Capítulo2
Hermione se despertó, había tenido un sueño muy agradable: había soñado que se despertaba por la cálida luz del sol que entraba en su dormitorio y se posaba en su mesilla de noche, donde se encontraba la rosa de Harry, junto a una nota que decía:

" Las acciones inconscientes son las que revelan los verdaderos secretos de nuestro corazón"

Harry

Hermione no sabía exactamente a lo que se referían esas palabras, pero no le dio más vueltas, sólo el mero hecho de poder leerlas significaba mucho para ella.

Se levantó de la cama, esta vez en la realidad. Miró a su mesilla y lanzó un suspiro.

- No seas ilusa, eso nunca va a pasar. –dijo en alto con gran pesar.

Ya, pero qué le voy a hacer, no puedo controlar los sueños. A lo mejor si estudiase Oclumancia...

Oh noél sería el único que podría ayudarme.

Pensando esto, la chica se sintió todavía más desesperada. Ahogó un grito en su almohada, y después de ponerse el uniforme se dirigió al gran comedor.

Se sentó al lado de Ginny, quien conversaba alegremente con Neville. De pronto vio aparecer a sus dos amigos por la puerta del gran comedor. Los dos iban con una sonrisa en la boca, y se dirigían hacia ella. Ron se sentó al lado de Neville, y Harry a la derecha de Hermione.

- Bonita mañana, no creéis? – preguntó Ron, que parecía medio drogado.

¿Y a éste que le pasa? – dijo Ginny mirando extrañada a su hermano.

- Pues que Parvati le ha dicho que sí, y ahora está en una nube.– dijeron Harry y Hermione al unísono, mirándose sorprendidos al acabar.

Todos rieron. Y los dos se sonrojaron.

¿Tú como lo sabes, si ayer no viniste a cenar? – la interrogó Harry inyectando sus ojos en los de ella.

- Porque he visto las flores en la habitación... Bueno, me voy, tengo que ir a la biblioteca antes de clase. – dijo la chica levantándose rápidamente del banco. Dio dos pasos y sintió desfallecer, no había cenado ayer y tampoco había comido nada en el desayuno.

- Cuidado Hermione! – gritó Harry, consiguiendo cogerla antes de que se golpeara contra el suelo.

Hermione recuperó la consciencia, estaba sentada en el piso, con su cuerpo apoyado en el de Harry, que la sujetaba con delicadeza y la miraba preocupado. Mientras, un mar de cabezas los miraba.

Dios, qué vergüenza!

- Haber, apartaros, aquí no ha pasado nada. – era Ron, que estaba empujando a los alumnos hasta sus respectivas mesas.

Cuando todos se fueron, Harry se levantó del suelo y le tendió la mano.

- Hermione, creo que deberías comer algo. – le dijo tomándola del brazo y ayudándola a sentarse otra vez en su sitio. Luego, cogió un zumo de calabaza y se lo ofreció para que bebiera.

- Gracias – respondió Hermione todavía débil. Tomó el vaso y bebió ante la atenta mirada de su amigo.

Si tú supieras lo que esto significa para mi... Pero sólo lo haces porque soy tu amiga.

¿Qué era eso tan importante que tenías que mirar en la biblioteca?. Si quieres puedo acompañarte. – dijo Harry sacando a Hermione de sus pensamientos.

- No, no es nada... Acabo de acordarme de que ya... ya lo busqué ayer.

Las tonterías que tengo que decir.

Harry rióúltimamente Hermione estaba realmente rara. Sonó la campana que indicaba el inicio de las clases. Tenían pociones, y más les valía no llegar tarde para no tener que ser los conejillos de indias del día.

Entre los tres chicos (Harry, Ron y Neville) llevaron todos los libros de Hermione a las mazmorras. En el aula se respiraba un olor putrefacto. Tomaron asiento y el profesor comenzó a decir:

- Querida clase, como habrán notado, hoy gozamos de una peste mayor de la que se respira normalmente en clase. – Snape lanzó una mirada de desprecio hacia el lado de la clase ocupado por los Griffindor, lo que hizo que algunos Sliztherin soltaran una carcajada. - Alguien podría decirme el porqué de tan nauseabundo aroma.

Hermione, como de costumbre, levantó la mano, a lo que el profesor respondió ignorándola, cosa que también era natural en él.

¿Nadie? – preguntó mirando a la clase.- 5 puntos menos para Griffindor señorita Granger, por no estarse quieta.

No se porqué me esfuerzo. Siempre ocurre igual...

- Eso es injusto – saltó Harry. Otra medida habitual en él. A decir verdad, las clases de pociones eran como un cliché que se repetía un día tras otro. – Hermione sólo levantaba la mano.

- Harry, cállate... – susurró Hermione dándole con el codo.

- Ajá!. 10 puntos menos para Griffindor. Qué suerte, ya tenemos dos voluntarios para probar la poción de hoy. – Snape sonrió maliciosamente mirándolos. – La poción que vamos a estudiar se llama: Infernoglia. Tiene efectos parecidos a Veritaserum, pero es un poco... Cómo diría... menos sutil que la anterior... Potter!. Granger!. Acérquense!.

Los dos se miraron asustados, y caminaron hasta la mesa del profesor.

- Está bien, como iba diciendo. Esta poción es menos sutil que la otra, ya que el individuo puede elegir abiertamente si decir la verdad o no hacerlo.

Harry miró a Hermione aliviado, pero ésta no parecía más tranquila, seguía con la expresión seria y la mirada asustada. Snape les miró:

- Introduzcan una mano en el caldero

La olla estaba llena de un líquido incoloro, parecía agua, menos por el olor, que era de huevo podrido. La poción no estaba caliente, parecía que las llamas que cosquilleaban debajo del recipiente no surtieran ningún efecto.

Cuando ambos la hubieron metido, el profesor continuó:

- Sin embargo, deben saber, que en caso de no decir la verdad, la poción no será inocua...- Harry empezó a preocuparse. Era obvio que su amiga sabía las propiedades de la poción. - ...y sus efectos serán abrasar la parte del cuerpo que se introduce en ella. – Snape dirigió una mirada de odio a Harry, el cual mientras tragó saliva observaba su mano y la de su amiga dentro del caldero. Mientras, Hermione estaba más pálida que una pared encalada. - Está bien, empecemos.