Estos personajes no me pertenecen, sino que a Joane K Rowling y a  Jonh Ronald Renuel Tolkien. Los de Harry Potter y El Señor de los anillos respectivamente. Lo demás es ©Saray Aparicio (Arwen)

   Aviso que ahora pondré los títulos por secciones, es que me hice un guión con todos los capítulos hasta el final de la historia y me salían muchos que me gustaban ¡Así mola más! En vez de un título que lo resuma todo por que nunca lo encuentro. Pero aún así pondré el titulo general, para lo de pasar los capítulos, que será el de la parte más importante. Bueno después de esta parida os dejo que leáis.

~ ≈   ̃Viaje a la Tierra Media  ̃ ≈ ~

~  ≈ ۵ Capítulo 8۵ ≈  ~

**La verdad sale a la luz**

*********************************La verdad sale a la luz**********************************

-¡Harry!

   Harry oía los gritos como si vinieran de un ligar muy lejano, se sentía como en un sueño, más bien se sentía en una pesadilla. De las voces que escuchaba en su cabeza una comenzaba a ganar terreno, ¡estaba a punto de estallar! ¿Dónde estaba? ¿Qué era ese lugar oscuro?

-¡Harry! –De pronto distinguió la voz ¡Era la de Merry!

   Él también quiso gritar su nombre, pero la voz no le salía de la garganta, no podía gritar, no podía moverse. Le embargo el pánico ¡Qué estaba ocurriendo!

"-Mátalo, mátalo, no estas aquí por una casualidad, Harry Potter. ¡Mátalo y dame el Anillo Único!"

¡Plaf! (Sorprendente efecto de sonido)

   La siguiente noticia que recibió Harry fue en forma de golpe violento en la cara, sintió el sabor de la sangre. Cayó al suelo, como un ser inerte y después alguien le agarró con dos manos poderosas y lo alzó en vilo.

-¡Harry!

   Abrió los ojos lentamente y se encontró frente a Aragorn, le miró a los ojos, nunca le había visto con esa mirada, mezcla entre pánico y miedo, algo grave debía de ocurrir.

-Dime algo. –Pidió con voz que pretendía ser calmada.

-Aragorn. –Susurró sin fuerzas.

-¿Podrás sostenerte? –Preguntó con voz paternal.

   Harry asintió, Aragorn lo depositó de pie en el suelo y lo soltó, Harry hizo grandes esfuerzos para mantener el equilibrio.

-Me tengo que ir, para asegurarme de que se han ido, cuida de los hobbits. –Y cuando se iba a ir añadió. –Ya me explicarás lo que ha pasado.

   Y desapareció entre las sombras. En cuanto lo hizo Harry se sentó en el suelo, el hechizo lo había agotado, se sentía desfallecer de nuevo.

   Escuchó sollozos y un llanto retenido, se giró para ver de donde provenían. Vio a tres hobbits inclinados sobre el cuerpo de un cuarto.

-¡Frodo! –Recordó de repente.

   Corrió hacia donde estaban, Pippin y Sam cesaron su llanto y lo miraron fijamente, como para entender la expresión de su rostro.

   Harry observó atentamente a Frodo, estaba pálido, le tocó y le sintió frío, muy frío, después vio la sangre en sus ropas y le levantó la camisa. Entonces fue cuando vio la fatal herida.

-¡Mierda! –Gritó con odio y sintió como la vista se le nublaba debido a las lágrimas que pugnaban por salir.-¡ He fallado!

   Observó de nuevo a los hobbits, sin duda su dolor era mucho mayor que el de él, se prometió no llorar, tenía que ser fuerte y no decepcionarlos.

-¿Qué le pasó? –Preguntó Harry preocupado.

-Fue un jinete negro. –Le contestó Merry.

-Fue culpa mía. –Dijo Harry con furia.

-No –Sollozó Merry. –De no ser por ti esos brujos nos habrían matado.

-¡No lo entiendes! –Harry se levantó tan deprisa que se sintió mareado. –Creí que vendrían a por mí, pero iban a por Frodo ¡Ellos sabían lo del anillo! Y... y... yo no supe verlo.

    Harry perdió el equilibrio y se sentó en la hierva, metió la cabeza entre las rodillas y dejó que las lágrimas salieran, lágrimas de rabia, frustración y dolor. Dolor por Frodo, dolor por no haberse dado cuenta antes, dolor por no tener allí a sus amigos.

   De repente sintió como una manita le apretaba el hombro, Harry se giró para encararse con Sam.

-¿Por qué? –Preguntó escuetamente, aun podía verse el dolor en su mirada, pero las lágrimas habían desaparecido. -¿Por qué no nos lo dijiste?

-No lo sé. –Admitió Harry. –Al principió porque no sabía si había magos en este mundo, después por miedo al rechazo –suspiró –¡no lo sé!

-Por que en tú mundo –comenzó Merry con aires de grandeza – los magos son muchos, tantos que igualan a los muggles...

-¿Muggles? –Preguntó Pippin de repente.

-Gente no mágica. –Siguió explicando haciendo un gesto con la mano, exactamente igual que lo hubiera hecho Harry. –El caso es que, imagínate que todo el mundo quisiera una solución mágica a sus problemas, por eso... os escondéis de ellos, para ellos, la magia, no existe.

-¡ah! –Soltaron Pippin y Sam al mismo tiempo.

-Pero espera, tengo una pequeñísima, nimia, diminuta duda. –Dijo Pippin acercándose con gesto meditativo. -¡Tú lo sabías y no nos lo contaste! –Exclamó señalando a Merry con un dedo acusador.

   Merry le lanzó una mirada de socorro a Harry.

-Recordáis la noche que nos fuimos a dar un paseo por Bree mientras estabais en la posada. –Sam y Pippin asintieron con la cabeza.- Recordáis que volvimos heridos. –Volvieron a asentir. –Pues fue por que nos atacaron, y yo tuve que defendernos. Por eso se lo dije, no por otra cosa, os tengo a todos el mismo aprecio.

-Gracias por la parte que me toca. –Le reprochó Merry enfurruñado.

   Harry suspiro, si no se lo tomaban mal por un lado era por otro. –Bueno, tómalo de esta forma. –Dijo Harry acercándose a él. –Podría simplemente haberte borrado la memoria sin más, y no haberte dicho nada.

-Si claro y yo me lo creo. –Susurró Merry con sarcasmo.

-Lo probamos ahora. –Harry sacó su varita y apuntó amenazadoramente a Merry que se puso pálido como el papel.

-Mmm... –Comenzó como si lo pensara. –Casi mejor que no ¿Verdad?

   Harry para sorpresa de todos comenzó a reír, Pippin se le unió casi inmediatamente y Merry y Sam también terminaron haciéndolo. En ese instante parecieron olvidar un poco todo su dolor hasta que Merry les hizo volver a la realidad.

-El hombre encapuchado, el que nos ataco en Bree te dijo: "Volvemos a encontrarnos Harry Potter. Y esta vez no lograras escapar de las garras del Señor Tenebroso"  -Citó Merry a la perfección. -¿A qué se refería? Y a que te referías tu con eso de: "Lo que pasa es que quieren vengarse por que le hice algo a su señor en el pasado"

   Una sonrisa amarga se instaló en los labios de Harry –Él me hizo algo a mi antes.

   Algo sombrío en el tono de Harry hizo que los hobbits sintieran escalofríos.

-¿Qué... qué te... ? –Merry iba a preguntar algo pero unos gemidos ahogados lo distrajeron.

   Todos se giraron al instante. ¡Casi habían olvidado a Frodo! (Si es que...) Corrieron hacia él y formaron un corrillo a su alrededor, Sam se abrió paso a empellones.

-Señor... señor Frodo. –Musitó una vez estuvo a su lado.

   Frodo abrió los ojos lentamente.

-¡Oh, Sam! –Susurró Frodo sin fuerzas (No sé dónde saldrá esta frase)

   Todos mostraron la primera sonrisa autentica en sus caras desde hace bastante tiempo, estaban felices, no, era más que eso, estaban en éxtasis. Harry podría haberse puesto a dar botes allí mismo.

-Nos tenía muy preocupados señor Frodo. –Le reprochó Sam (Tampoco sé de donde habrá salido esa)

-¿Qué ha pasado? ¿Dónde esta el rey pálido? –Preguntó confuso mirando a todos los lados.

   Sam paso a explicarle todo lo que había ocurrido. Lo del anillo, lo de los jinetes negros, lo de cómo había visto que le clavaban el cuchillo a la nada, pero...

-Harry –Susurró Frodo. -¿Qué ha pasado?

   Harry suspiró.

-Creo que es mejor que esperemos a que llegue Trancos, para contarlo todo de carrerilla. Esto comienza mucho antes de lo que imagináis. –Dijo con la esperanza de eludir el tema, aunque fueran, unos segundos más.

-Entonces eres un mago. –Sentenció Frodo medio incorporándose.

   Sam lo volvió a tumbar rápidamente.

-Sí. –Admitió Harry. –Pero creo que tu ya lo sabias. –Añadió en tono suspicaz.

   Una media sonrisa se instaló en los labios de Frodo.

-Lo sospechaba, es cierto, pero enseguida note que eras...  especial.

   Harry rió sobresaltando a todos.

-Luego ese palo que te dio Tom Bombadil. –Continuó Frodo. –Y note que en algunas ocasiones tenías la misma mirada sabia de Gandalf, es decir, de alguien que ha pasado por muchos peligros. ¿Es así?

   Harry asintió lentamente con la cabeza. –Puede que sí.

   Oyeron unos ruidos furtivos en la maleza, Sam desenvainó su espada y Harry apuntó con la varita a la fuente de los ruidos.

-Tranquilos no soy un jinete negro. –Dijo Aragorn en tono afable. –Ni ninguno de esos hombres. –Añadió mirando a Harry.

   Él palideció. Pensaba que ya tendría que decirle todo a Aragorn, pero en vez de eso se dirigió a Frodo y le preguntó como se había hecho la herida. Él le contó todo con sumo lujo de detalles. Pero Aragorn no parecía en nada contento, un deje de pánico podía apreciarse en su mirada.

   Se llevó a Sam aparte y le dijo algo que él no pudo llegar a oír. Después de la charla Sam parecía, si cabe, aún más abatido que antes. Busco por todos los lados pero no encontró a Aragorn, después de unas horas, aún no apareció así que supuso que se había do a investigar de nuevo.

   Mientras Pippin y Merry dormían, Sam se había sentado al lado de "su señor" y no le apartaba la vista de encima, como vigilándole. Harry se sintió conmovido y algo apenado, viendo como Frodo se removía en sueños, mientras Sam intentaba consolarle susurrando palabras de ánimo. Decidió que él también se quedaría despierto, el tiempo que hiciera falta, era lo menos que podía hacer. Se sentó junto a Sam y le dirigió una sonrisa, este le respondió. Después levanto la vista y miró el cielo nocturno.

*******************************¿En busca de Rivendel?**********************************

   Ron se tiró al un lado del camino donde crecía la hierba alta, le sentó como si de un mullido colchón se tratase, se removió en él hasta que consiguió hacerse un huequito en el que se adaptaba a la perfección. Después cerro los preso ojos sueño y del cansancio.

   Ya dormitaba cuando sintió unas manos que lo agarraban y después lo depositaban en algo blando, caliente... abrió los ojos y se encontró con la dulce mirada de Hermione. La chica, que había estado observándolo desde lejos, lo había cogido y lo había puesto en su regazo como a un niño. Ron sabía que allí se encontraba seguro, así que volvió a cerrar los ojos y se durmió, pero lo que más le ayudo a dormirse fue la susurrante y melodiosa voz de la chica, que cantaba una nana en ese extraño y hermoso idioma.

   Era entrada la noche, llevaban unos ocho días caminando y se encontraban exhaustos, pero el que peor lo llevaba era, sin lugar a dudas, Ron, al que Hermione había decidido vigilar atentamente. Por eso cuando lo vio dormirse en vez de pasar de largo, como hicieron los otros, se paró y lo cogió.

   Snape caminaba como hechizado, bajo una especie de sueño, mientras oía la canción de Hermione.

Man kenuva...  rámar sisílala?

Man tiruva... ear falastala?

Man kenuva... Manel akúna ruksal' ambonnar

   Como buen elfo Snape si que entendió la canción, aunque ciertamente no le encontró ningún sentido.

¿Quién verá... alas brillando?

¿Quién vigilara... el mar que se levanta?

Quién verá... el cielo curvar sobre las colinas desmoronantes.

   Pero lo que cautivaba al hombre no eran las palabras, sino la voz de la mujer, tal vez ella en sí misma.

«¡Pero que estas diciendo!» Se reprochó e intento apartar aquellos pensamientos de su mente, pero ya no podía acallarlos, cada vez ocupaban la mayor parte de su cerebro.

   La miró mientras caminaba, la luz de la luna se reflejaba en sus ojos y en sus cabellos. Y su dulce cantó se extendía por el valle como una brisa cálida.

-¡No deberías hacer eso! –Exclamó Sirius de repente.

   Hermione calló al oír esto, Snape apartó los ojos de la chica, para dirigirle a Sirius una mirada furibunda.

-¿El qué? –Pregunto la chica.

-Llevarlo en brazos, lo estas acomodando, así nunca se acostumbrara a caminar. –Razonó el hombre.

-¡Es pequeño! –Se quejó Hermione. –Tiene que dar tres pasos, cuando tú solo tienes que dar uno.

-Además. –Intervino Lupin. –Creo que deberíamos buscar ya un sitio para dormir. Es muy tarde.

        Un poco más adelante, vieron un sendero camuflado, que giraba a la derecha del camino. Tras una larga discusión decidieron tomarlo, no tuvieron que caminar mucho para encontrar una especie de claro con sólidos árboles alrededor.

-Casi forman una pared. –Observó Lupin.

   Hermione miró al cielo y respiro el aire fresco y el aroma del bosque que embriagaba sus sentidos. No sabía por que pero casi le resultaba como su hogar...

-Nos quedaremos esta noche. –Anunció Sirius.

   Todos estaban demasiado cansados como para reprocharle. Hermione vio un montoncito de hojas al pie de un árbol y dejó a Ron allí, luego le puso una manta pos encima, Ron gimió un poco y después siguió durmiendo. La chica se quedó observando al Hobbit, la paz, la inocencia, la despreocupación que tenía eran, según ella, admirables (¡Pues a mi no me parece admirable cuando lo hace mi hermana!)

   Remus y Sirius ya estaban tumbados en el suelo apretujados en sus mantas, la noche empezaba a ser fría, las raíces de un árbol les servían como almohada (por supuesto no es tan cómodo pero no tenían otra cosa).

   Snape se quedó observando a Hermione, otra vez...

«¡Pero se puede saber por que lo haces!»

   Se tumbó cerca de un árbol y levantó la vista al cielo estrellado, como si fuera lo más interesante del mundo. Hermione por su parte, también había observado a Snape por el rabillo del ojo.

«¡Es tú profesor!»

   Lo observo de nuevo, ya había cerrado los ojos.

«Pero es comprensible. Míralo, es guapísimo, espalda perfecta, pectorales perfectos, brazos musculosos.»

   Suspiró y apartó la mirada.

«¡Es perfecto! Demasiado perfecto... seguro que ni se ha fijado en ti. Además eres una cría. Pero... en "El Poney pisador"»

«¡Deja de pensar en eso!»

   Hermione alejó eso pensamientos de su mente y se tumbó junto a Ron.

-Felices sueños. –Susurró.

   Y cerró los ojos. Snape que lo había oído contesto más para sí mismo que para los demás.

-Felices sueños.

********************************El camino sigue y sigue*********************************

   Ya clareaba y Aragorn todavía no había aparecido, Harry y Sam se mostraban cada vez más inquietos. Harry intentaba conservar la calma, pero Sam se la hacía perder.

-¿Tú crees que le ha pasado algo? –Preguntó Sam.

-No.

-¿Y si lo ha secuestrado un orco?

-No. –Contestó Harry de mal talante.

-¿Y si lo ha seducido una malvada elfa? – (Esto es bastante cierto)

-¿Y si lo ha aplastado un elefante? –Preguntó Harry con sorna.

-¡Tú crees que le ha pasado eso! –Sam parecía aterrado.

-¡No! –Se apresuro a decir Harry.

.

-¿Dónde esta?

-Y como lo voy a saber yo.

-No sé... eres mago. –Le reprochó Sam. –Lo tendrías que saber todo...

-Si lo supiera todo: Uno, ya habría encontrado a mis amigos; dos, no estaría aquí sino en mi casa y tres, ¡sí! Sabría donde esta Aragorn. –Le interrumpió Harry enumerando con los dedos. –Pero como no lo sé todo...

   Sam puso una mueca de decepción.

-Lo siento. –Se disculpó Harry. –Ambos estamos nerviosos, pero estoy seguro de que Aragorn esta bien.

   Sam asintió un poco más tranquilo. Frodo volvió a moverse en sueños. Sam le pasó una mano por el pelo.

-El señor Frodo esta muy mal. –Comenzó sin poder contener las lágrimas. –El señor Trancos me dijo que puede que se convierta en un espectro, como los jinetes.

-Pero... ¿cómo? –Harry no cabía en si de asombro.

-No lo sé. –Admitió Sam. –Pero tengo miedo.

-Sam si hay una manera, solo una, de que Frodo se cure. Yo la encontrare. Te lo prometo. –Dijo Harry con resolución.

   Sam asintió y se secó las lágrimas.

«Fui yo quien tuvo la culpa»

   Fue en ese momento cuando Aragorn apareció de repente. Y les mostró la espada que había herido a Frodo, en su tono había algo sombrío que a Harry no le gusto. Después se situó al lado de Frodo y comenzó a cantar en una lengua extraña.

-¿Qué lengua es esa? –Preguntó, Aragorn no le respondió nada, simplemente echo unas hojas al agua caliente y le lavo el hombro a Frodo.

   Una dulce aroma se extendió por el lugar y llego a sus pulmones.

-¿Qué es eso? –Preguntó Pippin desperezándose.

-Son athelas, tienen grandes virtudes curativas, pero con esta herida –dijo con tono amargo. –no sé si será suficiente.

-Algo si que hace. –Intervino Frodo sobresaltando a todos. –Me duele menos.

   Harry y Sam se miraron. A ambos les rondaba la misma pregunta por la cabeza.

   ¿Habría oído la conversación de antes?

-Creo que lo mejor será que nos vallamos. –Habló Merry por primera vez. –Este lugar me da escalofríos.

-Sí. –Se avino Trancos. –No creo que Gandalf vuelva por aquí...

   A Harry se le ilumino la bombilla de su cerebro.

«¡Gandalf! La piedra de Gandalf, la señal.»

   Tenía que dejar una señal, algo que solo sus amigos comprendieran. Se levantó y comenzó a dar vueltas.

   ¡Cric!

   Bajo la vista, había pisado una rama quemada. La cogió y toco la parte negra.

«Lo tengo»

   Lo cogió como si de un lápiz se tratara y escribió una raya en la pared.

   ¡Funcionaba!

   Luego escribió con letra clara y concisa.

"Draco Dormiens Nunquam Titillandus"

-¡Harry! Ya nos vamos. –Le llamo Merry.

-¡Ahora voy! –Y para terminar dibujo el escudo de Gryffindor.

-¿Qué es esto? –Preguntó Pippin, que ahora estaba a su lado.

-¿Qué significa? –Preguntó a su vez Aragorn. Harry sonrió  nunca había visto a Aragorn con esa chispa de curiosidad en la mirada.

-Nunca le hagas cosquillas a un dragón dormido. –Tradujo. – Esta en latín.

-Buen lema... y ahora que tal si nos vamos. –Comenzó Merry nervioso.

   No hizo falta que lo dijeran dos veces, Harry tomó su equipaje (que pesaba más que antes) y se lo cargó al hombro. (Ya sabéis que mi pobre Frodo va en poney y por eso se han tenido que dividir el equipaje)

   Después de estar un rato callados, Harry se situó detrás de Aragorn y llamó su atención.

-¿Cuánto falta para llegar? –Le preguntó.

-Unos seis días. –Le respondió Trancos evasivo.

-¿Llegaremos a tiempo?

-Tenemos que darnos prisa. –Dijo simplemente.

«¡Por qué demonios es siempre tan misterioso! ¡Que soy pequeño pero no gilipollas!»

   Harry se guardo esos sentimientos en el fondo de su estómago, no quería iniciar una discusión.

-¡Ah! –Aragorn se acercó a su oído y le susurró. –No se me ha olvidado que tenemos una conversación pendiente.

   Una sonrisita nerviosa se instalo en el rostro de Harry. Había una pregunta que había estado eludiendo desde que llegó, pero, a la que ahora tendría que enfrentarse.

«¿Qué les diría?»

***************************************La señal***************************************

   Remus se levantó penosamente, empezó a masajearse el cuello como pudo, el dolía todo

«Empezamos el noveno día»

   Se dijo de mala gana. Miró alrededor, Sirius dormía profundamente, Ron estaba completamente cubierto de hojas, pero seguía durmiendo y Hermione también lo hacía, con el aspecto de un ángel. Miró alrededor pero no encontró a Snape. Una inusitada y desagradable sensación de pánico se adueño de él, no confiaba en nada en ese mundo.

«¡Mierda! ¿Dónde esta?»

   Se frotó los ojos y comenzó a caminar hacia el camino que habían dejado el otro día para encontrar más pistas.

-Snape. –Susurró con furia contenida, cuando lo encontró.

   Estaba agachado sobre el camino, después se levantó y estudió el cielo.

-¡Snape! –Gritó esta vez Lupin.

   Este se giró con gesto de indiferencia. Le dirigió una rápida mirada y después volvió a dirigir su vista al suelo.

-¿Podrías decirnos dónde te vas? ¡Antes de ponernos histéricos! –Chillo Lupin con voz entrecortada.

-Ven. –Le indico Snape.

   Remus se resignó y se dirigió hacia él, bajo la vista hasta el suelo, para ver que era lo que Snape miraba tan fijamente.

-Ves estas marcas. –Dijo inclinándose hacia el suelo y señalándolas.

-Sí –El rostro de Lupin se tornó serio.

-Son recientes. Y... –añadió con algo de pánico. –No te parece como de caballos.

-Nazgul. –Murmuró Remus. -¡Los jinetes negros!

   Ambos se miraron y corrieron hacia el sitio donde estaban los otros. Al llegar suspiraron aliviados. Los tres estaban despiertos y al parecer no habían perdido el tiempo. Todo estaba recogido y listo para partir.

-Hola. –Les saludó Hermione sonriente. Se acercó a ellos. -¿Y esas caras?

-¿Estas bien? -Preguntó Snape involuntariamente cogiendo la barbilla de las chica y obligándola a levantar la cabeza.

-Si. –Respondió ella preocupada.

   No supo por qué lo hizo, simplemente se alegró tanto de que estuviera a salvo que rió  y la abrazó, apretándola fuertemente.

«¡Dios! No quiero perderla.»

   Hermione estaba un poco confusa, pero se dejó abrazar, cerró los ojos y apoyó su cabeza contra el pecho del hombre, se sentía muy segura.

   Los demás observaban la escena con incredulidad.

-¿Qué esta pasando aquí? –Preguntó Ron echo una furia.

   Snape soltó a Hermione y sin inmutarse abrazó también al pequeño Ron y lo lanzó por los aires.

-¿Qué le pasa a este? –Sirius no cabía en sí de asombro.

-¡Sirius! –Gritó dejando a Ron sobre el suelo y acercándose a él peligrosamente.

-¡Eh! ¡Quieto! –Dijo alzando una mano. -¡A mi ni lo sueñes! ¿Pero qué te pasa?

   Remus que tampoco cabía en sí de emoción abrazó a Sirius sin que este pudiera detenerlo.