Primero de todo, y lean esto por es IMPORTANTE. Creo que muchos de ustedes se pasaron la publicación del capitulo 4. Así que les pido que retrocedan y se aseguren de que lo leyeron. Ese capitulo es muy importante y no se lo pueden saltar. Gracias.
Planes de futuro. Te amo
Atsuko estaba sentada en el sofá. Su hermano, Shinta, al que Miki llama cariñosamente Shin, esta en la mesa con los cascos puestos mientras se come unas tostadas. La niña miraba atentamente la televisión. Estaban haciendo la famosa serie de Bola de Dragón. La niña, muy interesada y nerviosa miraba un ferviente combate entre Son Goku y Frizer. La niña reía y se asustaba con facilidad. Eso abría causado carcajadas en la joven chica que estaba limpiando los platos, pero ese día no podía concentrarse en nada. Había estado ausente todo el día de ayer. Incluso Michael y Yuu lo habían notado. Pero le resultaba imposible borrar de su cabeza la noche del sábado. Sentía que había hecho lo correcto. Sabía que había hecho lo correcto. Pero aún así... se sentía extraña. No podría olvidar jamás la cara preocupada de Satoshi mientras aguardaba la respuesta, ni la expresión que se dibujó en su rostro al recibirla. Esa sería una noche que jamás olvidaría.
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- Miki, por favor. No eres su niñera. Tienes 25 años, tus hermanos ya tienen 7. Por el amor de dios, ya es el momento de que vivas tu vida!- Satoshi se acercó dulcemente hasta posar su frente en la de la desconcertada chica. Esta suspiró y cerró sus ojos al igual que él. - Mi amor... por favor, vente conmigo... ¿qué dices?
- Yo... yo...
La chica abrió sus ojos y los clavó en él. Se apartó lentamente y busco la respuesta en las azuladas pupilas de su novio. ¿Se sentía preparada para un cambio tan radical? ¿Y sus hermanos? ¿Qué sería de ella si aceptaba? Pero aún peor, ¿que le pasaría si no lo hacia? De repente todo le vino de cara y supo la respuesta. Le pareció tan obvia...
- Sí. Me voy contigo amor.- El rostro de Satoshi se iluminó ante la feliz noticia y alzó a Miki en sus brazos mientras daba vueltas en el aire con ella.
- Tesoro... juro que todo saldrá bien.- La acercó a él y la besó apasionadamente. - Nos compraremos un piso en la ciudad, y aunque quizá será un poco humilde si estamos juntos será el mejor hogar del mundo.
- Sí, lo será.
- Bien, entonces el lunes nos vamos a mirar pisos. Estoy impaciente.
- ¿Tan pronto?- Miki se separó un poco de él y lo miró asombrada.
- Claro, no sabemos cuanto tardarán en darnos un piso, puede que tarden meses!- Satoshi miró a la chica y esta le sonrió gustosa y besó sus labios dulcemente para luego abrazarse con fuerza y riendo de alegría.
- Te amo. Estoy segura de que encontraremos un piso precioso y juntos lo amueblaremos. Tú cómo arquitecto sabrás perfectamente si tiene la estructura, dimensiones y etc adecuados, y yo, como diseñadora de Interiores, haré de nuestro piso una belleza. Además con mis tiendas del hogar nos saldrá mucho más barato amueblarlo y decorarlo.
- Claro que sí. Entonces esta dicho, el lunes nos pasamos el día mirando pisos. Tú mira el diario y selecciona todos aquellos que te agraden y que puedan estar dentro de nuestro bolsillo. Yo preguntaré a todos mis amigos arquitectos sobre pisos en venta. ¿Te parece?
- Bien. Llámame mañana y quedamos. ¿Sí?
- Echo. Princesa, te trataré cómo la más bella y delicada de las flores.
- Te amo Satoshi.- Miki besó nuevamente sus labios y se despidió con la mano. - Nos vemos el lunes en la universidad. Recuerda que tenemos reunión de profesores a las 8 de la mañana para establecer los horarios del nuevo curso.
- Es verdad. Bien, buenas noches amor.
- Buenas noches.
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- Hermana... hermana... HERMANA!
- AH... dime...
- Estas atontada.
- Se dice absorta, pensativa... - Shinta tenía la peculiar manía de corregir a su hermana en todo. Era un chico demasiado sabelotodo y eso sacaba a la dulce niña de sus casillas.
- Cierra tu enorme bocota Shinta, yo hablo como me da la gana.
- No hablas como te da la gana, hablas de la única forma que sabes. Mal.
- Ya cállate, eres un insolvente!
- Se llama IN-SO-LEN-TE. Ni insultarme sabes. - La niña le sacó la lengua mientras se ponía roja de la rabia.
- Basta, los dos. Dime princesa, ¿que querías?
- ¿Qué vamos a hacer hoy hermana?
- ¿Hoy? Yo no puedo quedarme con vosotros. Ve a ver si Michael puede llevaros a algún sitio.
- No! Hoy queríamos ir contigo hermana.- La voz suplicante de Atsuko y los ojos llorosos que parecían decir algo así como "Porfi ¿si?" hicieron que una cariñosa sonrisa escapara de sus labios.
- Lo siento, pero hoy no puedo. He quedado con Satoshi y esta vez no puedo llevaros.
- No es justo, nos tratáis como niños. Atsu quizá sí lo sea, pero yo no. - Shinta miró a su hermana y puso cara de "esto es una injusticia".
- Um.. jejeje, mis niños, lo siento. Otro día será. Además nuestros padres vuelven esta tarde, así que vosotros debéis estar aquí para recibirles. De seguro que llegan con un montón de regalos.
- Sííí!! - Ambos niños saltaron felices. Miki sonrió. Por muy serio que fuera Shin en muchas ocasiones se comportaba como el niño que era.
- Buenos días.
Yuu entró al comedor bostezando. Sus ojos estaban entrecerrados y parecía que la luz le molestaba terriblemente. Llevaba puesto un suéter de color malva y unos pantalones téjanos grises que marcaban perfectamente la forma de sus piernas.
- Buenos días Yuu.
- ¡Buenos días hermano Yuu!- Los dos niños saludaron con énfasis a su hermano y se acercaron corriendo tomando cada uno un brazo. El chico se sorprendió muchísimo. Apenas había visto a sus hermanos durante toda su estancia en Nueva York, y estos jamás se habían mostrado muy cariñosos con él.
- Cuidado Yuu, algo traman.- Miki sonrió ante la desconcertada cara de Yuu.
- Hermano, ¿nos llevas hoy a dar un paseo? Es que nunca nos has llevado a ningún lado. Porfi...- Atsuko se tiró del brazo del joven mientras lanzaba una de sus miradas suplicantes.
- Claro... ¿por qué no?
- Yupi!! El hermano Yuu nos llevará al Zoo!
- ¿Al... al zoo?
- Síííííí!!- Yuu miró la cara de Miki. Esta se estaba riendo de lo lindo ante la escena.
- Dime Miki, ¿nos acompañas?
- Que va, lo siento. Debo ir a una reunión y luego he quedado con Satoshi.
- Nuestra hermana es una aburrida, sólo quiere estar con su Satoshi- Shinta miró a su hermana y le sacó la lengua mientras Yuu bajaba la cabeza algo molesto.
- Sí, se van a ir a darse besitos a algún lugar, y a abrazarse, y a ...
- ¡Calla Atsu! ¿Eres muy insolente lo sabias?
- Yo no soy insolvente.
- IN-SO-LEN-TE!
- Hay, ya deja de chincharme Shin!! Hermano dile que me deje...- La niña se abrazó al brazo de Yuu mientras hacia una rabieta. Yuu sonrió un poco y miró al niño con una sonrisa.
- ¿No crees que se parecen mucho a ti y a mí Miki?
- Sí, en verdad creo que sí. En fin, yo ya me voy. A las siete llegan nuestros padres. Nos vemos entonces. Os he dejado la comida preparada.
- Bien.
- Hasta luego. Portaros bien niños, que Yuu no me diga que han sido malos o se quedan sin postre.
- No!
- Jajajaja, adiós.
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Miki cogió el volante de su coche algo nerviosa. Desde ayer que sentía que a ratos le costaba respirar. El corazón se le oprimía y le dolía le pecho. Serían los nervios, estaba segura. Condujo por las calles de Tokio a toda velocidad. Siempre le había gustado la velocidad. Sin embargo sólo cuando ella conducía. Cuando la llevaba Satoshi se ponía como un flan, no le gustaba ir rápido a menos de que ella tuviera el control del volante. Entre pensamiento y pensamiento llegó por fin a la universidad. Allí estaba él. Miki suspiró al verle. Realmente era guapísimo. Su pelo largo se mecía con el viento haciendo una bella danza azulada. Sus ojos color mar brillaban a la luz del sol y la piel, tersa y blanca como la de un bebe se veía irresistible. Llevaba puesta un simple jersey de cuello acabado en pico y unos téjanos, pero a ella le parecía un sueño. Una chaqueta colgaba en su hombro, bajando por su espalda. El chico vio cómo ella estacionaba el coche y se acercó rápidamente.
- ¡Buenos días Satoshi!- La chica sonrió gustosa mientras bajaba del coche.
- Buenos días Miki. Vamos, o llegaremos tarde.
- Sí.- Ella cerró el coche con llave y abrió el maletero de dónde sacó una preciosa chaqueta de piel y su bolso. - Pero antes...
Miki besó sus labios y se abrazó a su pecho. Satoshi sonrió una vez más y la estrechó en ellos con fuerza. Se sentía tan afortunado de tener a la persona amada a su lado... la levantó en brazos y dio una vuelta con ella en el aire. La chica se cogió a su cuello y sonrió una vez más susurrando un "estas loco". Él la besó una vez más y entonces la bajó agarrando su mano con dulzura. Ambos se dirigieron a la reunión.
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El chico conducía con tranquilidad. Miraba las calles con paciencia, cómo buscando algo. Ella miraba el diario y leía en voz alta mientras él asentía con la cabeza y comentaba algo de vez en cuando. Ambos tenían una sonrisa nerviosa en sus labios y un brillo de emoción e ilusión cruzaba por sus enamorados ojos. Satoshi dio un salto y diciendo "es aquí" estacionó el coche en una calle muy bien cuidada.
- Esta calle se ve hermosa, muy tranquila. ¿Pero crees que un piso aquí será económico?
- Matsuda me ha comentado que son preciosos y asequibles. Son un poco caros, quizá si, pero la hipoteca que ofrecen te permite una cuota mensual bastante asequible.
- Pero nos pasaremos el resto de nuestra vida pagando hipoteca.
- Tranquila amor- Satoshi pasó su brazo por los hombros de ella mientras besaba su frente. - Sólo hemos venido a mirar.
- Bien.
Caminaron por la calle. La acera estaba limpia y bien cuidada. Había muchos árboles y un precioso parque justo al lado. Miki se fijó entonces, ¿cómo no se había dado cuenta? Estaban al otro lado de su parque, allí era dónde reposaba el banco que tantos momentos había compartido con Yuu. Satoshi también se dio cuenta, pero no le dio importancia.
- Es aquí.
El edificio se veía realmente hermoso. De un color amarillo muy suave se alzaba en medio de la calle con elegancia y porte. La entrada, de madera y mármol, parecía un sueño. Miki sintió que realmente ese no sería un lugar económico. Satoshi también notó que algo no cuadraba. Se adentraron y observaron el lugar. Un corto pasillo muy bien amueblado y decorado daba paso al ascensor. Ella no sabia por qué pero un suave mareo se apoderó de ella. Subieron por el ascensor, que a pesar de su considerable espacio, causó una sorprendente claustrofobia a ambos.
- ¿Qué piso es Satoshi?
- El ático.
- ¿El ático? Seguro que será caro... no... carísimo!
- Mi amor... relájate un poco. Tenemos todo el día para mirar.
- Bien...
Por fin llegaron al ático. Ambos se quedaron mirando la puerta como dos tontos. Les daba un poco de respeto llamar. Satoshi sonrió y puso un brazo por encima de su hombro mientras golpeaba con sus nudillos la puerta de roble. Un hombre de mediana edad y con una sonrisa afable apareció en el umbral. El hombre parecía rondar la cuarentena y miles de canas se asomaban por su corta cabellera morena. Unos pequeños pero dulces ojos les recibieron.
- Ya les estaba esperando. Por favor, no se queden en la puerta. Mi nombre es Amat Yuosuko.
- Mucho gusto.
- Ya verán como el piso les encanta. Es una joya arquitectónica y usted, señor Miwa, supongo que lo sabrá apreciar.
- ¿Sabe quién soy?
- Claro, cómo no saberlo. Su padre es muy conocido y usted, cómo su único hijo, comparte todo el protagonismo. Además me parece que usted es también arquitecto. ¿Voy equivocado señor Miwa?
- Sí, soy profesor.
- ¿Profesor? Vaya... esa es una empresa gratificante. ¿Le gusta la enseñanza?
- Sí, pero si le soy franco no tenía una meta fija. Mi novia si que esta hecha para la enseñanza. - Miki se ruborizó levemente mientras agachaba la cabeza.
- ¿Usted es también profesora? Vaya, dos jóvenes con entusiasmo. Es para mi un placer enseñarles el piso. Espero que les agrade y que pueda contar con ustedes para cuidar de él.
Continuará....
Lamento que este capítulo sea tan corto y que acabe de esta manera. Pero es que no doy al abasto y tenía que publicar. Próximamente vendrá uno más. Bien? Gracias por su apoyo.
Planes de futuro. Te amo
Atsuko estaba sentada en el sofá. Su hermano, Shinta, al que Miki llama cariñosamente Shin, esta en la mesa con los cascos puestos mientras se come unas tostadas. La niña miraba atentamente la televisión. Estaban haciendo la famosa serie de Bola de Dragón. La niña, muy interesada y nerviosa miraba un ferviente combate entre Son Goku y Frizer. La niña reía y se asustaba con facilidad. Eso abría causado carcajadas en la joven chica que estaba limpiando los platos, pero ese día no podía concentrarse en nada. Había estado ausente todo el día de ayer. Incluso Michael y Yuu lo habían notado. Pero le resultaba imposible borrar de su cabeza la noche del sábado. Sentía que había hecho lo correcto. Sabía que había hecho lo correcto. Pero aún así... se sentía extraña. No podría olvidar jamás la cara preocupada de Satoshi mientras aguardaba la respuesta, ni la expresión que se dibujó en su rostro al recibirla. Esa sería una noche que jamás olvidaría.
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- Miki, por favor. No eres su niñera. Tienes 25 años, tus hermanos ya tienen 7. Por el amor de dios, ya es el momento de que vivas tu vida!- Satoshi se acercó dulcemente hasta posar su frente en la de la desconcertada chica. Esta suspiró y cerró sus ojos al igual que él. - Mi amor... por favor, vente conmigo... ¿qué dices?
- Yo... yo...
La chica abrió sus ojos y los clavó en él. Se apartó lentamente y busco la respuesta en las azuladas pupilas de su novio. ¿Se sentía preparada para un cambio tan radical? ¿Y sus hermanos? ¿Qué sería de ella si aceptaba? Pero aún peor, ¿que le pasaría si no lo hacia? De repente todo le vino de cara y supo la respuesta. Le pareció tan obvia...
- Sí. Me voy contigo amor.- El rostro de Satoshi se iluminó ante la feliz noticia y alzó a Miki en sus brazos mientras daba vueltas en el aire con ella.
- Tesoro... juro que todo saldrá bien.- La acercó a él y la besó apasionadamente. - Nos compraremos un piso en la ciudad, y aunque quizá será un poco humilde si estamos juntos será el mejor hogar del mundo.
- Sí, lo será.
- Bien, entonces el lunes nos vamos a mirar pisos. Estoy impaciente.
- ¿Tan pronto?- Miki se separó un poco de él y lo miró asombrada.
- Claro, no sabemos cuanto tardarán en darnos un piso, puede que tarden meses!- Satoshi miró a la chica y esta le sonrió gustosa y besó sus labios dulcemente para luego abrazarse con fuerza y riendo de alegría.
- Te amo. Estoy segura de que encontraremos un piso precioso y juntos lo amueblaremos. Tú cómo arquitecto sabrás perfectamente si tiene la estructura, dimensiones y etc adecuados, y yo, como diseñadora de Interiores, haré de nuestro piso una belleza. Además con mis tiendas del hogar nos saldrá mucho más barato amueblarlo y decorarlo.
- Claro que sí. Entonces esta dicho, el lunes nos pasamos el día mirando pisos. Tú mira el diario y selecciona todos aquellos que te agraden y que puedan estar dentro de nuestro bolsillo. Yo preguntaré a todos mis amigos arquitectos sobre pisos en venta. ¿Te parece?
- Bien. Llámame mañana y quedamos. ¿Sí?
- Echo. Princesa, te trataré cómo la más bella y delicada de las flores.
- Te amo Satoshi.- Miki besó nuevamente sus labios y se despidió con la mano. - Nos vemos el lunes en la universidad. Recuerda que tenemos reunión de profesores a las 8 de la mañana para establecer los horarios del nuevo curso.
- Es verdad. Bien, buenas noches amor.
- Buenas noches.
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- Hermana... hermana... HERMANA!
- AH... dime...
- Estas atontada.
- Se dice absorta, pensativa... - Shinta tenía la peculiar manía de corregir a su hermana en todo. Era un chico demasiado sabelotodo y eso sacaba a la dulce niña de sus casillas.
- Cierra tu enorme bocota Shinta, yo hablo como me da la gana.
- No hablas como te da la gana, hablas de la única forma que sabes. Mal.
- Ya cállate, eres un insolvente!
- Se llama IN-SO-LEN-TE. Ni insultarme sabes. - La niña le sacó la lengua mientras se ponía roja de la rabia.
- Basta, los dos. Dime princesa, ¿que querías?
- ¿Qué vamos a hacer hoy hermana?
- ¿Hoy? Yo no puedo quedarme con vosotros. Ve a ver si Michael puede llevaros a algún sitio.
- No! Hoy queríamos ir contigo hermana.- La voz suplicante de Atsuko y los ojos llorosos que parecían decir algo así como "Porfi ¿si?" hicieron que una cariñosa sonrisa escapara de sus labios.
- Lo siento, pero hoy no puedo. He quedado con Satoshi y esta vez no puedo llevaros.
- No es justo, nos tratáis como niños. Atsu quizá sí lo sea, pero yo no. - Shinta miró a su hermana y puso cara de "esto es una injusticia".
- Um.. jejeje, mis niños, lo siento. Otro día será. Además nuestros padres vuelven esta tarde, así que vosotros debéis estar aquí para recibirles. De seguro que llegan con un montón de regalos.
- Sííí!! - Ambos niños saltaron felices. Miki sonrió. Por muy serio que fuera Shin en muchas ocasiones se comportaba como el niño que era.
- Buenos días.
Yuu entró al comedor bostezando. Sus ojos estaban entrecerrados y parecía que la luz le molestaba terriblemente. Llevaba puesto un suéter de color malva y unos pantalones téjanos grises que marcaban perfectamente la forma de sus piernas.
- Buenos días Yuu.
- ¡Buenos días hermano Yuu!- Los dos niños saludaron con énfasis a su hermano y se acercaron corriendo tomando cada uno un brazo. El chico se sorprendió muchísimo. Apenas había visto a sus hermanos durante toda su estancia en Nueva York, y estos jamás se habían mostrado muy cariñosos con él.
- Cuidado Yuu, algo traman.- Miki sonrió ante la desconcertada cara de Yuu.
- Hermano, ¿nos llevas hoy a dar un paseo? Es que nunca nos has llevado a ningún lado. Porfi...- Atsuko se tiró del brazo del joven mientras lanzaba una de sus miradas suplicantes.
- Claro... ¿por qué no?
- Yupi!! El hermano Yuu nos llevará al Zoo!
- ¿Al... al zoo?
- Síííííí!!- Yuu miró la cara de Miki. Esta se estaba riendo de lo lindo ante la escena.
- Dime Miki, ¿nos acompañas?
- Que va, lo siento. Debo ir a una reunión y luego he quedado con Satoshi.
- Nuestra hermana es una aburrida, sólo quiere estar con su Satoshi- Shinta miró a su hermana y le sacó la lengua mientras Yuu bajaba la cabeza algo molesto.
- Sí, se van a ir a darse besitos a algún lugar, y a abrazarse, y a ...
- ¡Calla Atsu! ¿Eres muy insolente lo sabias?
- Yo no soy insolvente.
- IN-SO-LEN-TE!
- Hay, ya deja de chincharme Shin!! Hermano dile que me deje...- La niña se abrazó al brazo de Yuu mientras hacia una rabieta. Yuu sonrió un poco y miró al niño con una sonrisa.
- ¿No crees que se parecen mucho a ti y a mí Miki?
- Sí, en verdad creo que sí. En fin, yo ya me voy. A las siete llegan nuestros padres. Nos vemos entonces. Os he dejado la comida preparada.
- Bien.
- Hasta luego. Portaros bien niños, que Yuu no me diga que han sido malos o se quedan sin postre.
- No!
- Jajajaja, adiós.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Miki cogió el volante de su coche algo nerviosa. Desde ayer que sentía que a ratos le costaba respirar. El corazón se le oprimía y le dolía le pecho. Serían los nervios, estaba segura. Condujo por las calles de Tokio a toda velocidad. Siempre le había gustado la velocidad. Sin embargo sólo cuando ella conducía. Cuando la llevaba Satoshi se ponía como un flan, no le gustaba ir rápido a menos de que ella tuviera el control del volante. Entre pensamiento y pensamiento llegó por fin a la universidad. Allí estaba él. Miki suspiró al verle. Realmente era guapísimo. Su pelo largo se mecía con el viento haciendo una bella danza azulada. Sus ojos color mar brillaban a la luz del sol y la piel, tersa y blanca como la de un bebe se veía irresistible. Llevaba puesta un simple jersey de cuello acabado en pico y unos téjanos, pero a ella le parecía un sueño. Una chaqueta colgaba en su hombro, bajando por su espalda. El chico vio cómo ella estacionaba el coche y se acercó rápidamente.
- ¡Buenos días Satoshi!- La chica sonrió gustosa mientras bajaba del coche.
- Buenos días Miki. Vamos, o llegaremos tarde.
- Sí.- Ella cerró el coche con llave y abrió el maletero de dónde sacó una preciosa chaqueta de piel y su bolso. - Pero antes...
Miki besó sus labios y se abrazó a su pecho. Satoshi sonrió una vez más y la estrechó en ellos con fuerza. Se sentía tan afortunado de tener a la persona amada a su lado... la levantó en brazos y dio una vuelta con ella en el aire. La chica se cogió a su cuello y sonrió una vez más susurrando un "estas loco". Él la besó una vez más y entonces la bajó agarrando su mano con dulzura. Ambos se dirigieron a la reunión.
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El chico conducía con tranquilidad. Miraba las calles con paciencia, cómo buscando algo. Ella miraba el diario y leía en voz alta mientras él asentía con la cabeza y comentaba algo de vez en cuando. Ambos tenían una sonrisa nerviosa en sus labios y un brillo de emoción e ilusión cruzaba por sus enamorados ojos. Satoshi dio un salto y diciendo "es aquí" estacionó el coche en una calle muy bien cuidada.
- Esta calle se ve hermosa, muy tranquila. ¿Pero crees que un piso aquí será económico?
- Matsuda me ha comentado que son preciosos y asequibles. Son un poco caros, quizá si, pero la hipoteca que ofrecen te permite una cuota mensual bastante asequible.
- Pero nos pasaremos el resto de nuestra vida pagando hipoteca.
- Tranquila amor- Satoshi pasó su brazo por los hombros de ella mientras besaba su frente. - Sólo hemos venido a mirar.
- Bien.
Caminaron por la calle. La acera estaba limpia y bien cuidada. Había muchos árboles y un precioso parque justo al lado. Miki se fijó entonces, ¿cómo no se había dado cuenta? Estaban al otro lado de su parque, allí era dónde reposaba el banco que tantos momentos había compartido con Yuu. Satoshi también se dio cuenta, pero no le dio importancia.
- Es aquí.
El edificio se veía realmente hermoso. De un color amarillo muy suave se alzaba en medio de la calle con elegancia y porte. La entrada, de madera y mármol, parecía un sueño. Miki sintió que realmente ese no sería un lugar económico. Satoshi también notó que algo no cuadraba. Se adentraron y observaron el lugar. Un corto pasillo muy bien amueblado y decorado daba paso al ascensor. Ella no sabia por qué pero un suave mareo se apoderó de ella. Subieron por el ascensor, que a pesar de su considerable espacio, causó una sorprendente claustrofobia a ambos.
- ¿Qué piso es Satoshi?
- El ático.
- ¿El ático? Seguro que será caro... no... carísimo!
- Mi amor... relájate un poco. Tenemos todo el día para mirar.
- Bien...
Por fin llegaron al ático. Ambos se quedaron mirando la puerta como dos tontos. Les daba un poco de respeto llamar. Satoshi sonrió y puso un brazo por encima de su hombro mientras golpeaba con sus nudillos la puerta de roble. Un hombre de mediana edad y con una sonrisa afable apareció en el umbral. El hombre parecía rondar la cuarentena y miles de canas se asomaban por su corta cabellera morena. Unos pequeños pero dulces ojos les recibieron.
- Ya les estaba esperando. Por favor, no se queden en la puerta. Mi nombre es Amat Yuosuko.
- Mucho gusto.
- Ya verán como el piso les encanta. Es una joya arquitectónica y usted, señor Miwa, supongo que lo sabrá apreciar.
- ¿Sabe quién soy?
- Claro, cómo no saberlo. Su padre es muy conocido y usted, cómo su único hijo, comparte todo el protagonismo. Además me parece que usted es también arquitecto. ¿Voy equivocado señor Miwa?
- Sí, soy profesor.
- ¿Profesor? Vaya... esa es una empresa gratificante. ¿Le gusta la enseñanza?
- Sí, pero si le soy franco no tenía una meta fija. Mi novia si que esta hecha para la enseñanza. - Miki se ruborizó levemente mientras agachaba la cabeza.
- ¿Usted es también profesora? Vaya, dos jóvenes con entusiasmo. Es para mi un placer enseñarles el piso. Espero que les agrade y que pueda contar con ustedes para cuidar de él.
Continuará....
Lamento que este capítulo sea tan corto y que acabe de esta manera. Pero es que no doy al abasto y tenía que publicar. Próximamente vendrá uno más. Bien? Gracias por su apoyo.
