Morir cien veces

Los rayos del sol se filtraban por entre las ventanas atrayendo a sus ojos, pidiendo dulcemente una mirada al nuevo día. Los párpados de la chica se abrieron lentamente y con pereza ante el calor matinal. Se sorprendió al notar la respiración de alguien a su lado. A tan solo unos centímetros de su rostro reposaba la hermosa faz de su novio. Satoshi tenía los ojos cerrados y respiraba tranquilamente ante ella. Un leve rubor se apoderó de sus mejillas encendiendo débilmente el rostro de la muchacha. Estaba tan guapo mientras dormía, todos sus músculos se relajaban adquiriendo una belleza sin par, una masculinidad que la embriagaba y que se acogía en su mirar. Los brazos de Miki rodeaban el torso del chico y entonces notó que su brazo se había quedado dormido bajo el peso de su amor. Con su mano libre acarició el rostro de él animándolo a despertar. Satoshi soltó un pequeño quejido que hizo sonreír a la muchacha.

-Despierta dormilón... ya son las ocho de la mañana. – Satoshi empezó a abrir los ojos débilmente y con su mano libre protegió sus ojos del resplandor de los rayos del sol. – Va no seas remolón, que tenemos que estar en pie para cuando llegue el amo de la casa. – La joven sonrió ante el gruñido de protesta de él y con un movimiento dulce apartó la mano de su rostro. Satoshi forzó la vista y miró a la muchacha a su lado. Una hermosa sonrisa se dibujó en su rostro y un leve rubor en sus mejillas al notar que su otra mano estaba aferrada a la cintura desnuda de ella. -Buenos días mi amor. ¿Qué hora es? -Pues no lo sé, dejé mi reloj en la mesita y no alcanzo a verlo desde aquí. -¿No quieres levantarte y mirarlo por mí?- La chica sonrió ante su expresión de cachorrito abandonado. -Lo haría gustosa si tu espalda no tuviera inmovilizado mi brazo.- Satoshi notó entonces el brazo de la muchacha bajo su peso y se alzó veloz. -Perdona, ni cuenta me había dado yo...- Pero la muchacha lo calló posando un dedo en sus labios. -No importa, ahora vístete que yo mientras aré la cama. – La muchacha se levantó llevando solo la parte baja de su ropa interior. Los ojos de Satoshi la analizaron involuntariamente mientras un alo rosa cubría sus mejillas. -No creo que haga falta que hagas la cama mi amor... al fin y al cabo así la encontramos.- La chica sonrió al ver el joven en sus boxers sobre el colchón desnudo. Se puso un vestido ligero que había traído y sonrió más ampliamente. -Tienes razón, pero entonces ayúdame a doblar la manta. -¿Manta¿Qué manta?- Satoshi notó entonces que a sus pies tenía una manta fina. -Al parecer te has despojado de ella durante la noche. -¿Y cuando me tapé yo con una manta?- El chico trató de recordar el momento y se puso como un tomate al recordar los sucesos de la noche anterior. Muy apurado movió la cabeza.- No recuerdo haber cogido la manta... -Jijiji- Miki le sonrió mientras se acercaba a tomar la manta entre sus manos. -¿Fuiste tu?- Satoshi le miró con picardía y sospecha. La chica dejó escapar otra sonrisita traviesa. -Te veías tan mono todo acurrucadito por el frío que me recordaste a un niñito y me dieron ganas de acunarte con la manta.- Satoshi levantó una ceja.- Y por culpa de acunarte demasiado me he levantado con el brazo dormido. – La chica fingió un gesto de molestia muy gracioso mientras movía levemente su brazo. -¿Conque tan mono como un niñito eh?- La chica afirmó con un golpe de cabeza.- Pues ahora verás lo niño que puedo llegar a ser.- Satoshi se abalanzó velozmente contra la muchacha arrojándola a la cama junto a él y empezando a hacerle cosquillas en sus costados. Miki no podía dejar de reírse mientras el joven exploraba entre carcajadas todos y cada uno de sus puntos débiles. – -Jajajajaja... vasta... jajajja... para por favor... ya... jajajajjajaja- El chico no hacía ademanes de querer parar cuando la chica puso una cara medio seria de repente.- Va... jejej, que ahora vendrá el propietario y tenemos que estar presentables. Satoshi deslizó sus manos hasta la nariz de ella y la tocó con un gesto cariñoso. -Esta bien, pero solo aplazo mi pequeña tortura. – Y con un movimiento fugaz capturó sus labios entre los suyos propios en un dulce pero significativo beso. -
Sin que fuera su intención poco a poco el beso se fue prolongando. Sus labios danzaban en la más hermosa de las danzas y los dedos de Miki jugueteaban con la melena azul de él. Se sentía llena, querida y por primera vez en mucho tiempo, tranquila, completamente tranquila. Satoshi dejó que sus manos acariciaran el delicioso cuello de ella deslizando el pulgar de arriba abajo en pequeñas caricias que erizaban la piel de ella. Un leve suspiro escapó de los labios de la chica que apretó su cuerpo aún más contra el de él. Satoshi se separó levemente para acercar sus labios a la oreja de Miki.

-Te amo… -Te amo.
-¿Me parece perfecto y muy tierno pero podrían prestarme algo de atención?-Ambos muchachos dieron un bote sobre la cama cayendo al suelo estrepitosamente. Miki se alzó veloz y le lanzó la manta a Satoshi que se cubrió rápidamente. Un divertido anciano les observaba desde la puerta.- Veo que debería haber llamado a la puerta en vez de hacer uso de mi llave. -¡Señor Yuosuko! Yo… yo… -Tranquila jovencita, ya veo que han disfrutado de la velada.- El sonrojo en el rostro de Miki se hizo aún más intenso. – Voy a dirigirme a la sala donde esperaré que estén listos. -Vengo con usted. – Miki corrió tras el anciano haciéndole señas a Satoshi de que se vistiera. No pasaron ni dos minutos que el chico ya se había reunido con ellos completamente arreglado. -Creo que el piso es de su agrado así que seré breve. Señor Miwa será para mi todo un honor que se quede con el piso, en cuanto al precio establecido no se preocupe, he hablado con el abogado de su familia y hemos acordado una cifra de lo más razonable. – Satoshi hizo ademán de decir algo pero el hombre lo calló con un gesto.- No se preocupe, no encontrará ningún piso más barato en esta ni en ninguna otra ciudad. Hable con su abogado y luego me da un toque. Buenos días señor Miwa, señorita… y oh! Esta es mi copia, se la entrego. Pueden instalarse ya mismo si lo desean. Hasta pronto. – El anciano salió tras una reverencia dejando a los dos muchachos completamente mudos.

Caían ya las cuatro de la tarde en la hermosa ciudad de Tokio. Un joven tecleaba velozmente sobre su portátil en su ahora "nuevo despacho". Había tenido una larga reunión con el señor Miwa y sus más allegados, lo cual para su sorpresa no había incluido a Satoshi. Tras tratar varios temas y haber firmado miles de papeles se había dirigido al despacho acomodándose en la confortable silla. Estaba vacío, sin ningún elemento decorativo a su alrededor excepto su amado portátil el cual él mismo había traído. Sin pensar mucho lo conectó e hizo lo mejor que sabía hacer. Trabajar. Estudió las miles de ofertas que le habían ofrecido las constructoras pensando en si había hecho lo más correcto al aceptar las empresas Miwa. El sonido de su teléfono móvil lo sacó de sus pensamientos.

-Yuu al habla. -¡Hola Yuu¿Trabajando? -¿Miki? -¡La misma! Siento si te molesto pero es que quería saber si esta noche vendrías a cenar. -Sí, claro. -¿A que hora? -¿Eres mi nueva madre Miki? -Jejeje, perdona, es que en realidad necesito saber a que hora estarán todos. Voy a preparar una cena especial y debemos cenar todos juntos. -Esta bien, no te preocupes mucho, en realidad ahora mismo iba a salir del despacho, necesito comprar algunos utensilios para decorar mi nuevo despacho. -¿En serio¿Por qué no vas a mi tienda entonces? Tenemos toda una gama de artículos de despacho que tal vez sean de tu agrado aunque… lo siento… parece que te este vendiendo mi tienda… -No… la verdad es que no sabía a donde ir.- Se oyó sonreír a la chica desde la otra línea.- ¿Qué te hace tanta gracia?
-Nada… que eres fácil de convencer. ¿Entonces que te parece si vienes a casa y salimos los dos juntos para la tienda? Así me acompañas a comprar los productos que necesito para la cena. -Vale. En quince minutos estoy allí. -Ok, hasta ahora. -Hasta ahora….

Miki colgó el teléfono mientras un hilo de nerviosismo recorría su cuerpo. Ya los tenía a todos localizados, cenarían a las nueve y media y… y… por dios… ¿Cómo les daría la noticia? Sus padres de seguro alucinarían, y… bueno… ¿Qué demonios? Sus padres siempre han estado locos, seguramente lo aceptarían sin mas sin hacer ni tan siquiera algún reproche, o quizá dirían algo así como ¿mientras vengas a cuidar a los niños de tanto en tanto¿Serían capaces? Miki dejó escapar una sonrisa nerviosa. ¿Y que diría Michael? Seguro que le haría algún berrinche diciendo que no se fuera, que no quería estar solo en esa casa con ese par de monstruos. Una sonrisa más amplia se dibujó en su rostro al imaginarse a Michael abrazado a sus rodillas gimiendo que no se fuera. Pero su semblante se puso de repente serio al pensar en cierta persona. ¿Qué diría Yuu?.

El joven muchacho no salía de su asombro. El piso había resultado ser al final muy económico. ¿Económico¡Prácticamente ese anciano se lo había regalado! El abogado le había comunicado las cifras casi riendo. Al parecer el hombre estaba desesperado por vender el piso a una pareja joven, quería que fueran jóvenes y prósperos, simplemente eso. Estaba enamorado del piso y quería ver en él a una pareja igual de enamorada, quería ver una familia feliz en el piso que tanto amaba. En cuanto oyó el apellido Miwa supo que cuidarían del piso, y si tenía alguna duda esta se disipó al ver a la joven pareja y los ojos deseosos de la muchacha imaginando como decoraría el piso. Eso le había bastado para decidirlo. El piso ya era suyo. Sólo hacía falta firmar y de eso se ocuparían mañana él y Miki, porqué no podían dejar escapar esa oportunidad. Bajo ningún concepto.

Llegó a su casa y la observó desde fuera. Muy pronto abandonaría esas paredes y con ello a su padre y sus locas aventuras con niñas. Se sonrió a sí mismo y entró veloz para empezar a organizar sus maletas, hacer listas de cosas pendientes, de utensilios que necesitarían, y un largo etcétera que de seguro saldría en poco tiempo. Por dios… subió las escaleras más veloz que nunca sin hacer caso a la sirvienta que se había acercado a saludarle. Entró en su cuarto y se lanzó literalmente a la cama con una sonrisa que ocupaba todo su rostro.

- ¡Al fin! Voy a vivir contigo… al fin voy a ser feliz… al fin Miki tendré todo lo que siempre desee… Miki, mi Miki, lo mejor esta por venir... – El chico se sonrió aún más- ¡Sí!

-Es aquí.- La chica señaló una hermosa tienda bajo las vueltas de una calle muy transitada. Yuu se acercó curioso.

Era una tienda bastante grande, modesta pero hermosa. En los escaparates se podía apreciar una habitación de niño pequeño en color azul celeste y amarillo pastel. Toda decorada con cada hermoso detalle. Cuadros, muñecos, peluches, un escritorio muy completo ideal para estudiar y una lámpara que desprendía una cálida luz. La cama estaba perfectamente echa y todo parecía diseñado para aumentar el tamaño del lugar. Una gran alfombra se tendida en el suelo dónde un niño jugaba con uno de los coches. En el otro escaparate, situado al lado derecho de la puerta giratoria de cristal, se podía ver un hermoso comedor en tonos marrones y negros, muy oscuro, elegante y sutil.

-Es terrible para limpiar porqué el negro destaca demasiado el polvo, pero es un comedor de lo más acogedor. Me encantó la idea de que se viera desde fuera. Vamos, entremos. En la planta de arriba hay todo de utensilios para el hogar. Para los baños, para los comedores, cocina, despacho y un largo etcétera. – Yuu observó antes de entrar el cartel. Y abrió sus ojos desmesuradamente.
-¿La familia crece?
-Sip, me inspiré en nosotros, al fin y al cabo será que nuestra familia no creció en poco tiempo ¿no?- Yuu sonrió débilmente. -Cierto.

Entraron a la tienda mientras Yuu quedaba asombrado de las dimensiones. No parecía tan grande desde fuera ni mucho menos.

-Miki… ¿Cómo… cómo diablos pagaste esto?- La muchacha sonrió con dulzura. -Me tocaron cien millones hará cosa de unos dos años, Michael y yo compramos un billete a medias y nos tocó. De allí salieron cincuenta millones por cabeza. Él los tiene guardados para el día que hagan falta, pero yo construí esto. Era mi sueño, y ahora podía hacerlo realidad. ¿No es hermosa?- El muchacho asintió. – ¡Hola Carla¿Que tal todo?- Una chica de no más edad que ellos se giró entonces mientras cruzaba sus brazos indignada. Su cabello liso caía lacio y suave como por sus finos hombros y sus cejas dibujaron un curioso ceño sobre sus ojos color miel. -¡Hasta que la señorita se digna a aparecer¿Tú sabes el lío que hemos tenido esta mañana? -Vale, vale, pero ya estoy aquí. -Pues ya era hora, hemos vendido el comedor¡enterito!- Miki dio un salto de alegría.
-¿Sí? Bien, sabría que se vendería rápido, lo montamos con mucho cariño… pero no sabía que estaría solo dos días expuesto. -Una mujer de unos cuarenta entró flipada a la tienda, miró el comedor de arriba abajo, le dije que los muebles los comprábamos a una fábrica pero que las decorábamos nosotras y que por lo tanto los sofás, las tapicerías, la mesa, todo iba aparte. No era una pieza que se vendiera toda junta, pero esa mujer lo quiere todo exactamente igual, hasta el más mínimo detalle, sin importarle los gastos. ¡Ha sido increíble… Nos haremos un pastón, este comedor estaba pensado para exposición solamente. Para que vieran las piezas y luego compraran las que más les gustasen, pero no… la señora lo quiere igual. -Jajaja, bueno, es que tenemos muy buen gusto para estas cosas no? Pensaba que había comprado tan solo la estructura, no el tapizado, los sofás, la mesa… ¿los jarrones también?
-¡Todo! Quiere hasta el juego de ajedrez que hay encima de la mesita. -¡Que bien!- La chica dejó de lado su ceño para mirar al chico que miraba asombrado la escena. Sus ojos le recorrieron de arriba abajo peligrosamente. -¿Y quién es este chico que te acompaña Miki? -Oh, que desconsiderada, este es Yuu Matsura, el hijo de Chiyako y Yohi, se podría decir que es mi hermano, si, eso es. – Miki sonrió al muchacho que le devolvió la sonrisa falsamente, la verdad es que eso le había sentado muy mal. -Encantada, yo soy Carla, es un placer conocer a un muchacho tan atractivo… -Carla no empieces, esta aquí para ver los artículos de escritorio se acaba de mudar a un nuevo empleo y necesita una buena decoración. -Claro, yo te ayudo si lo deseas, será para mi un.
-¡No! No hace falta ya lo hago yo… tu quédate aquí, atendiendo a la gente que esto esta lleno. Yo me ocupo de Yuu. – la mujer le refunfuñó pero se fue moviendo sensual y expresamente las caderas. – Perdónala… le gusta mas un hombre… en fin… ¿vamos?
-Claro…

La tarde había sido muy animada. Miki y Yuu habían estado eligiendo todos los objetos para el nuevo despacho de Yuu y este estuvo mirando mil y un artículos, muebles, y demás para lo que sería su nuevo piso. Miki le prometió que si le gustaba la idea ella misma se desplazaría a su piso y lo decorarían ambos. Yuu se sintió por un momento triste, pues ese siempre había sido su sueño, decorar un piso con ella, pero un piso para ellos dos. La realidad era bastante distinta.

-¿Y bien¿Vamos ya a casa? Ya he comprado todo lo que necesito para la cena. -Será un buen manjar… cuanta comida… -Si bueno… es que somos muchos. 10 personas en una casa comen mucho… -¿10?
-Sí. Nuestros padres, los niños, Michael, tu y yo y Satoshi. 10. – Yuu agachó la cabeza un instante pero se aguantó. -Satoshi también viene entonces… -Claro…- Miki se sonrojó notoriamente cosa que no pasó desapercibida por Yuu.- En realidad esta noche será especial, ya lo verás.- Yuu la miró con sospecha. Pero dirigió la mirada nuevamente al frente dejando que sus temores se fueran con un suspiro.- ¿Y como ha ido todo en la oficina¿Has hablado ya con el señor Miwa y sus allegados?
-Sí. Ha sido una mañana agotadora... gracias a dios no tengo que instalarme hasta la semana que viene, me dan unos días para organizar mi despacho y mi vida en general.- Miki sonrió.- Además me he puesto en contacto con la constructora que me está ayudando con el edificio y vamos progresando muy rápido. Es posible que en menos de dos meses pueda instalarme. -¡Vaya! Debes estar de lo más feliz ¿no?- Yuu la miró y sonrió levemente. -En realidad ahora que acabo de instalarme en casa tengo ganas de pasar un tiempo con vosotros... con nuestros padres y nuestros hermanos, incluso con Michael, pero... sobretodo tengo ganas de pasar tiempo contigo.- Yuu detuvo su paso y observó fijamente a la chica. Sus ojos desprendían un cariño irrefutable, pero sobretodo se leía en ellos decisión y valor. Miki se paró también, las palabras del joven la habían dejado sorprendida, no, más que eso, la habían dejado helada. Un escalofrío recorrió su espina dorsal desde el cuello hasta la cintura. Los ojos castaños se habían perdido en la mirada sincera de él. Los segundos se hicieron minutos, y los minutos horas. Simplemente permanecían parados por el tiempo, ellos dos y nadie más. -¿Perdón?... -Eso, que me alegro mucho de tenerte otra vez cerca de mí. Te he echado mucho de menos Miki, no sabes lo importante que has sido y eres para mí. No se como decirlo sin parecer...no sé.
-¿Cruel?- La mirada de Miki había pasado de sorprendida a confundida y de confundida a enfadada y dolida. Yuu la miró de frente con sorpresa. -¿Cruel¿Por qué debería parecer cruel al decirte que?
-¿Qué por qué?- La chica alzó la voz casi sin quererlo, por el puro instinto que en un momento el muchacho había despertado en ella.- ¿Dices que me has echado mucho de menos¿A mí¡Te fuiste por mí Yuu! Dejaste a tu familia, a tus nuevos hermanos, a tus amigos y... y... a mí... Para no verme, para alejarte de mí y dejar de sentirte violento. Fuiste un egoísta, un egocéntrico y un niño mimado. Me dejaste sola con mi sufrimiento, con mi angustia y sintiéndome la peor persona de este mundo por no ser merecedora de tu amor. No vengas ahora diciendo que me echaste de menos, te fuiste porqué querías y poco te importaron los demás... y mucho menos yo. – Miki cogió las bolsas que Yuu llevaba en las manos con brusquedad y siguió caminando a paso veloz dejando atrás a un estático y dolido Yuu. Ella no se había distanciado aún diez metros cuando al fin reaccionó y corrió tras ella.
-¡Miki espera¡Miki por favor!- Yuu la alcanzó muy deprisa y cogiendo uno de sus brazos la giró para que su rostro quedara frente al de Miki. Nada le habría preparado para verla entonces. Dos gordas lágrimas caían por sus mejillas rojas por la ira y el dolor que rápidamente y sin aviso se habían apoderado de ella. El corazón de Yuu pareció romperse en ese mismo instante. – Miki... -¡Suéltame!- La muchacha se zarandeo violentamente logrando que la mano de él soltara al fin su brazo. Las bolsas que ella llevaba cayeron al suelo haciendo rodar algunas naranjas. Miki solo se quedó observando el suelo mientras todo su cuerpo temblaba.- Perdona...- Ahora si que Yuu ya no sabía que estaba pasando.- Lo siento.- Al fin Miki alzó la vista y ahora su rostro era de infinita tristeza. – Sé que no querías hacernos daño, a ninguno de nosotros, pero... aún así aún duele... Te fuiste tras tu sueño, yo no era quién para aprisionarte aquí. Tú solo seguiste tu sueño... igual que yo el mío... solo que a pesar de lo mucho que lo quise tú has salido ya de él. – Miki forzó una sonrisa.- No sé por qué me he comportado así, en serio... lo lamento... supongo que aún a veces duele... pase unos años difíciles... lo lamento... -No tienes que lamentar nada Miki... yo... soy yo el que lo siente...- Yuu cogió a la muchacha en un arrebato y la abrazó contra su pecho. Miki estaba demasiado sorprendida como para reaccionar y solo pudo quedarse quieta acurrucada en sus brazos.- Perdona Miki por todo lo que te he hecho sufrir. ¡Jamás quise hacerte daño¡A ti menos que a nadie! Tú fuiste la persona que me ayudó a abrir de nuevo mi corazón, tu me ayudaste a ser mejor persona y yo te lo pagué dejándote sola.
-Perseguías un sueño. Un sueño más grande que la universidad de Toryo, que la compañía de tus amigos y tu familia, un sueño más grande que yo.
-¡No!- Miki abrió los ojos ante la voz ronca y fuerte de él.- Ningún sueño era lo suficientemente grande como para perderte... jamás debí permitir que sufrieras por mi culpa... yo...- Miki se separó de él suavemente sin dejar que terminase la frase.
-Yuu... gracias... te agradezco tus palabras... pero era normal. Tú querías sobre todas las cosas ser un buen arquitecto y nadie tenía derecho a impedírtelo... menos cuando tu ya no me amabas...- Yuu se mordió el labio inferior. Tenía que decírselo, ahora o nunca, tenía que decirle que jamás había dejado de amarla, que todo fue un malentendido, que creía que eran hermanos de sangre y que jamás podrían estar juntos. Que se fue lejos de ella para no tener que verla cada día y recordar a cada instante que jamás sería suya. Que tenía que huir de ella para olvidar, para que fuera menos doloroso para ambos. Que todo lo había hecho por ella y por su bien estar, que todo había sido por el gran amor puro y sincero que siempre le había profesado. Pero... ¿cómo hacerlo?- ¡Pero ahora ya esta! Todo ha pasado y por fin nuestros sentimientos están donde deberían estar, en un afecto familiar, de hermanos. Yo te quiero mucho Yuu, tanto como si fueras en verdad un hermano mío de sangre. Ahora ya no hay tensión entre nosotros. ¿Verdad?- Miki la miró anhelante con una sonrisa en sus labios mientras las lágrimas aún recorrían su rostro. Yuu se sentía desfallecer, la tenía tan cerca y a la vez tan lejos. Ella le estaba diciendo que le quería, sí, pero como a un hermano. ¿Cómo podía quererle como un hermano cuando él la amaba más que nunca? Su corazón se paró, la respiración brillaba por su ausencia y ningún sonido parecía penetrar en su interior. Había muerto en ese instante, con solo unas palabras. Ella no le amaba, solo le veía como a un hermano. -Claro Miki, ahora por fin podemos ser hermanos.- Yuu hizo un gran esfuerzo por no romper en llanto, por no gritar de dolor y salir corriendo o peor aún, por no cargarla en sus brazos y llevársela en ese mismo instante. En vez de eso, forzó una sonrisa que reconfortó milagrosamente a la chica.
-Ahora ya me siento mucho mejor... dios... que desahogo... supongo que lo único que necesitaba era dejar ir todo lo que sentí cuando te marchaste... ¿Y sabes qué? Milagrosamente jamás en la vida me había sentido más libre que ahora. Supongo que solo puedo agradecerte que despertaras en mi esos sentimientos, gracias a ello ahora puedo ser una mujer mejor para Satoshi, no sabes cuanto le amo Yuu.- Basta... basta! La mente de Yuu ya no podía soportar nada más. El corazón se despedazaba más y más, era posible sentir un dolor más grande que ese¿Lo era?- Y... o Yuu... en realidad esto no debía decirlo hasta esta noche pero... tengo que soltarlo o me moriré. Satoshi y yo... o dios... ¡nos hemos comprado un piso! En pocas semanas estaremos viviendo juntos, él y yo. ¡Te imaginas! Esto es un sueño... mi sueño... ¿No te parece increíble?

Maldita sea... era posible... aún podía ser más intenso el dolor que sentía su corazón... y como de intenso... jamás en la vida hubiera creído que se pudiera morir tantas veces en tan sólo un día.