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Sortilegios Weasley
— ¿Ya ha vuelto Lestrange, Colagusano?
—Si, amo, está abajo, cenando con su esposa—dijo el hombre con un ligero temblor en el labio, mientras mantenía la nariz casi pegada al suelo en una exagerada reverencia.
Un intenso frío recorría su columna vertebral cada vez que Voldemort se dirigía a él.
— ¡Rodolphus no, idiota! Rabastan.
—Por... por supuesto, amo, disculpe... No lo sé, ahora mismo iré a comprobarlo amo...
El Señor Tenebroso le vio salir de la habitación con los iracundos y rojizos ojos entrecerrados.
La sucia rata estaba aprendiendo: había salido lo suficientemente rápido como para librarse de una buena sesión de cruciatus. Pero pensándolo mejor, sólo la había retrasado un poco. En cuanto volviera le torturaría un rato.
Odiaba tanto a los mortifagos débiles y cobardes...
Pero Colagusano había sido quien le había devuelto su cuerpo, si es que aquello se podía considerar como tal, y no había fallado en ninguna de las sencillas misiones que le había encomendado. No, por mucho que le repugnase su presencia no podía permitirse perder ni un solo hombre.
Nagini interrumpió sus pensamientos con un ligero siseo. Alguien se acercaba.
Unos segundos más tarde una figura alta y vestida de negro entró en la estancia y saludó a su amo con una leve inclinación.
—Amo, ¿me llamabais?
—Si, Rabastan. Tengo un trabajito para ti. Sólo espero que no lo estropees todo como el inútil de McNair o no será necesario que los aurores te maten: me encargaré yo mismo.
—Por supuesto, mi señor, seguiré sus instrucciones al pié de la letra.
—Por tu bien espero que así sea. Quiero que te infiltres en Hogwarts.
Voldemort observó a Rabastan. No mostraba temor alguno, a pesar de que lo que acababa de pedirle era, aparentemente, una misión suicida.
— ¿Habéis pensado algo, mi señor, o lo dejáis a mi criterio?
—Te cedo el honor de decidir cómo. No te precipites pero tampoco te demores más de lo necesario, te quiero dentro antes de navidad. Y si puedes colarte en la torre de Gryffindor mucho mejor.
—Así lo haré, amo.
—Por cierto, Rabastan, no quiero que pienses que esto es un castigo. Más bien todo lo contrario. No quiero que nadie más que tú y yo esté al tanto de todo esto, ambos sabemos que hay un topo entre nosotros. No confío en nadie más que en ti, aparte tal vez de tu hermano y tu cuñada, pero te elegí porque pensé que tu... habilidad especial podría facilitarlo todo.
—Siempre es un honor servirle, mi señor—dijo el hombre con una nueva inclinación.
—Excelente. En cuanto tengas un plan quiero que me informes, y una vez dentro te daré más instrucciones.
— ¡Maldita sea! ¿No pueden callarse esas puñeteras voces?—gritó.
Como única respuesta obtuvo el eco de sus palabras, y las irritantes voces y risas seguían llegando de alguna parte, aunque era imposible distinguir lo que decían.
Estaba seguro de que aquello era una pesadilla, pero parecía que llevaba siglos en aquella espartana habitación.
Dos enormes puertas le mantenían en su encierro. Había probado todos los hechizos, maldiciones y encantamientos que conocía para intentar abrirlas, pero nada daba resultado.
Intentaba dormir, pero enseguida se daba cuenta de que era absurdo.
Ya estaba dormido, aquello era una pesadilla, y no se puede dormir dentro de un sueño, ¿no?
Había llegado a la conclusión de que era un sueño porque no tenía ni idea de cómo había llegado allí, no tenía hambre, ni sed...
Si aquello no fuese un sueño ya habría muerto de inanición.
—Sólo quiero salir de aquí... ¿Por qué nadie me despierta? Siempre quejándose de que soy un vago dormilón y nadie viene a fastidiarme la siesta...
Harry despertó sobresaltado, porque notó que algo le había golpeado la cara.
Ron le había tirado una almohada.
—Venga, Harry, levántate ya o los gemelos se irán.
Harry emitió un gruñido, se desperezó y fue directo al baño.
Cualquier otro día le hubiera lanzado una maldición a Ron por despertarle de esa forma, pero no ese día.
Fred y George llevaban una semana convenciendo a Molly, Remus y Dumbledore para que les dejaran llevar a los chicos a ver la tienda. Y lo habían conseguido.
Media hora más tarde Harry bajó a la cocina, donde los demás ya le esperaban con impaciencia.
—Por fin—bufó Hermione.
— ¿Por qué llevas esos trocitos de papel pegados a la cara?—preguntó Ginny risueña, mientras se acercaba a Harry y le quitaba uno de los papelitos empapados en sangre.
Hermione ahogó una risita.
Harry, molesto, le dio un manotazo.
—Pues porque me he afeitado y me he cortado unas cuantas veces—respondió, lanzando miradas asesinas a los demás.
— ¿Y para qué te has cortado? ¿No tienes suficiente con una sola cicatriz?—añadió Fred mientras Ron y George se desternillaban de risa.
—No lo hice a propósito—dijo Harry haciendo una mueca—Como si fuera el primero que se corta afeitándose...
— ¿Pero con que lo has hecho?—preguntó George entre risas.
—Con un hacha, no te fastidia... Pues con una cuchilla, ¿con qué lo iba a hacer?
— ¿Te refieres a uno de esos trocitos de metal afilado que utilizan los muggles?—exclamó Ginny.
Harry hizo un movimiento afirmativo con la cabeza.
— ¡Estás majareta! La próxima vez dínoslo y te enseñaremos el encantamiento afeitador, ¿vale?—añadió Fred—Y ahora vámonos, que tenemos que abrir la tienda.
Por turno, entraron en la chimenea y unos minutos más tarde se encontraban en lo que parecía una pequeña sala de estar.
— ¿Pero no se supone que deberíamos estar en la tienda?—preguntó Ron mirando a todas partes.
—Y de hecho estamos sobre ella, hermanito—dijo George sonriendo.
—Si, este es nuestro apartamento, lo hemos alquilado junto con el local. Pensamos mudarnos aquí—añadió Fred.
—Pero no le digáis nada a mamá de momento ó le dará un ataque.
—Bienvenidos, señores, ¿desean algo?—dijo una vocecilla chillona.
— ¡¿TENÉIS ELFOS DOMESTICOS?!—bramó Hermione.
—Vamos, Hermione, no te sulfures. Apareció por aquí la semana pasada buscando trabajo, y la verdad es que lo necesitamos. No podemos con todo—dijo George.
El elfo, asustado por los súbitos gritos había corrido a esconderse detrás de la pierna de Fred.
—Tranquilo, no pasa nada. Chicos, éste es Wipe. Él es Harry, la gritona es Hermione y esos dos de ahí son mis hermanos Ron y Ginny.
El elfo asomó un poco la cabeza por detrás de la pierna de Fred y saludó tímidamente con la mano.
—Le pagaréis, ¿no?—dijo Hermione cruzándose de brazos.
Ron y Harry pusieron los ojos en blanco, sabiendo lo que se avecinaba.
—No, no quiere que le paguemos.
— ¿Se lo habéis preguntado?—dijo cada vez más enfadada.
—Si, se lo hemos preguntado...—respondió Fred cansado ya de la discusión.
Hermione se acercó al pequeño elfo y se agachó.
— ¿Por qué no quieres cobrar por tu trabajo, Wipe?—dijo dulcemente.
El elfo estaba muy nervioso. Le temblaba el labio inferior y retorcía el bajo de la pequeña camiseta roja que llevaba puesta.
—Se... señorita, los elfos no cobramos. Y los amos han sido muy generosos al aceptar a Wipe, porque Wipe no sabe cocinar, señorita. Y Wipe está muy contento porque los amos no le pegan y no le dejan castigarse cuando hace algo mal—dijo, manteniendo los enormes ojos azules clavados en el suelo.
—Bueno, ¿vamos a pasarnos la mañana hablando del PEDO o vamos a ver la tienda?—dijo Ron.
Hermione le miró encolerizada.
—Es Pe, E, De, De, O.
—Lo que tú digas...
Los gemelos les enseñaron el resto del apartamento, que se componía de la sala de estar a la que habían llegado, la cocina, dos habitaciones y el baño.
Después, bajaron una escalera de caracol situada junto al recibidor y llegaron a la trastienda.
Tres de las paredes estaban ocultas por un sinfín de estanterías que llegaban casi hasta el techo, y las repisas estaban tan abarrotadas de cajas que seguramente no cedían ante el peso por razones mágicas.
En una esquina había una gran mesa de roble repleta de pergaminos y extraños objetos.
Un débil ululato les hizo mirar al rincón más oscuro del techo. Sobre una viga, una veintena de lechuzas dormitaban tranquilamente.
—Vaya, ¿también vais a abrir una oficina de correos?—dijo Ginny en tono irónico.
—Ja-ja. Son para entregas a domicilio—respondió George, mientras Fred se acercaba disimuladamente a Ron y Harry.
—Cuento con vosotros para repartir los cupones de pedido en Hogwarts...—murmuró.
Ambos chicos asintieron.
—Bueno, son la 10, voy a abrir—dijo Fred, ya en voz alta—podéis mirar lo que queráis, pero no os acerquéis a la mesa. Son productos en fase de experimentación. —añadió mientras cruzaba una puerta que daba a la tienda.
—Bueno, debo reconocer que habéis montado un buen negocio...—opinó Hermione.
George rió mientras hacía levitar una de las cajas hasta la mesa.
—Ya veremos si dices lo mismo cuando empiece el curso...
Los chicos cruzaron la puerta y entraron en la tienda.
Era una estancia amplia. Había un pequeño mostrador a la izquierda de la puerta principal, y junto a ella estaba colocada una fea armadura que sujetaba una lanza.
— ¿Qué hace ahí esa cosa?—preguntó Harry.
—Sistema antirrobo. Coge algo e intenta salir.
Harry cogió una caja de galletas canario y se dirigió hacia la puerta.
Ya estaba casi fuera cuando la armadura le cerró el paso con la lanza, y con la otra mano le dio una colleja, a la vez que gritaba
Pasaron un buen rato mirando los artículos de los gemelos, colocados pulcramente en un montón de estanterías.
Hermione miraba con desaprobación las utilidades de cada uno de los productos:
"SURTIDO SALTACLASES": ¡Haz novillos sin que se den cuenta!; Bombones desmayo, tofe de la fiebre, turrón sangranarices...
Mientras, Harry y Ron miraban estupefactos los "KIT DEL ALBOROTADOR": ¡Vuelve loco a Filch! Magicaja sencilla 5 galeones, Magicaja Desquiciante Deluxe, 20 galeones... Contiene bombas boñiga, petardos chillones, cucarachas explosivas, plumas escupidoras, tinteros bombarda y mucho más.
Media hora más tarde los clientes empezaron a llegar y George tuvo que salir a ayudar a su gemelo, mientras Wipe ordenaba el almacén y hacía inventario.
A la hora de comer volvieron a Grimmauld Place, provistos de una buena cantidad de sortilegios Weasley, cortesía de la casa.
Hermione pasó buena parte de la comida reprochándole a Ron el haberse llevado una Magicaja Desquiciante Deluxe del Kit del Alborotador.
—Ya sé que soy prefecto. Es sólo... para saber a que atenerme...—se defendía el pelirrojo.
Harry sonreía para sus adentros. No sabía como reaccionaría Hermione al saber que él se había llevado dos Magicajas Deluxe en vez de una.
Gracias a Merlín, Molly no se había enterado, porque estaba muy ocupada riñendo a los gemelos: Ginny llevaba toda la comida escupiendo fuego por la boca: había probado los Chicles Dragón (¡Quema a tus amigos con tus eructos!), y el efecto duraría dos horas más.
Esa tarde, una lechuza que portaba siete cartas llegó a Grimmauld Place.
Harry y los demás bajaron a la cocina, acudiendo a la llamada de Molly.
—Han llegado las cartas del colegio—dijo nerviosa, repartiendo el correo entre los chicos.
Harry cogió las dos cartas que le tendía la señora Weasley. Había olvidado por completo los T.I.M.O., y no estaba muy seguro de querer ver los resultados.
Hermione se abalanzó sobre las cartas, y las abrió con las manos temblorosas.
Leía con tanta rapidez que sus ojos se movían de un renglón a otro a una velocidad vertiginosa.
Finalmente suspiró, y miró a los demás mostrando una gran sonrisa.
— ¿Y bien?—preguntó Ron.
—He conseguido todos los T.I.M.O—dijo, contenta—aunque en Defensa Contra Las Artes Oscuras tengo un Supera expectativas—añadió frunciendo el ceño.
—Bueno, yo me puedo quejar: seis T.I.M.O. —dijo Ron.
Molly se acercó a besarle, casi llorando.
—Ya vale, mamá—se quejó Ron— ¿Y tú, Harry? ¿A qué esperas para abrir la carta?
Harry resoplo. Rompió el lacre que sellaba el pergamino y comenzó a leer en voz alta.
Estimado señor Potter,
A continuación le remitimos los resultados de sus exámenes de T.I.M.O.:
Transformaciones - Excelente
Pociones - Excelente
Encantamientos -Excelente
Cuidado de Criaturas Mágicas -Supera Expectativas
Defensa Contra las Artes Oscuras - Excelente
Herbología -Supera Expectativas
Historia de la Magia -Aceptable
Astronomía -Insatisfactorio
Adivinación -Insatisfactorio
Ha obtenido los T.I.M.O. en Transformaciones, Pociones, Encantamientos, Cuidado de Criaturas Mágicas, Defensa Contra las Artes Oscuras, Herbología e Historia de la Magia, y por tanto, tiene acceso a los E.X.T.A.S.I.S de dichas asignaturas.
Felicidades por los resultados. Atentamente:
Minerva McGonagall,
Subdirectora.
Harry sonrió. No le había ido tan mal, después de todo. Siete T.I.M.O.S. Sirius hubiese estado orgulloso.
El recuerdo de su padrino empañó por un momento su alegría.
Nota: se que en el quinto libro Rowling deja claro que el resultado de los T.I.M.O. se recibe en Julio, pero me di cuenta tarde, y la verdad, no me apetecía introducir cambios en los capítulos anteriores.
Respuesta r/r
Gandulfo: Muchas gracias por leer!!! ya he visto que me has añadido a tus favoritos . Aquí tienes otro cap, espero que te guste. He tardado mucho en actualizar, pero es pq no sabía muy bien como subir los caps. A partir de Septiembre actualizaré más regularmente.
Vampy Weasley
Suma Sacerdotisa de la Orden de las Mortifagas
