Capítulo 2. "Un Personaje Extraño"

– ¿Harry Potter? – preguntó una voz femenina desde las sombras.

– ¿Sí? – contestó Harry, un poco nervioso.

– Vengo por ti, trae tus cosas – dijo la voz.

– ¿Quién eres? – preguntó Harry, ya que por alguna razón no había luz en la calle, antes iluminada, y no lograba ver el rostro dueño de esa voz.

– Eso no es importante, tenemos que irnos enseguida – replicó la voz –. Te espero afuera – y sin decir más, se oyeron pasos alejándose.

Esto desconcertó mucho a Harry, pero por lo menos no había entrado a la casa, así que pensó que era mejor que pasara lo que tuviera que pasar, pero afuera.

Subió a su dormitorio por sus cosas y después bajó, dirigiéndose a la puerta. Los Dursley seguían parados frente a ella, estupefactos.

– Adiós – dijo Harry y no se ofendió cuando nadie le respondió.

Cerró la puerta y avanzó por el sendero, hacia la pequeña calle.

– Tenemos que apurarnos Harry – dijo la voz mientras lo ayudaba con su baúl.

– ¿Adónde vamos? – preguntó Harry.

– A la Madriguera – contestó aquella voz – tengo entendido que Ron te avisó que vendrían por ti.

El oír mencionar a su amigo lo tranquilizó. Ella conocía a los Weasley y sabía que Ron le había escrito, lo que significaba que tenía contacto con ellos y que podía confiar en ella.

– Espera Harry, voy a asegurar tu baúl – dijo la voz.

Harry se detuvo y forzó la vista para ver el rostro de la joven, pero sólo consiguió cansarse los ojos.

– ¿Puedo preguntar quién eres? – susurró Harry.

– Puedes, soy Anya – contestó la voz – vamos, sube – ordenó.

– ¿Que suba a dónde? – preguntó desconcertado.

– A la moto Harry – respondió con toda calma.

– ¿Qué moto? – dijo Harry.

– Oh disculpa, por un momento olvidé que era de noche y que estamos en medio de la oscuridad – dijo Anya –. Te ayudaré a subir.

Tomó a Harry del brazo y le indicó por dónde subir. Ella se colocó delante de él y encendió la moto. Después sacó un objeto de alguna parte de su ropa, lo levanto y lo accionó. De él se desprendieron muchas luces que encendieron la calle y Harry pudo ver que era el apagador que habían usado los integrantes de la Orden del Fénix cuando fueron por él, el año anterior.

También notó que Anya llevaba una capa y tenía puesta la capucha. Eso explicaba por qué era más difícil ver su rostro.

– Sosténte Harry, iremos rápido – dicho esto, la moto comenzó a moverse a gran velocidad.

Harry nunca había viajado en moto, pero era similar a montar su escoba, y esa sensación le era agradable. Viajaron en silencio, hasta que Harry no aguantó más y preguntó algo que lo estaba atormentando:

– ¿Por qué viniste tú y no alguien que conociera?

Para su sorpresa, Anya rió.

– Es para despistar Harry – respondió alegremente – lo más lógico es que venga alguien que conozcas y de esta forma no sólo te protegemos a ti, sino también a los Weasley.

Esta respuesta convenció a Harry, así que continuaron su viaje en silencio.

– ¿Juegas quidditch? – preguntó Anya, rompiendo el incómodo silencio.

– Sí, ¿cómo lo sabes? – dijo Harry.

– Por la Saeta de Fuego – respondió Anya.

– Ah sí – se sorprendió Harry –, por un momento olvidé que la traía.

– ¿Y?, ¿qué eres? – preguntó Anya.

– Soy buscador.

– Buscador – dijo Anya pensativamente – ese es un puesto muy importante.

– ¿Tú sabes de quidditch? – Harry estaba emocionado.

– Claro – afirmó Anya –, es el mejor deporte que existe – agregó, visiblemente entusiasmada.

Harry estaba a punto de hacer otra pregunta respecto al quidditch cuando Anya dijo:

– Ya llegamos Harry – después apagó la moto –, adelántate mientras desato tus cosas.

Harry bajó de la moto y contempló esa vieja casa. Le gustaba mucho, era muy divertida. Se encaminó hacia una luz que provenía de la casa y antes de que alcanzara la puerta, ésta se abrió y la señora Weasley corrió hacia él y lo abrazó.

– Harry, estaba muy preocupada por ti – sollozó – tardaron mucho y pensé que les había pasado algo.

– Estoy bien – dijo Harry –, no pasó nada.

– Tranquila Molly – era el señor Weasley – Harry está bien.

– Pero pudo haber pasado algo Arthur – se defendió la señora Weasley.

– ¡Hola Harry! – era Ron – pasa, debes de estar cansado.

– Sí Harry, entra – terció el señor Weasley – yo ayudaré a Anya con tus cosas.

Harry entró a la Madriguera y siguió a su amigo hasta la sala.

– Hola Harry – dijeron las voces de Bill, Charlie, Fred, George y Ginny, todos con el cabello rojo, igual que sus padres.

– ¿Cómo has estado? – preguntó Fred.

– ¿Pasaste un buen verano? – añadió George.

– Creo que ha sido de los mejores veranos que he pasado con ellos – dijo Harry –, estaban tan asustados que simplemente me evitaban.

– Seguramente se quedaron paralizados cuando les dijiste que iban a ir por ti – dijo Charlie.

– Sí – replicó Ron riéndose –, me hubiera gustado ver sus rostros horrorizados cuando abriste la puerta.

Después, Ron hizo una expresión de terror muy similar a la que tío Vernon había hecho, y todos en la sala rieron.

Fue en ese momento, rodeado de los Weasley, cuando Harry sintió que estaba con su familia.