Hola genteeeeeeee! Bueno lo prometido es deuda, pero ¡AVISO IMPORTANTE! AQUÍ NO ESTA TODO EL CAPITULO, no he contestado a los reviews y es porque no he podido completar el capitulo, POR DIVERSOS MOTIVOS TANTO PERSONALES COMO TÉCNICOS , pero prometo que contestare porque sabéis que me encanta hacerlo y a cada uno como se merece, hay un review al que he de hacer mención el de Hcate, solo hay una palabra para tu review, wao! Joder has sacado interrogantes que yo tenia en la cabeza desde hace mucho, que sepas que tengo una repuesta para cada una de tus preguntas y le dedicare tiempo... de verdad si queréis saber más cosas leer su review por que es BUENO! (Espero que no te moleste que te haya mencionado aquí sol!)
Segunda cosa, sé que puse que iba a poner el capitulo hace una semana, pero mi padre tiene la habilidad de joder ordenadores, uno detrás de otro... DE VERDAD! Es un desgraciado... menos mal que he podido recuperar la historia... fiu... sin más dilación os dejo que disfrutéis de la MITAD del capitulo, así que si queréis no dejéis review , oK? Si lo hacéis contestare a cada uno de ellos, me comprometo.
Para Victor Juez Alonso RIP (4/4/2005-14:20)
No puedo regalarte una corona de flores... pero si esto.+
Descubrimientos
Alarma en Hogwarts
McGonagall se paseaba de una lado a otro del despacho de Dumbledore en un monótono vaivén para calmar los nervios. Era la primera vez que se encontraba con una situación así, y pese a su preparación como subdirectora, creía no estar preparada, más bien temía no estar preparada. Ahora la responsabilidad estaba en sus manos.
Un leve ulular y un suave batir de alas interrumpió sus divagaciones, con un ágil movimiento la mascota de Dumbledore, el ave fénix Fawkes, se posó encima de la mesa central del despacho y la miro con consternación. Sus idas y venidas por toda la habitación parecían haberlo despertado.
Lo siento Fawkes. –Se disculpó mientras le acariciaba el lomo, el ave se estremeció por el contacto. –Pero se trata de algo urgente.
Un fuerte ruido interrumpió la taciturna paz del despacho, Fawkes extendió sus alas y voló asta situarse en su jaula. McGonagall se dio la vuelta para ver como por el fuego de la chimenea entraban la persona a la que había estado esperando: Alastor Moody acompañado de una mujer joven de largo pelo negro
Por fin llegáis. –No pudo reprimir que un matiz de exasperación impregnara sus palabras.
Relájate Minerva. –Intento tranquilizarla Moody con su áspera voz. –No sé que esperabas llamándonos a estas horas de la noche.
¿Crees que os habría llamado de no ser grave? –Preguntó de forma irónica.
Después se paro para echar un vistazo a los dos visitantes. La mujer le llamo la atención.
¿Nymphadora?
La aludida esbozó una débil sonrisa.
No me llame así profesora McGonagall sabe que lo odio. –reprochó a la vez que se apartaba un mechón de pelo de la cara.
Entonces trátame de tu, y deja de llamarme profesora. Hace ya unos cuantos años que te graduaste. –McGonagall la observo cada vez más sorprendida. -¡Así que tú eras el nuevo miembro de la orden!
Así es, profesora. –Asintió Tonks con una sonrisa. –Perdón, Minerva. Me costara pero me acostumbrare...
Moody hizo un ruido rasposo con la garganta para llamar la atención de las dos mujeres.
De verdad este reencuentro me enternece el corazón. –Dijo irónicamente. –Pero me gustaría saber más de ese asunto tan grave por el cual nos has congregado aquí a mitad de la noche.
La cara de McGonagall se ensombreció, a la vez que bajaba el rostro.
¿Dónde esta Mundungus? –Preguntó McGonagall aún sin mirarlos.
Se a quedado guardando la casa. –Explicó Moody. –Ya que Sirius y Remus se han quedado aquí ¿no?
Minerva se dio la vuelta de repente, sus ojos clavados en el fuego.
Ayer... Snape mando un mensaje urgente –comenzó a explicar lentamente -era muy corto, escrito casi con precipitación, su caligrafía era horrenda, nada propio de él, con lo cual podría decir que se trataba de algo muy grave, quizá estaba vigilado... no lo sé –La mujer se llevo una mano a la cabeza mientras terminaba la frase casi como si se tratara de un suspiro.
¿Por eso llamasteis a Remus y Sirius? –Preguntó Tonks.
Sí... –McGonagall hizo un ademán con la mano, como si el asunto careciera de importancia. –Nos reunimos todos en el despacho, la nota nos citaba en un sitio discreto, el bosque prohibido. Yo me quede aquí por petición de Dumbledore, pero ellos tres fueron al lugar acordado.
Bueno he de decir que no siento nada de lástima por ese tipo. –Inquirió Moody empleando un tono despectivo al referirse a Snape. -¿Qué quería?
McGonagall se mordió los labios, como si paladeara la frase que tenía que decir a continuación.
Eso, amigos míos, ocurrió hace unas ocho horas. –Y con un último tono trágico añadió. –Y todavía no han regresado.
Hagrid recorría el serpenteante camino del bosque prohibido con un inusual cuidado, normalmente aquella visita sería rutinaria, él había estado demasiadas veces en el bosque como para preocuparse de que algo le atacara allí, pero esa vez era diferente.
Algo oscuro tramaba en el bosque, podía sentirlo, se quedo quieto. Solo escucho el sonido sibilante del viento al pasar a través de las ramas, un escalofrío recorrió su cuerpo. La calma no era algo normal en aquel sitio, y solo hizo que se pusiera más alerta.
Normalmente Hagrid no iría armado, pero con el posible regreso de Voldemort y Dumbledore desaparecido, toda precaución era poca en aquel lugar.
Siguió avanzando lentamente hacía el corazón del bosque, el camino ya no se podía adivinar bajo sus pies. Tenía una ballesta de caza sujeta fuertemente en su mano derecha, preparado para cualquier eventualidad, aunque, tampoco creía que las armas le fueran a ayudar demasiado.
«to-co toc to-co toc»
Un extraño sonido llegó hasta sus oídos, una especie de galope, la vegetación se movía delante de él.
Ese era el momento que había estado esperando desde que entrara allí, con un rápido movimiento situó la parte trasera de la ballesta contra su hombro e hincó una rodilla en el suelo, para ganar equilibrio y precisión. Hagrid cerro un ojo para apuntar y disparó.
La verdadera historia 1
Nos volvemos a encontrar, Pettigrew. (Perdón infinitamente por la errata que cometí en el anterior capítulo con este nombre. ¡Ups¡Que vergüenza!)
Tan pronto como estas palabras abandonaron su boca se arrepintió de decirlas, sonaban tan banales, tan preparadas. Pero parecía que la conexión entre su cerebro y su cuerpo se había perdido en alguna parte. Lo único que podía sentir era la varita sujeta fuertemente en su mano, y lo único que podía percibir era a aquel espantoso y traicionero ser delante suyo, con una mueca de sorpresa en los labios.
Su rostro cambió tan pronto como Harry se expuso a la tenue luz de la luna que iluminaba la habitación.
Potter... –Dijo en un susurro aliviado acompañado de una sonrisa.
Borra eso de tú cara, ni siquiera te mereces el aire que respiras. No pienses que te voy a dar una segunda oportunidad, porque esta vez, no lo haré. –Harry agarro la varita con más fuerza, la madera se quejó con un crujiente sonido.
La sonrisa no desapareció del rostro del animago.
El pequeño Harry Potter. –Empezó a decir con voz melosa mientras avanzaba lentamente hacia él. –El valiente y estúpido Harry Potter, yo maté a doce muggles ¿Crees que me das miedo? Ningún niño me da miedo.
Harry no podía creer lo que oían sus oídos¿a quién llamaba niño?
Supongo que no te daré miedo... todavía. –Harry uso un tono amenazador que nunca se había visto en él. –Pero tu señor Voldemort también me subestimo... y ya ves... Imagino que después de él tu no serás más que una rata, Colagusano.
Pettigrew pareció acobardarse un poco, pero no lo suficiente. Su sonrisa cambió por una mueco de asco.
De verdad que estas cambiando Potter.. quizá algún día te unas a nosotros...
¡Eso ni lo pienses! –Le interrumpió Harry con un aullido. -¿Cómo te atreves siquiera a sugerirlo!
Ese era el momento de distracción que necesitaba y Pettigrew lo aprovechó, con un rápido movimiento, metió la mano en la túnica y sacó su varita.
¡Expelliarmus! -Gritó
Harry cerró os ojos y agarró con fuerza su varita, esperando que una ráfaga de energía lo hiciera volar hacia atrás, pero... nada pasó.
¿Qué? –Pregunto un verdaderamente confuso Peter.
Abrió los ojos para ver a Pettigrew, con la varita todavía en alto sostenida por la mano plateada que le había regalado Voldemort. Su expresión era de profundo desconcierto, no entendía nada.
Pero Harry sí, y aunque intento pararlo no pudo reprimir una risotada.
¿Así que eres un hombre eh? Te lo tienes merecido la verdad.
¿Qué¿Qué? –Pregunto Colagusano entre histéricos sollozos. -¿Qué me has hecho?
¿Yo? –Pregunto con un aire inocente del que carecía en aquellos instantes. –Nada, te lo as hecho tu solito, ahora no eres más que un simple muggle.
Pettigrew soltó aterrado la varita y se arrastro asta hacerse un ovillo en la pared.
No... no me hagas daño... –Suplico en un mar de lágrimas.
Harry sonrió.
¿Tienes miedo? –Preguntó amenazadoramente.
Si... –Susurro Peter débilmente.
No el suficiente...
Dio un paso hacia él y levanto la varita con determinación.
¡Crucio!
Snape observaba toda la algarabía reinante en la sala desde un oscuro rincón, nunca le habían gustado las fiestas y menos le gustaban ahora...
Aún así echo un vistazo a la habitación preso del interés, había todo un crisol de razas en aquel lugar, y pese a que había permanecido en una actitud hostil hacia las muestras de curiosidad de los demás, tenía que admitir que ese mundo le desconcertaba, y quería averiguar más de él. No es que fuera un aventurero ansioso por descubrir, pero era un intelectual, ansioso por conocer.
«Como ella...»
De echo, en una ocasión le había preguntado a aquel mago... Gandalf, sin duda, el miembro más sabio del grupo. Pues como había venido tiempo observando, todos acudían a él para resolver sus dudas, y pudo comprobar la veracidad de su intuición cuando se acerco y le hizo una serie de preguntas. Al principió no se atrevió a mencionar preguntas concretas, solo cosas generales, sobre la vida en aquel lugar (cosa que le costo muchísimo pues Severus Snape no es de los que preguntan por que si) pero después de un rato de parloteo inútil, logro centrarse en el quid de a cuestión.
«-¿Qué es ese anillo¿Qué hace¿Cuál es su poder¿Quién es ese Sauron? –Preguntó él preso de la curiosidad.
El mago soltó una carcajada.
-Tanto que saber y tan poco tiempo. –Divagó mirando al cielo. –No te preocupes... la respuesta llegara en el concilio.
El anciano puso una de sus manos sobre su hombro y lo apretó un poco, Snape le miró con incredulidad, solo había una persona que se atrevía a tocarle así y era Dumbledore, el parecido entre ambos era extraordinario, y por eso sintió que podía confiar en el. Gandalf se dio la vuelta y dio unos pasos para irse.
-Vinimos aquí por un anillo verdad. –El anciano detuvo su marcha sin mirarle, pareciendo interesado por sus palabras, así que él continuo. –Pero... ¿Por qué estamos aquí¿Para qué?
Snape pudo adivinar la sonrisa en la cara del hombre.
-Esas... esas quizá sean las preguntas más importantes que debáis cuestionaros... ¿Por qué¿Para qué?
Y con esas palabras misteriosas flotando en la mente de Snape como un acertijo, Gandalf desapareció.»
Y todavía ahí sentado, bebiendo el dulce néctar que le había dado una elfa muy amablemente, Snape no paraba de darle vueltas a aquellas preguntas sin encontrar respuesta. Cosa que le frustraba irremediablemente. Dio un último sorbo a su vaso y lo dejó sobre la mesa, sintiendo como el líquido descendía por su garganta con un cálido roce.
En ese momento escuchó un ruido enorme procedente de el lado opuesto de la sala. Severus se giro para observar, no pudo evitar que una sonrisa perversa se formara en sus labios.
«Black... haciendo el ridículo, vaya novedad.»
Sirius Black y Peregrin Tuk ebrios completamente, se habían subido a una de las mesas y pedían silencio a todos los presentes.
Nos gustaría dedicarle esta melodía a Frodo Bolsón. –Anunció Pippin con cierta dificultad mientras levantaba su copa hacía el susodicho. –Va por ti amigo.
Y acto seguido ambos empezaron a entonar una canción que al parecer el hobbit le acababa de enseñar al "montaraz". La voz del hobbit sonaba aguda y angelical, bastante melodiosa en su modesta opinión, mientras que la de Black era grave y potente. Tenía que admitir que hubieran sido un gran dúo si no se hubieran deshecho en risitas tontas cada vez que terminaban una estrofa.
Hay una posada, una vieja y alegre posada
al pie de una vieja colina gris,
y allí preparan una cerveza tan oscura
que una noche bajo a beberla
el Hombre de la Luna.
El palafrenero tiene un gato borracho
que toca un violín de cinco cuerdas;
y el arco se mueve bajando y subiendo,
arriba rechinando, abajo ronroneando,
y serruchando en el medio.
El posadero tiene un perrito
que es muy aficionado a las bromas;
y cuando en los huéspedes hay alegría,
levanta una oreja a todos los chistes
y se muere de risa.
Ellos tienen también una vaca cornuda
orgullosa como una reina;
la música la trastorna como una cerveza,
y mueve la cola empenachada
y baila en la hierba.
¡Oh las pilas de fuentes de plata
y el cajón de cucharas de plata!
Hay un par especial de Domingo
que ellos pulen con mucho cuidado
la tarde del sábado.
El Hombre de la Luna bebía largamente
y el gato se puso a llorar;
la fuente y la cuchara bailaban en la consola,
y la vaca brincaba en el jardín,
y el perrito se mordía la cola.
El Hombre de la Luna empinó el codo
y luego rodó bajo la silla,
y allí durmió soñando con cerveza;
hasta que el alba estuvo en el aire
y se borraron las estrellas.
Luego el palafrenero dijo al gato ebrio:
-Los caballos blancos de la luna
tascan los frenos de plata, y relinchan
pero el amo ha perdido la cabeza,
¡y ya viene el día!
El gato en el violín toca una jiga-jiga
que despertaría a los muertos,
chillando, serruchando, apresurando la tonada,
y el posadero sacude al Hombre de la Luna,
diciendo¡Son las tres pasadas!
Llevaron al hombre rodando loma arriba
y lo arrojaron a la luna,
mientras que los caballos galopaban de espaldas
y la vaca cabriola como un ciervo
y la fuente se va con la cuchara.
Más rápido el violín toca la jiga-jiga;
la vaca y los caballos están patas arriba,
y el perro lanza un rugido,
y los huéspedes ya saltan de la cama
y bailan en el piso.
¡Las cuerdas del violín estallan con un pum!
La vaca salta por encima de la luna...
Y en ese momento ambos estallaron en sendas carcajadas.
¡Muy graciosos! –El que había gritado esta vez era Frodo, que miraba a los dos cantantes con aire de reprobación. –De verdad...
Sus palabras fueron cortadas cuando el anciano hobbit Bilbo se inclino hacia él y le susurro algo al oído, después ambos salieron de la sala.
«Si el homenajeado no se queda porque me voy a tener que quedar yo »
Se levanto de su sitio y se dirigió silenciosamente hacia la puerta, intentando pasar inadvertido, cruzó la puerta de salida y se adentró en la oscuridad de Rivendel, el aire fresco golpeó su cara refrescándolo y librándolo del bochorno de la sala de fuego y de la bebida.
Decidió, pasear un rato regocijándose en la noche de aquel mundo que era tan diferente al suyo, sin haber sido sometido ala corrupción de los muggles. Las estrellas se veían altas y brillantes en el cielo, como si solo se encontraran a unas millas de distancia, y al mirarlas sintió una extraña armonía en su corazón
«¿Por qué siento todo esto al mirar las estrellas, esta paz, una paz que jamás conseguiré en Hogwarts»
Snape cerró los ojos y respiró profundamente, para alejar los fantasmas del pasado de su mente, siempre le pasaba lo mismo cuando bebía más de la cuenta, todas las miserias de su vida transcurrían delante de sus ojos sin que él pudiera hacer nada y al rato sentía la conocida sensación de ardor detrás de los ojos y la garganta, y por último, con un gemido, se acurrucaba solo en su cuarto y lloraba, sin que nadie lo viera, sin que nadie supiera que dentro de su corazón había más sentimientos que el de rencor y odio.
Volvió a respirar para intentar tranquilizarse, no dejaría que le pasara otra vez, se sentía tan ridículo y tan débil. Esta vez el aroma del aire vino cargado con una extraña y agradable esencia a flores que no supo reconocer, pero que sin saber porqué le alegro el corazón.
¿Meditando? –Interrogó una voz femenina a su lado.
Él abrió los ojos de repente¿tanto había bajado la guardia que no la había oído llegar? Se giró para mirar a Hermione Granger con los ojos desencajados por la sorpresa.
¡Oh! El famoso Severus Snape sorprendido. –Parodió con una sonrisa.-Nunca te había visto así.
El aludido carraspeo con arrogancia.
¿Qué haces aquí? –Preguntó con brusquedad.
Hermione soltó un bufido e indignación. –¿Es que no puedes ser agradable ni una sola vez?
Snape se giró para irse.
–Mire es muy tarde y me duele la cabeza, no tengo ganas de hablar señorita Granger. –Le espetó.
Esta vez si que escucho que los pasos de esta le seguían, pero él siguió andando a grandes zancadas, no le gustaba la sensación que ella le hacia sentir, de inseguridad... no, no le gustaba tener las cosas fuera de control.
¡Vamos a qué viene este trato de repente! –Se quejó ella entre jadeos. –¡No te comportes como un niño!
Él se paró de repente, y sintió como ella chocaba contra él, se giró para observarla, y lo que vio fue una mujer de ojos asustados tapándose la boca con las manos, parecía tan inocente, era una niña eso aún se adivinaba en su mirada, entonces ¿porqué le estaba volviendo loco?
«¡Oh Dios! Pero que extraña fuerza me a llevado a decir eso.»
Es la última vez que digo esto señorita Granger, tú eres mi alumna y yo soy tú profesor, independientemente de lo que hayamos cambiado y de donde estamos, somos las mismas personas y nos espera exactamente lo mismo cuando volvamos. –Dijo Snape, no sin algo de dolor al ver como la joven desviaba la mirada y una mueca de odio se instalaba en su rostro. –Así que olvidemos todo esto.
Como usted quiera Profesor Snape. –dijo dejando que la ironía impregnara cada una de sus palabras. –He sido una estúpida, supongo que es verdad, hemos cambiado... tú no habrías mirado a la rata de biblioteca como me mirabas esta noche... –Soltó una carcajada. -¿Verdad?
Snape abrió la boca para entonar un no, pero una fuerza poderosa e inexplicable le retuvo.
«¡Vamos¿A qué esperas? Acaba con todo esto.»
Pero las palabras no le salían, y por primera vez en su vida se quedo quieto sin saber que hacer o que decir, solo mirando a Herminio, que le devolvía la mirada con aspecto desafiante.
¡Aaaaaaaaaahhhhh! –
Un gritó agudo y penetrante resonó en los pasillos extendiéndose hasta a infinidad de la noche.
¿Nazgûl? –Preguntó Hermione agarrándose a él.
No. –Respondió él de forma automática.
«¿De qué me suena esa voz»
Una voz dentro de su cabeza respondió de forma casi instantánea.
Pettigrew –Susurró, por primera vez la voz de Severus Snape tenía un matiz de pánico.
¿Qué!
Weno... eso es todo amigos... hasta la segunda parte... jejeje
Besicos maños
Yunny
