WOWWWWWWW!!! Nunca había tenido tantos reviews en un capítulo! Muchísimas gracias!
Jorg: gracias por seguir el fic, y seguir dejando reviews!!!
ArwenWood: gracias, gracias! De verdad me has agregado? Creo que estoy colorada, o alo mejor es la anestesia del dentista, que tengo la cara mas hinchada…
KarySnape: gracias por los ánimos, que la verdad nunca vienen mal! A ver que te parece esto.
Amsp14: creo que soy dislexica… siempre pongo amps! En fin… cuando te animas con otro fic? Estoy esperando. Yo tampoco tengo muy claro lo del slash, pero me apetecía intentar algo así… bueno, si no, te lo saltas, aun faltan un par de capítulos para eso…
Amelia04: gracias! Me alegra que te guste. Se que voy a desgastar la palabra gracias, pero es que de verdad me encanta recibir reviews…
LaMoira: vaya! Gracias! A mi también me gusta más fuego líquido, pero quería intentar un hermione/snape, porque creo que me he vuelto adicta. Al principio me daban grima, pero ahora, no me los quito de la cabeza! A mi también me encanta Snape, pero bueno, podemos repartírnoslo, yo entre semana y tu los fines de semana? Me parece increíble que te hayas metido a leerlo por el nombre… wow!
Ali: yo creo que será Draco/Harry, típico pero… los que se pelean… ya se sabe! Y creo que Ron se va a ir con el corazón roto. Pero aún quedan un par de capítulos. A ver si soy capaz de hacer algo, que soy un poco inútil. Gracias por el consejo y por el review! Ah, por cierto, MI Sevvie, gay? Eres perversa…
Fly: bueno, ya te escribí el mail… a ver si te animas y lo lees.
Iremione: me alegro de que te haya gustado! Lo del sarcasmo se me da bastante mal, porque yo soy bastante poco graciosa, pero que le vamos a hacer! Esto decae, pero pretendo reanimarlo en breves!
ANgiE-SBM: repito que tengo problemas con los nombres, jajaja. Muchas gracias por volver a dejar review! Pensaba que había subido la explicació´n, pero acorté el capítlo al subirlo porque no estaba terminado! Estoy tontisima. En el proximo capitulo.. tachantachan… alguien intenta ayudar a Hermione, y no le va a causar má´s que problemas. Y no son sus padres… (esos, son unos pendones, todo el año sin verla y se van de vacaciones…)
Mia Azakura: gracias! Ahora has conseguido estresarme. Y si no te gusta el resto???? Ahhhh! En fin, es un riesgo. Para eso estan los reviews. Muchísimas gracias por el cumplido!
LakotaSnape: Gracias! Breve pero contundente! Muchas gracias, de verdad!
Mikos-snape: : - ))) l o malo de las reviews buenas es que luego da hay presión! No estoy muy convencida de Snape en este capítlo, pero pienso mejorarlo aunque me cueste sudores! Gracias!!!!
La semana que viene me voy… para todo el verano! Espero encontrar un cyber de vez en cuando, porque voy a morirme de adicción…no estoy muy convencida con este capítlo, a ver que os parece. Muchas gracias!!! Por cierto, estrenan la tercera peli…
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"Ahora le agradecería que me contase todos los detalles que recuerde. Pueden ser importantes"
Hermione parpadeó, y sus grandes ojos castaños se humedecieron un poco al recordar la mazmorra, y se sintió culpable al darse cuenta de que había estado tan preocupada de sí misma que no había tenido tiempo de pensar en sus compañeros, en lo que habría sido de ellos, ni siquiera había dado las gracias al profesor Snape.
"Profesor, eh... gracias por sacarme de allí. Le prometo que le devolveré el dinero en cuanto me sea posible."
No tenía todo ese dinero, pero estaba segura de que lo reuniría, como fuera. Él hizo un gesto de desprecio
"Era mi obligación, Señorita Granger. No se preocupe por el dinero, no es un problema. De hecho, la mesa en la que usted está sentada probablemente valga el doble."
No lo dijo con ostentación, sino en tono monótono, pero ella no pudo evitar acariciar la superficie pulida y brillante, con admiración.
"¿Y por qué es usted profesor?" la pregunta se escapó de sus labios sin querer. Le sorprendía que alguien como Snape escogiese la docencia cuando podía dedicarse a la investigación sin tener que mezclarse con Gryffindors, Ravenclaws o Hufflepuffs.
Él la miró, sopesando la pregunta, y finalmente pareció decidirse por contestarla.
"No es asunto suyo, Señorita Granger, pero ya que lo pregunta le diré que Dumbledore lo exigió como condición para... el resto de mis labores" ¿estaba diciendo demasiado? Bueno, no era ningún secreto. Y total, Granger iba a pasar mucho más tiempo allí, así que no le iba a quedar más remedio que darle algunos detalles...
Ella le miró, expectante, y él continuó.
"Bueno, es obvio que ser profesor no es una de mis mejores aptitudes."
Eso casi la hizo sonreír, pero justo a tiempo convirtió la sonrisa en una extraña mueca.
"Ríase, Señorita Granger, pero me gustaría verla a usted intentando meter algo de sentido común en las cabezas de cincuenta novatos inútiles y otros tantos inútiles no tan novatos"
"Pero no siempre es tan terrible, ¿no?"
Él levanto una ceja, con una mueca escéptica.
"Y eso, Señorita Granger, cuando no revientan calderos, hacen explotar pociones, encogen a sus compañeros, o se transforman en criaturas inhumanas con pociones mal mezcladas. O, peor aún, se pasan toda la clase intentando demostrar que saben más que yo." La atravesó con la mirada, y ella enrojeció ante la alusión directa. "pero no, no siempre es tan terrible. Algunas veces aparece una mente que hace que merezca la pena, que mezclar pociones parezca poesía. Una vez cada cien años, tal vez. O más. Y yo llevo poco más de una década como profesor."
Omitió decir que aún así, había tenido la suerte de tenerla en su clase. A pesar de ser una sabelotodo, era un placer observar su ansia por aprender. Hubiese sido menos duro con ella si no hubiese sido... Gryffindor. Pero lo era.
"Bien, Señorita Granger" dijo él, con impaciencia "cuénteme cómo llegó... cómo sucedió esto"- e hizo un gesto hacia ella con la mano, indicando imprecisamente lo que entendía por "esto": que ella estuviese sentada ahora en su mesa, en la casa de su familia.
Hermione no encontraba las palabras adecuadas.
"Vamos, Señorita Granger... no tengo toda la noche. Hable"
Eso pareció funcionar.
"No lo sé... Yo... mis padres se fueron unos días de vacaciones, para celebrar su aniversario y yo iba a ir a la Madriguera a pasar el resto del verano. Llamaron a la puerta, y yo salí a abrir, y de pronto..." no pudo seguir. Recordaba la escena, dos enormes figuras vestidas de negro, con los brillantes ojos fijos en ella a través de los agujeros de la terrorífica máscara, ignorando sus gritos y sus patadas, arrancándole la varita de las manos. Pero ni una palabra salió de su boca. Sólo balbuceos ininteligibles.
"Oh, ya veo" dijo él, y caminó con elegancia hasta la estantería. De pronto, Hermione sintió como si nunca le hubiese visto en el colegio. Snape pertenecía a ese lugar de una forma indescriptible. Sus ágiles movimientos, y su inexpresividad le hacían parecer una parte más de la decoración.
Le observó pasar la vista rápidamente de una página a otra, y señalar algo con el dedo mientras se acercaba a ella.
Sin variar un ápice su eterna mueca de disgusto, Snape tomó la cara de ella con su mano áspera y la obligó a mirarlo a los ojos.
"Señorita Granger. Ahora no deje de mirarme. Es absolutamente indispensable que mantengamos el contacto visual"
Había pocas cosas tan violentas como mantener la mirada de Snape, pero desde luego, ninguna más que hacerlo en esa situación de inferioridad.
"Finnite Protego Malfactoris. Bien. ¿Qué sucedió cuando abrió usted la puerta?"
"Crabble y Goyle estaban allí, y me cogieron." Snape casi sonrió. Había funcionado. "Me encerraron durante días, todos allí, hacinados... algunos estaban locos. Crabble y Goyle se dedicaban a maltratarnos, y Lovecraft a veces lo evitaba, sólo para conseguir más dinero en su subasta."
Snape miraba a la pared mientras ella relataba los días de encierro y vejaciones, de compartir celda con prisioneros, palizas, hambre, y Crabble y Goyle siempre cerca, toqueteandola con sus manos grandes y sudorosas, estirándole del pelo, y amenazando con comprarla, y sólo Lovecraft salvándola de algo peor.
Él asintió. No quería más detalles. Seguramente no habían sido días agradables. Eso le recordó algo.
"¿Aún tiene hambre, Señorita Granger?"
Hermione miró su plato, vacío, y negó con la cabeza.
"Bien. Le enseñaré donde está todo.. Me temo que esta casa está deshabitada la mayor parte del año por lo que no veo la necesidad de tener un elfo doméstico" al ver los ojos de aprobación de la chica, añadió "no, no crea que secundo en absoluto sus absurdas ideas acerca de la liberación de esas criaturas, señorita Granger. De hecho, después de todo, parece que acabo de adquirir uno."
Hermione se sintió profundamente herida, pero procuró ignorarle.
"Profesor Snape" dijo tímidamente "¿qué es lo que me ha hecho antes?"
Por un segundo fugaz le pareció que sonreía.
"Terminar con un hechizo muy común en las Artes Oscuras; evita que la víctima inculpe a su agresor."
Le enseñó la cocina y la biblioteca.
"Bien, Señorita Granger. Ya que esta usted aquí, se encargará usted de mezclar una lista de pociones que voy a darle. Nada excepcional, sólo las que el director y Madame Pomfrey solicitan cada principio de curso. Espero no tener que arrepentirme de sus calificaciones. Puede usted moverse libremente por la casa, excepto por la buhardilla, y por mis habitaciones. ¿Entendido?"
"Sí."
"Bien."
Y sin más, se dio la vuelta y se marchó, dejándola allí.
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"¡SE-ÑO-RI-TA-GRAN-GER!" la sangre se le heló en las venas al escuchar un bramido de furia, y corrió hacia el salón, donde se encontró a Snape mirándola furioso, mientras Errol, el pájaro de los Weasley volaba alrededor de su cabeza, chocando con él a veces con su torpeza acostumbrada. "¿Puede explicarme qué es esto?"
"Eh... esto es la lechuza de los Weasley, señor"
"Sí, pero ¿por qué está en mi cabeza?"
"Errol" dijo Hermione con dulzura. Pero el pájaro parecía estar divirtiéndose con el pelo de Snape. "¡Errol!" Entre los dos se las arreglaron para cogerlo y quitarle el pergamino que llevaba.
Hermione
¿Qué pasa? ¿Por qué no has venido aún?
Le dije a mamá que llegarías el fin de semana, y está preocupada.
Mándame tu número y te llamaré, (he aprendido y ¡papá ha dicho que iremos a Londres pronto!) o dime cuando vendrás.
RonP.D. ¡He oído que Harry está a punto de volver!
"¿Y bien?"
"Bueno, se suponía que iba a pasar las vacaciones con la familia de Ron, y están preocupados."
"Mándeles una respuesta sin darles más explicaciones. Y que no vuelva a ocurrir. No quiero correspondencia aquí.
Ella asintió y se dirigió a la cocina. Tenía hambre, y no parecía que Snape tuviera en mente ponerse a cocinar. El profesor seguía sus propios (y peculiares) horarios. Mientras cogía un paquete de algo que parecía pasta, dijo:
"Lo prepararé en quince minutos, Profesor"
"Bien, guarde lo que sobre en el horno. Lo comeré más tarde"
Hermione empezó a cocinar. Se sentía terriblemente sola. En ese momento sólo quería que sus padres volviesen y la pesadilla terminase. Que Harry y Ron estuviesen allí. Cenó sola en la pequeña mesa de la cocina; estaba muy bueno, pero se le había quitado el apetito. Picoteó los últimos pedazos, y metió la cazuela en el horno. Subió a su habitación, y se tumbó en la cama. Empezó a buscar una solución, y antes de darse cuenta, estaba dormida.
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Snape era dolorosamente consciente de la presencia de Hermione en la casa. Había reducido sus movimientos al mínimo para no encontrarse con ella; no soportaba que invadiesen su intimidad. El hecho de tener a una alumna durmiendo bajo el mismo techo, y no un techo cualquiera, sino el que le había visto crecer, le parecía absolutamente inapropiado. Ojalá que la carta que había recibido Hermione tuviese razón; le había parecido leer que Harry iba a volver pronto. Y con él Dumbledore, que se la llevaría lejos...
Odiaba cada metro de esa casa; odiaba todo lo contenía. Apenas podía pisar la habitación de su madre, recordando los trágicos acontecimientos que habían tenido lugar en ella la última vez que estuvo allí. Quince años. Quince años, y no había vuelto a entrar en esa estancia. Y ahora estaba atrapado allí, al menos mientras tuviese que cuidar de Granger.
Sentía que le faltaba el aire. Snape suspiró, mientras la oía mover cazuelas. Bueno, había pagado mucho dinero por ella... no iba a sentirse culpable por sacarle algo de partido. Y además, qué demonios, ¿desde cuando necesitaba Severus Snape justificarse?
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Hermione se levantó, intentando sobreponerse a la sensación de zozobra que se cebaba en ella en cada despertar. No estaba muy segura de si sentirse aliviada o dolida por la forma en que Snape ignoraba su presencia. En los días siguientes, apenas alcanzó a verle un par de veces; ella leía, mezclaba pociones, leía más, dormía, no dormía... un ritmo de vida malsano que empezaba a afectar a sus biorritmos... y a su cabeza.
Por fin, al anochecer, Snape apareció y sin decir palabra se sirvió un plato de estofado (dos días de comer pasta habían terminado haciendo que se decidiese a intentar algo más difícil). Parecía cansado, más pálido que de costumbre, y con amplios círculos oscuros bajo los ojos.
Sacó una botellita de algún lugar bajo su capa, y se la tendió.
"Tome"
Ella la olisqueó con desagrado. Apestaba.
La apartó.
"Bébasela, Señorita Granger."
Muy a su pesar, sus manos siguieron sus órdenes. Por un lado, su garganta se negaba a tragar, pero por otro, no le quedaba otro remedio que obedecer al profesor Snape. Se atragantó, pero finalmente apuró el líquido.
"Bien, Señorita Granger. Ahora vamos a intentar algo. Usted desobedézcame"
Recordando el dolor del primer día, no se sentía muy tentada a realizar el experimento, pero de nuevo no podía hacer más que cumplir sus órdenes.
"Venga aquí."
Permaneció sentada, y no ocurrió nada.
Poco a poco, una sonrisa se extendió por su rostro.
"Oh, profesor, ha encontrado una forma de vencer el hechizo. Yo..."
Iba a darle las gracias, y Snape se sintió terriblemente incómodo. Oh, cállate, Granger, pensó.
Y de pronto, ella se quedó atascada, sin palabras, con una mirada de sorpresa.
Snape dejó escapar un suspiro de frustración.
"Maldito Lovecraft" murmuró entre dientes. "Bien, me temo que no ha salido tan bien como esperaba. Tendremos que seguir probando" Recogió los platos y se dirigió a la puerta.
"Profesor"
"¿Sí, Señorita Granger?" Dejó su mente en blanco.
"¿Qué... qué ha pasado? Creí que había funcionado"
"Bueno, ahora queda libre de hacer lo que yo le diga que haga. Pero parece que por desgracia, las cosas se han complicado un poco. Nunca es fácil, con magia tan antigua." Se frotó los ojos con cansancio. "La receta era para que usted no estuviese obligada a cumplir las órdenes que yo pronunciase."
Ella le miró, abriendo los ojos al darse cuenta de lo que quería decir. "¿Así que ahora...?"
"Hará aquello que yo piense que quiero que usted haga"
Un ligero lamento escapó de los labios de Hermione.
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A media noche, Hermione se levanto, aún medio dormida, y abrió la puerta de la habitación. Salió al rellano, y bajó las escaleras. De pronto, no recordó qué hacía allí, y confusa, volvió a su habitación.
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"Tengo que salir. No toque nada hasta que vuelva. En caso de que alguien llamase a la puerta, no abra. Por supuesto, no puede abandonar la casa, así que ni lo intente." Era media tarde, y el profesor le había advertido que tendría que salir frecuentemente, a veces, como en esta ocasión, a Hogwarts y otras... de servicio.
Hermione asintió con la cabeza, un poco divertida. Tantas instrucciones le recordaban a su madre cuando se despedían cada primero de septiembre. La idea de Snape guardando algún tipo remoto de parecido con su madre resultaba grotesca.
Cuando se fue, Hermione curioseó los títulos de la librería, sin atreverse a tocar ninguno. Necesitaba aire fresco, pero no podía salir así que paseó por la casa como un gato enjaulado. De prontó, se oyó un ruido en la planta de abajo, donde estaban las habitaciones de Snape.
Una puerta estaba abierta. Conducía a un despacho, con un robusto escritorio de roble. La ventana estaba abierta y sin duda la corriente había tirado algo al suelo. Hermione no tardó en encontrarlo. Una especie de tintero.
Lo cogió para ponerlo sobre la mesa, pero tan pronto lo tocó, se quedó paralizada, y sintió algo pegajoso correr por sus cabellos.
No pasó mucho tiempo hasta que oyó las pisadas del profesor Snape, que se acercaban. Al ver la puerta abierta, se asomó. Vio en sus ojos la intención de gritar, pero entonces se dio cuenta de que estaba petrificada.
"Finnite Incantatum"
Hermione recuperó el movimiento de sus miembros, aún algo tensos.
"¿Qué demonios hace en mis habitaciones, Señorita Granger? Creí que lo había dejado muy claro."
"Oí un ruido, Profesor. La corriente tiró el tintero y sólo quise recogerlo."
Entonces él se fijó en su pelo, e hizo una mueca.
"Todos estos objetos están protegidos, Señorita Granger, contra cualquiera que no sea su dueño. Corra a darse un baño, y mejor antes de que se seque o de que le caiga a los ojos." Dijo señalando al viscoso líquido que goteaba del pelo de Hermione." Si deja que se seque, se volverá corrosivo, y no creo que eso le gustase."
Hermione corrió hacia su habitación, y lo más rápido que pudo llenó la bañera de agua caliente, sales, jabón y espuma.
"Vamos, vamos" dijo en voz alta, dirigiéndose al agua, que caía demasiado lentamente. El líquido estaba goteando por su frente. Tenía que darse prisa.
Pero sus manos se estaban impregnando de esa cosa, y se estaban quedando agarrotadas. No podía alcanzar su varita. Sollozó.
De pronto, oyó golpes en la puerta.
"¿S...si?"
"¿Se encuentra bien?"
"Profesor Snape, necesito ayuda"
Casi pudo ver su rostro de incredulidad al otro lado de la puerta.
"¿Qué sucede?"
"¡No consigo que se vaya, y las manos se me están agarrotando! Me va a entrar en los ojos y no puedo hacer nada"
A regañadientes, Snape murmuró "Alohomora" y el pestillo se descorrió. Rogando que Hermione estuviese tapada, entró en el baño, donde hacía un calor asfixiante.
Hermione tenía razón. El líquido se extendía rápidamente y empezaba a secarse. Si no se daba prisa, pronto se quedaría calva... y tal vez ciega. Tomó una toalla, y limpió con cuidado la frente de la chica.
Hermione daba gracias al cielo por la profunda capa de espuma que cubría su cuerpo, y esperaba que Snape atribuyese el color de sus mejillas al calor y no a la vergüenza que estaba pasando. Mantenía los ojos fuertemente cerrados, aún temerosa de que alguna gota cayese dentro.
Oyó que el profesor revolvía en el armario, y de pronto sintió unas manos en su pelo. Se sobresaltó violentamente, pero Snape, indiferente, siguió desenredando sus cabellos. Luego vertió un líquido maloliente sobre él, y remangándose, se arrodilló, y empezó a masajear la masa de cabello rizado.
Hermione sintió que un escalofrío recorría su espina dorsal, y después otro. Había pensado que tal vez Snape considerara una opción raparle la cabeza, y dejarla calva por entrometida. Nunca se habría imaginado que el profesor era capaz de hacer algo agradable. La mano de Snape frotó vigorosamente su cuello, manchado por la sustancia.
Y muy agradable. Hubiera deseado hundir la cabeza debajo del agua y ahogarse por pensar algo así.
El profesor siguió lavándole el pelo incansablemente, y después se levantó. Se echó un poco de champú en las manos y lo extendió por la cabeza de Hermione, para eliminar el olor químico de la poción que había usado.
"Ahora deme las manos"
Hermione sacó las manos del agua, agarrotadas, y Snape las sostuvo entre las suyas, mientras las limpiaba con la toalla empapada en poción.
"En adelante, le agradeceré que toque el menor número de cosas posibles, Señorita Granger"
Y salió, dando un portazo, y dejando a Hermione sin respiración.
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Ojalá pudiese contárselo a Harry o a Ron. Ellos me entenderían. Snape arrodillado lavándome el pelo. Si no es la imagen más retorcida desde el boggart de Neville... Me compadecerían. Hermione no conseguía dormirse. Y de pronto se le habían quitado las ganas de contarle nada a nadie, porque no quería su compasión. Estaba profunda e incómodamente agradecida al Profesor Snape por todo lo que estaba haciendo, y ni Harry ni Ron entenderían eso.
Oh, Merlín. Hogwarts nunca volvería a ser lo mismo después de ese momento.
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"Señorita Granger"
Snape la llamaba desde el otro lado de la puerta, pero la chica no respondía, y era más de mediodía. Al final, optó por entrar. Se acercó apresuradamente hacia la cama y le tomó el pulso. Respiró con alivio. Al menos estaba bien. Quien sabe si la poción había tenido algún efecto secundario... sus pociones nunca lo tenían, pero era la primera vez que probaba algo así.
Hermione respiraba suavemente, con el pelo, afortunadamente intacto, cayéndole a los lados y las mejillas levemente coloreadas. Era una imagen agradable contemplarla callada y pacíficamente dormida, pero el espejismo no duró mucho. Snape sacudió la cabeza, y apartó la vista del movimiento rítmico de sus hombros bajo el camisón.
DespierteNo hizo más que pensarlo, y su pecho se movió de forma irregular mientras abría los ojos e intentaba enfocar.
"Bu... buenos días, profesor" dijo con una mezcla de timidez y desorientación.
"Necesito que me ayude con una poción"
"Sí... me vestiré en un momento."
"Bien"
Salió de la habitación. Pronto se encontraban los dos en el laboratorio.
"Aplaste esto"
"Son... ¿alas de hada?"
"Sí."
Hermione miró las pequeñas alas transparentosas con repugnancia. No podía explicar por qué, pero siempre le habían repelido. No soportaba tocarlas, ni el olor dulzón que despedían al ser machacadas.
"¿A qué espera?"
"Yo... ¿no hay otra cosa que pueda hacer?" dijo, tragando con dificultad.
"¿La pequeña Hermione Granger tiene miedo de las alas de hada?" se burló el profesor al más puro estilo de Draco Malfoy.
Entrecerró los ojos con sadismo, y Hermione se encontró aplastándolas muy a su pesar, guiada por una voluntad invisible. Bastardo.
El profesor le lanzó una mirada venenosa, y Hermione se encogió en su sitio. ¿Estaba usando Legilimancia? Sintió un escalofrío.
Una vez que terminaron la poción, Snape le dijo:
"Señorita Granger, esta noche tengo que salir" no necesitó más explicaciones. Hermione entendió que se trataba de un encuentro con Voldemort. "No abra la puerta bajo ninguna circunstancia. Si alguien entrara en la casa, el tapiz de su cuarto funciona como un translador"
Las recomendaciones le pusieron la piel de gallina.
"¿El tapiz de Slytherin?" dijo, aunque estaba casi segura de que no lo era.
"No es un tapiz de Slytherin, Señorita Granger, es una serpiente mordiéndose la cola." Y al ver que ella no reaccionaba, añadió con desprecio. "Lo absoluto, Señorita Granger, lo absoluto. ¿Qué demonios sabe usted de magia?"
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Hermione estaba en su habitación, mirando el tapiz. Se abrazó a sí misma, intentando que el frío que sentía por dentro desapareciese.
Pasaron los minutos como horas, y las horas como días, y Hermione no podía evitar pensar que nadie sabía que estaba allí, y ella no podía escapar. No sabía si Snape volvería del encuentro con Voldemort, ni sabía cuánto iba a durar esa convivencia a base de mutua evasión.
Desgraciadamente, tampoco estaba muy segura de cómo se sentía al respecto. Estaba preocupada por el Profesor Snape. Por un lado, aunque nunca le había odiado como Harry y Ron, sentía una ligera aversión hacia el profesor y su crueldad. Pero desde que supo que trabajaba para Dumbledore como espía, en algún rincón de su mente había empezado a respetarle. Estaba confusa.
Ahora, todo eso se había difuminado, y sólo quedaba una esa acuciante sensación de estar en deuda con el único profesor de Hogwarts que la despreciaba ferozmente. Estaba obligada a hacer lo que él ordenase, y una parte de su mente pensaba que además, se lo debía. Sea como fuere, él la había salvado de un destino horrible. Por otro lado, sentía una tremenda rabia. Por mucho que se esforzaba, no conseguía más que burlas por su parte; incluso viviendo bajo el mismo techo, la evitaba como a un pensamiento del que se quiere escapar. Tenía ganas de gritarle, pero no podía hacerlo, porque le debía la vida. Y eso era casi una forma más refinada de tortura.
Algún reloj sonó en la casa, y Hermione olvidó sus pensamientos; empezaba a estar realmente preocupada cuando oyó un ruido abajo y los característicos silenciosos pasos del profesor.
Bajó corriendo.
Snape tenía un aspecto horrible. Los ojos inyectados en sangre, las pupilas desenfocadas, la boca torcida en un gesto de dolor. Pareció contrariado cuando la vio aparecer, como un fantasma, bajando la escalera en camisón. En otras circunstancias, Hermione quizá habría sonreído ante una escena tan hogareña.
"¿Sí, Señorita Granger? ¿necesita algo?"
"No, profesor, sólo venía... ¿necesita ayuda?" dijo, al ver que las piernas del profesor parecían a punto de fallarle.
"No" dijo él, en un tono desagradable. Pero cuando tomó el vaso con whisky que se estaba sirviendo las manos le temblaban tanto que casi derramó el contenido. Lo apuró de un trago y se sirvió otro.
Hermione miraba, en silencio. No parecía que el profesor Snape fuera de los que bebían demasiado, pero lo cierto es que no conocía demasiado bien a su profesor, y hasta ese momento, no había tenido ningún interés en conocerlo.
Se sentó a su lado en el sofá, un gesto para el que precisó de todo su valor. Algo brilló entre sus ropas; la máscara de acero, y Hermione involuntariamente se estremeció. Dándose cuenta, él la tapó, rozándole el brazo con el tacto sedoso de su capa.
"Señorita Granger..." parecía a punto de desfallecer y sus ojos negros suplicaban "váyase"
"Pero profesor..." además, si quería que se fuera, no tenía más que desearlo ¿o no? "seguro que puedo ayudarlo. Puedo mezclar algo, puedo..."
"Con lo que tengo que hacer ahora no puede ayudarme, ni usted ni nadie, así que le agradeceré que me deje solo"
Intentó con fuerza echarla de allí, pero en esos momentos no controlaba su alocado cerebro. Habían pasado muchas cosas en la reunión. Noticias malas, y peores. Y todo lo que le quedaba por delante esa noche. Recordar, las pesadillas, si conseguía dormir en absoluto, el insomnio, los remordimientos. No podía ayudarle. Y a pesar de todo, no quería que se fuera, porque podía sentir que al menos había hecho algo bueno, que no estaba sólo en aquella horrible mansión, en la que el espíritu de su madre le perseguía y aún oía sus gritos. Que no estaba completamente solo, aunque aquello fuese un espejismo, una situación forzada por las circunstancias, por mucho que supiera que Granger odiaba cada minuto que pasaba cerca. Bueno, también él, pero en estos momentos no estaba en plenas facultades.
"Si quiere hacer algo útil, prepare algo de comer"
Hermione se dirigió a la cocina, y miró en el cesto. No quedaba mucho donde elegir.
Mientras revolvía la sopa con una cuchara, se le ocurrió que era un sentimiento agradable el cuidar de alguien. Y por una vez, no se sentía en una terrible condición de inferioridad frente a Snape. Se acercó al salón con un plato de sopa caliente en una bandeja, y sintió un arrebato de compasión al ver a su profesor tumbado en el sofa, blanco como la tiza, con los ojos cerrados.
Tosió levemente, pero él no abrió los ojos.
"Bien, Señorita Granger, gracias. Ahora, si ya está más tranquila, puede irse."
Ella se retiró en silencio.
Un poco más tarde, bajó a comprobar si todo iba bien. El profesor había desaparecido de la habitación, pero el plato de sopa permanecía intacto y frío sobre la mesa.
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