Rating: PG-13
Pareja: Sesshoumaru/Kagome
Argumento: Kagome y Sesshoumaru, tienen una nueva vida en el presente, lejos del Sengoku y los youkais. Pero cuando el presente pone en peligro lo que más aman, tendrán que volver al pasado que quieren olvidar, a buscar respuestas y enfrentar lo que allí quedó inconcluso. Como Inuyasha y Kikyou, y los extraños clanes de los Perros Blancos.
Hagámoslo legal: Inuyasha y todo su universo pertenecen a Naoko Takeuchi. Nada es mío. Solamente el delirio, y algunos personajes originales que aparecerán en algún futuro. No demanden, por favor. No tengo dinero!
Ahora sí, basta de tanta cháchara, y adelante con la historia!
La canción del Perro Blanco
Capítulo 5
Adonde uno pertenece
En donde al fin, ese desastre de autora retoma la historia, divide el tedioso capítulo en partes, y en vez de aclarar, oscurece. Una vergüenza, por cierto. Al menos, sigue estando Sesshoumaru.
La chica de hierro y pluma
Yurika llegó trotando a las escaleras del templo.
Hacía un tiempo maravilloso, así que, para qué tomar el ascensor hasta el tope de la pequeña colina, había dicho a uno de los guardias, guiñándole un ojo.
El guardia no se inmutó, y la acompañó hasta la entrada principal. Yurika rió para sus adentros. Esos guardaespaldas, tan serios...siempre trataba de hacer algo para sacarlos de su mutismo, pero nunca lograba nada. Qué mal. Pero ya lo lograría.
Aunque tenía que darle un punto a su favor al guardia, ya que su presencia era algo...llamativa.
Los últimos peldaños, los tuvo que subir caminando, sus pulmones no aguantaban tanto ejercicio...Dada su profesión, entrenaba todos los días en un gimnasio. Necesitaba, debía tener la estamina necesaria para salir a la carrera, si así aconteciera. Pero estos templos antiguos, gimió para sus adentros Yurika, ni siquiera "Rocky" los podría subir sin perder el aliento. No obstante, como siempre, su corazón se encendió al ver el templo y la casa principal.
Todo era un remanso de paz, un pedacito de Japón detenido en el tiempo. Para ella, que vivía en un angosto departamentito en el ruidoso centro de Tokio, estar allí era un placer. Placer que se doblaba, dado que le pagaban, y estaba con su gente favorita.
Antes de entrar en la casa, se dirigió al medio del patio y se sentó a la sombra del gran árbol para ajustarse los cordones de sus zapatillas.
Yurika miró hacia arriba. Qué árbol más grande, pensó. ¿Cuántos años tendría? Cientos, le había dicho una vez Souta. El Goshinboku, ese era su nombre, era el guardián del templo. Yurika, al oír eso, había estallado en carcajadas. No había creído mucho en esas cosas.
Ahora, pensó contemplando las luces que se filtraban entre las hojas del árbol, todo había cambiado.
Suspiró, y pensó en otra cosa. Le gustaba ese árbol. Guardián místico o no, era tratado como un ser vivo, como alguien de la casa, y eso jamás había fallado en enternecerla. La gente que pasaba, lo saludaba con una pequeña inclinación de cabeza. Los alumnos y místicos se sentaban a conversar a su sombra. Haru-chan moría por subirse a sus altas ramas (ni lo pienses, abejita, le decía Yurika), y últimamente la había visto mover sus bracitos de abajo hacia arriba ante el árbol, como queriendo levantar algo, y dejar comida en sus raíces. Yurika retiraba esa comida cuando Haru-chan no la veía, no fuera a pudrirse allí o fuera a atraer gatos callejeros, con el extrañísimo resultado de una Harumi radiante de felicidad.
Ante esto, Yurika se rascaba la cabeza. Esa conducta debía venir con los cuatro años. Ella no se acordaba de mucho, en realidad. Ser niñera no te dá toda la sabiduría sobre reino infantil.
Volvió sus pensamientos al Goshinboku.
Lo que en realidad la había enamorado del árbol, era haber podido observar una tarde, cuando se iba, a Kagome y Sesshoumaru reunidos bajo su copa.
Ella supo que estaba mal observar, que ellos creían que no estaban siendo vistos, pero no pudo evitarlo. Y no se arrepentía.
Los vió abrazados, conversando, mirándose, oh, cómo se miraban...¡y Sesshoumaru!
Parecía otra persona. Sonreía, le brillaban los ojos, y con su nariz jugaba con la de Kagome, mientras decía algo que la hizo sonreír. Si Sesshoumaru parecía animado, ella en cambio parecía serena. Llena de felicidad, pero con una tranquilidad y relajación que la movediza joven rara vez exhibía.
Los dos...era como si se complementaran. Como si fuesen otra vez un ser entero. Algún filósofo había dicho algo sobre eso, pero verlo, y creerlo, era algo completamente distinto.
Guardó esa imagen en su corazón, pensando que el amor, de tener figura, se vería así.
-¡Yurika!- una vocecita la sacó de sus ensoñaciones, y la trajo a la realidad, en donde una Harumi vestida de rojo corría hacía ella. Yurika sonrió y tomándola en sus brazos, la hizo girar en el aire, haciendo gritar de alegría a la niña.
-Buen día, Yu- escuchó decir a una voz risueña. Era Kagome, quién había venido detrás de Harumi.
-Buenos días, Kagome- le respondió, poniendo en el suelo a la riente Harumi- Te ves espectacular. ¿Te llamaron los de arriba?- preguntó, viéndola vestida de traje, peinada y maquillada a la perfección. Kagome dividía el trabajo entre su casa y la División Paranormal, pero siempre se vestía con sencillez. Cuando se vestía así, era que tenía que entrevistarse con los "Jefes'.
Kagome frunció el ceño y comenzó a masticarse el lápiz labial de su boca. Mala señal, pensó Yurika. Kagome una vez le había contado que tenía poquísimo maquillaje, pero caro, dada su mala costumbre de comerse el labial y rascarse los ojos corriendo así sombra, rimel y delineador por igual. –¡Si es caro, pensaré hasta cuatro veces antes de masacrar mi cara!-, le confió un día. Al parecer le funcionaba su pequeño truco, pero hoy, no solo se estaba mordiendo los labios, sino sacándose pequeñas tiras de piel.
-Vienen aquí, a casa, Yu- contestó. Se dio cuenta de que Harumi seguía allí, así que dijo a su hija- ¿Ha-chan, porqué no traes a Tofu y a Alfa y a Kuro?- evidentemente, quería decirle algo, y no quería que Harumi estuviese presente.
Harumi no necesitaba mayor motivación, y los fue a buscar, a la carrera.
Cuando la pequeña entró en la casa, Kagome dijo rápidamente, con una desacostumbrada voz grave y seria - Llévala a la casa vieja. Quédense allí hasta que yo las llame, por favor, y no dejes que Harumi venga aquí.
Yurika asintió, adivinando cuál sería el tema que vendrían a tratar aquellos señores.
-De acuerdo. Quédate tranquila, Kagome. Ha-chan estará hoy distraidísima, con lo del recital-aseguró, tratando de calmar a la joven.
Kagome miró a Yurika fijamente, apenas frunciendo el ceño. Yurika se preguntó qué pasaría...la demás gente la miraba así, pero no Kagome. Es que Yurika no se vestía y comportaba como una "tradicional y buena chica japonesa" debería. Su corto cabello estaba teñido de un rojo furioso, y se vestía con diseños de su invención. Una pluma colgaba a un costado de su llamativa cabellera, a la manera de los aborígenes norteamericanos, un adorno al que Yurika daba mucha importancia. Era llamativa, algo agresiva, pero bueno ¿qué esperas de alguien que tuvo que valerse por sí misma la mayor parte de su vida? No era alguien suave, a pesar de sus delicadas facciones y e inmaculada piel traslúcida, era una chica dura con todas las letras. Y cuando pudo salirse de la vida que llevaba, Yurika se había acostumbrado a comportarse y verse como quería, lo que le traía muchos problemas...
Había luchado mucho para ser ella misma. Vivía enfrentando reprobadoras miradas de reojo. No ser "kawaii", adorable, era el peor pecado para una mujer en Japón.
Así que.
-¿Pasa algo, Kagome?-preguntó ceñudamente. Aunque con su voz no tan amenazadora, por deferencia a Kagome. Chica dura una vez, chica dura toda la vida.
Kagome agrandó su sonrisa, como intuyendo la incomodidad de Yurika-De hecho, sí, Yu. Veo que bajo tu saco escondes las armas, pero...¿y la yukata?- terminó inquisitivamente, levantando las cejas con intención.
Yurika gritó- ¡Triple mierda!-¡LA YUKATA! Yurika quiso morirse dos veces de la vergüenza. Una, por la yukata del recital de Haru-chan, puesta bajo su cuidado, y olvidada durante el chequeo abajo, y dos, por haber dudado de una de las pocas personas que estimaba.
-¡No te preocupes, Kagome¡¡Subo en un flash...!-comenzó a decir, dándose vuelta bruscamente, y chocando contra el sólido pecho de uno de los guardaespaldas de la entrada. La mole traía colgando en su funda de viaje, a la sacrosanta yukata.
El hombre de seguridad ni se inmutó. Tendiendo la yukata, dijo: -Se olvidaron esto abajo.
Kagome sonrió, inclinándose con gracia, mientras Yurika, ya recuperada, se arrojaba sobre la bendita prenda.-Muchas gracias, Manabe-san. Espero que su espalda esté mejorando.Avíseme cuando quiera la siguiente sesión.
Ante los ojos de Yurika, pasó lo imposible. El guardaespaldas se convirtió en humano. Balbuceando, respondió:-¡Oh, sí, gracias! ¡Sabe, fue como un milagro!¡Me siento de maravillas! ¡Después de su tratamiento, fue como si nunca hubiese tenido hernia de disco, Higurashi-sama!-dijo con sincera admiración. Yurika, chasqueando la lengua, pensó que de haber podido, ese hombre se hubiera arrodillado ante Kagome. Después de curar a alguien, solía tener ese efecto.
El hombre se inclinó una vez más, y se retiró. Y antes de que Yurika pudiera hacer un ácido comentario, Harumi apareció rodeada de sus mascotas, con el gordo gato Tofu entre sus brazos. Pero algo extraño sucedió, ya se inclinó hacia delante sosteniendo al desconcertado Tofu contra su estómago.
Kagome con un rápido gesto tranquilizó a Yurika.
-No te preocupes, demasiadas ciruelas es lo que le sucede. Ahora lo arreglo.- arrodillándose ante Harumi, puso una mano en el estómago de su hija, y la otra en la espalda, a la misma altura. Harumi se quedó quietecita. Sabía que esperar.
Lo mismo que Yurika. No había una sola vez que dejara de admirarse mirando a Kagome aplicar reiki. La miraba fascinada, tratando de buscar algún tipo de magia o truco en las manos de la joven. Nunca encontraba nada. Era la misma Kagome de siempre, posando sus manos en el cuerpo de una persona. La misma Kagome de siempre, reconocida como una de las más grandes sanadoras de todo Japón.
En teoría, lo que hacía era simple. El reiki es una técnica basada en la imposición de las manos sobre los siete chakras o principales puntos energéticos del cuerpo. O en el caso de alguna dolencia específica, en el lugar afectado. La energía proyectada, así decía Kagome, podía sanar las dolencias, tanto físicas como espirituales.
Todo muy lindo, se había reído al principio Yurika, hasta que lo experimentó.
Inconscientemente, Yurika se tocó el pecho. Vaya que si lo había experimentado.
Esa calidez...
Todos podían ser canales de reiki, decía Kagome, pero en eso, Kagome era única. La mezcla entre el auténtico poder que poseía, y la técnica de sanación, le habían dado tanto prestigio que hasta el gobierno se había interesado por sus servicios.
-¿Te sientes mejor, Ha-chan?- preguntó tiernamente a su hijita.
Harumi no dijo nada, pero con una enorme sonrisa movió enfáticamente su cabeza de arriba abajo. Kagome le dio un fuerte beso, y la empujó suavemente hacia Yurika.
-Tiene que aprender- le dijo.- Sabe que no tiene que comer fruta caliente, pero tiene a Sesshoumaru bailando en su mano. Podría haberla curado antes, pero una visita al baño como escarmiento nunca mató a nadie.-terminó alegremente, guiñándole un ojo.
Yurika, al ver a Harumi recuperada, se les acercó para llevársela. Estaba preocupada por lo que dirían en esa visita, pero para no alarmar más a Kagome, dijo en tono ligero:
-Bien, Kagome, me llevo a Haru-chan, para darle unos consejos, ya sabes, ahora que va a tocar, que eso de sexo, drogas y rock and roll, no se le suba a la cabeza ¿verdad, Haru?- la niña asintió ,convencidísima.
Muerta de risa, Kagome se dobló al medio. ¡Las cosas que decía, esta Yurika! Mientras Se-chan no la oyese decir la palabra tabú con "S", podía reírse a gusto.
Yurika, al pasar a su lado para buscar a Harumi, la tomó del brazo, y le dijo muy seria- En serio, acuérdate con quién está Harumi. No dejaré que le pase nada.- Yurika palpó un costado de su saco de verano. Ambas sabían lo que había allí.
Y ambas sabían lo peligrosa que Yurika podía llegar a ser, con armas o sin ellas.
Como decía Sesshoumaru, quien , necesario es aclararlo, no tragaba mucho a la pelirroja, "tiene más veneno en la punta de su lengua que una manada de youkais serpientes, pero es eficaz". También podía oírsele murmurar, como cuando la pelirroja ponzoñosamente le preguntaba con qué se decoloraba el pelo, "...no la mato por Harumi...".
Yurika. La niñera de Harumi, que la amaba tiernamente...
Estudiante de maestra...
Ex delincuente juvenil.
Experta en varios tipos de armas y lucha cuerpo a cuerpo.
Su guardaespaldas.
Guiñándole un ojo, Yurika se retiró con Harumi. Kagome dio un respingo. No por primera vez, tuvo la impresión de que sus ojos tenían un tinte rojizo. Descartó el pensamiento, poniendo los ojos en blanco. ¡Claro que lo tenían! Yu-chan no tenía el tradicional color marrón oscuro típicamente japonés, sus ojos eran más bien marrón caoba. Y con una luz dirigida directamente hacia ellos, como ahora con tanto sol, era natural que parecieran...rojos. ¿Cierto?
Con Yurika, se podían temer muchas cosas. Pero ella misma, un día ya lejano, mojada por la lluvia en la puerta de la casa, le había dicho que podían tener la seguridad de que ella preferiría matarse antes de permitir de que le sucediese algo a Harumi o a ellos. Y ella supo, de alguna manera, que podía confiar en ella.
Porque había encontrado algo muy preciado allí, había dicho Yurika, en esa colina del templo, y paró de hablar.
Nunca dijo qué era, pero la mirada de sus ojos rojizos expresaba asombro, ternura, desesperación, y amor.
Kagome recordó que la había abrazado y la había echo entrar en la calidez de su cocina. Sesshoumaru gruñó algo sobre la gente que deja el parqué empapado de agua, y Harumi le ofreció un dibujito de reciente creación. Yurika contestó irónicamente algo a Sesshoumaru, y sonrió a Harumi. Recordaba también, que luego se sentaron todos juntos en la cocina a tomar té, incluido un incomodísimo y recién llegado Souta, alcanzando tímidamente una toalla a su terrible ex novia.
Sonrió un segundo Kagome, para luego reemplazar su sonrisa por dientes, otra vez mordisqueando su boca, mientras se dirigía hacia el interior de la casa y a lo que la esperaba allí. Su mente ya estaba en otra parte, en el trabajo, en los problemas, en lo que le dirían...pero su mente siguió trabajando por su cuenta, como tratando de distraerse.
Yurika nunca dijo qué era eso tan preciado que había en el templo.
Pero Kagome, cada vez que la miraba sentarse satisfecha bajo el Goshinbuku, no podía dejar de presentir una respuesta.
Pertenencia.
-Como si el viento hubiese al fin encontrado su casa.
Asuntos de Trabajo
Sesshoumaru y Kagome entraron en la sala de meditación que tenía Sesshoumaru, una calmada e iluminada habitación a un costado de la casa. En su interior, vieron a sus dos visitantes. Un anciano, y un hombre aún joven vestido con el mismo traje negro de los guardaespaldas.
-Discúlpanos, Higurashi-san, –dijo el anciano con voz cascada, inclinando su frente hasta el piso- Nishino-san, - dijo esta vez a Sesshoumaru.
-Yashida-sama -saludó Kagome, inclinándose respetuosamente. Luego se dirigió al otro hombre.
-Sonoda- san.
-Higurashi-san. Nishino-san.-respondió el hombre.
Mientras Kagome estaba específicamente en la parte de detección de amenazas, y como efectuar escudos espirituales y desactivarlos, Sesshoumaru se hallaba en la parte más específica de defensa. Se usaban sus servicios cuando ya no había otra opción. Espíritus molestos, gente con poder mágico fuera de control, casas con viejos recuerdos asustando a sus habitantes, era de lo que solían ocuparse. Y parecía que en el último año, lo habían estado llamando más seguido que nunca.
Sesshoumaru no tenía el poder mágico que poseyera tiempo atrás en el Sengoku, pero continuó entrenando lo que le quedaba. Fue como aprender a respirar de nuevo ,en su opinión, porque tuvo que aprender como usar su energía de una manera diferente.
Y Yashida-sama, allí presente, lo había ayudado muchísimo. A los dos.
-Por favor, Yashida-sama, no tienes que disculparte por nada,- dijo Kagome con voz entre avergonzada y alarmada, al ver como Yashida-sama se inclinaba. Sus anteriores molestias por esta visita se esfumaron ante el anciano, hacia quien solo podía sentir el más profundo cariño.
-Sí, tienen que disculparnos. Este era su merecido día libre, con el recital de koto de la pequeña Harumi, y aquí estamos nosotros, importunándolos.
El anciano se interrumpió, mientras Kagome escanciaba té. Antes de que viniesen, había dejado todo preparado. Esperó a que tomaran un par de sorbos. Luego, el anciano se dispuso a hablar.
-Kagome-chan,- dijo afectuosamente el anciano, dejando de lado todas las formalidades. –Sesshoumaru- sama. Lamento no traerles las más alegres de las noticias.
Kagome y Sesshoumaru se pusieron alertas.
-¿Qué sucede?-preguntaron, alarmados.
Yashida suspiró.-Hubo otro ataque en un perímetro completamente diferente a los dos de la última semana. Nada demasiado grave. Voló el jardín de una residencia, se les explicó a los dueños que fue una fuga de gas. Eso, y la indemnización, los mantendrá callados.
-¿El mismo tipo de energía?-preguntó Sesshoumaru.
-El mismo. Y todavía seguimos sin identificarla. Por eso mismo, es la razón de nuestra visita...-Yashida se interrumpió, luciendo algo preocupado.
-Quiere decir, que tendrán que cuidarse todavía más, al menos hasta que encontremos la fuente de esa energía. Yo que ustedes, por unas semanas, no dejaría que su hija saliera del templo.- Se tiró a la pileta Sonoda, librando a su jefe de dar la mala noticia.
Sonoda era el guardaespaldas personal de Yashida-sama. Como todo el personal de la División, debía tener alguna capacidad paranormal. Sonoda era ser capaz de reconocer energías amenazadoras, lo cual unido a su entrenamiento de policía, lo hacía sumamente adecuado para ser el guardaespaldas de Yashida-sama, cosa que lo enorgullecía. Por lo demás, Sonoda era un hombre alto y fornido, de acento okinawense, y ojos con un cierto dejo rojizo, como los de Yurika, quizás un poco más claros. Era atractivo, a la ruda manera de los chicos malos, y conocía el secreto de Sesshoumaru. Kagome lo estimaba, pero ay, sus modales...lo que ganaba en eficiencia, lo perdía en tacto. Preguntaba lo primero que se le venía a la cabeza, sin consideración a la otra persona, y asimismo voceaba sus propias opiniones sin ningún tapujo. Debía ser algo de Okinawa.
Su mente volvió a la noticia que le había dado, y Kagome se sintió mal. Harumi había estado más que feliz cuando había comenzado a ir al jardín de infantes.
La mañana, con su sol, ciruelas y yukatas, parecía irremediablemente lejana.
Perdida.
-Yu-chan- preguntó una vocecita a Yurika.
-¿Qué quieres, abejita?- respondió algo distraída la chica. Estaba acomodando la yukata en un perchero, y acomodar una yukata hecha a medida no es algo que se deba tomar a la ligera.
Harumi se quedó en silencio, pintarrajeando algo en su cuadernito. Ese algo tenía un sospechoso aspecto al kanji "perro", pero aunque le hubiese prestado atención, Yurika no lo habría diferenciado de una despatarrada colección de palitos. El arte de Harumi siempre la dejaba dudosa.
-¿Haru-chan?
Harumi abrió la boca para pedirle ayuda con el kanji. No estaba asistiendo al jardín de infantes, y cuando regresara, no quería quedar retrasada de sus compañeritos. Era algo que la preocupaba bastante.
Pero lo pensó bien. Había visto la cara dolorida que todos ponían cuando al principio se le ocurría preguntar algo del jardín, y había optado por callarse.
-Nada- respondió, y volvió a sus dibujos.
De peligros, de youkais y de no youkais
En otra parte del templo, ya no había tranquilidad.
-¡Hicimos lo que dijeron! Sacamos a Harumi del Jardín de infantes, tenemos seguridad hasta en el trasero, y aún así, es insuficiente!- estalló Kagome. Luego, viendo el compungido rostro de Yashida-sama, se avergonzó de sí misma. Yashida-sama también amaba a Harumi. Así que bajo el tono de su voz.
El tema en cuestión había surgido hacía unos meses, ante la creciente insistencia de que gente especializada analizase a Harumi. Antes habían contactado a Sesshoumaru y Kagome, para lo mismo. Sesshoumaru, por obvias razones, siempre se había negado, y Kagome sentía terror a todo lo relacionado con un laboratorio. No obstante hubiese colaborado, sino fuera porque temía que encontrasen alguna traza de Sesshoumaru en ella, delatándolo. Podían verla realizar curaciones y preguntarle de todo, había dicho, pero no, nada de laboratorios. Esto calmó a los científicos, quienes no la molestaron más, dejando abierta la invitación para un futuro análisis más exhaustivo.
Salvo por un grupo, quien no solo demostró ser más insistente que los demás, sino que además se interesaba en Harumi. Mucho.
-Harumi no tiene contacto con otros niños.¡Estaba tan feliz en ese jardín de infantes!-dijo amargamente, recordando como su solemne y callada nenita había pedido ella sola que la enviasen al jardín, y la impaciencia con que tiraba de su mano cada mañana para no llegar tarde.
Sólo la amenaza a la vida y seguridad de su Harumi pudieron hacer que Kagome la sacara de allí. Le desgarraba el corazón. –Gracias al cielo que Yurika está con ella y además le enseña cosas, sino, Harumi seguiría muy triste.
Yashida sabía todo esto. También sabía que cuando Kagome le había dado la noticia, Harumi no había dicho nada. No era su estilo. Muy Sesshoumaru, si le preguntaban su opinión.
Pero él sí había notado el aire algo perdido que tenía la niñita desde entonces. Y durante un paseo, como Harumi daba vuelta la carita para no ver a los niñitos que iban al colegio.
Era el tesoro de Kagome y Sesshoumaru, pero a veces los padres, quizás por algún inconsciente instinto de autoprotección, sin importar qué tan psíquicos o youkais fuesen, no ven ciertas cosas. Y demasiado ya tenían con lo de esos espías...
-Kagome-chan, sabes que no hacemos esto por gusto. En estos tiempos, tenemos que extremar la vigilancia, no dejar que sospechen de Sesshoumaru-sama- dijo con sentimiento.-Ya sabes lo que pasa. Vimos gente que la observaba, ustedes también los vieron. Por el nivel de insistencia, no creo que simplemente quieran investigar a una niñita hija de psíquicos. Y sumado a la aparición de estos nuevos niveles de energía y problemas, sería letal si pensaran que es una...- aquí Yashida cerró la boca.
Kagome perdió un poco más de su ya menguado control, y Sesshoumaru no hizo nada para detenerla. Su boca era una fina línea, y en sus ojos las pupilas comenzaban a sesgarse, como las de un depredador -¡Es que Harumi no es youkai ¡Es completamente humana¡¡Ni siquiera es hanyou!- sabía que tenía que bajar el tono de voz, pero ya estaba más que harta de repetir eso.
-Lo sé Kagome, -la tranquilizó.- Pero esto empezó por otra cosa. Lo de Haru-chan, ya lo sabes. Con sólo ser hija tuya, ya llama la atención. Pero también está Sesshoumaru-sama ¡es hija de dos seres con enormes poderes psíquicos y espirituales!¡Ustedes están entre los más grandes de Japón! Haru-chan les llamó la atención por eso. Saber si tiene un sexto sentido, si éste es hereditario, si éste la hace más o menos inteligente...la ven como un sujeto de estudio único, para ver si tendría los mismos poderes de ustedes.
-Harumi es normal, algo adelantada, pero una gran parte de los niños los son.-dijo muy seria Kagome- están en las estadísticas...y en el plano espiritual, no me haga hablar de los Niños Índigo y esas cosas, que tengo montones de estadísticas también.- Kagome cerró los ojos, para calmarse. Yashida-sama no se merecía esto. Una vez ya más calmada, y sonriendo débilmente al anciano, como disculpándose, continuó:
-Harumi es precoz, solo eso...y aquí en Japón esperamos que sean inteligentes. No es nada fuera de lo común. Es inteligente, nada más.- Quiso decir esto con un tono firme, pero ella fue la primera sorprendida al escuchar el tono suplicante de su voz.
Sesshoumaru seguía siendo una perfecta estatua. Pero a su alrededor se empezaba a sentir algo, algo que hacía que los cabellos de la nuca de Sonoda se pararan, espantándolo.
-También recuerdo que quería tratar ese asunto a mí manera,- indicó el youkai con voz profunda. No había que ser un genio para intuir de qué se trataba la "manera" de la que hablaba Sesshoumaru.- Y usted me frenó. Lo respeto, por eso lo hice. Pero se vuelve a repetir,y yo liquido a los que molesten a mi hija.
Sonoda pensó que la cosa se iba a poner fea. Intuyó el aura agresiva que despedía el youkai en todo su cuerpo. Y como apreciaba tanto a Yashida-sama, se apresuró a responder por él:
-Sesshoumaru-sama, con el debido respeto, si mata a alguno de ellos, les dará razones para sospechar de usted. Lo vigilarán el triple, y no queremos que lo descubran.- Sonoda dijo esto aún temiendo por su vida. Nunca había visto a un youkai enfurecido, y esperaba no verlo a estas alturas de su vida.
Sesshoumaru le dirigió una gélida mirada, pero al menos no lo mató, espléndida señal. Así alentado, Sonoda continuó:
-Saben que antes de lo de Harumi, ustedes ya estaban siendo observados. Por un asunto o por otro, ustedes son celebridades en el mundo espiritual. Higurashi sama con sus curaciones está atrayendo cada vez a más gente, y Sesshoumaru-san, con el debido respeto, sigue teniendo problemas con las casas que lo quieren contratar como modelo...
Se escuchó un gruñido, pero no venía de Sesshoumaru-san, sino del pecho de Higurashi-san. Sonoda pensó que no convenía continuar donde lo había interrumpido dicho gruñido. La muerte no vendría por el lado de Sesshoumaru-san, ciertamente, si decía "...y todas esas escolares y mujeres que le toman fotos..."
-El tema es, que hasta ahora se ha podido controlar la afluencia de los medios, pero no sabemos por cuanto tiempo más. Ustedes dos son muy interesantes- dijo Sonoda,- y dentro de todo sabemos quienes los vigilan. Pero que vigilen a Harumi, y tanto, eso sí que no tiene lógica.
Yashida habló, entonces, luego de haber estado concentrado en su taza de té. –No sabemos si todo esto se relaciona con los ataques que investigamos, pero mientras tanto, preferiría que Harumi esté aquí, resguardada, por un tiempo. Y luego, Kagome, ya tranquilos, nos ocuparemos de que Haru-chan vuelva al jardín de infantes,¿verdad?
Kagome sonrió débilmente.
Sonoda les extendió unos sobres.
-Les trajimos las fotos para que las estudien. Dejaron el jardín de esa mansión a la miseria. Todos los árboles quedaron en pie, pero no tenemos idea de que significan las marcas...
Sesshoumaru dio un respingo.
-¿Qué marcas?-demandó.
-Oh, cierto, no ha visto las fotos, espere.- Sonoda abrió el sobre y buscó entre el montón. –Aquí. En estas se ve claro.
Sesshoumaru pasó las fotos una y otra vez, para luego dejarlas ordenadas en el piso, totalmente concentrado.
Mientras tanto, Sonoda relataba:
-Como le dije, el jardín quedó destrozado, salvo los árboles, que tienen esas marcas extrañas. En la central están estudiando las fotos y las muestras, para ver qué o quien las causó...-Sonoda se detuvo al ver una tremenda desolación en el rostro de Sesshoumaru. Sabía que el mononoke era alguien muy antiguo, pero por primera vez, vió los años reflejados en el pétreo rostro.
Yashida lo miraba muy, muy serio. ¿Qué habría visto el anciano, con su poder de reconocer auras?
-Dígales que no investiguen más. No hace falta.-dijo con voz inexpresiva el youkai. Derrotada.
Todos lo miraron alarmados. Yashida dijo:
-¿Qué sucede, Sesshoumaru-sama?
Sesshoumaru parecía estar en otro lado. Inmóvil, comenzó a hablar automáticamente, de un golpe.
-Usted siempre quiso saber más cosas de Inuyasha. De los youkais. Sabe más por Kagome que por mí. Le agradezco no haberme obligado a hablar.
Ahora sí que todos estaban impresionados. No se esperaban esa.
-Harumi es hija mía, pero le puedo decir que no huele como youkai. Sí como hija, pero no como youkai. Es raro que yo pueda sentir esa diferencia, creo. Quizás su espíritu es de algún antiguo youkai, y por eso se comporta como lo hace. Quizás mi familia envió a uno de los nuestros para que yo no fuese el único –aquí Yashida pudo ver como el aura de Kagome se llenaba de oscuras manchas de dolor. -Pero lo que creo, es que Harumi es ella misma. Todos los hijos tienen algo de los padres, y mi hija no es la excepción. Es humana, de su madre tiene la apariencia y muchas otras cosas buenas.
-Y de mí...
Se quedaban mirando la luna, extasiados, sin decir palabra alguna.
-...de mí... a pesar de que es humana, lo que tiene del clan no lo descubrirán en ningún laboratorio. Porque tiene parte de mi espíritu, con cosas que ni siquiera son de mi antiguo clan, sino características solo mías.
-Antes papá solía caminar mucho, siguiendo la luna.- confió a la niña.
Harumi lo miró con atención.
-Caminaba y caminaba, y a mi famil...a mucha gente, no le gustaba. Pero lo hacía.-acarició el corto pelo de la niña, y dijo más para él mismo que para ella- Era la única manera de proteger la tierra. Y caminar me ayudaba a pensar.
Harumi evidentemente también utilizaba a la luna para meditar, pues volvió la vista hacia ella escarbando su nariz. Al parecer tuvo suerte, y encontró algo, pero Sesshoumaru fue más rápido, y antes de que se llevara el dedo a la boca, refregó la airada manecita contra los pastos más cercanos.
-Un día caminaremos los dos, y llevaremos también a mamá. –Esa mujer ,pensó, con la buena vida que llevaba ahora, había perdido el entrenamiento de sus días del Sengoku. Unos cincuenta kilómetros a pie, para empezar, no le harían nada.
-Ha-chan gustarle.
-Sí.
-Sí. Se me parece bastante. Pero no es hanyou. En lo absoluto. Aunque comprendería que otros pensaran que sí.- Dijo hablando con dificultad, como si le costase respirar. Como le sucedía cada vez que imaginaba que no podía oír las respiraciones nocturnas de su hija.
Pero aún así siguió hablando.
-No conté esto solo por hablar. Lo conté por un motivo muy específico. Y tendré que contar más. Contar toda la historia. Hablar sobre Inuyasha, el Sengoku, los clanes...mi familia.-aquí cerró los ojos.- No quería hacerlo, en esta vida. Pero esto ya va más allá de Harumi.
El rostro de Sesshoumaru parecía un dique a punto de romperse con un incontenible río de angustia.
-Creo que yo he despertado a esas fuerzas.
Kagome se inclinó hacia él, al escuchar el tono levemente angustiado.
Y ahora sí que Kagome estaba alarmada. Sesshoumaru no demostraba su habitual autocontrol. La preocupación por su hija la llenó, pero al mismo tiempo miró otra vez la foto más cerca de ella, el detalle de unas marcas en un árbol. Por una extraña relación, le recordaron a las marcas que Sesshoumaru había dejado en un árbol, en ese ya lejano día de San Valentín cuando se amaron en el parque. A las marcas que aparecían desvaídas en su cuerpo, recuerdo de cuando pelearon. Y a las marcas parecidas a los tatuajes que ambos llevaban, por una costumbre tan pretérita, tan...
YOUKAI.
Se quedó helada.
Sesshoumaru siguió hablando, como si estuviese solo:-Tuve el presentimiento de que no sería buena idea estar aquí. Yo no debería estar aquí. Yo no tendría que estar protegiendo a esta ciudad.
Sonoda pensó que eran demasiados YO en una frase, pero ni se le ocurrió corregirlo. Algo importante estaba pasando, estaba por pasar. Lo presentía.
-Discúlpeme, pero no entiendo...- empezó a modular Sonoda.
-Porque es obvio. No es mi territorio.
-Sigo si entender...
-Soy el Señor de las Tierras del Oeste.
Despacio, la chispa de una idea comenzó a prenderse en la cabeza de Sonoda. Era leve, pero las implicaciones de lo que significaría eran tan grandes, que instantáneamente se negó a sopesar la idea. Era demasiado. Sería demasiado grande el problema en que se meterían. Pero a pesar de su insaciable naturaleza curiosa, sabía que Sesshoumaru lo diría después de todo, y ya nada sería lo mismo.
Sesshoumaru sumergió un dedo en su cuenco de té, provocando ondas en la verde superficie.
Al principio, hubo expectación mientras dibujaba con seguros y elegantes trazos el primer kanji.
Antes de que comenzara a trazar el segundo kanji, un sentimiento de desolación cayó sobre la habitación.
Por esos kanjis.
Porque el primero era Higashi.
Porque el segundo era Kei.
Pero porque juntos eran...
Tokyo. Capital del Este.
No. Ya nada sería lo mismo.
Fin parte 5a
Gente: este capítulo me costó tanto, porque es "bastante técnico", por así decirlo. Es el nexo para comenzar toda la acción, y algunas cosas, lo quiera o no, las tenía que explicar ahora. Más que placer, fue un parto escribirlo, pero al fin¡está!
Antes de que digan algo, ya escribí los cuatro capítulos siguientes, 100 páginas que tengo que ordenar.
Paso a agradecer a la gente que pasó por aquí:
Hanna chan se quedó con dudas por lo Rin (quédate tranquila, que todo se irá develando!), y le gusta Harumi. Gracias!
A Mariel le gustó la parte de Rin, y gracias por pensar que no caí en las garras de la cursilería! (aunque con tiempo...).
Hitoki chan se sintió dividida entre sufrir por Rin, y babear por Sessh en versión paternal. A mí me pasó lo mismo, es difícil ser imparcial con Sessh en versión "tierna". ( y no tierna también)
Legna cuando mandó su review estaba enloquecida estudiando. A estas alturas, ya debe haber conseguido un master. Realmente, tengo que apurarme a subir los capítulos!
SBMAngie se merece una estatua por ser una reviewer de aquellas. Envió un precioso review kilométrico, llorando por Rin y Jaken, y luego, por esas cosas de la vida, terminó derretida hablando de Draco y Snape...cosa que me emocionó mucho, dado que en mis reviews termino en la misma!
Yokoshindo estuvo feliz de encontrar más material sobre Sessh. Sessh siempre es bienvenido.
Daniela casi lloró con Rin y Jaken, y prometió propaganda. (abachos)
Makimachi Misao esperó por 5 meses una actualización. Soy un gusano, peor, un piojo de gusano! (Y de paso...donde están tus fics!)
Daina-chan me obsequió con un review preciosísimo, y con una canción que la hacía pensar en Sessh y Kagome :Longing Togideta Melody, de X-Japan. En el momento correcto, es casi seguro que aparecerá esa canción.
Runnerun escribió amenazada por la Rusa, quien la sacó de las cohortes slasheras para hacer bulto por aquí.
Jazmín pensó que mi historia es bella, y lo escribió. Confieso casi haber ronroneado, y definitivamente, haber visto todo rosado.
Missau04, se unió al pedido del capi 5. Y ahora tengo el placer, de pedirte a vos que actualices! (van dos bechos)
Picasso, sesskag4ever, Akari-hayami y dannitha, también querían que postee el capítulo 5. Sus ánimos y pedidos de actualización, fueron como una picanita eléctrica en mi costado, pero una buena, que definitivamente, me hicieron patear el bloqueo.
The shadow´s queen me ha amenazado, con risa siniestra y todo, y de paso, hubo amenazas para otras actualizaciones de fics de otras señoritas...cosa que entiendo, ya que si una contrata la yakuza, con lo cara que cuesta, lo menos que puede hacer es mandarla a cumplir todos los encargos pendientes!
He sido acusada por Keyg de sacrilegio, por abandonar la historia. Gracias Keyg!
Shiratori y La Rusa: mi dúo dinámico, me han insultado en todas las maneras posibles. Me salvé de la muerte ofrendándoles slashes de Harry Potter y mi primer recién nacido.
¡Besotes a toda/os! (envía amor). Igualmente, acá tengo que nombrar a otras dos personas: a Yoli, quien gracias a las toneladas de apoyo que envió, hizo que salga más pronto el capítulo. Y yo una rata, pago tanto apoyo olvidándome de mandarle los capítulos...me muero de vergüenza. (se desespera)
Y a Elen , que es un tesoro, y me sugirió que dividiese el capítulo en varias partes...(llena a Elen de abrazos). Por eso aquí está la primer parte.
Encuestita: Para las escenas "románticas" ¿Quieren que, como decimos por aquí, tire toda la carne al asador, (guh!) y suba el rating, o que siga así, que no necesito ser tan explícita? Me interesa muchísimo saberlo...aunque debo decir que en el PG-13 ( o la letra que fuese), en esta historia estoy cómoda. Pero para otras...(se soba las manitas)
Hasta lueguito, que esto ya es el Antiguo Testamento.
