Disclaimer: ROBOTECH es marca registrada de Harmony Gold U.S.A., Inc., sus personajes no son de mi autoría. Este fic fue escrito sin fines de lucro, sólo de entretenimiento.
"La Batalla del Amor"
Capítulo IV
"¡Hola piloto!"
Rick desvió la mirada del televisor hacia la entrada.
"¡Minmei!" – exclamó sorprendido.
La joven estaba de pie, posando en realidad, bajo el marco de la puerta. Una mano sobre su cabeza recargada en el borde, la otra asida a su cadera.
Los ojos de él, de manera instintiva, recorrieron su cuerpo de arriba a abajo, observando sus largas piernas apenas cubiertas por la minifalda, y deteniéndose fugazmente en su escote.
Minmei sonrió. Sabía el efecto que lograba sobre los hombres, particularmente sobre este. Caminó hacia él, meciendo sus caderas seductoramente y deteniéndose a su lado para besar su mejilla.
"¿Cómo te sientes?"
"¿Cómo sabías que estaba aquí?" – preguntó aún atónito.
"Este es el hospital militar" – explicó – "y vi cuando te hirieron".
"¡Es cierto!" – respondió, golpeando su frente con la punta de sus dedos, antes de quejarse.
"¿Aún te duele verdad?" – le dijo acariciando suavemente su cabello – "Me asusté tanto cuando te vi luchar contra ese Zentraedi".
"Ahora recuerdo" – repuso pensativo.
Minmei curvó sus cejas. ¿Rick olvidó haberla visto? Debió haberse golpeado muy fuerte la cabeza como para no recordarla.
"Y… ¿Cómo has estado?" – preguntó sentándose en el borde de la cama – "Ha pasado tiempo desde la última vez que hablamos, Rick. Has estado muy ocupado para mí" – hizo un mohín mientras Rick la observaba.
¿Lo estaba acusando de tener demasiados compromisos¿A él?
"He estado muy involucrado en la Reconstrucción ¿lo sabías?" – se cruzó de brazos.
"Igual yo" – sonrió la mujer – "he trabajado en algunas canciones que estoy segura levantarán la moral y el ánimo de todos. También he salido de gira para recaudar fondos y hacer donaciones" – se detuvo, esperando una felicitación pero Rick permaneció callado – "Fue por eso que me encontraba en Ciudad Granito ese día" – continuó.
Se miraron mutuamente por varios segundos, el silencio se volvió ligeramente incómodo.
"Ha pasado tiempo¿no es así?" – habló Rick.
"Te he extrañado Rick" – aseguró Minmei inclinándose hacia él – "eres mi único amigo".
Rick sonrió con desagrado. Eso es lo que siempre había sido para ella… un amigo.
"Tienes cientos de amigos, Minmei".
"Pero nadie me conoce como tú" – explicó – "eres el único… al que conocí antes de alcanzar la fama. ¿Lo recuerdas Rick¿Recuerdas cuando nos perdimos dentro del SDF-1?"
Por supuesto que recordaba. Esos días significaron "buenos tiempos", cuando la vida era más simple y él volaba sólo por diversión.
"Nunca lo he olvidado" – continúen Minmei, agitando sus pestañas, su exótica mirada posándose sobre él – "nunca olvidé lo dulce que fue tu beso".
Las palabras no acabaron de registrarse en la mente del piloto, cuando Minmei se acercó a él, todo el aire del mundo conteniéndose en su nariz. Experimentó un asalto a sus sentidos, el perfume de Minmei embriagándolo, su lengua buscando acceso.
Las alarmas de su cabeza estallaron, y antes que Rick pudiera reaccionar, los dos saltaron en su lugar separándose perturbados al escuchar el azote de la puerta.
"¡Ahí estás!" – era Lynn-Kyle, mostrando una adusta sonrisa.
"¿Qué haces aquí?" – preguntó Minmei desconcertada – "Tú odias los hospitales".
"Necesitaba encontrarte. Debemos partir de inmediato hacia Nueva Detroit. Tengo un par de presentaciones arregladas para ti".
"Lo menos que podrías hacer es saludar a Rick" – replicó observándolo fijamente – "¿Dónde están tus modales?"
"Hola Teniente" – obedeció forzado – "¿Aún sigue matando por placer?" – le dirigió una mirada llena de odio.
"Es Comandante" – refutó Rick con seriedad – "Y yo no mato por placer. Yo peleo por…"
"¡Lo sé¡Por la vida, la libertad y la justicia!" – se mofó el hombre – "¡Ya lo he escuchado antes!"
Minmei lo miró furiosa.
"¡Vámonos, Minmei, estoy estacionando en doble fila" – ordenó Kyle.
"No quiero irme todavía. No he terminado mi visita" – protestó.
"Si, ya lo hiciste" – caminó hacia la cama y la tomó del brazo – "eres una estrella y tienes compromisos".
"¡Suéltame!" – intentó liberarse.
"Kyle… tal vez deberías" – comenzó a decir Rick, pero fue interrumpido abruptamente.
"Minmei, le estás causando mucha tensión a tu amigo. Deberíamos irnos para dejarlo descansar".
La joven observó a Rick, las lágrimas inundando sus ojos.
"¡Suéltame!" – repitió
Kyle percibió el resentimiento en su voz y la soltó. Sonrió con ironía al darse cuenta que probablemente tendría que dormir los próximos días en "la perrera". Minmei regresó al lado de Rick y besó lentamente su mejilla.
"Tenemos una conversación pendiente, Rick. Volveré…" – murmuró en su oído.
La puerta se cerró mudamente detrás de ellos. Rick suspiró deslizándose bajo los cobertores. Siempre pasaba lo mismo con Minmei… era como una ráfaga de viento en su vida, apareciendo y desapareciendo de la nada.
Maximillian Sterling entraba al hospital mientras Minmei salía de ahí. La mujer pasó a su lado, ignorándolo.
"Gracias a Dios que tengo a Miriya, o esto verdaderamente acabaría con mi autoestima" pensó.
Detrás de su despreocupada y tranquila apariencia, Max se sentía inseguro. No importaba si era el mejor piloto del RDF, cuando se trataba de mujeres, se ponía tan nervioso como un quinceañero. Aún no encontraba las palabras suficientes para agradecerle al cielo por Miriya.
"¡Minmei, espera!"
De reojo, Max distinguió a un hombre de larga cabellera siguiendo a la cantante.
"¿Esperar¿Para qué?" – contestó molesta – "¡Me querías fuera de esa habitación para ir a Nueva Detroit, así que vamos!"
"¡Espera!" – repitió
"¡Solo hago lo que tú me pediste hacer!" – replicó – "�¿Siempre obtienes lo que quieres no!" – continuaba caminando colérica hacia la salida.
"¿Y tú no?" – rebatió – "¿Qué hacías pegada a la cara de ese piloto, eh?"
Max se encogió de hombros y subió al elevador. Oprimió el botón del piso 10, donde se encontraba Rick, y empezó a tararear la música ambiental del ascensor.
"El amor esta en el aire" - Max reconoció la letra, divertido -"Que apropiado".
"Pase" – escuchó la voz de Rick al tocar la puerta.
"¡Maximillian Sterling reportándose, señor!" – lo saludó cuadrándose de hombros.
"¡Hola Max!" – sonrió Rick – "Es bueno verte amigo".
"A mi también me da gusto verte" – dijo tomando asiento junto a su cama – "¿Cómo estás?"
"¡Muero por irme a casa!" – se quejó Rick – "pero aún no firman los papeles para darme de alta".
"Tal vez es porque las enfermeras quieren que te quedes" – bromeó Max – "pareces fascinarle a las mujeres".
"¿Por qué dices eso?" – Rick lo miró.
"Vi a Minmei camino a tu habitación. Discutía con su primo… Kyle ¿verdad?"
"Sólo pasó a saludar" – explicó – "y luego Kyle apareció y se la llevó casi a rastras".
"Suenas decepcionado. ¿Los interrumpió en algo?" – Max lo observó con suspicacia.
"¿Qué se supone que significa eso?" – Rick entrecerró los ojos.
"Tienes una mirada de culpabilidad en el rostro" – explicó el joven de cabellos azules.
"Me besó" – Rick pudo ver a Max quedarse boquiabierto.
"¿Qué?" – exclamó sorprendido – "¿Y qué pasa con Lisa?"
"¿Qué pasa con ella?" – preguntó Rick frunciendo el entrecejo.
"¡Besaste a Minmei!" – dijo Max – "Y si no me equivoco, estás saliendo con Lisa".
"¡Un momento!" – levantó el piloto su mano – "Yo no la besé. Ella me besó y antes de que pudiera reaccionar, Kyle apareció".
"¡Aj�!" – asintió Max – "ahora sé por qué lucía tan enfadado. La pelea de esos dos, era en realidad una riña de enamorados".
"Minmei no es feliz" – reflexionó Rick en voz alta – "pude verlo en sus ojos".
"Permiso para hablar con libertad, señor" – dijo Max con solemnidad.
"Déjate de formalidades, Max. Tú eres mi amigo".
"Minmei es una hermosa mujer, Rick. Puedo ver por qué estás bajo su encanto y por qué atesoras tanto las memorias junto a ella pero…"
Rick lo miró con agudeza.
"¿Pero?"
"Lo que tienes con Lisa es real. No te había visto tan feliz desde hacía mucho tiempo. No dejes que Minmei arruine lo que has construido al lado de la Capitana".
"Minmei no va a arruinar nada, Max. Probablemente no la veré en un largo periodo" – suspiró.
"¿Es Lisa el reemplazo de Minmei, Rick?"
El rostro del Comandante se encendió. Max tragó con dificultad.
"No necesitas responderme. Es sólo algo para que lo analices".
Rick estaba a punto de reprocharle que él sabía exactamente lo que hacía, cuando la enfermera entró al cuar
"Vaya, pero si es Max Sterling, piloto estrella y padre amoroso" – bromeó con él – "¿Cómo esta la bebe?"
"¡Hermosa!" – Rick y la mujer observaron como la cara de Max resplandeció de orgullo.
"Es increíble lo que puede hacer el amor ¿no?" – la enfermera le guiñó un ojo a Rick – "y con respecto a usted señor, ya hemos terminado. Puede irse a casa".
"Finalmente" – sonrió agradecido.
"Comandante Hunter" – dijo ella dándose la vuelta y recargando los brazos sobre su cintura – "¿Acaso lo he tratado mal?"
"No señora, en lo absoluto" – le dedicó una sonrisa y bajó de la cama – "solo necesito ir a casa".
"Bien, pues tenga más cuidado. No quiero volver a ver su atractivo rostro de nuevo… a menos que, por supuesto, decida venir a visitarme" – pestañeó con coquetería antes de salir de la habitación.
Max soltó una carcajada.
"¿Qué es tan gracioso?" – lo encaró Rick mientras se colocaba su camisa.
"Tienes un extraño efecto en las mujeres. Tienden a pensar que eres atractivo".
"¿Y…no lo soy?"
"No tanto como yo…" – dijo Max cuadrándose.
"Creo que los cumplidos de Miriya se te están subiendo a la cabeza" – replicó Rick.
Rick entró a su apartamento y exhaló con pesadez.
"Es bueno estar en casa nuevamente" – se dejó caer en el sofá al tiempo que Max descansaba su maleta en el piso.
"¿Necesitas algo antes de que me vaya, Rick?" – preguntó.
"Sí" – respondió mirando a su alrededor – "quiero saber cuánto te debo por el servicio de limpieza. Este lugar luce increíble. Incluso me trajiste flores".
"Creo que deberías llamarle a la Capitana Hayes y preguntárselo".
"¿Lisa fue quien contrató a alguien?"
Max estuvo a punto de invocar ayuda del cielo. Rick podía ser tan "despistado" en ocasiones.
"No. La Capitana Hayes fue quien se encargó de tu casa, Rick" – explicó.
"¡Tienes que estar bromeando!"
"¿Por qué te sorprende tanto? Ella sólo hizo lo que haría cualquier novia".
"¿Novia?" – repitió
"Es tu novia ¿verdad?" – Max levantó una ceja.
"Sí, claro" – titubeó – "es que, nunca la había llamado así".
"Eres muy extraño" – subrayó Max camino a la salida – "te veré mañana entonces. Tengo que irme y preparar la cena antes de que Miriya lo intente" – sonrió Max divertido.
"¿Aún no aprende, eh?" – Rick lo imitó.
"No. Pero sigue tratando… ¡Nos veremos!"
Una vez solo, Rick se recostó en el sofá y encendió la televisión antes de quedarse dormido.
Leves golpes en la puerta lo despertaron. Parpadeó en un par de ocasiones y se dio cuenta de que ya había oscurecido. Su apartamento estaba en tinieblas.
"Adelante" – exclamó mientras aplaudía para encender las luces.
El rostro sonriente de Lisa lo saludó.
"Bienvenido a casa" – dijo colocando una canastilla sobre la alacena de la cocina.
"Hola Lisa" – correspondió sonriendo – "¿Cómo sabías que estaría aquí?"
Se acercó a él y se inclinó para besarlo en la mejilla, sentándose a su lado.
"Ser Capitán tiene sus ventajas" – explicó animosa – "te ves mucho mejor".
"Gracias" – repuso con gusto – "y gracias también por hacerte cargo de mi casa".
"Oh, no es nada" – sonrió apenada.
"No creo que este lugar haya lúcido mejor" – agregó – "¿Cómo puedo agradecértelo?"
"Siempre hay maneras" – dijo coqueta.
"¿Y esas serían…?" – devolvió el cortejo tomándola entre sus brazos.
El cuerpo de Lisa cayó encima del suyo, sobre el sofá. Lo besó con ternura, su caricia intensificándose, la ansiedad aumentando… hasta qué un gruñido proveniente del estómago de Rick los hizo detenerse.
"Lo siento" – se disculpó, un poco avergonzado.
Lisa comenzó a reír con ganas mientras se ponía de pie.
"Sabía que estarías hambriento" – caminó hacia la cocina y abrió la canastilla – "te traje algo de comida".
"¿Dónde la compraste?"
"La cociné".
"¿Sabes cocinar?" – cuestionó sorprendido.
Lisa irguió su cabeza, tratando de decidir si debía sentirse insultada o no.
"Claro que sé cocinar. ¿Crees que puedes llegar a mi edad, sobreviviendo únicamente con la comida de la cafetería?" – se burló de si misma – "Espero que te guste".
"¿Qué preparaste?" – preguntó curioso, levantándose de su lugar.
"Te llevaré la comida" – lo detuvo, intentando no esforzarlo de más – "hice estofado de carne. Roy dijo que era tu favorito".
Rick la observó interrogante. No estaba acostumbrado a que alguien se ocupara de él, viviendo tanto tiempo solo.
"Se ve delicioso".
"Pruébalo" – le acercó un plato y se sentó junto a él
"¡Delicioso!" – masculló – "¡Esto es genial¡Nunca había probado algo tan bueno!"
"Voy a empezar a creértelo, Rick" – se ruborizó.
"Es verdad. Si alguna vez dejas la Fuerza, deberías abrir tu propio restaurante".
Ambos se miraron pensativos… por alguna razón la cara de Lynn Minmei asomó a sus pensamientos. Lisa se encogió de hombros.
"Gracias, pero creo que seguiré haciendo lo que hago mejor" – dijo con tranquilidad.
Rick se inclinó hacia ella y la besó.
"¿Te he dicho que eres la mejor?"
"No recientemente".
"Eres la mejor Lisa. Eres única".
Los ojos verdes de Lisa brillaron mientras que Rick acarició su mejilla.
Claudia Grant entró a su casa y se quitó los zapatos mientras encendía las luces.
"¿Roy?" – lo llamó – "¿Roy, estás en casa?"
No escuchó respuesta.
"¡Genial!" – musitó – "¡Es nuestro aniversario, tuve que trabajar hasta tarde, y el señor no está en casa!" – protestó.
Suspirando con desaliento, se dirigió hacia la sala pero detuvo su andar súbitamente.
"¿Pero qué rayos…?" – dijo en voz alta.
Se encontró con una enorme caja en medio de la habitación, un moño a su alrededor.
"¡Feliz Aniversario!" – leyó, distinguiendo la nota sobre la envoltura – "¿Una lavadora¿Eso fue lo que me compró para nuestro aniversario?" – dijo molesta.
Claudia contempló la caja por unos segundos antes de patearla.
"¡Ay!" – oyó un quejido proveniente del interior.
"¿Roy?" – preguntó moviendo la caja de lado, dándose cuenta que lo que había dentro no era una lavadora.
La sujetó por los costados y la levantó, un arrodillado Roy Fokker revelándose ante ella.
"¿Qué estás haciendo?" – lo interrogó con sorpresa.
El rubio sonrió misteriosamente. Extendió su mano y le mostró a su novia una pequeña caja de terciopelo.
"¡Feliz Aniversario, Claudia!" – abrió la caja para mostrarle un anillo de diamante.
"Roy" – su voz se quebró, lágrimas agolpándose en sus ojos color miel.
"Te amo Claudia. Eres la única para mí… la única que me comprende, la única que ha permanecido junto a mí en las buenas y en las malas".
"¡Oh, por Dios!" – murmuró Claudia mientras Roy tomaba el anillo y capturaba su mano derecha entre la suya.
"¿Te casarías conmigo Claudia Grant¿Serías mi esposa, mi amante, y la madre de mis hijos?"
"¡Sí¡Oh, sí, Roy!" – se abalanzó hacia él. El hombre la sostuvo tratando de mantener el balance, todavía estaba de rodillas.
"¿Y me prepararás mi ensalada de piña?" – bromeó con ella.
"Todos los días" – dijo sumergiéndose en sus ojos azules – "para siempre".
"Para siempre tu y yo, nena" – prometió Roy alcanzando sus labios –"…y tu que pensaste que te había comprado una lavadora…"
Claudia sonrió sobre sus labios y lo besó apasionadamente.
Continuará…
Traducción realizada por Emera.
Notas de la autora:
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