Hola! Muchas gracias a todos. Hoy me voy para todo el verano a trabajar al extranjero, asi que no se cuándo actualizare. Yo me llevo los discos por si hay suerte….

Pronto habrá más acción. Ah…. Y además decir que me cuesta tanto subir las cosas porque no tengo ordenador (se me ha estropeado) y los cyber son taaaaaaaaaaaaaaaaaaaan caros : - ))))

Un beso para todos y pasad un buen verano!

Amps14: gracias!!! Para el colegio aun queda mucho… jajaja- oye, tu fic… me está encantando. Se lo recomiendo a todos, es genial. Me he quedado en el capitulo 4… espero que allí haya cybers… un bso

Marth Mt: gracias!!! Si que quiere…. Bueno, querrá. Jajaja. Hermione Snape no te gustan??? Al principio me parecía enfermizo pero al final…un bsote!

Sakutso: muchas gracias por el review… tengo un montón de ideas, espero poder seguir escribiéndolas!!!

ANgiE-SBM: harry con albus, preparandose para la gran final… ya en el proximo chap vendrá!

Nocrala: muchisimas gracias!!! Mmm… pues no me dejaste review.. es broma, muchas gracias por los ánimos!!!

CLOE: me he reído un montón con tu review… jajaja. Me alegro de que te guste! Yo no las tenía todas conmigo…

Ignorante del fanfic: leer tu review ha sido una pasada. Es increíble recibir una tan larga, te agradezco mucho el esfuerzo y los consejos, son buenos. Me cuesta mantener a Hermione como hermione y a SNape como Snape, pero bueno, lo intento. Aunque reconozco que lo del alcoholismo es añadido. Y no es que yo beba mucho ¡lo prometo!

En cuanto al slash tampoco a mí me suele gustar mucho, pero leí una historia muy interesante, y la verdad es que me lo he planteado como un reto, para saber si soy capaz de hacerlo (que lo dudo, soy algo torpe). Si, va a ser sentimientos reprimidos, ya lo tengo casi. Lo del resto de los esclavos saldrá, pensaba dejarlo para más adelante, pero tienes razón, a ver si parece que me los estoy olvidando!!! Gracias, y espero que te siga gustando.

ArwenWood…. Bueno, ya me explicado arriba…. ¡lo siento! Y esta vez incluso tardare más… : - (( muchísimas gracias por tu review.. y la bronca jajaja.

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Al día siguiente, Snape apareció a primera hora, con el rostro aún más pálido de lo habitual, y se sentó rígidamente en la silla. Sus penetrantes ojos negros se encontraron con las pupilas de Hermione que, adormilada, estaba sirviéndose una taza de leche.

Depositó tres o cuatro pesados libros sobre la mesa, e inmediatamente Hermione se olvidó de desayunar, mirándolos con avidez.

"Siéntese, Señorita Granger" dijo, y abrió uno de los libros. Ante Hermione apareció un curioso dibujo. Un óvalo formado por una serpiente que se mordía la cola, y que encerraba en su interior dos ancianos exactamente iguales, pero en posiciones opuestas, como un reflejo en el agua. El de arriba era blanco, y el de abajo, como el negativo de una foto muggle de la figura que se hallaba sobre él. Buscando una pista, miró a su profesor, que frunció el cejo y resopló.

"¿He de suponer, por esa expresión estúpida, que no ha visto nunca este símbolo?"

Hermione, demasiado interesada para hacer caso de su comentario, negó con la cabeza.

"Es el símbolo de Salomón. Las figuras son dos ancianos de la cábala. ¿Sabe usted algo sobre la cábala, Señorita Granger?"

Ella bajó la cabeza, y apenas audiblemente, murmuró:

"No..."

Snape puso los ojos en blanco.

"El símbolo representa la Magia, la Ciencia, que es tan vieja como el hombre; toda ciencia se constituye de tres elementos (placer físico, intelectual y moral, tres aspectos del placer único del alma)" levantó la cabeza y se sonrió por dentro al ver la cara de Hermione "y tiene tres aspiraciones (observación, comparación y deducción, tres funciones de un solo poder mental). Por eso el anciano está en posición triangular. ¿Ve?"

Hermione observaba, apasionada. Magia Antigua. Auténtica Magia Antigua. Su corazón latía a cien por hora. Lo más cerca que habían estado de eso había sido estudiando los tiempos de Merlín, y ahora... ¡Salomón!

"Todo conocimiento, como todo placer, no se consigue sino después de haber trabajado (eso, señorita Granger, es lo que representa la estola) y de haber sufrido (eso es la cruz). Trabajo y sufrimiento desarrollan los poderes mentales y espirituales para sobreponerse a las sombras que rodean al anciano de la parte inferior, patrimonio de la ignorancia y del mal- bueno, al menos eso es lo que siempre se ha pensado. Creo que es un error asumir que todo mal es ignorante. Téngalo siempre en cuenta, Señorita Granger, y no menosprecie jamás a un enemigo."

"Creo... creo que lo entiendo. La parte de arriba es el bien, la de abajo es el mal. Ambas son partes de una misma cosa; sin el bien no existe el mal, algo así como el yin y el  yang"

Snape la taladró con la mirada, pero se limitó a asentir.

"La serpiente, la misma que hay en el tapiz de su habitación, es el emblema de lo absoluto, y dentro de lo absoluto están el mal y el bien, todos los polos opuestos." Cerró el libro.

Hermione dudó un segundo.

"¿Profesor Snape?"

"¿Sí?"

"¿Salomón no es una figura cristiana?" era extraño encontrar una figura bíblica en medio del mundo de magia y paganismo de Hogwarts. Hermione tardaba en acostumbrarse a celebrar los sabbaths en lugar de las tradicionales misas de los domingos, aunque tenía que reconocer que el baile de Yule era mucho más interesante que el sermón del domingo.

"Bueno, en el principio de los tiempos, el cristianismo como tal no existía, así que difícilmente podía serlo. Era un poderoso alquimista y mago."

Hermione pensó si el mundo mágico nunca iba a cesar de asombrarla.

"Lo más importante es que comprenda que tanto la magia blanca como las artes oscuras proceden de la misma fuente. Es la aplicación lo que hace que una sea legítima o ilegítima. Y es muy fácil que se le escape de las manos."

"¿Y la cábala?"

"Mañana".

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A la mañana siguiente, Hermione había leído el primero de los libros entero, y esperaba fascinada, sentada a la mesa. Snape no tardó mucho en aparecer. Y así, todas las mañanas, durante al menos una hora, Hermione se olvidaba de que estaba viviendo con Snape, de Lovecraft, del secuestro, de que Voldemort estaba venciendo... y empezaba a creer que el bien y el mal necesariamente alcanzarían un equilibrio pronto. Cuando Harry volviese.

Snape sentía una extraña urgencia por enseñarle todo lo que sabía a Hermione. No tenía demasiado claro porqué; puede que fuese la avidez de conocimientos que ella demostraba. O que tenían mucho que resolver antes del final de verano, cosas que él no podía hacer solo. Pero más bien le urgía el hecho de pensar que una de esas noches podía no regresar y quería que Hermione supiera todo lo que él sabía. Si había una mente capaz de contener todos sus conocimientos sin la necesidad de cometer todos sus errores, esa era Hermione Granger.

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Poco a poco, Hermione fue perdiéndole el respeto a la enorme mansión. Aún temía que al tocar cualquier objeto pudiese pasarle algo y el profesor Snape tuviese que ayudarla como a una niña de dos años.

Mientras pensaba, se encontró curioseando en las habitaciones de su piso, sobre las que Snape no había dicho nada. Se arrodilló junto a un baúl, y encontró un pesado libro encuadernado en piel dentro.

Al abrirlo, los pelos de su nuca se erizaron. Frente a ella, tal y como se lo había imaginado cuando Harry lo describió, había un niño pálido y de pelo negro que le dirigía una mirada asustada desde una fotografía. La separó del álbum y la sostuvo en la mano. De pronto, al oír unos pasos apresurados a su espalda, la escondió entre sus ropas y se giró.

De una zancada, Snape la alcanzó y le arrancó el libro de las manos. Le lanzó su mirada más venenosa y siseó:

"No se atreva a volver a tocar nada que no deba tocar. Se lo advierto por última vez" y echando chispas por los ojos devolvió el libro al baúl.

Hermione se encerró en su habitación, aún temblando de miedo por la mirada del profesor. Sentía que había traicionado su confianza, y por un momento, le había parecido que el profesor iba a pegarla. Pero Snape no había perdido su fría compostura.

Sacó la fotografía y devolvió la mirada al niño, que se removía inquieto.

"¿Cómo te has convertido en lo que eres?" le preguntó, sin obtener respuesta. Luego, medio dormida, sin saber si se dirigía al niño Snape o a sí misma, susurró: "Aguanta... los caminos fáciles no llevan a ninguna parte..."

Las pesadillas volvieron aquella noche, y se despertó viendo claramente el rostro de Lovecraft, y escuchando los gritos de sus mazmorras.

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Snape tenía la vista fija en la ventana, escapando del oscuro cuarto al menos con su imaginación. Un álbum de fotos. Espera a que Granger volviese a Hogwarts para contarlo. Sabía desde el principio que no iba a funcionar. Empezó a trazar un plan para librarse de ella.

Una lástima. Estaba disfrutando de sus pequeñas charlas por la mañana, a pesar de no demostrarlo, y la tensión empezaba a relajarse, tanto como si estuviesen en una de sus clases normales en Hogwarts. Y era agradable fingirlo. Casi empezaba a sentir que el profesor dentro de él seguía vivo.

Que demonios. Tal vez debiese dejar que Granger descubriera toda la verdad. Después de la escenita del baño en la que le había tenido que quitar ese líquido del pelo, sentía la necesidad de recuperar su reputación.

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La tarde siguiente se produjo una terrible tormenta. Hermione estaba en la cocina, cuando oyó un ruido en el salón. Se acercó a ver. Sólo era el viento en la puerta. El ruido sonó de  nuevo, más fuerte. El viento. Hermione abrió la puerta, justo un segundo antes de recordar lo que había pasado la última vez que había abierto una. Era el viento.  No. Eran la señora Weasley. Y Ron.

Pasaron dentro. "Secare" murmuró la señora Weasley. "Tengo que aprenderme ese hechizo de impermeabilidad... nunca consigo recordarlo. ¿Cómo estás, Hermione, princesa?"

Hermione apuntó a la chimenea murmurando "Incendio". "Bien", dijo y corrió a saludar a Ron. Pero este no estaba prestando atención. Miraba a todas partes con ojos asustados.

"¿Dónde está?" murmuró por lo bajo. Y entonces apareció Snape, completamente vestido de negro, como siempre, estirado, pálido y mortalmente serio.

"Molly"dijo, sin ningún tipo de expresión en su cara.

"Hola, Severus. Tenemos que hablar." Y agarrándolo por el brazo, le arrastró a la cocina. Sólo Molly Weasley era capaz de tratar así a Snape.

Ron llevaba un par de "orejas extensibles" inventadas por George y Fred, pero no fue necesario utilizarlas. Oyeron como ambos adultos iban subiendo el tono paulatinamente.

"Severus Snape. Sabes tan bien como yo que esta situación no es aceptable. La pobre niña no puede quedarse aquí contigo, seguro que ni siquiera come frecuentemente. La Orden..."

Snape bufó.

"Molly, soy el primer interesado en que se vaya. Si tienes alguna idea de cómo explicárselo a los mortífagos, estaré encantado de que te la lleves contigo."

Tenía razón, y Molly lo sabía, pero no estaba dispuesta a ceder tan fácil.

"Bueno, Severus, no es que recibas muchas visitas, ¿verdad?"

Uno a uno.

"No suelo pasar mucho tiempo en esta casa, y supongo que mis conocidos no son de los que aprecian la hospitalidad de Hogwarts. Pero podrían pasarse por aquí en cualquier momento. Cada vez recelan más, y movimiento en falso, como deshacerme de algo por lo que he pagado, sin duda no estaría bien visto. Supongo que la Orden entenderá eso."

Dos a uno.

"Ahora, tengo mucho trabajo, así que te agradeceré que vuelvas por donde has venido." Y sin más dio la espalda a la mujer pelirroja, sin ver cómo el enfado coloreaba sus mejillas.

"Severus Snape. No creas que voy a dejar que Hermione se quede aquí todo el verano, para que tú la ignores y la acribilles con tu sarcasmo. Vas a cuidar bien de ella, y yo voy a asegurarme de eso. Ron se quedará aquí para hacerle compañía."

Los ojos de Ron casi se le salieron de las órbitas y comenzó a temblar. Entre sus planes de verano no estaba el pasar una temporada en la residencia Snape. Hermione le miró, y sintió ganas de tranquilizarle.

"¿Qué?" se oyó aullar a Snape. Más calmado, pero con una voz fría y dura añadió "¿y cómo crees que voy a explicar eso?"

"Me da igual. Buscarás el modo. Di que es tu aprendiz. Lo que sea"

"¿Mi... mi aprendiz? Tu hijo, mi aprendiz." Snape parecía a punto de estallar. "Molly, nadie se creería algo así. Ahora haz el favor de dejar de decir estupideces y márchate" Sentía un gran respeto por la mujer, pero no toleraba que nadie se metiese en sus asuntos.

"Bien. Podemos llegar a un trato. Ron se quedará los fines de semana, para cuidar de Hermione. Durante el resto de la semana puedes recibir las visitas que quieras, pero asegúrate de cuidar bien de ella." Dijo amenazadoramente. Snape sabía que se refería al desprecio con el que trataba a su alumna, pero no pudo evitar pensar que el comentario de Molly implicaba algo más, aunque no conseguía entender a qué.

Asintió.

"¿Hay noticias de Dumbledore?"

Y la conversación continuó en un tono apenas audible.

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Cuando Ron y Molly se marcharon, Hermione no sabía que pensar. Llevaba días deseando compartir su cautiverio con sus amigos, pero ahora no estaba tan segura de que fuera una  buena idea. Snape y ella habían establecido una rutina, ¿qué iba a pasar ahora con sus horas de estudio? Seguramente a Snape no iba a tentarle que Ron compartiese ese privilegio. Y todos los planes. Ron suponía un atraso.

Además ella tenía que terminar todas las pociones, se lo debía  a Snape. Eso y quinientos galeones.

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Estaban en medio de un apasionante debate sobre el uso curativo de los venenos. Snape hablaba de la poción de sanguijuelas, y Hermione escuchaba embelesada, casi olvidándose de cerrar la boca. Hablaron durante horas de la belladona, aunque a veces casi le parecía que su profesor la estaba examinando; nunca le dirigió un cumplido. Snape se sirvió un whisky, y pareció relajarse. Sus ironías no eran menos frecuentes, pero sí más aceptables, menos dolorosas a fuerza de costumbre.

Y de pronto, se palpó el brazo, y cruzaron una mirada. Incómodos, ambos la apartaron. Se hizo un silencio embarazoso, que Snape  rompió.

"Tengo que irme" murmuró. Y rápidamente salió de la habitación.

Hermione se quedó allí sentada, cuando todo lo que hubiera querido hubiera sido correr tras él y desearle suerte. No entendía por qué, pero esta vez quería que volviese, no sólo por su seguridad física. Quería aprender más, y nadie podía enseñarle como él. No  hizo nada; no hubiese podido soportar sus carcajadas, y mano sobre mano, incapaz de concentrarse en la lectura, se sentó a esperar.

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Snape había encontrado la tarde sencillamente apasionante. Nunca antes había podido debatir con nadie sobre pociones como con Hermione. La inteligencia de la chica iba más allá de la mera memoria que él le había atribuido. Sólo por esa tarde había merecido la pena pagar quinientos galeones. Cinco mil, incluso.

Y de nuevo, Voldemort.

Se llevó la mano al brazo y levantó la vista; su mirada se encontró con dos enormes ojos castaños, en los que detectó preocupación. A Snape le dio un vuelco en el estómago; no le gustó lo que vio. Ambos se dieron cuenta de pronto de la intimidad que estaban compartiendo y rápidamente, dirigieron la mirada a otro sitio. Pero el daño estaba hecho; el momento se había roto.

"Tengo que irme" murmuró. Y se apresuró a coger sus cosas.

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Hermione se sentó a esperar en el salón. Tomó el vaso del que él había estado bebiendo y lo giró en sus manos. ¿Cómo podía alguien de Hogwarts preocuparse por el profesor Snape? ¿Estaba volviéndose loca? Tosiendo, apuró los restos de whisky que quedaban en el vaso.

No quería engañarse. Por supuesto que el hombre tenía un lado bueno; pero era cruel y disfrutaba con el sufrimiento ajeno. No importaba su brillantez, no importa lo que estaba haciendo por el lado del bien. Y no tenía nada que ver con su pasado.

Tenía que ver con la forma en que trataba a Neville Longbottom, y Neville era sólo un ejemplo. Con su forma de cebarse con los más débiles.

Pero Severus Snape era el único que podía ayudarla ahora; era todo lo que tenía.

Hermione nadaba en un mar de dudas,  y el reloj avanzaba, implacable, ajeno a todo; el tiempo no espera.

El calor del whisky en su estómago y la pesadez en sus párpados la sorprendieron en el sofá, y se durmió allí.

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Snape entró en su casa.

Voldemort sabía que Dumbledore estaba a punto de volver; no haber sido él quien le había avisado le había costado un Cruciatus. Le había encargado que a su vuelta, les diera cobijo. Se acababan así las noches en vela pensando en cómo justificar la presencia de Potter y Albus en su casa.

Las luces estaban encendidas, pero el fuego se había consumido y hacía frío en la sala. Se acercó al hogar, y se apoyó en la repisa. Había una mala noticia. Dos de los prisioneros comprados en la subasta habían muerto ya. ¿Cómo decírselo a Hermione?

"¿Profesor?"

Snape se sobresaltó al oír la voz, que provenía del sofá.

"Granger" acertó a graznar.

"¿Qué... que tal?

Mirándola incrédulo, preguntó:

"¿Qué tal? ¿Qué rayos hace durmiendo en mi sofá?"

"Me quedé dormida, señor"

El término le sonó estúpido.

"Bien, ya que está despierta le diré que hay novedades. Whitembourg y Totsby han fallecido" lo soltó tan rápido como pudo. Si había suerte, podría irse de allí antes de que Hermione empezara a llorar.

"¿Whitembourg? ¿Totsby? ¿Quiénes son, mortífagos?" No iba a haber suerte, después de todo.

"No, Señorita Granger. Me temo que fueron subastados junto con usted"

Hermione se quedó en silencio; el horror de lo que acababa de oír cayó con fuerza sobre ella. Sentía que se ahogaba.

Snape pensó en decirle algo consolador, pero no estaba seguro de saber hacerlo, así que se contentó con encender los leños de la chimenea de nuevo, y lanzar una mirada a su alumna. De pronto, se dio cuenta de que estaba mirando el reflejo del fuego en la cara de Hermione Granger, así que decidió que lo mejor que podía hacer era marcharse de allí y dormir unas horas. Cuanto antes.

"Profesor, ¿cuántos quedan aún?"

Él bajó la vista

"Doce" susurró.

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Era sábado y Snape estaba furioso. La cabeza pelirroja de Ron asomaba por todos los rincones. ¿Por qué no corría a esconderse debajo de la cama? Cada vez que entraba en la habitación, Weasley parecía encogerse.

Hermione tampoco parecía tan feliz como cabía esperar. Parecía que aquella mañana le había estado esperando para su habitual charla. ¿Quién iba a imaginarse que teniendo allí a su amigo la chica aún iba a querer seguir con las "clases"?

Aquella mañana Dumbledore envió una tarjeta avisándole de su regreso. De la forma convenida, Snape le envió un mensaje encriptado, donde le explicaba el acuerdo al que había llegado con Voldemort, y salió a encontrarse con el Señor Oscuro.

Las cosas no fueron bien. Lucius Malfoy sembró cizaña y Snape pagó las consecuencias. Era su venganza por haberle arrebatado la presa, y Snape capeó el temporal como pudo.

Cuando llegó a casa, oyó risas. Un estremecimiento lo golpeó por dentro como una descarga eléctrica, y aunque apenas podía moverse, entró como un rayo en la habitación. Ron y Hermione jugaban al ajedrez frente al fuego.

"Largo de aquí. Los dos"

"Pero profesor..."

"Granger." Lárguese y ella salió de la sala, muy a su pesar.

Penosamente se dirigió a sus habitaciones, incapaz de entender el arrebato del que había sido presa. Había perdido el control.

No podía permitírselo.

Y mientras ellos jugaban, o se besuqueaban o lo que quiera que hiciesen esos dos, él se curaba las heridas, literal y metafóricamente, con una sensación que había olvidado hacía tiempo. Ahora era uno de los magos más poderos de la historia, si bien no le gustaba alardear de ello agitando la varita por doquier; era capaz de preparar cualquier poción por difícil que fuera, y Dumbledore le había educado como lo habría hecho con su propio hijo. Desde que tenía diecisiete años nunca se había vuelto a sentir tan indefenso, ni tan frustrado, y de nuevo lo habían provocado dos Gryffindor. Intentó calmar el odio que pugnaba por crecer en su interior. Cuando se unió a los mortífagos aprendió que hacía falta mucha más disciplina para controlar el odio que para ser un buen mago.

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"Así que el muy imbécil viene de mal humor...."

"¡Ron! Cállate, ¿no ves que podrían haberle matado?"

"Hermione, después de ver como te trata no puedo entender que todavía le defiendas."

"Tú... tú no entiendes nada" y se marchó dando un portazo.

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Parecía que el insomnio era algo contagioso. Hermione dio vueltas y más vueltas en la cama, hasta que el calor empezó a agobiarla. Su pelo despeinado le hacía cosquillas, el roce de las sábanas empezaba a asfixiarla, y sentía unas terribles ganas de llorar. Añoraba su cama, su casa, añoraba la vida como había sido antes de que Dumbledore tuviera que desaparecer con Harry. Sabía que Snape era un espía, pero la imagen de su profesor derrotado, blanco como el papel, herido y con la guardia baja no se iba de su cabeza. Hoy, de nuevo tenía un aspecto horrible, y ella no podía hacer nada. Lo último que necesitaba era a Ron alrededor como un perrito faldero.

En una visión algo infantil, siempre había visto al profesor Snape como alguien lejano, irrompible, un escollo insuperable; verle vencido había hecho que la realidad irrumpiera de golpe en su torre de marfil. Estaban perdiendo la guerra. Y no tenía ganas de jugar como si todo fuera bien.

Por fin, pasada la media noche, sintió que empezaba a adormilarse.

En ese estado a medio camino entre el sueño y la vigilia, impulsada por una fuerza desconocida, se levantó de la cama y bajó las escaleras. Continuó andando hasta una zona de la casa en la que no había estado antes, y su mano, como la de una marioneta, agitó su varita, pronunciando un "Alohomora".

Penetró en la oscura habitación, sin ser consciente de sus actos.

Se quedó junto a la cama, en la que Snape respiraba con dificultad, agitándose en sus sueños. El pelo le caía sobre la cara, crispada. Una botella descansaba en el suelo.

Hermione levantó el edredón y se acurrucó a su lado, sintiendo el frescor de las sábanas y el calor que emanaba del cuerpo febril del profesor. Inconscientemente, lo rodeó con sus brazos.

Snape pareció calmarse al contacto con otro cuerpo.

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Horas más tarde, Hermione abrió un ojo. Vio la cara pálida de Snape, y semidormida, sonrió. Se apretó más contra él, sintiendo su calor, su olor, su piel; cerró los ojos, y siguió durmiendo.

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Se despertó con el presentimiento de que algo iba mal. Se encontraba bastante bien, y eso era lo que no funcionaba... no tenía que ser así. Una sensación extraña recorría su cuerpo, y un calor muy agradable le envolvía. La boca se le quedó seca. Sybill Trelawny hubiese estado muy  orgullosa de él y su presentimientos, porque a su lado, apretada contra él, estaba Hermione Granger.

El corazón casi se le paró.

El pelo de ella le hacía cosquillas en el pecho, y sus brazos... oh, Merlin. Sus brazos estaban tocándole. Le estaba abrazando. Snape sintió un escalofrío en su espina dorsal.

Pero eso no fue nada comparado con la cara de Hermione cuando él la despertó agitándola.

"Granger... Señorita Granger. ¿Qué hace usted... aquí?"

Lentamente Hermione fue consciente de la situación. Tragó saliva, intentando pensar con lucidez. Oh, Dios. Estaba en la cama de su profesor, ¡del profesor Snape!. La sensación de vértigo creció, pero se las arregló para contestar

"No lo sé, profesor"

Honestamente, no tenía ni idea de cómo había ido a parar a aquella habitación. Y menos, cómo había tenido el valor y el estómago de meterse a la cama con él.

"¿Es usted sonámbula?"

"No"

Bien, ambos sabían lo que eso significaba. Estaba allí porque él lo había ordenado así.

Si se sentía avergonzado, Snape no lo demostró. Más bien se comportó con la misma brutalidad de siempre, echándola a cajas destempladas de la habitación y poniendo hechizos protectores en torno a esta, prohibiéndole entrar de nuevo.

Después, se quedó sentado, mirándose fijamente las palmas de las manos.

No era responsable de lo que pensaba en sueños ¿o si?. Bueno, había sido algo puntual. Había vuelto de un encuentro con Voldemort, y había soñado con él, con Dumbledore, con su pasado. No era tan raro que alguna parte de su psique hubiese deseado unos brazos alrededor suyo. Algo que no podía permitirse tener. No, con toda la  carga que llevaba a sus espaldas.

El corazón le latía más rápido de lo acostumbrado, aún no recuperado del shock, y estaba sudando copiosamente. Pensativo, se dirigió a la ducha.

Tenía que haber una solución. Y tenía que encontrarla pronto.

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Hermione salió, y el profesor cerró detrás suyo.

Se quedó mirando fíjamente la puerta, y cuando se dio la vuelta se encontró con los ojos asombrados, heridos y aterrorizados de Ron Weasley, que permanecía absolutamente inmóvil en la penumbra del pasillo.

Ninguno dijo una palabra. Sus ojos se apartaron de los de Hermione, que se había quedado congelada en el sitio, y se dio la vuelta para marchar, no sin dirigirle un par de miradas de incredulidad.

"Tenias razón, Hermione" susurró, pero ella lo oyó claramente. "No entiendo nada"

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Hermione tenía los ojos cerrados con fuerza, y se abrazaba a sus rodillas. Tenía que mantener la cabeza fría, despejada. Tenía que conservar la cordura... tenía que borrar de su mente la imagen de haberse despertado abrazada al profesor Snape. Tenía que sacar la mirada de Ron de su cabeza.

Se vistió despacio, intentando aplazar lo máximo posible cualquier contacto con la realidad, y bajó a continuar con sus tareas. Abrió la puerta y se encontró de frente con Snape, que subía las escaleras silenciosamente, con el pelo aún mojado. Fue un momento embarazoso, pero se mantuvieron en silencio, y cada uno continuó en su dirección.