RUROUNI KENSHIN – SAMURAI X
LA ÚLTIMA REDENCIÓN

CAPITULO IV

ASESINO PARA SIEMPRE

De pronto, los ojos de Kenshin se abrieron de par en par, mostrando su gran asombro ante la idea que acaba de pasar por esto. Yosuke notó esto, y de inmediato se giró hacía él.

Yosuke¿Qué ocurre Himura? – Le preguntó y Kenshin alzó la mirada hacía él.

Kenshin: … que él quisiera que lo supieras…

Yosuke¿Qué!

Kenshin¡Hirokazu quiere que estemos aquí! – Rápidamente se giró hacía donde se encontraba todas las personas, tratando de encontrar al resto de sus compañeros – ¡Makaiju, Hayai¡Esto es un trampa!

Hayai y Makaiju escucharon con toda claridad la voz de Kenshin, aunque no entendían muy bien a lo que se refería. De igual manera todo los invitados lo escucharon, y giraron sus miradas hacía ellos; la idea de ya no llamar la atención era inútil.

Lo siguiente que pasó pareció ocurrir en cámara lenta, paso por paso. Del candelabro que se sostenía sobre el salón, surgió una figura oscura, que saltó en dirección a donde se encontraban Kenshin y Yosuke. Ninguno de los dos había notado su presencia, hasta que se encontraba parada, justo detrás de Yosuke. Su traje era tan oscuro que casi se confundía en las sombras. Antes de que Kenshin o Yosuke pudiera girarse hacía a él, esté alzó una de sus manos al frente; en esta, sostenía una pequeña cuchilla con un afilado filo, y su punta la apuntaba a un invitado en especial. Sin pensarlo, y con gran velocidad, la cuchilla voló por el salón, pasando frente a Kenshin y por el resto de los invitados, hasta clavarse en el brazo izquierdo de un hombre: el señor Ito Hirubumi. Una vez hecho esto, la extraña figura se movía rápidamente hacía su izquierda, alejándose de ambos espadachines.

La victima llevó su mano derecha directo a la herida que comenzaba a sangrar poco a poco. Los ojos de todos se centraban en Ito, y a su vez en Kenshin y en Yosuke.

Mujer¡Él fue! – Gritó una de las invitadas, apuntando a Yosuke – ¡Él atacó al señor Ito!

La cuchilla había venido de esa dirección, además algunos habían visto a ese joven merodeando por ahí, y el otro que lo acompañaba había estado vigilando al señor Ito. Ellos tenían que ser los culpables del ataque.

Gral. Yamagata¡Himura! – Dijo el General Yamagata a ver a quién culpaban.

Joshuya¡Soldados! – Escucharon de pronto que la voz del Gral. Joshuya gritaba desde el lugar donde tocaba la orquesta – ¡Apréndanlos¡Ellos atacaron al señor Ito!

En un abrir y cerrar de ojos, Yosuke y Kenshin se encontraban rodeados por varios hombres uniformados que los apuntaban con sus rifles. Yosuke tenía sus ojos puestos sobre Joshuya, que los miraba desde lo alto con una sonrisa de satisfacción.

Yosuke¡Maldito! – Decía Yosuke lleno de rabia – ¡Siempre tuviste esto planeado desgraciado!

Yosuke sacó su espada, que la tenía oculta en su espalda sin que nadie se diera cuenta. Con una velocidad increíble, desenfundó su arma y dio un largo salto hacía arriba, pasando por encima de los atontados soldados.

Kenshin¡Yosuke¡No!

Yosuke cayó en una de las mesas y de inmediato comenzó a correr hacía donde se encontraba Joshuya, teniendo su espada en alto, preparado para cumplir lo que le había tomado tanto tiempo el realizar….

Era ya muy de noche, y Kenshin aún no regresaba al dojo. En la puerta principal de la casa, se encontraba Kaoru, con una expresión de preocupación en el rostro, esperando con la esperanza de que regresara, pero no había ni rastro de él. Al ver que no se encontraba en su cama, Yahiko sale a buscarla.

Yahiko: Kaoru¿Qué haces aquí afuera? – Le pregunta su alumno al verla – ¿Kenshin aún no regresa?

Kaoru: No – Le responde – Me estoy comenzado a preocupar. Después de irse sin avisar, no llega¿Qué es lo que estará haciendo?

Yahiko: No te preocupes, Kenshin nunca se mete en problemas. Estoy seguro que talvez se fue por ahí, ya verás que regresara.

Kaoru: Eso espero Yahiko…

Todo el salón se cubrió de una espeluznante calma, ya que todos los invitados habían quedado en silencio. Kenshin se encontraba rodeado por los soldados, mientras veía como su amigo se abalanzaba contra su objetivo. De pronto, uno de los guardias volteó su rifle, apuntando a la espalda de Yosuke.

Kenshin¡Yosuke cuidado! – Le gritó el destajador para tratar de advertirle. Yosuke volteó a ver por encima de su hombro y pudo ver que el soldado se disponía a dispararle.

De pronto, antes de que el soldado pudiera tirar del gatillo, una figura se abrió paso rápidamente por entre los invitados, corriendo directo a donde él se encontraba. Con gran velocidad, sacó la espada que traía oculta, desenfundándola para luego atacarlo con ella, matándolo de un solo ataque. Los ojos de todos se centraron ahora en este nuevo personaje, que aumentaba el miedo entre los invitados.

Makaiju: No es de caballeros atacar por la espalda – Dijo con una sonrisa, mientras miraba el cuerpo sin vida de su victima.

Kenshin: No puede ser – Se dijo así mismo Kenshin en voz baja. Las cosas iban de mal en peor.

El Capitán Kawada se acercó rápidamente al lugar, mirando con detenimiento al asesino. Una vez que lo vio bien, ya supo en donde lo había visto.

Kawada¡ya sé quien es usted! – Dijo mientras lo apuntaba – ¡Usted es el Teniente Saigo Makaiju!

Al oír esto, Makaiju puso una expresión de asombro. En ese instante se daba cuenta de lo que acababa de hacer. Sin querer, había ayudado a Hirokazu en su plan.

Hombre1¿El Teniente Makaiju¿Qué no es uno de los que traicionaron al gobierno? – Preguntó uno de los invitados al escuchar su nombre.

Hombre2¿Será esto un mensaje de Daimyo Akai? – Preguntó otro.

Hombre3: Aún continúa el complot dentro del ejército.

Makaiju escuchaba todos los comentarios, mientras veía como todo mundo tenía sus ojos centrados en él. Era cierto, esto era una trampa. De pronto, el sonido de los rifles lo sacaron de sus pensamientos. Cuando menos lo pensó, se encontraba rodeado por los cañones de las armas militares.

Soldado¡No se mueve o le disparamos! – Le gritó uno de ellos. Makaiju se quedó algo serio ante esto.

Kenshin¡Makaiju! – Le gritó el destajador – Ya no te resistas, solo empeoraras las cosas.

Sin embargo, Makaiju parecía no estarlo escuchando. De pronto, su rostro se adornó con una sonrisa maliciosa.

Makaiju: Soy un estúpido – Comenzó a decir – Caí en la trampa, pero… ¡No caeré en tus manos Serizawa!

De pronto, alzó su pierna derecha, levantando con esta el rifle del soldado que acababa de matar, agarrando esté con su mano izquierda. Esto fue tan rápido que los soldados no tuvieron tiempo de responder. Makaiju puso el dedo de su mano en el gatillo, disparando contra uno de los soldados, quién fue herido en el brazo derecho, cayendo al suelo. De inmediato soltó el rifle, y comenzó a abrirse paso entre ellos, atacándolos con su espada.

Hayai, al ver que estaban atrapados, no tuvo más remedio que actuar de la misma manera. Rápidamente dio un salto hacía arriba, elevándose por encima de todos los invitados. Una vez en lo más alto, llevó su mano derecha hacía abajo, tomando con fuerza su falta, para luego jalarla y así arrancar gran parte de esta. Amarradas en sus piernas, se encontraban sus dos cadenas, que se encontraban escondidas debajo de su vestido. Rápidamente, tomó las cadenas con sus manos, abalanzando la cuchilla de una al frente, comenzando a atacar a los soldados.

Kenshin, mientras tanto, solo veía como todo les salía mal. Hirokazu los conocía bien a los cuatros, tanto a él, como a Yosuke, a Makaiju y a Hayai. Hirokazu sabía muy bien que ellos actuarían de esa manera, que lo más seguro es que él no reaccionaría así, pero con que Yosuke y el resto comenzaran a atacar a los soldados sería suficiente. Kenshin se culpaba por no haber notado esto desde el principio; ahora los deseos de venganza serían su perdición.

De pronto, mientras ellos se enfrentaban a los guardias, Kenshin alzó su mirada hacia arriba. Los soldados lo seguían apuntando con sus armas, ya que prácticamente también era sospechoso. Desde ahí, pudo ver la figura del verdadero atacante, que se encontraba de pie en el candelabro, viendo todo lo que pasaba. Al ver que de todas maneras iban a salir mal de esto, decidió por lo menos atrapar al verdadero culpable.

De pronto, frente a los ojos de todos, se elevó de un salto en el aire, tan largo que se puso a la altura del candelabro. Rápidamente en el aire, sacó su espada de donde la tenía oculta, al igual que sus compañeros, desenfundándola para atacarlo. Al ver esto, el sujeto vestido de negro sacó una espada mediana que traía consigo, cubriendo el ataque, pero por el impulso el golpe, salió volando hacía atrás, cayendo del candelabro, directo hacía unas de las mesas.

Gral. Yamagata: Himura¿Qué es lo que estas haciendo? – Le gritó el General Yamagata desde abajo, pero Kenshin solo se digno a voltearlo a ver de reojo.

En ese instante, se comenzaron a escuchar los disparos de las armas, que apuntaban hacía arriba. Kenshin saltó del lugar donde estaba, esquivando de esta manera los disparos.

El atacante de negro se puso rápidamente de pie, aún después de haber recibido el ataque. Los invitados lo miraban con extrañes, sin saber quien era ese sujeto. Kenshin cayó justo frente a él. En cuanto cayó al suelo, fue el blanco de nuevo de los cañones de los rifles.

Kenshin¡Nosotros no hicimos nada! – Les gritó - ¡Este hombre es el verdadero atacante!

Joshuya¡Atrapen a los cinco! – Escucharon que gritó Joshuya desde lo alto – ¡Los cinco deben de ser cómplices de Daimyo Akai!

Kenshin se quedó sorprendido a ver que Joshuya había ordenado que atacaran a su propio hombre. Joshuya, seguía mirando todo esto desde su posición, con una combinación de alegría y de enojo ante el resultado de esto.

Joshuya: "Bien, se ve que no pudieron entregarse por las buenas – Pensaba mientras los veía Son unos tontos, lo único que están haciendo es ayudarme."

: "¡Señor Joshuya!" – Pensó el extraño volteando a verlo.

Yosuke: Miserable – Dijo Yosuke mirándolo con odio – ¿Incluso te atreves a tirar de cabeza a alguien de tu propio grupo?

Hayai se abrió paso por entre las personas, hasta llegar a donde se encontraba Makaiju, atacando a cuanto soldado se le pusiera enfrente con su espada.

Makaiju¡Debemos de huir Hayai! – Le dijo mientras se giraba hacía ella. – Si nos quedamos más tiempo no lograremos nada.

Hayai¡Nunca¡No podemos huir¡Nunca más estaremos tan cerca del traidor de Serizawa!

Makaiju¡Mira a tu alrededor¿Los ves por algún lado?

Hayai movió su vista por los alrededores rápidamente. Joshuya estaba parado ahí arriba admirando todo, pero Hirokazu no estaba por ningún lado. Lo que sí veía era como la gente comenzaba a salir corriendo de la mansión, y como más soldados comenzaban a entrar.

Hayai: de acuerdo – Le respondió, no muy satisfecha – ¿Dónde esta Battousai?

Kenshin se encontraba en una encrucijada. Él y el verdadero atacante eran rodeados por los soldados, que estaban listos para atacarlos en cualquier momento.

: No sé tú Himura – Comenzó a decirle con algo de burla en su voz – Pero yo me largo.

Al oírlo, los ojos de Kenshin se llenan de sorpresa. Parecía que ya había escuchado esa voz antes. Ante sus ojos, el extraño se abalanzó como si nada en contra de los hombres que los rodeaban. Antes de que alguno pudiera reaccionar, sacó de nuevo su espada, matando a dos hombres al mismo tiempo, abriéndose paso de esta forma.

Kenshin¡Oye tú! – Le gritó, y de inmediato comenzó a correr detrás de él. Los soldados comenzaron a dispararles, pero ambos se movían tan rápido que ninguna bala fue capaz de alcanzarlos.

Mientras tanto, Joshuya se encontraba aún en el balcón. La orquesta ya se había ido junto con los invitados. En unos cuantos segundos, el salón estaba vacío; los únicos que ahí estaban eran soldados y los supuestos atacantes, además de Joshuya.

Soldado¡General Joshuya! – Le dijo un soldado que estaba detrás de él – Los atacantes de rehúsan a entregarse. Dos de ellos han escapado y los otros se encuentran atacando a nuestros hombres.

Joshuya: No me vengan a llorar con eso. Somos el Ejercito Imperial, no podemos retroceder ante un grupo de rebeldes como estos. No me importa lo que hagan¡Matéenlos a todos!

Yosuke¿Por qué no me matas tú mismo Joshuya! – Escuchó de pronto que la voz de Yosuke le gritaba. Cuando se giró hacía atrás, lo primero que vio fue la figura del samurai elevándose en el aire, para luego caer justo frente a él – Sería la primera cosa honorable que harías maldito.

Yosuke lo miraba con una expresión totalmente llana de odio. Había estado esperando por ese momento durante mucho tiempo. Joshuya, al verlo, simplemente se limito a sonreír de una manera maliciosa, mientras daba unos pasos lentos hacía atrás, mientras frente a él aparecía un grupo de hombres uniformados, armados con sus rifles y sables.

Yosuke¿Te escondes de mí Joshuya! – Le gritó, pero esté no dijo nada. Frente a los ojos del enojado Yosuke, Joshuya entró por una puerta, desapareciendo de su vista. Inspirado por la rabia, comenzó a soltarse contra los enemigos frente a él.

En el jardín de la residencia, se encontraban todos los invitados, aún algo nerviosos por lo que acababa de ocurrir. Un grupo de soldados se encontraba protegiéndolos y al mismo tiempo trataban de calmarlos. A lado de un árbol, se encontraba un grupo de hombres, los tres que estaban hablando con Kenshin hace algunos minutos.

Hombre2¿Quién lo diría? – Dijo uno de ellos – Lo que se decía del temible Battousai resultó ser cierto.

Hombre1: Efectivamente desde hace mucho he considerado a ese hombre como alguien muy peligroso. Muchos sabíamos de ante mano que podría llegar a hacer algo como esto.

Gral. Yamagata¡Se equivocan! – Interrumpió de pronto la voz del General – ¡Himura nunca haría algo como esto!

Hombre3¿Acaso nos va a negar lo que acabamos de ver todos Gral. Yamagata?

Gral. Yamagata: Sé lo que pasó, pero debe de haber alguna otra explicación.

Hombre1: Pues espero que la haya General, ya que si no es así, pondré todo de mi parte para que ese asesino sea ejecutado, como debió de haber sido hace muchos años.

El General Yamagata se encontraba indignado ante estos comentarios, y al mismo tiempo estaba preocupado, ya que gente muy importante del gobierno acababa de ver esto, y de seguro más de una pensaba igual que ellos. Temía por lo que le fuera a pasar a Kenshin después de esta noche.

Mientras los políticos Meiji prácticamente ya estaban planeando su ejecución, Kenshin se encontraba corriendo por afuera de la mansión, detrás del extraño vestido de negro. De pronto, el atacante se detiene y se agacha un poco para agarrar aire. Kenshin se detiene junto con él, pero no le quita la mirada de desconfianza de encima.

¡Cielos! – Dijo de pronto mientras respiraba agitadamente – ¡Eso fue excitante¿No lo crees Himura? – De pronto, acercó su mano a su cara, retirándose la máscara que llevaba puesta.

En cuanto Kenshin vio su verdadero rostro, toda su expresión cambio a una de completo enojo. Era una mujer joven, de piel blanca y tersa, cabello negro, largo, sujeto con una cola. Su rostro era hermoso, como el de una diosa, era increíble que ella fuera la atacante, pero parecía que no era increíble para él.

Kenshin¡Miserable! – Le gritó enojado el destajador mientras se le echaba encima. Impulsivamente la tomó de su traje negro, pegándola contra la pared de la casa.

: Oye¿Aún no aprendes a tratar a una dama¿Aún sigues enojado por aquello, vamos, nos divertimos¿no?

Kenshin: Minako, debí haber supuesto que eras tú¿Aún después de todo sigues trabajando con Joshuya¿Todo esto fue un plan de ellos!

Minako: Tranquilo amigo. Fue una trampa, ustedes cayeron, acéptalo, Hirokazu los engaño¿Muy listo no?

Kenshin: No puedo creerlo. Joshuya prácticamente te estaba entregando¿No te diste cuenta?

Minako: Oye, tenía que decir algo¿no, de no ser así el plan se hubiera arruinado. Yo escape, nadie vio mi rostro, nadie sabe que era yo, y todo bien.

Kenshin, ya algo más tranquilo mas no del todo, la suelta, pero aún la sigue viendo con mucho detenimiento, por si intenta hacer alguna cosa.

Minako: En lugar de haberme seguido debiste haberte quedado cuidar a tu amigo.

Kenshin¿Qué dijiste?

Minako: Pero claro, ya sé que no te puedes resistir a mí¿Porqué siempre tengo ese efecto en los hombres?

Kenshin: No cambies el tema¿Qué quisiste decir con eso?

Minako¿No es lógico, Hirokazu sabe muy bien lo enojado que esta Yosuke desde lo sucedido con Manami. Además, estando tan cerca de Joshuya¿Crees que lo dejará ir?

Kenshin pareció comprender de pronto, olvidando por unos instantes lo otro. Yosuke aún seguía con su idea de venganza, y esto terminaría mal, él lo sabía bien.

Yosuke se encontraba rodeado por los cuerpos sin vida de los soldados que Joshuya había dejado para que se encargaran de él. Su espada, su rostro y sus ropas, todos estaba cubierto con sangre, la sangre que había derramado después de matar a tanta gente con tal de llegar hasta su objetivo. Había llegado muy lejos con tal de hacerlo, y no podía retroceder. Rápidamente clavó su mirada en la puerta que Joshuya había atravesado. Él debe de estar por ahí.

Yosuke¡No escaparas Joshuya¡No esta vez! – Yosuke guardó su espada en la funda y luego comenzó a correr lo más rápido que podía hacía donde había escapado el Gral. Joshuya.

Minako: Aún después de lo ocurrido, y que sabía muy bien que era una trampa, tú amigo aún seguía muy decidido a llegar hasta Joshuya – La mujer siguió hablando, mientras Kenshin la escuchaba – Sin tú ayuda o sin ella, parece que intentará el matarlo, aunque tenga que enfrentarlo él sólo. Pero se esta olvidando de algo: Joshuya nunca pelea sólo.

Kenshin supo que lo que le decía era cierto. Yosuke se arriesgaría a cualquier cosa con tal de matarlo, y si se precipitaba, terminaría igual que Manami. De pronto, se dio la media vuelta y comenzó a correr de nuevo hacía el interior de la Mansión.

Minako¡Himura! – Le gritó – ¿A dónde crees que vas, Todo el salón esta llenó de soldados, en cuanto te vean te dispararan.

Kenshin¡Eso no importa! – Le respondió mientras se alejaba.

Al mismo tiempo que corría, Kenshin se encontraba recordando una escena del pasado. No era la primera vez que la recordaba, pero ahora todo era con más claridad…

Yosuke se encontraba sosteniendo en sus brazos a una joven de cabellos negro largo, de piel muy blanca, casi tan blanca como su vestimenta. En el pecho y el estomago de la joven, sus ropas estaban manchadas por su sangre; parecía que había sido herida por las balas de una metralleta. Sin embargo, aún con ese estado, la jovencita tenía una sonrisa en su rostro. Parado a lado del joven, se encontraba Kenshin, vestido con un traje de color azul.

Yosuke: Tranquila, vas a estar bien, solo tranquilízate. – La decía el joven con sus ojos llenos de de lagrimas.

Manami: No me mientas – Le decía ella con las pocas fuerzas que le quedaban – No tienes que hacerlo. No me pongo triste por mi estado, sé muy bien que voy a morir.

Kenshin: Todo esto es culpa de ese miserable de Hirokazu – Decía el Samurai de la espada sin filo, con su rostro llenó de una gran furia – Nunca, nunca lo perdonaré.

Manami: No Himura, no hables así. Recuerda que no es bueno decir esas cosas. Al igual que todos nosotros, Hirokazu decidió su propio destino. No le guardó rencor a él aún en mi lecho de muerte, porque después de todo él me salvó en muchas ocasiones.

Yosuke: Manami, por favor, ya no hables, estas muy débil.

Manami: Himura, ven, acércate.

Kenshin obedeció a la petición de la joven que se veía que ya le quedaba poco tiempo de vida. El Samurai se agachó, arrodillándose a su lado. La joven tomó la mano derecha de Kenshin entre las suyas y la colocó sobre sus heridas.

Manami: Recuerda todo lo que nosotros cuatro hemos vivido, recuerda que tú ya no eres Battousai el Destajador; te has apartado del camino de un asesino, recuerda que siempre debes de sonreír...

Kenshin: No Manami, jamás olvidaré nada de lo que me enseñaste. Battousai ya no existe, ahora soy simplemente yo, Kenshin el Vagabundo...

El rostro de la joven vestida de blanco se iluminó con una gran sonrisa ante las palabras de Kenshin. Unos momentos después, cerró sus ojos y dejó de respirar. Yosuke la acercó a él, abrazándola con fuerza y llorando en su hombro, mientras Kenshin acercaba su mano derecha a su rostro; esta se encontraba cubierta con la sangre de la herida de la joven.

Yosuke: Lo mataré – Decía Yosuke con furia en sus palabras – lo juró, Joshuya y Hirokazu, ambos morirán por esto.

Kenshin: Tranquilízate y mírala. – Le dijo su amigo colocando su mano sobre su hombro.

Yosuke miró con detenimiento el rostro de la mujer en sus brazos; en su rostro había una gran sonrisa de felicidad.

Kenshin: Manami, a pesar de todo lo que viviste, al final siempre tuviste una sonrisa en tu rostro. Debemos aprender de ella y seguir con nuestros caminos.

Yosuke¿Qué¿Y olvidarnos de todo¡Nunca!

Kenshin: Yosuke...

El joven de pelo castaño colocó a Manami en el suelo, para luego ponerse de pie. Los ojos de Yosuke estaban llenos de lágrimas y de odio.

Yosuke¡Nunca olvidaré esto Himura¡Nunca, aunque me tomé toda la vida, juró que ellos dos pagarán por esto.

Kenshin: si es así como quieres vivir, hazlo, pero yo no viviré más con mi vida manejada por el odio.

Yosuke: Hazlo entonces, vete y déjame solo, porque sólo he de encargarme de esto. Ya encontraste tu estúpida redención, ahora lárgate.

Kenshin: "Yosuke" – Pensaba mientras corría – "No dejaré que mueras…"

En el interior de la Mansión, Joshuya caminaba por uno de los pasillos, seguido por detrás por un grupo de soldados armados que lo escoltaban. De pronto, se encuentra con el Capitán Kawada que se encontraba buscándolo; él también se encontraba escoltado.

Kawada: Gral. Joshuya – Le dijo en cuanto lo vio – El gobierno pedirá una explicación de este incidente.

Joshuya¿Una explicación, todos sabíamos muy bien que después de lo ocurrido en Osaka era cuestión de tiempo para que Daimyo Akai y sus seguidores volvieran a atacarnos. Y ahora buscan el atacar a los dirigentes de nuestro gobierno¿Quiere alguna otra explicación?

Kawada: Se supone que tomaríamos las medidas adecuadas para que esto no pasara.

Joshuya: Tomamos las medidas necesarias, pero al parece no fue suficiente. Si no lo hubiera hecho, ahora talvez todos estaríamos muertos. Agradezcamos que nadie terminara victima de este ataque, en especial con Battousai Himura entre ellos.

Kawada¿Qué nadie terminó victima, hemos perdido a muchos hombres haya afuera. Además no creo que sea correcto culpar al señor Himura tan rápido, después de todo él nos ha ayudado en muchas ocasiones pasadas, no creo que tenga algo que ver con este incidente.

Joshuya: Varios testigos lo vieron con Makaiju y el resto, y estuvo a lado del hombre que atacó al señor Ito justo cuando ocurrió. Sí bien no fue él quien realizó el ataque, definitivamente los ayudó.

Kawada: Esto necesita más investigación.

Joshuya: Y la tendrá Capitán. Ahora, con su permiso…

Justo cuando Joshuya se proponía a retirarse, unos pasos detrás de él hicieron que se diera rápidamente la vuelta. Parado frente a él, con su cuerpo cubierto por sangre y sus ojos llenos de odio, se encontraba Yosuke, con sostenía con fuerza su espada enfundada con la mano izquierda.

Yosuke: A ti te quería ver Joshuya…

Kawada¡Es uno de los atacantes! – Dijo Kawada al verlo.

Joshuya¡Soldados¡Protéjanos!

Todos los soldados se colocaron entre Joshuya y los dos militares, apuntándolo una vez más con sus armas. Aunque se encontraban protegiendo a ambos, el único objetivo de Yosuke era Joshuya.

Yosuke¿Crees que te puedes esconder detrás de esos rifles Joshuya? – Le preguntó mientras desenfundaba su espada – No dejaré que te me escapes en esta ocasión.

Sin pensarlo, se lanzó en su contra a toda velocidad, teniendo los ojos solamente sobre él. De inmediato los soldados comenzaron a disparar uno detrás del otro. Yosuke se movía de un lado a otro en el estrecho pasillo, esquivando los disparos, acercándose cada vez más. Antes de que chocara contra los soldados, se elevo en el aire de un salto, pasando por encima de ellos, abalanzándose contra Joshuya.

El capitán Kawada retrocedió unos pasos hacía atrás al ver como el chico se les lanzaba encima, pero Joshuya se quedó de pie. Yosuke colocó su espada hacía atrás, listo para embestir a su objetivo con su filo, usando toda la fuerza de su odio.

Yosuke: "Manami…" – Pensaba mientras descendía hacía él – "Esto es por ti…"

En ese momento, otros pasos se hacen presentes en el pasillo. Kenshin aparece frente a todos, y en cuanto llega, ve a Yosuke descender hacía Joshuya. No podía detenerlo; parecía que después de todo lo iba a matar.

Sin embargo, antes de que pudiera tocarlo siquiera, su plan salió mal. Joshuya sacó de entre sus ropas una pistola, un arma de fuego recién creada que disparaba más de una bala, a diferencia de los rifles. Rápidamente, alza su mano hacía arriba, apuntándolo con ella. Yosuke la vio y de inmediato supo que era. Estaba en el aire, no se podía mover más que para el frente, y por la posición, no podría esquivar la bala.

Kenshin¡Yosuke! – Gritó Kenshin al ver esto, pero era tarde.

Joshuya jaló el gatillo, disparando en contra el joven. La bala entró directo por su pecho, saliendo por su espalda. Kenshin se quedó paralizado al ver esto; todo a su alrededor pareció congelarse en el tiempo. Por el impulso del disparo, el cuerpo de Yosuke había sido empujado hacía atrás, precipitándose lentamente hacía el suelo. Inmediatamente Joshuya volvió a jalar el gatillo, disparando una segunda vez antes de que Yosuke tocara el piso. La segunda baja entro más abajo, y más a la derecha, pero igual de mortal.

Los soldados se hicieron a un lado al verlo que caía. Después de recibir los dos disparos, Yosuke cayó al suelo; se pudo escuchar como su cuerpo chocaba y se desplomaba al final. Sus pupilas se habían dilatado, y su cuerpo estaba inmóvil. Lentamente, la alfombra del lugar comenzó a mancharse con la sangre del joven.

Todo quedó en silencio, en un profundo silencio. Escenas del pasado rodeaban la mente de Kenshin; un recuerdo tras otro parecía llegar de golpe a su cabeza. Veía el rostro de Yosuke, su sonrisa, sus chistes, lo recordaba a su lado y de los demás, lo recordaba llorando cuando murió Manami. Todo eso parecía una eternidad, pero solo fueron un par de minutos.

Del cañón del arma asesina aún salía humo después de haber hecho esos disparos. Lentamente, Joshuya bajó la mano, haciendo que el cañón apuntará al suelo. En su rostro se encontraba una gran sonrisa de satisfacción ante lo hecho.

Joshuya¿Querías que te matara yo en persona? – Le preguntó al joven tirado frente a él – Considérate servido.

Kenshin reaccionó de pronto, y sin pensarlo corrió hacía donde yacía su amigo. Pasó a través de los soldados, llegó hasta donde se encontraba y se hincó a su lado. Levantó su cabeza, agitándolo un poco, como esperando a que despertará de un sueño.

Kenshin¡Yosuke¡Yosuke! – Gritaba el destajador mientras trataba de hacerlo reaccionar.

Kawada: Himura¿Lo conoces? – Le preguntó el militar, pero Kenshin no hacía caso.

Algo de vida pareció haber quedado en su cuerpo, ya que de pronto abre de nuevo sus ojos y lentamente voltea a ver a su amigo, que se encuentra a su lado.

Yosuke: Himura… - Comenzó a decir a duras penas – ¿Qué haces aquí…, te dije que yo lo haría…

Kenshin: Yosuke¿Porqué¿Porqué no pudiste hacerle caso a Manami?

Yosuke: No pude… yo no soy tan fuerte como ustedes… tú y Hirokazu escogieron sus camino… yo no pude encontrar el mío… por eso tuve… tuve que dejar que la venganza me guiará. Himura… lo siento… lo siento deberás… Perdóname…

Kenshin: No digas eso… - Le decía el destajador mientras sus ojos comenzaban a cubrirse de lágrimas. – No tengo nada que perdonar, tú eres mi amigo, siempre estuviste a mi lado. Yo soy el que debo pedir disculpas, si no fuera por mí nunca hubieras elegido este camino, si yo te hubiera ayudado…

Yosuke: Himura, todo es mi culpa… tú hiciste lo que quisiste… yo también lo hice… solo espero que algún día nos veamos… de nuevo… en el Infierno…

El chico cerró otra vez sus ojos, y Kenshin pudo ver muy con gran claridad como toda su vida se escapaba. Una vez más, una persona más que se iba, y él no había hecho nada. Kenshin alzó su mano, viendo como esta estaba cubierta de sangre. Talvez era de Yosuke, talvez era de la gente que él acababa de matar, pero el caso es que una vez más, había sangre en sus manos.

De pronto, escuchó el sonido de la pistola. Joshuya se encontraba apuntándolo con su pistola de una manera muy amenazante, listo para dispararle al mínimo movimiento.

Gral. Joshuya: Ponte de Pie Himura Kenshin, estas acusado de traición al Imperio y de atentar contra la vida del señor Ito Hirubumi. – Kenshin escuchaba lo que le estaba diciendo, pero aún así no volteaba a verlo, aún seguí con su mirada sobre su mano manchada.

Kenshin: Eres un desgraciado… - Comenzó a decir en voz baja sin alzar aún la cabeza – ¿Todo esta como querías, tú quedaste bien, nosotros quedamos como culpables, y ahora… Primero Manami y ahora Yosuke… Pero no más…

Kenshin alzó rápidamente la mirada hacía Joshuya. Su mirada estaba completamente llena de odio; esa expresión era la de un verdadero asesino, un asesino que con ansias de sangre. Sin embargo, esa no era la mirada de Battousai, era una mirada igual, pero al mismo tiempo era completamente distinta. La expresión en los ojos de Kenshin parecieron asustar a Joshuya, pues en cuanto lo vio, su mano comenzó a temblar, y sus ojos se llenaron de miedo. Sentía deseos de dispararle, pero algo lo detenía.

De pronto, Kenshin abrió su boca lo más que podía y de ella salió un tremendo grito que parecía un relámpago. En un abrir y cerrar de ojos se estaba abalanzando en su contra. Joshuya impulsivamente apuntó su arma al frente, pero antes de que pudiera disparar, el destajador desenfundó rápidamente su espada, golpeándolo directo en su mano, y con esto haciendo que soltará su pistola, que cayó en el suelo. Joshuya se quedó petrificado al verlo frente a él, viéndolo con esos ojos tan llenos de odio.

Joshuya¡No¡Espera! – Le gritaba totalmente aterrado – ¿Qué piensas hacer!

Kenshin: Nadie más morirá por tu culpa maldito… - Le respondió con un tono serio. Ante los ojos de todos, de Joshuya, el Capitán Kawada y de los soldado, Kenshin volteó su espada, mostrando el lado con filo de su arma – ¡Vete al Infierno desgraciado!

Kenshin se abalanzó con furia contra su contrincante. En ese instante pasaron varias escenas por su cabeza. Vio a Tomoe con él, recordó cuando ella había muerto, cuando recibió su espada sin filo; recordó el rostro de Yosuke, de Manami, e incluso el de Hirokazu. Recordó la muerte de Manami… y el día que conoció a Kaoru. Pero a pesar de esto, solo tenía un pensamiento en su mente: Matarlo.

El filo se encajó justo en el hombro izquierdo de su victima, y de ahí lo jaló con fuerza, haciendo un largo corte desde el hombro, hasta la mitad del abdomen. El corte fue rápido y efectivo, como eran los de un destajador. La victima murió al instante, y una vez terminado, se precipitó hacía atrás, cayendo de espaldas en el suelo. Sus ojos estaban totalmente blancos, y su cuerpo parecía estarse cubriendo con una mancha roja.

Todos los testigos del acto estaban totalmente aterrados, teniendo sus ojos puestos en el cuerpo de la victima, y en el asesino, que se paraba con firmeza frente al cuerpo, sosteniendo su espada con su mano derecha. La hoja de la espada se encontraba manchada, al igual que el rostro y las ropas del destajador. Diez años, y esta era la primera vez que se encontraba manchado de sangre que no fuera la suya.

De pronto, sus ojos cambian, Kenshin es regresado a la realidad. Su mirada se clava sobre Joshuya que yacía muerto frente a él y sobre la hoja de su espada. Se da cuenta de lo que acaba de hacer, y su rostro se llena de terror, tanto como el de la gente que lo ve. No puede ser, lo había hecho: había matado a alguien. Una promesa de diez años, un pacto que hicieron entre amigos, y ahora todos lo habían rotó, hasta él.

De pronto, otras dos personas se hacen presentes en el lugar. Makaiju y Hayai corrieron por al pasillo hacía donde estaban todos. En cuanto llegaron, lo primero que vieron fue a Yosuke y a Joshuya, ambos tirados en el suelo.

Hayai¡Battousai! – Dijo Hayai ante la sorpresa – ¿tú…?

Kenshin no dijo nada, parecía que ni siquiera sabía que estaban ahí. Él seguía sumido en sus propios pensamientos.

Kawada¡Soldados! – Escucharon de pronto que gritó el Capitán – ¡Aprendan al Señor Himura y a los otros!

El grito regresó un poco a Kenshin al presente, pero no por completo. Los soldados rápidamente comenzaron a cargar sus armas, ya que habían disparado todo cuando Yosuke los atacó. Rápidamente Hayai abalanzó sus cadenas, golpeando a algunos de los rifles y así tirándolos al suelo. Makaiju, por su parte, corrió hacía Kenshin, sacudiéndolo para hacer reaccionar.

Makaiju¡Battousai¡Despierta ya, tenemos que escapar.

Hayai corrió hacía donde estaban ellos, y los tres, prácticamente cargando a Kenshin, corrieron hacía una de las ventanas, atravesándola de un salto, mientras por detrás se escuchan los sonidos de los disparos. Ambos cayeron en el jardín, y de ahí comenzaron a correr lo más rápido posible, tratando de alejarse lo más que podían de ese lugar…