LUNA LOVEGOOD

"Mirar las estrellas siempre me hace soñar, como sueño al contemplar los puntitos negros que representan a pueblos y ciudades en un mapa. ¿Por qué, me pregunto, los puntos brillantes del firmamento no son tan accesibles como los puntitos negros del mapa de Francia?"

Vincent Van Gogh.

Habla Luna:

El suicidio. Que cosa más extraña… me pregunto que sueños tenías, Hermione. Porque debían ser muchos para no contentarte con todo lo bello que había a tu alrededor y dentro de ti misma. Me juego cualquier cosa a que la mayoría de la gente que está aquí se está preguntando qué te ha llevado a esto. Muy poca gente te conocía, y casi nadie te comprendía. Pero hay hechos innegables, hechos que saltan a la vista de cualquiera. Lo tenías casi todo, y más de uno hubiese dado lo que fuera por ser como tú: eras inteligente, guapa, caías bien a los profesores, sacabas unas notas de primera, tus padres te adoraban y, aunque no tuvieses muchos amigos, esas pocas personas te querían de verdad. Incluso hay gente que hubiese muerto por ti, y ya sabes que no hablo solo de Ron… al parecer, eras la única que no se había dado cuenta de eso. Lo curioso es que aparentemente eras feliz. O eso creían muchos. Pero algunos sabemos que no era más que un disfraz, una farsa para protegerte incluso de las personas que te querían.

Bien visto, tampoco es tan difícil caer en la desesperanza. En realidad, es algo casi lógico. Vivimos inmersos en una rutina de interminables tares que realizamos casi automáticamente sin placer ni dolor, una rutina que nos mantiene adormecidos y que no nos deja tiempo para pensar... pero, cuando lo hacemos ¿qué observamos¿qué sentimos? Es imposible no darse cuenta de que todo eso está completamente vacío de sentido, y, al alcanzar nuestras metas, en lugar de alegrarnos, nos preguntamos ¿y ahora, qué?. Para mí, nuestra forma de vida es como un castillo de naipes que cualquier corriente de aire puede derrumbar. De pronto, por un motivo u otro, uno se da cuenta de que no tiene la más remota idea de lo que significa en realidad lo que está viviendo. Puede que fuera muy joven, pero cuando mi madre murió mi vida cambió para siempre. Al principio, sentía dolor. Pero a medida que fue pasando el tiempo, empecé a preguntarme por qué.

Porque se lo que es sentirse sola, y porque se lo que significa no entender en absoluto el mundo que te rodea, te comprendo, Hermione.

Cuando uno pierde aquello en lo que creía, cuando el castillo de naipes se viene abajo y uno se da cuenta de que ha puesto sus fuerzas, su corazón y todo su ser en algo que no merecía la pena (o que ha desaparecido) sufre una crisis. De pronto, pierde el norte. Supongo que a ti te pasó algo así, que un buen día te diste cuenta de que por mucho que estudiases o por muy buenas que fueran tus notas, eso no bastaba, por sí mismo, para aliviar esa soledad. No te hacía más feliz, más completa o más libre, y eso te ocurrió precisamente cuando te habías distanciado de tus mejores amigos, de modo que te encontraste afrontando la amenaza de una vida mediocre, gris, sin ese futuro maravilloso que siempre esperaste. Y tuviste miedo, porque ya no sabías que sería de ti, y te preguntaste por qué precisamente tú estabas condenada a vivir y morir sola.

¿Nunca te has preguntado por qué te preguntas por qué? No es un trabalenguas. ¿Por qué te planteaste un día que significaba tu vida¿Y no fue, precisamente, el no encontrar respuesta, lo que te llevó a claudicar?. Al final todo se reduce a una búsqueda: a la Gran Búsqueda. O, lo que es lo mismo, a encontrar respuesta a las tres clásicas preguntas¿Quién soy¿de donde vengo¿a dónde voy?. Mientras no te las plantees, o seas capaz de convencerte a ti misma de que no tienen respuesta o que, en el fondo, no importa nada, todo va bien. Pero pueden convertirse en un auténtico problema si uno se las toma un poco en serio. Y mucho más si no está dispuesto a aceptar explicaciones simplistas como el azar, o el Destino. Siempre he considerado un poco absurdo creer realmente que no soy más que una combinación más o menos afortunada de carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, azufre y poco más. En un mundo en el que ni siquiera las partículas más diminutas se mueven al azar (por ejemplo, los electrones, tan ordenados ellos en sus orbitales), no me parece lógico pensar que soy fruto de una casualidad sin mayor trascendencia. Además, eso significaría que nada de lo que hago, ni de lo que me pasa, tiene sentido. Te aseguro que en ese caso, yo también saltaría por la ventana. En cuanto al Destino… me niego rotundamente a creer que un Plan abstracto, o una voluntad déspota, me tiene atrapada irremediablemente, sin que yo pueda escapar para tomar las riendas de mi vida. A menudo pienso en que el Ser Humano es increíblemente maravilloso y complejo, y no puedo comprender para que estamos dotados de una inteligencia que nos capacita para elegir nuestro camino si ese camino está marcado de antemano. Lo siento, pero no puedo admitir que eso sea así. Tu propio suicidio es un acto tan terrible y tan egoístamente libre que dudo que alguien sea realmente capaz de creer que era tu "Destino". La vida es algo más que destino, o que simple instinto de supervivencia. Somos las únicas criaturas sobre la tierra capaces de violar las leyes naturales y saltar por una ventana, porque somos los únicos seres dotados de libertad para elegir. Y, a veces, esa libertad puede llegar a ser una carga imposible de soportar, en especial cuando no tenemos nadie con quien compartirla. Objetivamente, uno podría llegar a pensar que precisamente lo que nos hace únicos, lejos de ser una ventaja, es una verdadera lata. Y, objetivamente tendría razón ¿o no?.

Conociéndote, imagino que, en algún momento, también te planteaste estas pequeñas paranoias. Y estoy convencida de que, en primer lugar, acudiste a la Ciencia en busca de una ley comprobable al 100, como si se tratase de la Gravedad, capaz de darte la respuesta. Lamentablemente, esa misma ciencia que nos ha permitido destilar pociones para curar cualquier mal, y que es capaz de explicar por que el agua se convierte en hielo y el verano en otoño, no tiene respuesta para todo. La Ciencia te falló, porque solo es capaz de explicar fenómenos que vemos con nuestros ojos. Y, como dice en "El Principito", lo esencial es invisible a los ojos. Y esa Ciencia biologicista, que solo tiene cabida para lo empírico, obvia los aspectos más importantes del Ser Humano.

De modo que el siguiente paso, probablemente, fue hincharte a leer filosofía hasta la intoxicación. Uno puede hartarse a leer libros y más libros hasta que cae en la cuente de que para empezar Grandes Cosas y llegar a Grandes Sitios, se necesita esperanza, fuerza, valor, humildad, voluntad y muchísimo amor, cosas que no se aprenden en los libros por mucho que los ideólogos y los filósofos se empeñen en decir que sí, porque todas sus doctrinas e ideologías no sirven para nada, ni tienen las respuestas ni son capaces, por sí mismas, de llenar le vida de nadie. Solo son palabras, y por muy bonitas que sean están huecas. Hasta ellos se dan cuenta, por eso llevan miles de años discutiendo sin alcanzar un acuerdo en nada. Es necesario un cambio profundo, un cambio que permita ver la vida tal y como es: bella, sí, pero muy difícil. Un camino de rosas… cuyos tallos están cubiertos de espinas. Imposible de atravesar si uno se queda solo en el dolor. Lo más cómodo es rendirse. Pero de donde procede la vida, procede también algo más que la capacidad (a veces, aparentemente infinita) de sentir dolor: la fortaleza para soportarlo. Está dentro de nuestro corazón, solo tenemos que buscarla. Sé por experiencia propia que esto es mucho más complicado de lo que parece. Primero hay que saber que la tenemos, y luego confiar en que la encontraremos. Y esto solo es posible cuando uno reconoce que no es algo que vaya a ganarse a pulso, sino un don, y que, por lo tanto, no puede hacerlo todo solo.

Cuando yo llegué a este punto, cuando comprendí que yo sola no podría con todo, decidí cambiar la perspectiva de las cosas. Llevaba toda mi vida con la mirada clavada en la tierra, en el suelo que mis pies pisaban, en los libros que otros habían escrito, y eso no me conducía a ninguna parte. Entonces decidí escuchar el deseo más profundo de mi corazón y me arriesgué a obedecerlo. Y miré al cielo. Y así descubrí las estrellas.

No a todos nos hacen felices las mismas cosas. A menudo me he preguntado si toda esa gente supuestamente "normal" podría ser realmente feliz llevando una existencia que para mí resultaba claustrofóbica, tan llena de límites, de barreras y de muros infranqueables que me hacía sentir deseos de gritar. Con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que lo que en realidad sucede es que viven anestesiados por la rutina, arropados por el cálido sentimiento de ser parte del mundo que les rodea, de ser sencillamente igual a otros, de nadar con la corriente, de no estar solos, de saber todo lo que necesitan y de no sorprenderse jamás por nada. Una vez que despiertas de ese sueño, es imposible volver a dormir. Ante tus ojos aparece un mundo extraño, a veces totalmente incomprensible, y, por primera vez, experimentas el anhelo de verdad y de belleza que palpita en el interior de cada uno de nosotros. Ese hallazgo te complica la vida, porque te conduce directamente a una búsqueda difícil, a menudo, frustrante, que te aleja de esa muchedumbre que duerme tranquila y satisfecha de sí misma. Está claro que es inútil resistirse: esa vocecilla jamás se calla y puede atormentarte hasta volverte loca. Lo sé por experiencia. Y también se que lo mejor es escucharla, y aprender a disfrutar de un mundo siempre nuevo, cambiante y hermoso. A veces dolorosamente hermoso.

La pregunta que te atormenta encierra en sí misma la respuesta. Es tan obvia, y tan sencilla, que la mayoría de los que se la plantean alguna vez la desechan, porque ¿cómo va a ser todo tan… simple?. Pero, como las estrellas vistas desde la Tierra, la pequeñez es solo aparente. En este caso, aceptar la respuesta puede tener consecuencias imprevisibles e infinitas. Como el Universo.

Y lo único que hay que hacer es mirar las estrellas.