Bueno, por fin había llegado el día. El día en el que lo volvería a ver. Se había pasado el verano entero pensando en él, soñando con él, recordándole, rememorando todos sus buenos momentos juntos, sus conversaciones, las paridas que habían hecho juntos, cada cosa que tenía que ver con él. Pero se había prometido a sí misma que no iba a pasar nunca nada entre ellos, se había prometido olvidarle y hacer que ese sentimiento que se estaba forjando dentro de ella desapareciera y se convirtiera en lo que había sido antes, una bonita amistad. Durante sus vacaciones había imaginado mil veces y de mil maneras distintas el día en que lo volvería a ver, había planeado minuciosamente su encuentro para actuar con naturalidad. Pero ahora que había llegado el momento se encontraba totalmente desamparada, cualquier resquicio de aquel detallado plan se alejaba silenciosamente de su mente, discreto y sin hacer demasiado ruido la había abandonado a su suerte y con los nervios a flor de piel.

Eran las diez y media del día uno de septiembre de 1975. En la estación londinense de King Cross se respiraba un ambiente de ajetreo mayor de lo normal cuando una chica joven, unos diecisiete años aproximadamente, hacía su aparición. Era una chica bastante alta, tenía un cuerpo esbelto y delicado que quedaba disfrazado bajo la sencillez de su ropa. Sus manos eran finas y frágiles y su piel blanca contrastaba con su pelo, rojo como la sangre, que caía ordenadamente hasta más abajo de sus hombros. Pero quizás su punto fuerte no era otro que su mirada, una mirada contenida en unos inmensos ojos almendrados, una mirada misteriosa y cálida al mismo tiempo, perfecto reflejo de su personalidad. Una

mirada verde cuyo valor y belleza podían ser comparados con la más valiosa de las esmeraldas.

La chica caminaba nerviosamente por la estación, arrastrando un carro curioso que contenía un baúl de aspecto antiguo y una lechuza blanca enjaulada. Andaba decidida hacia algún andén, pero de pronto pareció dudar. Detuvo sus pasos y se fijó en un punto. Allí ante sus ojos se alzaba un muro de piedra que separaba los andenes 9 y 10. Lo miró fijamente, y luego desvió su mirada hacia la gente de alrededor asegurándose de que nadie la miraba. Suspiró. Lily Evans, que así se llamaba la chica, cerró los ojos y apretó los puños en un intento desesperado por relajar sus nervios, y haciendo acopio de su valor de buena Gryffindor se dirigió con paso firme hacia el frío muro que aguardaba frente a ella y lo atravesó. En a penas medio segundo, el convencional mundo que presenciaba hacía un instante desapareció, dando lugar a uno totalmente atípico pero del que ella se sentía totalmente parte, un mundo diferente y mágico: ante sus ojos se hallaban cientos de figuras que iban de un lado para otro despidiéndose a gritos y ultimando los detalles finales, todos ellos ataviados con largas túnicas y extravagantes sombreros de punta. Cantidad de jóvenes brujas se daban la bienvenida abrazándose como si no se hubieran visto en mucho tiempo. Brujos que se suelen hacer ellos, guardando las apariencias, pero demostrando que los tíos también saben echar de menos a los amigos; y niños pequeños que se abrazaban a sus padres, suplicándoles de alguna manera que todo fuera bien, como si de ellos dependiera su suerte. Y al final de la bonita postal que se presentaba ante la chica un imponente tren escarlata se erguía majestuoso aguardando la hora de su partida.

En cuanto entró en el andén 9y¾ se quedó parada viendo la escena, grabándola en su memoria para siempre, para no olvidar nunca aquella reconfortante sensación de sentirse en casa, y que ese día vivía por última vez. Sí, lo iba a vivir por última vez porque ese era su último año en el colegio Hogwarts de magia y hechicería. Tenía diecisiete años y había ido a ese colegio desde los once, año en el que se enteró de que ella, Lily Evans era una bruja. Desde entonces las vacaciones de verano se habían convertido en la época que menos le gustaba. Le gustaba el mundo al que pertenecía el resto del año y por ello cuando estaba en casa lo añoraba. Le encantaba la magia, le volvía loca todo lo que tenía que ver con ella, y esa pasión le había llevado a ser primero prefecta y ahora premio anual. Le chiflaba devorar libros y fue precisamente su afán por conocer y su curiosidad lo que le habían llevado a conseguir su primera insignia. Bueno, eso y su intachable conducta. Los profesores la apreciaban porque era una alumna ejemplar, los mayores siempre la habían respetado por la madurez que desprendía pese a su edad, los pequeños la admiraban porque siempre estaba dispuesta a ayudarles, y sus amigos la querían y la apoyaban en todo momento por como era.

No es que Lily fuera la chica más popular de toda su escuela ni la envidia de todas las estudiantes, pero era querida y respetada por muchas personas. Había sabido ganarse el cariño de muchos desde un segundo plano, podría decirse que estaba siempre en todo pero siempre en una posición discreta. Si había una pelea ella estaba allí, no como protagonista (bueno a veces, pero solo en ocasiones puntuales con cierto chico), pero si intentando separar a los participantes, cuando se organizaba algún evento importante ella colaboraba siempre en la preparación pero jamás en la celebración...y así era siempre, estaba en todo, pero por decirlo de alguna manera, siempre tras las cámaras, tras el telón.

No es que fuera tímida, todo lo contrario, era protestona e inconformista, descarada y muy habladora, pero iba a su rollo. Hay quien la describía como fría y borde, antipática incluso, pero nada más lejos de la verdad. Simplemente vivía en su burbuja, no trataba de ser amable con el mundo entero para caer bien, ella estaba en su mundo feliz y abría la puerta a aquellos que llamaban, eso era todo lo necesario para conocerla, llamar a la puerta, un simple hola y ésta se abría de golpe para dejarlo pasar.

La pelirroja, parada delante de la entrada, seguía embobada mirando el tren y fijándolo en sus recuerdos, escribiendo con rotulador permanente todo lo que sentía cada vez que atravesaba esa barrera que separaba sus dos mundos, cuando alguien se abalanzó sobre ella empujándola y haciendo vacilar su equilibrio por unos momentos.

-aaaaaah- dijo agarrandose a lo primero que pilló, en este caso la persona que la había empujado.

-perdona, no te había vist...- empezó a decir dicha persona

pero sus palabras fueron interrumpidas por una nueva colisión, que ésta vez hizo caer al suelo a la pelirroja, y con ella el chico al que aun seguía agarrada y al último en discordia, que terminó encima de ellos.

-¡auuuu!- se quejó Lily llevándose una mano a la cabeza. Trató de levantarse, pero entonces notó un nuevo golpe -¡AUUU! ¡joder!- se había dado un cabezazo con el chico aplastado que yacía encima suyo con una sonrisa traviesa en la cara. –Potter, borra ahora mismo esa asquerosa sonrisa de tu cara o te juro que te la rompo-anunció con una voz carente de entonación

-veo que tu mal humor sigue intacto, Evans. Yo también me alegro de verte- dijo ampliando su sonrisa más todavía pero tornándola ligera e imperceptiblemente un poco más amarga.

-sí Potter, y seguirá igual hasta que te pierda de vista para siempre. Ahora quita de un puñetera vez esa sonrisa y levántate de encima mío que me estás incrustando en el suelo.

El chico trató de levantarse sin éxito y sin quitar esa deslumbrante sonrisa que lucía-Sirius, levanta, que sino ésta me muerde

-no gracias, así estoy bien- respondió el aludido- y me parece que vosotros tampoco estáis muy mal que digamos- dijo dibujando la misma sonrisa pillina que tenía su compañero al ver la posición en la que se habían quedado los dos que tenía debajo.

La posición era la típica en estos casos en los que dos personas que están cara a cara caen hacia el mismo lado, Lily había quedado tirada boca arriba en el suelo con el tal Potter encima suyo, y el susodicho boca abajo, (vamos, la típica situación que cualquier chica estaría encantada de vivir al lado de un hombre como aquel) sus cuerpos habían quedado prácticamente pegados y sus caras no andaban muy lejos tampoco.

Lily y James, que era como realmente se llamaba Potter, se miraron incrédulos ante la respuesta del chico.

Sus miradas se cruzaron durante un breve segundo, incómodas al darse cuenta de la comprometida forma en la que habían quedado, entonces James hizo un gesto como diciendo "a mi no me mires, lo daban con una revista".

-bbbbffffff- bufó la chica apartando la vista- ¡BLACK LEVÁNTATE DE UNA VEZ!

-vale, vale...que humos, pero luego no me vengas llorando porque por mi culpa tuviste que romper el mágico momento de caer bajo el cuerpo de un chico que...

-BLAAAAACK!!!

-yaaaa- dijo levantándose por fin con cara de fingida indignación

En cuanto Sirius Black se hubo levantado, la joven apartó de "buenas maneras" a James, que estaba muerto de la risa por el enfado que se había pillado la pelirroja, y se levantó del suelo. Recogió las pocas cosas que se le habían caído, las volvió a poner en el carrito y se largó de allí sin decir nada.

James, que seguía en el suelo, la miró alejarse con un brillo raro en los ojos...- está loca- dijo al cabo de unos segundos

-y que lo digas hermano, vaya genio tiene la tía...casi te muerde...o bueno...casi la muerdes tú ;)- añadió mirando a James con una sonrisa maliciosa mientras le estiraba la mano para ayudarle a levantarse

-JA...-ironizó James cogiendo la mano que su amigo le tendía y poniéndose en pie.

James Potter y Sirius Black. Los dioses de Hogwarts, o al menos así es como los llamaba extraoficialmente la gran mayoría del sector femenino del cuerpo estudiantil de Hogwarts. Vale, había que reconocer que ambos estaban de buen ver. De muy buen ver.

Sirius era el más alto de los dos, aunque a penas se notara esa diferencia. De constitución fuerte, tenía unos enormes ojos azules que en ocasiones quedaban ocultados por una fina mata de pelo negro azulado. Era un chico imponente y no solo por su aspecto, irradiaba seguridad por todos lados, y una elegancia natural le acompañaba por donde pasaba. A primera vista era hasta intimidante, pero tras esa fechada escondía un carácter amable y un sentido del humor muy irónico, era protector, y de ésos que daría todo por los que quiere.

Su inseparable amigo, James Potter, no se quedaba muy atrás en porte, también era alto y de buen cuerpo, aunque el suyo era por la ilimitada entrega en el quidditch (era buscador y capitán del equipo de su casa) ya que su constitución era más bien delgada, en cualquier caso ninguno de los dos era un musculman de gimnasio. Su pelo, negro azabache, siempre lucía totalmente desordenado por su propia voluntad (la del pelo) y no había forma de peinarlo. Y sus ojos castaños se escondían detrás de unas gafas que le daban un aire interesante. James tenía un aire ausente y despistado, soñador. Daba la impresión de que no pillaba ni una, pero solo era eso, una impresión. Era observador y en el fondo muy avispado, además de curioso, tres cualidades que le habían ayudado a descubrir cosas importantes, como por ejemplo el gran secreto de su amigo Lupin.

Sin embargo, la cualidad más destacada de ambos chicos era su pasión por las bromas y su desdén por las normas, un binomio que les había llevado en más de una ocasión a cumplir algún que otro (muchísimos) castigo.

Lily se levantó con pose digna y altiva y se largó de allí sin decir nada, pero ese silencio duró más bien poco ya que enseguida la chica empezó a lanzar improperios al aire contra los dos chicos. Genial, le habían fastidiado aquella idílica cita con su lado melancólico y con sus ganas de que nada se acabara.

-esque mira que son capullos, que tengo mala leche! no te jode! Con ellos delante, ¿qué pretenden? que me ponga a dar saltitos de alegría cuando casi me desnucan los subnormales, no gra...- la chica seguía injuriando sola cuando se chocó con alguien.

-aaah!...¡joder!- empezó exasperada tomándola con el pobre chico- ¿qué coño le pasa hoy a la gente? ¿esq no sabes andar o qué? La próxima vez que te apetezca chocarte con la gente te quedas en casa y te estampas contra la pared, imbécil...

-¡Lily! ¡sí, yo también tenía ganas de verte!- contestó el chico sarcástico pero con una sonrisa amistosa que logró tranquilizar a la chica.

Ahí estaba, su amor platónico. El tío del que se había pillado. Siempre con su aire frágil, como si se fuera a romper, pero con su perfecta sonrisa plantada en su perfecta boca, y sus ojos almendrados, preciosos, de color miel...y su pelo liso, castaño casi rubio, que le caía perfectamente por los ojos...

-¡¡Lupin!!- consiguió decir –yo,emm, esto..lo siento, es que antes...Potter...yo..y black, y me han tirad...-sí, definitivamente su perfecto plan había salido perfectamente mal. A la mierda del todo. Si había planeado guardar la calma ahí estaba ella tartamudeando como una auténtica imbécil histérica. "joder parezco idiota"pensó.- lo siento...yo no..-eso, tu sigue tartamudeando cariño, que lo haces requetebién.

El chico la miraba divertido, nunca había visto a su amiga así de nerviosa.

Lily, al ver la sonrisa del chico se relajó y dejó de hacer el indio- hola Remus, me alegro mucho de verte- dijo ya dueña de sus palabras y como si no hubiera pasado nada. Después dibujó una sonrisa exagerada, y tras un segundo de silencio los dos empezaron a reírse descontroladamente.

Cuando paró el ataque de risa los chicos se abrazaron como buenos amigos

-bueno, entonces ¿qué te han hecho Sirius y James?

Ella bufó y puso los ojos en blanco –se cargaron todo el romanticismo de mi último primer día.

- ¬¬ -Remus puso cara de no entenderlo del todo

Lily sonrió ante el desconcierto del chico, y mucho más calmada empezó a relatarle lo que había pasado momentos atrás con Black y Potter.

Lily Evans y Remus Lupin. Eran los prefectos de su casa (Gryffindor) además de muy buenos amigos. Cuando estaban en tercero, la pelirroja descubrió que Remus era un Licántropo. Lo supo en cuanto los estudiaron en clase, a mediados de ese curso. Lily era inteligente y muy observadora y lo único que le hizo falta para descubrir al castaño fue un mapa lunar y sumar dos más dos. El chico desaparecía una vez al mes y volvía al día siguiente hecho polvo, cansado, pálido, ojeroso...además durante los días anteriores a su desaparición cambiaba el carácter, se le veía asustado y en su mundo, y definitivamente la regla, por muchos indicios que indicaran lo contrario, era una idea totalmente descartada. Lily pudo tener muchas reacciones, puedo alejarse por miedo, decírselo a todo el mundo, hacer como si no supiera nada...pero quizás la suya fue la más acertada: en cuanto estuvo segura de que ése era su secreto habló con el chico. Él le contó como había sucedido todo y le explicó que no era peligroso excepto en luna llena, le habló de la casa de los gritos y del sauce boxeador y lo que sufría con cada transformación. Compartir aquel secreto les unió muchísimo, más de lo que se hubieran imaginado. El caso es que desde aquel momento se convirtieron en muy buenos amigos, y entre ellos se creó un vínculo muy especial que duraría para siempre. Pasaron los años y su amistad y confianza aumentaba día a día , hasta que un día pasó lo inevitable, en sexto Lily empezó a sentir algo más por su mejor amigo, tampoco tenía muy claro lo qué era ni si era de verdad, pero ella ya lo había bautizado (quizás prematuramente) como amor.

Caminaban hacia el tren mientras hablaban de mil cosas ya como siempre. Llegaron a la entrada, subieron los trastos automáticamente y siguieron hablando mientras los arrastraban en busca de sus respectivos amigos.

Iban andando cuando el licántropo se paró para representar algo que iba contando haciendo parar a la pelirroja delante de una puerta.

Lily miraba a Remus divertida cuando...

-¿qué pasa Evans? ¿no sabes pararte en un sitio donde no molestes? ah no, que tu molestas en todos lados...¿solo sabes estar en medio o qué?

-¿vas a entrar en este compartimento?- preguntó escéptica y con los dientes apretados mirando los integrantes del compartimento en cuya puerta se había parado, había dos niños de segundo de Hufflepuff.

-y eso ¿qué más da? tú estás en medio entre o no entre...

-mira Potter no me toques más la narices, eh?. Me estás empezando a cabrear de verdad...

-uiiii..que miedo..-le retó el moreno

-ay dios mío- suspiró- casi me partes la cabeza al entrar, eso por no decir que me has estropeado...bueno da lo mismo –no pensaba explicarle a Potter la pena que le había estropeado momentos atrás - y no contento con joderme la mañana vienes y fastidias también la primera conversación decente que tengo hoy. Pues déjame que te diga que mi vida no está para que tu la jodas. Así que...

-¡Lily! ¡cuánto tiempo!- intervino una voz femenina alertada por los gritos intentando calmar los humos de la pelirroja

-así que no me vuelvas a dirigir la palabra. Si quieres que me quite le...-siguió Lily esquivando la figura que se había puesto en medio.

-te has cortado el pelo, ¿a qué sí?- la joven no se dejó amilanar y continuó entre los dos jóvenes.

-le dices a algún amigo tuyo que me lo diga, pero tú no me vuelvas a hablar. Búscate otra vida que fastidiar y...

-estás más morena. No me digas más. Has estado en la playa-sentenció la recién llegada- qué envidia, rodeada de muggles, seguro. Anda que ya me podías haber llevado cont...

-deja la mía en , sabes que me muero por...

-¡Joder Nataly! Qué no he estado en la playa- chilló molesta a la chica de en medio- como me voy a ir sin avisar a Nataly. Me mataría...

....(silencio)...

-¡¡aaaaaahhhh!!¡¡NATALYYYYY!!- volvió a chillar reconociendo en la persistente chica a su mejor a miga y echándose a sus brazos- ¿por qué no me has dicho que eras tú?

-Lily cielo, ¿qué crees que estaba haciendo justo delante de la trayectoria de tus gritos?¿un tratamiento facial?- sonrió irónica.

Las dos chicas se quedaron mirándose la una a la otra y se volvieron a abrazar. Después cogieron el baúl de Lily y se dirigieron hacia el comparimento en el que Nataly había dejado sus cosas sin decir nada y dejando a los tres chicos allí presentes con un palmo de narices.

Nataly Weiss y Lily Evans. Eran amigas, mejores amigas, desde el principio de los tiempos, es decir, desde el primer día en que pisaron Hogwarts.

Nataly era descendiente de una larga estirpe de magos, hija de un importante cargo del ministerio de magia, el director del departamento de desinformación.

Desde el primer momento se habían llevado estupendamente. A Nataly le fascinaba todo lo que tuviera que ver con el mundo muggle, por lo que en cuanto conoció a Lily se colgó de su brazo y no la soltó más que para la selección, por suerte habían acabado ambas en la misma casa (Gryffindor) y se había podido colgar otra vez. Lily por su parte no paró de preguntar a Nataly cómo funcionaba el mundo mágico. Y así, entre anécdotas y explicaciones empezó su amistad.

Nataly era una chica muy dicharachera y alegre. Hablaba por los codos y con cualquier persona, además le encantaba discutir sobre temas con alguna importancia social o incluso política, y siempre daba su punto de vista. Era muy inteligente aunque sus notas no lo abalaran exactamente, no eran malas del todo, pero tampoco excelentes. Amante de todo bicho viviente, le fascinaban toda clase de criaturas extrañas y eso la había llevado a entablar una gran amistad con el guardabosques, arrastrando con ella a sus amigas, a las que entre los dos habían conseguido pegar algo de su pasión.

Nataly y Lily tenían un carácter bastante parecido a primera vista, pero en el fondo eran totalmente distintas: Nataly era ordenada y perfeccionista, Lily el desastre personificado; Nataly controlaba sus emociones y de ella no salía ningún sentimiento sin el consentimiento de su razón, Lily por el contrario era un libro abierto y su grado de buen humor e incluso de sociabilidad eran directamente proporcionales a su estado de ánimo; y por último, Nataly era una persona muy confiada, que enseguida se abría a cualquier persona, mientras que Lily era bastante desconfiada. Hablaba y escuchaba, pero nunca traspasaba la barrera de lo personal. Antes he dicho que era como un libro abierto. Cierto. No obstante sólo legible para quien la conocía de verdad. Para los demás era como un libro abierto, pero escrito en un idioma inventado.

De todas formas, a primera vista eran iguales: descaradas, sinceras, bordes, habladoras, bromistas, risueñas, alegres....hasta físicamente se parecían. Nataly tenía exactamente la misma altura que Lily y además crecían a la par. Su constitución era similar: esbelta y delicada. Al igual que la pelirroja tenía los ojos verdes, pero los suyos se entremezclaban con un marrón amielado que difuminaba el verde. La gran diferencia entre las dos jóvenes era su pelo. El rojo sangre de Lily contrastaba fuertemente con el pelo claro de Nataly, de color trigo y con algunos rizos que se empezaban a formar debajo de la nuca de la muchacha.

Las dos amigas se encaminaron hacia su compartimento hablando de lo mucho que habían cambiado durante el verano y de lo que habían hecho en el mismo.

-¿así que en Francia? aquello debe ser precioso- decía Lily mientras se colgaba del brazo de su amiga.

-sí, Paris es alucinante...¿y tú?¿dónde has estado? Porque te noto cambiada, estás muy morena...¿has estado en la playa y no me lo quieres decir por los remordimientos de no haberme llevado?¿a que sí?

-¡no!

-pues entonces ¿dónde has estado?

-esquiando- contestó lacónicamente.

La castaña se quedó con la boca abierta- has estado...tú has...has...¿te has ido a esquiar?-

Lily asintió con la cabeza entre risas por el asombro de su amiga.

-Dios mío Lily ¡eres mi ídolo! No sabes la de años que llevo intentando que mis padres me lleven a esquiar...¡desde los 12!- dijo Nataly en tono serio mientras abrazaba a su amiga como si fuera una heroína.

Lily no salía de su asombro ante la reacción de la joven.

-¡Míralas! Y parecía ayer cuando correteaban por ahí con sus trencitas cual niñitas inocentes- habló un chico con fingido tono lastimero.

-sí, parece mentira...y ahora ya tienen hasta la regla...¡ay que mayores!-le secundó una chica imitando su voz mientras simulaba secarse una lagrima.

-y tienen pechos y todo....ay triste de mí, que me quedo sin mis niñas, que se me hacen mujeres...

los dos jóvenes se miraron con sendas sonrisas plantadas en la cara y sin mediar palabra se abalanzaron sobre Lily y Nataly que habían seguido con lo suyo ajenas a la conversación de los nuevos individuos.

Las dos amigas se sobresaltaron al notar el abrazo y se deshicieron de éste, luego miraron a las figuras y...

-¡¡¡JULYYYYY!!!-gritó Nataly

-¡¡¡CHRIIIIS!!!-chilló Lily al mismo tiempo.

Medio segundo fue lo que tardaron en abalanzarse sobre sus otros amigos.

July Miller y Christopher Lowen. Los últimos en discordia. Chris, que era como le llamaban coloquialmente, descendía de una larga e importante familia de magos. Podría decirse que sus padres eran la creme de la creme, y por ello adoraban dar estúpidas fiestas benéficas en las que todo lo que recaudaban no llegaba ni a la suela de los zapatos de lo que gastaban, pero fue en una de esas cenas aburridas e hipócritas donde conoció a Nataly, en aquella ocasión entablaron una buena ¿amistad?, al menos el inicio de ella, que fue tomando consistencia en las numerosas galas en que coincidieron posteriormente. A menudo se escapaban de la muchedumbre y se iban a las cocinas, donde además de charlar con los elfos se daban los mejores banquetes de hamburguesas con patatas que nadie hubiera imaginado. Poco a poco fueron cogiendo confianza y cuando ambos entraron en el colegio se hicieron inseparables, por lo que ya eran tres. Chris era un chico bastante corpulento por su constitución, de pelo castaño oscuro y ojos marrones. Poseía una gran habilidad en el uso del lenguaje, y sabía ganarse a la gente con palabras. A parte de su destreza verbal era un chico inteligente e interesante al que le encantaban los negocios y por ello siempre andaba trapicheando con la gente más insospechada de aquella escuela, esos negocios le permitían estar enterado de la vida de medio Hogwarts, y como buen cotilla que era se las contaba a sus inseparables amigas, de manera que juntos veían apasionantes películas a lo largo del año.

July por su parte llegó al grupo cuatro años más tarde, pero entró pisando fuerte y se convirtió rápidamente en un pilar fundamental para sus otros amigos. A pesar de quedar en Gryffindor, al principio July solía juntarse con los de Ravenclaw, casa a la que pertenecía su hermana, un año mayor que ellas. No obstante en cuarto empezó a salir con Chris y así se metió en el grupo, la pareja lo dejó tres meses después pero las chicas ya se habían hecho como hermanas y July se quedó allí, la pareja en cuestión, aunque lo hubieran dejado seguían siendo grandes amigos, y esos tres meses quedaron borrados de sus vidas. July era un poco más bajita que sus amigas y estaba algo rellenita. Tenía unos redondos ojos azules y una nariz un poquillo respingona. El pelo rubio le caía totalmente liso hasta la espalda, pero casi siempre lo llevaba recogido. Era una chica muy tímida, con un carácter muy afable y bondadoso, que se acentuaba aun más con su voz dulce. Siempre dispuesta a ayudar a todo el mundo, supo ganarse el cariño de la gente por su manera de ser. Gran consejera de sus amigas y la única que mantenía algo de razón en los momentos de locura. Era una chica realista, aunque en privado le encantaba soñar. Una chica madura a la que daban ganas de abrazar en cuanto la oías hablar dos minutos.

Cuando terminaron de besarse y achucharse cambiaron de parejas y repitieron el proceso.

-¡aaay!¡¡qué morena!!- chillaron Lily y July a la vez al estar frente a frente

-lo has hecho. Estás como una cabra- decía Lily mientras manoseaba el pelo ahora moreno de su amiga rubia

-sí, lo he hecho, pero no me preguntes cómo- contestó con una sonrisa- ¿y tú qué? ¿en la playa?-preguntó refiriéndose al moreno de la piel de Lily

-esquiando- contestó lacónicamente por segunda vez

-cualquiera diría que han sido las peores vacaciones de tu vida

-créeme, han estado cerca

July la miró escéptica

-¿qué? Pásate tú una semana y media perdida en la montaña con una loca psicópata que piensa que eres un marciano que ha venido a invadir su maravilloso mundo y que solo piensa en la mejor forma de tirarte por una ladera para que te abras la cabeza y que parezca un accidente- dijo Lily de carrerilla justificando su respuesta

-estás loca-sonrió July revolviéndole el pelo.

Lily se puso bizca e hizo un gesto de burla. Los cuatro rieron y entre risas se dirigieron a su compartimento, en el que pasaron el resto del viaje tranquilamente y sin ningún contratiempo.

Los tres chicos se habían quedado en el pasillo observando alucinados como se iban las dos amigas.

-¿habéis visto lo mismo que yo?- preguntó Sirius sin apartar la vista de las figuras que se alejaban.

-sí, no me lo puedo creer. Se va a enterar Evans, que a mi nadie me deja con la palabra en la boca y menos en plena discusión...que prepotencia- secundó el moreno interpretando las palabras de su amigo libremente.

PLAF

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Remus acababa de estampar una colleja a cada uno de sus colegas.

-¡aaauuu!¿pero por qué has hecho eso so loco?- gruñó James

-eeeh...que duele- se quejó Sirius llevándose una mano a la nuca sin apartar la vista de las figuras.

-a ver James- explicó el licántropo- te noto un poco rencoroso y el que ha empezado todo esto has sido tú. Así que nada de venganzas contra Evans.

James volvió a gruñir

-ei, ¿y yo?- cuestionó Sirius volviendo la vista.

-¿tú?¡a ti te doy por guarro!

Después Remus se fue por el pasillo murmurando entre dientes mientras buscaba a Peter en un compartimento

-¿le estabas mirando el culo a Nataly Weiss?- comentó James con una sonrisilla

-No, hablemos con propiedad, estaba analizando la anatomía trasera de Nataly Weiss y...de Lily Evans- contestó totalmente serio Black

PLAFF

-¡EEH!

-Moony tiene razón Padfoot, eres un guarro

-james amigo, ¿tú las has visto bien?

James Potter negó con la cabeza en gesto deseperado

-aaah pillín...así que tú también se lo has mirado

-¡Sirius!-dijo James escandalizado

ante la mención de su nombre en ese plan Sirius no pudo más que dibujar una sonrisa que decía "buen culo, eh?". Gesto que no tardó en imitar James dando a entender dos cosas: uno que sí había mirado; y dos, que también opinaba que eran buenos culos.

Cuando entre risas aparecieron en su compartimento se encontraron con Remus y Peter, éste último le contaba al primero como habían ido sus vacaciones. Los dos morenos entraron y se unieron a la conversación, que no tardó en degenerar hacia una de las eternas discusiones sobre quidditch la cual les ocupó gran parte del apacible viaje.

Hola gente!!! Lo primero primerísimo daros las gracias por leerme!!:D. Espero que os haya gustado este primer capitulo de lo que espero que sea un buen y largo fict de verdad!!

Hace poco publiqué un minifict de dos capitulos y la verdad esq aun no me puedo creer que tenga 14 rr!!joer..ahora entiendo a quien dice que suben la moral y que animan a escribir..vaya que si!bueno, lo que quería decir esq por fin me atrevo con una historia un poco más larga!aunq no se como saldrá xq a veces me hago un lio escribiendo!y eso..que espero que os enganche!!

Pues eso, que todavía no tengo ni idea de por donde va a seguir esta historia!!habrá amor!eso seguro xq me sale solo!!y intentaré meter algo de misterio..aunque sea poquito..algo de voldemort!!y bueno..humor..yo lo intento..pero esq escribiendo no me sale!lo siento!!

En fin..que sea lo que sea espero que os encante!!!

Un besazo!! Nos vemos en el proximo capituloo...espero!!

MUUUAAAAAAAAAAAAKKAAAA