Capítulo 3: Tentaciones

Ginny entró en la habitación. Muy a su pesar la encontró acogedora. El verde nunca le había disgustado... solo que en Hogwarts jamás había podido demostrarlo por ser una Griffyndor. Una puntada de dolor mezclada con melancolía la hizo temblar. El solo pensar que todo lo que había soñado para su futuro se había derrumbado junto con su antigua escuela la destrozaba por dentro.

-Siéntete como en casa... – Le dijo Voldemort mirándola fijamente. Ella despertó de su ensueño y recordó que estaba en el recinto del Gran Lord Voldemort esperando a que allí se decidiera su destino.

-No puedo hacerlo. Esta no es mi casa. Y jamás lo será. – Le dijo pausadamente pero con la frente bien alta.

-Veo que eres fuerte. Siempre lo has sido... – Le dijo con un destello de luz en sus ojos rojos. Ginny se echó para atrás sin pensarlo. Él sonrió.

-¿Acaso me tienes miedo? –

-¿Debería tenerlo? –

-Considerando que soy el dueño de todo lo que conoces... y el asesino de toda tu familia... digamos que deberías temerme... – Ella no volvió a alejarse se quedó en su lugar, mientras él se le acercaba.

-Tienes razón. Debería tener mucho miedo. Pero es estúpido, porque lo que quieras hacer conmigo lo harás de todas maneras. – Le dijo altiva.

-Te equivocas. Yo hago lo que quiero con cualquier mujer insignificante... pero tú no eres cualquier mujer. Tú eres MI mujer... – Y tomándola por sorpresa, la abrazó. Ginny sentía un cálido sentimiento que jamás había experimentado. No entendía porque no lo rechazaba...

Su mente le gritaba que él era Voldemort, aquel que había acabado con el mundo, el asesino de tantas vidas... el que había matado sin piedad a mujeres y niños por igual...

Pero se sentía bien.

-¿Qué soy tu mujer? ¿Qué quieres decir con eso? – Le espetó de una vez, logrando separarse de él. Estaba nerviosa, acalorada y sumamente confundida. ¿Cómo era posible que su cuerpo se sintiera atraído hacia ese hombre? No lograba entenderlo y su cabeza era una laguna.

Voldemort sonrió. Ginny lo miró aterrorizada. Sabía perfectamente que él podía leer los pensamientos de la gente... y ella no sabía muy bien utilizar Oclumencia para que no pudiera entrar en ella.

-¿Estas asustada Ginny? – Le preguntó mirándola sin pestañear. Ella se alejó.

-No quiero que me vuelvas a tocar... – Dijo al fin tratando de que sonara convincente.

-¿Estas segura? –

-No me vuelvas a tocar – Repitió.

-No... Ginevra... no... tú no entiendes... jamás lo has hecho... –

-¿Qué diablos es lo que no entiendo? –

Voldemort se recostó en la pared, sin quitarle la vista de encima. Un silencio abrumador se hizo entre ellos. Ginny contenía la respiración. Algo le decía que nada de lo que estaba pasando era bueno.

-¿Jamás te has preguntado porque fuiste tú la que abrió la cámara de los secretos? – Ginny abrió mucho los ojos. Nuevamente el silencio entre ellos. ¿Por qué salía ahora con ese tema? ¿Qué tenía que estar preguntando? Si ella lo único que había hecho desde los once años había sido tratar de olvidar. Lo único que había pensado era en borrarse aquellos recuerdos terribles de la cabeza que la atormentaban todas las noches.

Y ahora veía él a refrescarle la memoria.

-No – Le respondió altiva. No iba a dejar que le ganara tan fácilmente.

Él pareció asombrado por unos instantes. El silencio se adueñó de la habitación por un momento. A lo que él decidió contestar.

-Fuiste tú... porqueyo te elegí... al igual que ahora... siempre supe que eras una mujer grandiosa Ginevra... y ahora lo confirmo... – Voldemort estaba frente a ella mirándola casi evaluadoramente. Sus ojos intentaban encontrar un punto débil en esa muchacha que parecía tan fuerte...

Ginny tenía la mente en blanco. Todos los recuerdos se amontonaban en ella y le provocaban una sensación extraña. Jamás se había puesto a pensar en el porque las cosas sucedieron de esa manera...

Todos esos años había intentado erradicar de su cabeza aquella sensación de poder que había sentido en esos instantes que había sido poseída por el recuerdo de Riddle. Pero por más que se había mentido a sí misma obligándose a creer que nada había ocurrido, aquellos sentimientos estaban allí.

Y ahora tenía al verdadero Tom Riddle, convertido en el Lord Oscuro diciéndole que todo había ocurrido porque él lo había deseado así.

Estaba asustada. Aterrada. Observó con pánico al hombre que la miraba tranquilamente. Por un momento se sintió halagada de ser la elegida de Lord Voldemort... pero luego se despreció a sí misma. ¿Cómo iba a sentirse halagada? Ella solo podía sentir desprecio por él. Y odio.

Mucho odio.

Voldemort se le acercó aún más tomándola desprevenida. La rodeó con los brazos y la atrajo hacia él.

-Suéltame – Le imploró ella, sin hacer nada para impedir que él la tocara.

-¿Estás segura? – Le susurró en un oído haciendo que todo su cuerpo temblara.

Él sonrió y le corrió un mechón del cabello rebelde que se cruzaba en su rostro. Ella cerró los ojos. Deseaba que todo fuera un sueño... una pesadilla... y despertara pronto en su cama de la Madriguera rodeada de sus hermanos... de su familia...

Pero no despertó. Porque no era un sueño. Aunque le pesase estaba en la realidad. La oscura realidad...

Voldemort la tomó entre sus brazos y mirándola lujurioso la besó. Ginny sentía que sus piernas flaqueaban y que se caería al suelo. No podía creerlo. Se rehusaba a creer que estaba siendo besada por el Gran Lord Voldemort. Su cerebro no le respondía. Estaba paralizada.

De pronto, la puerta se abrió de golpe y alguien apareció tras un terrible golpe. El cadáver de uno de los mortífagos cayó inerte a los pies de Voldemort que poseía una mirada de profundo odio mezclado con algo de sorpresa la escena.

Ginny se sintió un poco aliviada de que alguien rompiera aquel beso pero al instante observó con terror aquello que los había interrumpido. El Lord la soltó de inmediato y acercándose con paso lento al mortífago que se hallaba muerto delante de la puerta.

-¡Señor! – Gritó Malfoy jadeando y corriendo hacia él. Se quedó estático al ver aterrado al cadáver.

-¡Malfoy! ¿¡Que diablos ha ocurrido!? –

-Nos han tomado por sorpresa y tendido una trampa – Dijo con temor y al ver la impaciencia de su Lord continuó – Mataron a dos de los nuestros... pero logramos vencerlos. Sin embargo ahora creo saber el porque... – Dijo mirando al hombre que yacía muerto y empujándolo con el pie haciendo que quedara boca arriba. Draco descubrió que en la boca había un pergamino enrollado. Mirando a Voldemort esperando una señal de asentimiento que éste le otorgó, levantó el papel y lo leyó en voz alta.

-Un mensaje para nuestro amigo Voldemort. Mientras nosotros estemos vivos no serás ningún Lord... – Draco buscó alguna firma o algo más, pero no lo encontró.

-¿Es todo? – Preguntó el Lord enfurecido. El rubio asintió apesadumbrado. Todavía quedaban batallas por pelear...

Y sangre por derramar...


Ginny regresó a su habitación seguida de cerca por Malfoy. Draco recordaba que su Lord le había ordenado cuidar de ella hasta que las cosas mejorasen. Y se había sentido una niñera. Había creído que tendría que llevarla arrastrándola hasta la torre, pero ahora veía con asombro (y alivio) como la chica estaba como resignada a su nueva vida.

Llegaron a la habitación y ella entró en silencio. Draco tras ella. Algo le llamaba la atención de ella y quería saber que era. Tenía la necesidad de encontrar la razón por la que Voldemort la apreciaba tanto. Eso si él en realidad "apreciaba" a alguien... había que ver lo que le había hecho a su familia... pero era otro tema.

Ginny se dio vuelta. Quería estar sola. Necesitaba meditar y Malfoy no la ayudaba en nada. Lo miró sin ganas. Pensaba encontrar a un chico de quince años que se reía de ella y de su familia. Pero en cambio descubrió a un hombre que parecía nunca demostrar sus sentimientos. Se asemejaba a él. A Tom. Pero Malfoy no le inspiraba tanto temor como él... se preguntó a sí misma que era lo que sentía al verlo y no obtuvo una respuesta.

Draco no le quitaba la vista de encima. Desde que la había visto por última vez lo único que había hecho era pensar en ella. Intentaba creer que era el hecho de que Voldemort la veía diferente, pero en su interior sabía que esa mujer lo había cautivado.

Ya no era la niña que corría tras Harry Potter. Ahora era toda una mujer. Y muy hermosa. ¿Sería esa la razón por la cual él la quería ton tanta ansia? No lo creía. Había tenido muchas mujeres en su cama y algunas eran tan hermosas como ella.

No... había algo mas que la belleza externa.

Ginny lo miró de pies a cabeza. Luego le preguntó.

-¿Piensas quedarte aquí? – Draco pareció volver a la realidad y fríamente le contestó.

-Y si así es ¿Qué? –

Ella sintió que tendría que golpearlo allí mismo.

-Quiero estar sola – Le dijo intentando hacer que se fuera.

-Supongo que tanto tiempo a solas con él te deben haber dejado exhausta... – Dijo él acercándose. Quería saber como reaccionaba. Ella frunció el ceño. Estaba molesta pero no quería demostrarlo.

-Eso no te importa. Pero pienso que la envidia te debe estar carcomiendo las entrañas... – Le dijo con una sonrisa falsa. Él siguió avanzando hacia ella que lo seguía sin que se le moviera un pelo.

-¿Crees que me rebajaría tanto como para querer estar con una Weasley como tú? –

-Espero que no, porque prefería cien veces estar con él que con un despreciable Malfoy como tú... – Él la tiró sobre la cama inmovilizándola con los brazos. Ginny pataleaba y trataba de golpearlo con las piernas, pero él la tenía fuertemente agarrada. Se notaba que sabía como hacerlo... y eso le hizo hervir las venas.

-¡Suéltame! ¡Si no lo haces voy a gritar! – Él sonrió y acercó sus labios a los oídos de la chica lo que hizo que se estremeciera.

-Por si no lo sabes, Weasley, en este castillo los gritos son el único sonido que se percibe... – Y la miró a los ojos. Tenía unos hermosos ojos color miel que eran capaces de expresar todo en una sola mirada. Y en ese momento lo único que se percibía era el odio que ella le profesaba.

Ginny sentía miedo. Malfoy podía hacerle lo que quisiera en ese momento y ella se sentía impotente. Recordó como él la había abrazado aquella noche y no le entraba en la cabeza como aquel podía ser el mismo Malfoy que ahora estaba sobre ella.

-¿Qué diablos es lo que tienes que te hace tan especial? – Le preguntó él, sacándola de sus pensamientos. Ella se le quedó mirando sorprendida y profundamente confundida.

-¿Qué dices? –

-Que debes tener algo más que un cuerpo como este para encandilar de esa manera al Lord... – Le dijo mirándola de arriba abajo cosa que la incomodó bastante. Ginny seguía intentando librarse de él pero Draco cada vez hacía mas fuerza.

-¡Basta! ¡Me estás lastimando! – Le dijo implorándole con los ojos que la suelte. Draco la observó. Realmente tenía unos ojos hermosos. Luego de mirarla un largo rato la soltó y se sentó a su lado. Se frotó los ojos. Si ella abría la boca, Voldemort haría que se arrepintiera de haber nacido. ¿Por qué había hecho eso? No lo sabía. Simplemente quería tenerla a su merced... tocarla... sentirla... Volvió a verla. Estaban uno al lado del otro intercambiándose miradas. Ella se frotaba las manos adoloridas mientras le clavaba una mirada de odio.

-Aquí no ha pasado nada ¿está bien? – Le dijo él sintiendo su aroma nuevamente debido a la proximidad de sus cuerpos.

Ella se quedó en silencio. Él la interrogaba con la mirada. Ella estaba furiosa. Y eso le daba miedo. Esperaba que no se diera cuenta de lo peligroso que podía ser para él que le contara algo a Voldemort... pero seguramente ella no querría estar hablando de eso. Y menos con él...

No sabía que hacía en ese cuarto todavía mirándola a los ojos. No podía estar ahí. Ella no era para que él la mirara. Ni para que la tocara. Solamente era del Dark Lord... y él se estaba aprovechando de la tarea que aquel le había encomendado.

Jamás le había puesto atención a alguna de las mujeres de Voldemort... pero ella era especial... y lo sabía.

Su vista se posó en sus labios. Aquellos labios que había estado a punto de besar en una ocasión. Se le acercó. Creyó que otra vez tendría que forzarla pero para su sorpresa, Ginny lo miraba. Y también se le acercaba. La chica sentía su respiración muy cerca. Su cuerpo le pedía a gritos que lo tocara... que lo abrazara... pero ella sabía que no podía. Era un Malfoy... era un mortífago... no podía...

Pero algo en su interior le decía que momentos antes había estado a punto de acostarse con El Gran Lord Voldemort y eso la hizo estremecerse. Cerró los ojos y se dejó llevar por aquel aroma embriagador que sabía a peligro. Estaba traicionando la confianza del Lord y eso resultaba terriblemente arriesgado... y placentero...

Ambos perdieron el rumbo de las cosas y se unieron en un profundo beso. La vida y la muerte desaparecieron para dejarles espacio a ellos. Solo a ellos dos. Ella lo agarraba del cuello como impidiéndole escaparse y él la abrazaba de la cintura para tenerla mas cerca.

El mundo había desaparecido. Sus nombres ya no eran un problema. Ya no eran Weasley ni Malfoy.

En ese momento solo eran Draco y Ginny...