Capítulo 6: El después
Draco se despertó bruscamente. Rápidamente intentó pararse pero un agudo dolor se lo impidió. Soltó unas cuantas maldiciones al aire y volvió a tenderse en la cama. El no saber donde estaba ni como había llegado allí lo ponía de muy mal humor. Lo último que recordaba era un montón de muggles en un hospital, asustados por el grupo de mortífagos del que formaba parte.
Un ruido sordo. Y dolor. Sintió como si algo muy pequeño similar a un vidrio se le incrustara en la espalda. Cayó al suelo producto del terrible dolor que ahora le hacía ver todo nublado.
Lo último que vió fue a Blaise corriendo hacia él.
Luego, todo fue oscuridad.
-Me alegra que siga vivo, Malfoy – Una sombría voz se escuchó desde el fondo de la oscura habitación – Sería una pena perder a tan leal servidor... –
Mi Lord... – Draco suspiró aliviado de estar en la mansión y no en poder del enemigo...
Créase un hombre con suerte, Malfoy... si Ginevra Weasley no se hubiera encontrado aquí para salvarlo, posiblemente no se hallaría aún con nosotros – Al escuchar aquel nombre, Draco tembló. No podía sino evitar sentirse perturbado cuando él le hablaba de Ginny... creía que en el peor momento utilizaría Legeremancia y sabría que no sólo la había tocado... la había deseado...
¿Ella me salvó¿A mí¿Un Malfoy? –
Así es... lo salvó... y espero que mejore pronto porque lo necesito de nuevo en acción – Y dicho esto salió silenciosamente dejándolo solo.
Ginny se hallaba en su habitación, otra vez. ¿Por qué lo había hecho? Esa pregunta le taladraba el cerebro una y otra vez. No podía entenderlo. Ahora no podía preocuparse por él... no podía pensar en él... no podía siquiera mencionarlo... pero le había salvado la vida.
¿Es que no lo entiendes¡Estas poniendo tu vida en peligro! Y la de él... Se decía así misma en un intento de reprenderse.
Pero le resultaba inútil. ¿Por qué su vida tenía que ser tan difícil¿Por qué no podía haber muerto junto con todos los demás? Algo dentro de ella le decía que la respuesta la tenía solo una persona. Y que faltaba muy poco para descubrir aquel secreto que la involucraba...
FLASHBACK
Tom se hallaba en su habitación sentado en su cama. Ese día se había encargado de que Hogwarts siguiera abierto. Aquel día había sacado de la escuela a Hagrid, un pobre diablo que no merecía estudiar con él... pero no era eso lo que ocupaba sus pensamientos.
En sus manos tenía un pergamino muy arrugado y amarillento que no cesaba de estrujar con sus dedos. Estaba molesto... y asustado. Y eso no le gustaba nada. ¿Asustado¿Él¿El heredero de Slytherin¿El culpable de haber abierto la cámara de los secretos?
Su cuarto estaba vacío. Todos sus ocupantes se habían ido a sus respectivas clases, pero él se había quedado allí con el pretexto de sentirse enfermo. Pero la verdadera razón era ella. Kassandra. No la había vuelto a ver desde su último encuentro en la Cámara, ya que sus padres fueron a buscarla un día antes sin avisar.
Cuando se enteró su mundo se volvió oscuro. Sin sentido. Y se dirigió escupiendo fuego por los ojos hacia su habitación, el único lugar después de la cámara donde se sentía a gusto.
Antes de tumbarse en la cama, algo lo detuvo. Una carta. Dudando un momento la tomo entre sus manos y antes de leerla le ordenó a uno de sus compañeros que le informara a su profesor de pociones que no se sentía bien. El muchacho salió y él se dispuso a leer.
Un brillo extraño se le asomó por los ojos al comprobar que la carta era de ella. Apresuradamente, pero sin romper el sello la abrió y rápidamente la leyó entera. Pero al terminar, el brillo había desaparecido dejando lugar a la misma mirada sombria y aterradora que lo caracterizaba.
-Entonces... Trelawney si sirve para algo... – Dijo para sí pausadamente. Aquella chica siempre le había parecido una completa lunática. Se la pasaba pavoneándose por ahí diciendo que poseía el don de la adivinación. Lamentablemente, no había podido adivinar que estaba rematadamente loca...
Sin embargo, era la mejor amiga de Kassandra...
Su mirada se perdió en el verde y plata de su habitación. Y antes de sumirse nuevamente en sus pensamientos, murmuró:
-Con que una tal Ginevra Weasley... –
FIN FLASHBACK
Voldemort caminaba tranquilo en su castillo. Acababa de ver a Malfoy y se hallaba preocupado. Los rebeldes seguían atacando por la espalda. Ya no eran tan honorables como antes. Podía asegurar que estaban utilizando sus misma tácticas...
Y eso no le gustaba para nada.
Lo peor era que ahora usaban armas muggles... Y de pronto algo lo ensombreció aún más. ¿Y si contaban con la ayuda de los no magos¿Y si hubieran hecho una alianza con ellos?
Eso era malo. La expresión de su rostro era aterradora. El aire se tornó tenso a cada paso que daba y sus pisadas dejaban su huella a medida que avanzaba.
Se detuvo al pie de una escalera. El recuerdo de Kassandra estaba vivo en ella. En Ginny. Y aquella noche había sido la mejor en muchos años. Realmente se había sentido como cuando estaba en sus años de estudiante. Como si aún fuera el mismo Tom que alguna vez se había enamorado.
Sonrió. Y cualquiera que lo hubiera visto hubiera pensado que lo peor se avecinaba. La sonrisa del Lord era como eclipsar la felicidad de quien estuviera presente. Era como un dementor. Era extremadamente fría, y parecía capaz de congelar los huesos.
Puso un pie en el primer escalon dispuesto a ir a verla y disipar algunos de sus problemas, al menos por un rato. Pero cuando su cerebro envió la señal a su cuerpo para que se movilizase, alguien lo llamó:
¡Mi Lord! – El aludido tuvo el impulso de lanzarle un crucio a aquel individuo que lo privaba de ella. Pero se contuvo.
Dime rápido que desea, Zabini – Le dijo mirándolo con repugnancia. El muchacho se puso nervioso al notar los frios ojos del Lord posados con malicia en él y respondió:
Es Malfoy... se ha levantado de la cama y ha desaparecido... -
¿Qué¡Pero si acabo de verlo-
Pues si... es que recién voy a verlo para llevarle algo de comida y no estaba... – Voldemort no daba crédito a lo que oía. Y tampoco quería pensar mucho en eso. ¿Qué le importaba a él si a uno de sus súbditos se le ocurría hacerse el idiota y salir herido como estaba a alguna parte? En realidad le importaba... y mucho... Malfoy era uno de sus mejores soldados, y muy pocas veces había resultado herido en batalla... contando esta vez.
Quitó su pie de la escalera y se dirigió a la sala común donde se suponía debían estar todos sus mortífagos. Caminaba con paso rápido a través de los inmensos pasillos de su mansión. Él había hecho construirla así. Quería convertir su morada en un verdadero laberinto para quienes no fueran bienvenidos allí.
Por fín se hizo presente en el salón. Los presentes se inclinaron al instante ante la gran figura que se imponía ante ellos. El gran Lord respiró el olor a temor que emanaban sus mortífagos. No muchas veces se presentaba ante ellos sin avisar. Y le encantaba tenerlos así frente a él aterrados.
Buscó con la mirada a Malfoy y no lo halló. Frunció el ceño.
¿Dónde diablos se habría metido?
Draco entró sigilosamente. No quería hacer ruido. Con una mano se sostenía de la pared y con la otra se agarraba el pecho. Un dolor agudo le impedía respirar bien, pero no le importaba. Si iba a morir, entonces sería después de hablar con ella. Tenía que aclarar sus dudas antes de hacerlo.
En la oscuridad de la habitación pudo distinguir su bello cuerpo. Estaba recostada en su cama con una sonrisa en los labios. Se dio cuenta que era la primera vez en muchos años que veía a alguien sonreír como ella lo hacía en ese momento... con paz.
Se acerco lentamente, debido a su dificultad. Sentía que con cada paso que daba una astilla se le clavaba mas y mas en su pecho. Le dolía y mucho, pero era testarudo y quería llegar hasta ella. Por fin, se sentó en la misma cama a su lado. Pasó sus dedos en la mejilla fría de la chica y un escalofrío le recorrió el cuerpo. ¿Qué le pasaba¿Por qué hacía cosas tan estupidas? No lo sabía y le molestaba enormemente. Sintió los terribles ojos de su Lord posados en él y tembló. Si alguien llegaba a descubrirlo en ese momento, no solo moriría... sino que sufriria mucho antes del final. Había visto muchas veces la forma de vengarse de Voldemort y retiró rápidamente su mano de ella. ¿Pero que hacía? Volvió a preguntarse mirándose en el espejo que había en el cuarto.
Se llevó las manos a la cara y dejó que todo el peso de su cuerpo recayera en ellas. Se sentía débil. Muy débil... y eso no le gustaba.
De pronto, sintió un leve movimiento tras él y sin dudarlo llevó sus manos a la boca de Ginny que asustada se disponía a gritar con todas sus fuerzas.
¡Shhhh! – Le indicó susurrándole en el oído Draco colocándose sobre ella. Ginny se movía y trataba de librarse de él, pero no lo logró. Él se mantenía acorralándola en la cama con sus brazos y no podía moverse bien. Draco la observaba con temor. Era una situación crítica. El dolor punzante en su pecho se incrementó debido a la fuerza realizada y no tuvo mas remedio que soltarla de a poco. Ginny sintió como él iba aflojando sus manos a su alrededor y cuando se vió libre se sentó pegándose a la pared.
¡Que diablos haces en mi habitación? – Inquirió.
Necesitaba verte – Respondió él tras unos segundos de silencio. Intentaba reponerse. Aún tenía la respiración agitada y su corazón latía aceleradamente.
Escuchame bien, Malfoy. Lo que tú necesitas es reposo... y... no puedes estar aquí... – Ginny lo evitaba. Las imágenes de la noche anterior se le repetían en su cabeza... y luego el sabor de Malfoy en su boca la atormentaba. Se sentía acorralada por sus sentimientos y estaba sumamente confundida.
¿Por qué lo hiciste? – Ginny tembló. Por un segundo se le cruzó la idea de que él supiera que se había entregado a Voldemort... pero luego supuso que le preguntaba porque le había salvado la vida. Y por otro lado... ¿Qué le importaba si él se enteraba? Dudó. Algo dentro de ella le decía que le importaba... ¿Pero porque¿En verdad sentía algo por Malfoy? Una lagrima comenzó a surgir de sus cansados ojos. Y luego, recordó que él aguardaba una respuesta.
Lo hice... porque no soportaría perderte... – Las palabras surgieron por si solas. Ginny solo se escuchaba hablar como si alguien lo hiciera por ella. Y la expresión en el rostro de Draco cambió. No dijo nada... simplemente la observó unos instantes y su mano acercó su rostro al de él.
Entonces... sientes algo por mi... – Ginny levantó su mirada y la sostuvo en sus ojos. Eso no sonaba a pregunta, más bien era una afirmación.
Yo no debo sentir nada... más que por él... – Una nueva lágrima se asomó, pero ella la quitó rápidamente. No le gustaba llorar y mucho menos frente a alguien. Malfoy la miraba y contenía las ganas de abalanzarse sobre ella. Sentía que algo dentro de él se movilizaba cuando estaba con ella. Y lo asustaba. Ginny cerró los ojos y se dejó abrazar por él.
Esto es peligroso... y ambos sabemos que es casi imposible... pero... – Se sorprendió a si mismo besándola nuevamente. Y la adrenalina de lo prohibido volvía a repetirse en aquel beso. Sus manos la rodeaban y ella hacía lo suyo atrayéndolo hacia ella. En ese momento nada tenía sentido mas que ellos.
Pero como todo termina por acabar en algún momento, Draco se apartó con un grito.
¿Qué ocurre? – Preguntó ella alarmada.
Es... mi pecho... – Susurró entre cortado. El dolor era más fuerte que antes y casi no podía respirar. Ginny se tendió sobre él y le quitó la camisa que traía.
¿Has tomado la poción que deje en la mesilla? – Ante la negación, resopló molesta. Puso sus manos en el pecho de Draco y le pegó fuertemente en un punto determinado. Él inhaló mucha cantidad de aire y sintió que sus pulmones volvían a funcionar. Exhaló un bran suspiro y tomó una de las manos de la chica entre las suyas.
Gracias... –
Ella la quitó rápidamente y un sentimiento de culpa la embargó. Se sintió sucia al pensar que se había sentido bien estando con Voldemort. Y cuando Draco la tocó... se dio cuenta de que se había portado como una verdadera perra. Estaba jugando un juego demasiado peligroso. Y ella no iba a ser la única que saldría lastimada.
Tienes que irte... si quieres seguir con vida, ve a tomarte esa poción... – Le indicó sin levantar la cabeza del suelo.
Me iré si es lo que quieres... Pero que te quede claro que volveremos a vernos... – Le espetó antes de desaparecer.
Ginny se dejó caer en el frío mármol del suelo. Una lagrima mojó su rostro. Al segundo ya eran dos... y más tarde tres.
El llanto no tardó en aparecer, implacable. Ella lo dejó brotar. Necesitaba desahogarse de una vez, sacar fuera de sí todo su dolor. Así que lloró allí, sentada en el suelo con el rostro escondido en sus manos. De vez en cuando golpeaba su puño contra el piso y solo murmuraba tristemente dos palabras:
¿Por qué? –
