RUROUNI KENSHIN – SAMURAI X
LA ÚLTIMA REDENCIÓN

CAPITULO II

LA SOMBRA QUE CUBRE LA CIUDAD

La gran Mansión Kanryu se encuentra en todo su esplendor después de estar bajo llave durante tanto tiempo. Esta enorme casa por mucho tiempo había quedado abandonada, pero hoy tenía un nuevo dueño. En su interior, hay mucha gente, personas vestidas con trajes de servidumbre, arreglando todo el lugar. Parece ser que están preparando todo para una gran fiesta, colocando varias mesas con manteles blancos y sillas alrededor de una pista de baile.

En una habitación del último piso, se encuentra un elegante escritorio de madera frente a una gran ventana de cristal. Sentado detrás del escritorio, se encuentra ese mismo hombre de cabello castaño, vestido con un traje militar rojo y un abrigo negro. Se encuentra sentado en una silla con los ojos cerrados, como descansando o meditando sobre algo.

De repente, la puerta de la habitación se abre. Hirokazu abre los ojos de golpe y ve entrar a un joven delgado y alto, vestido con un traje de soldado y gorra, de cabello entre amarillo y anaranjado, corto.

Hirokazu¿Qué ocurre? – La pregunta desde su asiento.

Soldado: Lamento interrumpirlo señor Takamura – La respondió el joven mientras se quita la gorra – Pero el General Joshuya quiere verlo.

Hirokazu: Esta bien, lo estaba esperando.

El soldado de cabello rubio se retiró y en su lugar entro otra persona: un hombre de complexión musculosa, alto, de cabello blanco, largo hasta la cintura, un traje militar de color rojo como el de Hirokazu y un espada Japonesa en la cintura en lugar de un sable.

Hirokazu¿Qué te trae por aquí? – La preguntó con algo de frialdad en sus palabras.

Gral. Joshuya: Veo que te estas adaptando a tu nuevo hogar. – La mencionó mientras tomaba asiento.

Hirokazu: No es mi elección Joshuya.

Joshuya¿Cómo sigue tu herida?

Al escuchar esta pregunta, Hirokazu no pudo evitar el voltear a ver hacía el lado derecho de su abdomen. Lentamente colocó su mano izquierda en este lugar, con mucha delicadeza en su tacto.

Hirokazu: Una espada me atravesó y me encajo en una pared – Le respondió con sarcasmo. – ¿Cómo crees que esta?

Joshuya: Sí, eso supuse.

La herida que Hirokazu había sufrido en Osaka ya estaba curada. A pesar del gran ataque y de las últimas energías que uso en esté, Hijikata no había logrado su cometido, pues Hirokazu logró sobrevivir. Sin embargo, Joshuya notó algo de seriedad en la expresión del militar al mencionar la herida. No era tanto la herida, si no lo que significaba: había perdido su arma más poderosa y había recibido una tremenda herida, todo por parte de un hombre que estaba a un paso de la muerte.

Joshuya: Ese Hijikata era alguien muy especial, talvez no fue buena idea el matarlo.

Hirokazu: Ya no nos sería de utilidad. Olvidemos lo ocurrido en Osaka y concentrémonos en lo planeado.

Joshuya: Esta bien. Dime¿todo está listo?

Hirokazu: ya están confirmados los invitados, y todo ya se encuentra listo para comenzar.

Joshuya: Bien. Para cuando terminé esta semana, Japón estará bajo el control del Ejercito Imperial.

Yahiko se extrañaba que Kenshin no hubiera regresado al interior del Dojo después de terminar de barrer la entrada. Sin saber que había pasado, el joven caminó hacía el gran umbral de la entrada.

Yahiko: Kenshin¿Estas aquí? – Decía mientras se acercaba. Pero, al momento de asomarse hacia fuera, no pudo ver a quien buscaba por ningún lado.

Le extrañaba mucho que se hubiera ido a algún lugar sin avisar. De pronto, Kaoru y Sanosuke aparecen a su lado, después de regresar del consultorio de Megumi. En cuanto llegaron, notaron algo extraño en Yahiko.

Kaoru¡Yahiko¿Te pasa algo? – Le preguntó Kaoru en cuanto lo vio.

Yahiko¿Ya regresaron¿Cómo les fue con Megumi?

Kaoru: Bueno… - Comenzó a responderle algo nerviosa al principio, pero de inmediato recuperó la compostura. – Tal y como les dije, no tengo nada.

Yahiko¿Enserio! – Preguntó algo sorprendido – Pero¿y el sueño, lo irritable y demás?

Kaoru¡No es nada, ya te lo dije. Por cierto¿Dónde esta Kenshin?

Yahiko: No lo sé. Él estaba aquí afuera barriendo, pero en un momento desapareció.

Sanosuke¿Quieres decir que se fue sin decir nada?

Kaoru¡Qué raro, él no es así. Me pregunto a donde habrá ido.

Mientras tanto, en una parte solitaria de la ciudad, parados en medio en un profundo y oscuro callejón, se encuentran Kenshin y el misterioso joven que lo fue a buscar. Parece que ambos se conocen de ya hace mucho tiempo.

Kenshin: Yosuke, no había sabido de ti desde que...

Yosuke: Desde esa noche en que tú y yo enterramos a Manami. – Interrumpió el joven con un tono seco en su voz.

El hombre de cabello castaño claro, levantó lentamente la mirada hacía el cielo. En estos momentos la nieve comenzaba a caer más tranquilamente.

Yosuke: Todo lo ocurrido esa noche ha pasado por mi mente durante todo este tiempo. – Mencionaba mientras en su rostro se dibujaba una expresión de furia – Ese miserable...

Kenshin: Yosuke¿acaso ya olvidaste lo que le prometimos a Manami?

Yosuke: Lo siento Himura – Le respondió volteando a verlo – Aún sigo decidido a cumplir lo que te dije en esa ocasión. Me vengaré de Joshuya por lo que hizo y de Hirokazu por traicionarnos de esa manera.

Kenshin: Es por eso que estas aquí¿verdad?

Yosuke: Así es. Supongo que estuviste en Osaka hace dos meses¿o fue un rumor?

Kenshin: No fue un rumor, fue cierto.

Yosuke: Debiste entonces haber visto a Hirokazu. Debes de saber que lo que ocurrió en Osaka solo fue el comienzo. Él y Joshuya tienen un nuevo plan para tomar el control de gobierno, y todo lo harán esta misma noche.

Kenshin¿Esta noche?

Yosuke: Sé que es lo que planean, pero no puedo detenerlos yo solo. Himura, necesito de tu ayuda...

Kenshin: ...

Un hombre, vestido con una larga capa negra y cuello alto para cubrirse la boca, camina por la ciudad entre la multitud. Parece una persona que se esconde de algo, para que no lo encuentren o descubran.

Su rostro era realmente familiar. Su expresión era seria, pero al mismo tiempo despreocupada. Habían pasado dos meses, pero aún recordaba con detenimiento lo ocurrido en Osaka.

Makaiju: "Ya ha pasado mucho tiempo desde la ultima vez que vine a Tokio" – Pensaba mientras caminaba – En esa ocasión, creí que la próxima vez que volvería a esta ciudad sería a lado del señor Daimyo.

De repente, algo llama la atención del antiguo miembro del Grupo Shinsen: una figura oscura que se mueve saltando de un tejado a otro sin que ninguna persona la viera. Al poder distinguir esto, los ojos de Makaiju se llenaron de admiración.

Makaiju¡No puede ser! – Se dijo así mismo al verlo.

Parado encima del tejado de un edificio, un edificio construido justo frente a la Mansión Kanryu, se encuentra una persona vestida completamente de negro, con una máscara del mismo color que le cubre el rostro. Parece estar vigilando la mansión con mucho detenimiento. Sin embargo, lo único que logra ver es una gran cantidad de hombres vestidos con uniformes militares moviéndose de un lugar a otro, y a personas vestidos de meseros que entran y salen metiendo algunas cajas.

¿Qué esta tramando? – Se preguntó sin quitar sus ojos de la residencia.

Makaiju: va hacer una fiesta. – Escuchó de pronto que una voz decía detrás de él.

La extraña persona se dio rápidamente la vuelta al escucharlo. De un largo salto, Makaiju cayó en el techo del edificio, parado justo frente al hombre vestido de negro que vigilaba la Mansión.

Makaiju: No pensé que te vería otra vez, pero debí haber pensado que estarías aquí Hayai.

El hombre de negro se quitó la mascara con su mano derecha, mostrando su rostro. Se trataba de una mujer, de cabello negro y largo. Era Hayai Euu, la mejor guerrera de Hijikata en Osaka. Desde lo ocurrido en aquella ciudad, había estado escapando de la policía, y así como Makaiju, rastreaba los movimientos de Hirokazu, hasta llegar aquí, a Tokio.

Hayai: Makaiju, pensaba que tú y Hien habían huido juntos.

Makaiju: Así fue – Le respondió – Pero...

En ese momento, un carruaje se estacionó justo frente al portón de la Mansión. El carruaje se encontraba escoltado por varios soldados montados en caballos y armados con rifles que caminaban a su lado al mismo ritmo que el vehículo. De pronto, la puerta principal de la residencia se abrió y de esta salió un hombre de cabello blanco, largo, y traje militar rojo.

Makaiju¡Es el General Joshuya! – Dijo en cuanto lo vio.

Hayai¿Joshuya?

Makaiju: Era uno de los militares que decían apoyarnos. Si no mal recuerdo era amigo de Serizawa.

Hayai: Entonces¿ese sujeto también es parte de todo lo sucedido en Osaka? – Preguntó Hayai con enojo en su voz, a lo que Makaiju respondió con una afirmación – Miserable, voy a matarlo.

Makaiju: No, aquí no – Le dijo mientras la agarra del brazo – Hay muchos soldados y tú y yo somos buscados.

Hayai: No me digas que hacer.

Makaiju: Quiero ayudarte, yo también vine a Tokio siguiendo la pista de Serizawa.

Hayai: Haz lo que quieras.

Makaiju: Escúchame, si tienes pensado saltar e ir a matar al Gral. Joshuya, terminaras siendo atrapada, y así Serizawa se te ira de las manos. Tampoco puedes ir y correr hacía la mansión. Si quieres llegar hasta él, tienes que hacerlo bien.

Hayai se quedó callada unos segundos, meditando sobre lo que le acababan de decir. Después de unos instantes, se giró hacía Makaiju.

Hayai: Esta bien.

Yosuke¿Qué me dices Himura? – Le preguntó el joven al notar su silencio.

Kenshin tenía la mirada baja, como pensando detenidamente en que contestar. De pronto, sin que su acompañante se diera cuenta, tomó la espada que Yosuke traía consigo de un movimiento rápido, acercándola a él.

Yosuke¡Oye!

Kenshin desenfundo el arma para ver de cerca el filo de la misma. La hoja de la espada parecía haberse usado hace poco; aún se podían ver varias manchas de sangre en ella.

Kenshin¿Mataste a una persona con esta arma?

Yosuke: No solo a una. – Le respondió mientras tomaba de nuevo su arma.

Kenshin: Yosuke...

Yosuke: Sé realista Himura. Manami fue la única de nosotros cuatro que cumplió con nuestro supuesto juramento, y ahora esta muerta.

Kenshin: Yo si cumplí, no he usado mi espada para matar a otra persona.

Yosuke¿A sí, es muy raro viniendo del hombre que derrotó al temible Makoto Shishio.

Kenshin: ...

Yosuke: Tu popularidad se extiende por todo el Japón, no importa cuanto el gobierno trate de impedirlo. La verdad es que estoy enterado de tus aventuras en Kyoto y Osaka.

Ante las palabras de su compañero, Kenshin volvió a bajar la mirada. Yosuke guardó de nuevo su arma en su funda mientras le daba la espalda al antiguo destajador.

Kenshin: Yo no maté a Shishio. – Le respondió si voltear a verlo.

Yosuke: Eso no importa Himura – Le dijo aún dándole la espalda – Ahora dime¿me ayudarás sí o no?

Kenshin: Te ayudaré a detener lo que sea que Hirokazu y Joshuya estén planeando, pero no te ayudaré a matarlo.

Yosuke sonrío al escuchar la respuesta que esperaban. Una vez más se giró hacía Kenshin, quien alzó de nuevo la mirada hacía su antiguo compañero.

Yosuke: No te podría obligar a que lo hicieras Himura.

Kenshin: Ahora, dime cual es el plan de Hirokazu.

Antes de que Yosuke pudiera contestarle esa pregunta, un grupo de pasos parecieron acercarse por la calle. Sin dar explicación alguna, Yosuke corrió hacía el fondo del callejón, indicándole a Kenshin que lo siguiera. Desde su escondite en las sombras, pudieron ver como tres hombres vestidos de policías pasaban caminando.

Kenshin, al ver que Yosuke se estaba escondiendo de ellos, volteó a verlo con una expresión seria.

Kenshin¿Te escondes de la policía? – Le preguntó en voz baja.

Yosuke: Durante todo este tiempo he estado siguiendo la pista de Hirokazu. Hasta ahora no me he visto con él en persona desde aquel día, pero él ya sabe que lo sigo, y con su plan a pocas horas de llevarse acabo, dudo mucho que dejara que me interponga, y tampoco tú.

Kenshin¿Estas diciendo que mando a la policía para cazarnos?

Yosuke: Me parece que sí.

Kenshin: De ser así debo de volver al Dojo – Mencionó moviéndose hacía el frente – Quien sabe de que es capaz Hirokazu de hacerle a mis amigos.

Este comentario extrañó un poco a Yosuke. Ya había oído por rumores que Battousai siempre se encontraba acompañado de un grupo de peleadores, pero hasta ese momento no lo había creído del todo. Parecía que después de todo sí había aprendido a continuar con su vida, tal y como le dijo en aquel momento. Pero Yosuke no era así, él seguí atrapado en el pasado.

Yosuke: No te preocupes por tus amigos – Le dijo Yosuke deteniéndolo – Hirokazu sabe muy bien que tú eres muy conocido y requerido en esta ciudad por la policía. No creo que con su habilidad pueda convencer a alguien de que te arresté. Además, en estos momentos gran parte de los militares están siendo investigados por los incidentes en Osaka, así que mientras más alejado se quede de esto será mejor. Por lo pronto solo esta movilizando a la policía para que registren la ciudad en busca de algo sospechoso.

Kenshin: No sabes en que se ha convertido Hirokazu.

Yosuke: No, supongo que no. Como ya te dije no lo he visto desde la muerte de Manami. Tú lo viste en Osaka¿Cómo lo viste?

Kenshin puso una expresión llena de seriedad al escuchar la pregunta de su amigo. Se encontraba recordando todo lo que había pasado hace dos meses, la pelea con Hijikata, y la expresión llena de maldad que Hirokazu tenía en sus ojos.

Kenshin: Prácticamente no lo reconocía – Le respondió – No me refiero a su apariencia, más bien a la expresión de su rostro. Los ojos de Hirokazu han cambiado por completo; ahora parecen estar llenos de odio o de rencor. Se ha convertido en un asesino despiadado que parece no titubear cuando se trata de matar a alguien. He visto muchas miradas de asesino a lo largo de mi vida, pero la de Hirokazu es diferente. Sin embargo, aún mantiene algo del Hirokazu que conocía.

Yosuke¿Qué cosa?

Kenshin: Cuando vi pelear a Hirokazu en Osaka, a pesar de que peleaba para matar a su oponente, también disfrutaba del combate. En el combate que hizo no pienso yo que haya hecho trampa o algo por el estilo. Sí, se aprovechó de su contrincante ya que este estaba herido, pero peleó con él con el honor de un peleador que siempre lo ha tenido.

Yosuke: No me digas. Hirokazu se ha vuelto un asesino, tú mismo lo dijiste. No hay nada que pueda justificar lo que ha hecho.

Kenshin: Y si lo ves¿Tienes pensado matarlo?

Yosuke: No estoy seguro de tener la fuerza suficiente. Pero antes que nada a quien quiero acabar es al maldito de Joshuya.

Al mismo tiempo, el carruaje donde viajaba el Gral. Joshuya se movía por las calles de Tokio, después de salir de la Mansión Kanryu. En el interior del vehículo, el militar se encontraba totalmente solo, sentado en su asiento con sus piernas y brazos cruzados. Una gran sonrisa parece adornar su rostro.

Joshuya: "¡Esta haciendo algo de frío!" – Pensaba – "¿Qué mejor noche que esta para cambiar a un país?"

En la jefatura de policía de la ciudad, se encontraba el Capitán Kawada, asomándose por la ventana de su oficina. En su semblante se ve una expresión seria mientras ve a toda la ciudad. Ahora la ciudad se había reconstruido por completo, ya que hace algunos meses varios de sus edificios más importantes habían sido destruidos bajo causas muy extrañas para muchos. En ese momento, la puerta de la habitación se abre y rápidamente se da media vuelta para ver de quien se trataba.

Kawada¿Qué haces aquí? – Le preguntó de una manera seca a quien estaba parado en la puerta. Se trataba de un hombre alto, cabello negro y corto, vestido con un traje azul de policía, además de traer consigo una espada.

Al igual que Kenshin, él también había regresado a Tokio, incluso al mismo tiempo que él. Era Hajime Saito, antiguo capitán de la tropa número tres del Shinsengumi, y ahora oficial de policía de la ciudad, bajo en nombre de Goro Fujita.

Saito: Vine a quejarme por no ser invitado a la fiesta – Mencionó en un tono de sarcasmo mientras tomaba asiento. – Por cierto¿A que se debe que haya movilizado de esa manera a la policía¿Tiene algo que ver con el evento de esta noche?

Kawada: Han ordenado que se tomen todas estas precauciones, ya que después de lo ocurrido en Osaka, el gobierno se encuentra algo preocupado. Y ahora con esa fiesta en honor al señor Hirubumi Ito, temen que se lleve acabo algún atentado.

Saito tenía una expresión seria en el rostro mientras escuchaba las palabras del capitán. Él tenía sus propias sospechas sobre lo de esa noche, pero tenía que estar seguro de algunas cosas.

Saito: A propósito, me sorprendió mucho al averiguar que la fiesta será en la antigua residencia de Kanryu Takeda. Esa casa ha estado abandona durante mucho tiempo, y ahora abre sus puertas exclusivamente para esto¿A que se debe?

Kawada: Como ya te dije el gobierno esta en alerta por cualquier cosa que pueda ocurrir. El Gral. Takamura fue el de la idea. Volvió a Tokio ayer y compró la casa, y se ofreció a hacer la fiesta.

Saito¿Takamura¿Se refiere acaso al Gral. Hirokazu Takamura?

Kawada: Sí, así es¿por qué?

Saito sabía muy bien quien era ese sujeto. Hijikata peleó contra él en Osaka, y al final fue el culpable de su muerte. El muy tonto les había contado de su plan de tomar el poder del país, pero no contaba con que sobrevivirían. Sin embargo, Saito sabía muy bien que si lo señalaba con el dedo, él fácilmente se saldría del problema, además ese no era su estilo.

Saito: No, por nada. – Le respondió – "Es el mismo sujeto que mató engañó a Hijikata. Me preguntó que estará planeando."

La nieve comenzó a caer con más fuerza, hasta que las calles se comenzaron a llenar de ella, igual que los tejados, desde donde Hayai y Makaiju vigilaban la Mansión de Hirokazu.

Makaiju: Hayai¿Sabes que es lo que planea Serizawa? – Le preguntó Makaiju sin quitar sus ojos de la residencia.

Hayai: No tengo idea – le Respondió – Llegó a Tokio ayer por la tarde según no lo que he investigado. Antes de venir aquí, estuvo en Yokohama unos días. No sé que estará tramando, pero creo que lo hará esta noche, ya que en la Mansión en la que esta hay un gran movimiento.

Makaiju: Así es, organizará una fiesta hoy en la noche.

Hayai: Ya lo había mencionado antes¿Cómo que una fiesta?

Makaiju: No estoy seguro, pero al parecer invitó a personajes de alto rango, tanto del ejército como el gobierno. No creo que solo sea por diversión. La ciudad esta llena de policías, puede que incluso sepa de nuestra presencia aquí.

Hayai¿Y que tienes pensado hacer?

Makaiju: Si no me equivoco, Battousai y el señor Saito viven aquí en Tokio.

Hayai¿Acaso estas pensando en pedirles ayuda!

Makaiju: Si no tenemos otro remedio, creo que sí.

De pronto, algo debajo de ellos le llama la atención. Como si lo hubiera invocado, ahí se encontraba la persona de la que estaba hablando, o por lo menos una de ellas. Yosuke y Kenshin se encuentran caminando por la calle tratando de llamar la menos atención posible. Yosuke guía al destajador hasta el frente de la mansión, un lugar que Kenshin conoce muy bien.

Kenshin¿En esta Mansión!

Yosuke: Así es. Hirokazu la acaba de comprar, y hoy en la noche dará una fiesta.

Kenshin escuchaba lo que su compañero le decía, pero su mente se encontraba inmersa en los recuerdos. Recordaba cuando fue la primera vez que estuvo ahí, su combate con Aoshi y como él y sus compañeros se encaminaron a salvar a Megumi, que estaba atrapada ahí. Recuerda además que esa fue la primera pelea que tuvo a lado de sus nuevos compañeros, la primera pelea que tuvo que realizar con un nuevo equipo. Esa mansión le traía bueno, y a la vez malos recuerdos.

Yosuke: Himura – Le dice al ver que estaba algo distraído – ¿Te encuentras bien?

Kenshin: Sí – Le responde mientras regresa a la realidad.

De pronto, antes de que pueda decir otra cosa, un sonido detrás de ellos hace que se den rápidamente la media vuelta. Al girarse, ven a un grupo de soldados que los apuntan con sus rifles. En el centro del grupo, se encuentra un hombre de traje y boina negra.

Soldado: Muro Yosuke, Himura Kenshin – Dijo el hombre con una gran sonrisa en el rostro – Me alegra de que estén aquí.

Kenshin¿Cómo sabes quienes somos?

Soldado: Déjenme presentarme. Mi nombre es Tioshiro Misaki, y el Gral. Takamura me pidió que los invitara a pasar.

Yosuke¿Hirokazu quiere vernos?

Soldado: Él sabía muy bien que tarde o temprano lo dos vendrían por aquí, por eso me pidió que estuviera alerta por si se paraban por aquí. Además me pidió que los llevara a verlo en cuanto aparecieran. Por favor, cooperen conmigo, no me gustaría tener que llevarlos a la fuerza. Además, el señor Muro es buscado por asesinato, y no me gustaría tener que alertar a las autoridades de su presencia aquí.

Kenshin volteó a ver a su compañero de reojo, justo después del último comentario hecho por el militar. El rostro de Yosuke se encontraba lleno de rabia, pero de inmediato cambio a una sonrisa algo sarcástica.

Yosuke: Si Hirokazu quiere hablar con nosotros¡Qué venga él en persona! – Les gritó al tiempo que desenfundaba su espada y se impulsaba hacía ellos con un salto.

Kenshin¡Espera Yosuke! – Le gritó el destajador tratando de detenerlo, pero fue tarde.

Yosuke se lanzó en contra los soldados, sosteniendo su espada con su mano derecha. Por simple reflejo, los hombres dispararon sus rifles en su contra; sin embargo, para sorpresa de todos, menos de Kenshin, Yosuke se movía de un lado a otro a toda velocidad, esquivando por completo las balas. Su velocidad era casi idéntica a la que poseía Kenshin.

De pronto, cuando se encontraba justo frente a ellos, se detuvo de golpe, para luego dar un salto hacía arriba, elevándose por encima de ellos. Después, abalanzó su espada hacía abajo, con toda la intención de matar a uno de ellos. Sin embargo, el soldado de traje negro rápidamente sacó su sable, deteniendo con su hoja la espada de Yosuke.

Sin otro remedio, Yosuke impulsó su cuerpo hacía atrás, cayendo frente a los demás soldados, para luego dar un salto y colocarse frente a Kenshin. Al mismo tiempo, los militares se encontraban cargando de nuevo sus rifles. El samurai se disponía a atacarlos de nuevo, sin embargo, Kenshin colocó su mano sobre su hombro y lo jaló hacía atrás.

Yosuke¿Qué estas haciendo! – le gritó en cuanto lo detuvo, sin embargo él no le dio explicación, simplemente lo jalo y juntos se alejaron de ahí.

Yosuke y Kenshin se alejaban corriendo justo cuando los soldados ya habían cargado sus armas. De inmediato comenzaron a dispararles de nuevo, pero ambos entraron en un callejón, haciendo que las balas chocaran contra las paredes de un edificio.

Toshiro¿Qué estas esperando! – Les gritó el Militar de negro – ¡Vayan detrás de ellos o el Gral. Takamura los ejecutará a todos!

Sin pensarlo, todos los soldados fueron detrás de ellos a toda velocidad. Mientras tanto, Kenshin y Yosuke seguían corriendo, hasta que ambos se detienen en el interior del callejón, habiendo solo dos direcciones a donde correr.

Kenshin¿Qué crees que estas haciendo! – Le gritó Kenshin algo disgustado – ¡Esos eran hombres del ejército!

Yosuke¿Y eso qué, eran hombres de Hirokazu.

Kenshin¡El ir y matar a hombres del ejército no es la solución a esto!

Yosuke: Por supuesto que lo es Himura. En estos momentos no sabes el poder que Hirokazu tiene. No importa si vas con la policía o quien sea a decirle que esta planeando, él ya arregló todo para zafarse de problemas.

Al escuchar esto, Kenshin recuerda lo que Hirokazu les dijo en Osaka, de que a pesar de ser parte del grupo de Hijikata, él saldría inmune de cualquiera daño; tal parece que eso era cierto. Yosuke le dio la espalda a Kenshin, bajando la mirada un poco.

Yosuke: Himura, no te mentiré. Si me ayudas esta anoche y nos acercamos a Hirokazu, podrías ser clasificado como un criminal y un traidor. No podrías regresar con tus amigos. Sin embargo, a cambio de eso, podrás evitar que su ambición de controlar al país se cumpla. Dime¿Pagarás el precio? – La preguntó por último girándose hacía él.

Sus palabras hicieron pensar muy detenidamente a Kenshin. Tenía razón, lo más probable era que si lo hacía, Hirokazu se las arreglaría para hacer ver a él como el malo. Si hacía eso, no podría regresar al Dojo con Kaoru y los demás. Sin embargo, esto era algo que él tenía que hacer, algo que le debía a Manami y a Hijikata.

Justo cuando se disponía a contestarle, el sonido de las botas militares contra el suelo lo distrajo. Del lado de donde venían, un grupo de soldados se acercaba hacía donde estaban. De inmediato, ambos voltearon hacía el otro lado del callejón, pero para su sorpresa, ahí también estaba bloqueado por los militares.

Los dos se encontraban con sus espaldas juntas, cada uno viendo hacía un grupo de soldados, completamente acorralados por donde vieran.

Kenshin: Parece que tendremos que ir a ver a Hirokazu después de todo.

Yosuke: No creo que nos reciba con una taza de té.

De pronto, cuando parecían que serían atrapados, algo muy extraño paso. Desde el cielo, pareció descender un objeto alargado, como una cuerda, directo a donde estaban los hombres con rifles. El extraño objeto pareció atravesar la mano de uno de los soldados, haciendo soltar su arma.

De inmediato, Kenshin alzó su mirada hacía arriba. Parado sobre el techo de uno de los edificios que los rodeaban, se encontraba una figura vestida completamente de negro, de la cual parecía surgir el extraño objeto, que ahora estaba enterrado en la nieve, manchada de rojo por la sangre del soldado.

Cuando la luz iluminó bien, pudieron ver que se trataba de una cadena y no de una cuerda. En cuanto lo vio, Kenshin no podía creer de quien se trataba, pero de seguro era ella.

Kenshin¡Tú! – Dijo Kenshin al reconocerla.

De inmediato, el atacante, movió su mano izquierda al frente, de la cual surgió otra cadena, atacando a otro de los soldados, para luego saltar dejarse caer hacía abajo, cayendo entre Kenshin y los hombres. Su rostro estaba cubierto por una mascara de color negro.

En ese instante, una segunda figura se hizo presente de pie, justo detrás del primer grupo que venía siguiendo al destajador.

Makaiju: Me parece que no es buena idea que entren tantos a la vez en un lugar pequeño – Mencionó, haciendo que todos voltearan a ver. En cuanto Kenshin lo vio, también lo reconoció – Ya que se ven limitados a atacar de uno en uno.

Makaiju se abalanzó hacía el frente con su espada en el aire. Con rápidos movimiento de su arma, tal y como era su estilo, se abrió paso entre ellos, acabando con varios de ellos. Al mismo, Hayai abalanzaba sus cadenas contra los demás. A diferencia de Kenshin, ellos no tenían miedo de matar a uno que otro soldado, en especial después de lo que les hicieron en Osaka.

Después de unos segundos, los sobrevivientes no tuvieron más remedio que dar media vuelta y huir, dejando de pie a solo cuatro personas: Kenshin, Yosuke, Makaiju y Hayai. Los primeros dos se veían muy sorprendidos al verlos, en especial Kenshin, que era el que sabía quienes eran.

Kenshin¿Ustedes dos!

Hayai: Hola Battousai – Saludó Hayai mientras se quitaba la mascara.

Makaiju¿Qué ocurre? – Preguntó Makaiju con sarcasmo – Parece que viste a un fantasma…