Capítulo 8. "Un Nuevo Integrante"
A la mañana siguiente, Harry y Ron se levantaron al mismo tiempo, visiblemente emocionados. Tal vez ese día tendrían su primer clase con Ékuva. Se vistieron rápido y bajaron a la sala común. Hermione los esperaba al pie de la escalera. Los tres salieron por el pequeño agujero y se encaminaron al Gran Comedor para desayunar.
Llegaron en el momento en que la profesora McGonagall repartía los nuevos horarios de clase.
– ¡Miren! – exclamó Ron señalando su horario –, ¡hoy a primera hora tenemos Defensa Contra las Artes Oscuras!
– ¡Qué bien! – dijo Harry bastante animado.
Se sentaron a la mitad de la larga mesa de Gryffindor.
– ¿Quién es ese? – preguntó Ron, viendo hacia un extremo de la mesa.
Un muchacho que no conocían, probablemente de su misma edad, estaba sentado ahí, completamente solo.
– Jamás lo había visto – contestó pensativa Hermione.
– Tal vez es nuevo – sugirió Harry.
– ¿Creen que Ékuva nos enseñe Dae Twon Ko? – dijo Ron, cambiando el tema.
– Es Tae Kwon Do Ron – lo corrigió Hermione –, en serio, tú debiste de haber tomado Estudios Muggles.
– Le voy a pedir que me enseñe – continuó Ron, ignorando el comentario – será fantástico.
– Disculpen – era el joven que unos minutos antes había estado sentado al final de la mesa –, ¿ustedes son los prefectos?
– Sí – contestaron Ron y Hermione al unísono.
– Oh, gracias a Dios – dijo aliviado –, creí que nadie podía ayudarme.
– ¿Qué se te ofrece? – preguntó servicialmente Hermione.
– Bueno – comenzó – antes que nada quisiera saber sus nombres.
– Tienes razón – replicó Hermione apenada – Hermione Granger.
El joven se inclinó y le besó la mano, provocando que ella se sonrojara, y que Ron lo mirara ceñudo.
– Ron Weasley – dijo bruscamente.
– Harry Potter.
El muchacho los saludó con una inclinación de cabeza y luego se presentó:
– Joseph Reagan. Joey, para los amigos.
Viéndolo de cerca, era un chico bastante guapo. Alto y delgado, con el cabello castaño. Sus ojos eran de un bonito café oscuro. Tenía una sonrisa muy agradable y nariz respingada. Se sentó al lado de ellos y comenzó a hablar:
– Verán, soy nuevo aquí, entro a sexto curso, y la profesora McGonagall me dijo que ustedes pueden ayudarme mostrándome la escuela, poniéndome al corriente de las clases, ya saben, familiarizándome con todo esto.
– Por supuesto – aseguró Hermione – estaremos muy contentos de ayudarte, ¿verdad?
Harry asintió y Ron se limitó a hacer un gruñido indefinido. Después de todo, Joey parecía simpático, aunque era visible que por alguna razón, a Ron le molestaba un poco.
– ¿En dónde estudiabas antes? – preguntó Ron agresivo. En realidad no quería saber, sólo lo dijo para tener algo de que hablar.
– En la Academia de Magia Beauxbatons.
– ¿En serio? – se sorprendió Harry –, ¿y cómo te seleccionaron?, no te vi ayer en el tren.
– Llegué en la madrugada con mis padres – explicó el chico – fuimos al despacho del director, y ahí un sombrero me mandó a Gryffindor.
– Pues hablas muy bien el inglés – comentó Hermione.
– Mi papá es de Londres y mi mamá de París – aclaró.
– ¿Y por qué te cambiaron? – cuestionó Hermione.
– Trasladaron a mi padre para acá por cuestiones de trabajo – explicó –. Es auror, y parece que necesitan mucha ayuda aquí. Él se puso feliz, porque tenía muchas ganas de regresar. Aunque a mi mamá no le hace mucha gracia que se esté arriesgando por ahí.
– ¿Tu madre no es auror? – inquirió Harry.
– No, de hecho no es bruja. Es pediatra.
– ¿Pedi . . . qué? – dijo Ron.
– Pediatra, es una profesión muggle – informó Hermione.
– Entonces, ¿cómo se conocieron? – preguntó Harry.
– Mi papá fue de vacaciones a París y se perdió. No hablaba muy bien el idioma, pero hizo lo que pudo para pedir indicaciones, y tuvo suerte, porque entre las personas que interrogó estaba mi madre, y en perfecto inglés, lo ayudó a llegar a su destino. También se ofreció a mostrarle la ciudad y luego se casaron.
– ¿Con tan poco tiempo de conocerse? – inquirió Hermione asombrada.
– ¿Qué puedo decir? – respondió Joey –, cuando tiene que pasar, simplemente pasa.
– ¿Y por qué decidieron vivir en Francia? – cuestionó Harry.
– Verás, fue el tiempo en que Quien-tú-sabes tenía poder – aclaró –, y mis padres pensaron que era mejor alejarse hasta que todo terminara, pero cuando pasó, ya tenían trabajos estables y no pudieron regresar, hasta que se presentó esta oportunidad y . . .
– Bueno – interrumpió Ron –, me encantaría seguir con esta conversación, pero la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras comienza dentro de diez minutos. Es mejor llegar un poco antes o ganarán los mejores asientos – y dicho esto se levantó ante las miradas de sorpresa de sus amigos.
– Sí – se apresuró a decir Hermione –, será tu primer clase en Hogwarts Joey, no querrás dar una mala impresión.
– Por supuesto que no – contestó su nuevo amigo, al tiempo que se incorporaba.
Harry y Hermione también se pusieron en pie.
– Permíteme – dijo Joey con una gran sonrisa, mientras ofrecía su brazo derecho a Hermione –, sería un honor escoltarte hasta el aula.
Hermione volvió a sonrojarse, pero aceptó la propuesta y lo tomó del brazo.
Los cuatro salieron del Gran Comedor y se encaminaron a tomar su primer clase con Ékuva.
