La mayoría de estos personajes pertenecen a J. K. Rowling, nosotras solo los tomamos y los deformamos para conveniencia de nuestro fic. Lo mismo hicimos con otros dos personajes invitados, uno es de J.R.R. Tolkien y el otro es de la Fox ( si , el canal de tv). Debemos agregar que esto es un slash (relación chico/chico) y si no les gusta este tipo de literatura, mejor no lean. No aceptamos reclamos posteriores.

Esta es nuestra primera obra (somos dos las que escribimos: Catzeruf y Diox). Aceptamos toda crítica constructiva pero sean suaves, nuestros corazones no soportarían una masacre. Somos propensas al suicidio.

Capítulo ocho: "Cantos Y Más Cantos"

00:35hrs. Despacho del Profesor Mulder

El extraño que estaba revisando los documentos de Mulder era Remus, pero ¿qué podía estar haciendo ahí?, ¿En qué momento había llegado a Hogwarts?, ¿Por qué no le había avisado?. Tenía que preguntarle, no podía quedarse con la duda.

Sus sentimientos eran encontrados, por una parte quería sacarse la capa y hablar con su querido profesor pero por otro lado, era mejor quedarse escondido ya que si Lupin le veía ahí a esas horas, lo más probable es que le obligase a desistir de cualquier investigación. Además, ¿cómo le explicaría que estaba haciendo ahí?. Prefirió quedarse con la capa y luego preguntarle por qué había regresado. Entre pensamiento y pensamiento, Lupin había encontrado una hoja que se apresuró a guardar dentro de su raída túnica y, apagando su varita, se encaminó a la salida desapareciendo tal como había llegado.

Ya cerrada la puerta, Harry se descubrió y siguió revisando papeles sin encontrar nada que le diese algún indicio de que Mulder era la persona que amenazaba la integridad de Hogwarts, pero su sentido común le decía que, si Lupin había entrado al despacho a hurtadillas buscando algo, era porque Fox estaba metido en algo turbio.

Cansado y somnoliento, el gryffindor decidió que lo más sano era volver a su cama y dormir ya que al día siguiente tendría su primera clase de adivinación y quería estar bien despierto para ver qué tal era ese Légolas.

Horas más tarde Harry seguía con los ojos abiertos, los problemas que lo perseguían no lo dejaban dormir. Se sentó en su cama y miró el reloj, eran cerca de las dos y aunque estaba cansado sabía que no era lo suficiente. Se levantó en silencio, tomó su escoba y se dirigió al campo de quidditch. Una de las cosas que más le gustaba a Harry era volar, en el aire se sentía libre, completo. De seguro eso lo relajaría.

Llegó al campo, aunque se suponía que a esa hora tendría que estar vacío, una figura resplandeciente volaba grácil sobre las graderías. Se paró a observarla detenidamente, obviamente Harry reconoció aquella forma de volar, nadie podía moverse de esa manera. El gryffindor bajó resignadamente la cabeza, esa noche no montaría su escoba, por lo menos, no solo. No tenía ganas de verle la cara a ese imbécil, así que se giró por donde había llegado. Solo había dado tres pasos cuando escuchó su nombre y se volteó, Malfoy ya estaba en tierra. Con la escoba apoyada en el piso y posición desafiante, lo miraba directamente a los ojos.

¡¿Qué quieres Malfoy?!- inquirió de mal humor.

El rubio no le respondió, en cambio solo esbozó una sonrisa maliciosa.

Harry bufó, no se iba a quedar esperando a que ese tipo se dignara a hablarle. Dio media vuelta otra vez y...

¿Malfoy? Pero... tú...- no podía creerlo, el rubio estaba parado a solo unos pasos frente a él ¿cómo había llegado tan rápido? Comenzó a mirarlo inquisitivamente.

Malfoy tenía la cabeza apoyada en la escoba y sus manos estaban asidas a ella. Llevaba el traje verde y plateado de quidditch con el que sacaba suspiros de la mayoría de los alumnos. Harry se atragantó. Por lo general cuando veía a Malfoy con ese uniforme evitaba pensar cualquier cosa relacionada con lo bien que le quedaba, pero en estos momentos no había ninguna distracción, estaban solos.

El slytherin seguía sonriendo, parecía divertido al ver la expresión de ¡plop! en la cara de Harry y le divertía aún más las mejillas sonrosadas de este, que reflejaban lo que sentía al recorrer con sus transparentes ojos verdes cada lugar en que la fina túnica se ajustaba a su atlético cuerpo.

- ¿te gusto?- la sonrisa se ensanchó mientras recorría sugerentemente con sus finos dedos el mango de la escoba.

La cara de Harry se volvió escarlata. ¿Cómo era posible que le preguntara eso? ¡Obviamente no le gustaba!

Iba a insultarlo para que dejara de joder cuando el dragón abrió suavemente su boca, permitiendo entrever una sutil y húmeda lengua, dejando salir un breve suspiro. El moreno se mordió el labio en un acto reflejo, apretando los puños, intentando no sentir ni pensar en lo que le estaba provocando el exceso de concentración en la boca del rubio.

Draco sacó lenta y sensualmente la lengua para luego lamer el, afortunado, mango de su escoba, con la mirada llena de deseo fija en Harry.

El gryffindor se sobresaltó, un cosquilleo atravesó su espalda y descansó en su estómago seguido por una repentina excitación.

Retrocedió un paso asustado. Había estado pensando mucho en Malfoy y al recordar sus sueños se alarmó. De pronto sintió que le faltaba el aire, necesitaba espacio, necesitaba alejarse de ese ser que tantas contradicciones le traía. Por otro lado, era claro que lo estaba incitando a dejar sus rencores atrás y entregarse a la pasión que los unía y realmente deseaba saber que se sentía besarlo, tocarlo... cumplir sus sueños.

Abandonó sus pretextos, necesitaba saciar sus deseos. Caminó resuelto hacia el rubio, quien dejó la escoba a un lado mostrando su satisfacción ante la respuesta favorable del gryffindor y lo esperó sin romper el contacto visual. Harry lo tomó con fuerza por la cintura atrayéndolo hacia su cuerpo al mismo tiempo que Draco acercó su rostro al del moreno y lo atrapó en sus labios. El beso era casi desesperado, lleno de pasión y...

Harry despertó agitado de otra pesadilla. Se alivió al encontrarse en su cama (¡sí claro!) sin haber hecho nada de lo que se pudiera arrepentir. No se suponía que soñara esto en Hogwarts, este tipo de fantasías terminaban al entrar a clases. Algo estaba saliendo mal. Se levantó y fue a tomar una ducha helada. Tal vez eso lo ayudaría a calmarse.

Estaba muy confundido, pero el agua aclaró su mente y se dio cuenta que seguramente esto era por el exceso de preocupaciones... sí eso debía ser. Ok, tal vez el estar pensando que Malfoy era guapo mientras lo veía en los pasillos a media noche podía tener algo que ver.

El agua recorría el tatuaje hecho por el protagonista de la pesadilla. "Draco Malfoy es el más sexi, guapo e inteligente mago que ha existido jamás..." Harry se negaba a creer que tenía razón, pero no pudo evitar pensar en que algo de eso era cierto.

Necesitaba otro largo rato bajo el agua.

Ya al día siguiente, todos se levantaron y se fueron a clases, Cuidado de Criaturas Mágicas impartida por Hagrid.

En el patio del colegio esperaban los alumnos de Gryffindor y de Slytherin a que el medio-gigante se apareciera. Harry observaba minuciosamente el piso para no ver a la causa de su crisis de identidad, aunque a veces echaba un vistazo general tratando de captar la imagen de Malfoy que se burlaba de Neville. Pero sus instintos de Héroe protector le obligaron a involucrarse en la discusión.

... por supuesto, eres tan inútil que tu abuela te tiene que recordar a diario que te cambies de calzoncillos- se mofaba el venenoso slytherin mientras sus amigos se reían a mandíbula batiente.

Ya déjalo Malfoy, métete con uno de tu tamaño- le gritó Harry.

Neville, aunque no dijo nada, se mostró algo molesto ante la indirecta de Harry.

¿Y se supone que tú si lo eres, Potter?- y le quedó mirando desafiantemente a los ojos

Harry de pronto sintió las piernas temblorosas, la mirada intensa del rubio, le hacía recordar todo lo que había estado sintiendo por él, el chico-que-vivió ya no se sentía tan seguro y valiente frente a aquel muchacho que había sido su enemigo desde que llegó a Hogwarts.

La pelea se vio interrumpida por una bulliciosa masa roja que se acercaba, a medida que llegaba hasta ellos, los detalles de la jaula que arrastraba el guardabosques se podían apreciar más claramente: unas patas escamosas, unas alas prominentes, picos largos y agudos, ojos verdes y vivaces... Eran unos pájaros que según Hagrid eran muy tiernos (y por primera vez tenía razón), había que pedirles amablemente que salieran y ellos accedían, casi con una sonrisa en el pico. Rubeus acarició un ala del "Águila roja de plumas largas", las cuales eran suaves, largas, estilizadas y por sobre todo muy rojas. Harry miró a Draco.

Esa clase fue la más extraña de todas las que habían tenido junto a Hagrid:

Potter y Malfoy se miraron como si se apoyasen y compadeciesen mutuamente.

Draco no se rió ni una sola vez, ni de las criaturas que Hagrid había traído ni del guardabosques, incluso se veía más pálido de lo normal, sobre todo cuando supo que las "Águilas rojas de plumas largas" habían estado desde el verano en las lechucerías del colegio.

Ningún alumno salió herido ni con un mal recuerdo causado por los animales

Los enemigos por excelencia de las casas no se molestaron ni una sola vez y casi no hablaron en todo lo que restaba de clase.

El profesor les explicó a sus alumnos (que acariciaban felizmente a esos bellos animales), que estas aves eran una gran fuente de plumas con poderes curativos, como aliviar dolores, relajar músculos y acelerar el proceso de recuperación de los pacientes, por lo cual eran utilizadas como "animal-terapeutico", y sus plumas, para la confección de colchones para hospitales

De hecho, los colchones de la enfermería de Hogwarts están rellenos con ellas- y diciendo esto deslizó su mano suavemente por sobre el ala de la más cercana, sacando cuidadosamente una larga y brillante pluma que entregó a Draco- te vez algo pálido chico si pasas esta por tu cara te sentirás mejor.

Después le dio una a cada alumno aconsejándoles que la pusieran debajo de su almohada para ayudarles con el estrés del último año.

Salieron de esa clase todos muy contentos, solo Potter y Malfoy permanecían parados sombríamente observando la pluma que les habían dado, se lanzaron una última mirada y se fueron a sus respectivas clases.

A pesar de la bofetada que fue enterarse que existían esos pájaros, Harry no se sentía mal, de hecho, la sensación era más bien de felicidad, gracias a esa última mirada que se dio con Malfoy, que estaba llena de apoyo mutuo sin ningún rastro de la repugnancia usual de parte del rubio.

En el camino Hermione le comentaba a Potter

Esta es la mejor clase que ha hecho Hagrid, deberíamos ir a verlo para felicitarlo

¡Es cierto podríamos ir esta tarde después de adivinación!

Luego de que Ron dijera la palabra adivinación, el moreno despertó de su trance y recordó lo mucho que le interesaba esa clase.

Después del almuerzo, todos se dirigían a adivinación. Harry y Ron caminaban comentando lo rico que había estado la comida

Chicos espérenme- gritó una radiante Hermione que se acercaba corriendo hacia ellos

Tú que haces aquí- le espetó Ron

Tomé adivinación, creí que no podría porque mi horario es muy estrecho

¿Pero tu no tienes Aritmancia a esta hora?- le preguntó un cachudo Ron

Harry miró a Hermione y le preguntó en voz baja para que el resto de los alumnos no los escucharan- ¿tienes el giratiempo otra vez?

¡Me muero por que empiece la clase!- evadió Hermione.

El profesor les esperaba en la base de la escalera de la puerta trampa. Todos tomaron asiento, expectantes, ya que la presencia de aquel ser (que les evocaba algún personaje sacado de una historia épica) les parecía simplemente mística.

El "joven" que dictaría la clase, vestía una fina túnica de un color algo ambiguo, entre tonos verdes y grises, lo que le daba un aspecto aún más mágico. Los zapatos no se le veían por lo cual muchos aseguraban que este personaje flotaba sobre el suelo pero no se notaba porque su túnica cubría el espacio entre el piso y sus zapatos. ¡Si hasta la tela parecía flotar! Su rostro era muy fino, su piel lozana, unos ojos que irradiaban juventud y un pelo sedoso, rubio platinado y largo enmarcaba aquel bello semblante. Todo en él era fino y su perfume, que no se podría identificar, era muy agradable a los sentidos. Su caminar era pausado pero aún así, firme. Era, sin duda alguna, el profesor más romántico con el que se habían topado en todos los años en Hogwarts.

La clase empezó apenas se hubo sentado el último alumno, el profesor se quedó parado junto a la chimenea que tenía encendida con una tímida pero acogedora llama y pronto pudieron sacarse los abrigos que les molestaban. Comenzó por pasar la lista, cada palabra que decía aquel ser era como una poesía, cada nombre en sus labios se convertía en una bella canción digna de ser escuchada atentamente. Con solo ver a cada muchacho que le contestaba se memorizaba su nombre, pronto sabía ya la identidad de todos los miembros del salón (y solo había pasado una vez la lista). Cuando finalmente empezó la clase enserio, los alumnos se prepararon ya que estaban muy ilusionados con esta. Légolas empezó a cantar una bella canción que no dejó indiferente a ninguno de los presentes, aunque nadie le entendía una palabra. Pero después de haber escuchado a su profesor cantar durante más de la mitad de la hora, no quedaba ningún alumno despierto (con tres honrosas excepciones: Hermione Granger, Lavender Brown y Parvati Patil). Los estudiantes se habían quedado dormidos por el relajante y aburrido canto del nuevo maestro o, en su desesperación por no escucharle, se habían frotado las caras con la pluma que les había dado Hagrid.

Al final de la clase, Légolas paró de cantar y miró a su alrededor, no parecía impresionado con el resultado (probablemente porque en todas las "cátedras" que había dictado, sus pupilos habían reaccionado igual), les despertó uno a uno, lo que provocó que varios se sonrojasen, les deseó buena suerte y los despidió en la base de la escalera donde les había esperado al inicio de clases.

Todos salieron del aula comentado lo que habían soñado, Harry y Ron iban a contarse sus sueños cuando apareció Hermione y se los llevó a un rincón donde les dijo que el señor Hoja Verde había hablado sobre una amenaza a Hogwarts mientras ellos dormían. Como ahora Hermione tenía Runas Antiguas no pudo entrar en detalles y quedaron de hablar después de la cena en la sala común.

En otro lugar de Hogwarts un viejo barbudo le hablaba a un hombre.

Se acerca la luna llena, deberías pedir una poción a Snape para aplacar los efectos del astro sobre ti

En este momento no es lo que más importa profesor Dumbledore- le respondió Lupin tendiendo la carta al director

Ah!, entonces sí es él, deberíamos tener una pequeña conversación con el señor Fox Mulder, tal vez recapacite y coopere con nosotros- dijo esto el anciano moviendo su varita amenazadoramente.

Cayó la noche y los estudiantes se retiraron a sus casas. Un joven de rasgos agudos pero delicados (que combinaban con su lengua) subía a su habitación, cerraba la puerta y se recostaba en su cama. Aún no estaba seguro de qué era lo que ocurría en Hogwarts, si realmente Lord Voldemort pretendía atacar el colegio tendría que saberlo, casi cumpliría la mayoría de edad y su padre, siendo un mortífago, no ocultaría algo tan importante a su único hijo. ¿De qué se trataba entonces?. Se puso de pié y abrió con su varita un espacio cerca del techo del cual bajaron dos objetos levitando: una extraña esfera y un papel, este último conseguido después de una excursión en el despacho del extraño profesor de Defensa, por el que había arriesgado su cuello al entrar a hurtadillas a la oficina y buscado entre los expedientes "x" alguna pista que le ayudase a descifrar el misterio que tanto le inquietaba. El riesgo tuvo sus frutos y en el último cajón del mueble archivador, encontró este documento que parecía ser la segunda parte de la hoja que vio junto al idiota de la cicatriz, y que no dudó en copiar mediante un hechizo. Tomó ambos objetos y leyó una vez más lo que ahora sabía era una carta.

Esta explicaba que la esfera era una especie de llave que estaba conectada a una pieza central que permanecía en Hogwarts y que detonaría una fuerza poderosa sobre el castillo, consiguiendo un caos jamás antes visto. Lamentablemente la nota no decía mucho más. Estaba firmada por CANUTO

Bien, no sabía mucho, pero de seguro había avanzado más en la investigación de lo que podría haberlo hecho su enemigo bastardo (al menos eso creía él)

En la torre de Gryffindor Hermione algo molesta por el comportamiento de sus compañeros en la clase de adivinación, sacaba las notas que había tomado, para explicarles la importancia de las palabras de Légolas

La joven, que tenía algunas frases textuales de lo que el profesor había dicho, decidió que era una buena oportunidad para practicar el canto y no llegar en ceros a la clase de Hotdeto, comenzó entonces a cantar

Amparado en la oscuridad de la incertidumbre

El mal se torna realidad

Ya que en un objeto volcará

Toda su...

¡NO HERMIONE NO POR FAVOR!- gritaron a dúo Harry y Ron que se tapaban los oídos, no tanto por haber escuchado suficientes melodías por el día, como por el dolor que se produjo en sus cabezas cuando oyeron la (ojalá aún desconocida) voz de su amiga.

Algo ofendida (aunque comprendía la razón por la que se habían alterado tanto) decidió resumir lo que había escrito en pocas palabras:

Describió una amenaza latente a Hogwarts, que radica en un centro, una especie de imán que habita en nuestro colegio y que permitirá el estallido de un caos que trastornará la vida en Hogwarts y aumentará el poder de los que ya están en el lado oscuro.

¡Y tú le crees esa patraña!, lo más probable es que con sus cantos te hallas atontado y escribieras cualquier cosa

¡Ron, si tú hubieras escuchado toda la canción sabrías de lo que estoy hablando!, es el primer profesor de adivinación que realmente puede predecir el futuro

Como puedes saberlo, aún no ha pasado nada, y aunque fuera así, a nadie le importaría porque nadie puede somenterse a la tortura de escucharlo.

Yo creo que Hermione tiene razón, según el documento que leí había una esfera que era la clave en toda esta amenaza

¿A qué te refieres?- inquirió Ron

no estoy muy seguro, el texto no era muy claro, pero al menos creo saber quien es el profesor que está involucrado en el plan

Harry les contó que vio a Lupin en el despacho de Mulder y que se llevó un papel que a él le parecía evidencia para inculparle. Se disculpó por haber ido solo, pero sintió que sus amigos estaban demasiado ocupados en sus pleitos y decidió que el asunto no podía esperar a que ellos estuvieran de buenas. Juntos decidieron ir al despacho de Dumbledore a buscar la mentada esfera para saber si realmente era la misma.

Ese fin de semana comenzaban las actividades extra-programáticas de Hogwarts, todos los alumnos estaban concentrados en la sala de canto, la cual estaba llena hasta el tope. Nuestros muchachos también fueron y se sentaron a esperar al profesor.