Eris camina como la lluvia.
Capítulo 1: "A las 5 de la tarde"
La luz tenue del atardecer daba la impresión de que el tiempo se había detenido, congelado en aquel amplio salón lleno de libros y mesas, a pesar de que el sonido monótono del reloj en la entrada, decía a cada segundo lo contrario.
"Lorca… Lorca… Lorca… -un dedo fino se deslizaba entre los pesados tomos situados en la estantería – ¿No tienen a Lorca ¿Qué clase de Biblioteca no tiene ni un solo libro de Lorca!" –exclamó la joven mientras hacía ademanes con las manos.
"….Una Biblioteca mágica, como puedes ver…" -dijo otra voz femenina tras ella, entre risas.
"Bueno, pues… Si es mágica, debería tener todos los libros ¿no? –Dijo la primera, extrañada mientras se cruzaba de brazos- ¡Que decadencia en el mundo de hoy…!"
En aquel momento cinco campanadas del reloj principal anunciaron la hora.
"… ¡Las cinco de la tarde!... –dijo la chica mientras se apresuraba a salir de la estantería al pasillo principal, llevaba un par de gruesos libros en las manos- …El cuarto se irisaba de agonía, a las cinco de la tarde… -recitaba al tiempo que caminaba rápido, como perseguida-… Las heridas quemaban como soles…a las cinco de la tarde…-en aquel momento dejó caer pesadamente los libros sobre una mesa repleta, asustando a varios estudiantes que se encontraban en mesas alrededor- ¡y el gentío rompía las ventanas a las cinco de la tarde…!-gritó mientras se paraba sobre una silla y seguidamente daba fuertes pisadas sobre la mesa… -¡A las cinco de la tarde! "- Dicho esto, se detuvo al borde de la mesa y aspiró profundamente, iba a saltar desde ahí, pero las cintas de sus zapatos se enrollaron en un libro y se tropezó… la sonora caída no se hizo esperar.
(N/A: extracto del poema "la cogida y la muerte" de Federico García Lorca)
Muchos jóvenes que la habían estado observando mientras recitaba, se reían a carcajadas de su proeza. La otra chica había estado junto a la mesa observándola todo el tiempo, al verla caer, se sobresaltó.
"… ¡Ellie¡Ellie¡Por Las barbas de Merlín ¿te encuentras bien?" –dijo Madison mientras se acercaba a la poeta caída.
"Auch… sí, claro que sí…-decía Adrielle mientras se ponía de pie con un quejido- aunque ¿es posible fracturarse el trasero...?"
"¡Bravo! …las preguntas más absurdas, cortesía de la señorita Dumont…" -se mofó una voz.
En aquel momento, Adrielle elevó la vista, no se equivocaba, efectivamente se trataba de…
"¡Profesor Venom…¿Qué tal lo trata la vida de triunfador?" –respondió ella en tono de alegría, aunque con su ironía innata.
"Mejor que tú, eso es seguro… -dijo el hombre de edad media con semblante de repugnancia- ¿Pretendes en verdad destruir esta biblioteca tan valiosa? Es absurdo que aún te permitan entrar aquí, Dumont…" -añadió con odio y reproche a la chica desaliñada.
"Son los roles de la labor, mi estimado profesor…" -dijo haciendo una reverencia animada, con la cuál todos sus cachivaches sonaron- " Yo soy lo que he leído ." –recitó.
"Me pregunto si en verdad existen libros con tantas estupideces…" -su humor negro relució.
"Claro que los hay, sin ellos ¡usted no fuera un profesor!" –se burló Adrielle escondiendo el sarcasmo en una sonrisa.
"¡Suficiente! –Gritó Venom colérico- Si no tuviera tantas cosas que hacer, la escarmentaría YO mismo… usted es igual o peor que esos… ¡esos… merodeadores! -dijo temblando en furia- después de la cena Dumont, a mi despacho ¿entendió?"-dijo señalándola con su dedo amenazadoramente y seguidamente la golpeó con el hombro mientras se iba.
Otra vez…
"Cuando el mundo me comprenda, entonces moriré… Porque mi labor aquí ya no tendría sentido…" -sonrió ella levemente, desentumeciendo los dedos.
"Ven, vamos antes de que llegue Flitwick, o peor aún… ¡Dumbledore!…" -dijo Madison halando a la otra de la túnica, mientras sus ojos grises denotaban preocupación.
Adrielle… Eris Adrielle Dumont.
Prefecta de Ravenclaw, devora-libros, excéntrica, extraña, impredecible, una artista y poeta sin remedio y sin cordura…
Eso era ella para muchos; pero no para Madison, la única amiga que poseía que se interesaba en su vida, en su historia, en su libertad, en su amistad… aunque a Ellie no le importara mucho, y no le correspondía de la misma forma.
"Estoy metida en un buen lío ¿eh, May?" –dijo Adrielle sonriendo despreocupada.
"Sí, siempre lo estas…. Y mi nombre es M-A-D-I-S-O-N…"
"Sí, lo que sea, Meredith…" -dijo distraída al tiempo en que colocaba un gorro color café en su cabeza de cabellos ondulados y desarreglados.
De hecho, nunca le había tomado importancia a su amistad, esa era la triste realidad: Adrielle era una mente brillante, pero estaba sola en su mundo, y nadie podía entrar en él, ni siquiera Madison (y eso que se conocían desde primero).
A sus 16 años, Adrielle era ya una persona independiente del mundo, lo había sido desde los 10, un poco antes de entrar al colegio de magia… y ahora cursaba el sexto, hace poco habían comenzado, y los fuertes vientos de octubre, anunciaban que se avecinaba un invierno crudo.
Sus ojos color avellana-verde eran increíblemente brillantes, Madison jamás había visto unos ojos más llenos de vida que los de su amiga; su rostro era de gestos finos, mansos y estilizados… los labios suaves y rojos, la nariz respingada; su cabello ondulado y color café castaño le caía despreocupado hasta la mitad de la espalda…
Su estatura era promedio, y su cuerpo era muy bien formado, aunque muy poco visible bajo su vestimenta usual… aquella túnica mal puesta, la camisa arremangada y siempre afuera, la corbata azul con plateado todo el tiempo estaba mal hecha y la falda hasta las rodillas, los calcetines estaban siempre uno más arriba que el otro y los zapatos sin lustrar…. De su cuello colgaba perennemente una bufanda de color marrón oscuro y negro, diversos collares de piedritas de colores y amuletos, y en su bolsillo se abultaban una variedad de lápices, lapiceros, plumas… y una libreta de poemas y dibujos; llevaba toda clase de llaves con patas de conejos, muñecos de madera, campanitas…
…Y no podía hacer falta: su armónica.
"¡Ay Ellie! Eres irremediable…"
"Claro que sí, de eso se trata esta vida… de no ser predecible… ¡es que ustedes los seres de piel blanda!…"
"¿seres de piel blanda?..." –dijo extrañada- ¿te refieres a los de sangre impura….?
"No ¡no seas absurda! Me refiero a los humanos… insensibles ante cada pequeño detalle… la sangre nada tiene que ver en eso."
Se detuvo de pronto y observó a una de las ventanas en el corredor, la noche ya cernía su manto sobre Hogwarts. Se colocó los guantes rotos, (como los de un vagabundo), y se acomodó la bufanda.
"Voy a dibujar… cena doble por mí ¿de acuerdo?"
"¿Segura...? –Madison suspiró- te llevaré la cena a la habitación, luego te quejas que no has comido…"
La chica se encogió de hombros y sacando su libreta y lápiz, se dispuso a dibujar el paisaje de la ventana. Segundos más tarde, volteó a mirar a Madison mientras se alejaba, tenía el semblante pensativo…
"¡Melanie!" –la llamó.
"¿sí?"
Con la mirada involuntariamente seria, Adrielle la observó durante un momento…
"No se te olvide pedir comida para Júpiter…" -pareció salir de su ensimismamiento al tiempo que Madison afirmaba con la cabeza y se marchaba.
Dicho esto, continuó dibujando.
"Dumont…. Blablablablabla…" -comenzó el profesor, cuando Adrielle entró a su despacho y se sentó.
Aquel sermón estaba ya tan gastado. Debía ser una prefecta ejemplo, una medalla con patas, un vociferador con pilas…
Y esa, simplemente no era ella.
"Blablablablablablabla… Obligaciones, blablabla gran responsabilidad…. BLA."
Su mente viajaba por otros rumbos mientras escuchaba la letanía más grande jamás dicha… hasta que su atención se fijó en una frase que dijo el parlanchín…
"He hablado con el Prof. Flitwick y con Dumbledore, y aunque costó un poco, acordaron en cancelarle la membresía de la Biblioteca por 3 meses…" -una sonrisa de malicia se dibujó en su rostro.
Ella abrió grandes los ojos y el ruido de "blablabla" que había estado saliendo de la boca del hombre, cesó.
"¿3 meses….? –Se paró inmediatamente de la silla y comenzó a dar vueltas por la habitación- está bromeando ¿verdad?" –dijo con ojos de angustia.
"En absoluto…" -el hombre parecía disfrutarlo.
"Bien, bien…. ¡Entonces ahora sólo les queda drogarme hasta el cogote y mutilar mi cuerpo para alimentar al pequeño calamar!"-parecía más alarmada que sarcástica.
"Eso no estaría nada mal…"
"¿Se da cuenta de lo que va a pasar?... –ignorando el comentario- no¡claro que no! Usted no sabe nada… ¡no entiende a los poetas, trovadores y artistas!... –introdujo las manos en los bolsillos, como hacía siempre que algo le preocupaba y a continuación aspiró hondo-… esta bien, esto no impedirá ni refrenará mi amor inagotable por el arte…"
"El arte es el reflejo del mundo. Si el mundo es horrible, el reflejo también lo es"… -sonrió al desconcertado profesor y se fue del lugar con rapidez.
""
Adrielle había salido a llenarse los pulmones de aire fresco después de aquella disgustosa reunión; el aire fresco siempre le despejaba la mente. Estaba maquinando algo, se podía notar a partir de su mirada ensimismada, y sus ojos brillaban con más intensidad que nunca.
Su nariz estaba fría y sus mejillas rosadas por el viento que hacía afuera, ya era un poco tarde, alrededor de las 9:30 cuando entró de nuevo al castillo, y en su camino a la torre Ravenclaw (N/A: no sé si es torre, mazmorra o salón…) iba tan concentrada en sus pensamientos que no se fijó la hora en que uno de sus pies se atoró… haciéndola caer estruendosamente…
Era una cuerda mágica intencionalmente puesta.
"¡Por todos los…! –Exclamó al tiempo que ponía sus manos para no estrellar la cara contra el suelo- ¿Por qué diablos meten estas estupideces aquí?... ¿Por qué el universo se empeña en joderme este día!" –cuando trató de incorporarse, la cuerda se ató alrededor de ambos pies, juntándolos y haciéndola caer de nuevo.
"¡AAAAAAAHHH! –Exclamó, fuera de quicio- ¡les prometo por Don Quijote que si los encuentro…!"-gruñó y se mordió la lengua… aquello no valía la pena-
Sacó la varita, escondida en otra de sus bolsas y recitó: "Finite incantatem"
Al levantarse se acomodó la túnica y continuó con su camino, justo cuando pasaba contiguo a una estatua, oyó risitas, se detuvo en silencio y hechó un vistazo rápido…
Era Peter Petigrew, uno de los merodeadores.
"Tenía que ser…" -Peter se sobresaltó al verla ahí.
"Yo… ehh… a mi… me… me obligaron… ¡lo juro!" -tartamudeó el chico nervioso al ver la placa de Adrielle.
"Ah… Bueno, pequeña rata no pensante y de corta capacidad motora… ¿vas a decirme quién te obligó?"
Peter negó con la cabeza.
"De acuerdo… La verdad, no me importa…–Adrielle hizo cara de indiferencia y se encogió de hombros- ¡Buenas noches, a todos ustedes!" –dijo en voz alta, se dio media vuelta y se fue caminando con tranquilidad.
El pequeño se quedó estupefacto. ¿Qué sucedía con aquella chica¿Por qué no le había bajado puntos, o por qué no lo había torturado?
"¿Qué fue eso, Peter? No me digas que ya perdiste tu encanto…"
"Creo que no es eso, Sirius…" -dijo el chico alto de lentes llamado James.
"James tiene razón, esa chica…. Hmmm… -Remus estuvo pensativo- hay algo extraño en ella… Y además, supo que estábamos aquí…"
"¡Bromeas¡Es un fenómeno¡Se pasea por ahí dibujando y pintando todo el tiempo! Yo la he visto, hasta en clase de pociones… Y claro que lo supo, siempre andamos juntos ¿no?"
"Es obvio... y sí, tienes razón, la he escuchado... tocando la armónica…"
"¡Y recita poemas! Lo hace constantemente en la Biblioteca…" -dijo Peter entusiasmado.
"¿Por qué sonríes colagusano?"
"Es que ahora en la tarde la vi, se cayó al suelo en media declamación…recita muy bien, aunque no entiendo ni la mitad de lo que dice, je… Pero al parecer, tiene fanatismo con las cinco de la tarde…"
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Un paso y otro…
No cabía duda de que le aterrorizaba caminar por la noche en aquellos pasillos, vacíos y con eco… la luz de las antorchas dibujaban sombras en las paredes, y los cuadros dormían, algunos roncando… Que absurdo, estaba en el mundo de la magia¿a qué le temía? Sin embargo la oscuridad no le permitía concentrarse…
"….Es muy tarde para andar afuera, Dumont…" -una voz ronca salió de algún rincón junto a una pared, asustándola.
Un joven alto de unos 17 años surgió de entre las sombras, su cabello oscuro le llegaba hasta la barbilla, la nariz aguileña y los ojos negros relucientes que se clavaron en Adrielle…
"Snape, me has asustado…" -dijo aliviada, al reconocerle.
"¿Ah si…¿Y eso significa que has estado haciendo cosas malas, Dumont…?" –dijo, acercándose a ella, con los brazos cruzados y con ojos inculpadores.
"Si, si… siempre son cosas malas, esta vez crucifiqué un conejo y conjuré a los espíritus del mal con su sangre… -dijo elevando una ceja con sarcasmo- Y como quería aire fresco, salí un momento ¿estuvo tan mal?…"
Snape la miró con extrañeza y con desprecio.
"Ya me enteré que te han quitado la membresía de la Biblioteca…" -dijo, ignorando la respuesta de ella.
"Me alegra, es bastante saludable la comunicación que hay entre tú y el profesor Venom… Esas cosas son importantes en una relación ¿tú sabes?" -se burló.
"Ja-ja, muero de la risa... Ahora veo por qué tu increíble sentido del humor atrae a tanta gente… ¿o será solamente por que pareces una tienda de amuletos con pies?"
"Me halagas… pero realmente no tengo ganas de discutir… lo dejamos para otro día ¿vale? –Sonrió y su tono era natural- Ten cuidado por donde caminas, que los merodeadores andan por ahí…"
"¿Y piensas que les temo?" –dijo levantando una ceja.
"Pues, ni idea, pero hace un rato me tropecé en otra de sus concepciones… -Snape puso cara de confusión, y ella dijo inmediatamente- Y no les bajé puntos, la verdad me dan lástima, son otros oligofrénicos…"
"No seas patética Dumont… si yo fuera tú, yo hubiera…"
"Pero no lo eres, querido Rasputín… -lo cortó, luego se inclinó a manera de despedida- Buenas noches…"-Dicho esto se alejó del lugar.
El chico se agachó a recoger algo que se le había caído a ella del bolsillo cuando hizo la reverencia…
Un libreto de dibujos… aquello sería interesante.
(N/A: Revieeewwssss quiero saber si les gusta o les ha interesado hasta ahora... buenas o...duras, las criticas siempre ayudan!)
