RUROUNI KENSHIN – SAMURAI X
LA ÚLTIMA REDENCIÓN
CAPITULO VI
ELECCIONES PELIGROSAS
Megumi caminaba por la calle con pasos rápidos, dirigiéndose hacía el dojo Kamiya. Tenía la esperanza de ver a Kenshin frente al portón barriendo, o en el patio lavando la ropa. No podía creer que estuviera involucrado en algo como eso, y menos ahora. Al llegar, la puerta principal estaba abierta, y Megumi corrió hacía ella a toda velocidad, pero sus pasos fueron detenidos al poner sus ojos en el patio.
La casa estaba llena de policías, hombres vestidos con uniformes negros, que se movían de un lado a otro, revisando, buscando y demás. A lo lejos, se lograban escuchar los gritos furiosos de la dueña del lugar.
Kaoru¡Esto es una injusticia! – Le gritaba la joven a uno de los policías – ¿Cómo se atreven a entrar así a mi casa!
Policía: Señorita, esto es un asunto oficial. Solo estamos siguiendo órdenes. Ahora por favor coopere y nos iremos en menos de hora.
Kaoru¡Usted no tiene ningún derecho de entrar a mi propiedad y comenzar a moverlo todo!
Policía¿Necesita acaso que le muestre la orden de cateo por décima vez señorita?
Kaoru¿A quién le dice señorita¡Usted no sabe quién soy yo¡Ya vera…!
Mientras Kaoru discutía con los intrusos, Sanosuke y Yahiko estaban sentados en el suelo de madera del pasillo, con una expresión de entera resignación
Yahiko: Y nosotros que la trajimos aquí para que no fuera a atacar a la policía – Se dijo así mismo el joven con la mirada baja.
Sanosuke: Oigan ustedes – Le dijo el peleador a uno de los policías que ahí se encontraban – Ya les dijimos que el hombre que buscan no se encuentra en este dojo¿Es realmente necesario todo esto?
Policía: Lo sentimos señor, pero este sitio puede ser uno de los lugares a donde el sospechoso puede recurrir y debe de entender que no podemos dejarlo sin revisar.
El policía siguió con su trabajo, dejando no muy conforme a Sanosuke. En ese momento, siente como unos pasos se acercan a ellos, y al girarse, ve a Megumi parada detrás de él.
Sanosuke¡ah, eres tú¿Qué te trae por aquí?
Megumi: Veo que el carácter de Kaoru no va mejor – Mencionó al tiempo que la veía gritándole a los oficiales.
Sanosuke: Así es, y en especial ahora con todo este incidente. No creo que tantas cosas sean sanas para nadie.
Kaoru¡Oye tú! – Gritó de pronto, apuntando con su dedo a uno de los policías, que se encontraba entrando a su habitación. – ¿A dónde crees que vas¡No te atrevas a entrar a mi cuarto!
Como animal furioso, corrió rápidamente hacía él, quién por el miedo entró lo más rápido que pudo en el cuarto, seguido por detrás por la enojada Kaoru. Yahiko dio un suspiro y luego se puso de pie.
Yahiko: Voy a ir a tratar de evitar que lo mate – Les dijo mientras se iba caminando.
Una vez que ambos estuvieron solos, Megumi se sentó a lado de Sano. En la expresión de ambos se veía una mirada seria y perdida.
Megumi¿Todos estos hombres están buscando a Kenshin? – Preguntó mientras volteaba a todos lados, viendo a los hombres uniformados.
Sanosuke: Así es.
Megumi¿Y dónde esta él?
Sanosuke: No lo sé. No llegó a dormir anoche; es más, cuando llegamos de verte ayer, él ya no estaba aquí.
Megumi¿Qué! – Dijo sorprendida al oír esto. De inmediato giró su cabeza hacía la derecha para ver como Yahiko trataba de quitar a Kaoru de encima de un policía que casi estaba inconsciente. – ¿Entonces él todavía no lo sabe?
Sanosuke: Nadie además tú, yo y Kaoru lo sabemos, al menos de que tú le hayas contado a alguien.
Megumi: Claro que no¿Qué clase de doctora crees que soy?
Megumi bajó su mirada un poco, mientras mantenía una expresión triste. La cosa era cada vez más grave de lo que ella pensaba. No podía creer que eso les estuviera pasando, esto totalmente diferente a algo que hubieran enfrentado antes. En ese instante Sanosuke nota la seriedad en el rostro de Megumi.
Sanosuke: Vamos, no te pongas así. Ya verás que todo saldrá bien al final.
Megumi¿Cómo estas tan seguro?
Sanosuke: Porqué siempre pasa así. Kenshin reaparecerá dentro de poco y aclarará todo esto, y dentro de algunos días todo esto será un recuerdo. Kenshin ha sobrevivido a cosas peores que estas, y verás que saldrá bien.
Megumi: No siempre las cosas son tan simples – Le dijo volteando a verlo con un tono duro en su voz – Kenshin no es un mago o un dios que puede solucionar todo¿crees con tan solo sacar su espada o dar algunos golpes como ustedes acostumbran se solucionaran todas las cosas?
Sanosuke¿Por qué hablas de esa manera! – Le respondió girándose hacía ella – ¡Yo tengo confianza en que Kenshin lo hará porque el siempre lo hace, él no es un ser súper poderoso, pero te aseguro que él sabrá muy bien como salir de este problema.
Ambos se vieron el uno al otro con miradas fulminantes, como esperando a ver quién volteaba primero. Para cuando se dieron cuenta, sus rostros se encontraban cerca solo algunos pocos centímetros, lo que provocó que ambos se sonrojaran. De inmediato se giraron hacía otro lado, fingiendo que nada había pasado.
: Tú confianza en Himura es absurda – Dijo una voz que se acercaba a donde estaban ellos.
De pronto, de entre todos los policías que estaban en el patio, surge una figura que resalta entre todas. El individuo caminó hacía donde estaban Sanosuke y Megumi. Su mirada era fría, pero su rostro estaba lleno de malicia. Su largo saco negro se movía de un lado a otro al ritmo de la ligera brisa que soplaba.
Sanosuke¡Tú! – Gritó impulsivamente en cuanto lo reconoció, mientras se ponía rápidamente de pie. Había pasado algo de tiempo, pero aún recordaba ese rostro: Era Hirokazu.
Kaoru escuchó el grito de Sanosuke, y en ese instante se olvidó del policía y desvió su atención hacía aquel lado. Sus ojos se llenaron de un gran asombro al verlo, parado ahí en el patio, como si cualquier cosa. Su presencia en ese sitio no podía significar nada bueno.
Yahiko rápidamente tomó su espada de bambú y se paró a lado de Sanosuke, justo enfrente de Megumi, apuntando al hombre frente a él con su espada. Por su lado, Kaoru parecía haber quedado en un estado de trance.
Sanosuke¡Maldito¡Así que seguías convida¿Qué les has hecho a Kenshin desgraciado!
Sin responder aún, Hirokazu alzó su mano derecha hacía arriba, levantando su dedo índice y acercándolo a sus labios, haciéndole la señal de que guardara silencio.
Hirokazu: Tranquilícese señor – Le decía con un tono sarcástico – Le informó que esta hablando con un militar del Ejército Imperial, y el atacarme sería un delito. Y estando rodeado de tantos policías, no sería buena idea.
Sanosuke casi estallaba de la rabia ante el tono con que ese sujeto le estaba hablando. Casi no pudo contener las ganas de echársele encima y romperle la cara, pero la voz de Megumi.
Megumi: Sano, él tiene razón. No tiene caso que lo ataques, solo terminarás buscado por la policía como Kenshin, y entonces momentos eso es lo menos que necesitamos.
Sanosuke trató de tranquilizarse, y aunque lo logró un poco, aún no estaba totalmente normalizado.
Hirokazu: Bueno ciudadanos, basta de juegos¿Dónde esta Himura?
Kaoru: No lo sabemos – Escucharon todos que Kaoru respondía. De pronto, la joven caminó hacía él, colocándose justo frente a Hirokazu – Y aunque lo supiéramos, no se lo diríamos.
Hirokazu¿Esta conciente de que ocultar a un criminal es un delito señorita Kamiya?
Kaoru: ya le dije que Kenshin no esta aquí¿Qué acaso no me escuchó, además, él no tendría porqué ocultarse de sujetos como usted.
Hirokazu: Talvez no de mí, pero de la policía talvez.
Kaoru¿Qué mentira se inventó para hacer que estas personas vinieran a buscar a Kenshin?
Hirokazu: Yo no hice nada, Himura se desprestigió él solo. No me importa si lo creen o no, pero Himura mató a un hombre, ahora es un asesino otra vez.
Estas palabras dejaron pasmada a Kaoru. ¿Kenshin había vuelto a matar¿Cómo era eso posible, él no había matado a nadie desde hace diez años. En ese instante recordó todas las veces que estuvo apunto de matar a Jine y a Saito, pero en todas ellas se detuvo. No había forma de creer eso.
Kaoru¡Eso es mentira! – Le gritó – ¡Kenshin nunca mataría a una persona!
Hirokazu¿Crees que lo conoces bien niña! – Les respuesta de Hirokazu vino acompañada de un tono de voz casi lleno de furia, tal que casi asustó a Kaoru – Dime¿Desde cuando lo conoces¿Un año, talvez dos cuando mucho ¿Sabes cuanto lo conozco yo, Yo lo conozco desde hace diez años.
Yahiko¿Diez años!
Hirokazu: Así es. Hace diez años, yo, él y otros dos emprendimos un largo viaje por todo el Japón, un viaje que se prolongó por casi una década entera. – Hirokazu se volteó un poco, de tal manera que Kaoru quedará de su lado derecho – Nos hacíamos llamar los Cuatro Rurounis, ya que por un motivo o por otro, los cuatro habíamos tenido a matar a alguien con nuestras espadas, pero antes de emprender el viaje, nos hicimos el juramento de nunca volver a matar a nadie. Sin embargo, los cuatro terminamos por rumbos distintos. Dos ya están muertos, y solo quedamos Himura y yo. Y lo peor del caso es que ninguno de nosotros al final pudo mantener ese juramento, bueno, excepto Manami.
Kaoru¿Manami!
Sanosuke¡Ese nombre¿Dónde lo he oído antes?
Después de unos segundos, Hirokazu se dio cuenta de que se había dejado llevar. No había razón para que les contará eso. De pronto, se giró, dándole la espalda a Kaoru y los otros, y comenzó a alejarse
Hirokazu: Si ven a Himura díganle que es mejor que se entregue, no hay nada que pueda hacer para cambiar las cosas. Pero – De pronto se detuvo, y los volteó a ver por encima de su hombro – Si quiere arreglar esto de otra manera, lo estaré esperando en la Mansión Kanryu.
Megumi¿Qué¿La Mansión de Kanryu Takeda?
Sin decir nada más, el militar se retiró, dejando aún más desconcertados a todos de lo que ya estaban.
Kaoru: Kenshin…
Era medio día en Tokio, y en las calles aún había decenas de policías parados en cada esquina, muy atentos si veían algo extraño, sin saber que lo extraño que estaban buscando se encontraba cerca de ellos. Ocultos en las sombras del callejón, se encuentran tres figuras, vestidas con largas capas negras y sombreros alargados.
Hayai: Las calles están llenas de policías buscándonos – Mencionó Hayai en voz baja – Serizawa si que sabe hacer que una chica se sienta especial.
Makaiju: A este paso no llegaremos ni a la Mansión. – Mencionó el antiguo Shinsen con algo de frustración en su voz.
Kenshin, por su parte, parecía estar examinando la situación, tratando de buscar la mejor forma de moverse. Caminar normal por la calle no era una opción, ya que estarían llamando la atención. Si se separaran y cada uno llegará por su cuenta a la Mansión, sería menos raro ver a alguien vestido como él, pero estarían solos si algo saldría mal. Podrían moverse por los tejados, pero eso podría llamar la atención de las personas.
Después de pensarlo detenidamente, Kenshin se vio obligado a optar por la opción de separarse. Ver alguien con sus atuendos seria menos sospechoso que ver a tres juntos. Si cada quien se arreglaba por su cuenta para llegar, podrían lograrlo. Era arriesgado, pero no tenían muchas opciones.
Kenshin: Bien, lo que debemos de hacer es separarnos. – Les dijo en voz baja.
Makaiju¿Porqué?
Kenshin: Si cada quien trata de llegar por su cuenta, será más fácil moverse que si vamos los tres juntos.
Hayai: Suene lógico, pero estaríamos en desventaja si nos descubrieran.
Kenshin: Bueno, si los descubren no les puede decir que hacer. Les sugeriría que huyeran pero…
Makaiju: Pero sabes muy bien que no lo haríamos. Si me descubren no tendré más que defenderme.
Hayai: Bien. Quién llegue vivo a la Mansión se encarga de Serizawa.
Después de decidir que era lo que iban a hacer, los tres se separaron, moviéndose ágilmente por las sombras de la ciudad, intentando no ser visto por sus perseguidores.
Makaiju eligió un camino que lo llevaría a la mansión. En el lugar solo había casas pequeñas, y personas comunes caminando en la calle, pero no había ningún policía. Comenzó a caminar como si nada, revolviéndose entre las personas.
Hayai, por su parte, había escogido un camino más peligroso. Se había metido en el mercado de la ciudad, donde había varios policías, pero las calles también se encontraban totalmente llenas de personas, por lo que se pudo mezclar fácilmente entre la multitud.
Mientras tanto, Kenshin se movía lentamente por los callejones de la ciudad, hasta que llegar a una calle que estaba casi desierta. Antes de salir de su escondite, miró a todos lados para asegurarse de que no hubiera nadie cerca. Solo pudo ver a un grupo de niños jugando, por lo que decidió salir y caminar lentamente por la calle, siguiendo un camino casi opuesto a donde estaba la mansión. Cada uno siguió su camino, tratando de no ser vistos.
Después de unos minutos, Hayai logró salir del mercado sin ser vista, y ahora la vemos caminando por un camino, a lado del río. De pronto, sus pasos se detienen al ver al frente. Dos policías se encontraban parados en el camino, conversando el uno con el otro; parecía que no la habían visto. Decidió regresar y pasar y por el puente hacía el otro lado del río, pero cuando se estaba la dando la media vuelta, sus ojos se clavan en un grupo de niños que juegan a la orilla del río.
La asesina se queda unos momentos mirándolos, como meditando detenidamente en algo. Se preguntaba como sería mejor ese país¿Cómo esta ahora¿Cómo estaba hace diez años y que Hijikata quería recuperar¿O cómo Hirokazu tiene planeado convertirlo, Y cualquiera de esas tres¿Qué sucedería con los niños como esos?
Hayai: "Cuando era niña nunca tuve tiempo para jugar" – Pensaba ella – "Los únicos momentos felices de mi vida fueron a lado de mi padre, y con el señor Daimyo. Pero ahora..."
De pronto, un grito la sacó de golpe de sus pensamientos, y al mismo tiempo llamó la atención de los dos policías de los cuales trataba de escapar. Una niña del grupo que jugaba cayó al río. La corriente era muy fuerte, y todos vieron como comenzaba a arrastrarla poco a poco. Los dos policías se acercaban rápidamente hacía el lugar, pero se detuvieron al ver una figura oscura que pasaba frente a ellos, impulsándose hacía el río.
Hayai estaba corriendo a lado del río, con la misma velocidad con que el río se llevaba a la niña. La pequeña se estaba comenzando a hundir mientras era arrastrada; si no hacía algo, se ahogaría sin remedio.
Hayai: "Si entro al agua terminaría arrastrada también. La única opción es usar mi cadena". – Hayai alzó su mano derecha, viéndola con detenimiento – "Un error de cálculos y la atravesaría con la cuchilla. Debo de tener mucho cuidado".
Rápidamente abalanzó su brazo derecho al frente y su cadena salió volando de debajo de su manga, directo a donde estaba la niña. De pronto, la cadena se enredó alrededor del cuerpo de la niña a la perfección. Hayai se detuvo de golpe, jalando su cadena y así deteniendo a la pequeña y atrayéndola hacía la orilla.
Sus amigos se acercaron rápidamente hacía donde estaba su amiga. Entre todos la ayudaron a ponerse de pie. Hayai se acercó al lugar, y lentamente comenzó a retirar su cadena de la niña. De pronto, la pequeña voltea a verla con una gran sonrisa.
Niña: Gracias señorita – Le dijo sonriendo, lo que dejó muy sorprendida a Hayai. De pronto, se escucharon dos voces que se acercaban a ellos.
Policía 1¡Alto tú! – Dijo uno de los policías. Al darse media vuelta, la Hayai vio como ambos se acercaban corriendo al lugar. Al mismo tiempo se dio cuenta de que durante la corrida, su sombrero se había caído.
Hayai¡Demonios! – Dijo al verse atrapada. De pronto, abalanzó su brazo derecho al frente, golpeando a ambos con su cadena, que aún seguía afuera. Aprovechando esto, comenzó a correr, alejándose del lugar.
Uno de los policías sacó su silbato y comenzó a soplar con él con gran fuerza, anunciando así a todos los policías cercanos al lugar fueran advertidos de lo ocurrido.
Makaiju estaba caminando por una de las calles del lugar. De pronto, se ocultó detrás de unas cajas al ver un gran número de policías que iban corriendo hacía una misma dirección, Makaiju se dio cuenta de que iban hacía un lugar específico. Lo más seguro era que habían descubierto a alguien.
Hayai, mientras tanto, ya no podía tratar de que no la descubrieran. Rápidamente comenzó a correr, abriéndose paso por entre todas las personas, saltando de un lado a otro para agarrar impulsó y así subir hacía los tejados.
¿Por qué había hecho eso, Ella sabía muy bien de que si hacía algún movimiento como ese los policías terminarían por sorprenderla, pero no lo pensó. Había salvado a esa niña sin importarle las consecuencias, que ahora tendría que afrontarlas.
Los policías la seguían corriendo por la calle. De pronto, vio como un grupo de ellos comenzaba a subir a los techos de las casas cercanas para perseguirla. Unos cinco hombres se colocaron sobre uno de los techos y la comenzaron a apuntar con sus rifles.
Hayai¡Rayos! – Hayai se detuvo de golpe. Por detrás la perseguían. A su derecha la apuntaban con sus armas de fuego. Y en la calle, había un grupo de ellos, esperando a que bajara – Nimodo – Dijo mientras sonreía – Lamentaran el no haberme dejado ir.
Sin más remedio, tuvo que quedarse a pelear. Lo primero que hizo fue atacar a los hombres que la apuntaban con sus armas, usando su cadena derecha. La cadena se movió a toda velocidad por el aire, encajándose en el hombro de uno de los policías. Por simple reflejo, los demás comenzaron a disparar sin cesar. Para esquivarlos, ella dio un largo saltó hacía arriba, cayendo justo frente a ellos. Antes de que pudiera cargar de nuevo, sacó su otra cadena, atacándolos al mismo tiempo.
Parecía que se había salvado por el momento. Sin embargo, en ese mismo instante, escuchó una serie de disparos detrás de ella. Antes de que pudiera voltear a ver de qué se trataba, tres de las balas venidas desde la calle la alcanzaron. Una entró por la parte trasera de su hombro y salió por su brazo derecho; otra entró por su muslo izquierdo. Una tercera bala la alcanzó en la espalda, pero no logró herirla ya que esta parte era protegida por su armadura.
Hayai¡Demonios! – Dijo con una expresión de dolor, al tiempo que llevaba su mano derecha hacía la herida de su brazo, aferrándola con fuerza.
Logró ver de reojo a los policías parados en el otro tejado y a los de la calle y notó se encontraban cargando sus armas. Se movió unos pasos hacía el frente, cojeando ya que tenía herida su pierna izquierda. Justo cuando tenían pensado dispararle, Hayai dio un largo salto, pero solo pudo impulsarse con su pierna derecha por la herida, por lo que no fue con mucha altura.
Los policías dispararon otra vez, directo hacía donde estaba ella. Dos de ellas se estamparon en la armadura, pero aún así sintió como la golpeaban. De pronto, fue alcanzada de nuevo. Dos atravesaron su pierna derecha y otra le rozó su mano. Por el impacto de los disparos no pudo evitar el caer sin remedio, estrellándose en el suelo de uno callejón.
Estaba comenzando a sangrar, y se estaba sintiendo débil, tanto que no podía ponerse de pie. Logró alzar un poco la mirada, y vio como los oficiales se acercaban a toda velocidad hacía el callejón. Trató de levantarse, apoyándose con su mano izquierda, pero en cuanto quiso ponerse de pie, las heridas de sus piernas lo impidieron. Parecía que sería atrapada, pero una vez más, esto fue evitado.
Los ojos de los oficiales cambiaron de estar sobre ella a levantarse y mirar al frente. Parado detrás de Hayai, se encontraba la figura de una persona, con una larga capa negra que le cubría casi todo el cuerpo, y un sombrero que le cubría el rostro, ya que tenía la cabeza baja. De pronto, el extraño alza su rostro un poco, mostrando el brillo de sus ojos.
Makaiju: No es bueno ser abusivos chicos.
De inmediato, en un movimiento veloz, desenfundó su espada y se abalanzó en contra de ellos con la posición del Gatotsu. En unos cuantos minutos, Makaiju había acabado con gran parte de ellos.
Makaiju¡Hayai¿Estas bien? – Le preguntó volteando a verla, pero parecía que estaba inconsciente.
De pronto, comenzó a escuchar como los pasos de varios policías se acercaban. Antes de que llegaran, guardó de nuevo su espada y tomó a Hayai en sus brazos para luego salir corriendo a toda velocidad de ese sitio.
Mientras todo esto pasaba, Kenshin caminaba con mucho cuidado por la ciudad, pero no se dirigía hacía la Mansión de Hirokazu. No, antes de ir hacía ese lugar, tenía que ir a otra parte. No estaba muy seguro si era buena idea, pero en esos momentos parecía que se dejaba llevar por sus instintos. Más adelante en el camino, pudo ver la entrada del Dojo Kamiya. Se detuvo de golpe, como cambiando de opinión. Pensó unos momentos en lo que estaba apunto de hacer.
En ese instante, ve como dos figuras salen por la puerta. No eran ni Kaoru ni Yahiko, sino dos de los hombres que habían ido a buscarlo. Rápidamente se ocultó en un callejón cercano, escapando de su vista.
Kenshin: "Hirokazu envió a sus hombres a buscarme al dojo" – Pensó Kenshin al ver esto – "Kaoru... Yahiko... espero que estén bien."
En ese instante, escucha como unos pasos se acercan a él desde el otro extremo del callejón. Por reflejo, Kenshin se voltea hacía su izquierda, acercando su mano rápidamente hacía la empuñadura de su espada; sin embargo, se relajó al ver que era Makaiju, que cargaba a Hayai consigo.
Makaiju: Supuse que te encontraría por aquí. – Delicadamente coloca a su amiga en el suelo. Sus heridas seguían sangrando.
Kenshin¿Qué le sucedió? – Le preguntó mientras se hincaba a su lado.
Makaiju: Los policías la rodearon. Tiene como cuatro o cinco heridas de bala. – Kenshin revisó las heridas de su pierna.
Kenshin: Tiene tres balas incrustadas; dos en la pierna derecha y una en la izquierda. Se la podríamos sacar nosotros mismos, pero no tenemos las herramientas ni el ambiente adecuado.
Makaiju: Entonces llevémosla con un doctor – Le sugirió. En cuanto lo oyó, una idea pasó por su cabeza – ¿Conoces algún doctor que nos pudiera ayudar?
Kenshin se quedó en silencio durante mucho tiempo, como pensando muy detenidamente en que responderle. Su rostro se cubrió por una profunda duda.
Kenshin: Sí, lo conozco... – le respondió.
Makaiju: Entonces vamos.
Kenshin: No, no tengo pensado involucrar a más gente en esto.
Makaiju: Sé que dijimos que cada quién se las arreglara, pero no dejaré que una viaja compañera muera.
Kenshin: Lo sé, pero...
Makaiju: Bueno Battousai, si tú no me ayudas encontraré un doctor por mi cuenta.
Kenshin pensó esto con mucho detenimiento antes de dar una respuesta. Una vez más se veía en un dilema.
Después de su visita al dojo Kamiya, Megumi regresó a su consultorio. Todo estaba muy tranquilo, por lo que supuso que ya todos los pacientes se habían retirado. Sin embargo, cuando caminaba por el pasillo hacia el cuarto donde regularmente atiende a sus visitas, ve a una pequeña anciana que sale caminando de ella con pasos lentos.
Señora¡Buenas tardes doctora! – Le saludó la señora en cuanto la vio.
Megumi: Buenas tardes señora – Regresó el saludo con una sonrisa – ¿Cómo se ha sentido?
Señora: Muy bien, gracias. Solo sentía un ligero dolor, pero el Dr. Gensai ya me resetó algo.
Megumi: Qué bueno. Si siente algo más venga a verme.
Señora: Gracias doctora, con su permiso.
La anciana se retiró, caminando hacía la entrada. Una vez que ella se fue, el rostro de Megumi cambió drásticamente de su sonrisa habitual con la que recibía a sus pacientes a la expresión de preocupación que tenía hace rato. Siguió caminando hacía la habitación, donde se encontró con el Dr. Gensai, sentado en una silla.
Dr. Gensai: Hola Megumi – Le dijo al verla entrar.
Megumi: Lamentó haberlo dejado sólo este día Doctor.
Dr. Gensai: No te preocupes, ya me encargue de todo. Por cierto¿Cómo esta Kaoru?
Megumi¿Ya se enteró de lo ocurrido Doctor? – Le preguntó un tanto sorprendida.
Dr. Gensai: Es difícil no enterarse de algo como esto, sobre todo en una ciudad como esta.
Megumi¿Y usted que piensa de esto?
Dr. Gensai: Bueno Megumi, solo te puede decir que en todos los años que he vivido, nuca había conocido a alguien tan honorable y leal como es Kenshin. Es difícil encontrar a un hombre como él, sobre todo en esta nueva era llena de cambios. Si el mató o no a ese hombre, para mí es lo mismo, ya que durante mucho tiempo todos nosotros hemos aprendido a confiar en sus decisiones.
Megumi¿Es cuestión de confianza?
Dr. Gensai: Así es.
Megumi se puso a pensar detenidamente sobre esas palabras. Sanosuke le había dicho algo parecido y no lo había creído. Parecía que en el fondo ella no le tenía tanta confianza a Kenshin como la tenían todos los demás.
Señora¡Megumi! – Escuchó de pronto que la voz de la anciana le gritaba desde la puerta, regresándola de esta manera a la realidad – ¡Megumi¡Unos chicos te buscan aquí afuera!
Megumi¡Ya voy! – Le respondió mientras se encaminaba hacía la entrada.
Dr. Gensai¿Estas segura de que estas lista para atender a alguien?
Megumi: No se preocupe Dr. Gensai, recuerde que soy una doctora y no puedo dejar a mis pacientes por debajo de mis problemas personales.
Aún cuando se encontraba caminando hacía la puerta, dispuesta a cumplir con su trabajo, sentí aún mucha desconfianza y duda sobre lo que podría pasar en el futuro. De pronto, cuando ya estaba frente a su destino, decidió alzar la mirada al frente y olvidarse de sus preocupaciones. En ese instante, en cuanto alzó la mirad hacía la puerta, su rostro ahora se adornaba con una gran expresión de sorpresa.
Eran dos hombres, vestidos con sus largas capas oscuras y sombreros negros. Uno de ellos traía en sus brazos a una mujer inconsciente que también llevaba la misma capa que ellos; parecía estar herida. El otro hombre alzó su mirada hacía adelante, al tiempo que levantaba su sombrero, mostrando de esta manera su rostro.
Megumi¡Kenshin! – Logró decir sin salir aún del espasmo.
Kenshin: Hola señorita Megumi. Lamento venir así, pero necesitamos su ayuda...
