Capítulo 8: Realidades

Lord Voldemort entró en el cuarto echo una furia. Contempló el cuerpo de Ginny y posó sus dedos en el pálido rostro de la muchacha. Draco tras de él, se mantenía inexpresivo. Dentro de él, el sabor de sus labios le latía muy fuerte, pero en sus tantos años de mortífago había aprendido a manejar sus impulsos.

Y sus sentimientos...

El Lord se sentó en la cama. Los presentes se miraron entre sí. ¿Qué era lo que hacía que el hombre más poderoso de la tierra se derrumbara ante una mujer enferma? Ni siquiera Malfoy, su mano derecha, sabía la razón.

Retírense – Ordenó. Nadie se atrevió a desobedecerle. Draco sentía la necesidad de quedarse allí, pero sabía que no podía hacerlo. Lentamente fue caminando hacia la puerta y cuando salió, un gran suspiro salió de su boca. Pero de pronto, se encontró contra la pared mientras Blaise Zabini lo tomaba por el cuello de la camisa.

¿Qué diablos está pasando?- Le gritó el muchacho muy seriamente. Draco lo miró fríamente.

Eso mismo quisiera saber yo... -En otra ocasión se hubiera liberado de él con solamente mover un dedo, pero ahora se hallaba muy débil. Blaise lo soltó de mala gana. Y sin quitarle la mirada de encima, continuó hablando.

Escúchame bien, Draco. Esto no me gusta nada y quiero que me digas que no tienes nada con la Weasley- Ambos amigos se miraron un instante. Y para uno de ellos, el silencio fue una confirmación a su sospecha. Blaise golpeó el puño contra la pared mientras Draco metía las manos en los bolsillos.

Blaise, no es lo que piensas... - Empezó el rubio, pero no terminó la frase.

¿Qué no es lo que pienso¿Acaso no sabes el problema que tendrás si alguien más se entera de esto? Draco, no es cualquier mujer.. ¡Es la que El Lord eligió¿No te das cuenta como la mira¡Ninguna duró en el castillo más de dos noches! Y ahora está allí con ella, preocupado por su salud... -

¡Sí, lo sé!- Nuevamente el silencio incómodo se cernió entre ellos. Blaise caminaba de un lado hacia otro nervioso. Draco apoyado en la pared, daba la impresión de estar tranquilo... tal vez demasiado...

No... no lo sabes... no tienes ni idea del lío en el que estas metido... -

Blaise... no tengo que darte explicaciones. Es mi vida ¿ok? Si no te gusta lo que hago, es tu problema... - Draco se dio la vuelta e intentó irse, pero una mano en su hombro lo detuvo.

El día en que tú tuviste el accidente, ella se revolcaba con él – Draco se detuvo en seco. Un abismo se abrió en su pecho. No podía ser... no podía... Después de lo que había ocurrido entre ellos, no podía haberse entregado a él... no podía...

¿O sí?

La herida sangraba a chorros. El dolor se intensificó. Pero ninguna poción podía calmarla. ¿Lo había engañado¿Le había pagado todo lo que él le había hecho sufrir cuando eran niños? Meneó la cabeza. No... los Weasleys no eran así. No eran vengativos... Pero algo en su cabeza le decía que él era culpable de que toda su familia haya muerto...

Tal vez el dolor le había activado su lado vengativo...

Tenía que decírtelo. No puedes continuar arriesgándote, Draco. Tienes a muchas mujeres a tus pies. Mortífagas, muggles, y hasta brujas. ¿Por qué tenías que meterte con la mujer del Lord?-

Draco tardó en contestar. Su cabeza le daba vueltas y las ideas lo mareaban aún más. Y luego las palabras regresaron a su mente. Palabras frías y llenas de odio.

Justamente por eso. Porque es la mujer del Lord- Y sin mirar atrás, desapareció del corredor...


Oh Ginevra... tú no entiendes el porque de mis sentimientos hacia ti... - Murmuraba Voldemort mientras acariciaba los cabellos de la mujer que dormía. Su rostro denotaba las terribles pesadillas de las que era víctima. Pero de pronto, despertó.

Y él sonrió.

Los ojos de la chica no tardaron en abrirse. La oscuridad de la habitación la ayudaba a ver bien. Pero aún su cabeza no estaba preparada para lo que vendría a continuación.

Mi querida Ginevra... que bueno que despiertas...- Ella lo miraba sin ver. Los recuerdos regresaban a paso veloz. Y ella lo que menos quería era recordar.

¿Qué sucede?-Fue lo único que supo decir.

Te enfermaste y vine a cuidar de ti. No iba a perderte... otra vez...- Dijo él casi en un susurro. Ginny sintió una puntada en el pecho. Ella no quería que él estuviera allí cuidándola. Ella quería a otra persona a su lado... lo quería a Draco... Y luego las palabras de Voldemort llegaron a su cerebro.

¿Otra vez?- Preguntó casi sin ganas. Un silencio extraño se extendió entre ellos. De pronto, él extrajo de entre sus ropas una carta. Muy vieja. Arrugada y amarillenta.

Ella la miró y con dificultades se sentó en la cama.

Hace mucho tiempo, alguien me enseñó lo que era amar. Y yo amé. Entregué todo lo que tenía a una mujer. Y la perdí. Y aprendí que el amor es un arma de doble filo. Que no se puede amar sin sufrir. Y por eso preferí no volver a amar. Jamás. Hasta que encontré esta carta...- Ginny escuchaba con atención. Siempre que él le hablaba en ese tono olvidaba quienes eran y qué era lo que les unía.

Olvidaba que él era el asesino y ella la víctima.

¿El Gran Lord Voldemort, enamorado de una mujer?- Musitó ella temiendo el resultado de sus palabras. Pero luego la seguridad la invadió. Se daba cuenta del efecto que tenía sobre ese hombre...

Él soltó una gran risotada. Una risa vacía de sentimientos... y llena de amargura. Ginny sintió un escalofrío en su cuerpo.

Así es. El Gran Lord, enamorado de una mujer. Pero eso fue hace mucho tiempo... y cuando murió me convertí en lo que soy...- Sus palabras volvieron a sonar frías, lo que le daba la apariencia de Voldemort otra vez.

Ginny seguía allí, escuchando con atención, divagando entre sus pensamientos. Pensando en el porque él le contaba todo eso. Lo observó detenidamente. Jamás se le hubiera ocurrido que algún día sería la confidente de Voldemort.

Él se levantó bruscamente y le dio la espalda. Posó su vista en la carta que tenía en su mano. Los recuerdos lo embargaban. Hacía mucho tiempo que la sombra de Kassandra no lo perseguía. Él se había propuesto dejarla atrás. Olvidar todo lo que había sentido. Así nadie podría causarle dolor de nuevo.

Pero el tener a Ginny frente a él, hacía que todos sus planes de defensa se quebraran.

¿Por qué me cuentas todo esto?- Oyó que decía la voz apagada de Ginny a su espalda.

Porque tú eres parte de la historia... o al menos eso fue lo que esta carta me dijo hace mucho tiempo...-

Y sin decir más, comenzó a leer el arrugado papel:

Mi Querido Tom:

Cuando leas esta carta ya estaré muy lejos de la escuela. Mis padres me enviaron una lechuza diciéndome que pasarían a buscarme mañana por la mañana. No podremos volver a vernos hasta que estemos fuera de Hogwarts. Te quiero. Me atrevería a decir que te amo. No me importa lo que digan los demás, quiero que sepas que te seguiré siempre a donde vayas.

Siempre estaré contigo.

Pero esta carta es para decirte algo muy importante. Ayer por la noche ocurrió una cosa muy extraña. Pero sé que es importante, y que nos concierne a ambos. Trelawney se hallaba a mi lado en su cama. Estábamos hablando como siempre... pero de pronto, al tocarme la mano sus ojos se pusieron en blanco. Su rostro se tensó y una voz muy extraña comenzó a surgir de sus labios.

Voy a morir, Tom. Eso fue lo que dijo. Que voy a morir pronto. Tuve mucho miedo, creí que era una broma de mis compañeras, pero no fue así. Sybill continuó hablando y dijo algo de que tú serías grande. Que te convertirías en un mago muy poderoso... temido... y que la oscuridad se esparciría sobre la tierra. Y dijo algo de una tal Ginevra Weasley. Dijo que ella sería la única mujer que lograría entrar en tu corazón. La única, después de mí.

Tom, quiero que encuentres a esa mujer y seas felíz. Si la profecía se cumple, entonces no me queda mucho tiempo más de vida... no sé si llegaremos a vernos de nuevo. Y quiero que sigas adelante. Según Trelawney, te convertirás en un hombre muy poderoso... no quiero que te veas opacado por mi falta.

Te amo, y aún después de morir lo seguiré haciendo. Y hasta el día en que volvamos a encontrarnos, quiero que vayas en busca de esa tal Ginevra... y le des el amor que supiste darme a mí.

No quiero que ese sentimiento tan hermoso que forjamos se destruya o se pierda en el tiempo.

Tuya por siempre,

Kassandra

Ginny se quedó en silencio. El contenido de la carta la tenía anonadada y la información era demasiada. La cabeza comenzó a dolerle nuevamente, se tumbó en la cama pensativa. Él la observó en silencio. Le recordaba tanto a ella. Tuvo el impulso de besarla... abrazarla... acariciarla... pero no lo hizo.

Ya habría tiempo para eso. De pronto, la puerta se abrió y un mortífago entró cabizbajo,

Mi lord... tenemos noticias de los rebeldes...- Ginny levantó la cabeza de golpe. ¿Rebeldes¿Es que aún quedaba gente con ánimos para luchar? Eso le sonaba muy extraño...

Muy bien. Que se preparen las tropas... – Y acercándose a la cama, beso a Ginny en la frente.

¿Qué pasa?-Preguntó ella. Pero obtuvo como respuesta una sonrisa malévola del Lord.

Descansa mi amor... Que yo debo poner a cierta gente en su lugar...- Y salió de la habitación dando un portazo.


Malfoy, quiero que se quede aquí cuidando de la fortaleza. No descarto la posibilidad de una emboscada. Y usted es uno de mis mejores súbditos...- Decía Voldemort mientras terminaba de alistarse. Malfoy había recuperado su mirada fría y perdida.

Así se hará señor...-

Ah y por cierto, quiero que no pierda detalle de Ginevra- Draco frunció el entrecejo.

Disculpe Mi Lord... pero no creo que eso sea posible...-

¿Estas pensando en desobedecerme?-

N... no... señor... es que yo... –

Es una orden. Y debe cumplirla. No hay nadie en el castillo en quien confíe mas que en usted. La dejo en sus manos...- Y dicho esto, salió de la habitación seguido muy de cerca por miles de mortífagos.


Ginny escuchó un golpe. Y el ruido la despertó de sus sueños. La fiebre había bajado y la cabeza ya no le daba tantas vueltas. Sin embargo, el tema de la carta estaba muy presente en ella. Entonces era por eso que él la trataba de esa forma. Era parte de una profecía. Todo había sido escrito mucho tiempo antes de que ella naciera. Incluso cuando sus padres no se conocían.

Y de pronto, otro golpe. Esta vez se asustó. Se levantó de la cama y observó a su alrededor. Por la ventana se colaba una débil luz... que pronto se intensificó. Fuego. El olor a humo llegaba a ella y le provocaba náuseas. Decidió irse de allí rápidamente. Se vistió con lo primero que encontró y sintiendo la pesadez de su cuerpo adolorido, abrió la puerta y salió.

La adrenalina de estar escapando se sentía en el aire. Sus piernas avanzaban velozmente, y a medida que caminaba las imágenes de la destrucción aparecían ante sus ojos.

Gente peleando por su vida, luchando entre sí. Muerte. Esa palabra que ella había aprendido a tener en cuenta. Esa palabra que se había hecho común en su vida. Continuó su camino, sin saber muy bien hacia donde se dirigía.

De pronto, un cuerpo cayó ante sus pies. Ella se quedó petrificada al saber quien era... Seamus Finnigan. Su mente le ordenaba moverse, huir correr todo lo que sus piernas le permitieran. Pero su cuerpo no le obedecía. Seguía allí parada, contemplando con horror una muerte más para agregar a la colección. Y luego, su mirada se posó en la figura que se acercaba hacia ella.

Draco Malfoy.

Las miradas se cruzaron. Por un momento, Ginny no entendió lo que esos ojos fríos e inexpresivos le decían. Y eso fue su perdición.

Sin saber lo que hacía, se tiro a los brazos del rubio, buscando protección. Buscando respuestas, buscando que alguien le dijera que pasaba. Porque las muertes y la sangre volvían a su vida tan bruscamente.

Pero él la apartó con violencia haciéndole perder el equilibrio. Ginny cayó al suelo lentamente. De pronto, se encontró junto al cadáver de su ex compañero de escuela. Se sentó acariciándose el brazo izquierdo que le dolía debido a la caída.

Sintió la desesperación de querer correr y no poder hacerlo. Observó la mirada de Draco y tembló. ¿Por qué había hecho eso¿Qué había ocurrido? Una lágrima se escapó dejando una hilera húmeda en su rostro.

Draco continuaba allí parado mirándola a sus pies. Iba a hacerla pagar por meterse con él. Nadie engañaba a Draco Malfoy. Pero las palabras de su Lord resonaban en su mente. "La dejo en tus manos".

Un rayo de luz verde pasó rozándole la cabeza. El castillo estaba siendo tomado por los rebeldes, y los mortífagos estaban cediendo. Efectivamente se había tratado de una trampa. Pero no le importó.

Tenía que decidir...