Frío y Calor

Capítulo 16: "Una noche, primera parte"

- ¿Se resolverán tantos conflictos? - preguntó cierta pelirosada casi al aire, sus ojos rojizos estaban nublados.

- ¡Por supuesto! Tamao, todo va a estar bien, creo que incluso ese chino husurpador y mi hermanita querida van a arreglarse - le respondió sonriendo el shaman del norte.

- ¡Es que todo se ha vuelto tan difícil!

- Bueno, no te lo voy a negar. Finalmente, sabemos que Kilia es... alguien extraño, que Loreto tiene planes que no quiere decir, ese tal ¿¿Jade?? ¿¿Cómo se llamaba?? Como sea...

- Hades, Joven Horo Horo.

El ainu se le quedó mirando.

- ¿Qué pasa?

- Hace mucho que no me hablabas tan formal, ¿Te sucede algo?

- No. No me dí cuenta, lo siento.

- No te preocupes - susurró con tristeza.

- Horo, no te enfades, ves... ya te dije Horo otra vez.

- mm.. de acuerdo, Tamao, no me enfado.

Hubo un silencio mientras el ainu terminaba su última porción de pastel que la pelirosada le había permitido comer. Él la miró de reojo y se quedó observándola mientras ella acababa su té, que ya no estaba tan caliente como antes, sus labios rozaban la taza y no bebían el líquido; se había quedado absorta en sus pensamientos y eso le parecía encantador. Sintió sus mejillas arder, ¡qué bella era! El latido de su corazón se volvió más fuerte y su respiración más dificultosa. Tomó con sus manos la taza de té y ella reaccionó finalmente, volteando a verle.

Se quedaron mirando por unos gloriosos segundos...

Y una risa se escuchó a lo lejos, justo cuando un aroma a flores inundó el ambiente, Horo Horo lanzó un suspiro, abrió sus labios y... no dudó más. Tamao sintió como si una rosa acariciara su boca, como si esa caricia fuese tersa, lenta, se movió con suavidad, y profundizó el beso deseando a Horo cada vez más. El ainu la guió.

ooooooooooooooooooooooooooo

El espacio estaba oscuro, y no se escuchaba ningún tipo de sonido, sólo algunos murmullos de agua lejanos, como si una corriente serpenteara a unos metros abajo. Como dentro de un pozo, que retumbaba.

Ella estaba sentada frente a ella... ambas, juntas. Ojos azules y verdes. Estos últimos se matizaron, de repente, en un rojizo furioso.

- Estás enojada - comentó la primera, Kilia.

- ¿Cómo te diste cuenta? - dijo la otra sarcástica.

- ¿Y ahora qué tienes?

- No debiste tratar así a Hades, él sólo vino a advertirnos. Por eso me molesta que un ser tan patético como tu esté en mi cuerpo.

- ¡¿Tu cuerpo?! ¡Para empezar es mío! Tú estás de más en este cuento, Dukae. Y no te entiendo porqué le defiendes tanto, él vino a pedirnos que nos retiremos. ¡¿Puedes creer eso?! ¿Quién rayos se cree? Jamás, yo nunca me retiraré de una batalla, es mi momento, nuestro momento para luchar y cumpliremos con ello.

- Quieres morir, ¿verdad?

- ya nada me interesa.

- Es por ese shaman, ¿no? ¿Qué tanto le ves?

- ¡¿Y que tanto le ves tu a Hades?!

- ¡callate! No es de tu incumbencia.

- Como quieras...

- Niña estúpida.

De pronto Kilia abrió los ojos y se encontró nuevamente en el salón de entrenamientos, completamente sola, escuchando de fondo no ahora el río si no la brisa del viento que soplaba por entre las ramas de los árboles. Y algunas voces lejos que no le llamaban la atención.

Se desprendió de la posición del loto y suspiró profundo. Se apoyó contra una pared y comenzó a recordar lo sucedido cuando habló con Hades...

Recuerdo

- No veo que estés feliz de verme. Pero ya me lo imaginaba, no vengo por ti después de todo, quiero hablar con Dukae no con Kilia.

- tus comentarios me son irrelevantes. Mejor que sea ella quien hable contigo - los ojos azulados casi verdosos, se volvieron rojos, pero suaves, amables.

Entonces la mujercita, ese cuerpecito que ahora era otra persona se lanzó a los brazos del extraño. Él rodeó su cintura con su brazo y la acercó a su cuerpo. Le besó los cabellos que olían delicioso y apoyó su mentón tranquilo en su cabeza, él era más alto que ella.

- Tienes problemas.

- Es culpa de Kilia quien nos ha incluido en una batalla que no nos correspondía, pero tu sabes que no vamos a huir de ella.

- Aunque no te insmicuía esa batalla, ahora tienes que luchar.

- Lo haré.

- Tendrás suerte, yo estaré también para protegerte.

- Gracias, Hades

Ella cerró los ojos cuando él estuvo a punto de anular totalmente la distancia que los separaba pero entonces Hao entró en el comedor, interrumpiendo la escena y ganándose el desprecio de Hades además del de Dukae. La muchacha, inmediatamente, se puso a la defensiva.

- ¿Qué tanto me ves?

Hao no respondió nada.

FIN DEL RECUERDO

- Pensé que eras más lenta, Kilia - comentó una voz a sus espaldas y la joven de ojos azules se dio vuelta a verle.

- ¿qué?

- No tardaste mucho en correr a los brazos de otro hombre. Pensé que lo nuestro había significado algo verdadero para ti, veo que me equivoqué.

- ¡Tu no entiendes nada, Hao Asakura! Así que no te permitiré que me faltes el respeto.

- ¿Qué no entiendo? ¡¿Qué demonios tengo que entender?! Que no esperaste a que el tiempo curara las heridas, que en el momento en que se te presentó otra oportunidad aceptaste y eres una regalada.

¡PLAF!

Había llegado muy lejos, Kilia le miró con ojos azulados mezclados con rojos, llenos de ira y pasión por lo que había hecho; Hao se quedó con el rostro dado vuelta y ella antes de marcharse volteó a verle.

- Eres un desgraciado, Hao Asakura, me arrepiento de haber tenido algo contigo pero te prometo en este instante que la Kilia que conociste ha muerto, jamás volveré a sentir algo por ti más que compasión y quizás odio.

No dijo nada. ¿Porqué? ¿Acaso estaba maldito? Su cuerpo se estremeció al momento en que algo se escurría lejos de él, sintió su cuerpo más liviano y cayó al suelo bruscamente, mirándolo de manera absorta. Sus ojos le pesaban y las lágrimas luchaban por una salida que jamás encontraron. Los hombres, shamanes o no, no lloran le habían dicho desde pequeño.

El aura que hasta momentos atrás le caracterizaba acabó por disiparse, y una sensación de culpa y temor le embriagó, se acurrucó contra la pared y se quedó un rato largo sentado allí. Meditando... Nuevamente pensó, ¿estaría él maldito?

ooooooooooooooooooooooooooo

- Han pasado muchos años - comentó Erika con voz muy suave. - tenía yo doce años cuando conocí al que imaginé el hombre de mi vida, hermoso, educado, caballeroso e inteligente, uno de los mejores promedios de la escuela secundaria, entonces, él tenía quince. Pero trece años no son nada... Mi madre me había aconsejado que era un mal muchacho pero yo jamás le dí importancia a lo que ella opinara de él. A nada de lo que ella dijera. Finalmente, él se dio cuenta de que yo existía, mi mejor amigo era el actual novio de su ex pareja, y las chicas también estaban celosas. Yo, en cambio, muy feliz, pues por primera vez, me sentía encajar con una persona del sexo puesto. Fuimos felices, puedo decirlo, por un tiempo. Hasta que mi mejor amigo abandonó a su novia y me confesó estar totalmente enamorado de mí. ¡Pero yo no le quería! Que niña tonta fui entonces. Tsunan era el amor de mi vida, mas una tarde en que debíamos encontrarnos él llegó antes a mi casa, me habló de lo maravilloso que habia sido ese tiempo.

Liserg vió como los ojos de la jovencita comenzaba a llenarse de gotas cristalinas que se deslizaban hacia sus labios.

- Un tiempo que se acabó - agregó - muy rápidamente. Me dijo que él había comenzado a quererme, pero que todo aquello lo había tramado porque quería vengarse de su antigua novia, ya que sabía que mi mejor amigo no podría aguantar mucho tiempo sin mí. Su ex pareja, obviamente, tampoco sin él. Yo le odié... ¿venganza? Lo pensé mil veces - esos ojos claros se volvieron turbios debido a la furia que embriagaba a la joven. Continuó - y lo seguí odiando cada vez más. Hasta que encontré en uno de los libros de mi madre, casi por casualidad, quizás algún demonio de mi antigua casa lo incitó o quizás sólo fui yo, un hechizo de magia negra.... Tsunan no sufrió, pero yo... jamás olvidé. Jamás pude volver a reírme de algo, a sentir nuevamente, puse mi fé en ese maleficio, en acabar con aquel que me habia hecho mal, y aunque pagé con mucho sufrimiento ese error, Puedo decir ahora que fue un error, eso jamás ha dejado de ser parte de mí.

Con cautela ella se fue quitando una venda que siempre llevaba a la altura de la muñeca y que hasta ahora ni Liserg había notado, había una araña gravada en la piel, de color negro.

- ¡Por eso!, ¿entiendes? Jamás podré olvidarlo, está gravado en mi piel, que no sirvo para el amor, por un momento pensé que sí... por un pequeño instante - sollozó - y todo se esfumó como antes. ¡Fui una ilusa!

- No, Erika... - intentó ir junto a ella pero el hechizo se lo impedía - ¡Por dios dejame acercarme!

- ¡No vete! No quiero estar contigo, ya no...

- Sí, si quieres, yo sé que sí. Sé que necesitas de mí como yo de ti, juntos somos fuertes, jamás volveré a dañarte...

- ¡¡Mentira!! Lo harás de nuevo, yo sé.

- ¡No, no, no! No te dejaré de nuevo, ni te engañaré, te protegeré. Erika, jamás conocí una mujer como tú, tan segura de sí misma, tan valiente. Capaz de cambiar de humor fácilmente, de regañarme, de ser tu. Me apoyaste cuando yo inventé lo del compromiso, esa fue una muestra de cariño inmensa.

- ¡Fue un error! Y de los errores se aprende, no quiero estar contigo. Vete.

- Erika, ¡No! No me voy hasta que no me dejes acercarme.

- ¡Qué te vayas! Liserg, ¿no comprendes? ¡te odio, te odio! - gritó furiosa; un calor en su mano derecha, justo donde la araña se hizo sentir, y ella, quien se había puesto de pie, cayó al piso sosteniéndose la muñeca. Se restregó sufriendo.

El inglés no dudó, ¡Al demonio con el hechizo! E hizo un paso al frente, segundos antes de que una luz le cegara por completo.

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- Annita, estoy feliz - susurró Yoh al oído de su prometida.

- ¿porqué?

- Porque estoy contigo, eso me basta para ser eternamente feliz. Incluso sabiendo que habrá que pelear.

- ¿Incluso sabiendo que mañana entrenarás a la cinco de la mañana?

- Oh... Annita...

- Nada de "oh annita", mañana entrenarás temprano.

- Pero, pero, pero, ¡No es justo!

- ¡¿Me estás cuestionando?!

Yoh se las vió negras, la acercó hacia él, cobijándola más con la sábanas y acarició con sus labios el cabello de su prometida. La sintió suspirar y él sonrió, casi rió, contento de producir en ella ese efecto.

- Claro que no, Annita, ¡nunca!

Y se fue quedando dormido, junto a ella, este Yoh no cambiará jamás...

FIN DEL CAP. 16

ñacañacañacañacañaca, muahahahahahahaha, soy malvada, esta es la primera parte... ¡¡y se viene la segunda!! Explosiva, ojo.. Lemon incluido, batalla y conflictos... juaz.

Ahora paso a agradecer a Keiko-sk y a c-erika por sus hermosos reviews, este cap. va especialmente dedicado a ustedes, espero que les guste. Nos vemos!!!!!

Suu-chan

Naitemo iiyo donna kanashimimo tsubasa ni kawarunosa sono mune de