Capítulo 26. "Los Cambios de un Nuevo Ser"

¿Que qué opinaba? Esa sí que era una pregunta difícil. Toda su vida Harry había creído que sus únicos parientes eran los Dursley, y ahora se enteraba de que no era así. Siempre había tenido una tía y él no lo sabía. Sí que era una gran noticia. Después de unos segundos más de silencio, finalmente habló:

– Esto es totalmente . . . – dejó la frase suspendida, porque no encontró una palabra adecuada que describiera lo que sentía en ese momento. Estaba muy confundido.

– Escucha Harry – Anya se había levantado y se había arrodillado frente a Harry, tomándolo fuertemente de ambas manos –, quise a tu padre más que a nadie en este mundo y realmente me dolió perderlo, y aunque sé que tal vez esa no es una justificación válida para todo lo que hice, es la única que tengo.

Harry se quedó callado, asimilando lo que Anya le había dicho.

– Necesito tiempo para pensar – dijo súbitamente –, todo esto fue tan inesperado . . .

– No te preocupes – repuso Anya –, yo entiendo. Además, lo primordial en estos momentos es salir de aquí.

– Anya tiene razón – concordó Navs –. Ya estuvimos mucho tiempo en este lugar.

– ¿Y cómo exactamente planean salir de aquí? – preguntó Sirius abruptamente.

– Supongo que vamos a salir por donde entramos, ¿o no? – dijo Hermione reflexiva.

– Así es – confirmó Janis.

– Bueno, ¿y qué esperamos? – exclamó Joey, animado –. ¡Vámonos!

– De hecho, Sirius no puede venir así – replicó Anya estrujándose las manos nerviosamente.

– ¿Qué quieres decir? – inquirió Sirius.

– Técnicamente tú perteneces a este mundo – explicó rápidamente –. Todos los que atraviesan el velo de la Muerte se vuelven parte del Limbo, y los únicos seres que tienen la libertad de pasar de este mundo al otro son los de mi especie: los vampiros.

– Entonces nosotros también estamos atrapados aquí – concluyó Ron con un poco de temor.

– No exactamente – dijo la joven –. Para eso hicimos el pacto de sangre, gracias a eso tenemos una protección constante, pero como Sirius no estuvo ahí cuando efectuamos el pacto, él no está envuelto por esa protección.

– ¿Y entonces qué se supone que vamos a hacer? – inquirió Harry ansioso.

– La única solución es que . . . – el rostro de Anya palideció repentinamente. Emitió un prolongado suspiro, después del cual continuó –. La única solución es que transforme a Sirius en un vampiro, de esta forma él tendrá la libertad de salir de este lugar.

Todas las miradas se dirigieron a Sirius, quien parecía estar asimilando lo que Anya acababa de decir. Se podía sentir una gran tensión en el ambiente.

– Está bien – dijo Sirius –. Hazlo.

– De acuerdo – Anya se acercó a Sirius y lo besó tiernamente en los labios –. Te amo – le susurró entrecortadamente, al tiempo que lo abrazaba fuertemente.

– ¡No te preocupes! – exclamó Sirius –, ¿qué tan malo puede ser?

– Sólo recuerda que hago esto para sacarte de este infierno.

Anya abrió la boca e inmediatamente sus colmillos se alargaron, sobresaliendo notablemente. Ahora ya eran lo suficientemente afilados para perforar la carne de su víctima. Lo mordió y comenzó a alimentarse de él. Poco a poco el cuerpo de Sirius fue perdiendo fuerza, al tiempo que su vida era tomada por ella.

Incapaz de seguir sosteniéndose en pie, Sirius estuvo a punto de caer, pero Anya lo aferró con más fuerza y continuó absorbiendo su líquido vital. Después de unos cuantos minutos, la joven se separó de él y se limpió los restos de sangre con el dorso de la mano. Lo recostó con mucho cuidado en el suelo, y sin perder tiempo, sacó su navaja. Se cortó la muñeca derecha, provocando que la sangre brotara al instante, y haciendo uso de su brazo izquierdo, sostuvo a Sirius de tal forma que él pudiera beber de su sangre.

Cuando ella creyó que era suficiente, volvió a recostar a Sirius y se alejó un poco de él. Sirius comenzó a retorcerse en el suelo.

– ¿Qué pasa? – inquirió Harry asustado.

– Está muriendo – contestó la joven con calma.

– Pero va a estar bien, ¿verdad? – preguntó Ron inquieto.

– Sí – respondió Anya –. Solamente la carne es la que muere, no tienen por qué preocuparse.

Después de unos segundos de incertidumbre, todos presenciaron algo extraordinario: las heridas que Sirius tenía en su cuerpo comenzaron a cerrarse, al tiempo que su apariencia cambiaba. Harry volvió a ver en su padrino a aquel hombre atractivo que había conocido en la foto de la boda de sus padres. Cuando todo terminó, cada vestigio de dolor y casa sombra de tristeza que le había dejado Azkaban se había evaporado completamente. Era como si hubiera rejuvenecido.

Anya se aproximó a él y le tendió un brazo para ayudarlo a incorporarse. Se le veía confundido y sorprendido.

– Esto es extraño – sentenció asombrado, contemplando su notable cambio.

– Ahora Harry y tú deben hacer el pacto de sangre – dijo Navs observándolos a ambos.

– ¿Para qué? – preguntó Harry desconcertado.

– Para que ustedes también estén envueltos por la protección que el pacto provee – contestó Janis.

– Muy bien – accedió Sirius –. ¿Qué tenemos que hacer?

Anya les indicó paso a paso qué debían hacer y cuando juntaron sus manos, el mismo destello que había brillado cuando se realizó el primer pacto resplandeció nuevamente.

– Ahora sí podemos irnos – informó Anya.

– En realidad, tenemos otro problema – dijo Navs repentinamente –. Él – su dedo índice apuntó a Joey –. No está protegido por el pacto.

– ¿Qué quieres decir? – inquirió Anya sin comprender.

– Según las reglas, debe ser un mago acompañante por cada vampiro – explicó – y él no estaba previsto para este viaje. No tiene pareja.

– ¿Y eso qué significa? – preguntó Joey con calma.

– Que no puedes salir – contestó Navs.

– No puedo salir – repitió Joey lentamente –. ¡Pero Anya nunca mencionó ese detalle!

– ¡Porque yo no sabía! – se defendió ella –. Toda esa información es revelada cuando ocurre el cambio de mortal a vampiro, pero yo estuve inconsciente cuando me transformaron. No tenía idea de esto.

– ¿Y qué vamos a hacer? – preguntó Joey con un dejo de desesperación.

Permanecieron unos minutos en silencio, pensando en una posible solución a su problema.

– Pueden convertirlo en vampiro – sugirió Hermione vagamente.

– Esa sería una posibilidad – dijo Anya –, pero perdería su magia.

– ¿A qué te refieres? – terció Ron –. Tú eres una vampiresa pero tienes tus poderes de bruja.

– Eso es porque mi transformación ocurrió en el mundo mortal, no aquí – explicó –. Verán, cuando un vampiro que también es mago cruza la entrada del Limbo, pierde sus poderes mágicos. En ese caso, el pacto de sangre tiene doble función: gracias a la sangre del vampiro, el mago acompañante puede salir; y gracias a la sangre del mago, el vampiro en cuestión conserva su magia.

– Es por eso que ustedes tuvieron que hacer el pacto – dijo Navs, refiriéndose a Sirius y Harry –. Cuando un mago es transformado en vampiro aquí, en el Limbo, se tienen aproximadamente cinco minutos para hacer el pacto y evitar la pérdida de la magia.

– Si transformáramos a Joey en este lugar perdería su magia, porque no hay un mago que pueda ser su acompañante – concluyó Janis –. Así es como funciona.

Volvieron a sumirse en el silencio, pensando desesperadamente en una respuesta.

– ¿Y si Joey hace el pacto con alguna de ustedes? – propuso Harry súbitamente.

– Eso es imposible – respondió Navs – debe ser un mortal por cada vampiro.

– ¿Y Taikkobo? – dijo Anya de repente –. Ella puede hacer el pacto con Joey.

– No, no puede – repuso Janis –. Taikkobo ya hizo el pacto con otra persona.

Joey suspiró profundamente y después dijo:

– Creo que tenemos un problema.

– ¿Qué hay de algún otro vampiro? – sugirió Sirius –. Existen más, ¿o no?

– Sí hay más – contestó Anya –, el único detalle es que la mayoría son malvados . . .

– Espera – interrumpió Navs –, ¿recuerdas a esa vampiresa que conocimos en Alemania?

Anya frunció ligeramente el entrecejo, en un evidente intento por recordar.

– ¡Ah sí! – gritó de pronto –. ¿Te refieres a Alemis?

– ¡Sí! ¿Todavía mantienes contacto con ella?

– No, hace casi siete años que no sé nada de ella.

– Podríamos buscarla – dijo Navs pensativa –, estoy segura de que nos ayudará.

– ¡Pero volvemos al mismo problema! – exclamó Anya desesperada –. Joey tendría que quedarse aquí mientras nosotras tratamos de contactar a Alemis, y yo no puedo perder a un estudiante así como así.

– Pues creo que la única solución es que se lo digan a Dumbledore – opinó Janis –. Tal vez él conoce a otro vampiro que nos puede ayudar. De esa forma, el muchacho sólo se quedaría un día o dos. Taikkobo y yo estaríamos al pendiente de él.

Todos se quedaron callados, asimilando aquella sugerencia.

– Creo que es la única alternativa que tenemos – concluyó Anya rompiendo el silencio.

– Entonces es mejor que no perdamos tiempo – recomendó Navs –. Vámonos ya.

Navs comenzó a caminar hacia la puerta por la que habían entrado, seguida por el resto del grupo. El camino de regreso fue muy tranquilo, puesto que esta vez no hubo cambios de escenario. Después de un tiempo de marcha sin cesar, llegaron a la entrada del Limbo. Taikkobo los esperaba afuera.

Cuando estuvieron frente a frente, le informaron sobre todo lo sucedido y le explicaron la situación de Joey.

– No te preocupes – dijo Taikkobo cuando el relato terminó –, nosotras cuidaremos de él.

– Bien – repuso Anya más calmada –. Haremos todo lo posible para sacarte rápido de aquí Joey.

– De acuerdo – contestó el joven.

– Va a estar bien Anya – agregó Janis –, está en buenas manos.

Lentamente el grupo comenzó a alejarse de la puerta del Limbo, adentrándose en el interminable desierto. Súbitamente Anya se detuvo.

– Aquí es – dijo en un leve murmullo –. Deben formar el círculo nuevamente – ordenó elevando su voz.

Todos obedecieron inmediatamente. Una vez más, volvió a hacerse un profundo corte en la muñeca izquierda, dejando que la sangre cayera sobre la arena. Una fina línea plateada se perfiló verticalmente frente a Anya. La línea comenzó a ensancharse, formando una especia de puerta. Del otro lado se podían ver los árboles del Bosque Prohibido. El portal continuó ensanchándose, y de repente, una intensa luz blanca los cegó a todos. Cuando recuperaron la vista, ya no se encontraban en el inmenso desierto, sino en medio de las ruinas ubicadas dentro del Bosque Prohibido.

– Bueno – comenzó Anya –, mientras más pronto nos vayamos, más pronto hablaremos con Dumbledore y podremos traer a Joey de vuelta.

Empezaron con su larga caminata para salir del bosque. Nadie dijo palabra alguna. Después de muchos minutos, vieron el límite del bosque, y algunos de los presentes emitieron ligeros suspiros de alivio.

Cuando se disponían a salir, una voz masculina que les resultó desconocida los sobresaltó:

– Hola Anya, es un placer volver a verte.