Capítulo 25. "La Confesión"
Harry se quedó atónito ante tal confesión. Él no estaba esperando esa respuesta.
– Eso es imposible – dijo cuando se hubo sobrepuesto a la sorpresa recibida –. Mis padres no tuvieron más hijos, fui el único.
– Ella no es tu hermana – aclaró Sirius –, sino la hermana de tu padre.
– ¿Qué?
– Así es Harry – confirmó la joven –. La muchacha que viste en el pensadero era yo, antes de convertirme en esto.
Harry se dejó caer sobre el suelo, totalmente anonadado. Era demasiada información y le costaba trabajo asimilarla.
– ¿A qué te refieres con convertirme en esto ? – inquirió Hermione.
– A que yo no soy un ente viviente.
– ¿Qué quieres decir? – ahora Ron era quien estaba confundido.
– Soy un ser nocturno. Una vampiresa, para ser precisa.
Aquella respuesta provocó que un inquietante silencio los envolviera a todos.
– Eso no puede ser verdad – contradijo Hermione –. Te hemos visto muchas veces bajo el sol¿qué no se supone que eso destruye a los vampiros?
– En efecto – corroboró la muchacha –. El sol me destruiría, de no ser porque siempre traigo puesta esta capa, tiene un hechizo especial para que los rayos solares reboten y no me afecten.
– Pero si eres la tía de Harry¿en dónde has estado todos estos años? – inquirió Ron inquieto.
– Más cerca de lo que se imaginan – respondió Anya –. Siempre he estado muy al pendiente de mi sobrino.
– ¿Entonces por qué nunca supe de ti? – preguntó Harry furioso, al tiempo que se ponía en pie –. ¿Por qué tú no te hiciste cargo de mí¿Por qué me abandonaste?
– Harry no me condenes antes de juzgarme – pidió la joven desesperada –. Las cosas no son como parecen. Sirius tiene razón: es momento de que sepas la verdad – se volvió hacia los demás y agregó –. Será una historia larga, es mejor que se sienten.
Cuando todos estuvieron sentados, la muchacha empezó con su relato:
– Todo comenzó hace quince años, en el día de Halloween. Yo había ido a casa de Lily y James para tratar algo muy delicado: su asistencia a mi boda. Como pudiste ver en el pensadero Harry, Sirius y yo éramos novios y habíamos decidido casarnos. La fecha para la boda era el primero de Noviembre, justo el día siguiente al Halloween.
Hice todo lo posible para convencer a James de que no fuera a la boda, en serio que lo hice, pero tu padre era tan terco Harry – una ligera sonrisa de nostalgia se dibujó en su rostro –, creo que es un mal de familia. Todos los Potter somos muy necios y mi hermano no era la excepción. Él dijo que ningún mago endemoniado le impediría asistir a la boda de su única hermana y su mejor amigo.
Como me di cuenta de que jamás podría persuadirlo, decidí desistir e irme. Salí por la puerta trasera, como lo hacía siempre desde que Voldemort se había propuesto terminar con tus padres, así no levantábamos sospechas ni le dábamos pistas. Me alejé de ahí lentamente. Recuerdo que era una noche despejada y sin luna. Por eso me resultó extraño ver mi sombra reflejada en el suelo. Cuando giré para buscar la fuente de luz que provocaba esas sombras, vi que la casa de tus padres se incendiaba.
Regresé al instante y entré por atrás. Llamé a gritos a James y Lily, pero ninguno contestó. Después pensé que lo más probable era que estuvieran en la parte delantera de la casa, a salvo, pero cuando me disponía a salir, te oí llorar Harry.
Volví inmediatamente sobre mis pasos y corrí hacia la escalera, y ahí vi . . . – se detuvo unos cuantos segundos, buscando las fuerzas necesarias para seguir –, ahí vi a mi hermano – unas lágrimas silenciosas brotaron de sus ojos y su voz se cortó –. Estaba muerto. ¡Muerto¡Y yo no pude hacer nada para impedirlo! – se cubrió el rostro con las manos y lloró abiertamente.
Harry sintió un fuerte dolor en el pecho y los ojos se le humedecieron. Tenía un nudo en la garganta y le era difícil tragar saliva. Navs y Janis se acercaron a Anya y la abrazaron fuertemente.
– Tranquila, ya pasó – susurró Janis.
– Pero yo pude haberlo impedido – sollozó –, si tan solo me hubiera quedado un poco más de tiempo . . .
– Ya no vale la pena que te lamentes ahora – dijo Navs.
– Lo quería tanto¿por qué tuvo que ser así?
Siguió llorando unos minutos más. Era como si quisiera vaciarse de toda lágrima existente en su cuerpo. Cuando comenzó a tranquilizarse, Navs le preguntó:
– ¿Quieres que nosotras contemos el resto de la historia?
– No – respondió Anya –. Yo la quiero contar, sólo denme unos segundos.
Respiró unas profundas bocanadas de aire y después continuó:
– Dejé su cuerpo inerte ahí y subí las escaleras. Mi prioridad era salvarte a ti Harry, después regresaría por él.
La puerta de tu habitación estaba abierta y cuando entré lo primero que vi fue a Lily en el suelo, en medio de la habitación. También estaba muerta – las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos, pero esta vez no detuvo el relato –. Tú estabas en la cuna, llorando. Sabía que había sido Voldemort, y la cicatriz de tu frente me hizo concluir que él había intentado matarte también, pero de alguna forma algo le salió mal. Te cubrí con mi capa y te tomé en brazos. Intenté regresar sobre mis pasos, pero ya era imposible. Rompí una ventana y salí por ahí. Me alejé un poco para ponerte a salvo, y cuando me disponía a regresar, la casa se derrumbó completamente, impidiéndome sacar los cuerpos sin vida de tus padres.
Paró unos instantes, respirando profundamente. Tenía los ojos enrojecidos por tanto llorar.
– Y fue en ese momento cuando cometí el mayor error de mi vida – el tono de su voz cambió drásticamente, ahora estaba impregnada de odio.
– ¿Qué hiciste? – preguntó Ron.
– Quise vengarme – respondió amargamente –. Quería encontrar al desgraciado que me había quitado todo lo que yo amaba y matarlo con mis propias manos.
Así que me fui de ahí y te llevé conmigo Harry. Había un bosque cerca de la casa de tus padres, y pensé que ese era el escondite perfecto para un fugitivo. Sin dudarlo ni un momento me adentré en él, dejándome llevar por el odio y la sed de venganza.
Después de un tiempo de estar caminando vislumbré una luz entre los árboles, posiblemente de una fogata. Pensé que lo mejor sería ir yo sola, así que te oculté en unos matorrales y después me dirigí al punto de donde provenía la luz, con mi varita en alto, lista para atacar. Pero cómo iba yo a saber que ni siquiera mi varita me iba a proteger de lo que estaba a punto de encontrar.
– No encontraste a Voldemort¿o sí? – preguntó Sirius.
– No, aunque a veces pienso que hubiera sido mejor encontrarlo a él – dijo en tono reflexivo –. Con quien me topé fue con un vasallo de Voldemort; uno con una característica muy singular: un vampiro.
Antes de que yo pudiera reaccionarél ya se había percatado de mi presencia y me atacó, sin que yo pudiera hacer algo para impedirlo. Me golpeó fuertemente en la cabeza y no recuerdo más. Cuando despertéél ya se había ido y el fuego se había consumido. No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente, y tampoco sabía qué era lo que había pasado, pero de lo que estaba segura, era de que yo ya no era la misma. La claridad con la que veía las cosas a pesar de estar en medio de la noche me confirmó lo que sospechabaél me había transformado en un ser nocturno.
En ese momento recordé que yo no había ido sola al bosque, así que regresé lo más pronto que pude al lugar en donde te había escondido Harry, temiendo lo peor, pero gracias al cielo estabas bien.
Cuando te tomé en mis brazos una vez más, me di cuenta de que yo ya no podría hacerme cargo de ti. Bajo mi nueva condición yo representaba un peligro constante para ti, porque sabía que en cuanto tuviera hambre, no sería capaz de controlarme, y eso era algo que yo no me podía permitir.
Así que regresé al lugar en donde estaba la casa de Lily y James, y me llevé una gran sorpresa al encontrarme a Hagrid ahí. Había sacado los cuerpos de tus padres de entre los escombros y supongo que te buscaba a ti también. Cuando se percató de mi presencia, corrió hacia mí, con los ojos llenos de lágrimas. Estaba devastado, no podía creer lo que había pasado.
Cuando se tranquilizó le expliqué qué era lo que había sucedido y cuando terminé te entregué a Hagrid, segura de que él podría ayudarte. Le hice jurar que nunca le contaría a nadie que me había visto aquella noche, y hasta el día de hoyél ha cumplido con el juramento.
Me fui de ahí pensando que tal vez mis amigas podrían ayudarme, pero cuando fui a buscarlas me enteré de que una de ellas estaba cumpliendo con la tradición familiar, y la otra estaba en San Mungo, muriendo. Fui a visitar a la segunda, y después de hacerle un favor, ella se comprometió a ayudarme en todo lo que pudiera, y lo ha hecho hasta ahora.
Dos días después del asesinato de tus padres me enteré de que Sirius había sido enviado a Azkaban, acusado de haber ayudado a Voldemort en su delito. Eso era algo que yo no iba a permitir, puesto que yo sabía que el guardián secreto no era Sirius, sino Peter Pettigrew.
– Espera un momento – interrumpió Sirius –¿tú sabías que Peter era el guardián?
– Sí.
– Pero si yo nunca te lo dije¿cómo es que tú conocías esa información?
– Eso cariño, se debe a que James era incapaz de guardarle un secreto a su hermana. Él me lo contó desde que la idea cruzó sus mentes y me lo confirmó una vez que lo hubieron hecho.
Ilusamente pensé que en el Ministerio me escucharían y corregirían su error, pero en el mismo momento en que entré ahí, un grupo de aurores me atacó y en instantes me encontré rumbo a Azkaban.
– Pero ¿por qué? – preguntó Harry sin comprender.
– En aquel entonces Barty Crouch era director del Departamento de Seguridad Mágica y pensó que si yo estaba a punto de casarme con Sirius, entonces debía de estar al tanto de sus planes malévolos , y no sólo eso, sino que concluyó que yo estaba de acuerdo conque mataran a mi hermano.
– ¿Pero cómo es posible que a alguien se le ocurriera semejante estupidez? – replicó Harry molesto.
– No lo sé – contestó Anya encogiéndose de hombros –, aunque supongo que con una mente tan retorcida como la de Crouch, es bastante fácil deducir ese tipo de cosas. Además contaba con testigos que aseguraban haberme visto entrar a la casa de tus padres y permanecer ahí unos minutos, después vieron que alguien encapuchado entraba a la casa, y finalmente cuando todo estaba envuelto por las llamas, me vieron salir por una ventana, con una criatura envuelta en una capa negra en los brazos. Los que vieron esa escena creyeron que yo estaba ayudando a Voldemort a escapar.
De cualquier forma, Crouch ordenó que se me llevara a Azkaban, sin ningún juicio previo. Pero no les iba a ser tan fácil. Yo ya estaba segura de que el Ministerio nunca me escucharía, así que usé mis nuevas habilidades como vampiresa y logré escapar antes de que me llevaran a Azkaban.
En ese momento descubrí que si quería demostrar nuestra inocencia, tendría que encontrar a Voldemort primero. Y ahí fue donde comenzó mi viaje. Me fui del país y me dediqué a buscarlo por todos los rincones del mundo.
Esa fue mi vida durante mucho tiempo: buscaba por todas partes y volvía cada 31 de Julio para hacerte una pequeña visita Harry, después regresaba a mi búsqueda. Debo admitir que en un principio fue muy difícil, ya que no debía olvidar que el Ministerio de Magia estaba tras de mí, pero después de algunos años dejaron de perseguirme. Supongo que estaban cansados, además, si hubieran continuado buscándome hubieran perdido el tiempo, puesto que ellos ya no perseguían a una jovencita como yo, sino a una mujer diferente.
– ¿Y por qué decidiste volver? – inquirió Hermione.
– Porque después de casi catorce años de estar buscando, pasó algo que yo no tenía planeado: me encontré con un viejo amigo.
– ¿Con quién? – preguntó Ron ansioso.
– Con Hagrid – respondió la joven con calma –. Todo sucedió en una taberna de Minsk, cerca de la frontera polaca. Yo había ido ahí para refrescarme y descansar un poco de mi viaje, y he de confesar que me llevé una tremenda sorpresa cuando vi a Hagrid entrar al lugar.
Pensé en irme antes de que él me viera, pero para ser sincera, quería saber cómo estabas Harry, cómo era tu vida en Hogwarts, así que me acerqué y lo saludé. Se puso muy contento cuando me vio. No estaba solo, iba acompañado de una mujer que me presentó como Madame Maxime.
Nos sentamos a la misma mesa, y fue ahí cuando Hagrid comenzó a contarme todas las cosas que ustedes tres habían hecho desde que llegaron al colegio. También me dijo que Voldemort había regresado, y que la Orden del Fénix había sido convocada nuevamente, con más miembros que la primera vez. De hecho me confesó que en esos momentosél y su compañera se encontraban en medio de una misión secreta que Dumbledore les había asignado.
No me reveló qué era eso que debían hacer, pero yo lo intuía, dada la naturaleza de ambos. De cualquier forma, pensé que ese era el momento indicado para regresar, así que fui a ver a Dumbledore y le conté esta historia. Creo que se impresionó bastante cuando me vio, pero no dudó ni una palabra de lo que yo le dije. Me aceptó de vuelta inmediatamente, y durante un año estuve cumpliendo unas misiones especiales para la Orden, y bajo mi condición, me resultaron realmente fáciles. Sólo Hagrid y Dumbledore sabían de mí, y yo lo prefería así, puesto que aún no me sentía preparada para enfrentarme a ti Harry.
Hubiera podido continuar mi vida bajo ese anonimato, de no ser porque una noche Dumbledore me llamó. Dijo que era muy importante, así que me reuní con él inmediatamente. Me contó todo lo que había sucedido en el Ministerio de Magia, de su encuentro con Voldemort y de la supuesta muerte de Sirius.
En un principio me afectó mucho, pero después se me ocurrió la teoría del Limbo, y pensé que en Hogwarts podría investigar más, así que le pedí a Dumbledore que me dejara ser la nueva profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras. Él accedió gustoso y ambos acordamos que para protección de ustedes, yo usaría un nombre falso durante mi estadía en el colegio. Así fue como nació Ékuva Roswell. Por supuesto, los profesores estaban al tanto de mi verdadera identidad y habían jurado que no la revelarían a nadie.
– ¿Y qué hay de la Orden? – preguntó Ron súbitamente –. ¿Ellos saben de ti?
– Dumbledore me convenció de que lo mejor era que todos los integrantes de la Orden supieran de mí, así que me presenté en una reunión. Todos se asombraron mucho cuando me vieron – admitió la joven con una ligera nota de alegría en la voz –. Remus no podía creerlo, simplemente se quedó sin habla.
A todos los miembros se les informó que yo sería profesora en Hogwarts y también juraron no revelar mi identidad. Yo sería la única que decidiría cuándo era apropiado decirte todo esto Harry, y a pesar de que no era así como lo tenía planeado, creo que este sí era el momento indicado para que supieras toda la verdad.
No dijo nada más. Se quedó callada viendo a Harry atentamente. Tal vez estaba cansada de tanto hablar, o tal vez estaba esperando la respuesta de su sobrino. Estuvieron en silencio durante aproximadamente cinco minutos. Había sido una historia larga y Harry tenía mucho en qué pensar.
Como parecía que nadie había comprendido que ese era el fin de su relato, Anya se vio obligada a agregar:
– Bueno, esa es mi historia Harry¿qué opinas?
