Disclaimer: Si los personajes me pertenecieran yo sería Rowling, pero como no soy ni rubia, ni inglesa, ni rica... Pues eso, que hago todo esto por puro entretenimiento, y el © de Harry Potter & Cía. Pertenecen a J. K. Rowling, Warner Bros, etc. (y Merlín sabe a quién más), no a mí. Por supuesto el resto de personajes y la historia son míos.

Repuesta a los Reviews:

Gandulfo: Mmmm, sé que me repito, pero: ¡gracias por leer!

Elizabeth Black: Vaya, (vampy se sonroja)¡muchas gracias! No estoy segura, pero puede que no pudieras dejar review porque tenía los anónimos desactivados y no tenía la menor idea En este cap sabrás lo que dice la inscripción - Me alegro de que te haya gustado, pero os pido paciencia con las actualizaciones. De nuevo, muchas gracias y espero verte por aquí.

Claudia: ¡Muchas gracias por leer! Respecto a lo de las actualizaciones... Soy nueva en la página y no tenía muy claro como tenía que subir los capis. En cuanto le pillé el truco subí los caps 3 4 y 5 de golpe, que eran los que tenía escritos hasta ahora. No puedo decirte cada cuanto actualizaré, porque estoy escribiendo cuatro fics más aparte de éste (reclamaciones a la traidora de mi musa ).Lo que me comentabas sobre Harry: tienes toda la razón. Pero date cuenta de que está en Grimmauld Place, un lugar que le trae muchos recuerdos de Sirius y necesita distraerse. Además, si intentara evitarlos conseguiría el efecto contrario, todos se pasarían el día preocupados por él, preguntándole como se siente y forzándole a hablar sobre la muerte de Sirius. En Hogwarts verás un Harry diferente. Espero haber aclarado tu duda y ver más reviews tuyos por aquí -

Nelly Esp: Gracias por leer! has hecho unas cuantas predicciones, ALGUNAS BASTANTE ACERTADAS... Ahí van las respuestas: si pero no, tres son que si y dos que no, pero no van en orden XDDD tendrás que seguir leyendo jejeje. Inevitablemente tengo que preguntarte algo, pq por una de las cosas q dices creo que me has pillado : has descubierto lo que significan los "sueños" de las puertas?

Lladruc: hola! Me alegro de que te haya gustado. La respuesta a tu pregunta está en este capi - Gracias por leer. Nos vemos!

6

Vuelta a Hogwarts

Cuando llegó a Grimmauld Place, Deirdre leyó el pergamino y el cuartel general de la Orden del Fénix apareció ante sus ojos.

Desde luego Albus era increíble: siempre lo sabía todo.

Mientras sobrevolaba Worcester, una bola de fuego surgió ante sus ojos. Era Fawkes, con una nota de Dumbledore indicándole a que parte de Londres debía ir.

Ella no había avisado a Albus de que se dirigía allí, y el inteligente fénix la había encontrado a pesar de que tanto Algol como ella llevaban un encantamiento desilusionador.

Abrió la puerta y entró al amplio vestíbulo. La casa estaba completamente en silencio, y el ruido de los cascos de Algol producía un sonoro eco.

Se dio cuenta de que apenas eran las siete de la mañana, de modo que Dumbledore estaría durmiendo.

—Lumos flamae.

Con un débil silbido, las anticuadas lámparas de gas se encendieron, y Deirdre pudo ver un sinfín de retratos en las paredes, cuyos habitantes dormitaban tranquilamente.

Le llamó la atención uno en concreto, donde una anciana de largo pelo negro con alguna que otra cana dormía con la barbilla apoyada en el pecho, y de vez en cuando emitía un ruidillo, que no sabía si clasificar como un relincho o un ronquido.

Estaba preguntándose a donde debía dirigirse cuando una voz masculina la hizo sobresaltarse.

— ¿Deirdre? ¿Eres tú?

Dumbledore, con un camisón y un simpático gorrito de dormir, escudriñaba el vestíbulo desde el umbral de una puerta.

Rápidamente se aplicó el encantamiento ilusionador y corrió a abrazar al anciano, que la esperaba con los brazos abiertos.

—Pasa, querida, antes de que se despierten los retratos.

Dumbledore volvió a abrazar a Deirdre, y después se quedó mirándola unos instantes.

—Estás preciosa, querida. Te pareces tanto a tu madre... los mismos ojos, la misma carita dulce...—dijo mientras le pellizcaba un moflete.

—Y tú estás igual que siempre... No pasan los años por ti.

Un ruido de cascos hizo que Dumbledore girase la cabeza.

— ¡Oh! No me digas que has traído esa mala bestia... ¿No podías simplemente aparecerte?

—Por supuesto que lo he traído: Algol va conmigo a todas partes. Y sabes que odio aparecerme, creo que a única vez que lo hice bien fue el día del examen para conseguir el carnet, y escindirse no es muy agradable, ¿sabes? —respondió ella malhumorada.

Dumbledore rió.

—Vale, vale. Veo que has heredado el carácter de tu padre...Y me atrevería a decir que también su temeridad, porque cualquier día vas a matarte montando a ese bicho. Aún me duelen las cuatro costillas que me rompió de una coz...

—Y fue culpa tuya. Algol es encantador, pero sabes que no permite que lo monte nadie más que yo...

—De acuerdo, de acuerdo. ¿Qué te parece si tomamos un chocolate caliente y me cuentas para que has venido? Porque no creo que hayas madrugado tanto sólo para discutir con este pobre viejo...

Con un movimiento de varita aparecieron dos tazas humeantes, y tomaron asiento.

—He descubierto algo. Pasé horas y horas intentando provocar un trance, y al final dio resultado. Y creo que llegué en el momento justo: se rompió el sello de una puerta y apareció esta inscripción—dijo Deirdre sacando el trozo de pergamino del bolsillo de su túnica y entregándoselo a Dumbledore.

El hombre examinó detenidamente el pergamino durante unos instantes.

—No tengo ni idea de lo que significa: estas palabras no existen.

—Eso pensaba yo. Busqué el significado en todos los diccionarios que encontré, y entonces llegó tío Abe y dio con la solución.

Dumbledore frunció el ceño y arrugó la ganchuda nariz al oír esto.

—La cosa era más sencilla de lo que yo pensaba. Sólo es latín escrito en caracteres rúnicos, el texto estaba codificado. Me di cuenta al leerlo en voz alta.

Dumbledore la miró extrañado, y leyó.

Porta, per hanc, invenitur abyssus

—O lo que es lo mismo: "A través de ésta, se encuentra la puerta del infierno"

— ¿Él lo sabe?

—Lo dudo mucho, ya sabes que nunca ha estudiado runas y ni siquiera conoce la fonética de los caracteres. Pero advirtió mi presencia: estaba a punto de abrir la puerta y tuve que detenerle. Y sinceramente, creo que deberías hablar de esto con el chico, y advertirle. Tarde o temprano se enterará, y es mejor que lo sepa por ti. Si lo descubre por su cuenta te odiará por habérselo ocultado, y no podrás reprochárselo, porque yo en su lugar pensaría lo mismo.

Los días pasaron, y poco a poco todos fueron olvidando la muerte de Kreacher.

En realidad no había supuesto una gran pérdida para nadie, puesto que todos sabían de su participación en la muerte de Sirius.

Hermione había ido recuperándose poco a poco del terrible espectáculo que había presenciado, en parte gracias a la modificación de memoria.

En definitiva: la mansión Black había recuperado su rutina.

La noche del treinta y uno de agosto los chicos recibieron una inesperada visita.

Neville y su abuela llegaron a Grimmauld Place a la hora de la cena. Neville saludó efusivamente a todos, especialmente a Harry, que era al que hacía más tiempo que no veía.

Después de cenar, los chicos anunciaron que se iban a jugar con la maqueta de Harry, dejando a los adultos charlando entre ellos.

Harry llegó corriendo con la maqueta a uno de los salones del primer piso, y observó sorprendido que Tonks, Lupin, Arthur, Bill y Charlie se les habían unido.

Despejaron el centro de la habitación y colocaron la diminuta maqueta en el suelo.

—Engorgio—dijo Harry, apuntando la maqueta con la varita hasta que tomó las dimensiones de una mesa de billar.

Hermione anunció que no iba a jugar, sentándose en uno de los sofás con un libro.

Por más que intentaron convencerla no lo consiguieron, de modo que repartieron los equipos de la siguiente manera:

Fred controlaría los dos golpeadores de su equipo, Neville sería el guardián, Charlie el buscador y Lupin, Ginny y Bill los cazadores.

En el otro equipo, George se encargaría de los dos golpeadores, Ron del guardián y Harry, Tonks y Arthur de los cazadores. La snitch no aparecería hasta que hubiese transcurrido media hora del partido, y en ese momento, Harry controlaría también al buscador.

El sistema era parecido al de los futbolines muggles, con la diferencia de que cada uno dirigía su miniatura con la varita. Al cabo de una hora, más o menos, Charlie capturó la snitch y consiguió la victoria, entre los gritos y abucheos de los miembros del equipo contrario.

Entre risas, repararon la figurita de Lupin, (que había perdido una pierna a causa de un golpe de bludger), y Ron comentaba que por suerte para Gryffindor, Harry era mejor buscador en el juego real.

Tonks y Arthur discutían acaloradamente, culpándose mutuamente de haber fallado un tanto facilísimo, mientras el resto no paraba de reír por la vehemencia de los dos adultos.

Finalmente, la señora Weasley llegó para imponer orden.

— ¡Callaos vosotros dos! ¡Sois peores que los niños! ¡A la cama todo el mundo!

Obedientemente, recogieron todo el desorden y fueron desfilando escaleras arriba, hacia las habitaciones.

Harry observó una marca avanzada en las páginas del libro que había estado leyendo Hermione.

— ¿Qué es? Casi lo has terminado.

—Ah, es un tratado lingüístico sobre las runas del alfabeto Futhark. Es la materia que veremos éste curso.

Harry se quedó parado durante un momento. Un fogonazo de un sueño le había llegado de repente, pero también de repente se había ido, como desaparece un puño al abrirse la mano.

Sacudió la cabeza y dio las buenas noches a las chicas.

Ron, Neville y él se dirigieron a la habitación que compartían.

Comenzaron una conversación sobre quidditch, mientras que Ron y Harry hacían los últimos preparativos para la vuelta al colegio, y rebuscaban en todas partes las pertenencias que habían esparcido por la habitación durante el último mes.

Puesto que Neville ya tenía su baúl listo para partir, estaba regando y cortando las hojas muertas de su mimbulus mimbletonia, mientras se reía de Ron porque los Chudley Cannons habían quedado los penúltimos en la liga.

Eran casi las dos de la madrugada cuando dieron por terminada la charla y se fueron a dormir.

Neville roncaba como un león, pero sus ronquidos no eran la razón de que Harry continuase despierto, con los ojos fijos en el techo.

Llevaba un buen rato intentando recordar ese estúpido sueño, porque estaba seguro de que era algo importante.

Había leído en uno de los libros de la biblioteca de los Black, que estos fogonazos ocurrían cuando un estímulo del exterior coincidía con algo relacionado con el sueño, haciendo las pertinentes conexiones mentales.

Y esto ocurrió cuando Hermione habló sobre runas. El sueño tiene algo que ver con runas...

Pasó un par de horas concentrado, con los ojos fuertemente cerrados, hasta que finalmente se quedó dormido.

A la mañana siguiente, la actividad de la habitación le despertó.

Se desperezó, dio los buenos días a Ron y Neville y fue directo a la ducha.

Estaba un poco preocupado: era la segunda vez ese verano que se dormía sin hacer Oclumancia. Por suerte, esta vez no había recibido una "visita" de Voldemort.

El olor a tostadas y bacon le hizo darse cuenta de que estaba hambriento, y, ya aseado y vestido, bajó corriendo a desayunar.

La cocina era un caos total. Molly correteaba de un lado a otro sirviendo cafés, buscando la insignia de prefecto de Ron, la túnica de Ginny y reprendiendo a los gemelos.

Además de los habituales inquilinos de Grimmauld Place, había allí una docena más de personas. Harry reconoció a Kingsley Shackebolt, Elphias Doge y Hestia Jones, que habían ido a buscarle a Privet drive el verano anterior.

También estaban allí Ojoloco, Mundungus, y otros siete magos y brujas que Harry no conocía. Formaban un corrillo, y discutían sobre algo, seguramente sobre una misión.

A las diez y media, todos estaban en el vestíbulo, despidiéndose de Charlie, que volvía a Rumania. Por suerte para Harry y Ron, hacía horas que Percy se había ido a trabajar, de modo que no tendrían que despedirse de él.

Arthur ordenó al grupo de brujas y magos que fueran ocupando sus puestos y se acercó a los chicos.

—Bien, iréis a King´s Cross mediante un traslador. Lupin, Alastor y Bill irán con vosotros, ¿de acuerdo? Tonks y yo iremos con Crookshanks, Hedwig y Pig en coche.

Los gemelos se ocuparán de los baúles. En marcha.

Molly abrazó y besó de nuevo a todos los chicos, diciéndoles que estudiaran mucho y no se metieran en problemas. Al decir esto último miró fijamente a Ron y Harry, que asintieron poniendo cara de niños buenos.

—Vamos, mamá, déjales o llegaremos tarde—dijo Bill mirando su reloj.

Después de otra tanda de achuchones y abrazos Molly permitió que los chicos se acercaran a Lupin y cogiesen el zapato que serviría como traslador.

— ¿Listos?—preguntó Remus—Portus.

Todos notaron la ya familiar sensación de un gancho tirando de sus ombligos, y segundos más tarde estaban en el andén 9 y ¾.

El andén era un hervidero de gente. Además de los alumnos, estaba plagado de adultos, que iban y venían con aspecto nervioso.

Una mujer de largos rizos pelirrojos se acercó a Remus.

—Hola—dijo, guiñándoles un ojo a los chicos.

— ¿Deirdre? ¡No sabes cuánto me alegro de verte!—respondió Remus, abrazándola.

—Y yo. ¿Ha pasado mucho tiempo, verdad? ¿Tienes un minuto?

—Claro. Chicos, id subiendo al tren, ahora mismo voy.

Harry emitió un ligero bufido. Recordaba ese nombre: el día en que habían herido a Snape, Dumbledore y Remus habían hablado sobre esa mujer, que al parecer estaba haciendo algún tipo de trabajo para la Orden.

Con un deje de fastidio caminó lo más lentamente que pudo, para ver si conseguía captar algo de la conversación. Pero su intento se vio frustrado por el alegre parloteo de los gemelos, que acababan de aparecerse con el equipaje.

—Vamos, Harry. Tenéis que subir al tren, no es prudente que permanezcáis aquí—dijo George—Os ayudamos a buscar un vagón libre.

Harry aceptó de mala gana y siguió a los demás hacia el interior del tren.

—Ronald, ¡Ronald!—Luna Lovegood les llamaba asomando la cabeza desde uno de los compartimentos—Venid, os he guardado sitio.

Un hombre con un pergamino y una pluma detuvo a Ron, que iba en cabeza, para preguntarle algo.

— ¿Qué demonios pasa? ¿Qué hace ese tipo?—preguntó Harry extrañado.

Fred y George intercambiaron miradas, y después ambos asintieron.

—Verás, Harry—susurró George—Son aurores, están tomando nota de todas las personas que van en el tren.

—Fudge los ha enviado porque hay sospechas de un ataque—añadió Fred entre dientes.

— ¡¿Qué?!

—Tranquilo, viajarán con vosotros dos aurores y varios miembros de la Orden, no va a pasar nada. Pero tened los ojos bien abiertos.

El silbido de la máquina indicó que el tren estaba a punto de partir, y, después de dar su nombre al auror y que éste examinase sus varitas, entraron al compartimento.

Los gemelos tuvieron el tiempo justo de despedirse y salir corriendo antes de que el tren emprendiera la marcha.

Ron y Hermione se fueron al vagón de los prefectos. Durante su ausencia, Harry estuvo enfrascado en sus pensamientos.

Asentía automáticamente, fingiendo que escuchaba la disertación de Luna sobre los céfiros que supuestamente había adquirido Fudge para su protección personal, mientras Neville la miraba con ojos de cordero degollado.

Por su parte, Ginny, centraba toda su atención en aguantar la risa.

La reunión de prefectos se alargó más de lo normal, y Ron y Hermione no volvieron hasta la hora de comer.

El resto la tarde lo pasaron jugando al snap explosivo, aunque Harry no podía apartar la vista del libro que Hermione estaba leyendo: "Las Runas Futhark"

Una y otra vez intentaba recordar el sueño, pero parecía imposible. Empezaba a dolerle la cabeza. Las sienes le latían dolorosamente, y la cicatriz comenzaba a a darle pinchazos.

Con un movimiento brusco, el tren se detuvo.

Pasaron tres largos minutos de total incertidumbre, y a continuación Lupin irrumpió en el vagón.

—¿Estáis todos bien?

—Si, ¿qué ha pasado?—preguntó Hermione.

—Nada, un obstáculo en los raíles.

Harry no terminaba de creérselo, debido a la confesión de los gemelos y a la extrema palidez del rostro de Remus. Lo que ocurrió a continuación aumentó aún más sus sospechas.

— ¿Están todos bien?—preguntó una acalorada Deirdre, que había abierto de golpe la puerta del vagón.

—Si, si. Todo está bien—respondió Remus más tranquilo.

Los dos adultos intercambiaron una críptica mirada.

—Id bajando, ya estamos en Hogsmeade.

—Remus... ¿crees que los carruajes...? Algol está escondido, yo podría...

—No, Deirdre. Eso llamaría más la atención. Ya sabes quién es el encargado de vigilar durante el trayecto a Hogwarts.

Los chicos cambiaban la vista de Deirdre a Remus, como en un partido de tenis, para intentar comprender de qué demonios hablaban.

La mujer resopló enfadada.

—No me fío. Así que yo voy a vigilarle a él—dijo bruscamente, antes de salir del vagón.

Cuando salieron del tren, cientos de carruajes tirados por thestrals les aguardaban.

De hecho había muchos más que otros años, y Harry se dio cuenta de que Hagrid hacía subir rápidamente a los de primer año a los carruajes, en vez de llevarlos hacia el embarcadero para la tradicional travesía por el lago.

En cuanto los carruajes estaban llenos, los thestrals salían disparados y recorrían el serpenteante camino que llevaba a Hogwarts a una velocidad endiablada.

Antes de que pudiera abrir la boca para preguntar que pasaba, Remus les empujaba para que subieran a uno de los carruajes.

Hedwig y Pig ululaban nerviosas dentro de sus jaulas, y Hermione tuvo serios problemas para sujetar a Crookshanks, que intentaba arañar a un cuervo que revoloteaba sobre el carruaje.

Remus cerró la portezuela de golpe, los ocupantes fueron impelidos por la velocidad y cayeron unos encima de otros, en un pandemonium de plumas, bufidos y gritos.

—Alguien me está clavando el codo en el estómago... —farfulló Ron.

—Lo siento...

— ¡Ay! Cuidado con la jaula.

En cuanto se impuso el orden dentro del carruaje y cada uno ocupó su sitio, Harry vio una figura moverse a través de la ventanilla.

Escudriñó atentamente para ver que era, pero un potente graznido centró la atención de todos en la otra ventanilla.

Crookshanks se lanzó contra el cristal, con el pelo del lomo erizado, intentando atrapar al cuervo que volaba junto al carruaje. No había forma de tranquilizar al gato, de modo que Hermione tuvo que encerrarlo en su cesta para que no diera más problemas.

— ¿Qué hace ese bicho?—preguntó Neville.

Hacía un rato que Harry había comenzado a atar cabos. El dolor de la cicatriz, la súbita parada del tren... Sin duda Voldemort tenía algo que ver.

Pero había algo que le interesaba más que el ataque de Voldemort.

Aquella mujer, Deirdre. Sus ojos, de un verde azulado le resultaban vagamente familiares, y también su voz.

—Creo que nos vigila—susurró Hermione— ¿No oíste lo que dijo Lupin? Se supone que alguien debía vigilar algo, y creo que ese cuervo nos vigila.

Harry estaba a punto de decir algo, pero en cuanto cruzaron los pilares de piedra coronados con sendos cerdos alados que había a ambos lados de la verja del colegio, todos adoptaron una expresión confundida.

— ¿De qué estábamos hablando?—preguntó Ginny.

—No se...—respondió Harry, pensativo.

— ¿Quién será el nuevo profesor de defensa?

Continuaron charlando alegremente. No recordaban la mayor parte de lo sucedido ese día.

Por fin llegaron frente a la escalinata de piedra y se unieron a la muchedumbre de estudiantes para entrar en el castillo.

Un cuervo de lustroso plumaje negro emitió un sonoro graznido y atravesó la puerta que conducía al vestíbulo.

Una vez en el Gran comedor, los alumnos fueron poco a poco ocupando sus sitios en las respectivas mesas.

Luna se separó de ellos al llegar a la mesa de Ravenclaw. Harry, Ron, Hermione y Neville ocuparon cuatro asientos libres en la mesa de Gryffindor, y Ginny fue a sentarse en la otra punta de la mesa, junto a Dean Thomas y Seamus Finnigan.

Ron, la miró con los ojos entrecerrados y murmuró algo, malhumorado.

El Gran Comedor estaba sumido en el acostumbrado griterío, con alumnos saludándose y charlando animadamente.

Harry dirigió una mirada a la Mesa Alta y rápidamente la apartó, al encontrarse con los penetrantes ojos celestes del director.

—Faltan dos profesores—observó Hermione—Snape y el nuevo.

—Tal vez le haya reventado un caldero y no pueda dar clase—dijo Ron con ojos soñadores, claramente refiriéndose a Snape.

Harry y Neville soltaron una risita, y Hermione no tuvo tiempo de decir ni una palabra, porque McGonagall había entrado en el Comedor seguida de los alumnos de primero.

Mientras la jefa de Gryffindor colocaba el taburete y el Sombrero Seleccionador frente a la mesa de los profesores, dos personas ocuparon su asiento en la Mesa Alta.

Uno de ellos era Snape. El otro era un hombre alto, atlético y de porte distinguido. Vestía una túnica negra, muy y elegante y seguramente muy cara.

El pelo, negro con destellos azules, le llegaba por encima de los hombros.

El corazón le dio un vuelco. Por un momento pensó que se trataba de Sirius.

Después, se fijo mejor y en realidad no se parecía mucho a su padrino.

Comprobó que no sólo a él le había impresionado la llegada del nuevo profesor. Su aparición había provocado muchos murmullos y cuchicheos, sobre todo por parte de las chicas.

McGonagall pidió silencio. Entonces el Sombrero se movió. Una rasgadura cerca del borde, ancha como una boca, se abrió y éste comenzó la tradicional canción de principio de curso.

Nota:

Perdón por el retraso, pero me fui de vacaciones y no encontré ningún cyber para subir el cap.

¬¬ ya sé que éste capítulo es una porquería, pero en fin... no me apetecía mucho escribir el regreso a Hogwarts, me lo salté y me puse con el cap 7. Pero como obviamente tenía que escribir el 6... Pues "esto" es lo que ha salido.

Supongo que ya sabéis quienes son Deirdre, Abe & Cia.

Ya sabéis, preguntas, tomatazos, howlers, dudas, maldiciones imperdonables (Avadas no, por favor): REVIEW!

Besitos.

VampyWeasley

Suma Sacerdotisa de la Orden de las Mortifagas