RUROUNI KENSHIN – SAMURAI X
LA ÚLTIMA REDENCIÓN

CAPITULO III

NOCHE DE FIESTA

La noche de invierno llega a Tokio. El cielo se cubre por completo de estrellas, al tiempo que un ligero frío cubre a la ciudad. Una gran cantidad de carruajes parecen desfilar enfrente del portón de la residencia Kanryu, mientras una gran cantidad de personas vestidas con trajes de gala y uniformes militares. Desde el interior de la casa se puede escuchar la música proveniente de los violines que dan el ritmo a las personas que bailan en la pista de baile. En esta fiesta se encuentran gran cantidad de personas de los más altos puestos del gobierno y del ejército. Lo más alto del Japón se encuentra reunido esta noche en esta gran fiesta.

De pronto, de entre los árboles que adornan el jardín, escondiéndose que cualquier persona que pudiera verlo, se encuentra un joven, de cabello castaño corto, vestido con un traje de gala, de saco azul marino, pantalones blancos y botas altas de color negro. Los botones del traje son de tono dorado, asó como algunos adornos en el mismo.

Yosuke¿Qué tanto esperan? – Preguntó en voz baja, girándose hacía atrás.

Una segunda figura salió de entre árboles, resaltando el color rojo de su traje. Se trataba de Hayai, que llevaba su cabello recogido, y llevaba puesto un vestido de noche de color rojo oscuro. En su rostro se reflejaba algo de enojo ante lo que tenía que vestir.

Hayai¿Tengo que vestir eso? – Preguntó algo disgustada.

Makaiju¿De que te quejas? – Le mencionó Makaiju mientras también salía de entre los troncos de los árboles – Si te ves hermosa vestida así.

Makaiju vestía un traje idéntico al de Yosuke, pero el saco era de color blanco. Los pantalones eran del mismo color, y también llevaba varios adornos dorados.

Hayai: Para ti es muy fácil, siempre estás vestido con ropa como esa.

Makaiju: Cuando estuvimos en Europa, Hien no se quejó.

Hayai¡Pues yo no soy Hien, y no recuerdo haberla visto con vestido de noche.

Yosuke, al ver que aún faltaba alguien, se acerca al lugar de donde vinieron todos para poder buscarlo.

Yosuke: Himura¿Qué estas esperando?

La cuarta persona hizo acto de presencia entre sus compañeros. Extraño pero cierto, Kenshin se encontraba vestido con un traje idéntico al de sus dos amigos, con saco azul, pantalones blancos y botas altas y negras. En su rostro se veía algo de incomodidad ante el traje.

Kenshin: Este traje no es mi estilo – Les dijo quejándose.

Yosuke: Deja de quejarte Himura. Después de diez años es la primera vez que te veo con otro estilo de traje. Ahora andando, no hay tiempo que perder.

Ya listos, los cuatro se acercaron lentamente hacía la puerta. Mientras caminaban hacía el lugar de la fiesta, recordaban paso por paso lo que Yosuke les había dicho horas antes.

Los cuatro se encontraban reunidos en el interior de un edificio abandonado y completamente vacío, a excepción e algunas cajas de madera. Era como un viejo almacén o algo parecido. Yosuke estaba sentado sobre una caja, mientras Kenshin y los otros estaban frente a él; el joven les contaba sobre el plan de Hirokazu.

Yosuke: Hirokazu acaba de ser transferido de Yokohama, donde prestaba servicio, a Tokio. Esto fue arreglado por el Gral. Joshuya. Además, entre los dos arreglaron el que Hirokazu comprará la Mansión Kanryu. La llegada de Hirokazu a la ciudad no fue simple casualidad. Ellos lo arreglaron así para que concordara con el regreso de Ito Hirubumi.

Hayai¿Ito Hirubumi¿Quién es él?

Makaiju: Ito Hirubumi es un político muy reconocido en el gobierno. Actualmente es uno de los más grandes defensores del movimiento occidentalista aquí Japón. Es uno de los genios del actual gobierno Meiji, y uno de los precursores de la industrialización del país. En otras palabras, todo el avance actual de Japón y su apertura hacía el mundo se la deben a él, es como la presencia occidental aquí.

Yosuke: Se rumorea que dentro de algunos años será enviado a Europa para estudiar el sistema constitucional alemán, y así poder implantarlo en Japón. Como sabrán, el instalar un sistema constitucional en este país traerá consigo el comienzo de un Japón moderno, desprendiéndose por completo del Japón antiguo. La fiesta que Hirokazu dará esta noche será en honor a Ito, y a ella asistirán personajes de lo más alto del gobierno y el ejército.

Makaiju¿Y exactamente cual es el propósito de esa fiesta?

Yosuke: El gobierno se encuentra aún algo alterado después de lo sucedido durante la Guerra de Sainan, la rebelión de Shihio Makoto en Kyoto y el último levantamiento en Osaka, sin contar además el asesinato de Toshimichi Okubo en Mayo de este año. Todos estos incidentes han creado cierta desconfianza dentro del gobierno. Ahora, lo último ocurrido en Osaka ha hecho que incluso dentro del propio círculo de los dirigentes de la nación comiencen a surgir sospechas entre ellos, ya que varios militares apoyaron esto. Hirokazu y Joshuya lo planearon así, sembrando la desconfianza no en el pueblo, si no en el gobierno. Ellos saben que cualquier otro problema orillara al gobierno a hacer algo. Hoy en la noche, tienen pensado asesinar a Ito Hirubumi durante la fiesta.

Hayai¿Matarlo!

Makaiju: No tiene sentido. Serizawa lo que quiere es crear un Japón completamente militarizado, y para ello tiene que hacer que el ejercito imperial se haga más poderoso, y la mejor forma de lograrlo es permitiendo la presencia occidental aquí en Japón. Si matan a Ito lo único que harán será perjudicar esto.

Yosuke: Ellos bien lo saben, pero no desean matar a Ito porque sea un peligro para ellos o algo parecido. Recuerden que los movimientos hecho contra el gobierno han sido en contra de su forma de llevar a acabo las cosas y como han desprestigiado a la clase samurai. Además, se han opuesto a la presencia occidental en el Japón. Ito representa esta presencia, por lo que si es asesinado, será demasiado fácil para Hirokazu culpar a los autores de los levantamientos pasados.

Hayai¡Como el señor Daimyo! – Agregó Hayai enojada.

Makaiju: Ya veo, Serizawa matará a Ito y luego le echara la culpa al señor Daimyo, pues para el gobierno él aún sigue vivo. Es maldito.

Yosuke: Una vez hecho esto, el gobierno entrará en crisis. Luego planean hacer pequeños atentados por el país, como hacer explotar algunos barcos y ataques a dirigentes del gobierno. No quedara otra opción más que movilizar al ejército y ponerlo en estado de alerta. Ya con la situación así, será juego de niños para Hirokazu el que el ejército tome el control. Himura – siguió al tiempo que volteaba la mirada hacía el destajador, que había estado todo este tiempo en silencio – Esa es la situación. Como ya te dije si nos acercamos a Hirokazu o Joshuya nos pueden poner como los culpables. Para nosotros no es la gran cosa, ya que de todas formas somos buscados por la justicia¿Qué dices tú?

Kenshin estaba sentado en el suelo, con su espalda recargada en una de las cajas. Como siempre, a si lado se encontraba su leal espada de filo invertido. De pronto, después no haber dicho nada en todo ese tiempo, Kenshin se pone de pie, apoyándose con su espada, y luego se gira hacía sus compañeros.

Kenshin: Hagámoslo…

La fiesta estaba llena de grandes personajes, personas vestidas con trajes elegantes y seguidos por sus acompañantes. El salón era de gran tamaño, totalmente alumbrado y con mesas con hermosos manteles blancos esparcidos por él. En lo que parecía ser una clase de balcón, se encontraba una pequeña orquesta, que tocaba música clásica para dar ambiente al evento.

Toda la velada parecía una fiesta al estilo europeo traída hasta Japón. No parecía que hasta hace diez años uno no podía soñar siquiera con ver cosas como estas en este país. Era cierto, el país había cambiado, pero algunos no deseaban esto, y otros deseaban aún más cambios.

Kenshin y sus compañeros entraron en la Mansión, revolviéndose entre las demás personas. Lo único que podría llegar a llamar la atención de las personas era la larga cabellera rojiza del destajador, pero esto no era motivo de tanta alarma. Además algunos se fijaban en la hermosa Hayai, que se veía muy elegante con ese vestido. Ella se daba cuenta de esto, y se notaba con ver su cara sonrojada por la vergüenza.

Hayai: la gente me esta viendo – Les dijo a sus acompañantes en voz baja.

Makaiju: No te preocupes, la gente no te conoce, es imposible que te hayan reconocido. Lo que pasa es que no se pueden resistir a una figura tan bonita – Le respondió con algo de burla.

Hayai¿Quién te preguntó!

Makaiju: Tranquila, no te enojes. Por cierto¿Dónde guardaste tus cadenas?

Hayai: En donde a ti no te importa.

Los cuatro se acercaron a una mesa que se encontraba totalmente vacía, ubicada cerca de una de las paredes del salón. Se sentaron sin hacer mucho ruido, mientras miraban detenidamente a su alrededor.

Kenshin: Recuerden que debemos de llamar la atención lo menos posible. Nuestra prioridad es cuidar al señor Ito. Si ven a Hirokazu o a Joshuya traten de no atacarlo o de llamar su atención.

Hayai: No te prometo nada ¿Y quién de todos es Ito Hirubumi?

Yosuke paseó la mirada por todo el salón, buscando al hombre que tendrían que proteger a toda costa. De inmediato, su mirada se paró en un hombre que se encontraba rodeado por varias personas. Era un hombre de estatura media, cabello oscuro, vestido con un traje estilo militar color negro, con varios adornos dorados. En su rostro se veía una ligera barba oscura que le cubría la región de la boca.

Yosuke: Haya esta – Les dijo señalándolo delicadamente con el dedo.

Makaiju¿Cómo piensan matarlo?

Kenshin: No lo harán ellos mismos. De seguro usaran a un asesino. Pero, podría ser cualquiera – Agregó mientras volteaba al alrededor.

Hayai: Lo mejor será tenerlo vigilado. Separémonos, así podremos verlo desde diferentes ángulos.

Yosuke: Me parece buena idea. Hagámoslo.

Rápidamente, los cuatro se pusieron de pie y se encaminaron hacía diferentes puntos del salón, sin perder de vista por ningún momentos al señor Ito. Había guardias por todo el lugar cuidándolo a él y a los demás personajes presentes. Era difícil pensar que alguien se le pudiera acercar. Lo más probable era que el asesino se encontraba entre los propios guardias que lo cuidaban, o uno de los invitados vestido para confundirse al igual que ellos.

Kenshin se encontraba caminando algo alejado del resto de los invitados, sin quitar ni un segundo la vista de su objetivo. Esto le recordaba los tiempos durante la Restauración Meiji, cuando tenía que asechar a su presa antes de matarla. Sin embargo, ahora las cosas eran diferentes.

Al antiguo destajador se recargo en uno de los pilares del salón, mientras veía como las figuras de varias personas se movían en la pista de baile, bailando al mismo ritmo que la música. Su expresión era algo seria; posiblemente porque sabía lo que significaba si algo salía mal. Por unos instantes todo a su alrededor se quedó en silencio, a pesar de que la música y las voces seguían sonando, pero el área que rodeaba a Kenshin parecía estar callada.

Hirokazu: Te ves muy pensativo Himura – Escuchó de pronto que una voz decía detrás de él. En cuanto la escuchó, supo de quien se trataba.

Al voltear a ver por encima de su hombro derecho, vio una figura familiar que se le acercaba. Estaba vestido con un saco negro largo, con un traje miliar debajo de este de color rojo, cinturón negro con una hebilla dorada, igual que los botones del traje. El cuello de este era alto, adornado también con unos toques dorados.

Kenshin: Hirokazu – Dijo Kenshin algo de frialdad en su voz.

El militar dio unos pasos al frente, parándose a lado de su antiguo compañero. Como si fuera algo muy natural, ambos se quedaron junto al otro, viendo hacía el frente al resto de los invitados. Kenshin no tenía pensado hacer algo como atacarlo, y se veía que Hirokazu tampoco; a ninguno de los dos le beneficiaría hacer eso en ese momento.

Hirokazu: Lindo traje Himura – Mencionó sonriente mientras veía al frente – Pero no te queda, no, no concuerda contigo.

Kenshin no respondió, simplemente se quedó callado, con su mirada al frene, aunque Hirokazu no esperaba que le respondiera.

Hirokazu: Sabes, esta fiesta era con invitación.

Kenshin: Vengo con alguien.

Hirokazu A, sí… - Hirokazu paseó su vista por el salón. Rápidamente encontró a los que acompañaban a Kenshin. Primero vio a Hayai, luego a Makaiju y por último a Yosuke. Todos ellos eran muy conocidos por él. – Es agradable ver de nuevo a nuestro amigo Yosuke. Sabía muy bien que iría contigo llorando, lastima que no pude evitarlo. Y mira, ahí están Hayai y Makaiju, mis compañeros de trabajo. Vaya, no contaba con que cuatro de mis viejos amigos vendrían a verme. Espero que alcance la comida.

Los comentarios sarcásticos de Hirokazu no molestaban a Kenshin, pero si le incomodaba la forma en que hablaba que lo hacía sentir que tramaba algo más de lo que ellos sabían

Hirokazu: Y dime¿A que debo tal cantidad de visitas inesperadas?

Kenshin: No te hagas el que no sabes. Venimos a evitar que mates al señor Ito.

Hirokazu¡Oh, ya veo, hago un fiesta, lo cual solo puede significar que quiero matar a alguien. Talvez solo quise estrenar mi nueva casa¿No lo has pensado, Pero claro, llega el pobre Yosuke llorando y gritando que el malvado Hirokazu planea algo, y claro, el buen Himura tiene que correr al rescate.

Kenshin¿De que estas hablando?

Hirokazu: Piénsalo por un momento Himura. Yosuke me ha odiado a Joshuya desde la muerte de Manami. Quién sabe cuantas veces a tratado de matarlo, pero no puede ni acercársele. Ahora ve la oportunidad de tenerlo por fin, pero sabe que no puede hacerlo solo. Entonces piensa, "Himura vive en esta ciudad, de seguro él me puede ayudar a hacerlo", pero claro, tú nunca lo ayudarías a matar a alguien, por lo que si inventa una historia que tú puedas tragarte, lo ayudarás sin pensarlo, y seamos honestos, convencer a Hayai y Makaiju de que soy el malo ya no es tan difícil.

Kenshin: Eso no es cierto – Le dijo, con algo de disgusto en su voz.

Hirokazu: Es un viaje largo en tren de Yokohama a Tokio, yo lo sé muy bien. Es suficiente tiempo como para planear una buena historia, y seamos realistas, Yosuke siempre fue bueno para inventar cuentos y hacer que la gente los crea.

Kenshin: Sé lo que tratas de hacer Hirokazu y no funcionará.

Hirokazu: Si tú lo dices. Bueno, puede que Yosuke tenga razón y trate de matar a Ito. Pero la verdad no puedes estar seguro de ello. No sería la primera vez que Yosuke te utiliza¿O sí?

Kenshin se quedó muy pensativo después de escuchar esas palabras. Algunas cosas que decía eran ciertas, otras pueden serlo, y otras más no las cree. Pero él sabía muy bien que Hirokazu lo que quería era que desconfiara de su amigo, estaba jugando con él. De pronto, una figura aparece frente a él, sacándolo de sus pensamientos. Al alzar la mirada, Kenshin ve la figura del Gral. Yamagata frente a él; no lo había visto desde que estuvo en Osaka.

Gral. Yamagata¡Himura! – Dijo sorprendido al verlo – ¿Qué haces aquí?

Kenshin: Bueno… yo… - Comenzó a balbucear, tratando de encontrar una respuesta.

Hirokazu: Yo lo invite General – Intervino Hirokazu – Me pareció buena idea el invitar a uno de nuestros realistas más conocidos. Pero la verdad no esperaba que aceptara, después de todo dicen que no es su estilo venir a este tipo de cosas.

Gral. Yamagata: Pues me siento muy sorprendido de verte aquí Himura, pero también me alegra. Ven – Le decía mientras lo jalaba del brazo.

Kenshin: Pero…

Gral. Yamagata: Quiero presentarte con algunas personas. No te preocupes, todos estarán encantados de conocerte.

El General Yamagata se llevó a Kenshin consigo, dejando solo a Hirokazu, quién veía muy contento ante todo lo que pasaba. De pronto, alzó su mirada hacía arriba, a donde se encontraba uno de los candelabros que alumbraban la habitación. Desde esa posición, se podía ver una figura negra que se posaba sobre él.

Hirokazu: Te falta mirar al cielo Himura.

Mientras tanto, Hayai estaba parada del otro lado del salón, vigilando al señor Ito con una expresión fría, mientras caminaba por él. De pronto, cuando menos lo notó, un grupo de hombres la rodearon, hablándole con una sonrisa en el rostro.

Hombre 1: Buenas noches jovencita – Le dijo uno de ellos – Si me lo permite, déjeme decirle que se ve muy hermosa.

Hayai¿A sí, bueno yo…

Hombre 2: Dígame¿De quien es hija? – Le preguntó otro – Porque de la verdad no creo haberla visto antes.

Hombre 3¿Trae acompañante señorita?

Hayai: Bueno, verán yo…

La posición era muy incomoda para la joven, ya que no estaba acostumbrada a ese tipo de "atención", ya que normalmente permanece oculta de las personas.

Al mismo tiempo, Makaiju se movía entre las personas con mucha delicadeza. Sin embargo, se encuentra vigilando de cerca a la persona que protegen, sin tener la vista en el camino.

Makaiju: "No he visto a Serizawa por ningún lado" – Pensaba mientras caminaba – "me pregunto si estará aquí."

De pronto, por no fijarse por donde camina, se tropieza con una persona que estaba parada frente a él. Rápidamente se enderezó a disculparse.

Makaiju: Lo siento señor yo… - De pronto se cayó al ver de quién se trataba – ¡Capitán Kawada!

Era el capitán Kawada, vestido con un traje de color negro y rojo, con botones dorados y unos adornos en los hombros. Cuando el Capitán Kawada volteó a verlo, le pareció familiar.

Kawada: Oye tú¿no te conozco? – Le preguntó.

Makaiju¿A mí, no, no creo.

Kawada: Me parece que te he visto antes. Eres militar chico.

Makaiju¿Militar, no, para nada… eso me recuerda que tengo que irme.

Antes de dar más explicaciones, Makaiju se alejó. Temía que pudiera reconocerlo, ya que antes él era militar del ejercito y ahora era buscado como traidor. Si lo reconocían, eso arruinaría lo planeado y daría más razones para culparlos a ellos y a Hijikata.

El Gral. Yamagata había llevado a Kenshin con un grupo de hombres que estaban reunidos en círculo. Los hombres estaban algo extrañados de estar frente al gran y conocido "Hitokiri Battousai".

Hombre 1¿Así que usted es el temido destajador? – Peguntó uno de ellos.

Hombre 2: No se ve tan temible – Agregó uno – Había oído que media dos metros y sus músculos parecían de acero.

Kenshin: Nunca había oído eso – Les comentó Kenshin con una sonrisa.

Hombre 3: Esos eran puros rumores. Yo conocí a Himura durante la Restauración; servías de guardaespaldas en una de las reuniones que tuvimos. En ese entonces yo también había oído muchas historias del legendario Battousai.

Hombre 1: Y dígame señor Himura¿Cómo le va ahora en la nueva Era?

Kenshin: Bueno, la verdad estoy muy feliz con ella, aunque no he podido vivir la supuesta paz.

Hombre 3: Un hombre como usted que ayudó tanto a la causa debería de tener un puesto privilegiado en el gobierno, pero me entere que vive en un Dojo de la ciudad.

Gral. Yamagata: Himura rechazó cualquier oferta de pertenecer al gobierno. Pero aún así nos ha ayudado en muchas ocasiones.

Kenshin los escuchaba y pensaba detenidamente en el pasado. Si hubiera aceptado el unirse a los que ahora dirigen al mundo, talvez así sería su vida. Estando en fiestas como estas, charlando de gente así. Puede que no haya ido a Kyoto o a Osaka, y quien sabe que hubiera sido del Japón. No, no tenía nada que lamentarse. Nunca se ha sentido mal por el camino que tomó, ya que ese camino lo había llevado a lo que es ahora.

Hombre 2: Y díganos señor Himura – Le dijo uno sacándolo de sus pensamientos – ¿Dónde estuvo durante lo últimos diez años, escuche que después de la restauración había desaparecido.

Kenshin¿Esto diez años? – Kenshin pensó muy detenidamente en la pregunta. Ahora ya no pensaba en la Restauración, si no en lo que había hecho después de ella. Al no aceptar el otro camino, se fue por otro, uno que le llevo diez el cruzar. – Viaje – respondió.

Hombre 1¿Viajó?

Kenshin: Viaje por el Japón, como un vagabundo. Discúlpeme.

Sin dar explicación, Kenshin se alejó caminando. Se veía algo de seriedad en su rostro, misma que extrañó mucho al Gral. Yamagata.

El cuarto de ellos, Yosuke, a diferencia de los otros no tenía su vista puesta sobre el señor Ito. Él se encontraba buscando a otra persona. Como Hirokazu lo había predicho, Yosuke se encontraba más ocupado en su venganza que en otra cosa. De pronto, frente a sus ojos apareció él: el Joshuya, vestido con un traje rojo y pantalones negros, sosteniendo una copa de vino en su mano mientras conversaba con un grupo de personas.

Al verlo, los ojos de Yosuke se llenaron de rabia. El solo hecho de que estuviera vivo era suficiente para hacerlo hervir su sangre. Se sintió tentado a tomar su espada, que la llevaba oculta en su traje, correr hacía a él y matarlo, y lo hubiera hecho de no ser porque una mano lo detuvo, colocandose sobre su hombro. Al girarse a ver de quien se trataba, vio el rostro de Kenshin, lo que lo miraba con su expresión seria habitual.

Yosuke: Himura¿Qué estas haciendo?

Kenshin: Yosuke, viajamos juntos durante diez años, incluso te conozco desde antes de que comenzara el Bakumatsu, y sé muy bien que no eres tan buen espía como eres mentiroso.

Yosuke: Lo tomaré como un cumplido¿Pero porque dices esto ahora?

Kenshin: Si Hirokazu tenía pensado atentar contra el gobierno estando dentro del propio gobierno, el silencio es algo primordial. Si él quiere que su plan se lleve acabo, debe de hacerlo todo con cuidado y asegurarse de que nadie se entere de ello.

Yosuke¿Qué tratas de decir?

De pronto, el rostro de Kenshin se llenó con algo de enojo. Sin pensarlo, abalanzó sus dos manos contra su compañero, tomándolo de sus ropas y acercándolo a él. Esta actitud no era muy común en Kenshin, pero cuando estaba con Hirokazu o Yosuke, actuaba de una manera diferente a como actúa con sus nuevos amigos.

Kenshin¡No veo a la policía aprendiendo a Hirokazu¡Ni gente que sospeche siquiera de él! – Le decía en un tono agresivo – ¿Sabes porqué esto me molesta Yosuke, Porque si estuviera tramando algo¿Cómo es posible que tú hayas averiguado a la perfección todo su plan y el gobierno no sepa absolutamente nada¿Acaso crees que la gente que maneja este país es tonta, si esta información llegó tan fácil a ti, con más razón llegaría a ellos.

Yosuke¿Y que rayos me quieres decir!

Kenshin¡Solo veo una posibilidad para esto Yosuke¡Tú lo inventaste todo para atraerme aquí y que te ayudara a acercarte a Joshuya!

Yosuke¿Qué cosa eso es ridículo¿Cómo te atreves a decir eso¿De donde sacaste esa idea? – Le renegó al tiempo que se zafaba de su manos – A, ya sé, No la habrás sacado de Hirokazu¿Verdad, claro, debes de confiar más en ese traidor que mí que te fui leal todo este tiempo.

Kenshin: Esto no se trata de eso Yosuke. Tu maldita venganza te ha orillado a tantas locuras que ya ni siquiera puedo confiar en ti.

Yosuke¡Como si hubieras confiado en mí en el pasado! – Este último comentario dejo muy sorprendido a Kenshin – ¡Ninguno de ustedes cuatro confiaba en mí, para todos ustedes no era más que el pequeño ladronzuelo que los acompañaba para protegerse de la policía.

Kenshin¡Eso no es cierto!

Yosuke: Por supuesto que lo es. Tú y Hirokazu siempre fueron los grandes, los mejores. Por eso nunca fui nada para Manami, ella siempre estaba muy ocupada admirándolos a ustedes.

Kenshin: No Yosuke, eso no es cierto. Manami te tenía un gran cariño, igual que nosotros.

Yosuke¿Cómo el cariño que se tiene perro¿Es así Himura?

Kenshin se quedó en silencio. Era una de las pocas veces que veía a Yosuke expresar con tanta intensidad sus sentimientos. Recordaba la era en que viajaban por el Japón. En ese tiempo Yosuke siempre era el que estaba feliz, el que los hacía reír, incluso el que los metía en problemas de vez en cuando. Ahora había cambiado, y Kenshin también. A parte de esta ocasión, la única vez que lo había visto así era cuando Manami murió.

Yosuke, un poco más calmado, se dio la media vuelta, dándole la espalda a su amigo, quién aún seguía algo perturbado. Después de unos segundos, Kenshin recupero la compostura.

Kenshin: Hay que pensar esto detenidamente Yosuke. La única forma de que te hubieras enterado del plan de Hirokazu con tantos detalles es que…

De pronto, los ojos de Kenshin se abrieron de par en par, mostrando su gran asombro ante la idea que acaba de pasar por esto. Yosuke notó esto, y de inmediato se giró hacía él.

Yosuke¿Qué ocurre Himura? – Le preguntó y Kenshin alzó la mirada hacía él.

Kenshin: … que él quisiera que lo supieras…

Yosuke¿Qué!

Kenshin¡Hirokazu quiere que estemos aquí! – Rápidamente se giró hacía donde se encontraba todas las personas, tratando de encontrar al resto de sus compañeros – ¡Makaiju, Hayai¡Esto es un trampa!

Hayai y Makaiju escucharon con toda claridad la voz de Kenshin, aunque no entendían muy bien a lo que se refería. De igual manera todo los invitados lo escucharon, y giraron sus miradas hacía ellos; la idea de ya no llamar la atención era inútil.

Lo siguiente que pasó pareció ocurrir en cámara lenta, paso por paso. Del candelabro que se sostenía sobre el salón, surgió una figura oscura, que saltó en dirección a donde se encontraban Kenshin y Yosuke. Ninguno de los dos había notado su presencia, hasta que se encontraba parada, justo detrás de Yosuke. Su traje era tan oscuro que casi se confundía en las sombras. Antes de que Kenshin o Yosuke pudiera girarse hacía a él, esté alzó una de sus manos al frente; en esta, sostenía una pequeña cuchilla con un afilado filo, y su punta la apuntaba a un invitado en especial. Sin pensarlo, y con gran velocidad, la cuchilla voló por el salón, pasando frente a Kenshin y por el resto de los invitados, hasta clavarse en el brazo izquierdo de un hombre: el señor Ito Hirubumi. Una vez hecho esto, la extraña figura se movía rápidamente hacía su izquierda, alejándose de ambos espadachines.

La victima llevó su mano derecha directo a la herida que comenzaba a sangrar poco a poco. Los ojos de todos se centraban en Ito, y a su vez en Kenshin y en Yosuke.

Mujer¡Él fue! – Gritó una de las invitadas, apuntando a Yosuke – ¡Él atacó al señor Ito!

La cuchilla había venido de esa dirección, además algunos habían visto a ese joven merodeando por ahí, y el otro que lo acompañaba había estado vigilando al señor Ito. Ellos tenían que ser los culpables del ataque.

Gral. Yamagata¡Himura! – Dijo el General Yamagata a ver a quién culpaban.

Hirokazu¡Soldados! – Escucharon de pronto que la voz del Gral. Joshuya gritaba desde el lugar donde tocaba la orquesta – ¡Apréndanlos¡Ellos atacaron al señor Ito!

En un abrir y cerrar de ojos, Yosuke y Kenshin se encontraban rodeados por varios hombres uniformados que los apuntaban con sus rifles. Yosuke tenía sus ojos puestos sobre Joshuya, que los miraba desde lo alto con una sonrisa de satisfacción.

Yosuke¡Maldito! – Decía Yosuke lleno de rabia – ¡Siempre tuviste esto planeado desgraciado!

Yosuke sacó su espada, que la tenía oculta en su espalda sin que nadie se diera cuenta. Con una velocidad increíble, desenfundó su arma y dio un largo salto hacía arriba, pasando por encima de los atontados soldados.

Kenshin¡Yosuke¡No!

Yosuke cayó en una de las mesas y de inmediato comenzó a correr hacía donde se encontraba Joshuya, teniendo su espada en alto, preparado para cumplir lo que le había tomado tanto tiempo el realizar.

Esto había sido una trampa, una trampa por parte de Hirokazu y Joshuya, y ellos habían caído en ella… ¿Qué harán ahora para salir?