HARRY POTTER Y LA REBELIÓN DEL VAMPIRO

Capítulo 1. "Recuerdos Tristes"

Era otro verano caluroso en el número 4 de Privet Drive. Un chico delgado, de cabello negro azabache y ojos de un verde intenso estaba sentado en el patio delantero de la casa, dejándose envolver por la oscuridad de la noche. Una fina línea en forma de rayo marcaba la frente de este joven, y era precisamente esto lo que lo hacía diferente a cualquier otro muchacho de su edad. El nombre de este chico es Harry Potter y es un mago, pero incluso esa cicatriz lo hacía diferente a los otros jóvenes magos. A la corta edad de un año, Harry había sufrido un intento de asesinato por el mago malvado más grande de todos los tiempos: Lord Voldemort, mismo que mató a Lily y James Potter, los padres de Harry.

Desde ese entonces había tenido que vivir con la familia de la hermana de su madre, puesto que eran los únicos parientes vivos que le quedaban: Petunia Dursley, Vernon Dursley y su hijo Dudley.

Ellos jamás habían querido a Harry e intentaron todo para que él no se enterara de que era un mago, pero a la edad de once años recibió una carta del colegio más prestigioso del mundo: El Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Desde entonces, Harry dejaba la casa de los Dursley en Septiembre y regresaba en Julio.

Actualmente Harry está a unas cuantas horas de cumplir los 16 años, y está por cursar el sexto año en Hogwarts.

Aunque tenía que pasar el verano con los Dursley, estas vacaciones no estaban tan mal. Dudley ya no se metía con Harry y sus tíos lo evitaban. Esto sin duda se debía a la amenaza que los integrantes de la Orden del Fénix le habían hecho a los Dursley.

Harry solamente estaba esperando la lechuza que le indicaría que debía abandonar esa casa e irse con los Weasley a pasar el verano. Los Weasley eran una familia de magos que apreciaban mucho a Harry y él los quería igual. Su mejor amigo, Ron, era uno de los Weasley. Harry había recibido muchas cartas por parte de Ron y también de su mejor amiga Hermione Granger, hija de muggles (no magos) y la bruja más inteligente de toda la escuela.

También había recibido palabras de aliento por parte de su amigo Rubeus Hagrid, guardabosque de Hogwarts y profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas.

Al pensar en todos sus amigos, el rostro de Harry se ensombreció, porque recordó a su padrino Sirius Black, fallecido hace poco tiempo; el único que lo había querido como a un hijo y a la vez como a un hermano. Black fue el mejor amigo de James Potter, y a pesar de esto fue acusado de ayudar a Voldemort a matar a los Potter, dándole su ubicación exacta. Este cargo era totalmente falso. Fue encerrado en Azkaban, de donde escapó para tomar venganza, la cual no obtuvo y se vio obligado a escapar para sobrevivir. Harry todavía podía recordar los felices momentos en los que creyó que se iría a vivir con Sirius, cuando él fuera declarado inocente; y ahora no contaba con él.

Cuando Harry estaba a punto de caer en una depresión, algo en el cielo llamó mucho su atención. Era una lechuza blanca que traía algo atado a su pata. Era Hedwig, su mascota. La lechuza se posó en su brazo y dejó que le quitara el objeto de su pata, después voló hacia la ventana de la habitación de Harry y entró.

Era una carta de Ron y decía:

Harry

Esta misma noche iremos por ti, avisa para que no haya problemas.

Ron

Harry se sorprendió mucho y después se alarmó, si iban por él era porque algo había sucedido. Entró a la casa y se dirigió a su habitación. Empacó rápidamente todo y verificó que no se le olvidaba nada. Después bajó para avisar a sus tíos. Se encontraban en la sala.

– ¿Qué quieres? – rugió tío Vernon.

– Van a venir por mí esta noche – espetó Harry.

Parecía que hubiera dicho la mayor ofensa que existe, porque todos en la sala se pusieron pálidos.

– ¡¿Qué has dicho?! – preguntó tío Vernon, entre molesto y asustado.

– Que van a venir por mí esta noche – repitió Harry, que ya sospechaba que iban a reaccionar así.

– Pero . . . – tío Vernon no terminó su frase, porque en ese instante tocaron a la puerta.

Todos en la sala se pusieron nerviosos, incluso Harry, quien no esperaba que sería tan rápido. Nadie se movió. Volvieron a sonar golpes en la puerta, esta vez más fuertes. Harry tomó la iniciativa y se dirigió a la puerta, seguido de sus tíos. De pronto Harry titubeó, ¿y si al abrir la puerta encontraba a un mortífago?; no podía arriesgarse, así que sacó su varita preparado para atacar, y con la otra mano abrió la puerta.