Afirmada contra el tronco de un árbol de frondoso follaje, la sacerdotisa intentaba controlar su ira. Sintió un nudo en la garganta y casi involuntariamente unas lágrimas se dejaron caer por sus blanquísimas mejillas. Apretó los puños con fuerzas, y una y otra vez los golpeó contra el tronco. Una y otra vez, cada vez más fuerte, más violento. El último golpe hizo azotar las ramas más bajas del árbol, y ella, orgullosamente, se secó las lágrimas. De pronto sintió la presencia de un ser sobrenatural, un aura ya conocido...
.¿Tan distraída te encuentras, Kikyo?
La sacerdotisa volteó rápidamente, al tiempo que sacaba una flecha de la capucha que llevaba en la espalda y la tensaba contra el arco, apuntando al ser que le hablaba. Luego de verla, bajó el arco, lentamente.
.Ah... Kagura...
.Veo que estas de mal humor- Le dijo cínicamente la mujer que llevaba un abanico en sus manos.
.¿Qué es lo que quieres?- Fue la escueta pregunta de ella, mirándola con cara de odio.
.Jajaja,... estas muerta y aún así tienes mal humor. En fin, Naraku desea hablar contigo.
.¿Naraku? No tengo nada que hablar con ese ser.- Mientras volteaba dándole la espalda.
.Es lo que él suponía, pero me encargó que te dijera, que es algo que te va a importar... algo relacionado con Inuyasha y esa chica, Aome.
Kikyo volteó nuevamente con la cara muy seria. Ambas mujeres se miraron desafiantes. Al fin Kikyo habló mientras volteaba.
.Dile que iré. Puedes irte.
Kagura la miró más enojada que nunca ¿Qué se creía esa mujer al tratarla con tanto desprecio? Finalmente sacó una pluma de su cabeza y la alzó al aire, convirtiéndose en un medio perfecto para salir de la presencia de la oscura sacerdotisa.
.Naraku quiere verme... - Se dijo Kikyo, mientras comenzaba a caminar, adentrándose en las profundas entrañas del bosque.
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.Desperté y no estaban... ¿Dónde andaban?- Preguntó Shippou mientras se restregaba los ojos y luego miraba a Aome con cara de duda.
.Ehhh,.. ¿Cuándo?- Dijo Aome tratando de desviar la vista.
.Ah¿Sí?- Dijo Miroku, mientras le clavaba la vista a Inuyasha.
.Ehhh... ¿A qué te refieres?- Dijo el hanyou mientras se levantaba y corría a paso rápido hacia la salida de la cabaña.
.¿Aome?- Preguntó Shippo nuevamente, mientras le tiraba la falda, tratando de llamar su atención.
.¿Dónde esta la anciana Kaede?- Preguntó ella mientras también se disponía a salir de la cabaña, casi tropezando.
.Estos dos andan en pasos raros... – Murmuró Shippo.
.No seas así Shippo... están enamorados- Dijo Miroku mirando a Sango, que aún dormía.
.¿Enamorados? Pero si Inuyasha... es un tonto... no toma en cuenta a la pobre Aome.
.Bueno... parece que no has estado tan atento estos días- Dijo el monje sonriendo.
... Sin embargo me he dado cuenta de lo que tienes tú con Sango, Miroku- Dijo el chico mientras le clavaba la vista y le sonría maliciosamente. El monje sintió un hielo en el corazón. Lo había sorprendido.
.Ehhh... no sé de qué hablas, pequeño Shippo- Dijo el monje mirando hacia el techo.
.Soy pequeño, pero no tonto, anda, cuenta de una vez Miroku.
.No seas entrometido Shippo, hay cosas que son sólo de los adultos. Cuando seas grande comprenderás.- Dijo, mientras salía también de la cabaña, tratando de esquivar las preguntas de su indiscreto amigo.
.Esto no me gusta mucho... - Se dijo el pequeño-... si están vulnerables por líos amorosos nuestros enemigos aprovecharán eso para derrotarnos... pero tampoco se puede evitar lo inevitable... en fin... como dijo Miroku, son asuntos de adultos y supongo que sabrán lidiar con todo eso.
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.Lo encontró sentado a orillas del río en su típica posición india, es decir, piernas y brazos cruzados.
.Inuyasha...
.Ah... Aome...
Ella se sentó a su lado.
.¿Sucede algo? Te noto preocupado.
.No... no es nada Aome.
.Estas... ¿molesto? – Le preguntó ella un poco insegura.
.¿Molesto¿Porqué?- Él le clavó la vista.
.Por... lo de anoche- Dijo ella, mientras sentía un calor en las mejillas.
.¿Anoche?
Aome se sintió incómoda.
.Bueno... porque... bueno... esteee... porque tú y yo... no... no...
De pronto Inuyasha entendió a lo que se refería y sintió un terrible calor en la cara.
.Ah! No, no es eso Aome.
.¿Entonces?- Resopló ella más tranquila.
.Ya te dije que no es nada.- Mientras evitaba su mirada y se concentraba en la corriente del río. Los dos se quedaron en silencio por algunos minutos. Inuyasha comprendió que Aome podía estar creyendo que le ocultaba algo... y en verdad, de cierta manera lo era... sentía que el aroma que había llegado hasta sus narices la noche anterior le era conocido... y más ahora, que recordaba a quien podría pertenecer... pero no quería alarmar a Aome con conjeturas que podrían ser falsas... no ahora... que las cosas estaba tan bien entre ellos. Además no podía adelantar algo que tal vez pudo ser hasta producto de su imaginación.
.Aome... te acuerdas¿verdad?... la promesa.- Le dijo de pronto.
Aome lo miró y sonrió. Inuyasha agradeció al cielo poder hacer sonreír a esa mujer. Y con algo que había hecho.
.Claro... gracias... Inuyasha.
.¿Gracias¿Porqué?
.Por la promesa... no era necesario...
.Claro que sí... es mi manera de... decir... que... me importas- Dijo casi en un susurro. Aún no podía acostumbrarse a aquellos momentos de romance que compartía con Aome... nunca los había tenido en su vida!
Ella se acercó a él y lo besó en los labios. Inuyasha había sido nuevamente sorprendido por la iniciativa de la chica. Se relajó y cerró los ojos, mientras correspondía el beso.
.Aja! Ya lo sabía!
La pareja saltó del puro susto.
.Inuyasha... gracias amigo por contar.- Dijo el monje, mientras miraba al pobre chico – bestia.
.Arggggg. Miroku!- Dijo este, mientras se levantaba de un salto y se arremangaba las mangas de su haori.
.Calma, calma, no te enojes... señorita Aome... dígale que se tranquilice- Suplicó mientras aguantaba las ganas de reír.
.Monje Miroku, por favor, no provoque a Inuyasha... - Le dijo ella más tranquila.
.Este Monje es un entrometido, Aome... - Dijo Inuyasha con ganas de partirle la cara a su indiscreto amigo.
.Jaja... esperen a que lo sepan los demás... Inuyasha... ya me habías hecho creer que nunca darías ese paso- Dijo mientras reía apretándose el estómago.
Aome e Inuyasha se miraron.
.Pues no sé, monje Miroku, pero al menos somos más discretos que cierta pareja besándose en el bosque... - Le dijo Aome mientras lo miraba con malicia. El monje paró de reír súbitamente y los miró sorprendido, casi no podía hablar.
.Ehhh... bueno...
.¿Así?- Dijo Inuyasha mirando a Aome.
.Pues sí, cuando volví del poso, vi a cierto monje con una amiga mía y no estaban precisamente conversando.
.Jaja... ya sabía que Miroku caería, jaja.
.Bueno, amigos... una cosa nos llevó a la otra y... - Dijo mientras trataba de excusarme. Tenía una reputación que mantener.
.No sea así!- Gritó una voz que conocía perfectamente y que se encontraba a sus espaldas.
... ¿Sango?- Dijo casi ahogándose del susto.
.Sabía que nunca cambiaría, es de lo peor!- Reprochó la muchacha, mientras se disponía a volver a la aldea.
.Sango... cariñito, por favor... - Suplicaba el monje mientras volteaba y se disponía a seguirla.
Aome e Inuyasha los quedaron mirando.
.Creo que ellos mantienen una relación diferente a la nuestra- Dijo Aome de pronto.
.¿A qué te refieres?
.Parece que Sango siempre sospechará del monje Miroku, porque él toda su vida a sido un mujeriego.
.Eso es cierto.
.Mientras que nosotros, podemos confiar el uno en el otro¿verdad?
.Claro que sí- Respondió mientras la miraba- Totalmente.
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Las relaciones con Naraku eran nulas. Sin embargo y debido al recado de Kagura, no podía quedar indiferente a lo que este ser tenía que hablarle de Inuyasha y esa mujer. Caminó hasta llegar a los límites del palacio. Vio la barrera que lo protegía y la atravesó sin problemas. Cruzó los corredores que estaban llenos de cadáveres pestilentes. Eso no la inmutó. Abrió la puerta de una habitación y allí encontró a Naraku, con un ser blanco, sin expresión, que llevaba un espejo.
.Kikyo... sabía que vendrías.
.Qué es lo que quieres- Preguntó ella altiva, como siempre.
.Vaya, vaya... ¿enojada?
.Déjate de juegos Naraku.
.Veo que no estas de humor... pero ya sé porque es... es por Inuyasha.
.Mejor será que me digas a que me has llamado.
.Mira lo que encontré... - Dijo Naraku sonriendo, mientras le señalaba el espejo.
La sacerdotisa se acercó un poco y vio la imagen que proyectaba el espejo de la niña. Ahí vio una escena que detestaba por completo. Inuyasha y Aome besándose. La sacerdotisa volteó la vista hacia Naraku con odio.
.Qué significa esto!
.Espera... hay más... - La instigó él. Sin poder resistir ella volvió a mirar, y vio una escena que ya conocía...
.Inuyasha... no es necesario...
.Sí... quiero jurarte algo, una promesa.
.¿Promesa¿Porqué?
.Porque... te amo... y por eso... prometo... bajo esta luna y el bosque como testigo... que te amaré... y te protegeré siempre... siempre.-
La sacerdotisa apretó los puños con fuerzas. Aquella escena le causaba nauseas, ira.
.Quiero ayudarte, querida Kikyo.
.¿Ayudarme?
.Las promesas fueron echas para romperlas... pero no las de amor.
.No sé a qué te refieres.
..Lo peor que hizo ese tonto de Inuyasha, fue enamorarse.
..Él no esta enamorado- Dijo ella con rencor. Naraku la miraba sonriendo.
.Pues sí... no me equivoqué... aún sientes algo por ese sujeto.
.Inuyasha será mío. Me lo llevaré al infierno.
.Pero primero hay que hacerlo sufrir... ¿No te gustaría verlo sufrir, sobre todo ahora, que le juró amor eterno a otra?
La sacerdotisa lo miró sin expresión.
.Puedo ayudarte a vengar tu orgullo herido. Puedo ayudarte a que la tonta de Aome se aleje definitivamente de tu hanyou. Y que Inuyasha pague, por el agravio que te ha hecho.
Los dos se miraron. Naraku lo sabía... la sacerdotisa iba a aceptar su propuesta.
Continuará...
