Capítulo 2: "El Grito"
Adrielle entró en el cuarto de repente, abriendo las puertas de par en par y con una sonrisa enorme; la tarde de ese sábado estaba silenciosa, opaca… pero daba la impresión de que no era tranquilidad la que reinaba, sino una afonía pesada, agobiante…
Pasó levantando los pies sobre el desorden que hace un momento había hecho ella misma, estaban las sillas tiradas, la mesa, había desparramado todas las cosas de su baúl en el suelo y en la cama… Dentro de la habitación se encontraba su gato Júpiter, y Madison, la que recién había entrado, y se había quedado completamente atónita al ver que el lugar estaba de cabeza.
"Ellie…" -comenzó Madison, impactada, mientras se adentraba en la habitación.
"¿si?" –Adrielle buscaba algo en su cama, tirando al suelo lo que no le servía, acentuando el toque de indiferencia con que desordenaba todo a su paso.
"¿Qué haces?... ¿Por qué has tirado las cosas…?"
"Pues, porque busco algo… ¡Y no está por ningún lado¿No es un poco obvio? –En ese momento abrió un pequeño cofre, lo revolvió, y pronto sacó un pincel despeinado, lleno de pintura seca y polvo… sopló la brocha y lo limpió con la túnica, luego, sonrió de nuevo- ¡Hermoso! No sabes, Marjorie, cuánto amo este pincel… Pero no lo uso mucho porque si lo hago, nunca termino… es espléndido, y su poder me asusta…"
Madison suspiró… Algún día, algún día…
"¿Ése es el que te dio aquel señor nativo-americano, verdad?"–dijo, familiarizada.
"Sí, sí… fue el maestro Sani Nantai… ¿cómo supiste que él me lo ha dado?" –se extrañó Ellie.
"Porque… Yo estuve ahí… y me lo has contado más de 30 veces…"-respondió con tono sarcástico la aludida.
"¿Ah sí…? –Adrielle se encogió de hombros- pero si fue hace 5 o 6 años… creo que aún no te conocía…" -dijo sin darle importancia.
"Nos conocemos desde primero… hemos compartido este cuarto toda la vida ¿recuerdas?" –Madison lo dijo con reproche, en verdad se sentía ofendida.
"Si, bueno, lo que sea Madge… ¿Me puedes pasar los papeles que están junto a tus pies…?" -dijo, señalando unos pergaminos grandes que estaban enrollados.
La segunda la miró con desprecio y totalmente consternada, se agacho y le tiró los papeles, los cuáles cayeron en su pecho y luego al suelo; acto seguido se dio media vuelta y se marchó de la habitación enfadada, lastimada y… humillada.
Adrielle se quedó extrañada por unos segundos, pero luego, recogiendo los papeles, murmuró:
"No concibo por qué tanto salvajismo en el mundo… Bueno, quien comprende a estos seres de piel blanda…"
De pronto, sintió como algo le acariciaba los tobillos con suavidad, lo cuál la sobresaltó.
"¡Júpiter! –Dijo agachándose de nuevo y recogiendo al gato color blanco con parches castaños- Me has sacado un susto… -lo acercó a su rostro y hundió su mirada en los ojos azul oscuro del gato.- Tú debes acompañarme, mi muso… ¿Qué sería de mí sin ti, Júpiter?..."
Lo alzó, como bailando con él una melodía imperceptible, aquel gato, sin querer, le inspiraba un sentimiento extraño, entre emoción, inspiración… algo que le estremecía el pecho…
"¿Qué es poesía, dices mientras clavas, en mi pupila tu pupila azul. ¡Que es poesía¿Y tú me lo preguntas? …Poesía... eres tú."-recitando esto estrechó al gato una última vez y luego tomando la brocha, otro estuche grande y los pergaminos, se puso en marcha hacia fuera de la habitación. (N/A: Rima de Gustavo Adolfo Bécquer)
Severus posó su mirada sobre aquella libreta de papel grueso, papel que no era precisamente pergamino… Se sentó en la silla y sostuvo la libreta con ambas manos, dudando… Aquello de ser entrometido era algo en lo que tenía experiencia, pero realmente no se sentía cómodo haciéndolo esta vez, y eso también lo alteraba…
"Maldición ¿qué me pasa…? –Decía en voz sumamente baja para sí mismo –esa condenada hippie… Debe haber puesto algún hechizo para que nadie abriera esta caraja… -se detuvo en el susurro, él sabía que no era así, que no se trataba de ningún hechizo… Se trataba de sí mismo."
Sostuvo el pequeño libro con coraje y luego lo soltó… Debía calmarse, no pasaba nada, ahora mismo lo iba a mirar… Sí, sí, todo eso había sido producto del estrés…
Al abrirlo, se quedó atónito al encontrarse con….
"¡Rayas?... Imposible, todo lo que esa torpe dibuja son… Rayas sin sentido, y ¡ni siquiera abstractas! –Snape parecía indignado, a medida que pasaba las páginas (de hecho las páginas eran rayadas, como las de un cuaderno)- Basura… Basura… ¡más basura¡ja¡Entonces Dumont no es la afamada artista que dice ser!"- se rió con algo de maldad, y frustración.
Miró la libreta con desprecio y la tiró en una esquina… Tanta intriga, sólo para descubrir que Dumont era una estafa…
Se acomodó en la silla y cerró los ojos…. Y sintió algo extraño, mientras pensaba en todo aquello…. Como si su estómago bajara y subiera, y se le puso piel de gallina; sintiendo esto, saltó en su lugar.
Miró asustado a todos lados y no comprendió nada, jamás había tenido una sensación así… y un nombre se precipitó en su cabeza… "Adrielle"
Se levantó de un golpe y se frotó los ojos; entonces se fijó… La libreta que había tirado hacía unos instantes, estaba abierta y mostraba un dibujo casi… perfecto del castillo de Hogwarts visto de frente, incluso se veían crepitar las luces en las ventanas, y el cielo con sus colores que se movían constantemente, y algunos estudiantes alrededor, silenciosos y oscuros… Aquel dibujo era una combinación de gótico y renacentista… Hogwarts tenía un toque de iglesia Romana y los elementos que le rodeaban eran sombríos…
Acercándose a la libreta, la cogió impactado…. Aquellas ya no eran sólo líneas mal trazadas… Hojeando detenidamente, se encontró con una variedad de dibujos, algunos sólo en blanco y negro, y otros bien pintados con esmero… eran sobre todo paisajes, unos conocidos, y otros queSnape no tenía idea de dónde se encontraban… y entre todos esos dibujos, sobresalía el de un gato…. Y ese le llamó especialmente la atención.
Estaba sumamente detallado, y se veía como el gato, en blanco y negro, se acercaba de frente y aumentaba la velocidad… hasta convertirse en un hombre alto, encapuchado, al cuál sólo se le miraban unos ojos azules… y eso era lo único que estaba en color de todo el dibujo… el que pasaba en cámara rápida una y otra vez… Abajo, se leía la inscripción: "Όταν Δίας γίνεται σε απόλλωνα" (N/A: No coman ansias pronto sabrán que significa…)
Empezaba a llover apaciguadamente cuando Adrielle se instaló con sus cosas en el viejo salón abandonado. Ahí era donde le gustaba crear sus ideas, sobre todo cuando se trataba de pintura… el salón tenía ventanas grandes y numerosas, lo cuál daba la impresión de paz y tranquilidad ahí adentro… No era de extrañarse que fuera un lugar pacífico y luminoso, había pertenecido a la clase (ya descontinuada) de "ejercicios mentales" aquella clase enseñaba cómo controlar los poderes mentales, y cómo descubrir la armonía de la mente, el alma y la magia…
Estaba sentada en el suelo sobre sus piernas, había colocado uno de los pergaminos grandes extendido, y al lado las pinturas de óleo de diversos colores, aunque más que todo, colores opacos… Se había atado el cabello en un moño, lo cuál la hacía verse bastante intelectual; siempre que pintaba, le gustaba recogerse el cabello, seguramente por comodidad, ya que por lo general usaba suelto el largo cabello ondulado.
Sus manos jugaban con el pincel mientras ella cavilaba… Nada, su mente se encontraba en blanco, tenía la idea en el aire, pero no la podía hacer concreta…
Júpiter la miraba al tiempo que ladeaba la cabeza, Adrielle lo observó por unos instantes y entonces, el gatito dejo escapar un bostezo, mostrando los pequeños dientes y apretando los ojos… Como si gritara.
Eso era…
"¡Maravilloso!… -Adrielle alegró el semblante, una idea se le había venido a la mente… - Júpiter¿te he dicho que te amo¡Me has dado la idea más extraordinaria!" –Dijo inclinándose con el pincel sobre el pergamino- Ahora debemos aprovechar "el grito"…
Y remojando su pincel en la pintura negra, se dispuso a trabajar…
