.Y cómo te ha ido, Kikyo... - Preguntó el despreciable ser que se encontraba sentado en la gran sala, acompañado de la mujer protectora del viento y su pequeña sirviente, Kanna.

.Si te refieres a Aome... - la altiva sacerdotisa sonrió levemente-... creo que bien...

.Esa relación se debilitará tanto que se romperá inevitablemente... - Dijo Naraku.

.Lo sé... además... sé que no es verdadero amor lo que siente Inuyasha... - Dijo ella haciendo un pequeño desprecio.

.¿Y porqué lo sabes?

La sacerdotisa lo miró como si aquella pregunta estuviera de más... ¿acaso no lo sabía?

.Lo sé, por que él me ama a mí.

Naraku la miró y comenzó a reír, una risa que poco a poco se convertía en estruendas carcajadas. Kikyo lo miró con su fría mirada y esperó pacientemente a que él callara.

.No sé porque ríes, Naraku... eres un tonto.

El sujeto se puso de pie lentamente y caminó hacia ella. La rodeo inspeccionándola detalladamente, sin provocar en la sacerdotisa que moviera un solo músculo. Cuando llegó a su cara, le habló.

.Eres tan altiva y segura de ti misma, Kikyo, que ni siquiera aceptas reconocer la verdad. – Kikyo lo miró inexpresiva, pero movió levemente la boca provocando una pequeña mueca, que duró sólo unos fugaces segundos.- Sin embargo... tu amor por eso hanyou es también mi beneficio, sólo por eso te ayudo.

.Ya verás que no estoy equivocada, recuperaré a Inuyasha y tú te desharás de Aome. Los dos ganamos.- Dijo ella, al tiempo que le daba la espalda y se retiraba del sombrío lugar.

.¿Crees que lo logrará?- Preguntó Kagura, mirándolo atentamente.

.Hasta el momento todo marcha como ella quiere... pero la tonta de Aome verá pronto, los verdaderos sentimientos de un hanyou herido... no le quedará otra que dejarlo.

&&&&&&&&

Todos se encontraban recostados en sus camas improvisadas de campamento, al parecer dormidos. Aome, sin querer provocar preocupación entre sus amigos, había escondido las heridas en su brazo hechas por las garras del hanyou. Cuando los vio a todos dormidos, se levantó de su saco de dormir y sacó de su mochila su pequeño botiquín. Con él caminó hasta alejarse de una distancia prudente del grupo, y llegar a orillas de un pequeño río, donde se sentó y se dispuso a levantar la manga de su blusa y ver, con preocupación, las profundas heridas de su brazo. Suspiró pesadamente, mientras aplicaba alcohol en spray sobre las heridas. Intentó vendarlas, pero le era imposible realizarlo con una mano. Tres veces intentó hacerlo, provocando en cada intento fallido una maldición escapase de su boca. Tan concentrada estaba intentando realizar su maniobra, que no se percató que Inuyasha esta ya frente a ella, y le tomaba la mano quitándole las vendas.

.Inuyasha... me asustaste.- Le dijo ella bien bajito.

El chico miró atentamente las heridas y luego se dispuso a cubrirlas delicadamente con la venda. Cuando terminó de amarrarla firmemente al brazo, le bajó la manga suavemente. Luego, sentado frente a ella en su típica posición india, la miró directamente a sus ojos.

.Aome... perdóname...

.No...

...déjame decirlo, Aome... - insistió él- no sé que esta pasando conmigo... me descontrolé... y mi intención no fue dañarte, lo juro.

.Lo sé... no te preocupes.- Respondió ella.

El hanyou se levantó rápidamente y comenzó a caminar de un lado para otro.

.No... no me digas que no me preocupe... soy culpable y despreciable... pero el verte cerca de Kouga me provocó sentimientos que jamás había experimentado.

Ella también se levantó y lo detuvo en su frenética caminata.

.Shhh- Dijo ella, mientras colocaba dos dedos sobre los labios del hanyou.- No digas más.

El chico apartó sus dedos de sus labios.

.No, no quiero que las cosas queden así... no trates de evitar esto. – Tomó ambas manos de su amada y las llevó a su corazón.- Podrás... ¿perdonarme?

Ella le sonrió, pero su sonrisa era triste, no pudo evitarlo.

.Vamos a dormir... es demasiado tarde.

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Pero Inuyasha no estaba para dormir. La noche estaba siendo demasiado larga y no podía estar tranquilo, sin dejar de reprocharse por su actitud violenta contra Aome. Se alejó del grupo y caminó sin dirección, abriéndose paso a través de los grandes arboles del bosque. Un inesperado brillo lo hizo ponerse alerta y llevándose la mano hasta su espada esperó de qué se trataba. El brillo eran unas serpientes... y venían con su dueña, la sacerdotisa Kikyo.

.¿Kikyo?- Dijo él sorprendido.

.Inuyasha... ¿cómo estas?

El hanyou se acercó hacia ella ya más relajado, pero no le contestó.

.Ya veo... parece que tienes problemas... - dijo ella.

El chico bajó la vista.

.Y parece que no es Naraku... ¿verdad?

.No... no es Naraku- Dijo él secamente.

Hubo un largo e incómodo silencio entre ellos.

.Recuerdas...

El hanyou levantó la vista y la miró.

.Recuerdas... ¿lo que te dije la última vez que nos vimos?

Inuyasha la miró confuso.

.No... no lo recuerdas... - Dijo ella dolorosamente, pero el hanyou no lo percibió.

.Ten cuidado Inuyasha... porque lo que más quieres... puede ser una gran mentira...

El hanyou arrugó el ceño.

.¿Lo qué mas quiero? Una mentira?- la miró fríamente.- ¿de qué estas hablando?

.No puedo decírtelo, creerás que miento, pero lo sabrás por ti mismo... y cuando lo sepas, quiero que sepas que siempre estaré ahí, para apoyarte... - mientras lo miraba ya desde las alturas, porque sus escalofriantes serpientes se la llevaban.

Inuyasha la miró hasta que se perdió de vista. Demonios! Kikyo y sus indescifrables acertijos! Pero no estaba de humor para ponerse a analizar cada palabra salida de la boca de la sacerdotisa. Bastante tenía con su problema. Se dio media vuelta y para su gran sorpresa, Aome estaba apoyada en un árbol, su cara era de sorpresa, pero también denotaba una inusitada palidez. Parecía que iba a desmayarse. Inuyasha caminó sorprendido hacia ella con las manos empuñadas, mientras tragaba dolorosamente saliva. Maldición, maldición, maldición! Qué más iba a pasar! Parecía que todo estaba en su contra. Aome... Aome había cambiado el semblante de su rostro. Ya no era de sorpresa, era de dolor. La vio bajar la vista y fijarla en un punto fijo en el suelo. Arggg... ella no decía nada. ¿Tan choqueada se encontraba? Se detuvo a unos pasos delante de ella. Tampoco se atrevía a mirarla, estaba avergonzado... ¿qué estaría pensando ella ahora¿Que la engañó¿Que no confió en ella?

.Después de todo lo que ha pasado entre nosotros... - La voz de Aome era firme y fuerte, no demostraba lo que realmente estaba sintiendo, ganas de llorar.

.Aome... – Que iba a decir! Explicarle... pero...

.Creí que tenías confianza en mí... pero hay tanta mentira, hay tanto resentimiento, hay tanto que me escondes, Inuyasha... ¿porqué¿porqué?- Aquí la fuerte Aome se esfumó, para dejar paso a la ya cansada Aome. La enamorada, la engañada, la hastiada del Sengoku y las inagotables batallas...

.Aome... no es lo que piensas... no te escondo nada... lo mal interpretas... - Inuyasha se había acercado lentamente hasta estar ya frente a ella y ver lo suficiente como para notar que ella aguantaba a duras penas sus lágrimas.

.¿Lo mal interpreto? – Dijo ella exasperada. Lo miró con rabia.- ¿De verdad lo mal interpreto? Escuché claramente como ya antes ustedes se habían visto... y no lo sabía... creí todo este tiempo que ella estaba muerta... ¿me escondiste algo tan importante como el que ella estaba viva¿Porqué? No, no quiero saberlo. Ya no.- Ella se arrodilló porque sentía que las piernas le temblaban exageradamente.

.No te lo conté... no sé porqué... - Dijo él ya sin saber que más decir. Todo estaba en su contra. Quería defenderse, pero sabía que en parte era culpable.

Ella lo miró terriblemente herida, pero no dijo nada, se mordió el labio de la rabia y sintió que se lo había roto, provocando un pequeño hilillo de sangre. Inuyasha la miró atentamente y quiso pasar su dedo por sus labios, para limpiar la sangre, pero ella reaccionando impulsivamente esquivó su mano. Él se quedó incrédulo mirándola.

.Y ahora lo entiendo... aquella noche...

Inuyasha sintió que el corazón se le iba a destrozar. Ella estaba tomando las cosas peligrosamente mal. Y no podía explicarlo!

.Ya no es necesario que digas más... - Dijo ella levantándose. – Siempre lo supe... tú y Kikyo... estarán unidos por la eternidad... qué ilusa fui, Inuyasha... al pensar que podrías amarme...

.Pero si te amo!- Gritó él tomando su brazo, pero ella pegó un brinco que él se lo soltó rápidamente.- lo siento, lo olvidé... - Las heridas de su brazo se habían abierto y ahora manchaban la manga de su blusa. Ella trató de presionarlo con su mano y corrió hacia el interior del bosque. Inuyasha la siguió y la detuvo sujetando su otro brazo.

.No te vayas... no me dejes así... todo es un error y puedo explicarte cada uno de ellos... pero tienes que creerme... debes creerme.- El hanyou la miraba suplicante, mientras por primera vez sentía que sus palabras se ahogaban con las lágrimas que sentía pronto le iban a salir. Pero qué importaba eso. No quería perderla, no podía... Ella se llevó una mano a la cara y sollozó. El chico enternecido y demasiado adolorido la abrazó casi titubeante, temeroso a que ella pudiera rechazarlo... pero ella se dejó abrazar. Inuyasha comenzó a dar besos desesperados en su pelo y luego en su cálida frente. Finalmente, cuando los sollozos cesaron, él tomó la cabeza de ella con sus dos manos y la obligó a mirarlo. Qué ironía... con sus lágrimas por el blanco rostro, las mejillas sonrosada y el cabello alborotado ella lucía como una visión, hermosa, era esa la palabra que se le vino a la mente. Hermosa.

.No me iré... porque hay una misión que cumplir- Dijo ella ya más calmada, provocando en el hanyou una sensación de gozo indescriptible- Pero esto no ha terminado Inuyasha... estoy cansada y ya no quiero llorar... me lo contarás todo... no ahora, no quiero ahora... mañana, déjame dormir, mañana – Le dijo mientras lo miraba firmemente y con el ceño un poco fruncido.

.Lo prometo... - Dijo él firmemente. Ella lo miró casi sin expresión. En su mente la palabra "promesa " tenía un enorme significado¿lo sería tanto para él?

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.Eres más cruel de lo que pensé... Kikyo- Le dijo Kagura a través de su abanico. - Pero el plan no resultó... Esos dos están juntos otra vez, lo sé porque Kanna me lo mostró. – Dijo burlonamente. Odiaba a esa sacerdotisa porque era tan altiva como para desafiar a Naraku, algo que le era imposible hacer ella.

.¿Y quién dijo que mi plan falló, si aún no se ha llevado a cabo?

Kagura la miró asustadamente. Lo sabía, ella era más astuta de lo que imaginaba.

.No?

.Mi plan aún no lo he llevado a cabo... Aome esta sufriendo por la duda y la desconfianza y aunque eso le es doloroso, más doloroso será lo que le espera... pobre Aome... – La sacerdotisa hizo una mueca con sus labios, era una sonrisa, pero la sonrisa de un muerto vivo no era algo agradable de ver, incluso para Kagura.

.Estas loca...

.Falta poco... y esta vez, yo ganaré...

Continuará...