Consecuencias de un secreto
Ya llevaban más de diez minutos caminando en silencio. Ninguno de los dos parecía querer empezar la charla. Sin embargo el tiempo iba pasando y no podían estar por más tiempo perdidos en sus pensamientos. Habían llegado al parque, y casi por inercia Yuu se dirigió hasta el banco que una vez le unió a Miki. Satoshi se quedó frente a él analizando su expresión. Esta estaba fría y distante, consumida por el dolor, la ira y la tristeza. Eso le hizo sentir aún más miserable.
- Se que no te sentirás mejor con decirte que lo siento, pero quiero que lo sepas. La amo.
- ...
- Yuu... di algo, quiero que me digas en que estas pensando.
- Pues pensaba en cuales son los motivos que me impiden levantarme y golpear tu linda cara.
- Ya... pero quiero que lo entiendas todo Yuu.
- ¿¡Que debo entender!?- el chico se levantó furioso y se quedó a un metro escaso de distancia.- ¿Que te has enamorado de ella? ¿De mi Miki? ¿Que has aprovechado que yo no estaba para ligártela? ¿Y cuanto va a durar ella? ¿eh?. ¿Me vas a hacer creer que no eres un playboy y que no la quieres para divertirte?. ¿Que has pasado de nuestra amistad para jugar con ella? ¿Para ti eso es el amor?
- Cálmate Yuu, ambos sabemos que yo no soy un playboy y que no quiero jugar con nadie, y menos con ella.
- ¡No me digas que me calme! ¿Cómo? ¿Cómo ocurrió que una chica cómo Miki... se haya enamorado de ti... ¿cómo se ha podido enamorar de un tipo que traiciona a su mejor amigo?
- Jamás te había visto tan alterado. Aún la amas mucho... lo siento... pero yo la amo tanto como tú.
- ¡Mentira! Jamás habías mostrado ningún tipo de afecto más que amistad hacia ella, no te creo.
- Si me dejas, te contaré todo.
- ¡Ja! Estoy ansioso- Yuu cruzó sus brazos y se sentó en el banco de nuevo, mirando de forma desafiante a Satoshi.
- Yuu, tú hiciste muchísimo daño a Miki. Ella pensó mil veces en ir a buscarte. Quería decirte que a pesar de todo ella te seguía amando, quería intentar convencerte de que era la indicada para ti, de que te quería. Yo le decía que no insistiera, que por mucho que ella quisiera era difícil que alguien cambiara así sus sentimientos. Guarde el secreto tal y como tú me pediste, jamás le conté que erais hermanos de sangre. Simplemente intenté que se olvidara de ese amor, pues eso era lo que la hacía sufrir. La vi llorar muchas veces, la vi romperse y caer una y otra vez. Se sentía tan sola y desgracia que apenas comía ni dormía. Además la ausencia de Meiko aún hacía más insoportable la situación para ella, de eso no cabe la menor duda. Yo era el único que podía confortarla. Guinta y Arimi lo intentaban, pero a ella le dolía aún más al verlos juntos, cómo una pareja. Cansado de verla sufrir tanto, y teniendo un gran cariño hacía ella, decidí que yo sería el que le levantara el ánimo. Era su amigo, no la iba a dejar sufrir. A partir de entonces empecé a sacarla de casa a la fuerza. Me la llevaba de compras, al cine, o simplemente la ayudaba con su carrera. Era lo único que hacía, dedicarse a estudiar para mantener su mente ocupada, supongo que por eso ha sacado la carrera con una matricula de honor.- Satoshi se paró un momento en su relato para ver el rostro de Yuu, que ahora parecía abatido y frágil.- Perdona, no quería que te sintieras culpable por la situación de ella. ¿Qué podías hacer tú?.
- Sigue
- Sí... Bien. Cada vez estábamos más y más unidos. Ella empezaba a mostrar un poco su antigua dulzura y alegría, pero aún estaba muy lejos de ser la de antaño. Yo hacía lo que podía, incluso me quedaba a veces a cenar invitado por vuestros padres. Ella se estaba abriendo cada vez más, y me contaba todo lo que sentía. Y aunque la he visto llorar incontables veces, siempre me dolía y me duele cuando lo hace. Sin darme cuenta, lo supe. Me había enamorado de Miki. Por su fragilidad y sencillez. Por sus puros sentimientos y su corazón noble. Por las sonrisas que me mostraba sólo a mí, por sus ojos cargados de vida y dulzura. Por ella, por su interior, pero sobretodo, por su hermoso corazón. Empecé a asustarme. Sí, me había enamorado de ella. Pero no sería nunca correspondido, y no sólo eso, era la mujer que amaba a mi mejor amigo y además, le ocultaba un enorme secreto. Sin embargo no podía evitar que mi corazón se acelerara al estar con ella, ni que su sonrisa me alegrara el día. Además, me intentaba convencer a mí mismo de que ese ángel debía enamorarse de nuevo, ¿quién mejor que yo, que siempre había estado a su lado?. Sentía mucho miedo, creía que ella no me correspondía, que te amaba sólo a ti. ¡Pero erais hermanos! Ella no lo sabía, pero yo sí, quería decírselo, ansiaba poder hacerlo para que por fin te olvidara. Pero te lo había prometido. Así que me resigne a estar a su lado, sin decir nada, sólo siendo la sombra que cuida de sus sueños. Eso pensaba.
- Pero ella se enamoró de ti. El amigo que la había apoyado en mi ausencia, parece lógico. Sin embargo cruel por tu parte. Ella no sabía nada, pero tú sí. Sabías que yo la amaba.
- Sí, pero quería engañarme a mí mismo. Me decía "Seguro que ya la ha olvidado" "Es su hermana, nunca podrán estar juntos" "Quién mejor que yo para que Yuu lo acepte, al fin y al cabo el sabe como soy, y que la cuidaré y querré el resto de mi vida". Pero todo eran pensamientos que se llevaba el viento pues yo no hacía nada por lograr su amor. Sin embargo un día ocurrió. Ella lloraba nuevamente en mis brazos pero esta vez no era por ti, yo no sabía por qué lo hacia. Para mí fue toda una sorpresa descubrir que la causa era yo.
- Basta, no quiero saber más. No sigas. Me da igual que te dijo o cómo fue, la cuestión es que tú estas con ella y que ella te corresponde desde hace un año y medio. Y lo más importante, me ha olvidado cuando yo jamás pude hacerlo.
- No la culpes a ella por curar su corazón.
- No, el traidor aquí eres tú.
- ¿Aún con eso? Yuu, sé que te duele, más ahora que dices... dices que no sois hermanos. Entiéndelo, tiempo atrás yo me habría alegrado muchísimo y hubiera hecho lo posible por que volvierais a salir. Pero entonces yo no la amaba, y lo siento, pero ahora, no quiero perderla. Ella me ama, lo sé, así que espero y deseo que no le digas nada de lo que pasó. Sólo la harías sentir mal.
- ¿Tú crees? Yo diría que ese es el único modo de evitar que yo te la robe. ¿Tienes miedo de que en cuanto sepa la verdad te abandone y vuelva a mi lado? ¿Qué todo lo que has vivido sea un engaño? ¿Qué únicamente has sido un sustituto?
- No. No tengo miedo. Si quieres decirle la verdad, dila. Sólo espero que ella se lo tome bien, y que entienda por qué no se lo confesé. Así me quitaré el peso que llevo encima al ocultarle un secreto tan importante. Haz lo que quieras, eso no podré evitarlo.
Satoshi se giró entonces y empezó a andar en dirección a la casa. Yuu necesitaba estar sólo y meditar, y él necesitaba ver a Miki, la necesitaba ahora. Quería sentir su cariño. Sintió entonces un punzante dolor, pues él ahora podría estar con ella, sentirla nuevamente, pero Yuu, Yuu sufriría sólo, y era por su culpa. Sin embargo no estaba dispuesto a perderla, jamás. Sólo podía compadecerse de Yuu y poner por delante su felicidad.
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El café se estaba enfriando encima la mesa. Ya pasaba más de una hora, y ellos aún no llegaban. Miki estaba muy inquieta. ¿Qué era lo que les retrasaba tanto?. Sentía cada vez más que Satoshi le ocultaba algo, y ahora sabía que ese algo tenía que ver con Yuu. La pierna se le movía sola a causa de los nervios y no podía parar de mirar la puerta, se sentía insegura. Por fin se oyó la cerradura de la puerta y ella salió corriendo hasta la entrada. Satoshi acababa de ingresar por la puerta. Este parecía desconcertado y triste. Él levantó la vista al oír los pasos de la chica. Sonrió con dulzura, más aún así no pudo ocultar su pesar.
- ¿Te encuentras bien cariño?
- Sí, sólo necesito abrazarte. ¿Me lo concedes?
- Claro...
Satoshi se abrazó a ella como un niño abandonado. Miki estaba un escalón más arriba que él y la cabeza del chico reposaba en su pecho mientras este la abrazaba por la cintura. Ella lo notó tan inseguro que no pudo evitar abrazarlo con fuerza y susurrarle un "te amo" al oído.
- ¿Quieres que vayamos al sofá?
- Sí... claro.- Satoshi sonrió a Miki y la siguió hasta el sofá del comedor. Ambos se sentaron abrazados. ¿Por qué sentía ahora más que nunca que la perdería?
- ¿Sabes? Hoy me he estado acordando de cuando te confesé mis sentimientos.
- ¿Sí? Es curioso, yo también.- Él la apretó aún con más fuerza.
- Recuerdo que tú estabas muy nervioso.
- Jamás me habían temblado las piernas con tanta fuerza, sentía que algo tan maravilloso no me podía pasar a mí, que algo enturbiaría tanta felicidad. Sentí una alegría enorme, pero también mucho miedo.
- Yo no. Me salió del corazón, hacía tiempo que necesitaba confesarte mi amor. Un amor nacido de una amistad que tu me brindaste sin pedir nada a cambio. Fue maravilloso ver que tenía alguien a mi lado.
- ¿A veces me pregunto que hubiera pasado si hubiera sido otro el que cuidara de ti.
- Pero no fue otro, fuiste tú. Y con ello me demostraste lo mucho que significaba para ti, y me enseñaste nuevamente a amar. Jamás te estaré lo suficientemente agradecida
- No me debes gratitud, sólo quiero que me ames.
- Eso ya lo tienes.
Ambos se besaron nuevamente. Esta vez parecía que Satoshi no la besaba en años. Estaba muerto de miedo, aunque le hubiera dicho a Yuu que no la perdería, que estaba seguro de su amor, no era verdad. Ella había sufrido mucho por él, y ahora se le presentaba la oportunidad de tenerlo de nuevo. La apretó con fuerza mientras besaba ardientemente sus labios. Ella, algo sorprendida por la ferviente muestra de afecto no pudo impedir un suave gemido de placer. Sentir las caricias de Satoshi era lo único que le importaba ahora, el secreto que él le pudiera estar ocultando había pasado de momento al olvido.
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Entró por la puerta principal con la máxima discreción posible, no quería encontrarse con ninguno de los dos. Dejó su abrigo e iba a subir hacia su habitación cuando vio salir a Miki del comedor. No supo como reaccionar así que simplemente se quedó quieto mirándola.
- Llegas muy tarde. Me tenías preocupada. Satoshi ya se ha ido. Supongo que necesitas descansar. ¿Quieres que te prepare alguna cosa Yuu?
- No. No te molestes. - la voz del chico fue seca y fría.
- Esta bien... como gustes. Descansa, buenas noches.
Yuu no le contesto y subió pesadamente la escalera mientras ella lo observaba desde el vestíbulo. Se adentró en su habitación y se dejó caer pesadamente. Michael dormía en la litera superior y parecía muy sereno. Yuu sabía que esa iba a ser una larga noche. La oscuridad le parecía ahora más triste y solitaria todavía. Estaba por romper en un llanto sordo cuando el ruido de la puerta llamó su atención y la luz del pasadizo filtro en la penumbra del cuarto. Unos pasos se dejaron hueco en el silencio y se acercaron hasta la mesita que daba al lado de la cama de Yuu. Este seguía con la mirada fija en la pared. El ruido seco de algo chocando contra la madera de la mesa le indicó que alguien había dejado algo en ella.
- He hecho cacao para los niños y ha sobrado un poco. Si no lo quieres déjalo. Buenas noches Yuu.
Nuevamente los pasos, pero esta vez se alejaban hasta cruzar la puerta y cerrarla tras de sí. Yuu se quedó ahí, demasiado sorprendido para reaccionar. Los susurros de su voz aún resonaban en su cabeza. Se giró entonces, mirando en la oscuridad y pudo ver la figura de una humeante taza de cacao. Se levantó con cuidado y atrapó en sus manos la taza. Olía de maravilla, y de repente sintió ganas de probarla. Sí, ella siempre lograba aliviar su dolor, pero ahora sólo lo había aumentado. ¿La había perdido?. No, no se iba a resignar tan pronto. Satoshi era su amigo, sí. Pero desde el momento en que se había enamorado de ella, se había convertido en su oponente, en su enemigo más fuerte, el único que le privaba ahora de alcanzar la más absoluta felicidad. Esta vez no huiría por la felicidad de otros, esta vez tocaba pensar en uno mismo.
Continuará....
Notas de la autora: Bueno, aquí va el tercer capítulo, espero que les guste y que no les resulte demasiado corto, pero es que no doy al abasto. Un beso!
Ya llevaban más de diez minutos caminando en silencio. Ninguno de los dos parecía querer empezar la charla. Sin embargo el tiempo iba pasando y no podían estar por más tiempo perdidos en sus pensamientos. Habían llegado al parque, y casi por inercia Yuu se dirigió hasta el banco que una vez le unió a Miki. Satoshi se quedó frente a él analizando su expresión. Esta estaba fría y distante, consumida por el dolor, la ira y la tristeza. Eso le hizo sentir aún más miserable.
- Se que no te sentirás mejor con decirte que lo siento, pero quiero que lo sepas. La amo.
- ...
- Yuu... di algo, quiero que me digas en que estas pensando.
- Pues pensaba en cuales son los motivos que me impiden levantarme y golpear tu linda cara.
- Ya... pero quiero que lo entiendas todo Yuu.
- ¿¡Que debo entender!?- el chico se levantó furioso y se quedó a un metro escaso de distancia.- ¿Que te has enamorado de ella? ¿De mi Miki? ¿Que has aprovechado que yo no estaba para ligártela? ¿Y cuanto va a durar ella? ¿eh?. ¿Me vas a hacer creer que no eres un playboy y que no la quieres para divertirte?. ¿Que has pasado de nuestra amistad para jugar con ella? ¿Para ti eso es el amor?
- Cálmate Yuu, ambos sabemos que yo no soy un playboy y que no quiero jugar con nadie, y menos con ella.
- ¡No me digas que me calme! ¿Cómo? ¿Cómo ocurrió que una chica cómo Miki... se haya enamorado de ti... ¿cómo se ha podido enamorar de un tipo que traiciona a su mejor amigo?
- Jamás te había visto tan alterado. Aún la amas mucho... lo siento... pero yo la amo tanto como tú.
- ¡Mentira! Jamás habías mostrado ningún tipo de afecto más que amistad hacia ella, no te creo.
- Si me dejas, te contaré todo.
- ¡Ja! Estoy ansioso- Yuu cruzó sus brazos y se sentó en el banco de nuevo, mirando de forma desafiante a Satoshi.
- Yuu, tú hiciste muchísimo daño a Miki. Ella pensó mil veces en ir a buscarte. Quería decirte que a pesar de todo ella te seguía amando, quería intentar convencerte de que era la indicada para ti, de que te quería. Yo le decía que no insistiera, que por mucho que ella quisiera era difícil que alguien cambiara así sus sentimientos. Guarde el secreto tal y como tú me pediste, jamás le conté que erais hermanos de sangre. Simplemente intenté que se olvidara de ese amor, pues eso era lo que la hacía sufrir. La vi llorar muchas veces, la vi romperse y caer una y otra vez. Se sentía tan sola y desgracia que apenas comía ni dormía. Además la ausencia de Meiko aún hacía más insoportable la situación para ella, de eso no cabe la menor duda. Yo era el único que podía confortarla. Guinta y Arimi lo intentaban, pero a ella le dolía aún más al verlos juntos, cómo una pareja. Cansado de verla sufrir tanto, y teniendo un gran cariño hacía ella, decidí que yo sería el que le levantara el ánimo. Era su amigo, no la iba a dejar sufrir. A partir de entonces empecé a sacarla de casa a la fuerza. Me la llevaba de compras, al cine, o simplemente la ayudaba con su carrera. Era lo único que hacía, dedicarse a estudiar para mantener su mente ocupada, supongo que por eso ha sacado la carrera con una matricula de honor.- Satoshi se paró un momento en su relato para ver el rostro de Yuu, que ahora parecía abatido y frágil.- Perdona, no quería que te sintieras culpable por la situación de ella. ¿Qué podías hacer tú?.
- Sigue
- Sí... Bien. Cada vez estábamos más y más unidos. Ella empezaba a mostrar un poco su antigua dulzura y alegría, pero aún estaba muy lejos de ser la de antaño. Yo hacía lo que podía, incluso me quedaba a veces a cenar invitado por vuestros padres. Ella se estaba abriendo cada vez más, y me contaba todo lo que sentía. Y aunque la he visto llorar incontables veces, siempre me dolía y me duele cuando lo hace. Sin darme cuenta, lo supe. Me había enamorado de Miki. Por su fragilidad y sencillez. Por sus puros sentimientos y su corazón noble. Por las sonrisas que me mostraba sólo a mí, por sus ojos cargados de vida y dulzura. Por ella, por su interior, pero sobretodo, por su hermoso corazón. Empecé a asustarme. Sí, me había enamorado de ella. Pero no sería nunca correspondido, y no sólo eso, era la mujer que amaba a mi mejor amigo y además, le ocultaba un enorme secreto. Sin embargo no podía evitar que mi corazón se acelerara al estar con ella, ni que su sonrisa me alegrara el día. Además, me intentaba convencer a mí mismo de que ese ángel debía enamorarse de nuevo, ¿quién mejor que yo, que siempre había estado a su lado?. Sentía mucho miedo, creía que ella no me correspondía, que te amaba sólo a ti. ¡Pero erais hermanos! Ella no lo sabía, pero yo sí, quería decírselo, ansiaba poder hacerlo para que por fin te olvidara. Pero te lo había prometido. Así que me resigne a estar a su lado, sin decir nada, sólo siendo la sombra que cuida de sus sueños. Eso pensaba.
- Pero ella se enamoró de ti. El amigo que la había apoyado en mi ausencia, parece lógico. Sin embargo cruel por tu parte. Ella no sabía nada, pero tú sí. Sabías que yo la amaba.
- Sí, pero quería engañarme a mí mismo. Me decía "Seguro que ya la ha olvidado" "Es su hermana, nunca podrán estar juntos" "Quién mejor que yo para que Yuu lo acepte, al fin y al cabo el sabe como soy, y que la cuidaré y querré el resto de mi vida". Pero todo eran pensamientos que se llevaba el viento pues yo no hacía nada por lograr su amor. Sin embargo un día ocurrió. Ella lloraba nuevamente en mis brazos pero esta vez no era por ti, yo no sabía por qué lo hacia. Para mí fue toda una sorpresa descubrir que la causa era yo.
- Basta, no quiero saber más. No sigas. Me da igual que te dijo o cómo fue, la cuestión es que tú estas con ella y que ella te corresponde desde hace un año y medio. Y lo más importante, me ha olvidado cuando yo jamás pude hacerlo.
- No la culpes a ella por curar su corazón.
- No, el traidor aquí eres tú.
- ¿Aún con eso? Yuu, sé que te duele, más ahora que dices... dices que no sois hermanos. Entiéndelo, tiempo atrás yo me habría alegrado muchísimo y hubiera hecho lo posible por que volvierais a salir. Pero entonces yo no la amaba, y lo siento, pero ahora, no quiero perderla. Ella me ama, lo sé, así que espero y deseo que no le digas nada de lo que pasó. Sólo la harías sentir mal.
- ¿Tú crees? Yo diría que ese es el único modo de evitar que yo te la robe. ¿Tienes miedo de que en cuanto sepa la verdad te abandone y vuelva a mi lado? ¿Qué todo lo que has vivido sea un engaño? ¿Qué únicamente has sido un sustituto?
- No. No tengo miedo. Si quieres decirle la verdad, dila. Sólo espero que ella se lo tome bien, y que entienda por qué no se lo confesé. Así me quitaré el peso que llevo encima al ocultarle un secreto tan importante. Haz lo que quieras, eso no podré evitarlo.
Satoshi se giró entonces y empezó a andar en dirección a la casa. Yuu necesitaba estar sólo y meditar, y él necesitaba ver a Miki, la necesitaba ahora. Quería sentir su cariño. Sintió entonces un punzante dolor, pues él ahora podría estar con ella, sentirla nuevamente, pero Yuu, Yuu sufriría sólo, y era por su culpa. Sin embargo no estaba dispuesto a perderla, jamás. Sólo podía compadecerse de Yuu y poner por delante su felicidad.
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El café se estaba enfriando encima la mesa. Ya pasaba más de una hora, y ellos aún no llegaban. Miki estaba muy inquieta. ¿Qué era lo que les retrasaba tanto?. Sentía cada vez más que Satoshi le ocultaba algo, y ahora sabía que ese algo tenía que ver con Yuu. La pierna se le movía sola a causa de los nervios y no podía parar de mirar la puerta, se sentía insegura. Por fin se oyó la cerradura de la puerta y ella salió corriendo hasta la entrada. Satoshi acababa de ingresar por la puerta. Este parecía desconcertado y triste. Él levantó la vista al oír los pasos de la chica. Sonrió con dulzura, más aún así no pudo ocultar su pesar.
- ¿Te encuentras bien cariño?
- Sí, sólo necesito abrazarte. ¿Me lo concedes?
- Claro...
Satoshi se abrazó a ella como un niño abandonado. Miki estaba un escalón más arriba que él y la cabeza del chico reposaba en su pecho mientras este la abrazaba por la cintura. Ella lo notó tan inseguro que no pudo evitar abrazarlo con fuerza y susurrarle un "te amo" al oído.
- ¿Quieres que vayamos al sofá?
- Sí... claro.- Satoshi sonrió a Miki y la siguió hasta el sofá del comedor. Ambos se sentaron abrazados. ¿Por qué sentía ahora más que nunca que la perdería?
- ¿Sabes? Hoy me he estado acordando de cuando te confesé mis sentimientos.
- ¿Sí? Es curioso, yo también.- Él la apretó aún con más fuerza.
- Recuerdo que tú estabas muy nervioso.
- Jamás me habían temblado las piernas con tanta fuerza, sentía que algo tan maravilloso no me podía pasar a mí, que algo enturbiaría tanta felicidad. Sentí una alegría enorme, pero también mucho miedo.
- Yo no. Me salió del corazón, hacía tiempo que necesitaba confesarte mi amor. Un amor nacido de una amistad que tu me brindaste sin pedir nada a cambio. Fue maravilloso ver que tenía alguien a mi lado.
- ¿A veces me pregunto que hubiera pasado si hubiera sido otro el que cuidara de ti.
- Pero no fue otro, fuiste tú. Y con ello me demostraste lo mucho que significaba para ti, y me enseñaste nuevamente a amar. Jamás te estaré lo suficientemente agradecida
- No me debes gratitud, sólo quiero que me ames.
- Eso ya lo tienes.
Ambos se besaron nuevamente. Esta vez parecía que Satoshi no la besaba en años. Estaba muerto de miedo, aunque le hubiera dicho a Yuu que no la perdería, que estaba seguro de su amor, no era verdad. Ella había sufrido mucho por él, y ahora se le presentaba la oportunidad de tenerlo de nuevo. La apretó con fuerza mientras besaba ardientemente sus labios. Ella, algo sorprendida por la ferviente muestra de afecto no pudo impedir un suave gemido de placer. Sentir las caricias de Satoshi era lo único que le importaba ahora, el secreto que él le pudiera estar ocultando había pasado de momento al olvido.
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Entró por la puerta principal con la máxima discreción posible, no quería encontrarse con ninguno de los dos. Dejó su abrigo e iba a subir hacia su habitación cuando vio salir a Miki del comedor. No supo como reaccionar así que simplemente se quedó quieto mirándola.
- Llegas muy tarde. Me tenías preocupada. Satoshi ya se ha ido. Supongo que necesitas descansar. ¿Quieres que te prepare alguna cosa Yuu?
- No. No te molestes. - la voz del chico fue seca y fría.
- Esta bien... como gustes. Descansa, buenas noches.
Yuu no le contesto y subió pesadamente la escalera mientras ella lo observaba desde el vestíbulo. Se adentró en su habitación y se dejó caer pesadamente. Michael dormía en la litera superior y parecía muy sereno. Yuu sabía que esa iba a ser una larga noche. La oscuridad le parecía ahora más triste y solitaria todavía. Estaba por romper en un llanto sordo cuando el ruido de la puerta llamó su atención y la luz del pasadizo filtro en la penumbra del cuarto. Unos pasos se dejaron hueco en el silencio y se acercaron hasta la mesita que daba al lado de la cama de Yuu. Este seguía con la mirada fija en la pared. El ruido seco de algo chocando contra la madera de la mesa le indicó que alguien había dejado algo en ella.
- He hecho cacao para los niños y ha sobrado un poco. Si no lo quieres déjalo. Buenas noches Yuu.
Nuevamente los pasos, pero esta vez se alejaban hasta cruzar la puerta y cerrarla tras de sí. Yuu se quedó ahí, demasiado sorprendido para reaccionar. Los susurros de su voz aún resonaban en su cabeza. Se giró entonces, mirando en la oscuridad y pudo ver la figura de una humeante taza de cacao. Se levantó con cuidado y atrapó en sus manos la taza. Olía de maravilla, y de repente sintió ganas de probarla. Sí, ella siempre lograba aliviar su dolor, pero ahora sólo lo había aumentado. ¿La había perdido?. No, no se iba a resignar tan pronto. Satoshi era su amigo, sí. Pero desde el momento en que se había enamorado de ella, se había convertido en su oponente, en su enemigo más fuerte, el único que le privaba ahora de alcanzar la más absoluta felicidad. Esta vez no huiría por la felicidad de otros, esta vez tocaba pensar en uno mismo.
Continuará....
Notas de la autora: Bueno, aquí va el tercer capítulo, espero que les guste y que no les resulte demasiado corto, pero es que no doy al abasto. Un beso!
