Hola! Ya estoy aquí otra vez... solo decir, gracias por las reviews, abajo las contesto. Espero que os guste.
"Pero, Profesor Dumbledore..."
"Lo siento, Hermione" dijo el anciano, sacudiendo la cabeza negativamente. "Nadie desearía que las cosas fuesen diferentes más que yo. Pero no es posible. El estado de Severus no va a cambiar"
Habían pasado dos semanas desde el fatal encuentro en la mansión Lovecraft. Todos los hombres retenidos, excepto uno – Hermione supuso que sería aquel que ya estaba casi muerto cuando ella llegó- habían logrado escapar, y el Ministerio había salido a la caza de Lovecraft.
Dumbledore, ella, y el inconsciente cuerpo del profesor Snape acababan de regresar a la casa familiar del último. Las palabras del doctor Squirrel, en San Mungo, tras intensas sesiones de pruebas con todos los medios posibles, mágicos o no, aún resonaban en los oídos de Hermione: "Su condición es irreversible"
Aún no podía olvidar el momento, quince días atrás, en el que se había arrodillado junto al cuerpo de Snape y había visto la pequeña vena de su cuello latir, una pequeña esperanza, tal vez sólo un reflejo. Aunque finalmente, sus expectativas se habían deshinchado; el profesor no estaba muerto, pero su estado no era muy diferente.
Y al parecer, entre los cuidadosamente- y previsoramente- dispuestos papeles de Snape, se encontraba un testamento vital, o su equivalente mágico, estableciendo, claro y preciso, que no quería pasar el resto de su vida en un hospital. Así que cuando dos días antes los médicos habían tirado la toalla habían vuelto a su hogar familiar, a falta de ninguna otra petición específica. Pese a que Hermione estaba segura de que tampoco era el sitio que Snape hubiese elegido para deteriorarse hasta morir.
Dumbledore se había instalado allí, pero pasaba la mayor parte de su tiempo en Hogwarts; Hermione había insistido en quedarse, y el director, demasiado ocupado en vísperas del inicio del semestre para comenzar los trámites de buscar una enfermera, posponía cada día debatir con ella el tema de su inminente partida. En cierta forma, estaba haciendo la vista gorda a lo inapropiado de la situación, porque el sorprendente hecho de que por una vez alguien quisiera voluntariamente ocuparse del bienestar de Snape le resultaba terriblemente reconfortante. Y confiaba en Hermione. El profesor de Pociones merecía por una vez algo bueno en su vida, aunque sabía que de estar consciente le hubiese dado al menos una angina de pecho al verse en esa situación. Si no le preocupase tanto, Dumbledore hubiese encontrado graciosa esa obsesión por repeler al resto de los mortales.
Una vez más, tuvo que preguntarse por la salud de Hermione; por mucho que agradeciese lo que estaba haciendo, no sabía si la tenacidad (o más bien terquedad) de la chica iba a llevarla a consumirse velando un cuerpo sin vida, y las quejas de Minerva McGonagall en lo que respectaba a su alumna favorita no le ayudaban mucho.
Suspiró. Primero, tenía que poner en orden todos sus asuntos pendientes; llevaba meses fuera. Pero le prometió a Minerva arreglar la situación antes de comenzar el curso.
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Hermione no tenía ninguna intención de irse. Con la cabeza metida en los libros de Snape- en aquellos que no quedaban reducidos a cenizas en sus manos, al menos- buscaba desesperadamente una solución al estado de su profesor.
Sabía que Dumbledore pensaba que psicológicamente era más fácil para ella sobrellevar los hechos y sobre todo la culpa así; pero estaba genuinamente convencida de que había algo que ella podía hacer. Tenía que haber algo, sencillamente porque no podía imaginarse que no lo hubiera. No entendía una palabra como irreversible; no quería pensar en qué pasaría si no encontraba una solución. Y no tenía tiempo para hacerlo; trabajaba sin parar.
Se frotó los ojos con cansancio y de pronto se dio cuenta de lo típicamente Snape del gesto. No era la única que había pasado noches en vela investigando. Desconocidas palabras en latín resonaron en su cabeza y con un cosquilleo recordó ese momento en el laboratorio. Sintió una oleada de algo cálido, suave; pero lo apartó, haciendo un esfuerzo por recordar a Snape tal y como era- siniestro, cruel, injusto- y no pudo evitar sonreír. No tenía ni idea de porqué nunca había podido odiarle como Ron y Harry; respetaba una mente brillante y poderosa, sin duda, pero aún ahora, tras semanas de intensa convivencia (tan intensa como podía ser la convivencia con Snape), no comprendía nada del hermético ser que era su profesor, y qué era lo que veía ella debajo del evidente odio con el que él la miraba.
Bien, si lo que más le gustaba era subirse a una tarima para deducir puntos de Gryffindor y dejarla en ridículo, ella se encargaría de devolverle a su lugar.
Volvió a su lectura, y supo lo que tenía que hacer; respirando despacio, intentó evitar el vértigo y no hiperventilar. Era sin duda lo más peligroso que había hecho en su vida, pero tenía que hacerlo y tenía que ser ya.
Aunque tuviese que remover cielo y tierra iba a devolverle la vida al hombre que había salvado la suya.
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Como se temía, las cosas iban a ser complicadas. En San Mungo habían probado todos los remedios conocidos, incluso experimentales, y todo se había revelado inútil. Así que se adentraba en un terreno farragoso que apenas había empezado a conocer: Magia Antigua... y Artes Oscuras.
Los libros lo decían bien claro: ningún principiante en cualquiera de ellas debía jugar con la otra. Se apartó de la ventana, intentando reírse del lenguaje grandilocuente de los libros polvorientos; pero sabía perfectamente que sólo intentaba esconder su terror. Con su eterna resolución infantil volvió a trabajar en sus notas. Se sentía como si tuviese un millón de años, y aún estuviese condenada a vivir otro millón más. Pero no los tenía, y además iba corta de tiempo; no podía esperar otros veinticuatro meses, y desde luego, Snape tampoco. Era pura suerte encontrarse bajo los auspicios de una luna azul, un fenómeno que apenas había ocurrido veinte veces en los cien años precedentes. En ese tiempo, el poder y los efectos de la magia se duplican, y desgraciadamente, no sólo los benignos; todos los magos y brujas sabían que era mejor dejar la magia tranquila en esos días si no sabías bien lo que estabas haciendo. Y Hermione no tenía ni idea; estaba técnicamente jugando a las adivinanzas, apostando su vida. Cuidadosamente omitió leer las advertencias.
Por lo demás el hechizo requería un ciclo lunar completo; comenzar la poción en luna nueva y finalizar el último día del cuarto menguante, la fase más oscura de la luna, que de nuevo entrañaba unos riesgos en los que prefería no pensar.
Trabajó sin descanso, y por fin, estuvo preparada.
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Harry la encontró al lado de la cama de Snape, con un cuaderno en el regazo. Había encontrado allí un refugio que nunca pensó que sentiría cerca del profesor. El muchacho se quedó inmóvil un tiempo, perdido en sus pensamientos, o más bien, perdido. Hacía días que su cabeza estaba en blanco; no se había cambiado de ropa, no había dormido, y en los últimos tiempos, empezaba a necesitar afeitarse, aunque también lo había olvidado.
Durante unos segundos sus ojos se fijaron con rencor en la figura negra que yacía en la cama, olvidando que se encontraba en esa situación por intentar ayudar a su amiga.
Sólo entonces pareció despertar.
"Hermione" dijo Harry con suavidad. "¿por qué no te vas a descansar un rato?"
Ella miró primero la mano que torpemente le apretaba el hombro y luego, comprensivamente, a Harry. Aunque aún no entendía qué se había roto dentro de él en la mansión Lovecraft.
Ignoró sus palabras.
"El hechizo está roto, Herm"
"Lo sé." Apretó la mano de Harry.
"Hermione ¿qué pasa? ¿no has tenido suficiente Snape para toda una vida? Vi como te trataba. Te salvó la vida, pero era su trabajo, y te mantuvo a su lado porque era necesario. Por Dios, Hermione."
Ella sólo resopló, y él, detectando la tristeza en su voz, puso cara de alarma.
"Hermione... eso tiene un nombre. Síndrome de nosequé. Tienes que volver a tu vida. Se te pasará."
Ella sonrió amargamente, pensando en que era curioso que Harry lo mencionase.
"Síndrome de Estocolmo, Harry. Sé de sobra lo que es, y desde luego, no es esto. Sólo... quiero asegurarme de que se hace todo lo posible." Dijo, no sin apreciar la ironía de oírlo mencionar. Su tono decía claramente que no quería discutir.
"Descansa un poco, ¿vale?" Hermione se mordió la lengua, dándose cuenta de que lo que estaba a punto de decir era más propio de Snape que de ella, y sólo dijo:
"Tú también".
Sonriendo levemente, Harry le pasó la mano por el pelo y salió de la habitación. Sin rebajarse a mirar a Snape, observó Hermione, lo que sólo acrecentó su decisión.
Ella misma le miró por primera vez. A pesar de pasar tiempo allí, asumiendo lentamente que el profesor no iba a despertar para echarla de allí a gritos, no se había detenido a mirarle. Temiendo que aceptar eso sería definitivamente dejar ir los últimos vestigios de su infancia; si Snape no era todopoderoso, si finalmente incluso él caía, ¿qué esperanza quedaba?
Se preguntó si alguna vez alguien había tenido valor para mirar a Snape a la cara, aún inconsciente. Estirando los dedos, pero sin rozar la piel, como temiendo una reacción, los paseó sobre las finas líneas que surcaban su rostro, que en ese momento parecía menos de cera y más real. Era extraño que nunca las hubiera visto; y de verdad humanizaban la cara de su profesor. Presentaba un aspecto terrible, el pelo desgreñado, y sin afeitar, y aunque era del tipo más bien lampiño, los hechizos no duraban para siempre.
Por algún motivo, sintió una punzada de dolor al verle así; y volvió a sentir la culpa. Snape no estaría en ese estado si no hubiese sido por ella y su estúpido plan...y mira cómo le había descuidado; por supuesto, todos los días reponía los hechizos básicos que le habían enseñado en San Mungo, pero por alguna razón, un par de movimientos de varita no le parecían lo suficiente para el hombre que la había salvado. Así que le leía. Y le hablaba. Y una parte de su subconsciente se culpaba también porque en el fondo estaba disfrutando de la situación. ¿Cuándo había podido hablar con alguien así? Especialmente con alguien a quien respetase tanto. Y por primera vez, el profesor no se reía de sus ideas. A veces, hasta le parecía creer que la escuchaba. Aún así, estaba dispuesta a hacerle despertar. Pero, se preguntaba, ¿qué pasará cuando se despierte? Y por un lado, no quería que llegase ese momento.
Por supuesto, Harry y Ron compartían secretamente esa esperanza, pero jamás hubiesen entendido sus motivos.
Dejando el cuaderno aun lado, Hermione desenroscó brazos y piernas, y se levantó del sillón, que normalmente estaba junto a la ventana, pero que había movido para comentarle a Snape los detalles de su hechizo. Decidió que el profesor se merecía algo mejor que el trato distante de una enfermera por horas; así que con una mezcla de respeto y ceremonia desabrochó uno a uno los múltiples botones de su casaca negra de medio cuello, temblando mientras lo hacía. Después, consiguió reunir una palangana, agua, una toalla, una esponja y jabón, y le lavó con cuidado.
Los movimientos eran fluidos, ya que era un ritual que había practicado dos veranos atrás, trabajando como voluntaria en un asilo, pero no era nada como eso. El pálido color del torso de Snape parecía refulgir en la habitación, y pese a que sabía que era fuerte – lo suficiente para llevar a una persona en brazos como si no pesase nada- le sorprendió encontrar músculos entre los angulosos rasgos de su profesor. Después de secarle, le puso una casaca limpia; por supuesto, sólo encontró ropas negras, como si Snape aún llevase luto por algún evento del pasado.
"Da saludos a tus padres cuando os reencontréis en el infierno. Sin duda querrán agradecerte el favor de poner fin a sus vidas haciendo de tu eternidad una pesadilla."
Apartó las palabras que habían aparecido a traición en su memoria; por un momento, se alejó de Snape como si fuese a atacarla, preguntándose si sería cierto. Involuntariamente, miró a la enigmática figura que yacía en el lecho, sin estar muy segura de querer conocer la respuesta.
Reanudó su trabajo; no era quién para juzgar. Algo atrajo su mirada, una forma oscura en el antebrazo izquierdo de Snape; y aunque sabía lo que era y su misma esencia le repelía, no pudo evitar alcanzar el brazo, y pasar la yema del dedo índice suavemente por la piel marcada.
Apenas se notaba un ligero relieve, como en una marca de nacimiento, pero le pareció ver el bíceps de su profesor tensarse mecánicamente en respuesta. Rápidamente lo soltó y terminó de abrocharle la camisa.
Entonces, pasó lentamente la cuchilla por el mentón; el temblor de sus manos se debía menos al miedo de hacerle daño que a la intimidad del gesto, pero había una ciega decisión Gryffindor en ella. Por último le tocó el turno al pelo; se sumió en el rítmico movimiento de sus manos, enjabonando y aclarando, recordando aún sonrojada la vez que ella había tenido que pasar por eso, y como incluso con su rudeza habitual, las manos habían sido habilidosas y competentes; el cabello mojado aún parecía más negro, y le daba un aspecto sombrío, el perfecto prototipo de mortífago. Sintió un escalofrío. Y aún así, no se hubiese movido de allí. El olor a white musk que habitualmente acompañaba a su profesor lo invadía todo, y le hizo sentir nostalgia de Hogwarts.
Por fin, terminó, y se dedicó a esperar. Cuando el reloj le avisó de que faltaban diez minutos para las doce la noche, se puso en pie y se dirigió a los acantilados.
Lo que más temía, más que perder su propia vida, era fallar. Porque eso significaba que no había esperanza; el coma irreversible para Snape, y para ella... ni siquiera podía pensar en la derrota.
Trazó unas muescas en el suelo, y colocó un pentagrama invertido bajo su pie como única protección. Depositó el caldero frente a ella, directamente bajo la luz que la luna, con todos los elementos mezclados en su interior, fruto de horas de trabajo.
Comenzó la letanía, activando todos los hechizos que debían provocar el inicio de la transformación de los ingredientes. Esperó e invocó, intentando no trabarse con el latín, aunque sus conocimientos eran bastante amplios, y finalmente, extenuada, deshizo los conjuros a su alrededor. La primera fase había terminado, y la poción tenía que reposar.
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"Ya queda menos. Esta noche he añadido la Uña de Ridgeback Noruego- prometo que la repondré, sé que es muy cara. Si he calculado todo bien, la poción debería trabajar en el cuerpo y el hechizo en la mente; ambos a la vez deberían funcionar. Hablando de pociones, ha aparecido un nuevo artículo en Ars Alchemica..."
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Gritaba, pero apenas podía alcanzar a oír su propia voz en medio de la fuerza desatada de los elementos. Una terrible tormenta había surgido de la nada al comenzar el hechizo; parecía que las fuerzas de la naturaleza se negaran ser dominadas. Un rayo cayó peligrosamente cerca de ella.
Y de pronto, oyó una voz suave, acariciante, como seda líquida en su oído. Podía hacerlo. Podía hacer lo que se propusiera, y siempre lo había sabido, sus poderes serían ilimitados... la furia ardía en ella, borboteando al ritmo de la poción. Hizo un esfuerzo por controlarse.
Sintió que se elevaba, aunque sus pies seguían en el suelo. Lovecraft. La invadió un hondo desprecio; podía encontrarle, iba a destruirle, a él y a Malfoy. Puede que incluso a Voldemort, todos los mortífagos. Nunca lo había visto tan claro. Sólo tenía que decir las palabras correctas, y enfrentarse a ellos. Matarlos, despacio, con la misma crueldad que ellos habían mostrado, haciéndoles pagar por el estado de Snape.
Snape. Pensar en su profesor le hizo volver a la realidad, y se dio cuenta de lo peligrosamente cerca del precipicio que se encontraba. Concentró todas sus fuerzas en la cura.
Estaba helada, agotada y dolorida. Llevaba horas con los brazos en alto y la noche estaba próxima a su fin. Tenía que resistir; como en un sueño, continuó murmurando los encantamientos y finalmente, el sol salió. Nunca se había sentido tan agradecida en toda su vida.
Sin molestarse en cambiar sus ropas empapadas, se dirigió directamente al cuarto de Snape y derramó la poción entre sus labios rígidos, murmurando tan solo una palabra:
"Experfagio"
Por un segundo le pareció ver a Snape moverse, pero fue sólo un espejismo. Esperó y esperó, y finalmente, cansada y decepcionada, se quedó dormida con la cabeza apoyada en las frías sábanas.
Su última esperanza había fallado. Ella le había fallado a Snape, y ahora él nunca iba a despertar.
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Lo primero de lo que fue consciente fue del cosquilleo en su costado. Dolorido, levantó la mano y palpó algo extraño, suave y vivo allí. Siguiendo el recorrido, supo que era pelo, al que seguía una cabeza unida a unos brazos; y una de las manos se enroscaba en la suya. Rápidamente se desembarazó de ella, incluso antes de abrir los ojos; se acostumbró en seguida a la luz, recuperando la visión de inmediato.
La voz, sin embargo, le costó dos intentos más.
"Señorita... Granger" acertó a graznar.
Hermione abrió los ojos despacio, despertando de las primeras horas de sueño profundo de que disfrutaba. Parpadeó confusa, y le miró, mientras una amplia sonrisa se extendía por su cara. Hubiera querido pellizcarse para convencerse de que no seguía soñando.
"¿Puede explicarme que ocurre?" Snape, con el ceño fruncido, la sacó de su ensimismamiento.
"Profesor Snape" dijo, antes de darse cuenta de que había cierta ternura en su voz, y que Snape no parecía particularmente feliz al respecto. "Está despierto".
"Mi mente había alcanzado esa conclusión sin su ayuda, señorita Granger, pero gracias por iluminarme con la información. Me alegra que mi despertar goce de su aprobación" se burló con sarcasmo, concentrado en el sabor a almendras amargas en el fondo de su paladar. ¿Seguramente no había tomado cianuro? Le hubiese gustado preguntarlo, pero su mente estaba extrañamente en blanco.
"Después de lo ocurrido en la mansión Lovecraft" vio como una niebla parecía disiparse en los ojos de Snape "ha estado usted en coma. Casi siete semanas"
Casi dos meses.
Un montón de preguntas se agolparon en la cabeza del profesor, mientras digería la información, pero con su habitual dominio de sí mismo sólo se permitió formular una:
"Entonces, ¿Falló? ¿La poción falló?" dijo, algo incrédulo.
"Profesor, no fue la poción" dijo ella, anonadada ante su actitud. "la poción funcionó. Fue... ¿no recuerda lo que pasó con Malfoy?"
Lentamente él pareció recordar. Pero también pensó en algo.
"¿La poción funcionó?"
"Sí."
"Entonces... ¿qué demonios hace usted aún aquí?"
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Hermione miró una vez más a su alrededor, a la habitación decorada en colores Slytherin que no le pertenecía. Había sido un huesped indeseado allí durante todo el verano, y ya era hora de irse a casa con la cabeza bien alta; contra toda probabilidad, lo había conseguido.
¿Por qué no se sentía feliz? Sólo estaba nerviosa.
No había razón para seguir vagabundeando por allí, no tenía que esperar a que Dumbledore volviese de Hogwarts. Le enviaría una nota tan pronto como llegase a casa, y además probablemente Snape se encargase de ponerle al corriente de todo.
De pronto, la casa en la que tan cómoda se había sentido las últimas semanas le parecía extraña y hostil. Se preguntó si no estaba proyectando sus sentimientos hacia su profesor.
Snape.
Tenía que darle las gracias, pero se sentía menos que tentada a interrumpir su ostracismo.
¿Hermione Granger, asustada de un profesor? Desechó el pensamiento con un movimiento de sus rizos. Hecho un manojo de nervios, llamó a la puerta de su habitación. No hubo respuesta, y se indignó consigo misma al sentir una oleada de alivio. Abrió ligeramente la puerta. Tal vez podría dejarle una nota, después de todo no era tan mala idea...
Pero lejos de estar dormido, Snape le estaba lanzando una mirada furibunda, de pie al lado de la ventana, contrastando claramente con los colores claros de las paredes del cuarto.
"¿Aún sigue aquí?"
Haciendo caso omiso, Hermione comenzó nerviosamente con el discurso que había preparado.
"Profesor Snape, quería darle las gracias..."
Pero Snape la interrumpió.
"Se me ocurre una forma sencilla de hacerlo" dijo, mirando inequívocamente hacia la puerta.
Al principio, Hermione pensó que no le estaba entendiendo, o que debía ser una broma. Luego decidió que no tenía que tenérselo en cuenta; acababa de despertarse del coma, y después de todo lo que había hecho por ella...
"Cierre la puerta al salir"
Todos sus buenos propósitos se evaporaron en un instante. Estaba tan enfadada que le era difícil articular las palabras.
"¿Cómo? Pro... profesor Snape, estos dos meses no he hecho otra cosa que... investigar, y trabajar para usted, todos nos hemos desvivido por usted" el movimiento de sus cejas dejó patente que Snape consideraba esta última afirmación altamente improbable. "¿Cómo puede ser tan injusto, tan...?"
"Siga, señorita Granger, siga. ¿Insufrible, era eso lo que iba a decir?" dijo, afablemente. Aunque el tono helado de su voz no dejaba lugar a dudas, y sus ojos centelleaban peligrosamente.
Hermione tuvo el buen sentido de callarse.
"Sin duda es un honor haber vivido para ver el día en que Hermione Granger se queda sin palabras" dijo, riendo sardónicamente.
No fue el hecho de que Snape supiese reír lo que la desconcertó; pero era la primera vez que un profesor se reía de ella, y más después de todo. No había esperado un agradecimiento cálido, pero tampoco algo así.
"Profesor Snape" dijo secamente, intentando estar a la altura de las circunstancias. "Sé que hemos tenido nuestras diferencias. Pero quiero decirle que estoy profundamente agradecida por todo lo que ha hecho por mí." Se esforzó por no sonar agradecida.
"¿Nuestras diferencias, señorita Granger? ¿Nuestras diferencias?" Involuntariamente Hermione dio un paso atrás. "¿Tal vez se refiere a la ocasión en que usted y sus... amigos me dejaron inconsciente a merced de un licántropo y un asesino? ¿O en la que sustrajo ingredientes peligrosos de mi armario privado? Oh, sí, sé que fue usted. Y definitivamente puede ahorrarse su gratitud. Si hubiese habido la más mínima posibilidad de verme fuera de este asunto, no dude de que la habría encontrado." Hizo una pequeña pausa, para mirarla con desprecio. "Ahora que ya ha hecho lo que se esperaba de usted y su conciencia está tranquila, puede irse satisfecha."
"¿Qué... qué quiere decir, lo que se esperaba de mí?"
"¿Qué otra cosa se puede esperar de un Gryffindor?" se mofó él "No puede soportar ver a alguien en problemas sin meter la nariz, aunque nadie se lo pida. Ya ha salvado a la víctima, puede volver a casa y dormir en paz consigo misma. Ni el mismísimo Harry Potter podría haberlo hecho mejor."
"Ojalá nunca hubiese hecho ese hechizo, profesor. Siento haberle devuelto una vida que ni siquiera usted puede soportar" dijo en un tono más propio de él.
Abrió los ojos desmesuradamente, mientras se tapaba la boca con la mano. Había algo en Snape que la sacaba de sus casillas, pero después de todo, seguía siendo un profesor.
"Mi vida no es asunto suyo, Granger. Y pese a lo que usted pueda creer, es algo que tengo en gran estima" le sonó tan falso que dudó que alguien pudiera creerlo. "¿Y he de recordarle que de no haber sido por usted, nunca habría estado a punto de perderla?"
Al ver su cara, Snape hizo una mueca de triunfo. Ella no supo si reír histéricamente ante la incongruencia de la situación, o si llorar.
"Estuve a punto de... pero no puedo esperar agradecimiento de alguien capaz de..." murmuró.
"¿Capaz de qué, señorita Granger?" y el tono de burla le hirió de tal forma que habló sin pensar.
"¡CAPAZ DE MATAR A SUS PROPIOS PADRES!"
En un segundo, el profesor se plantó delante, inclinándose peligrosamente ante ella.
"¿Qué ha dicho?" siseó.
"Yo..."
"¿QUÉ HA DICHO?"
Como si el viejo hechizo aún siguiese en pie, Hermione repitió sus palabras, de forma menos vehemente.
El rostro de Snape era de un gris ceniciento. Durante unos segundos, luchó por conservar el equilibrio. Después, le dio la espalda.
"Váyase." Dijo en tono apenas audible. "Váyase. ¡DESAPAREZCA!"
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Oyó como Hermione cerraba la puerta como si se encontrase a un millón de kilómetros de allí. No movió ni un músculo mientras se escuchaba el trajín de la chica en el piso de arriba.
Y finalmente, la casa quedó en silencio. Vacía.
Voilà. Había salido a la luz. Y lo había descubierto Hermione Granger. No había esperado menos de ella.
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Solo algo que decir: Pero ¿cómo voy a matar a Sevvie?
Amsp14: C.laro que sirvió!!! me alegro de que te guste y siento haberte hecho pasar por lo del slash; si que son tal para cual. Ya tenia ganas de ponerme al día con la historia, a ver para cuando tienes un huequito y puedes volver a subir capitulo porque está genial. Tonks nunca me había parecido un personaje espcialmente interesante, pero desde que leí grabado a fuego, la verdad es que he descubierto que da mucho de sí. ¿Menos trágico? Ánimo y suerte. Por cierto el de Mary Ann te quedó fantástico. Gracias por la bienvenida. un beso
Melocoton: Gracias!!! Que bien volver a encontrarte ahí!!! pues Draco si que está muerto, y bien muerto, ya lo siento!!! bueno muchos besos, espero volver a verte la próxima!
DrakeMalfoy: Hola otra vez! gracias por tu review, no sé cómo tienes tiempo. La verdad es que tu historia está genial, espero que ahora cuando entre a ff haya un capítulo nuevo esperando... mantengo los dedos cruzados!!! muchas gracias y un beso!
Nocrala: Deberíamos discutir eso de Snape... creo que no has hablado con él últimamente.. hay un anillo plata con esmeraldas verdes en mi dedo anular... jajaja. Vale, es mentira. Más quisiera. Buaaaaa! Bueno, por lo menos, tengo las reviews... gracias!
Antíope Black: Ya sabía yo que era un poquillo largo, pero después de tanto tiempo sin actualizar, me parecía feo poner uno cortito... y además era un poco complicadillo, pero cuando lo escribes tú, lo entiendes... en fin. Me alegra que te gustase de todas formas, y como ves, tus deseos son ordenes para mí. Aquí está el profesor favorito de Hogwarts.
ArwenWood: sí claro!!! jamás Snape morirá por mi mano, a no ser que engañe a Hermione, pero como eso tb depende de mi mano, pues... en fin, estoy delirando, debe ser la falta de sueño. ES que hay una página web donde la gente escribe fanfics de harry potter, ¿sabes? y está muy interesante...
Miss-Andreina-Snape: No me habían llegado, pero me alegro de verte... bueno, lo malo de pasar cosas al ordenador es que empiezas a retocar y cambiar cosas importantes y al final... por cierto, tu escribes severus puede amar? verdad? está bien, pero ¿qué haces dejandome review? corre y actualiza!!! (y luego sí, déjame un review... por fa...)
marissastack: hola! ya empecé tu historia. aún me quedan unos capítulos porque se me colgó el ordenador a la mitad, y aunque podía leer muy despacio, no podía dejar review y eso me da mucha rabia. Así que a ver, lo acabo ya!!! está muy bien.
cloe: por un momento me asustaste con lo de "mi tesoro" y las amenazas... jajaja. Me alegro de que te gustase muchísimas gracias por el review!!! de verdad!!! Y lo de Draco en los ojos de Harry... ahhhhhhhh!
Sheamoonie: ¿puedo decir que me encanta tu nick? ¿Sí? ¡Vale! Me encanta tu nick!!! Gracias por el review, me subió los colores!!! Espero que lo siguiente no te decepcione.
PD: Malu, lo siento tu nombre siempre lo subo mal, no sé que me pasa con los acentos. Y si hay alguien que entienda algo de magia, espero que no me golpeeis, porque sé que mezclo un montón de cosas de todas las tradiciones (pentagramas, lunas azules etc...) que nadie se ofenda, ok? besos!
