El partido había sido bastante movido y muy reñido. Los alumnos habían ganado sólo por seis puntos. Sin embargo alguien de las gradas no había disfrutado tanto con el partido como el resto. Su corazón había permanecido muy inquieto y cada minuto le parecía una eternidad. Observaba a la chica jugar con bastante maña, y aplaudió todas las veces que marcaron los profesores y los alumnos. Sin embargo su mente estaba en otro lugar. Se había sentido lleno de fuerza al salir corriendo de casa en busca de ella, pero ahora sus fuerzas flaqueaban con sólo mirar su rostro. ¿Realmente ella le amaría aún? Algo en su corazón guardaba la esperanza, quería decirle la verdad, debía hacerlo. ¿Pero cómo? No encontraba las palabras adecuadas, no sabía como empezar. Así que sólo le quedó una opción: Dejarse llevar por sus sentimientos. Él la seguía amando con todas sus fuerzas. No había pasado un solo día en el que no recordara su bella sonrisa y su dulce carácter que le enamoró por primera vez. Sus oídos habían oído el final del partido y sin pensarlo dos veces se levantó de las abarrotadas gradas, se despidió de un Ginta muy sorprendido y sin darle tiempo a que le respondiera salió corriendo hasta los vestidores del pabellón.

Y ahí estaba ahora. Sentado en uno de los bancos del pasadizo. Esperando ver aparecer a su amada de una de esas puertas y poder decirle que aún la amaba. Su corazón latía con fuerza y su vista le fallaba (le había parecido ver abrirse la puerta unas diez veces). Sin embargo ahora una de las puertas se estaba empezando a abrir ante sus ojos. Su corazón dio un salto y miró nervioso la figura que salía de la puerta. Un chico de pelo largo azulado y ojos acuosos le miró sorprendido. Yuu sonrió gustoso pero a su compañero se le heló la sangre.

- ¡Yuu!
- ¡Satoshi! Que ganas tenía de verte! - Yuu corrió hasta alcanzar al muchacho que se había quedado petrificado tras la puerta de los vestidores. Llevaba en su brazo una mochilla que dejó caer en el mismo momento en que vio a su mejor amigo. Yuu le abrazó con fuerza y sonrió con ganas mientras daba palmadas en su espalda. El joven maestro no pudo hacer más que devolverle el abrazo de igual forma, sin embargo no se dibujó en su rostro ninguna sonrisa, al contrario, permanecía muy sorprendido. - Te he echado de menos amigo!
- Yuu... ¿pero que haces en Japón?
- Vaya recibimiento tío... pues he venido a instalarme. ¿No te dijo nada tu padre? El lunes empiezo a trabajar para él.
- ¿Qué el lunes qué? Mi padre no me ha dicho ni una palabra. - Satoshi miró a su amigo analizándole. El muchacho había cambiado mucho sin duda, si antes era atractivo ahora era un sex-símbolo sin duda. - Pero mírate Yuu... has cambiado mucho....
- Tú sigues exactamente igual.
- Lo sé. ¿Y dime has ido ya a tu casa?
- Sí pero no había nadie, excepto una nota de Miki.
- De... de Miki... ¿y que decía?- El chico pareció ponerse nervioso de repente.
- Nada importante, cosas de la casa. ¡Pero tengo una noticia que me ha devuelto la vida Satoshi!
- Ah... ah sí...
- Sí. ¡MIKI Y YO NO SOMOS HERMANOS!- Decir que el rostro de Satoshi se desfiguró por la sorpresa sería quedarse corto. - No me mires con esa cara de asombro. Es la verdad! Al llegar encontré el diario de mi abuela sobre mi cama, lo leí y llegué al momento de mi nacimiento. Mi padre no es Jin, el hijo de mi madre y Jin murió antes de nacer, mi madre tuvo un aborto. ¡Yo soy hijo de mi padre! Y Miki lo es de Jin... no somos hermanos Satoshi... ¿Te lo puedes creer? He sido un necio... todo este tiempo... debo contarle la verdad a Miki... no quiero perderla por que...
- ¡Pero Yuu! No puedes aparecer de repente y soltarle eso a Miki... es... es una locura. ¿Cómo puede ser verdad? Tanto tiempo... yo creí... yo estaba seguro de que ella y tú erais hermanos... por eso yo...por eso...
- Sé que es una locura, pero no quiero perderla otra vez, ella es mi vida, incluso después de tanto tiempo no he podido olvidarla, la quiero, sólo a ella. ¿No lo entiendes? Esta es mi oportunidad de ser feliz.
- Pero... Yuu... ¿y si ella?... no...

Un golpe tras las espaldas de Yuu desvió la atención del chico de pelo rubio que miró una puerta. De ella salía la señorita Rioko que al ver a Yuu se quedó petrificada. Yuu le sonrió y se acercó hasta ella que le hacia señas sonriéndole. Rioko lo abrazó contenta y le empezó a hacer miles de preguntas. Satoshi se había quedado a cierta distancia, justamente dónde estaba antes, no se había movido. La cabeza le daba vueltas y un profundo sentimiento de culpa le inundaba. ¿Cómo decirle la verdad a Yuu? ¿Cómo romper su corazón cuando el mismo desearía que fuera feliz? Sin embargo no tuvo mucho tiempo para pensar en ello. Una joven gritó feliz su nombre saliendo del vestuario de las chicas. Yuu se giró repentinamente y miró a lo lejos a la muchacha que corría hasta donde estaba un apurado Satoshi. Estaba realmente hermosa, no cabía la menor duda, y Yuu se sentía en una nube al mirarla. Sin embargo parecía que la chica no se había dado cuenta de su presencia y seguía corriendo hasta su mejor amigo. Pero algo ocurrió. Algo que rompió su corazón en miles de pedazos y que luego los piso uno por uno cruelmente. Miki se lanzó a los brazos de Satoshi y antes de que el joven pudiera reaccionar ante la situación besó sus labios con calidez para luego abrazarlo con fuerza.

- Satoshi por fin, ya hemos acabado las actividades. Ahora podemos ir a dar una vuelta por el festival juntos amor. ¿Qué me dices?- Miki miró a su novio con cariño y se sintió rara al mirar sus ojos.- ¿Ocurre algo cariño? Te noto... no sé... tenso...- Satoshi se sentía incapaz de hablar y cerró sus ojos con fuerza. Ya estaba, Yuu se había enterado, y de la peor forma. Lo había visto todo con sus propios ojos. Había descubierto por fin que ahora Miki le amaba a él.
- Ah... yo... Miki...

Miki notó entonces que a unos metros había más gente. Desvió la mirada y vio a la señorita Rioko que sonreía ante la escena y a su lado... a su lado... El corazón de Miki se paró en seco y soltó a Miwa como si de repente quemara. Clavó la mirada en el chico, que en vez de mirarla a ella, ahora observaba a Satoshi con ¿estupefacción? Yuu no sabía como reaccionar. No podía ni tan siquiera respirar. Miró a Satoshi con fascinación y este agachó la cabeza apretando sus puños. Luego miró a Miki aún demasiado sorprendido, incapaz de decir ni una palabra. Ella le estaba mirando de frente con la sorpresa dibujada en su rostro.

- Hola Miki, ¿por qué no me habías dicho que Yuu había vuelto? Me ha hecho mucha ilusión verle de nuevo- La señorita Rioko miró a ambos y se sintió de repente algo incomoda. La tensión se olía en el aire.
- No lo sabía... ¿Yuu? ¿De verdad eres tú? Has cambiado mucho...
- Miki... Tú... tú y Satoshi... están...- Rioko notó que sobraba en ese mismo momento y se despidió de los chicos. Sólo Miki contestó su despedida.
- Miki, será mejor que te acompañe hasta el aula de profesores. El director nos quería a todos reunidos después del partido. - Satoshi levantó la vista y miró los ojos dolidos de Yuu con la culpabilidad en sus espaldas.
- Sí... claro...Me alegro mucho de verte de nuevo Yuu. Supongo que te instalarás en casa... ya nos veremos. Ve a ver la parada de la biblioteca, estoy segura de que te gustará.- Miki cogió el brazo que le ofrecía Satoshi y empezaron a caminar hasta dónde estaba él. Al pasar por su lado Satoshi le dirigió una mirada de tristeza y agarrando a Miki con más fuerza se despidió con la mano.
- Hablaremos esta noche Yuu, creo que hay mucho que decir.

Así Miki y Satoshi abandonaron el pasadizo. Yuu se había quedado con la vista clavada en el suelo. Sus puños estaban apretados con fuerza y dos lágrimas brotaban de sus hermosos ojos azules. Sus dientes crujían y todo su cuerpo temblaba por la ira. Se sentía idiota, un idiota traicionado, pero no por ella, sino por su mejor amigo. ¿Cómo podía Satoshi haber aprovechado la situación para quedarse con lo que él más ama? Su puño golpeó con violencia la pared mientras su peso cedía sobre sus rodillas. Estaba abatido.

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Miki seguía cogida del brazo de su novio. Miraba el suelo muy inquieta y no sabía por qué su corazón se había acelerado tanto al verle. Sintió culpa en el mismo momento que vio sus ojos e instintivamente soltó a Satoshi. ¿Pero por qué? Ella amaba a Satoshi, y aunque este fuera el mejor amigo de Yuu no debía sentirse culpable, al fin y al cabo Yuu fue quien la dejó. Seguro que Yuu se había sorprendido al primer momento y por eso tenía esa cara, pero seguro que se siente feliz de que estén juntos. Al fin y al cabo Yuu era como su hermano ¿no? Satoshi miraba a Miki muy preocupado. Ella parecía de lo más pensativa y andaba sin mirar sus pasos, sólo dejándose llevar por él. Se había sentido tremendamente culpable esa tarde, pero también muy celoso. Jamás había sentido tantas sensaciones recorrer su cuerpo en tan poco tiempo. Miki le había abrazado y besado llena de alegría, como siempre, pero en cuanto vio a Yuu se separo repentinamente, como si estuviera haciendo algo malo. Jamás había hecho nada así. ¿Pero por qué actuaba ella de esa forma? Ella no conocía la verdad, ella no sabía que Yuu aún la amaba, ¿entonces por qué se comportaba como si cualquier movimiento por parte de ella pudiera dañar el corazón de Yuu?

- ¿Sabías que Yuu había vuelto?- la dulce voz de Miki le devolvió a la realidad.
- No, me he quedado tan sorprendido como tú.
- Ahora ya lo sabe. Me siento aliviada. No quería ocultárselo. Además, que no entiendo por qué insistías en ocultárselo a Yuu, al fin y al cabo él y yo ya no tenemos nada que ver, nada que no sea completamente familiar. Pero tú siempre te has comportado cómo para protegerlo. ¿Por qué?
- No es que quisiera ocultárselo Miki, ya te lo dije, es solo que quería que se enterara por mí, cara a cara, no por carta.
- Pues creo que la verdad le ha caído de una forma poco convencional - Miki sonrió con un deje de tristeza- Me pregunto como se lo habrá tomado. Parecía muy sorprendido.
- Sí...- "Sorprendido y muy dolido"- Pero no te preocupes más, esta noche tengo que ir a tu casa, así que ya hablaré con él. Esto quiero tratarlo yo.
- Pero...
- Por favor, deja que sea yo quien hable con él.
- Esta bien. - Miki miró sorprendida a Satoshi, pero accedió a sus suplicas sin rechistar. Al fin y al cabo confiaba plenamente en él.- Y bien amor, en cuanto salgamos de la reunión quiero ir a visitar todo el festival.- Miki le sonrió cariñosamente y se abrazó más a él.
- ¿Qué has sentido Miki?- La chica lo miró aturdida.
- ¿Eh?
- ¿Qué has sentido al ver a Yuu?- Satoshi dejó de caminar y clavó la vista en los ojos sorprendidos de ella. Miki se puso frente a él y agarró con sus suaves manos el rostro de él.
- Sufrí mucho cuando el me dejó. No te quiero negar que el corazón me dio un vuelco.- Satoshi abrió los ojos con tristeza- Pero nada más, no sentí amor al mirarle, al contrario, me sentí aliviada por ver a un hermano. Tú me has devuelto la felicidad Satoshi. Estuviste a mi lado en los malos momentos y has traído los buenos a mi vida. Sólo te quiero a ti.

Satoshi sonrió satisfecho ante las palabras de la chica y la miró a los ojos. No se pudo contener y la agarró en sus brazos para besarla con cariño. Ella respondió el beso feliz y sonrió retándolo a una carrera hasta la reunión. Satoshi suspiró resignado y la siguió amenazándola en que si llegaba antes que ella esa noche Miki lavaría los platos.

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Un atractivo joven de ojos azules y pelo rubio andaba ausente por las calles de Tokio. Sus ojos miraban el horizonte, su mente navegaba por la desesperación y su corazón latía apresuradamente. Se sentía peor que nunca. Jamás imaginó poder sentirse aún peor de lo que había pasado estos últimos años. Pero así era. Se sentía simplemente traicionado. La imagen de su Miki abrazada a Satoshi aún se le dibujaba en la mente y la voz de ella diciéndole "amor" le hacía eco en el interior de su cabeza. Las lágrimas empezaban a asomar en sus ojos. Había llegado al parque. Se sentó en el banco y agacho la cabeza apoyándola entre sus dos manos. Ya no podía contener más las lágrimas, la había perdido, esta vez, para siempre. ¿Cómo la podía haber perdido una vez más?

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La noche había caído en la ciudad de Tokio. En una casa familiar había dos niños corriendo arriba y abajo perseguidos por su tío Michael. Los niños gritaban y se movían velozmente por toda la casa haciendo un ruido ensordecedor. Miki estaba en la cocina preparando la cena y los miraba corretear por el salón con un Michael con cara perversa a sus espaldas. No pudo evitar sonreír ante la escena, al igual que Satoshi que estaba en el sofá. Miki miró entonces a su novio. Estaba muy serio y parecía preocupado. Sabía por que era. Yuu. Por alguna razón su novio estaba muy temeroso de hablar con su hermano Yuu. Ella dejó un momento la comida y se acercó hasta Satoshi que no se dio cuenta de que ella estaba a su lado. Miki se sentó en el sofá atrayendo así la atención del chico que forzó una sonrisa.
- Se te ve muy preocupado. ¿Es por Yuu?
- ¿Eh? No te preocupes mujer, no pasa nada. Es solo que.. no se como hacerlo. - Satoshi recostó su cabeza en la de ella y le cogió una de sus manos acariciándola suavemente.
- Ya te dije que sería mejor hablar los dos con él. No veo el motivo por el cual estas tan preocupado. ¿Me ocultas algo amor?- Satoshi la miró algo alterado pero luego sonrío nervioso.
- No Miki, es solo que... solo que...- Miki miró a su novio a los ojos y decidió no insistir más. Satoshi parecía realmente alarmado, y en cuanto estuviera preparado hablaría con ella. Hacía demasiado tiempo que estaban juntos como para desconfiar de él ahora.
- Esta bien entonces. Voy a seguir con la cena. Yuu no creo que tarde mucho ¿no? Supongo que no se habrá perdido. Jejeje
- Lo dudo.- Satoshi forzó una vez más una sonrisa. Miki le abrazó y besó sus labios una vez más.
- Ha dejado todas sus cosas en su habitación. Así que supongo que no tardará y que se quedará en la casa. ¿Tu padre no te ha comentado nada?
- No- La respuesta de Satoshi fue corta y seca y Miki prefirió dejar de hablar del tema y se levantó hasta la cocina. Eso es lo que más rabia le daba a Satoshi, que su padre no le hubiera prevenido. Como mínimo así se hubiera preparado un poco para lo que le venía encima.

Satoshi miró entonces a Miki, parecía seria y hacia la comida algo ¿enfadada? Satoshi se levantó intentando olvidar sus preocupaciones y se fue a la cocina con ella. Miki no le hizo caso y siguió con las ollas. Él rodeó su cintura por atrás y le susurró que la amaba al oído. Ya renunciando a hacerse la dolida Miki sonrió, era incapaz de negarle una sonrisa a su novio. ¿Cómo se lo hacía para dominarla de ese modo? Lograba siempre un "Sí" como respuesta. Eso exasperaba a Miki, pero a la vez reconfortaba su corazón, ya que esa era la mejor prueba de que su corazón no la engañaba, y que realmente amaba a Satoshi. Miki se giró juguetona y besó fugazmente a su novio con una sonrisa.

- Déjame cocinar, que sino comerás patatas y filete chamuscado. - Él se negó a soltarla y la abrazó con más fuerza. Miki amplió su sonrisa y devolvió la vista a la comida, que seguía aún poco hecha.- Eres un niño.
- Lo sé.
- Y me gusta mucho eso de ti.- Miki cerró los ojos dejándose llevar por el abrazo cálido de Miwa, este la tenía aún sujeta de la cintura y recostaba su cabeza entre el cuello de ella. Miki abrió entonces los ojos para ojear la comida y cual fue su sorpresa al ver una figura masculina ante sus ojos. - ¡Yuu!- Satoshi alzó la vista de inmediato y soltó un poco a Miki, esta estaba más ruborizada que un tomate.- ¿Cuándo has llegado? Nos tenías preocupados. - El chico alzó la vista y miró los penetrantes ojos azules de Satoshi.
- Sí, claro.
- ¿Eh?- Miki no entendió la respuesta y miró a Satoshi confundida. Este se rehusaba a soltarla y miraba a Yuu con decisión y con algo de ¿culpa? ¿por qué?- Bueno, da igual, ya has llegado.- Miki se zafó con cuidado y miró la comida.- Esto estará listo en unos minutos. ¿Por qué no ponen la mesa juntos?

Satoshi sonrió a Miki y empezó a coger algunos platos. Yuu siguió sus movimientos con una mirada fría. "¿Cómo sabe donde esta todo?" Entonces notó la mirada de Miki. La chica le estaba viendo sorprendida. Entonces se acercó hasta ellos y sin decir nada cogió el mantel y se dispuso a poner también la mesa.

Estaban ya todos sentados. Michael se había puesto de lo más enganchoso con Yuu y no paró de decir durante toda la cena que le había extrañado horrores. Miki solo sonreía y Satoshi parecía estar en otro mundo. Los niños, en cambio miraban a su hermano analizantes. Hacía mucho que no lo veían y parecían estar atentos a todos los movimientos que hacía, como si esperaran algún comportamiento raro en él. Yuu también permanecía algo callado, sin embargo intentaba hablar animadamente con Michael, sin obtener muy buenos resultados.

- Y dime Yuu, ¿te instalarás aquí en Japón?- Miki decidió hablar un poco con Yuu ante la atenta mirada de Satoshi, que parecía muy incomodo. Yuu la miró algo sorprendido e intentó no parecer triste al mirarla. Simplemente le contestó, algo más frío que de costumbre.
- Sí, empiezo a trabajar en la empresa del señor Miwa.
- Sí, Satoshi me lo dijo. Es curioso, jamás creí que dejarías Nueva York, parecía que te encantara vivir allí.- Miki le sonrió al chico con dulzura y este se derritió con su mirada, cosa que no paso desapercibida por Satoshi que agachó nuevamente la mirada.
- Sí, pero Japón es mi hogar, además, que me gusta más esto.
- ¿Y en que consistirá tu trabajo Yuu?- Michael habló con la boca completamente llena provocando las carcajadas de los dos críos.
- Pues digamos que seré el socio del Señor Miwa, ambos nos pondremos a la cabeza de la empresa.- Satoshi levantó la vista sorprendido y miró a un Yuu completamente serio. Este le devolvió la mirada con reproche. Le dolía demasiado mirar ahora a su mejor amigo.
- Vaya... Te has convertido en un pez muy grande Yuu. Entonces supongo que dentro de poco tendrás suficiente dinero para comprar un buen piso. ¿No Yuu?
- Sí Michael, en realidad ya lo tengo comprado, pero aún esta en construcción. Yo mismo he diseñado el bloque de pisos.
- ¡Vaya!

El teléfono interrumpió entonces la velada y Michael salió a cogerlo. Era su familia desde Nueva York. Miki se levantó entonces de la mesa y miró a los dos niños que ya sabían que diría.

- No hermana.... es muy pronto aún... ¡no queremos ir a la cama!
- Atsuko no me repliques. Venga los dos a lavarse los dientes, yo prepararé sus camas, y no quiero oír una sola protesta o mañana no les dejó quedarse hasta más tarde de las diez.
- ¡Mañana es sábado! No puedes hacerlo!
- Pues entonces Shinta, no repliques. Venga, los dos. Digan buenas noches. - ambos miraron a Miki con resignación y luego dijeron buenas noches malhumorados. Atsuko se lanzó a abrazar a Satoshi y le besó en la mejilla. Este sonrió y le acarició la cabeza con delicadeza y cariño. La niña se giró entonces y miró a Yuu, que la miraba sorprendido.
- Buenas noches hermano Yuu.- Y salió corriendo hacia su hermana que ya la esperaba en la puerta. Miki y los niños salieron del comedor dejando a Satoshi y a Yuu completamente solos. Estos miraron al suelo y cada uno se perdió en sus propios pensamientos. Yuu no pudo contener más su rábia.
- Jamás, en la vida, hubiera imaginado algo así de mi mejor amigo, eres un rastrero. - Sus puños se contrayeron por la ira y alzó la vista mirando a Satoshi con odio.
- No hables antes de entender. ¿Crees que no me duele? ¿Qué no me siento culpable?
- ¡Calla! ¡No me hables de dolor y sufrimiento! ¿Qué sabrás tú del dolor?- Yuu gritó con tanta fuerza que temió que Miki lo hubiera oído. Se calmó un poco y bajo la mirada una vez más a la vez que susurraba una frase que parecía no querer salir.- ¿Desde cuando?
- Un año y medio. - Yuu se mordió el labio inferior comido por la ira y guardando en su interior el sufrimiento.- Será mejor que salgamos, quiero que lo sepas todo Yuu, pero no aquí. Tú y yo solos.- Yuu pareció dudar, pero no tenía otra opción. Quería saber por qué.

Miki bajó las escaleras y se encontró a Yuu y a Satoshi en el vestíbulo, poniéndose los abrigos. Se notaba la tensión en el ambiente. Satoshi alzó la vista y sonrió a la chica como pudo.

- Vamos a dar una vuelta, luego vengo ¿vale Miki?
- Sí. Vale. Abrigaos bien hace frío.


Continuará...

Notas de la autora: Perdón por la demora. Pero es que no tengo tiempo! Espero que les guste y que me envíen reviews. Un beso!