Capítulo 10. "Un Grandioso Puesto"

– ¿De dónde la conoces? – fue lo primero que dijo Ron cuando Joey los hubo alcanzado.

– De Beauxbatons – respondió cortésmente – iba unos años delante de mí.

– ¿Y por qué no lo dijiste antes? – exclamó Ron indignado.

– Por si no lo recuerdas Ron, Joey llegó en la madrugada – intervino Hermione –, seguramente no la habías visto ¿verdad?

– Así es – contestó el muchacho.

– ¿Qué clase sigue? – preguntó Harry para cambiar de tema.

– Pociones – dijo Ron lacónicamente –, con Slytherin.

– ¡No es posible! – dijo Harry –, ¿tenían que arruinarnos el día?

– Y si no nos damos prisa llegaremos tarde – advirtió Hermione.

Avanzaron más rápido por el largo corredor cuando de pronto:

– ¡Potter!

Harry se paró en seco y dio vuelta para ver quién lo llamaba.

– Hay algo muy importante que debes saber Potter – era la profesora McGonagall –, ven aquí.

Harry volvió la vista a sus amigos quienes lo miraban sorprendidos, pero entendiendo que debía ser un asunto privado, siguieron su camino, mientras Harry regresaba sobre sus pasos hasta donde estaba la profesora.

– No te asustes – dijo McGonagall al ver la expresión sombría que se había dibujado en el rostro de Harry –, no es nada malo.

– ¿Qué es entonces? – preguntó Harry más calmado.

– Eres el nuevo capitán de quidditch de Gryffindor – aclaró la profesora, visiblemente emocionada.

Harry se quedó estupefacto. Cualquiera que lo hubiese visto en ese momento, pensaría que era un tonto, debido a la expresión de desconcierto de su rostro. Cuando pudo articular palabra, dijo:

– Yo . . . capitán . . .

– Claro que si no te sientes capaz – comenzó McGonagall – nombraré a otro para que . . .

– ¡NO! – interrumpió Harry agresivamente. Después, comprendiendo su descortesía, se disculpó:

– Lo siento, lo que quise decir es que acepto el cargo.

– Ya lo suponía – dijo la profesora con una gran sonrisa –. Tienes que organizar los entrenamientos y avisarle a los otros integrantes los días en que van a practicar, y no olvides que hacen falta dos cazadores, debes hacer las pruebas correspondientes a los posibles candidatos – hizo una pausa para tomar aire –. ¿Crees poder con esta responsabilidad?

Harry la miraba aterrado, pero convencido de su capacidad, respondió:

– No se preocupe profesora, déjelo en mis manos.

– Muy bien Potter, ya no te quito más tiempo.

Dicho esto dio media vuelta y se alejó con paso decidido. Harry hizo lo mismo y continuó rápidamente su camino a las mazmorras.

Pociones transcurrió como siempre, a excepción de que a los cinco minutos de que la clase iniciara, Gryffindor ya había perdido veinte puntos, porque Harry llegó tarde.

Todos los días de todos los años era la misma rutina: Snape se paseaba por entre los alumnos y sus calderos, criticando a los Gryffindor y descontando puntos por cualquier cosa. A Dean Thomas le quitó diez puntos, por no tener bien amarrados los cordones de sus zapatos, alegando que podía ocurrir un terrible accidente.

Respiraron tranquilos cuando la clase concluyó y estuvieron fuera de las mazmorras, y por ende, lejos de Snape.

Harry les contó todo lo que le había dicho McGonagall y cuando terminó, Ron parecía a punto de explotar por la emoción y alegría.

– ¡Seguramente ganaremos! – gritaba – ¡No podemos perder!

– ¡Ron! – exclamó Hermione – se te olvida que faltan dos integrantes.

– Por eso no te preocupes Hermione – dijo Harry – pienso poner un letrero en el tablero de anuncios para todos aquellos que lo quieran intentar.

– No seas aguafiestas Hermione – la reprendió Ron –, se supone que debes apoyarnos.

– Y los apoyo – se defendió –, pero también soy realista: no puedes cantar victoria si te hacen falta elementos.

– ¿Qué puestos faltan? – inquirió Joey, quien había permanecido ajeno a la discusión.

– Dos cazadores, pero alguna vez Ginny Weasley me dijo que haría las pruebas para el puesto cuando entráramos al sexto curso, así que sólo falta una persona – contestó Harry un poco preocupado. Después miró a Joey con detenimiento y su rostro se iluminó con una gran sonrisa –. ¿Tú no juegas quidditch? – preguntó esperanzado.

– Yo . . . – al parecer, el comentario lo había tomado por sorpresa –, pues sí, pero no soy un gran jugador.

– Eso se puede pulir – dijo Harry.

– Sí . . . – terció Ron pensativamente –, y si no funciona, puedes usar el Tae Kwon Do y listo.

– Bueno – contestó Joey un poco inseguro –, creo que puedo intentarlo.

– Perfecto – convino Harry – te haremos una prueba esta misma tarde.

– Lo ves Hermione – dijo Ron –, nuestro problema ya se resolvió.

Hermione abrió la boca para contestar, pero la cerró al instante. No quería hacer un comentario que calificara a Joey como mal jugador. Después de todo, apenas lo estaban conociendo y no podía juzgarlo sin antes haber visto sus habilidades.

Fue entonces cuando Hermione dejó de existir para esos tres caballeros, porque se la pasaron hablando de quidditch durante el resto del día.