Aquí está el capítulo dos. Os juro que lo escribí hace bastante (tardé poco, lo prometo), pero le presté el boceto a Joanne y lo perdió, así que... hasta hoy que lo encontré y pude poner los comentarios.

Lo de siempre, que muchas gracias a los que me leéis y muchas disculpas por tardar tanto.

Ah! Algo más... En este chapi los personajes se conocen más a fondo... En el siguiente empieza la acción.

2.- Nuevos amigos.

Una vez se hubieron acomodado en sus respectivas habitaciones, el grupo se preparó para la primera reunión completa del Proyecto Muggle. Los diez visitantes se encontraban sentados en los diversos sofás del salón, leyendo detenidamente unos folletos que les habían sido entregados.

James levantó la mirada de su lectura, reprimiendo un bostezo.

¿Alguien puede repetirme por qué estamos haciendo esto? –dijo.

Lily le fulminó con la mirada.

Es una forma de documentarnos –intervino Matt con una sonrisa-. El objetivo de este viaje es el aprender a sobrevivir sin magia, al menos en lo esencial. Y al estar todos juntos, podremos resolver las dudas que surjan entre nosotros.

James volvió a esconderse tras las páginas de "Cocina Muggle", pudiendo bostezar ampliamente. Las cosas sin magia no eran tan interesantes, y si no entendían algo, Lily podría ayudarlos. En último caso, echaría mano de la adorada varita que descansaba en su bolsillo. No entendía hasta qué punto podía eso interesar a nadie medianamente inteligente. Miró a su alrededor.

A su derecha, Remus leía distraídamente los documentos, seguramente tan distraído como él. La morena (¿LJ, se llamaba?) lanzaba miradas asesinas a Joss, el cual tamborileaba incesantemente los dedos contra el brazo del sofá. Mandy fruncía el ceño sin parar, mientras leía con atención su folleto. James se preguntó hasta que punto estaba comprendiendo algo de lo que recorría con los ojos. Tim miraba a Mandy de reojo. Matt leía tranquilamente mientras lanzaba miradas… ¡a Lily!

Las hojas resbalaron un poco más por su cara. ¡Lily también lo miraba!

Un momento… Sus miradas eran inocentes. ¿O no? James expulsó esa idea. Por supuesto que eran inocentes. Apenas unas sonrisas. Ni siquiera se parecían a las que normalmente le lanzaba a él…

Esforzándose por cambiar de tema, giró la vista hacia Sirius. Nunca le había visto tan fascinado con algo. Devoraba las páginas del folleto informativo, y se le notaba rebosante de entusiasmo.

Bien –dijo Tim rompiendo el hielo-. Cuando acabéis, podemos empezar con el proyecto. Nos dividiremos para hacer las tareas de la casa, según lo que os resulte más agradable, y recuerdo que el uso de la magia debe quedar como último recurso.

O0o00o0o0o0o0o0o0oo0o

De entre todos los posibles, tenías que ser tú.

LJ había aceptado a regañadientes la tarea de cortar leña, la cual sin magia podía resultar bastante pesada. Aún más cuando su magnífico "acompañante" era el entusiasta de Sirius Black, que había aceptado esa tarea junto con muchas otras para demostrar su utilidad.

Para su desconsuelo, Sirius no había sido admitido en la cocina (por no entender de artilugios muggles, además de por su nulo conocimiento culinario) pero en cambio le habían encargado aprovechando su complexión musculosa que se encargase de la leña para estufas y chimeneas.

Su acompañante morena caminaba bastante callada, con esporádicos comentarios como el anterior. Sirius intentó avivar la conversación, aprovechando que caminaba muy cerca suyo en dirección al bosque.

Bonito día¿no? –dijo con una sonrisa.

Muy original. Sigue así.

No había enfado en su voz.

¿Te molesta que hable?

LJ se paró en seco, mirando a su acompañante entre confusa y divertida.

Por supuesto que no, mientras lo siguiente que digas no sea "parece que lloverá". Prefiero algo un poco más inteligente.

Me esforzaré - dijo sonriendo ampliamente.

Poco después llegaron al fin del prado y comenzó la espesura de un bosque, el mismo que habían cruzado para llegar desde el tren.

La joven estudió cuidadosamente varios árboles, palpando la corteza y estudiando las copas. Al final, se detuvo delante de uno de grandes proporciones.

Éste servirá –adjudicó. Con un movimiento de varita, ante ellos apareció una caja de herramientas para la tala.

A Sirius se le hizo la boca agua.

Yo ¡Yo¡YO! –gritaba dando saltitos-. Déjame a mi, por favor...seguro que no es tan difícil.

La chica se encontró con sus ojos suplicantes y esbozó una sonrisa malévola.

De acuerdo –y dicho esto se apoyó en un árbol a bastante distancia, la justa para no salir herida pero que le permitiese disfrutar del espectáculo, que seguro ocurriría.

Sirius se remangó la camisa muggle que vestía mientras se mordía la lengua. Se acercó a al caja de herramientas de talar y escudriñó en su interior.

Aparentando saber lo que hacía, el mago sacaba una herramienta tras otra y las depositaba a su lado con respeto, calculando cuál sería más acertada utilizar para esta ocasión. Finalmente, alzó una sierra no mayor que su puño y la asió con fuerza por el mango. La levantó lo más alto que pudo, cogiendo impulso, y la lanzó hacia el tronco en un golpe de gracia.

LJ se mordió los labios por contener la carcajada que le produjo la escena posterior, con Sirius mirando perplejo la hoja de la sierra clavada apenas unos centímetros en la madera del tronco.

Solo... estoy calentando –replicó azorado-. Es para practicar...

Pero al parecer el instrumento no compartía su opinión, y no parecía estar dispuesto a abandonar el tronco del árbol. Sirius tiró con todas sus fuerzas: con una mano, con las dos... hasta ayudándose de las piernas para empujar... pero nada. La hoja de la sierra estaba firmemente encajada en el grueso tronco del árbol. La chica no pudo seguir conteniendo las carcajadas.

El "leñador" devolvió la vista al resto de los utensilios, de donde sacó una sierra más grande que la anterior y arremetió con ella al extremo opuesto del pobre árbol. Una vez más, la hoja se quedó incrustada en su emplazamiento, pero consiguiendo unos centímetros más de profundidad en el corte.

Nuestro amigo miraba perplejo al enorme ser vivo, tan aparentemente inofensivo y dócil, que ahora se reía de él con dos de sus herramientas bailando sobre su propia piel, pero sin ningún indicio de estar dispuesto a tambalearse.

Sirius continuó con sucesivos intentos del mismo tipo, cada vez con herramientas mayores, pero con idéntico resultado. Al final, la corteza del árbol apenas asomaba entre una veintena de artilugios más o menos cortantes, que formaban un anillo a casi dos metros del suelo. Un poco más abajo, desesperado, el joven lo había intentado todo: cortar, tirar, empujar, e incluso echarse al suelo a rezar.

Esto es algo entre tú y yo –sentenció con los ojos brillantes de ira.

Inmediatamente lanzó todo su cuerpo contra su adversario, arremetiéndo con toda la fuerza que fue capaz de descargar.

LJ, entre tanto, se lo estaba pasando pipa. Cuando éste la miró desconsolado, ella disimuló una mirada de seriedad ante las circunstancias, para luego volver a esbozar una sonrisa de malicia.

Finalmente, el agotado mago se tiró al suelo de rodillas.

¡NO PUEDO MAS¡TU GANAS¡ASÍ TE COMAN VIVO UNA BANDA DE TERMITAS ASESINAS!

La morena suspiró.

Secuoya uno, Sirius Black, cero –dijo-. Pero no pasa nada. Es muy difícil por el modo muggle... Creo que ya hemos sudado bastante.

Con un movimiento de varita, el tronco se dividió en dos horizontalmente, para luego depositarse en forma de leños a sus pies.

O00oo0oo0o0o0o0o

Remus se encontraba en el centro de la cocina, acompañado de Joss y James.

Venga, manos a la obra –dijo-. ¿Alguno sabe algo de cocina?

Yo sí –dijo James para sorpresa de su amigo-. Lily me ha enseñado algunos platos. Bueno, en realidad me los ha enseñado su madre...

¡Perfecto! –comentó Joss, aliviado-. Entonces ponte manos a la obra. Yo te ayudaré personalmente. Pero primero...

Y salió corriendo por la puerta hacia el salón.

¿Qué habrá ido a buscar ése? –preguntó James intrigado.

Ni idea. Mejor no preguntes. Creo que la nevera está llena, sino puedes ir a buscar a la despensa lo que necesites.

En ese momento apareció Joss en la puerta con una maraña negra en la mano.

¿Se puede saber que es eso? –preguntó James con una mueca de asco.

Mi redecilla. Es imprescindible. Podría mancharme¿sabéis?.

James lanzó una mirada divertida a su amigo mientras Joss se colocaba el artilugio en el pelo, y éste se encogió de hombros. En vano, intentó reprimir la isa cuando éste se colocó unos guantes de goma.

¿Mancharte? Parece que no quieres dejar huellas dactilares –comentó entre risotadas.

Por cierto, Remus –dijo el hombre con redecilla, ignorando el hiriente comentario de su pinche culinario- ¿Tú que harás?

El postre –dijo sonriendo.

¿Sabes cocinar? –ahora era James el perplejo.

El licántropo amplió la sonrisa.

Sólo lo que lleva chocolate.

O0o0o0o0o0o0o0o0o0

Matt y Lily llevaban varias horas conversando en el salón, y ahora él la conducía escaleras arriba hacia su habitación para enseñarle sus propios cuadros.

No son muy buenos –comentó mientras subían las escaleras-. Ni siquiera sé si debería enseñártelos...

Tonterías –respondió la pelirroja con una sonrisa-. Seguro que son geniales. Además, ya hemos visto los míos¿no?

Lily recordó sonrojada lo inmensamente admirados que habían sido todos sus dibujos por ese chico. No lo hacía por agradar, había algo más: los entendía. Describió y juzgó cuidadosamente las técnicas y materiales utilizados, el estilo, etc. Era como si de verdad le interesasen. Suspiró recordando la enorme diferencia con su novio.

Matt giró el picaporte de su puerta y entraron en la habitación a oscuras. Su acompañante llegó hasta el centro de la habitación en la penumbra, vislumbrando una figura irregular frente a ella. En un instante él dio la luz y Lily pudo ver claramente un caballete de pintura.

Pero no fue eso lo que más la impactó. De las paredes colgaban diversos paisajes, bodegones y retratos de gran maestría, firmados todos por Matthew.

¿Son todos tuyos? –consiguió articular, aún sorprendida.

El aludido se sonrojó hasta las cejas.

S..sí –dijo disimuladamente, acercándose a su espalda dubitativo-. ¿Te gustan?

Lily se dio la vuelta, quedando cara a cara con el joven pintor.

Mucho.

Se miraron a los ojos.

Eres una chica preciosa. Ese pelo rojizo, tu piel como porcelana... –se ruborizó aún más-. Yo... quisiera...

¿Si?

Matt cogió aire, preparándose para decir algo que requeriría de toda su valentía.

Hacerte un retrato.

Lily, a modo de respuesta, se sentó en el borde de la cama, a un lado del caballete.

Adelante –dijo sonriendo-. Pero necesitaría arreglarme...

Matt preparó los pinceles, pinturas y el lienzo con un movimiento de varita. Luego, se volvió hacia su modelo.

Estás perfecta.

00o0o0o0o0o0oo0o0o0o0o

Sirius volvió triunfante al salón por una cristalera que daba al exterior, con los brazos cargados de madera. Al llegar junto a la chimenea la soltó con cuidado, y en cuanto se hubo girado su acompañante había desaparecido. Suspiró amargamente recordando por lo que le había hecho pasar en el bosque, y deseó que se le cayese una puerta encima. Aunque, después de todo, tenía encanto la morena...

Unos pasos por el pasillo le sacaron de sus cavilaciones. A los pocos segundos Mandy entró en la habitación con un vestido de tirantes azul y un cacharro metálico entre los brazos. Al llegar junto a Sirius, lo depositó en el suelo.

Aquí estas –dijo suspirando-. Nos toca pasar la... la... –miró la etiqueta que estaba pegada al artilugio- aspiradora.

¿Aspiradora¡Creo que sé cómo funciona! –se levantó de un brinco, emocionado-. ¡Venía en el folleto!

Pues será mejor que empieces tú con ella –contestó la rubia molesta-. Traerla hasta aquí ha costado mucho... Me he estropeado el pelo y las uñas.

Se llevó las manos a la cabeza para evaluar los desperfectos. Finalmente, se soltó su larga melena rubia para volvérsela a recoger en una cola de caballo.

Mira, es muy fácil –Sirius hinchó el pecho al máximo de su capacidad, orgulloso de su conocimiento y deseoso de transmitirlo-. Sólo hay que hacer esto.

Dicho esto cogió el cable por el extremo y lo enchufó en la toma de corriente más cercana. Pero a diferencia de lo que esperaba, la aspiradora no se movió.

¿Ya está? –la chica alzó las cejas-. Pues no sé en qué puede sernos útil.

N..no –contestó el joven, confuso-. Ahora tendría que limpiar toda la casa.

Pues no funciona.

Todavía no. Igual hay que esperar un poco.

Ambos se quedaron mirando fijamente el artilugio, expectantes a cualquier reacción, ya fuera sonora, motora o visual. Pero nada.

A lo mejor hay que hacer algo más –dijo Sirius acercándose.

De pronto, le soltó una patada, pero no obtuvo mucho resultado. Ante la mirada interrogante de su compañera, sonrió.

Era sólo por si acaso. Con el árbol tampoco funcionó.

Mandy le siguió de cerca, observando a su vez el artilugio.

Quizá funciona con la voz –comentó Mandy-. ¿Has probado a llamarlo?

Sirius se encogió de hombros. Después de todo, hay libros que muerden y atacan. ¿Por qué no iba a ser un artilugio mascota este también?

Estoo.. ¡VEN! –gritó con corte autoritario.

Pero no surgió ninguna reacción.

Estará dormido -dijo la rubia suspirando.

¡VAMOS¡DESPIERTA¡FUNCIONA¡LIMPIA!

Pero todos sus esfuerzos eran en balde. La máquina permanecía en su posición habitual, con esa especie de boca peluda apoyada en el suelo.

¿ESTÁS SORDA¡TE HE DICHO QUE LIMPIES!

Sirius estaba rojo de tanto gritar, y furioso por la ignorancia que le dedicaba la aspiradora.

Mandy, entre tanto, palpaba la máquina en busca de alguna forma de hacerla funcionar, cuando topó con un botón rojo. Intrigada, lo pulsó, justo al mismo tiempo que su compañero le propinaba una buena patada al aparato.

Como resultado, la aspiradora empezó a succionar con un rugido, con tan mala suerte que lo primero que atrapó fue un pliegue del pantalón de su agresor.

¡SUÉLTAME! –gritaba Sirius indefenso-. ¡TRASTO MALO¡ESO NO SE HACE¡MALO!

La joven, azorada, siguió tocando más botones, lo que desembocó en un aumento de la velocidad de succión del aparato.

¡NO¡QUÉ HACES¡SUELTA MIS PANTALONES!

Por mucho que Sirius tiró, la aspiradora cada vez atrapaba más sus pantalones, mientras éste gritaba desaforado en una batalla campal del hombre contra la máquina.

Cuando los demás llegaron atraídos por los gritos, la situación les dejó paralizados. Mandy en un rincón, había conseguido parar la aspiradora con su varita, pero ésta ya tenía entre sus fauces el pantalón entero de Sirius, el cual lucía en su lugar unos calzoncillos de lunares.

Al descubrir a los demás, se puso rojo como un tomate.

Desde luego, hoy no es mi día.

O0o0o0o0o0o00o00o00o

El comedor era una sala situada al otro lado de la cocina, de idénticas proporciones al salón. Este, en cambio, estaba amueblado con una enorme mesa alargada y la cantidad suficiente de sillas.

Los diez invitados compartieron su primera comida, cocinada por James y Joss, y de postre una inmensa tarta de chocolate, que cubrió de elogios a su tímido cocinero.

James no lo pasó especialmente bien durante la comida. A pesar de que Lily se sentó enfrente suyo (como, por otro lado, siempre solía hacer), Matt se había situado al lado de su novia, cosa que no le hacía demasiada gracia. En ese momento, el joven rubio se giró y le sonrió, de forma tan cordial e inocente que se sintió avergonzado de sus celos. Después de todo, ella le quería a él, su novio, y el chico no era más que un amigo que se interesaba por sus dibujos.

Se le ve feliz.

Tan absorto estaba que no se había dado cuenta de la persona que tenía a su derecha. Era Tim, el joven introvertido y minusválido del día anterior. El comentario le pilló por sorpresa.

¿A quien? –respondió.

Al chico. La verdad es que llevaba bastante tiempo apagado¿sabes?

James no pudo seguir conteniéndose.

¿Y cómo es él?

El chico se tomó la pregunta con naturalidad.

Pues bastante simpático, pero para mi gusto no es tímido.

¿Cómo dices? –preguntó James con los ojos como platos.

Pues –Tim se retocó las gafas, pensativo –que, sinceramente, no es la clase de tipo que elegiría para ser mi amigo. Curiosamente, siempre cae bien a las mujeres.

James lanzó una última mirada a la pareja que reía en el lado opuesto de la mesa. Después, empezó su comida, aferrando fuertemente los dedos a los cubiertos.

N/A: Ya ta de momento. Ya empecé el 3, así que tardaré menos (espero).

Habéis visto? James...celoso? pero, hasta dónde? Tiene motivos? Eso lo dejaré n vuestras manos (MUAHAAAAHAHAHA!)