molesto.

- ¿Qué hacemos? – le dijo Wufei fastidiado.

- Esta es una lucha entre ángeles – le dijo el demonio.

- Patrañas – le dijo Trowa – de seguro tú nunca tuviste nada de angelical.

- Tal vez, pero sigo siendo un ángel...

- Caído – murmuró Dúo despertando a medias intentando que el japonés lo bajara para poder ayudarlo – bájame, Heero, dale guerra, yo protegeré a los demás.

- Como si tu noviecito no estuviera igual de cansado que tú por el ejercicio que hicieron hace un rato – se burló.

- ¿No te han dicho que no debes espiar a las parejas que se aman? Es de mala educación – replicó Dúo rojo como la grana – eres despreciable.

- Sabes muy bien que soy un demonio y que si ustedes bien consiguieron hacer que sus poderes regresaran con ustedes, están lo bastante cansados como para no soportar una pelea conmigo aún estando juntos.

- Ya veremos – le dijo Heero molesto ¿cómo se atrevía a espiarlos así? Y no tenía ni pizca de vergüenza al admitirlo, pero era demonio, después de todo.

Zech sonrió divertido, el ángel de la luz apenas y tenía fuerzas para mantenerse despierto y en pie y defenderse, escasamente las tendría para atacarlo y su compañero tampoco tenía las fuerzas necesarias para proteger a los demás y darle de las suyas a su amado, claro que se le veía más descansado que el ángel de blanco dado que este había dormido un poco.

- Juntémonos más – les dijo a los demás manteniéndose detrás de Heero y extendiendo sus alas a manera de escudo – mientras menos sea el espacio entre nosotros más fuerte será el campo de protección – le sonrió a Trowa que miraba al árabe preocupado – no te preocupes tanto por Quatre, ya despertará.

- No antes que yo haya conseguido destruir a tu novio – le dijo el demonio burlón intentando golpear a Heero que extendió por completo sus alas e iluminó todo encandilándolo – maldito, no ganarás así – refunfuñó molesto.

- Sé que no puedo vencerte así como así sin la ayuda de los poderes de Dúo, pero puedo ganar el tiempo suficiente mientras sus energías se reponen lo necesario y Quatre se despierta.

- Desgraciado – se lanzó contra él y consiguió golpearlo con lo que un montón de blancas plumas salieron disparadas para todos lados, pero ello fue en directo beneficio de los chicos buenos.

La casa Maxwell estaba total y rotundamente en silencio, ya que tanto la tormenta como la neblina se habían disipado totalmente como sí por arte de magia se tratara, así que Traize se apresuró en llegar a la cima de la colina en su vehículo y entró en al mansión buscando a su pequeño y amado Wufei a gritos, sin embargo, no había rastro de él por ninguna parte. Angustiado, se paseó por todos lados dentro de ella llamándolo hasta que vio un panel de la pared removido de su sitio junto con lo que parecía ser la base de una antigua estatua allí frente a los vitrales. Volvió a la cocina por una linterna de luz potente y alumbró el lugar que parecía ser la oscura entrada a una cueva.

- La famosa mina de oro del diablo – murmuró entrando en ella y vio que un camino de brillantes y esponjosas plumas blancas se internaba desde allí hasta el fondo de la misma – ¿Qué será todo esto? – se dijo siguiendo el sendero con mucho cuidado hasta llegar al fondo donde se detuvo al ver un esqueleto de largos cabellos rubios – debe ser Relena Darlean, la tía del fantasma de esta casa – miró el fondo de la pared y notó que era de un reluciente oro sólido – así que por esto quería tanto la casa, hay muchísimo oro aquí, pero está maldito ¿verdad? Y ello le trajo la muerte – dedujo.

Caminó por los pasillos laterales de la cueva buscando a su pequeño amado, pero no había otro camino de salida y todos los túneles los traían de regreso hasta aquí.

- ¡Wufei! – llamó al joven chino preocupado – ¿Dónde estás, amor mío?

Pero sus llamados no obtenían ninguna respuesta, hasta que escuchó el sonido como de una explosión y la mina se remeció con gran fuerza junto con toda la cuidad a su alrededor.

Se levantó del suelo, donde había terminado con el violento temblor, preocupado y vio algo así como una pequeña ventana que se veía en el fondo de la cueva, por allí podía ver al joven Heero peleando con un hombre rubio de cabellera larga, pero lo que más le llamó la atención fueron las maltratadas alas del primero, se notaba que había perdido gran cantidad de sus plumas, pero era bastante claro que las que estaban en el túnel de acceso principal y que lo habían guiado hasta allí eran suyas, luego notó algo más, en el fondo había otro ángel, totalmente vestido de negro, que tenía las manos frente a él y sus alas negras protegían a los tres muchachos que estaban detrás de él, entre ellos a Wufei que no parecía estar nada de feliz contemplando la pelea y sin poder intervenir.

- ¡Wufei! – lo volvió a llamar con preocupación y notó que la ventana comenzaba a hacerse cada vez más grande – ¡Wufei! – insistió.

Y el chino levantó la mirada al escuchar la voz de su amado que lo llamaba y vio aquella ventana que crecía cada vez más. Volteó sus ojos hacia Quatre y tocó el hombro de Trowa llamando su atención hacia el árabe.

- Mira a Winner – murmuró apenas y ambos se fijaron que sus ojos estaban iluminados por una intensa luz blanca que parecía expandirse y que estaba tenso como una cuerda de violín concentrado completamente en romper la barrera que los mantenía encerrados en esa cueva.

Dúo se volvió al sentir una intensa energía que parecía estar rompiendo la barrera entre las dimensiones y vio la ventana que comenzaba a verse de ese lado de la puerta con una idea fija en la cabeza, sacarlos lo antes posible.

- Chicos, tan pronto baje la barrera – les dijo Dúo mirando a Heero de nuevo, quien seguía luchando con ímpetu – correrán hacia la ventana y saldrán de aquí, así podré ayudar a Heero en la pelea.

- Pero sin nosotros sus poderes de ángeles de la guarda desaparecen – le dijo Quatre sin romper su concentración – no creo que sea nada bueno que los abandonemos a merced de ese demonio.

- No podrás sostener por mucho tiempo la ruptura que hemos hecho hacia el mundo de los vivos, la energía maligna es demasiada y muy fuerte para ti y terminarás consumido hasta ser sólo un esqueleto como mi tía, y no creo que Trowa te encuentre muy bonito así.

- Claro que no – dijo Trowa poniéndose de pie mirando a Heero y este asintió comprendiendo sin palabras la idea de Dúo – tan pronto el demonio nos dé la espalda en su pelea con Heero, baja la barrera y correremos a la ventana, aún no la ha visto – le señaló a Dúo.

Dúo mantuvo la vista fija en los contendores y cuando Zech estuvo de espaldas a él, bajó la barrera de golpe con lo que Trowa, cargando a Quatre, y con Wufei corriendo pegado a sus talones, saliendo ambos por la ruptura cayendo este último en los brazos protectores del jefe de policía que lo abrazó con fuerza contra su pecho angustiado mientras lo examinaba minuciosamente como buscando alguna herida en su cuerpo.

- Traize, que me asfixias – se quejó casi sin aire tratando en vano de soltarse.

- Perdona, mi pequeño – medio lo soltó sin separarlo por completo de el – estaba tan preocupado por ti, pensé que jamás te encontraría de nuevo – le acarició suavemente las mejillas – pensé que me volvería loco de preocupación – hundió su rostro en el cuello del chino y este se dio cuenta que estaba llorando.

- Traize – lo abrazó y comenzó a acariciarlo lentamente – estoy bien, no llores.

- No resisto más – dijo Quatre agotado y rompió el contacto que mantenía con Dúo, con lo que la ventana comenzó a cerrarse lentamente mientras veían como los ángeles luchaban con denuedo contra aquel demonio.

- Calma – le dijo Trowa al verlo cerrar los ojos con fuerza y derramar gruesas lágrimas de amargura mientras sus amigos desaparecían por completo de su vista – ellos saldrán de allí, verás que sí – lo abrazó.

- Heero ha sido mi compañero por demasiados años y lo he abandonado cuando él más me necesita – lloró ocultando su rostro contra su pecho – nunca me lo perdonaré si le llega a pasar algo malo.

Un nuevo temblor lo remeció todo con gran violencia y Traize dejó de llorar, se limpió las lágrimas y se puso de pie levantando a Wufei entre sus brazos llevándolo de regreso fuera de la mina.

- Debemos salir de aquí, ellos pretenden derrumbar la mina antes que dejar salir al demonio – les dijo Traize caminando rápidamente hacia la salida.

Trowa miró el lugar ahora cerrado, de donde había desaparecido por completo las marcas de la puerta con el sello y luego hacia donde salía el policía con Wufei que le insistía que él podía caminar solo antes de decidirse a seguirlos cargando a Quatre que no dejaba de llorar por su compañero.

- ¡Heero! – lo llamó, pero no obtuvo ninguna respuesta.

Zech miró furioso al ángel de negro, este había usado sus propios poderes para aumentar los poderes del joven psíquico para provocar una ruptura entre las dos dimensiones para que los humanos se escaparan del infierno pese a que ambos ángeles sabían que sus poderes se debilitarían bastante si ellos se iban, mas también sabían que si ellos estaban libres él jamás podría usar su sangre para romper el sello que lo mantenía prisionero.

- Los has liberado sólo para impedir que los use ¿verdad? ¡ERES UN FASTIDIO! – le gritó exasperado.

- ¿Qué esperabas? Sé que sin ellos no tenemos todos nuestros poderes, sin embargo, ya está por amanecer y hemos roto en gran parte tu maldición de tiempo retenido y Heero podrá usar en toda su magnitud su fuerza de ángel del día – sonrió acercándose al japonés pasando suavemente los dedos por sus dañadas alas haciendo que las desperdigadas plumas regresaran a ellas haciendo que ellas se vieran más resplandecientes y magnificas que antes – y le traspaso todos mis poderes hasta la hora que estos ya no existan.

- No son muchos, por lo visto – se burló viendo que Heero no recuperaba muchas de sus fuerzas – eres casi un simple estorbo.

- ¿A quién le dices estorbo, demonio maldito? – gritó el trenzado exasperado y furioso decidido a lanzarse contra él pero Heero lo frenó agarrándolo por los hombros.

- No seas tonto – le advirtió – déjame eliminarlo a mí.

- Pero ese imbécil me esta insultando – le reclamó.

- Te está provocando para poder destruirte– le dijo muy serio.

- Eres demasiado inteligente para tu propio bien, mi ángel del día – se burló Zech riendo – pero veamos si no sólo tu lengua es fuerte, no me decepciones, usa todo tu poder contra mí.

- Heero es uno de los ángeles de la guarda más fuertes que hay sobre la tierra – le replicó Dúo molesto – ya sé que no son muchos los poderes que le he dado ya que se los otorgué a Quatre para que huyeran de aquí, pero serán suficientes para que te venza para siempre y ya no fastidies más a los humanos.

- Cállate ya, ángel de las sombras – le dijo lanzándole un poder que a Dúo le dio de lleno en el pecho, pero Heero lo tomó por la cintura y lo alejó curándolo con ternura.

- Vete con los demás, Dúo – le dijo preocupado

- ¿Qué dices? – se exaltó

- Sabes que te amo – le dijo dándole un beso en la mejilla – venceré, pero sin ti aquí – lo lanzó contra una pared mientras una luz blanca lo rodeaba y salía disparado por aquel túnel cayendo de rodillas frente al cuadro de los ángeles en la biblioteca. Miró el cuadro y notó que su imagen estaba de regreso pero el otro ángel aún no.

- ¡Heero! – gritó llorando amargamente.

Quatre se enderezó de donde descansaba con Trowa y corrió a la biblioteca donde había sentido con fuerza la presencia de Dúo sintiendo una fuerte y terrible opresión en su pecho, el ángel de la noche lloraba a mares y estaba solo, no sentía a Heero ni por asomo dentro de la casa. Trowa lo siguió preocupado llamando la atención de los demás que también lo siguieron.

- ¿Qué pasa, Quatre? – le dijo tratando de detenerlo pensando que se dirigía de regreso a la mina, pero se asustó al ver que bajaba las escaleras y entraba a la biblioteca abriendo con violencia las puertas.

- Oye, Winner, no corras así, te puedes caer por las escaleras – le decía Wufei tomado de la mano por Traize que no lo soltaba.

- Es Dúo – dijo entrando en la biblioteca viendo al ángel de rodillas en el suelo – está libre – se acercó a él.

- ¡Heero! – volvió a gritar llorando – no puedes abandonarme.

- ¿Dúo? – le dijo Quatre agachándose a su lado y lo abrazó – ¿qué pasó?

- Le di el resto de mis poderes a Heero y me sacó del infierno, dijo que no podía luchar conmigo allí, que me amaba, pero que me fuera – lloró con fuerza – yo no quería, pero soy humano ahora y no pude oponerme a que me sacara, pero todavía no amanece y mis poderes no le servirán de mucho por el tiempo suficiente hasta que amanezca y recupere por completo los suyos – se apoyó en su hombro sin dejar de llorar.

- Tranquilo – lo abrazó con ternura acariciándole la nuca – él estará bien, te lo aseguro, verás que sí – lo besó en la mejilla tratando de consolarlo.

- Este Quatre no cambia – dijo Trowa molesto y celoso por su comportamiento – no puede dejar de coquetear ni en el peor de los momentos.

- Y tú te ves obligado a tragarte los celos – le dijo Wufei divertido – ve por él, nosotros tranquilizaremos al ángel.

- Bien – dijo decidido y se acercó a Quatre separando a los dos jóvenes – Wufei y Traize se harán cargo de él – le dijo haciendo que lo soltara – tú debes descansar para que recuperes a cabalidad tus poderes y ayudes a Heero a regresar aquí.

- ¿Me acompañas a dormir? – le respondió coquetamente – no quiero estar solito.

- No tienes remedio – dijo Trowa sintiendo que una gota le caía por un costado – debes descansar, no ponerte a jugar conmigo.

- ¡Que malo eres! – hizo un puchero mientras le rodeaba el cuello con los brazos – quiero un besito tuyo – le volvió a coquetear.

- Gran momento en que se te ocurren estas cosas – le dijo molesto cargándolo entre sus brazos – vamos a dormir.

- Eso me gusta – sonrió apoyando su cabeza en su hombro.

- No es lo que piensas – lo regañó.

- Ese Quatre tiene la cabeza en una sola cosa – dijo Dúo limpiando sus lágrimas mientras dejaba que Wufei lo ayudara a ponerse de pie – está demasiado interesado en ser suyo que en cualquier otra cosa, si Heero estuviera aquí yo – empezó a llorar de nuevo – no pensaría en otra cosa.

- Vamos, pequeño, no llores así – le dijo Traize abrazándolo junto con Wufei – te pondrás feo y ojeroso, los ojos se te pondrán rojos y te dolerá la cabeza, y, lo peor de todo, es que ya no le gustarás a Heero ¿lo habías pensado?

- No, yo... – dejó de llorar como por ensalmo.

- Bueno, entonces, debes dormir para que él te vea bonito ¿no crees?

- Bueno, iré a dormir.

- Yo creo que mejor lo haces en la sala – dijo Wufei mirando la puerta por donde habían salido Trowa y Quatre – esos dos no te van a dejar dormir – agregó divertido.

- ¿Qué quieres decir? – lo miró intrigado.

- Que inocente eres, pequeño – dijo Traize divertido – tú mismo dijiste que el chico Winner no tiene buenas intenciones con su novio ¿recuerdas?

- Cierto – sonrió a medias olvidando las lágrimas.

Zech miró el lugar por donde había desaparecido el ángel de la noche antes de volverse hacia el ángel del día. Estaba furioso, con ello había conseguido romper por completo su maldición, pero para salir tendría que vencerlo.

- Es lo más idiota que pudiste hacer – le dijo realmente furioso junto con lanzarle una mirada asesina – no sé qué es lo que pretendes, pero no podrás vencerme ahora, tus energías no son tan fuertes como piensas – intentó convencerlo y convencerse.

- Creo que el idiota eres tú, Zech – le dijo mirando la puerta sellada – he creado un fuerte lazo con el mundo exterior al sacar a Dúo de aquí, el cual me sacará de este lugar aunque no consiga vencerte.

- ¿Qué dices? – dijo enfureciendo y perdiendo su bella apariencia.

- Veo que no te diste cuenta – se burló señalando el lugar por donde sacó al trenzado – al mandar de regreso a Dúo, que es mi sombra, liberé mi cuerpo de tu maldición y sea cual sea el resultado de esta batalla, la que no estoy dispuesto a perder de ningún modo, saldré de todas maneras.

- Eres un... – empezó a decir empequeñeciendo los ojos con gran ira.

- Cuida tu lengua, Zech, es por eso que los expulsaron del paraíso ¿recuerdas?

- Desgraciado.

- Al contrario, tengo la gracia de tener el amor de Dúo.

- Te detesto – le dijo y le arrojó un poder que Heero esquivó con velocidad.

Heero se mantenía atento, debía ganar tiempo para que su enlace con el mundo exterior se fortaleciera, que Dúo y Quatre recuperaran sus fuerzas para crear una ruptura por la cual sólo pudieran pasar las esencias buenas, pero bien sabía que no podría esquivarlo siempre, que tendría que pelear en su momento, pero tenía que esperar que amaneciera.

- No podrás evitarme siempre – le dijo Zech molesto.

- Ni pretendo hacerlo – saltó en el aire y le dio un golpe en la espalda haciéndolo caer de cabeza al suelo – debo vencerte a como dé lugar.

Trowa desvistió a Quatre sentándose a su lado con la mente en blanco para no excitarse, pero el rubio tenía otras intenciones respecto a lo que le hacía su novio, ya que al dejarlo sólo con los boxer y cuando este quiso retirarse de su lado, lo atrapó por los hombros y lo hizo caer con él en la cama.

- No hagas eso – le dijo tratando de safarse del rubio, pero este no lo soltaba – tengo otras cosas que hacer, no puedo jugar contigo.

- De seguro vas a ver a Dúo – gruñó molesto y celoso – como lo viste de ángel, te gusta más que yo.

- Oh, vamos – casi se rió en su cara – Heero sería capaz de matarme si me fijara en él – sonrió.

- Pero de todas maneras te gusta – replicó molesto aún.

- Claro que no, Dúo es muy simpático, es cierto, pero de allí a gustarme...

- Pero no quieres hacerme el amor – le reclamó.

- Es que necesitas descansar, no jugar.

- ¿Y sí te dijera que me haré más fuerte si me amas? – le coqueteó.

- No te creeré – replicó soltándose al fin – debes descansar para que luego ayudes a Dúo a sacar a Heero del infierno.

- Me niego a dejarte ir – dijo el rubio molesto – te quedas conmigo.

- Pero, Quatre – le reclamó.

- Me niego a dormirme si no te quedas a mi lado – lo amenazó.

- Está bien – dijo sentándose de nuevo a su lado – pero no habrá juegos.

- Malo – hizo un puchero abrazándose a su pecho – quiero cariño.

- Tienes más del que te mereces – le pasó el brazo por la espalda apoyándolo en su pecho – eres un ángel malvado – lo regañó atrapando su mano que intentaba meterse bajo su pantalón – duérmete.

- No quiero.

- Te haré dormir a la fuerza – lo amenazó divertido.

- Muéstrame – le pidió ofreciéndole la boca.

- Ok – le dijo divertido volteándose hacia él atrapándolo entre sus brazos mientras lo besaba ardientemente en los labios. Sus manos se posaron sobre sus hombros y comenzaron un suave masaje con la intención de relajarlo, sólo que Quatre empezó a hacer lo mismo y las caricias comenzaron a subir de tono provocando que la temperatura de sus cuerpos subiera rápidamente, tanto que la ropa de Trowa comenzó a estorbarle. A tirones, Quatre le comenzó a quitar la ropa mientras Trowa aprovechaba de acariciar su pecho con los labios deslizándose suavemente por su pecho hacia abajo, donde la cinturilla del boxer le estorbó, así que lo retiró sin ninguna contemplación del cuerpo blanco del árabe que sonreía sorprendido por el apuro de su amante.

- Y eso que no querías hacerme el amor – dijo Quatre sintiendo como su miembro excitado era atrapado por las manos del latino – ¡Ah! – jadeó sorprendido al sentir que se lo tomaba entre los labios – ¡Trowa!

- Tú empezaste, ahora te aguantas.

- ¡Ah! – volvió a gemir sintiendo como era recorrido en toda su longitud con la lengua antes que ella se detuviera en la punta para frotarla con deleite – ¡mmmm!

Trowa se sonrió al escucharlo, el árabe era un delicioso caramelo y se lo quería comer lentamente, saborearlo con placer, pero sentía que no podía más y unos dedos traviesos viajaron por el interior de los muslos del rubio hasta encontrar su entrada hundiéndose con suavidad para allanar el camino.

- ¡Ahg! – volvió a gritar Quatre sintiendo entre dolor por la invasión de su cuerpo y placer por la suave mordidita que le daba Trowa – estoy...

- Lo sé – lo soltó Trowa al sentir que iba a hacerlo acabar mientras retiraba los dedos de su ano y se acomodaba entre sus piernas – ven – le tendió los brazos y lo sentó en su regazo hundiéndose por completo en él.

- ¡Trowa! – gimió de placer al sentir que comenzaba a moverse lentamente en su interior mientras sus dedos masajeaban su miembro excitado – más – pidió – más.

Trowa comenzó a moverse cada vez más rápido y con más violencia dentro y fuera del rubio hasta sentir que ya no podía más y ambos acabaron con un grito en medio de fuegos artificiales y semen...

Heero volvió a medir sus fuerzas con las del demonio echando pestes porque todavía faltaba para que llegara el amanecer y las fuerzas de Dúo comenzaban a agotársele rápidamente, pero no podía entrar en contacto ni con su mente ni con la de Quatre, al parecer ambos dormían profundamente.

- Parece que tus planes no están saliendo como lo esperabas – se burló Zech viendo que las cosas se volvían a su favor – las energías se te agotan y las tuyas se niegan a llegar ¿verdad?

- No cantes victoria, todavía, demonio, aún no tienes a Heero Yuy– le dijo muy serio sin inmutarse.

- Pues no parece faltar mucho para que lo logre, ya que no pue des contar con las energías de tu contraparte allá afuera y menos con la del humano psíquico, ya que ambos duermen profundamente – se burló – ambos están totalmente vencidos por su propia necesidad de descanso.

- Pues no me has ganado – repitió y apoyó las manos en las puertas hacia el mundo real sin abrirlas ni un ápice – veamos si ahora sigues dándote por ganador – le lanzó un rayo de luz y lo mandó lejos.

- ¿Qué diablos pretendes, ahora? – le gritó Zech furioso – haz sacado poder de tus muñequeras y debilitado la protección de esta entrada al infierno ¿sabias?

- Error, mi querido Zech – le dijo divertido – las muñequeras son y serán mías, así que, tal como ellas me potencian a mí, yo las potencio a ellas.

- Maldito – le gruñó y le lanzó sobre él, pero un campo de fuerza muy poderoso lo hizo retroceder.

- Lo siento, Zech, pero si sigues insistiendo, serás purificado y destruido.

- Ni creas que me vas a vencer con tus patrañas, no puedes destruir a un demonio porque eres un ángel de la guarda, no perteneces a la elite guerrera.

- Ya lo veremos – y sacó una espada que se cruzó con la de Zech sacando chispas que saltaron por todos lados haciendo que la Tierra se remeciera una vez más despertando a los durmientes.

Dúo se sentó sobresaltado al sentir que dos poderosas energías se chocaban violentamente entre sí, Heero seguía tratando de vencer al demonio y él estaba durmiendo plácidamente recostado sobre el regazo de Wufei. Rápidamente se levantó, despertando a Traize y al chino para luego correr a la entrada de la mina a esperar a Quatre que no se tardó en llegar acompañado de Trowa vestido de pantalones cortos y una camiseta sin mangas casi del mismo color ambos, y descalzos los dos. Se paró a su lado y ambos concentraron su energía en el aura de Heero y los temblores cesaron tan bruscamente como empezaron.

- ¡Heero! – lo llamó Dúo – ¡estamos listos para sacarte de allí!

Y vieron como la cobertura de oro de la mina comenzaba a resquebrajarse lentamente de arriba abajo, tanto así que caían como delgadas láminas al suelo convirtiéndose luego en pequeños charcos dorados que poco a poco comenzaron a perder su color dorado y a convertirse en espeso barro rojo, como si de greda se tratase.

- ¿Qué sucede? – dijo Traize asombrado.

- El demonio – dijo Dúo asustado – ha roto la barrera que le impuso Heero.

- ¿Qué dices? – dijo Quatre preocupado.

- "Mientras el oro permanezca aquí, el poder del ángel de la luz lo mantendrá encerrado hasta el momento de su purificación" – dijo una voz a su lado y ellos se voltearon a ver de quien se trataba – no te preocupes, pequeño Dúo, Heero ha cumplido su labor y ahora es el turno de los guerreros celestiales de acabar con esto para siempre, me llevaré a Zech.

- Pero, Uriel, nosotros...

- ¡Heero, abre la puerta!

Heero se volvió al escuchar una orden y sin pensarlo sacó todo el poder que mantenía atrapado a Zech regresando sus brazaletes a sus muñecas mientras la puerta se abría al fin y el volaba a toda velocidad a donde su superior, su amado y sus amigos lo esperaban.

- ¡Es hora de que esto se acabe, Zech! – le dijo el arcángel.

- Uriel – murmuró retrocediendo – ¿Qué haces aquí?

- ¿No tienes bastante con haber hecho miserable tu propia vida como para estársela haciendo a otros ángeles también? – le reclamó el arcángel señalando a Dúo y a Heero – ellos son humanos ahora, pero no haz podido dejarlos en paz, y por ello tu sentencia ha sido dictada.

- Pues tendrás que venir por mí para cumplirla – retrocedió con la intención de obligarlo a seguirlo al infierno – si es que te atreves.

- No creo que sea necesario – se volvió hacia Heero y le entregó algo – dispara a Zero y purifica a ese demonio – le ordenó.

Heero avanzó unos pasos dentro de la cueva apuntando un cañón apoyado sobre su hombro y disparó usando todas su energías espirituales que comenzaban a llegar a él por el inicio del amanecer saliendo disparado hacia atrás por la fuerza del disparo mientras Zech comenzaba a evaporarse lentamente.

- ¡Me las pagarás, Uriel! – fue lo último que escucharon de él antes que la mina se derrumbara por completo desapareciendo.

- Misión cumplida – dijo Heero entregándole a Zero al arcángel y se desmayó en los brazos de su amado ángel de la noche.

- ¿Heero? – le dijo Dúo preocupado.

- No te angusties, sólo necesita descansar un poco – le sonrió Uriel y desapareció en el aire, tal como llegó.

La mañana llegó tranquila para los amigos que descansaban tranquilamente de regreso a sus vidas normales. Estaban cuatro de ellos sentados desayunando en el comedor tranquilamente cuando llegaron los trabajadores comentando sobre los terribles acontecimientos de la noche anterior, la tormenta eléctrica, el viento huracanado, los temblores y el horrible ruido de un derrumbe en la colina. Claro, ninguno de ellos dijo nada al respecto, pero estaban mucho más tranquilos, los ángeles habían regresado a las pinturas de la casa, los vitrales ahora no se veían amenazantes como antes y Heero y Dúo descansaban en la habitación del primero en paz al fin.

- Espero que ya no hagas más desnudos míos – le decía Heero apoyado en su pecho desnudo un tanto ruborizado – me siento... expuesto.

- Claro que no, esos son producto de mi pervertida imaginación, la realidad es mucho mejor que la ficción ¿sabías? – le acarició las costillas.

Heero sonrió acomodándose mejor y vio una sombra a un lado de la cama, era el artista japonés que tan obsesionado estaba con su Dúo.

"No puedo abandonar la casa hasta que me haya redimido por completo" – les dijo – "y como fueron ustedes los más perjudicados por mi tonta actitud, deberé ayudarlos a que sean felices para siempre".

- Creo que a Quatre le va a alegrar mucho saber que en su casa todavía hay fantasmas – le dijo Heero – y espero que ya no sientas celos por nuestro amor, no sería bueno.

"Yo debí haber sabido que el pequeño Dúo jamás sería mío, ya que desde el inicio de la creación estuvo destinado a ser tu compañero, tu ayuda, tu sombra y tu otra mitad" – respondió – "jamás habría sido feliz a mi lado"

- Lamento que Zech te haya usado así – le dijo Dúo.

"No lo lamentes, pequeño ángel, me dio la oportunidad de conocerte en vida y verte feliz al fin, aunque no sea a mi lado" – le sonrió y desapareció dejándolos solos – "perdonen el daño que les hice, de haber sabido que lo único que conseguiría era destruirme, lo habría pensado mejor"

- No hay problema, nos ayudaste a estar juntos de nuevo – le dijo Dúo – ¿verdad, amorcito?

- Verdad, amorcito – repitió Heero y lo volvió a besar.

Fin. (¿o no?)

Bueno, sé que los hice esperar mucho por el final de esta historia y que publiqué otras dos, pero es que quería sacarlas de la cabeza antes que me volvieran loca (que ya lo estás, mujer – cállate, Zero)

Estoy muy agradecida por los Reviews que me dejaron, nunca había tenido tantos por una historia (creo que entre los dos lugares en que lo publiqué alcancé más de 50) y espero que les guste el final.

El lemon 03X04 me lo pidieron, así que lo agregué, pretendía poner uno Traize X Wufei, pero creo que será en otra ocasión (que le haces el quite, mujer – cállate, Zero).

Chao y Gracias

Shio Chang (¿A mí no me nombras? TT, al pobre Wing Zero nadie lo quiere)

PD: Espero ideas para crear un epílogo.

Sayonara.