Primera vez; noche de ensueño
El piso era realmente hermoso. Tras la puerta principal se encontraba un pequeño recibidor construido con hermosas valdosas de granito y perfectamente iluminado con bocas de buey. A partir de allí se extendía un corto pasadizo que llevaba a las habitaciones y una puerta que conducía al comedor. El señor Amano les enseñó todas y cada una de las salas con sumo cariño. El comedor era precioso. El suelo, igual que el recibidor y el pasadizo, se veía realmente limpio y cuidado. Cada detalle perfectamente acabado, y sin muebles daba una sensación de espació sorprendente. Tres ventanales dejaban entrar la luz y abrían paso hasta una gran terraza. A la derecha, una puerta que conducía a un pequeño pasadizo que llevaba a la cocina y a un pequeño pero coqueto baño. Toda la cocina era de madera y mármol, además de tener una moderna bitroceramica. Miki no dejaba de susurrar lo hermoso que era todo. Tras ver esa zona del piso observaron todas las habitaciones. Un par de habitaciones de tamaño medio, un cuarto de baño muy amplio y la habitación de matrimonio. Miki y Satoshi observaron lo hermosa que era. Poseía una luz espléndida y la estructura de esta era totalmente cuadrada, provocando un efecto agrandado sobre ella. Además era la única habitación que conservaba los muebles, el señor Amano dijo que la cama era tan grande que bajarla hubiera supuesto una odisea, así que era mejor dejarla y venderla junto al piso.

- Como ven es un piso muy hermoso. Esta habitación me encantaba.
- ¿Le encantaba?
- Sí. Yo antes vivía aquí.- Amano sonrió a los dos jóvenes que se miraron incrédulos.
- Yo... yo creí que era nuevo.
- En absoluto joven Miwa, pero como puede observar las condiciones en las que se encuentra bien lo parecen.
- Sí, se nota que lo reformó y lo cuidó con cariño.- Miki observaba por la ventana. Las vistas al parque eran preciosas.
- En realidad de eso se ocupaba mi esposa. Murió hace un año.
- Lo lamento mucho- Miki se giró alterada y observó al anciano con preocupación.
- Para nada señorita, no estaba en su mano cambiar eso.- El hombre le regaló una sonrisa.- Es por eso por lo que deseo vender el piso a alguien que pueda cuidar de él. Creo que ustedes dos harían muy bien ese trabajo. ¿Me equivoco?
- Es un piso encantador, sin embargo Miki y yo no tenemos aún muchos ahorros, hace poco que trabajamos y creo, que el precio sería demasiado elevado para gente tan joven.
- ¿Usted cree?- El hombre se acercó hasta Miki y la tomó una mano.- ¿le gusta el piso señorita?
- Sí, me encanta. Es un lugar precioso y se me están ocurriendo mil y una cosas para decorarlo. ¿Sabe? Yo soy diseñadora de interiores y déjeme decirle que este piso rebosa deseos de ser decorado nuevamente.
- Eso reafirma más mi decisión señorita- Amano soltó sus manos y observó seriamente a Miwa que le miraba perplejo.- No deben preocuparse por el dinero, yo tengo una pequeña fortuna y con ella no me faltará de nada. Llegaremos a un acuerdo, sin duda. Lo único que deseo es que cuiden perfectamente de él y, claro esta, que me dejen venir a verlo cuando lo tengan decorado.
- Pero....
- No se preocupe señor Miwa, para mí será un honor que alguien de su renombre ocupe mi antigua casa. El dinero no importa demasiado para un anciano viudo como yo. - El hombre se acercó hasta él y le dio las llaves. - Quédense las llaves y duerman aquí si lo desean. Mañana por la mañana, a eso de las nueve, vendré a visitarles y esperaré su respuesta.

El hombre se despidió ante los sorprendidos chicos y salió por la puerta. Miki no se creía lo que estaba ocurriendo. Observó a Miwa mostrando una ancha sonrisa y corrió hasta sus brazos. Ambos empezaron a reír como dos tortolitos hasta acabar en carcajada limpia. Satoshi se llevó una mano a la cabeza mientras reía sin cesar.

- Esto es increíble... no lo puedo creer... Miki, ¡este piso es estupendo!
- Lo sé... dios... ¿te imaginas lo que podemos hacer aquí?- Satoshi se acercó juguetón y la apretó dulcemente de la cintura atrayéndola más hacia él. Su sonrisa era maliciosa y a la vez tremendamente seductora.
- Bueno... estoy empezando a hacerme una idea...- Miki se zafó acalorada y se alejó un poco de él.
- No me refería a eso- sus mejillas estaban notablemente sonrojadas. - Me refería a la de cosas que podemos hacer con ella. Estoy pensando en decorar nuestra habitación al estilo tradicional. Con un tatami, una cama típica y todo de madera. También...
- Lo que quieras amor, tu eres la decoradora, sin embargo la cama es enorme, ¿de verás tenemos que sacarla?- Satoshi se acercó nuevamente a ella y la abrazó recostando su cabeza en la de ella. - Con estar a tu lado me vasta, el resto no importa.
- Quedémonos esta noche como ha dicho aquel amable señor.- Miki le sonrió tranquila.- Al fin y al cabo esta será nuestra casa, quiero pasar nuestra primera noche juntos hoy.
- ¿Segura?- Satoshi la observó algo incrédulo. Se le estaban pasando mil ideas poco apropiadas por la cabeza, al fin y al cabo, Miki y él jamás... bueno... jamás habían...
- ¡Sí, segura! ¿En la habitación había una cama cierto?- dijo Miki inocentemente desconcertando a un muy sonrojado Miwa.
- Sí, pero no tenía sabanas, sólo estaba el colchón. Creo es demasiado grande para sacarla del piso con el resto del mobiliario.
- Perfecto. Yo iré a casa y les comentaré a mis padres que dormiré fuera y tu ve a tu casa a buscar las sabanas. Me pasas a recoger a las siete, vamos a comprar algo para cenar y nos venimos. ¿Te parece?- Satoshi se acercó más y besó sus labios.
- Claro.

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Yuu estaba recostado en el sofá, muy cansado y muerto de sueño. Había pasado toda la tarde intentando seguir a dos enérgicas criaturas de siete años. Se sentía realmente agotado. Los dos niños estaban ahora jugando con el mecano y reían mientras inventaban mil y una historias de caballeros sangrientos y damas de la edad media en apuros. Yuu sonrió levemente, ese par eran terribles. El sonido de la puerta al abrirse despertó al joven del trance y este levantó la cabeza por encima del sofá esperando que aquellos pasos apresurados que se escuchaban en el pasadizo aparecieran por la puerta. Atsu y Shinta dejaron de jugar para prestar atención también a la puerta del comedor. Esta se abrió estrepitosamente dejando entrar a cuatro personas alocadas que corrieron a abrazar a sus dos pequeñines. Atsuko agarrada por Chiyako y Jin, sus padres de sangre, y Shinta por Rumi y Yoji. Yuu sonrió al verlos de nuevo, sus padres no habían cambiado nada. Fue entonces, cuando Michael entró cargado con los bultos de todos, que los cuatro recién llegados notaron que había alguien más en la casa.

- ¡Yuu! ¿Hijo cuando has llegado?- Chiyako se quedó petrificada dejando por un momento respirar a su hija Atsuko.
- Pues hace unos días madre. - La mujer se abrazó a su hijo con euforia para desagrado y bochorno de este, y luego se les unieron los demás. Yuu se fijó en que a pesar de que los años empezaban a notarse exteriormente, en lo que se refería a carácter, sus padres continuaban siendo los mismos.
- ¡Dime que te quedarás con nosotros cariño!
- Me quedaré en Japón a partir de ahora padre, pero en cuanto mi piso esté listo voy a vivirme allí. No estaré mucho tiempo viviendo en esta casa.
- Oh...- Rumi observó a Yuu con tristeza.- Tenía la esperanza de que dentro de poco volveríamos a estar los seis juntos, como antes... y claro, con dos trastos más dentro de la familia y Michael.
- ¿Demasiada gente bajo un mismo techo no creen?- La voz de Miki se dejó oír en el comedor.
- Miki cariño, siempre tan aguafiestas.- Jin observó a su hija con una mezcla de resignación y alegría.
- Hola papá, mamá, Chiyako, Yoji, ¿qué tal las vacaciones?
- ¡Bien! Hemos estado en...
- Sí, sí, antes de que empecéis con ellas dejadme deciros que esta noche no me quedo a dormir aquí. - Yuu se giró entonces mirando a Miki, tenía el leve presentimiento de que algo no estaba bien. ¿Adonde iba a dormir? ¿No sería a casa de...? No era posible... ¿o sí?
- ¿Y adonde vas hija?
- Bueno... pues... a casa de una amiga madre. Una de mis compañeras tiene problemas con el plan de estudios y... le he ofrecido mi ayuda. Como seguramente acabaremos tarde hemos decidido que me quedaré a dormir allí y mañana, antes de ir a trabajar, vendré a por mis cosas.
- Pero cariño... ¿a que hora tienes las clases mañana?
- A las diez tengo mi primera clase. No te preocupes madre, ya no soy una cría, y aunque lo fuera sería igualmente más responsable que ustedes. - Miki rió para sus adentros mientras a sus padres les aparecía una gota y los dos niños reían. Yuu estaba parado, observándola. Ella mentía, lo sabía. Esa noche la pasaría con él, seguro.
- Miki, porfa... ayúdame con las maletas ¿sí?
- Oh, Michael, perdona, te han dejado cargando todo... si es que son unos despreocupados- Miki observó a sus padres nuevamente. Estos ya pasaban de ella, literalmente, y estaban con los niños explicando todo acerca de su viaje. Los niños se miraban entre sí pidiendo socorro y Yuu... ¿por qué la miraba a ella?
- ¿Ocurre algo Yuu?
- No... nada.- Yuu se acercó a ellos y tomó otra maleta.
- Seguro que los niños te han dejado agotado. ¿me equivoco?
- Son unos monstruos inagotables. - Miki sonrió mientras subían las maletas hasta las habitaciones. Michael también iba tras ellos.

Los tres dejaron los bultos en los cuartos de sus padres y se sentaron agotados. Miki observaba el suelo con una sonrisa sincera, Yuu la observaba disimuladamente preguntándose el significado de dicha sonrisa, y Michael, completamente ajeno a la situación estaba jugando con una pelota de tenis de los niños. La chica se alzó de repente mirando el reloj.

- ¡Que tarde es! ¡Tengo que irme ya!- Ella se giró velozmente y caminó hasta la puerta, sin embargo al llegar a ella un repentino mareo hizo que perdiera el equilibrio y de no ser por los rápidos reflejos de Michael hubiera caído al suelo. Yuu se levantó alarmado y se acercó sin demora hasta ellos.
- ¿Miki...te encuentras bien?- Michael la observaba preocupado. Esta se incorporó levemente y siendo ayudada por el chico mientras se frotaba la cabeza con molestia.
- Sí, no es nada... sólo me he mareado... creo que estoy anémica nuevamente...- Yuu la tomó de una mano ayudándola un poco. Miki sintió miles de choques eléctricos ante el gesto e instintivamente apartó su mano perdiendo el equilibrio nuevamente pero sosteniéndose en el último momento. Yuu la observó dolido y preocupado.
- Lo siento yo... estoy bien... de verdad... no es nada.- La chica se irguió del todo y diciendo nuevamente que no se preocuparan se fue a su habitación, dónde una vez tras la puerta se recostó en la cama.
- ¿Pero que me ocurre?- La imagen de Yuu cogiendo su mano y ella separándose bruscamente se le repitió en la mente. Miki cogió un cojín y dejó escapar un grito ahogándose contra la almohada. - Soy una tonta...él sólo pretendía ayudar.

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Sastoshi estaba ya en la entrada principal de la casa. Se sentía muy nervioso. Esa noche la pasaría con Miki, a solas, en lo que sería su nueva casa. Solos bajo un mismo techo toda una noche, compartiendo la habitación y... ¡y la cama! Un color rojizo le subió hasta las orejas y escondió la cara tras sus manos con nerviosismo. Se sentía idota. Él que siempre había sido tan confiado, tan seguro de sí mismo y tan osado. Jamás había sentido nervios al quedar con una chica, y menos al pasar una noche con ella. Sin embargo con Miki... la sola idea de que pasara algo lo hacía ponerse como un tomate y los nervios y el desconcierto no lo dejaban respirar. Finalmente se decidió a llamar al timbre. Unos pasos se oyeron tras la puerta y en pocos segundos Yuu aparecía ante él. Ambos se sorprendieron. Satoshi fingió una sonrisa.

- Hola... vengo a buscar a Miki.
- Ah... creía que ella iba a casa de una amiga.- El corazón de Yuu palpitaba descontroladamente sobre su pecho. La ira y la impotencia lo invadían.
- Sí, pero antes me la llevo a cenar, luego la dejaré allí. - Miki apareció por la escalera con una maleta en las manos sonriendo.
- Ya estoy aquí. Perdona el retraso, se me hizo tarde.
- No importa cariño. ¿nos vamos?
- Sí. - Miki salió quedando justo al lado de Satoshi. - Adiós Yuu, dile a nuestros padres que me he ido, están demasiado pendientes ahora de los niños como para recordarlo. ¿ok?
- Sí... no te preocupes. - Yuu les observó tristemente. Miki, que no entendía la actitud del chico sólo se despidió con la mano y cogiendo el brazo de Satoshi ambos se alejaron del lugar.

El chico les observó desde la puerta. Miki se veía realmente feliz y sonriente. ¿Algún día desaparecería el dolor que sentía en su pecho? Golpeó con ira el marco de la puerta haciendo que su puño sangrara levemente. "Miki..."

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Los dos jóvenes estaban ya cenando en el suelo del comedor. Se habían montado un pequeño picnic con las cosas que habían comprado y reían mientras comentaban anécdotas de sus alumnos (yo creo que eso es precisamente lo que hacen los profesores al estar en casa, hablar de las tonterías que hacen los alumnos). Miki se veía radiante de felicidad y Satoshi la observaba feliz y enamorado. Se sentía tan bien con sólo estar a su lado...

- Este lugar es genial, cada vez me gusta más.
- Deberíamos hacer la cama, más tarde no tendremos ganas de hacer nada...
- ¿de verás crees que dormiremos?- Satoshi la miró alarmado y sonrojado hasta las orejas. Miki le sonreía cariñosamente. - Estoy segura que acabaremos tumbados hablando toda la noche. - Satoshi suspiró entre aliviado y desilusionado. - ¿En que estabas pensando eh?
- ¿Yo? ¡En nada!- La chica sonrió ampliamente y se acercó hasta el chico sentándose a su lado con picardía y de forma seductora. Con una de sus manos soltó el pelo del chico, el cual estaba antes recogido con una coleta y lo peinó acariciándolo con sus delicados dedos.
- Amor... eres terrible...- Miki se acercó hasta besar con sus labios el pómulo de su oreja y le susurró un "te amo" al oído dejando a Satoshi sin respiración.

Ambos chicos empezaron a besarse y rápidamente la pasión del momento los invadió. Miki, se sentía por primera vez en su vida, plenamente encendida y acalorada. Satoshi, por otro lado, quería que realmente todo fuera perfecto, una noche de ensueño. Con sumo cuidado y carió alzó a la chica en sus brazos y la llevó hasta el dormitorio, dejándola sobre la cama, aún sin hacer. Ella, algo nerviosa le sonrió. Satoshi, se tumbó a su lado y empezó a acariciar la melena de ella. Ambos se observaban el uno al otro, con esa mirada atonatada de enamorados. Estuvieron largo tiempo así, simplemente mirándose y dejando que sus manos acariciaran levemente al otro. La chica se sentía nerviosa, él también. Una noche tan esperada y a la vez tan imposible de planear ni de esperar. Satoshi fue le primero en reaccionar, besando a la chica suavemente, al principio, y intensificando lentamente sus besos y caricias, haciendo movimientos cada vez más descarados. Ella, por otro lado, se dejaba llevar. Confiaba plenamente en el amor que se procesaban y decidió abandonarse a los deseos de aquella noche. Una noche que prometía ser un sueño.
Continuará...

Notas de la autora: Bueno, por fin otro capítulo. Siento que sea también algo corto, pero es que no doy al abasto. En fin, un beso y hasta pronto: En el próximo capítulo los celos de Yuu saldrán a flote. Atención: El próximo promete ser un capitulo con Yuu y Miki de protagonistas. Adiós!