Capítulo 21. "Una Sorpresa Inesperada"

¡ZAS! La taza que Hermione tenía en las manos cayó al suelo y se hizo añicos, al mismo tiempo que Ron se ahogaba con un pequeño sorbo de té y Harry escupía el trago que acababa de tomar.

– ¿Qué dijiste? – inquirió Harry seguro de que no había escuchado bien.

– ¿Qué pensarías si yo te dijera que podemos traer a Sirius de vuelta? – repitió con calma.

– Bueno . . . – comenzó Harry con una ligera sonrisa de nerviosismo –. Pensaría que estás loca, eso es imposible.

– No Harry – lo contradijo con firmeza –. Es poco probable, mas no imposible.

– ¡¿Se supone que esto debe ser gracioso?! – estalló furioso y poniéndose en pie. No iba a permitir que Ékuva jugara con un asunto tan delicado –. ¿Acaso es una broma?

– Tranquilízate y escucha . . .

– ¡Que me tranquilice! ¡¿Cómo quieres que me tranquilice?! ¡No sabes lo que dices!

– ¡Ya basta! – exclamó Ékuva levantándose de su silla –. ¡Vas a oír lo que tengo que decirte así que siéntate!

Harry no se movió y por primera vez desde que la conocía, fulminó a Ékuva con la mirada.

– ¡No hagas que te obligue! – gritó la joven perdiendo la paciencia y apuntándolo con su varita.

– Harry por favor – suplicó Hermione con una nota de terror en la voz.

No teniendo más remedio, volvió a su silla arrastrando los pies. Ékuva también se sentó y bebió un poco más de té.

– Ékuva, no es por contrariarte ni nada por el estilo – comenzó Hermione –, pero hasta donde yo sé, nadie puede volver de la muerte.

– Eso es verdad, pero . . .

– Entonces, ¿por qué haces preguntas tontas? – interrumpió Harry no pudiendo contenerse.

– ¿Vas a escuchar esto por voluntad propia o prefieres que te silencie? – espetó la joven volviendo a levantar su varita.

Por toda contestación, Harry se recargó en su silla cruzado de brazos, viéndola fijamente a los ojos y procurando no parpadear.

– Bien – murmuró Ékuva –, como te iba diciendo Hermione, es verdad que nadie puede volver de la muerte, pero cabe la posibilidad de que Sirius no esté muerto.

– ¿Qué quieres decir? – terció Ron con interés, aunque se le veía muy pálido. Evidentemente estaba nervioso por las circunstancias de la situación –. Él atravesó el velo de la muerte.

– Exacto – concordó Ékuva –, él traspasó el velo que separa nuestro mundo del Reino de los Muertos, pero lo hizo junto con su cuerpo, no hubo desprendimiento de alma ni nada parecido.

Hizo una breve pausa para medir el impacto de sus palabras. Parecía que Hermione era la única que la entendía, porque al instante replicó:

– Entonces, ¿él no está . . .

– ¿Muerto? – complementó Ékuva –. No. Solamente está atrapado en el mundo de los muertos, pero aún no forma parte de él.

– Pero volvemos a lo mismo – repuso Hermione con tono cansino –: Nadie puede volver de la muerte.

– Dumbledore me lo confirmó una vez – informó Harry ya más calmado –, cuando salí de la última prueba del Torneo de los tres magos, hace dos años.

Ékuva se levantó y se dirigió a la ventana que estaba detrás de su escritorio y contempló el amplio paisaje. Después susurró lentamente:

– Hay una forma . . .

– ¿Qué? – inquirió Harry.

Ékuva giró sobre sus pies para poder verlos de frente.

– Hay una forma – repitió mientras los miraba significativamente –. Sí podemos sacar a Sirius de ahí.

Inmediatamente volvió a su silla y se dispuso a explicarles:

– Yo también creía que no se podía volver del Mundo de los Muertos, pero algo me hizo dudar, así que desde que llegué a este colegio me he dedicado a investigar sobre el tema. Al principio no descubrí nada, y para ser franca, comenzaba a perder las esperanzas, y entonces pasó: encontré lo que buscaba.

– ¿Y qué es eso? – preguntó Ron ansioso.

– Lo primero que descubrí es que las personas que cruzan el velo que se encuentra en la Cámara de la Muerte, ubicada en el Departamento de Misterios del Ministerio de Magia, no van al mundo de los muertos, sino que se quedan atrapados en un punto entre este mundo y el otro. Es lo que se conoce como Limbo.

Después de haber encontrado esa información, recordé un dato importante que una vez incluí en un trabajo escolar sobre magia antigua. En ese tipo de magia clasifica un ritual capaz de abrir un portal entre nuestro mundo y el Limbo.

En aquel entonces yo no contaba con lo necesario para llevar a cabo ese ritual, pero ahora es diferente y . . .

– ¿Y por qué querrías hacer eso? – interrumpió Harry bruscamente.

– ¿Disculpa? – repuso Ékuva un poco sorprendida por la pregunta.

– ¿Por qué querrías ayudarnos a traer a Sirius de vuelta? – cuestionó Harry parsimoniosamente –. ¿Qué beneficio obtienes tú de todo esto?

– Digamos que Sirius fue alguien muy importante para una persona muy cercana a mí – contestó con calma.

Todos se quedaron un momento en silencio, asimilando lo que acababa de ocurrir y pensando que la persona de la que Ékuva hablaba era Anya, su madre. Harry fue quien habló primero:

– ¿De verdad crees que es posible que traigamos a Sirius de vuelta?

– Sí Harry – respondió Ékuva lentamente –, pero voy a necesitar de su ayuda.

– No hay problema – dijo Harry prontamente –, haremos cualquier cosa.

Ron y Hermione asintieron con firmeza.

– Muy bien – susurró la joven –, entonces los veré esta noche en la entrada principal del castillo, a las once y media. Creo que la capa invisible les será útil.

– ¿Vamos a salir del colegio? – inquirió Hermione un poco temerosa.

– El ritual debe llevarse a cabo en un punto específico – contestó Ékuva –, y ese punto está ubicado dentro del Bosque Prohibido.

Hermione ahogó un grito y luego dijo:

– Entonces vamos a entrar a . . .

– ¡Hermione! – la reprendió Harry –, ya hemos entrado ahí muchas veces, además es por Sirius.

– Ya lo sé – se defendió –, pero será en plena noche, y no es por ofenderte Ékuva, pero eres muy joven y no creo que nosotros tengamos la experiencia suficiente como para enfrentarnos a lo que pueda haber dentro del bosque.

– ¿Y qué quieres que haga? – preguntó la muchacha –, ¿quieres que le pida a algún profesor que nos acompañe?

– Pues sí – admitió Hermione –, creo que así estaríamos más seguros.

– El asunto es que esto no lo debe saber nadie – repuso Ékuva con calma –. Si alguien se entera de lo que planeamos hacer, jamás nos lo permitiría. Es algo muy arriesgado.

– ¿Qué tal si se lo pedimos a Remus Lupin? – sugirió Ron pensativo.

– Ya lo había pensado – contestó la joven –, pero él nunca me permitiría arriesgar sus vidas de tal manera.

– ¡Oh vamos Hermione! – exclamó Harry –, no tendrás miedo, ¿o sí?

– Por supuesto que no – contestó con aire ofendido –, pero Ékuva ya lo dijo: es muy arriesgado.

– No tiene que serlo – terció Ron súbitamente – porque sí hay alguien que estaría dispuesto a acompañarnos.

Todos lo miraron intrigados. Harry fue el que hizo la pregunta:

– ¿Quién?

– Snape – respondió conteniendo la emoción.

– ¿Snape? – repitió Harry sin comprender –. No lo creo, él jamás aceptaría hacer algo para ayudarnos, y mucho menos si se entera que es para beneficio de Sirius.

– Tienes razón – concordó el pelirrojo –, él no aceptaría si nosotros se lo pidiéramos, pero si Ékuva se lo pide . . .

– ¿Qué quieres decir? – inquirió Ékuva con una sonrisa de nerviosismo.

– Bueno – comenzó Ron –, tú puedes hacer uso de tus . . . habilidades. Estoy seguro que no se negará.

La joven meditó unos segundos y luego dijo:

– ¿Si Severus nos acompaña te sentirás más tranquila Hermione?

– Sí – afirmó muy segura.

– De acuerdo, se lo preguntaré, pero no puedo garantizarles nada. De todas formas, los espero hoy en la puerta principal a las once y media, ¿está bien?

Los tres asintieron lentamente, muy convencidos de lo que iban a hacer.

– ¡Ah! – exclamó de pronto la joven –, antes de que se me olvide, Harry, tengo entendido que tienes una Onimac, ¿es verdad?

El muchacho movió la cabeza afirmativamente.

– También llévala, nos será de gran ayuda. Y ya no les quito más de su tiempo. Nos vemos en la noche.

Los tres muchachos se levantaron y salieron del despacho, muy emocionados.

– ¿Creen que sea conveniente que se lo digamos a Joey? – inquirió Ron después de un rato.

– Ékuva dijo que nadie debía saberlo – respondió Harry –. Es mejor que le hagamos caso.

Todo aquello era tan increíble, que Harry prefería no estropear lo que probablemente sería su única oportunidad de ver a Sirius una vez más. No se lo diría a nadie. Seguiría todas las indicaciones al pie de la letra, y no le importaba que la vida se le fuera en ello.

Una vez más ese extraño sentimiento hacia Ékuva afloró dentro de él. Algo en su interior le decía que ella no estaba mintiendo.

Después de muchos meses de tristeza, Harry por fin veía un poco de luz. Sentía la llameante flama de la emoción invadirlo completamente. Iban a lograrlo, estaba seguro de que juntos podrían rescatar a Sirius y sacarlo de aquel lugar que lo aprisionaba.

En ese momento Harry sonrió plenamente, sintiendo una felicidad que no había sentido desde hacía ya mucho tiempo. Nada ni nadie le impediría alcanzar su meta. Volvería a ver a Sirius, estaba seguro de ello.