.Esto es el polvo de la ilusión. Fue creado por una sacerdotisa amiga mía hace mucho... creo que también tú la conocías... Tsubaki.

.¿Tsubaki? Era una bruja.- Dijo Kikyo secamente.

.Por esa razón creo en esta pócima. Este polvo, respirado por humanos no tiene efecto, fue hecho para demonios, para hacerlos caer en trampas.

.Significa que este polvo afectará sólo a Inuyasha y no a Aome? No me gusta, Naraku, el problema aquí es Aome.

.Los efectos que provocará en Inuyasha serán de tal magnitud que Aome no se le acercará más. Ahí puedes tener la oportunidad de recuperar a tu bestia.

Kikyo miró sin expresión a Naraku. Detestaba tanto a ese ser maligno, pero el "amor" que sentía hacia el hanyou era más grande.

.¿Porqué me ayudas, si sabes que deseo matarte?

Naraku le sonrió levemente. Odiaba la altivez de la sacerdotisa.

.Lo sé, pero ambos tenemos un enemigo común. Aome. Si nos deshacemos de ella, cada uno obtendrá lo que quiere a su manera. Tú a tu hanyou, yo, la perla de shikon completa, sin estorbos.- Naraku estiró su brazo y en su mano había un pequeño paquetito. Kikyo lo miró desafiante, pero finalmente lo tomó.

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.Arggg¿cuanto tiempo nos quedaremos en la aldea? Estoy muy aburrido- Se quejó Shippo, mientras saboreaba un caramelo.

.¿Cómo te encuentras Aome¿la herida ya sanó?- Preguntó Sango.

.Estoy bien, hace días que le digo a Inuyasha que ya es hora que dejemos la aldea, pero quiere esperar un poco más.

.Ah, es que esta muy preocupado por ti.- Respondió Shippo.

.Sí, lo sé, pero a veces es demasiado sobreprotector.- Se lamentó ella.

.¿Y eso no te gusta?- Preguntó Sango sorprendida.

.Claro, claro... es sólo que... - Luego miró a Shippo y le hizo una seña a su amiga. Sango le cerró un ojo y entendió. Sabía que deseaba contarle algo privado pero no podía porque entre ellas estaba el pequeño zorrito.- luego te cuento- Dijo bien bajito.

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.Mañana. Mañana podemos volver a nuestra búsqueda.

.Que bien, Inuyasha.- Dijo Miroku mientras colocaba una mano sobre su hombro. El hanyou no se inmutó.

.Te encuentras bien, Inuyasha?- Le preguntó, al tanto que miraba su cara. Ahí notó que el chico tenía la vista concentrada en el horizonte.

.Uhhhh, el amor te hace ver pajaritos... - Lo molestó, pero no tuvo respuesta del chico. Miroku se encogió de hombros, dándose por vencido y lo dejó solo.

Inuyasha tenía la vista clavada en el bosque, había algo que llamaba en extremo su atención. No sabía lo que era, podía ser cualquier cosa. Su corazón comenzó a latir violentamente, porque de pronto, casi como un embrujo, sintió sobre sus narices un aroma profundo a flores, que el ya conocía hacía muchísimo tiempo. Un aroma que antes adoraba y que ahora significaba sinónimo de problemas. Era el aroma de Kikyo! Como una flecha corrió esquivando arbustos y troncos caídos. Sus sentidos, activados al máximo, trataban de identificar en el menor tiempo posible el lugar de donde se encontraba la sacerdotisa. No veía a las serpientes caza almas, eternas acompañantes y proveedoras de almas para ella, así que mientras avanzaba y el aroma se hacía más pesado, su angustia iba en aumento. Allí, junto a un claro, la encontró de espaldas a él. Inuyasha paró en seco. Estaba impávido, anonadado. Los segundos fueron casi eternos. De pronto, en su cabeza resonó un argumento conocido: "Tu mundo se detiene cuando ves a Kikyo". Eso se lo había reprochado Aome hacía algún tiempo, y ahora, aún ahora que creía todo sentimiento acabado hacia la sacerdotisa, aún ahora sentía que ella, Aome, tenía razón al decirles esas palabras.

.Ki... kyo- murmuró.

La sacerdotisa aumentó el suspenso, permaneciendo inmóvil. Inuyasha sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. En su mente no había pensamiento. Luego, ella volteó lentamente, todo parecía irreal... parecía un hechizo, el escenario donde se encontraban, el anochecer, los dos frente a frente, no había expresión en su rostro.

.Cómo estas, Inuyasha – Dijo ella al fin. El chico intentó hablar, pero no pudo.- Creo que te he causado un gran impacto¿verdad?

.No... si... bueno... yo... - La miraba tratando de conocer qué era lo que ella quería. La cara de la sacerdotisa no demostraba odio como él imaginaba, considerando que la última vez que se vieron fue para matarla.

.Sí... claro que ha sido una sorpresa.- Ella se acercó lentamente a su lado. Pero al contrario de lo que el hanyou imaginaba, ella se detuvo a una prudente distancia de la suya.

.Kikyo...

.No... no te preocupes... la última vez que nos vimos... fui una tonta... nunca me lo perdonarás... lo sé... yo tampoco me lo perdonaré...

¿Que estaba escuchando¿Ella se estaba disculpando?

.No sé que pasó conmigo... yo no soy así... perdóname, Inuyasha... - La sacerdotisa rompió en llanto, mientras caía a sus pies. Inuyasha no daba crédito a lo que veía. Su corazón mitad humana se contrajo de dolor al verla tan vulnerable y triste. Se arrodilló a su lado.

.Kikyo... no llores, Kikyo...

.Perdóname, dime que me perdonas, por favor, necesito escucharlo, perdóname... - Era lo único que escuchaba de ella, mientras veía como las lágrimas brotaban abundantemente de sus ojos.

.No... no... Kikyo... perdóname tú... por intentar matarte.

Ella se calmó de pronto, se limpió la cara con las mangas de su traje y lo miró.

.Yo... ya estoy muerta... no tengo nada que perdonar.- Dijo, al tanto que le brindaba una sonrisa triste. Ella se acercó mas a él y lo abrazó. Inuyasha, impávido, pero luego enternecido por la desgracia de la sacerdotisa, correspondió a su abrazo. No era un abrazo de amantes, era un abrazo de amigos, de apoyo. Así al menos lo pensó Inuyasha, mientras le acariciaba los negros cabellos al tiempo que le brindaba palabras consoladoras.

.No llores más... y no digas esas cosas... cometimos errores... pero lo importante es que los reconocimos.

Ella no le respondió, porque desde su manga sacaba un pequeño paquete que desabrochó con mucho cuidado y puso un poco de su contenido sobre su mano. En ese momento, Inuyasha se separó de ella y la miró a los ojos. Ella le sonrió igualmente... pero de pronto estiró su mano y sopló directo sobre su cara, provocando un ataque de tos en el hanyou, que finalmente cayó sin sentido.

.Pobrecito... no soporta los olores... duerme Inuyasha, duerme, que mañana todo cambiará.

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.¿Y entonces?- Le preguntó Sango intrigada.

.Ahora que Inuyasha y yo estamos juntos... - Aome la miró directo a los ojos- que somos pareja... novios, como se dice en mi época... tengo un poco de miedo.

.¿Miedo? Y ¿porqué?

.No lo sé... creerás que soy una paranoica o estoy loca... pero tengo miedo... más por Inuyasha... me protege demasiado y eso me gusta... pero a veces, por mi mente, se me cruzan pensamientos extraños ¿sabes? Que el estar juntos puede ser demasiado problemático. Naraku puede aprovechar esto para separarnos... no sé... tengo un poco de miedo...

.Mmmm, la verdad, es que puede ser... pero creo Aome que estas exagerando... ¿no crees que es mejor disfrutar de el estar juntos en vez de pensar en calamidades?- Le sonrió a la chica. Aome la miró, porque sabía que esas palabras las diría Sango. Ella estaba siendo paranoica... ja, como Inuyasha.

.Sí... lo sé... - Aome se levantó de pronto y miró al horizonte.

.¿Te sigue preocupando algo?

.Inuyasha... es tarde... ¿dónde esta?

.¿Que no estaba en la aldea?

.Les preocupa algo, jovencitas- Dijo el monje acercándose a ellas.

.Inuyasha... ¿donde esta Inuyasha?- Preguntó Aome, sin dejar de evitar que la voz le temblara un poco.

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.Inuyasha... Inuyasha... - El hanyou escuchaba a los lejos una voz femenina que lo llamaba, pero el dolor de cabeza era insoportable y el mover siquiera los ojos le causaba una terrible jaqueca.

.Inuyasha... despierta... -

El chico finalmente abrió los ojos y lo primero que vio fue un rostro femenino bello como la aurora, pálido como la noche, ojos enigmáticos...

.Ki... kyo?

.Oh... al fin has despertado... - Le sonrió ella.

El hanyou pestañeó un par de veces, se cubrió un poco los ojos porque unos traviesos rayos de sol iluminaban directo sobre ellos. Se incorporó lentamente y sintió al tanto que la cabeza le iba a explotar.

.Argggg! Que demonios sucedió?

.Parece que te desmayaste... estuviste inconsciente toda la noche...

Inuyasha, que se encontraba con las manos en la cabeza para mitigar el dolor, de pronto permaneció inmóvil.

.Dices... ¿toda la noche?

.Sí... no sé que te pasó. Creí que estabas herido.- Le dijo la sacerdotisa, preocupada.

.Estuve aquí... ¿toda la noche?

.No te preocupes, estuve a tu lado, cuidándote.

Inuyasha la miró tratando de recordar que era lo que le había pasado... pero lo último que recordaba era el abrazo con ella.

.Gra... gracias... - Dijo un poco avergonzado y levantándose apuradamente.

.¿Adónde vas?

.Debo... regresar a la aldea... deben estar... preocupados...

.Sí... lo sé... – Ella bajó la vista, visiblemente triste.- Inuyasha...

El chico se detuvo y la miró, esperando qué era lo que ella iba a decirle.

.Inuyasha... yo... debo advertirte algo...

Inuyasha la miró interrogativo.

.Ten cuidado... porque lo que más quieres, puede ser una gran mentira.

El hanyou la miró impresionado...

.De... ¿qué hablas?

.Tú mismo lo averiguarás... Inuyasha... ten cuidado con Naraku también... ese ser esta tras de ti.

Inuyasha le sonrió confiado, al tiempo que tocaba su Colmillo de acero que llevaba envainado a un costado.

.No te preocupes Kikyo... Naraku no me atemoriza... nada me atemoriza... Gracias por tus cuidados... adiós.- Al tiempo que le daba la espalda y se perdía su silueta en la espesura del bosque. La sacerdotisa sólo sonrió.

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Inuyasha ya no pensaba en las advertencias dadas por la sacerdotisa, sólo le preocupaba el intenso dolor de cabeza que parecía no ceder. También le preocupa un poco lo que dirían los demás por no haber dormido en la aldea... qué pensaría Aome... ¿Qué estaría herido¿Estaría demasiado preocupada¿Qué iba él mismo a decirle¿Qué pasó la noche junto a Kikyo?. En ese momento se ruborizó por completo sacudiendo la cabeza intensamente, para evitar que los malos pensamientos afloraran en su mente. Aún era temprano para los mismos aldeanos, así que caminó despacio para no causar alboroto. Mientras se acercaba a la cabaña de la anciana Kaede vio, a un costado de ella, una silueta. Al acercarse más lentamente, se dio cuenta que no era una silueta, si no dos, pero estaba tan estrechamente unidos en un abrazo que parecían uno. Se veía claramente que era una pareja de enamorados... distinguió las ropas del hombre y sonrió. Recordó las palabras de Aome: "Cuando volví del poso, vi a cierto monje con una amiga mía y no estaban precisamente conversando". Inuyasha sonrió.- Miroku, aprovechado... - Murmuró divertido, pero de pronto paró en seco, y sintió como se paralizaba su corazón.

.A.. ¿Aome?- Fue la angustiante palabra que brotaron de sus labios.

Continuará...