Como un hechizo, la noche se había hecho interminable. Todos dormían, excepto dos personas. Una pretendía hacerlo, la otra claramente no lo disimulaba. Ese era el inquieto Inuyasha, que los vigilaba a todos en su dormir, sobre todo a la chica que era dueña de su corazón. Claro, las cosas no andaban bien. ¿Así era la relación entre hombre y mujer¿Era tan doloroso amar?

.Inuyasha... –

Era la voz de Miroku, quien en ese momento se ponía de pie, despertando a su compañera Sango.

.Sí... lo sé... hay algo... - Dijo el hanyou al tiempo que se ponía de pie y caminaba hacia Aome para despertarla, pero no alcanzó, ya que la chica se puso de pie enseguida.

.Qué sucede? – Preguntó el pequeño Shippo mientras se restregaba los ojos del sueño, pero nadie del grupo le contestó, cada uno estaba en posición de ataque, listo para lo que se venía. Shippo miró a todos lados y luego de unos leves segundos pudo escuchar un sonido que parecía como un trueno.

.Pero... qué esta pasando!- Dijo Miroku mirando a Sango que no podía evitar sentirse nerviosa.

El sonido comenzó a hacerse más y más fuerte... luego, para sorpresa de todos, de entre los matorrales apareció Kikyo con su arco.

.¿Señorita Kikyo?- Preguntó el monje mientras todos la miraban estupefactos. Claro, Aome no lo estaba tanto. – Les gritó acercándose al lado de Inuyasha.- Corran, es Naraku... o algo que envó... se esta devorando la tierra!- La sacerdotisa los miraba a todos asustada y jadeante. Seguro había corrido demasiado escapando de lo que sea fuere siguiéndola.

.¿Qué?- Dijo Inuyasha mirándola sin comprender, pero el ruido se hizo cada vez más fuerte. Ya podía ver humaredas de arena muy cerca de ellos y varios animales corriendo en dirección opuesta.

.Creo... qué ... lo que es...- Dijo Miroku titubeante. esta cerca! – Gritó Kouga que se acercó al grupo. Pero el momento de reaccionar era demasiado tarde, porque cuando vieron de qué se trataba ya estaba encima de todos. Inuyasha vio como la tierra se resquebrajaba bajo sus pies y como luego se comenzaba a abrir... Kirara se transformó y Sango subió a Miroku y a Shippo a sus espaldas. Inuyasha corrió hacía Aome, pero a su lado estaba también Kikyo, que lo miraba con la cara más asustada que jamás había visto. Y Kouga, que se adelantó hacia Aome para llevársela, lo que hizo que el hanyou tomara a la sacerdotisa creyendo que la velocidad de Kouga le permitiría salvar a Aome, y él, ayudar a la sacerdotisa, puesto que nadie se había preocupado de ella. Corrió dando elevados saltos siguiendo a Kirara en el cielo, hasta correr lo suficiente como para detenerse y mirar hacia atrás. Nada. Eso fue lo que vieron. Al parecer todo había terminado. Kirara bajó y Miroku, Sango y Shippo también.

.Pero... ¿qué fue eso?- Preguntó Sango.

.Fue Naraku... lo sentí... era su presencia- Dijo Kikyo bajando de los brazos de Inuyasha. Todos la miraron sorprendidos... no esperaban ver a la sacerdotisa en brazos del hanyou.

.Y Aome?- Dijo Shippo enojado.- ¿Dónde esta Aome?

.Es cierto... creímos que estaba contigo... - Dijo Miroku levantando una ceja interrogativa a Inuyasha.

.Esta con Kouga... pero no sé a donde fueron... - Dijo Inuyasha. Todos callaron en ese momento, quizás en parte esperando la llegada de su amiga. Los minutos pasaron y no había señas de ella.

.A propósito... - Dijo Kikyo, provocando que todos la miraran.- ... Gracias por ayudarme... gracias Inuyasha.- El hanyou le dio una media sonrisa pero sentía el corazón oprimido. La noche era tan oscura que no se veía nada a unos cuantos metros.

.Deberíamos buscar a Aome... - Dijo Shippo mirando a Sango y a Miroku, el que Inuyasha haya dejado sola a Aome no se lo perdonaba.

.No... déjala... ese lobo rabioso esta con ella.- Respondió Inuyasha.

.No... no esta bien... debemos buscarla- Dijo Sango mirando a Miroku que le hizo un gesto afirmativo con la cabeza. Comenzaron a caminar lentamente por entre la oscuridad del bosque. Pronto se encontraron con las grietas en el suelo... luego los arboles abajo... el paisaje cada vez se volvía más aterrador. Era como un gran terremoto, se veía grandes abismos con la tierra destrozada. Inuyasha caminaba lentamente tras el grupo llevando las manos cruzadas, dentro de sus mangas.

.Pero... ¿qué esto... ? - Escuchó decir a Miroku, que se volteaba con pavor para mirar a Sango. La chica se acercó y se agachó para mirar. Se levantó rápidamente y corrió.

.Pero... qué sucede... - Preguntó Shippo acercándose al lugar. Miroku se agachó y le gritó a Shippo.

.Ve con Sango!

El zorrito corrió tras ella velozmente, mientras Inuyasha se acercaba de mala gana junto a Miroku.

.Feh! Pero qué tanto les pasa... porque tanto escánd...- Calló de pronto cuando vio que a quién Miroku veía era al joven lobo que tanto detestaba, sangrando con intensidad y con el cuerpo casi destrozado.- Demonios! Aome!- Gritó, mientras corría a toda la velocidad que se lo permitía sus piernas, sintiendo que el corazón se detenía, siguiendo el rastro de la chica que tanto amaba. No muy lejos vio a Sango y a Shippo.

.Inuyasha... tú eres el culpable!- Dijo Shippo llorando, mientras Sango, a su lado, lo miraba asustada. Inuyasha caminó lentamente y con pavor, vio a su amada en el suelo, totalmente herida y ensangrentada, respirando dificultosamente, pero aún sin perder la consciencia. Sus ojos entre la sangre de su cara buscaban un punto fijo dónde detenerse... pero finalmente la chica no aguantó, y cerró los lentamente, sin poder ver a Inuyasha.

.Aome... Aome! Aome!- Gritó el hanyou mientras la levantaba del suelo y la tomaba entre sus brazos, manchando de sangre su traje pero dejando que aquellas se impregnaran en las mangas y cuello de la camisa blanca. Sin embargo, la chica no se movió. Sango comenzó a sollozar y Shippo se abrazó a ella llorando desconsoladamente. Miroku, que traía a Kouga a sus espaldas los encontró más cerca de lo que imaginaba y se sorprendió, con el espectáculo que vio.

Continuará...